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Tiernas delicias cap 12

Hola! vamos a seguirle con el jaleo jaja


Rebeca se levantó por la mañana, y lo primero que sintió fue que su cuerpo estaba atrapado entre unos brazos fuertes. Durante un instante creyó que era su papá que había regresado para acosarla; pero vio que se trataba de Adán. El sol de la mañana entraba por la ventana de cortinas cremosas y animaba todo el dormitorio. La reina sonrió y se deslizó del colchón. Estaba desnuda cuando se fue al baño para lavarse la cara y observó una serie de chupetones en el cuello. Se los había hecho su padre y no Adán. Notó que quería llorar de humillación y tuvo que volver a mojarse la cara para olvidar aquella terrible tarde. Después volvió a la cama y miró con cuidado al hombre que estaba cuidándola.
Adán no había querido cogerla, a pesar de que Rebeca le había rogado hacerlo. Ahora comprendía la fuerza de voluntad de Adán y que no quería aprovecharse de su vulnerabilidad. Se enterneció y exploró el cuerpo del escritor. Hizo a un lado la sábana y le miró la polla flácida, pero de buen tamaño. Volvió a sonreír y a admirar la perfección de ese pene. Lo amaba de verdad. Se pasó el pelo rubio por las orejas. Tomó la verga con sus delgados dedos y comenzó a frotarse la cara con ella mientras no dejaba de sonreír y de darle besitos. Exploró los huevos y les llenó de lamidas.

Adán se despertó cuando el flujo de sangre empezó a llenarle la polla. Vio la cabeza rubia de Rebeca comiéndole el miembro y alargó una mano para acariciarla. Ella le miró, le guiñó un ojo y siguió con su labor. El pene le entraba a ella por completo, hasta la base. Jugaba con el glande con ayuda de su lengua, y cuando lo sacaba despacio, hilos de saliva goteaban por toda la venosa piel. Rebeca se golpeó la lengua con el glande y volvió a engullir. Con una mano masajeaba los abultados testículos, exprimiendo el semen que no tardó en llenarle la boca. Ella lo bebió como si fuera un rico desayuno. Después le besó la nariz a Adán.
— Quédate aquí. Voy a prepararte el desayuno.
—No. Yo puedo hacerlo.
—Me encargaré. Descansa un rato más.

Rebeca se puso nada más una bata y se la dejó abierta, mostrando un cuerpecito hermoso y tierno. Bajó las escaleras para preparar la comida. Adán aprovechó unos minutos más de sueño y luego se despertó y empezó a deambular por el dormitorio. Había un librero lleno de novelas románticas, y también varias fotos de Rebeca y sus amigas. La mayoría de las chicas las había visto en las orgías. Se sorprendió al darse cuenta de que esas mujeres no sólo se comían entre ellas en salvajes orgías lésbicas, sino que tenían una amistad de verdad. En algunas imágenes se veía a Rebeca y a las demás de viaje por el bosque, en otras estaban en la feria o en la playa; comiendo en restaurantes o en cafeterías. Unas cuantas más mostraban besos entre ellas y orgías donde las chicas sonreían a la cámara mientras las pollas les llenaban los coños. La belleza de Rebeca se sobreponía a la de todas las demás.
Abrió un cajón de ropa y vio una colección de sujetadores de encaje y tangas. En otro cajón abundaban las cajas de condones y pastillas anticonceptivas. También había una dotación de velas aromáticas y juguetes sexuales, como consoladores y dildos dobles. Era sorprendente que en ninguna foto se viera a Becca intimando con un hombre.
Después de explorar bajó a la cocina. Rebeca le había dicho que estaba bien si quería practicar nudismo, puesto que ella era una gran nudista en casa. Salió con la polla semi erecta y se acercó a Rebeca, que estaba de espaldas a él y cocinando en la estufa. La abrazó por la cintura y empezó a besarle el cuello.

—Ya, Adán. —rió ella, y apagó la sartén con los huevos revueltos. Se giró y en ese momento él la aprisionó contra el refrigerador. Rebeca lo envolvió con los brazos y lo atrajo hacia ella para besarlo con fuego. Sus manitas bajaron para tomarle la verga y jugar con ella hasta hacerla ganar un abultado tamaño. Una vez estuvo lista, ella elevó una pierna y le indicó a Adán que podía penetrarla. Él así lo hizo y se apresuró a hundir el miembro en la estrecha vagina. Rebeca le mordió el hombro mientras sentía su cuerpo abrirse de nuevo.
—Más duro, más duro —le pidió, colocándose a un lado de la mesa. Levantó el culo y él la perforó con una velocidad producto sólo de la urgencia de correrse. La chica se aferró a los bordes del comedor mientras sonreía feliz al sentir cómo la tomaban. Finalmente la descarga de semen le llenó por completo.
—Ay… Rebeca… esto me ha dado más hambre.
—Jeje. Pásame esas servilletas. Me escurre tu semen.
Ella se limpió la concha y después arrojó el papel a la basura. Se giró y besó a Adán con ternura. Después ambos comieron animadamente en una charla donde no hubo ninguna clase de tema sexual ni nada relacionado a lo ocurrido.
—¿Qué te parece si vamos al cine más tarde? —sugirió Adán. Rebeca iba a decir sí de manera automática, y se sorprendió. Normalmente se negaría; pero se encontró con que de verdad quería seguir riendo con Adán. Al final decidió que ya no importaba lo sucedido y aceptó.
—Sí. Quiero ver una película que se acaba de estrenar y también quiero ir al parque acuático.
—Claro. Estaría bien. Sólo tengo que ir a casa a buscar algo de ropa para cambiarme.
—Ah… ¿me vas a dejar sola?
—No. Puedes venir si quieres.
—Descuida, descuida. No quiero ser una molestia. Le llamaré a Carla para que me haga compañía un rato mientras tú vas y preparas todo ¿vale? No te preocupes por mí.

Flor entró al cuarto de su papá y lo vio envuelto todavía con las sábanas. Le llamó para despertarlo y le colocó la bandeja con el desayuno.
—Buen provecho, papi.
—Ah, muñeca. Gracias como siempre.
Flor vio las marcas de chupetones en el cuello de su papá. Se sintió dolida. Primero su mamá la abandonaba y ahora que habían encontrado la felicidad siendo sólo ellos dos, una nueva mujer entraba en escena.
—¿Se fue la maestra?

—Sí; dijo que tenía algunas cosas por hacer. —dio un sorbo a su jugo y mordió una tostada con mermelada. Flor le dio una servilleta para que se limpiara la boca —. ¿Estás bien, hija?
—Sólo pienso en que está ocurriendo. ¿Eres el novio de mi maestra?
—Realmente no. —Julio sonrió y le acarició la mejilla a Flor —. Pero, cariño, creo que necesitamos a una mujer en casa.
—Pero yo…
—Eres una adolescente todavía; y además, en serio quiero dar un paso más con Gabriela. Flor, desde que tu mamá nos abandonó, he estado batallando contra la soledad. Necesito una compañera. ¿Lo entiendes?
—Sí. Sé que necesitamos a una persona más. Lo que no me gusta es que sea ella.
—Gabriela es una mujer fenomenal. Te llevarías bien con ella.
—No lo creo.
Julio se sintió enternecido por la molestia de Flor, y la abrazó con fuerza. Realmente Julio sólo la tenía a ella. Eran padre e hija luchando contra el mundo. Él sabía que la chica estaba cambiando y que él no podría seguirle la corriente. Necesitaba con urgencia a una mujer que le ayudara y que aconsejara a Flor en cuestiones imposibles para él. Se había hecho un lío cuando le compró sus primeras toallas femeninas, y cuando cambió los corpiños por sostenes de verdad. Él era un hombre que no podía con eso. Gabriela era su amiga, y pronto, quizá, se convertiría en su novia. No podía darse el lujo de abandonar a esa mujer. Por el bien de él y de su hija, para darle a Flor una sensación de familia unida, quería formalizar una relación con Gabriela.
— ¡Ay, papá! ¡Me ahogas! ¡Déjame ir!
—Lo siento. Pero ¡Dios! Qué rico desayuno.
—¡Jeje! Sólo es pan, mermelada y jugo. Quise hacer huevos, pero no hay. Iré de compras antes de volver de la escuela.
—¿Qué no llegas tarde?
Flor sonrió y se encogió de hombros. Todavía seguía en bata de dormir. No había tomado su uniforme.
—Las dos primeras horas son historia. No creo que Gabriela sea capaz de ponerme un cinco, dadas las atenciones que le das tú.
—¡Vaya! Pero no abuses de ella. Anda, ve a cambiarte por el uniforme y te llevaré a la escuela.

Adán llegó al departamento y vio que habían maletas en la sala. Dejó las llaves del coche y fue a ver a Gabriela. La mujer, vestida con un sencillo vestido de flores, estaba metiendo su ropa dentro de otra maleta.
— ¿Te vas?
—Sí —respondió sin mirarle. Él se acercó y se sentó en la cama.
—¿Por qué?
Ella puso las manos en las caderas.
—Porque no me voy a quedar aquí a rogarte para que tengamos una relación formal. Si no me amas, me voy. Ya encontraré a alguien que me quiera.
—¡Es ridículo! ¡Soy tu hermano!
— ¡Soy una mujer sana y derecha que sólo quiere a un hombre en su vida para que la haga feliz y quería que ese hombre fuera mi propio hermano, con el que he vivido desde niña y que no sólo conoce mi corazón, sino que cada parte y agujero de mi cuerpo! —las lágrimas salieron al fin —. Te amo, hermano. Quiero ser tu novia; pero olvídalo. Tú no sabes nada de lo que siento.
Bajó la mirada. No podía hacer nada para detener a Gabriela. Su buena relación se había manchado desde que el sexo pasó a ser parte de su lazo. Gabriela terminó de empacar. Le dio a Adán un último beso en la boca y agarró sus maletas para marcharse. La huida de su hermana le puso a pensar durante un buen rato, hasta que dejó de sentirse mal, sonrió y recordó que tenía una cita con Rebeca.

Cuando volvió con la reina, se la encontró sola. Carla no había podido ir por cuestiones de trabajo; pero no importó en lo absoluto porque Edgar estaba en la cárcel y no saldría de allí en bastante tiempo. Adán y Rebeca se besaron una vez más y después de cambiarse de ropa, salieron a su cita. Primero fueron al cine para ver la película que ella había deseado ver. Se sentaron al final de las filas, en lo oscuro donde nadie pudiera verles. Casi no habían personas en la sala, por lo que Adán pudo tocarle las piernas con total libertad a la mujer. Su piel blanca y suave era deliciosa como la seda. Ella estaba totalmente apoyada en su hombro y miraba embelesada la pantalla al mismo tiempo que sentía la dulzura de las caricias en sus muslos. Antes de darse cuenta su corazón había comenzado a latir de una forma extraña, y sonriendo, buscó la boca de Adán y le besó con un rico chasquido de sus labios.

Más tarde fueron al parque acuático para ver el show de las orcas entrenadas y de las focas. Las risas de diversión de Rebeca le daban una apariencia casi infantil, como si fuera imposible determinar su edad. Adán se encontró mirándola con amor y cuando sus ojos se encontraron, Rebeca se volvió a acercar para pedirle besos, y él se los dio encantado. Terminaron andando por el parque tomados de la mano, riendo y bromeando mientras se contaban historias graciosas sobre su pasado. Rebeca le contaba de sus encuentros con chicas. Omitía los detalles que involucraban a otros hombres y no estaba segura de por qué ahora se sentía rara al recordar todo su repertorio sexual. Finalmente llegaron a un parque y se sentaron en una de las bancas. Eran las seis de la tarde y el sol estaba ocultándose.
—Me he divertido como loca. —rió Rebeca, estirándose las piernas. Adán la abrazó y la besó en la mejilla.
—Para eso era. Qué bueno que te haya gustado.
Miraron a unos niños jugar con sus padres en los columpios y se quedaron callados y sumidos en sus pensamientos. Rebeca sabía que muchas cosas estaban cambiando dentro de su corazón, y lo sentía florecer como una descarga de electricidad en su estómago. Necesitaba besar a Adán con urgencia. Ya no sólo le gustaba por lo bueno que era en el sexo; sino por otras cosas más. Suspiró y se acomodó para recostar la cabeza sobre las piernas de él. La polla de Adán se comenzó a levantar cuando él vio los bonitos semicírculos de sus senos asomando debajo de la blusa y del sostén negro.
— Muévela un poco. —le pidió ella, y él así lo hizo. Rebeca adoraba ese movimiento y se relajó enseguida.
—Eres tan hermosa, mujer.
—Adán… han sucedido tantas cosas entre nosotros desde que nos conocimos. Bueno, mayormente ha sido sexo; pero…
—¿Pero?
—Me siento bien. Aquí, en el corazón. Te miro y experimento algo que no había sentido por ninguna persona. Es como si… pudieras abrirme. Y no hablo del culo.
Adán rió y le tocó los labios.
—¿Qué más?

—Adán, oye… tú sabes cómo es mi vida y la horrible niñez que tuve. Sin embargo, no me has dejado. Adán ¿lo que sientes por mí es amor de verdad o sólo me quieres follar?
—Eres una reina, Rebeca. Me gustas mucho. Te lo dije, y después de lo que hemos compartido hoy, estoy más seguro de lo que siento.
La cabeza de la mujer se balanceaba suavemente con el movimiento del pene que estaba bajo su cabeza. A ella no le importaba. Extendió una mano y tocó la cara de Adán.
—Si eso es cierto, ¿crees que nosotros podríamos ser felices si fuéramos una pareja formal?
Al hombre se le colorearon las mejillas.
—¿Estás diciendo que…?
—Si yo aceptara ser tu novia, Adán, ¿harías todo lo posible para que nos amáramos de verdad? ¿me enamorarías todos los días y dejarías que yo te encantara a diario?
—Sí. No tengo duda de eso.
Rebeca se sumergió en sus pensamientos durante un largo rato, y finalmente, mirando a Adán a los ojos, le sonrió.
—¿Adán? Vamos a intentarlo. Seamos novios y luchemos porque nuestro amor se haga más fuerte ¿te parece?
La felicidad que embargó a Adán fue indescriptible para sus oídos, que no acababan de asimilar lo que ha sucedido. La chica hermosa que estaba sobre sus piernas y que lo miraba como una niña buscando cariño y protección, le estaba ofreciendo no sólo su cuerpo, también su vida y su corazón. Sintió que acababa de conocerla. Asintió.
—Estoy de acuerdo.
—Bien. —la mujer se inclinó y le besó de una forma diferente. Adán no la había sentido así. Rebeca le tocó el mentón con la yema de sus dedos y le acarició suavemente la boca con la suya —. Entonces, vamos a consumarlo cuanto antes en la cama.
—Sexo.
Ella negó.

—No. A decir verdad, es la primera vez que haré esto contigo. Lo que hemos hecho hasta ahora ha sido sexo y sexo duro, sin más motivo que la diversión y el placer. Adán, a partir de hoy vamos a hacer el amor.
—¿Qué diferencia tendría?
—¡Jeje! Ya lo verás. Vamos, cariño. Llévame a la cama.

Llegaron rápidamente a casa y subieron las escaleras. Adán iba ya a entrar al dormitorio; pero Rebeca le sugirió que fueran a bañarse primero. Así lo hicieron, y se desnudaron mutuamente. Abrió la regadera y abrazó a su novio, pegando su cuerpo al de él. Sintió la polla ganando tamaño y rozándole las piernas. Ella lo besó con una muda pasión mientras el agua caía suavemente sobre ellos. Después de eso, salieron y se secaron. Rebeca le recostó sobre la cama y lo dejó allí un segundo. Se acercó a los cajones y sacó unas cuantas velas románticas.
—Ayúdame a prenderlas.
Las colocaron por todo el dormitorio, en lugares seguros para evitar accidentes. La mujer abrió la ventana pero dejó las cortinas corridas para que el aire las levantara. Después bajó la intensidad de las luces y sacó unos cuantos condones para usarlos. Después se recostó.
—Esta es la primera vez que hago esto. —le confesó a Adán —. Quiero que estés sobre mí.
—¿Segura? Tú eres de las que les gusta ir arriba.
—Estoy bien. Ahora soy tu chica.

Adán se encaramó sobre ella, abriéndole las piernas sin penetrarla. Rebeca dobló las rodillas para encerrarlo y lo aprisionó con sus brazos. Lo atrajo hacia su boca y comenzó a besarlo con una lentitud sensual. Las uñas que siempre habían rasguñado la espalda de su pareja, ahora sólo acariciaban y sentían cada músculo caliente debajo de la piel. Expuso el cuello y Adán la besó allí durante un buen rato. La vagina de Rebeca se mojó poco a poco. Se miraron y rieron.
—Te quiero, mi hombre.
En vez de responderle, los besos de Adán se hicieron más fuertes. Sus uñas rasgaban los muslos de la mujer mientras ella se restregaba contra él. Después, Rebeca se colocó bocabajo. Adán bajó a besos rápidos por toda su espalda, y le abrió las nalgas. Escupió un chorro de saliva y lamió toda esa zona durante largos minutos. Rebeca gimió con gusto y elevó el culo para él. Adán tiró de sus labios con sus dientes mientras le hundía los dedos en el apretado coño. Después de eso, le dio una nalgada. Rebeca se dio la media vuelta y giraron al mismo tiempo. Se frotaron una vez más y volvieron a girar hasta quedar la mujer abajo. Separó las piernas y se abrió los labios con los dedos. Adán chupó el pequeño clítoris con suavidad, sorbiendo los jugos y acto seguido, hundió su verga en ella. Esta vez las penetraciones fueron lentas y amorosas. No buscaba hacerle daño como en las otras ocasiones cuando lo que más quería era cogerla hasta hacerla gritar. Hundió toda su tranca y la dejó allí dentro por varios segundos antes de retraerla. Luego le subió los tobillos a los hombros y se inclinó hasta que las rodillas de la muchacha tocaron sus tetas rosadas. Se besaron.
Adán se prendió de sus senos y mamó con dureza de sus pezones. Los mordió con ganas y dejó marcas de sus dientes en toda la superficie. Eran marcas pequeñas que desaparecían a los pocos minutos. Notaba cómo Rebeca también movía las caderas para que su polla se restregara por todas las paredes de su coño. Ella también le dio unas cuantas nalgadas.
— Tienes un rico culo, Adán.

— ¡Jaja! Hago ejercicio.
—Cómeme los pechos un rato, pero no dejes de penetrarme.
Él obedeció sus órdenes. Luego, Rebeca le pidió que se subiera sobre su rostro. Él lo hizo y sus huevos quedaron a la altura de una hambrienta boca. Rebeca le masturbó con ganas mientras su lengua recorría todo el escroto y la zona que estaba entre esa y las nalgas. Le gustaba todo de Adán y se embobó poniéndole saliva a cada centímetro de su piel. Por primera vez hacía el amor. Se comenzó a masturbar despacio, hundiendo tres de sus deditos en su coño. Adán dirigió su polla para que ella se la metiera a su boca, y así lo hizo. Vio la lengua enroscarse como una pequeña serpiente alrededor del glande y luego, las mejillas haciendo un movimiento de succión. Durante casi quince minutos, Rebeca tuvo la pija de él en su boca, dándole todas sus ricas atenciones y comiendo de él con muchas ganas. Adán se bajó de ella y recorrió su cuerpo con una gran cantidad de besos hasta llegar a su concha. Allí exprimió los labios para ver cómo los jugos escurrían desde el interior y se apresuró a beberlos.
Se colocó detrás de ella, y le abrió una pierna. Su pene entró en la mojada concha con una facilidad sutil y le empezó a besar la nuca con los labios mojados de saliva. Rebeca sólo podía suspirar y jadear con cada estocada. Giró el cuello todo lo que pudo para buscar la boca de su novio, y finalmente la encontró. Compartieron unos besos muy fuertes. A continuación, giraron rápidamente y ella se dejó penetrar una vez más. Ahora estaba arriba, y le gustaba la facilidad con la que le podía dar a Adán unos buenos sentones. Él la admiraba. La vagina dilatada se comía el miembro hasta la base y después ella movía las caderas en círculos para aumentar el placer. Luego se la sacaba despacio y volvía a darle unos buenos sentones. Se tomaron de las manos y se miraron durante un largo rato. Ella le sonrió y le lanzó un besito infantil. Adán lo recibió y luego hizo que ella se diera la vuelta, pero sin dejar de saltar. Le abrió las nalgas y vio el rosado ano pidiendo ser penetrado.
—Adán, amor. —ella le miró por encima del hombro mientras se acariciaba los senos —. Cuando quieras que cambie de posición, sólo dame una nalgada ¿vale?
—Sí.
Él se la dio de inmediato. Rebeca puso los ojos en blanco y saltó de la cama. Fue al cajón y sacó un poco de lubricante.
—Aunque mi culo se ajusta bien al anal, Adán, querido, quiero que este sea un anal muy salvaje.
Ella le colocó una abundante capa de lubricante en la polla y después se puso un poco en la entrada del culo. Luego volvió a montarse sobre él, de espaladas. Se abrió las nalgas y se sentó con gracia. Adán vio cómo el ano se su novia se dilataba fácilmente y su polla se hundía dentro de ella con una suavidad increíble y sin resistencia. A Rebeca apenas le dolió. Eso significó todo el placer del mundo y empezó a dar nuevos sentones, pero ahora con más rapidez. El pene le abría el recto de una forma gloriosa. Se pellizcó las tetas con mucha ferocidad y se miró al espejo del tocador que tenía en frente. A gusto montaba una deliciosa polla que le estaba dando un hombre del cual ella también sentía algo fuerte.
Adán le dio una nalgada. Rebeca se colocó de perrito.
—Tírame del cabello, pero suave.
Él lo hizo. Su polla volvió a hundirse en el ano de la chica y se jaló del cabello.
—Espera, vamos a sincronizarnos. Adán, cuando me embistas, yo moveré el culo hacia atrás y tu jalarás de mi cabello, desde la raíz. Cuando la saques, yo alejaré mi trasero.
—¿Así?
Lo hicieron unas veces hasta que quedaron sincronizados. Entonces empezaron a moverse fuertemente. Mientras Adán hundía su pija, Rebeca se hacía para atrás para que encajara de un sólo movimiento, hundiéndose todo dentro de su culo. Cuando Adán la sacaba, ella se alejaba despacio. Luego otra vez para adentro. Su cuello se hizo para atrás mientras él le tiraba del pelo y al mismo tiempo le llenaba el culo de nalgadas con la mano libre.
— Tus nalgas están rojas.
—No importa, amor. Puedes seguir pegándome.
Él asintió y nalgueó varias veces. Una y otra vez hasta que finalmente sintió el orgasmo venir en él.
Rebeca se movió más fuerte y más fuerte, con círculos y trazando grandes sensaciones en la polla de Adán.
—Tírame todo adentro.
—Bien.

La descarga de esperma llenó todo el recto de la mujer, y ésta sonrió ampliamente, con los ojitos azules cerrados y disfrutando de cada uno de los disparos dentro de su culo. Suspiró cuando Adán sacó la polla. El placer se había culminado. Adán, exhausto se acostó. Rebeca también sudaba y se acomodó entre sus brazos para besarlo.
—Me has hecho el amor, querido. Notaste la diferencia ¿verdad?
—Siento que tú me cogiste a mí. —bromeó él y Becca se rió animadamente.
—Eres mi primer novio, Adán. Siempre dije que si tuviera uno, le mimaría con todas mis fuerzas. Adán, mi amor, mi amor. —le besó el pecho con cariño y él lo abrazó con más fuerza. Se quedaron dormidos a los pocos minutos.
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Toma!! ahora sí Adan se ganó a la chica, jaja, lo malo es que Gabriela ha quedado mal parada. Qué opinan,? son fans de rebeca o de gabriela, comenten xD

6 comentarios - Tiernas delicias cap 12

locuravip +1
Vamos adan carajo! Jajaja soy fan de rebeca pero un trio con Gabriela o una despedida de hermanos en la cama no estaria mal jajaja.
+10 y genial como siempre
hammer30
jaja gracias locura! adan se la rifó y al fin tiene al bombon para comerse cuando quiera
bdchq +1
Me encanto!!!!! Muy bueno, 100% fan de Rebeca 😄
hammer30
Gracias!! también a mí me gusta mucho Rebeca
gadielcomingsoon +1
Prefiero más a Gabriela. Si flor no fuera menor me gustaría que el padre la cogiera. Y el relato esta ves fue como muy estructural, lo sentí tenso por momentos. Corregime si estoy equivocado
hammer30 +1
jaja flor desfila a ser una princesita, tiene un genio que uff jaja en la cama sería una fiera; pero veamos qué tal va en el futuro con esta chica. Y tenso... mmm creo que sí jeje
slaudos!
CA20 +1
jajajajajaja, quiero una como rebeca! jajajajaja. me encantó el relato... Con respecto a Gabi me dio pesar, pero la verdad se dejó llevar demasiado por sus propios sentimientos sin pensar en los de su hermanito, mala cosa. Gracias por el relato, este en particular me encantó muchísimo 😃 feliz finde!
hammer30
xD pobre Gabi.. ella tan enamorada y el otro tan clavado con Becca, auqnue entre las dos, creo que rebeca es mas romántica, y gabriela es mas.... fogosa jeje. gracias por comentar y te mando un saludo1
AquiLuis
Guaaauuuu, que hermosaaaa como se enamoro la rebe, que geniaaaa linda lindaaa.
Como siempre excelente relatoooo geniaaaaa.