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Pasaron unas semanas de nuestra escapada a Entre Ríos y se nos acerca un casamiento en Córdoba. Es de día y al aire libre en una chacra de los padres del novio. Arranca a la mañana y termina por la noche. La estancia cuenta con todas las comodidades que uno puede pedir. Pileta, jacuzzi, cancha de fútbol, tenis, polo, salones y varias casas pequeñas para alojar a unas cuántas personas, etc.
Era un casamiento de categoría y debíamos estar a la altura. Ludmila decidió tomar mi consejo y concretó una cita con Camila, la depiladora.
Fue para que se ocupe de sus piernas, sus axilas y sus cejas.
Volvió muy conforme aunque un poco celosa porque sabía que esa rubia despampanante había estado con su esposo totalmente desnudo. Eso fue el martes antes de la celebración. El día viernes no nos vimos si no hasta la noche cuando partimos para Córdoba.
Llegamos pasada la medianoche a la chacra donde era el compromiso y un chalet estaba listo para nosotros. Entramos, nos acomodamos y me mando a bañar. Obedecí y luego de mi salida entró ella. La notaba algo rara pero no sabía que era.
No estaba enterado de lo sucedido esa tarde.
Esa tarde de viernes Ludmila programó otra sesión con Camila y no me dijo nada. Recurrió a ella por lo mismo que yo: quitarse todo el vello púbico.
A la hora pactada se presento en su casa y Camila ya estaba preparada.
C- Hola Ludmila, como estas?
L- Muy bien! Vos?
C- Todo bien. Ya tengo todo listo para lo tuyo. Es más, me deje la tarde libre para ocuparme tranquila de vos.
L- Bueno, gracias por la atención.
C- Pasa para la sala que ya estoy con vos. Descambiate detrás del biombo. Ahí tenes una toalla para ponerte mientras me esperas.
Mi esposa acató las indicaciones y la esperó desprovista de ropa de su cintura para abajo. Para mayor comodidad se quitó el sostén y se quedó sólo con su remera de modal.
Camila entró y se dispuso a trabajar. Despojó la toalla y se encontró con el sexo de mi señora a su disposición. Notó algo de humedad allí pero no dijo nada. Ludmila estaba excitada y no sabía como ocultarlo.
C- Te voy a colocar esta crema primero para ir aflojando los bellos y luego pasamos a la otra que me permite retirarlos, de acuerdo?
L- Bueno. Te pregunto, es el mismo mecanismo para seguir hasta la cola? Así me saco de ahí también.
C- Sí, se sigue igual. Querés que lo hagamos completo?
L- Sí, por favor.
Camila comenzó a recorrer la zona más sensible de mi compañera con mucha precisión. Quería provocarla para ponerla al rojo vivo utilizando sus vastos conocimientos sobre anatomía humana.
Quitó la primera capa y fue por la segunda pasada. Esperado el tiempo prudencial comenzó a limpiarla dejando sin barreras el acceso a su piel blanca. A la depiladora se le hacía agua la boca pero debía contenerse. Todo llegaría a su tiempo.
Tomó la loción aceitosa y empezó su disfute. Le indicó a Ludmila que flexione sus piernas, levante sus rodillas y permanezca quieta. Con la mano izquierda vertió el aceite y palpaba su concha por fuera, bordeando los labios exteriores. Con la derecha embebida en la locion recorría la raya de su cola en toda su extensión haciendo un poco de presión sobre el orificio de su ano.
Ludmila comenzaba a agitarse pero no decia nada.
C- Estas bien?
L- Si, seguí. Estoy bárbara.
Camila se mordia los labios y no paraba de frotar con sus manos, cada una abocada a cada parte que le tocaba trabajando con un esmero único.
La temperatura subía cada vez más y la paciente no podía contenerse. Ludmila tuvo un orgasmo dulce, suave y extenso.
Levantó su cabeza y la rubia la miraba con ganas de más.
L- Disculpame que me ponga así. Pero entenderás que no soy de piedra tampoco.
C- Si lo estas disfrutando tanto como yo significa que estoy haciendo bien mi trabajo.
L- Si, estoy re caliente! Nunca me sentí así con una mujer.
C- Disfrutemos entonces.
Camila untó locion en sus manos nuevamente pero esta vez el dedo mayor de su mano izquierda lo introdujo en la vagina de Ludmila, y el mayor de su mano derecha lo metió suavemente en su anillo de cuero. Los suspiros llenaban el ambiente. Las sábanas de retorcian entre manos de mi amada.
El dedo índice de la depiladora se unió al mayor y ya eran dos los que se colaban por esa concha recién trabajada. El olor a sexo desbordaba la habitación y un segundo orgasmo se hizo presente, mucho más fuerte que el anterior.
Los espamos azotaban el cuerpo de mi esposa y Camila sólo se limitó a mantener su posición penetrando por ambos lados pero ya sin moverse.
Cuando Ludmila se recompuso se sentó en la camilla. Pensó que ya todo estaba hecho. Pero no era ella quien controlaba la situación, sino la dueña de casa.
La echó para atrás y saboreo sus pezones sobre la remera de modal. Lentamente se dispuso a bajar hasta su raja y se largó a practicarle sexo oral. Acompañando su labor ahora eran dos los dedos que penetraban su cola. Con algo de malicia pero sin pausa la depiladora iba a arrancarle hasta el último suspiro a mi mujer. Ella me dijo que iba a tratar de "aflojarla" y no pararia hasta lograrlo.
Nuevamente mi señora se retorcía de placer por la atención que le estaba dando esa rubia de 24 años. Con cada vez más frenesí chupaba esa raja y culeaba a mi morena.
No paso mucho tiempo hasta que allí si se hicieron escuchar sus gritos de placer. Ahogó la boca de Camila con sus flujos y le cortó la circulación a sus dedos apretando su culo. Reventó una y mil veces en un orgasmo tremendo.
En ese momento sí Camila cedió y esperó a su visita a que retomara el aire. La limpió de los flujos que la cubrían y acercó su ropa. Ya estaba concluido su cometido.
Sin decir nada Ludmila se acercó a la puerta de salida a la calle y allí se detuvo.
L- Siempre haces esto con tus clientes?
C- Con algunos siento una conexión especial y me cuesta mucho resistirme. Estoy sola hace mucho tiempo y así como vos, yo tampoco soy de piedra. Sos una mujer muy hermosa y te mereces lo mejor. Se nota además que debes ser una buena mina y buen amante, sino tu marido no hubiese venido a mi, dispuesto a sufrir pensando que haría mi trabajo con cera. Sabes lo que eso duele y más en una zona tan sensible. Pero el vino igual y vino por vos.
L- Por cierto, hiciste un muy bien trabajo ahí, le quedo hermoso! Ja ja ja! No podía apartarme. No se por qué me generó tantas ganas de tener ese pito cerca todo el día! Ganas de comerlo, tocarlo, clavarmelo! Todo junto!
C- Me alegro que te haya gustado y que lo disfrutes. Pensa que tenes una gran oportunidad ahí para disfrutar al máximo del sexo y sobre todo con quien amas! Tiene un extra enorme de satisfacción tener un cómplice en quien confiar y con quien probar cosas nuevas.
L- Puede ser, quizas algo de razón tengas. Bueno, me voy. Nos mantenemos en contacto.
C- Nos vemos hermosa.
Le partió la boca de un beso y le abrió la puerta. A mi mujer le costó reaccionar pero salió de esa casa de lujuria y ambas se saludaron agitando sus manos, como una depiladora despidiéndose de otra de sus clientas.
En Córdoba, continuará...
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4 comentarios - Mi esposa y la depiladora (III)