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Masajes a Luciana.

1º ENCUENTRO. EL MASAJE QUE FUE.

Me pediste un buen masaje, algo que te relaje, no tenías grandes contracturas pero necesitabas sacarte el estrés de encima, entregarte en la camilla para que mis manos vayan desbloqueando tu cuerpo y porque no, disfrutar un poco, hacerte un regalo.
No nos conocíamos pero teníamos amigos en común, eso te dio la tranquilidad necesaria para que te aflojes.
Preparé todo, incluso una buena música relajante y un hornillo con esencias que ayudarían. Todo tenía que estar acorde para lograr tu deseado relax.
Cuando llegaste nos saludamos y te expliqué como te tenías que ubicar, boca abajo en la camilla. Te dejé una sabanita aparte para que te tapes.
Al rato volví y allí estabas, lista para el masaje, descubrí tu espalda y comencé a esparcir el aceite por ella desde la nuca hasta el comienzo de la cola.
No necesitaba trabajar muy fuerte en ella porque no eran las contracturas lo que te molestaba. Fui suave pero firme, recorriendo cada musculo, moviendo las articulaciones, sacando las tensiones lentamente. No podía ver tu cara pero sabía que te estaba gustando, cada tanto dejabas escapar algún suspiro, esos suspiros que me indican que voy por el buen camino, que me incitan a seguir.
No habíamos ni hablado de masajes sensuales, pero sí de que querías relajarte y disfrutarlo, debía estar atento pero también dispuesto a llegar hasta donde desees.
Cuando la parte alta de la espalda estuvo bien relajada fui hasta tu cintura, descubrí un poco más y el comienzo de tu hermosa cola me dejó encantado, comencé a aflojar suavemente la cintura, y recorrer, por debajo de la sabana tus glúteos, sacándole toda la tensión con suaves caricias. Confieso que me quedé bastante rato haciendo eso, porque lo disfrutaste y porque lo disfruté, mucho.
Ahora tocaban las piernas. Tapé tu espalda y destapé las piernas. Despacio fui masajeándolas desde el pie hasta arriba, cada una, cuando me iba acercando a tu cola y masajeando la parte interna de tus muslos abriste instintivamente las piernas, para permitirme masajear y me dejaste a la vista tu hermosa conchita…. Eso me volvió loco, pero me contuve, fui lentamente masajeando los muslos, su parte interna, llegando muy muy cerca de tu conchita pero llegando solo hasta ahí. Volví a masajear tu cola, siempre suave… repetí los movimientos con la otra pierna.
Luego destapé tu espalda nuevamente y comencé a recorrer con la yema de mis dedos todo tu cuerpo, desde la espalda hasta los pies, te dio cosquillas, te gustó, hacia recorrer un cosquilleo por todo tu cuerpo y eso te encantó, lo sentía.
La sabana doblada solo sobre tu cola se fue corriendo hasta que cayó al piso y no te importó, estabas flotando de placer y yo también.
Cuando pasé un par de veces por tu cola la levantaste ofreciéndome todo tu tesoro para que me encargue de él. Puse un almohadón debajo de tu panza y así, con tu cola parada de dediqué a acariciarla con las manos bien cubiertas de aceite, entrar entre tus nalgas, acariciar y jugar con un dedo alrededor de tu hermoso agujerito y bajar hasta tus labios muy suavemente, muy despacio, primero por afuera y después caer dentro y acariciar tu clítoris hasta que estallaste en un profundo orgasmo.
-Quiero que sigas! Me dijiste y te respondí que esto recién comenzaba y que solo iba a terminar cuando vos quisieras.
Seguí jugando con mis dedos introduciéndolos muy suavemente en tu interior, la tibieza y la humedad hicieron muy placentero este juego de estimular manualmente todo alrededor de los primeros cm de tu vagina, donde están la mayor cantidad de terminales sensitivas.
Arqueabas la espalda de placer y cuando apoyé mi lengua en tu clítoris estallaste en tu segundo orgasmo.
No me separé, seguí lamiendo y tomando todos tus jugos… puedo estar horas haciendo esto y sentir tus gemidos fuertes de placer es para mí el mejor incentivo para seguir.
Cuanto estuve lamiéndote?, no sé. Solo sé que al rato volviste a acabar y ahí me pediste que querías sentirme adentro tuyo.
Un segundo para desvestirme y otro para ponerme un preservativo fue lo que tardé en cumplir tu deseo. Y tuvimos sexo del mejor. Y acabamos casi juntos y quedamos abrazados reponiéndonos.
Hay muchos juegos que hubiera querido hacer en mi masaje y seguro hay muchas cosas que quisieras experimentar, pero esta fue la primera vez ya habrá otras para cumplir fantasías.

2º ENCUENTRO. EL MASAJE QUE NO FUE

Me volviste a llamar, querías otro masaje, los dos nos habíamos quedado con ganas de más y aquí estaba yo, listo para otra sesión.
Armé todo en la habitación que me habían designado y pasaste, tu carita o tu sonrisa, el brillo de tus ojos, no sé lo que me llamó a besarte pero lo hice… y allí estábamos, los dos de pie, matándonos a besos, con nuestras lenguas recorriendo nuestras bocas, con mi cuerpo pegado al tuyo, haciéndote sentir mi excitación y nuestras manos recorriéndonos…
Fueron unos minutos pero nos puso a full…. Y yo debía encarar el masaje.
Había que disimular el trato como a los demás clientes así que salí como para que te desvistas tranquila, eso me sirvió para tomar aire y despejar mi calentura, así no iba a poder ponerte una mano encima sin volverme loco…
Entré y vos estabas desnuda, acostada en la camilla, esperándome.
Lo primero que vi cuando entre fue tu cola y mi pija comenzó a latir nuevamente dentro de mi pantalón, intenté distraerme, comencé a pasarte aceite muy suavemente por la espalda, tus suspiros al sentir mis manos me terminaron de detonar. Te seguí acariciando y me acerqué a tu cola, le di un suave beso en un cachete y suspiraste, te di otro y volviste a suspirar… fui recorriendo tu cola con tiernos besitos y me dijiste que estaba cariñoso y que te gustaba….
Cuando quise darme cuenta estaba dándote el más placentero beso negro que haya dado en mi vida. Vos solo gemías y yo seguía lamiendo, jugando con la puntita de la lengua en tu agujerito…
Cuando levantaste un poco la cola para dejarme jugar mejor pasé una mano por debajo, directo a tu conchita y la encontré ya muy mojada. Largaste un profundo suspiro… los masajes se habían ido al carajo y solo queríamos gozar.
Jugamos así un rato y te diste vuelta y ahí cambiaron los roles, mi boca fue para tu conchita y mis dedos a tu cola que entre caricias y roces se colaron muy despacito dos deditos dentro para hacerte delirar, mientras seguía lamiéndote hasta que me regalaste todos tus jugos de ese grandioso primer orgasmo.
Estabas agitada y no era para menos, fui directo a tu boca para que sientas como me había comido toda tu esencia, tu gusto estaba en mi boca y lo compartí para entiendas como me habían gustado. Luego te fui acariciando para relajarte, te gustaba como la yema de mis dedos, pasando muy suavemente por tu piel, te daban esa sensación de cosquilleo eléctrico y ya había comprobado la otra vez que eso te excitaba…
Tus pezones estaban duros y hacia allí dirigí mis manos para jugar con ellos…. Te debía esas caricias, la otra vez no les había dado mucha atención, pero hoy si, hoy iba a jugar con ellos un buen rato.
Después de acariciarlos los lamí, y luego los chupé, te volvía loca eso así que seguí chupándolos, mordisqueándolos cada tanto, lamiéndolos y luego vuelta a chuparlos acariciando tus tetas con mis dos manos, ayudándome a pasar con mi boca de una a la otra, lamiendo toda tus tetas y subiendo con besos por tu cuello hasta tu boca para volver a tus tetas nuevamente.
Estabas a punto de tener otro orgasmo, pero te había dicho que me había hecho adicto a tu esencia. Volví a bajar a tu conchita y a saborearla lamiéndola lentamente, jugando con el clítoris en círculos con mi lengua y después penetrándote con ella hasta que volviste a estallar y yo a beber tus copiosos jugos.
Después de unos segundos de reponerte me tiraste en la camilla y me empezaste a besar, mi boca, mi cuello, mi pecho…. Agarraste mi pija con una mano y la acariciaste, me deshice en un suspiro y cuando me quise dar cuanta ya tus labios envolvían mi cabeza y tu lengua jugaba con ella.
Me hiciste sufrir, no te la tragaste de una, recorrías con tu lengua el tronco, llegabas a la cabeza recorriéndola en círculos para volver a bajar hasta los huevos, era una dulce tortura. Muchas veces hiciste eso hasta que te la tragaste por completo… una oleada de calor me recorrió el cuerpo y pensé que te iba a llenar la boca, recurrí a todas las técnicas que conocía para retrasarlo porque sabía que no teníamos tiempo para más de una vez.
Me soltaste pero solo para subirte a la camilla y montarme, agarraste mi pija con la mano y la apuntaste a la entrada de tu concha y así, te dejaste caer para clavártela hasta el fondo, de una.
Gemiste fuerte y te quedaste así unos segundos y después me comenzaste a cabalgar.
Fue muy lindo tenerte así, verte gozar, acariciarte, besarte, lo disfrutaba mucho.
Después te bajé y te puse de pie, con el cuerpo apoyado en la camilla, te tomé de tu hermosa cola y penetré tu conchita por atrás. Cogerte así, viendo tu hermosa cola me encantó y me hizo deseártela, mientras te daba por la conchita metí un dedo en tu culito y lo disfrutaste mucho. Entonces la saqué y te apoyé la cabeza en la entrada de tu cola. Despacio metí la cabeza y vos suspiraste, mezcla de dolor y placer. Me detuve pero vos me pediste que siga.
Despacio y en varios movimientos te la fui metiendo hasta que entró toda, y así te fui haciendotela y mi felicidad fue completa.
Sentí latir mi pija y el típico cosquilleo que antecede al orgasmo, entonces la saqué, te di vuelta justo para acabarte entre medio de las tetas, varios chorros de leche caliente.
La mayoría quedó en las tetas, pero un poco te salpicó la cara, cerca de la boca.
Vos agarraste y juntaste un poco de tu cara y metiste el dedo en tu boca para saborearla. Me dijiste que estaba rica entonces comencé a juntar la leche con mi lengua y a dártela en la boca. Nunca me imaginé que eso te podía calentar tanto, el juego de pasar la lengua por tu cara, por tus tetas y luego meterla en tu boca, saboreando ambos mi néctar te puso muy caliente… para cuando estabas limpita yo había bajado la mano y te estaba acariciando la concha nuevamente y volviste a acabar.
Los dos estuvimos de acuerdo en algo, la próxima vez sería en un telo, queríamos una cama. Y dejaríamos la camilla para los masajes, que esta vez quedaron de lado.

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