Los lunes a la noche mi marido se junta con su grupete de amigos a jugar a la pelota, por lo que yo también cuento con licencia para demorarme un poco más con supuestas amigas.
Este lunes en particular decido hacerle una visita a Chuky, ya que necesitaba sacarle más información de los amigos de Pablo.
Compro una grande de muzarela y cerveza en la pizzería de la esquina, y me cruzo a su hotel.
-¿Qué te gustaría comerte primero?- le pregunto en obvia referencia a la pizza y a mi cuerpo.
La elección resulta más que obvia.
-¡A vos...!- exclama y agarrándome de la cintura, me hace entrar a su cuarto con un beso que me nubla los sentidos.
Establecido así el orden de prioridades, primero cogemos. La pizza y la cerveza tendrán que esperar mientras Chuky y yo nos revolcamos en el catre, besándonos y metiéndonos manos por doquier, dejándonos avasallar por esa calentura que nos envuelve y calcina hasta el alma.
Es la segunda vez que estamos juntos, bueno, la tercera si contamos el Gangbang, por lo que ya sabemos lo que le gusta al otro. Por supuesto él sabe que me vuelve loca la forma en que me chupa la concha, es su carta ganadora, por lo que enseguida destina todos sus esfuerzos a satisfacerme en esa parte. Se mete entre mis piernas, por debajo de la pollera de mi uniforme de la Compañía de seguros, y haciéndome a un lado la tanga, empieza a tocar con la lengua esos lugares que parecen estar electrificados, por las sacudidas que me provoca.
Cierro los ojos, echo la cabeza hacia atrás, y estrujando las sábanas entre mis manos, me entrego mansamente a esa exploración lingüística que me corroe de gozo y placer.
Desesperada y con ganas de que me devore sin piedad, lo agarro de los pelos y me muevo en torno a su boca, abriéndome toda, jugosa, caliente, receptiva.
Me gustaría ser lo suficientemente hábil para graficar con palabras lo que me hace y lo que me provoca cada vez que su boca se apodera de mi concha. Porqué sí, se apodera, la hace suya. Mi concha ya no me pertenece, le pertenece a él, a sus labios, a su lengua, a su paladar. Me la deshace con chupadas y mordidas cada vez más caníbales, haciéndome acabar entre medio de jubilosos y agónicos suspiros. Me la deja toda empapada de flujo y saliva, más hambrienta todavía.
-¡Hijo de puta, que bien me chupás!- le digo levantándole la cabeza por los pelos y besándolo con furia, degustando entre sus labios mi propio sabor íntimo.
Hago que se pare y desabrochándole el pantalón, le chupo bien la pija, pero aunque pongo todo mi esfuerzo y dedicación siento que no puedo equiparar mi mamada a la que él me acaba de prodigar.
Cuando ya está lo suficientemente dura y macerada, me saco la ropa y con la putez fluyéndome por cada poro, me pongo en cuatro sobre el catre, la concha y el culo pulsándome de ansiedad.
Chuky se afirma tras de mí, y agarrándome de la cintura me coge con una delicia absoluta. Es tanto lo que me mojo, que pareciera que su pija se fuera disolviendo dentro mío, aunque sea yo la que en realidad se está derritiendo de placer.
Entra y sale con golpes fuertes y precisos, sacudiéndome las nalgas con cada arremetida, abriéndome, desquiciándome a puro galope. Pero si bien me está haciendo disfrutar en demasía, quiero verlo a la cara, tenerlo frente a frente, sentir su aliento excitado envolverme con su calidez.
Me salgo y me echo de espalda, las piernas abiertas, ansiosas por recibirlo. Sin hacerme esperar se acomoda de inmediato sobre mí, y metiéndomela con esa habilidad única e irresistible, me coge y recontracoge.
El mundo podrá estar perdido, pero siempre que un hombre pueda hacerte gozar de esa manera, la Salvación es posible.
El polvo que me arranca resulta brutal, intenso, impactante. Y digo que me arranca, porqué esa es la sensación que tengo, que acaba de arrancarme algo. La vida no porque sigo respirando, agitada, jadeante, acalorada.
Por un momento se detiene, para que pueda gozarlo, dándole tiempo a mi organismo para que se recupere de tal impacto. Pero casi de inmediato vuelve a bombearme, haciéndomela sentir en toda su soberbia longitud, ancha y torcida, rebosante de virilidad.
-¡Ahhhhhh..., ahhhhhhh..., ahhhhhhhh!- gemimos al unísono, mientras siento como me empuja los ovarios más y más adentro con cada embestida.
Sigue firme, sin detenerse, su cuerpo aplastando al mío, mis brazos y piernas enlazando al suyo.
PLAP - PLAP - PLAP - PLAP.
Duro y pesado, imponente, hasta que ya no puede aguantarse más y en una de esas últimas clavadas, me acaba adentro. Por supuesto el forro contiene la descarga, pero aún así llego a sentir su fuerza y exuberancia.
Cuándo sale de mí y se levanta, retrocede unos pasos y se sienta en la silla que tiene detrás, ventilándose la pija con una mano, como si se la hubiera quemado de tanto frote.
Yo, al igual que él, seguía con la concha prendida fuego, destilando ese espeso juguito con el que me untaba y frotaba el clítoris.
Me levanto, voy hacia él y sacándole el forro bien cargado, me acomodo de rodillas entre sus piernas y le vuelvo a chupar la pija. Me la como doblada, con restos de leche y todo, haciéndole ahora sí un pete que puede competir de igual a igual con la mejor de sus chupadas.
Le pongo otro forro y sin dejarlo levantar de la silla, me le siento encima, su verga bien ensartada en mí, y empiezo a cabalgarlo.
Mientras yo me muevo arriba y abajo, él me chupetea las tetas, poniéndome los pezones tan duros que hasta me duelen.
Esta vez el polvo nos llega a los dos juntos, repentino e intenso, un desborde de testosterona y endorfinas que nos sumerge en un goce de alta gama.
Entre suspiros y ronroneos, me quedo ahí sentada, meciéndome plácidamente, disfrutando ese torrente de emociones que me subyuga y aniquila.
Luego sí, tras un breve respiro, damos debida cuenta de la pizza y la cerveza.
-Menos mal que la dejamos para después de coger porqué ahora sí me muero de hambre- le digo devorándome mi porción con un buen trago de Quilmes.
Ése es el momento que debo aprovechar para sacarle toda la data que necesito.
Primero, como quién no quiere la cosa, voy guiando la charla hacia aquella noche, la del Gangbang.
-Ese bigote estuvo al borde del papelón- le digo -Menos mal que después se repuso que sino lo iban a estar cargando de por vida-
Me refiero, claro está, a su mala performance inicial, ya que había acabado nomás ponérmela, por suerte después pudo resarcirse y disfrutar, como todos, de la fiesta que armamos en el cumpleaños de Pablo.
-Es que al igual que yo nunca estuvo en algo así, de repente aparecieron muchas vergas- lo defiende.
-¿Y qué hace? ¿De qué trabaja?- le pregunto, ingresando ya en el terreno que más me interesa.
-Tiene un taller mecánico- asiente, sin imaginarse la verdadera intención de mi pregunta.
-¿Ah sí? Mirá vos y yo que tengo que arreglar el auto- le comento.
-Lleváselo, es muy bueno en lo suyo- repone, soltando una carcajada.
-¿Que pasa, de qué te reís?-
-Nada, es que me lo imagino cuando te vea entrando a su taller, se va a caer de culo. Capaz te lo arregla gratis y todo-
-No quiero que se vea obligado, yo puedo pagar el arreglo-
-Como quieras, lo que te digo es que si necesitás un mecánico de confianza, yo te lo recomendaría- me insiste.
-¿Y dónde tiene el taller?- le pregunto, aunque advirtiéndole que no me decidía todavía.
-En Warnes, no me acuerdo dónde pero...- se levanta y abriendo un cajón de la cómoda, vuelve con uno de esos almanaques de gomería, con una mina en bolas -..., mirá, es acá- me dice señalándome la dirección.
Ya había conseguido lo que buscaba, la pizza se había terminado, también la cerveza, ya nada me retenía allí, solo que..., la pija se le para de nuevo. La veo hincharse y apuntarme, amenazante. No puedo dejarlo así, obvio. Así que se la agarro y se la acaricio mientras le doy uno de esos besos de amantes, con lengua y mucha saliva de por medio.
-Ya te echaste dos- le recuerdo como si hiciera falta.
-Quiero un tercero- repone entusiasmado, ostentando una erección que corrobora sus palabras.
Sin soltarle la pija me meto los dedos de la otra mano en el culo y me lo preparo para que me lo reviente.
Me tiendo de costado en el catre y palmeándome la cola, lo invito a echarse el tercero.
Se pone otro forro, se acomoda tras de mí, también de costado, y con mano segura y firme, me la va metiendo de a poco en el culito.
Quizás creas que con todas las pijas que recibo en el orto, ya lo debo tener como un colador, que me entra cualquier cosa, pues no, lo tengo chiquito y apretadito. Claro que ya una vez que la tengo adentro, ahí sí, se me abre y agranda como un cráter, solo hay que encontrar la llave, la ganzúa, ese movimiento que le permita primero entrar y luego dilatarme como para que pueda molerme los intestinos a pijazos. Y él lo encuentra enseguida, iniciando entonces una violenta y furiosa culeada.
No sé porqué, pero siempre que me la meten por el culo, pareciera que se sienten obligados a hacérmelo de forma violenta, como si el agujerito posterior no se mereciera las mismas atenciones que el agujero de adelante. Me agarran y me dan con todo, a mansalva, haciendo de mi ojete el receptor de todas sus hostilidades.
Nunca se lo pregunté a ninguno de mis amantes, ¿será porque las que entregamos el culo somos más putas? Me gusta duro, sí, pero a veces me gustaría que me hagan la cola con amor, con la ternura que esa parte de mi cuerpo se merece. Pero bueno, ésta vez tampoco iba a ser, así que me resigné a que me reviente el culo a pijazos.
Tras ese polvo anal me vuelvo a casa con la mente puesta en Bigote, el otro amigo de Pablo que también estuvo en el Gangbang.
Llego antes de que mi marido vuelva del fútbol, y aunque acabo de echarme una riada de orgasmos, uno más intenso que el otro, quiero definir lo de Bigote cuanto antes. Sé que no voy a estar tranquila hasta que lo haga, así que apenas llega, le digo a mi marido que necesito el auto para el día siguiente.
-Tengo que ir a cotizar una flota de taxis a Lugano- le miento -Y no me gustan los autos de la Compañía-
Por suerte no tiene problema, ya que no es la primera ni la última vez que se lo pida para algo semejante.
Ya está todo en marcha, solo falta entrar en las fauces del lobo, o de Bigote, pero eso ya será mañana...
Este lunes en particular decido hacerle una visita a Chuky, ya que necesitaba sacarle más información de los amigos de Pablo.
Compro una grande de muzarela y cerveza en la pizzería de la esquina, y me cruzo a su hotel.
-¿Qué te gustaría comerte primero?- le pregunto en obvia referencia a la pizza y a mi cuerpo.
La elección resulta más que obvia.
-¡A vos...!- exclama y agarrándome de la cintura, me hace entrar a su cuarto con un beso que me nubla los sentidos.
Establecido así el orden de prioridades, primero cogemos. La pizza y la cerveza tendrán que esperar mientras Chuky y yo nos revolcamos en el catre, besándonos y metiéndonos manos por doquier, dejándonos avasallar por esa calentura que nos envuelve y calcina hasta el alma.
Es la segunda vez que estamos juntos, bueno, la tercera si contamos el Gangbang, por lo que ya sabemos lo que le gusta al otro. Por supuesto él sabe que me vuelve loca la forma en que me chupa la concha, es su carta ganadora, por lo que enseguida destina todos sus esfuerzos a satisfacerme en esa parte. Se mete entre mis piernas, por debajo de la pollera de mi uniforme de la Compañía de seguros, y haciéndome a un lado la tanga, empieza a tocar con la lengua esos lugares que parecen estar electrificados, por las sacudidas que me provoca.
Cierro los ojos, echo la cabeza hacia atrás, y estrujando las sábanas entre mis manos, me entrego mansamente a esa exploración lingüística que me corroe de gozo y placer.
Desesperada y con ganas de que me devore sin piedad, lo agarro de los pelos y me muevo en torno a su boca, abriéndome toda, jugosa, caliente, receptiva.
Me gustaría ser lo suficientemente hábil para graficar con palabras lo que me hace y lo que me provoca cada vez que su boca se apodera de mi concha. Porqué sí, se apodera, la hace suya. Mi concha ya no me pertenece, le pertenece a él, a sus labios, a su lengua, a su paladar. Me la deshace con chupadas y mordidas cada vez más caníbales, haciéndome acabar entre medio de jubilosos y agónicos suspiros. Me la deja toda empapada de flujo y saliva, más hambrienta todavía.
-¡Hijo de puta, que bien me chupás!- le digo levantándole la cabeza por los pelos y besándolo con furia, degustando entre sus labios mi propio sabor íntimo.
Hago que se pare y desabrochándole el pantalón, le chupo bien la pija, pero aunque pongo todo mi esfuerzo y dedicación siento que no puedo equiparar mi mamada a la que él me acaba de prodigar.
Cuando ya está lo suficientemente dura y macerada, me saco la ropa y con la putez fluyéndome por cada poro, me pongo en cuatro sobre el catre, la concha y el culo pulsándome de ansiedad.
Chuky se afirma tras de mí, y agarrándome de la cintura me coge con una delicia absoluta. Es tanto lo que me mojo, que pareciera que su pija se fuera disolviendo dentro mío, aunque sea yo la que en realidad se está derritiendo de placer.
Entra y sale con golpes fuertes y precisos, sacudiéndome las nalgas con cada arremetida, abriéndome, desquiciándome a puro galope. Pero si bien me está haciendo disfrutar en demasía, quiero verlo a la cara, tenerlo frente a frente, sentir su aliento excitado envolverme con su calidez.
Me salgo y me echo de espalda, las piernas abiertas, ansiosas por recibirlo. Sin hacerme esperar se acomoda de inmediato sobre mí, y metiéndomela con esa habilidad única e irresistible, me coge y recontracoge.
El mundo podrá estar perdido, pero siempre que un hombre pueda hacerte gozar de esa manera, la Salvación es posible.
El polvo que me arranca resulta brutal, intenso, impactante. Y digo que me arranca, porqué esa es la sensación que tengo, que acaba de arrancarme algo. La vida no porque sigo respirando, agitada, jadeante, acalorada.
Por un momento se detiene, para que pueda gozarlo, dándole tiempo a mi organismo para que se recupere de tal impacto. Pero casi de inmediato vuelve a bombearme, haciéndomela sentir en toda su soberbia longitud, ancha y torcida, rebosante de virilidad.
-¡Ahhhhhh..., ahhhhhhh..., ahhhhhhhh!- gemimos al unísono, mientras siento como me empuja los ovarios más y más adentro con cada embestida.
Sigue firme, sin detenerse, su cuerpo aplastando al mío, mis brazos y piernas enlazando al suyo.
PLAP - PLAP - PLAP - PLAP.
Duro y pesado, imponente, hasta que ya no puede aguantarse más y en una de esas últimas clavadas, me acaba adentro. Por supuesto el forro contiene la descarga, pero aún así llego a sentir su fuerza y exuberancia.
Cuándo sale de mí y se levanta, retrocede unos pasos y se sienta en la silla que tiene detrás, ventilándose la pija con una mano, como si se la hubiera quemado de tanto frote.
Yo, al igual que él, seguía con la concha prendida fuego, destilando ese espeso juguito con el que me untaba y frotaba el clítoris.
Me levanto, voy hacia él y sacándole el forro bien cargado, me acomodo de rodillas entre sus piernas y le vuelvo a chupar la pija. Me la como doblada, con restos de leche y todo, haciéndole ahora sí un pete que puede competir de igual a igual con la mejor de sus chupadas.
Le pongo otro forro y sin dejarlo levantar de la silla, me le siento encima, su verga bien ensartada en mí, y empiezo a cabalgarlo.
Mientras yo me muevo arriba y abajo, él me chupetea las tetas, poniéndome los pezones tan duros que hasta me duelen.
Esta vez el polvo nos llega a los dos juntos, repentino e intenso, un desborde de testosterona y endorfinas que nos sumerge en un goce de alta gama.
Entre suspiros y ronroneos, me quedo ahí sentada, meciéndome plácidamente, disfrutando ese torrente de emociones que me subyuga y aniquila.
Luego sí, tras un breve respiro, damos debida cuenta de la pizza y la cerveza.
-Menos mal que la dejamos para después de coger porqué ahora sí me muero de hambre- le digo devorándome mi porción con un buen trago de Quilmes.
Ése es el momento que debo aprovechar para sacarle toda la data que necesito.
Primero, como quién no quiere la cosa, voy guiando la charla hacia aquella noche, la del Gangbang.
-Ese bigote estuvo al borde del papelón- le digo -Menos mal que después se repuso que sino lo iban a estar cargando de por vida-
Me refiero, claro está, a su mala performance inicial, ya que había acabado nomás ponérmela, por suerte después pudo resarcirse y disfrutar, como todos, de la fiesta que armamos en el cumpleaños de Pablo.
-Es que al igual que yo nunca estuvo en algo así, de repente aparecieron muchas vergas- lo defiende.
-¿Y qué hace? ¿De qué trabaja?- le pregunto, ingresando ya en el terreno que más me interesa.
-Tiene un taller mecánico- asiente, sin imaginarse la verdadera intención de mi pregunta.
-¿Ah sí? Mirá vos y yo que tengo que arreglar el auto- le comento.
-Lleváselo, es muy bueno en lo suyo- repone, soltando una carcajada.
-¿Que pasa, de qué te reís?-
-Nada, es que me lo imagino cuando te vea entrando a su taller, se va a caer de culo. Capaz te lo arregla gratis y todo-
-No quiero que se vea obligado, yo puedo pagar el arreglo-
-Como quieras, lo que te digo es que si necesitás un mecánico de confianza, yo te lo recomendaría- me insiste.
-¿Y dónde tiene el taller?- le pregunto, aunque advirtiéndole que no me decidía todavía.
-En Warnes, no me acuerdo dónde pero...- se levanta y abriendo un cajón de la cómoda, vuelve con uno de esos almanaques de gomería, con una mina en bolas -..., mirá, es acá- me dice señalándome la dirección.
Ya había conseguido lo que buscaba, la pizza se había terminado, también la cerveza, ya nada me retenía allí, solo que..., la pija se le para de nuevo. La veo hincharse y apuntarme, amenazante. No puedo dejarlo así, obvio. Así que se la agarro y se la acaricio mientras le doy uno de esos besos de amantes, con lengua y mucha saliva de por medio.
-Ya te echaste dos- le recuerdo como si hiciera falta.
-Quiero un tercero- repone entusiasmado, ostentando una erección que corrobora sus palabras.
Sin soltarle la pija me meto los dedos de la otra mano en el culo y me lo preparo para que me lo reviente.
Me tiendo de costado en el catre y palmeándome la cola, lo invito a echarse el tercero.
Se pone otro forro, se acomoda tras de mí, también de costado, y con mano segura y firme, me la va metiendo de a poco en el culito.
Quizás creas que con todas las pijas que recibo en el orto, ya lo debo tener como un colador, que me entra cualquier cosa, pues no, lo tengo chiquito y apretadito. Claro que ya una vez que la tengo adentro, ahí sí, se me abre y agranda como un cráter, solo hay que encontrar la llave, la ganzúa, ese movimiento que le permita primero entrar y luego dilatarme como para que pueda molerme los intestinos a pijazos. Y él lo encuentra enseguida, iniciando entonces una violenta y furiosa culeada.
No sé porqué, pero siempre que me la meten por el culo, pareciera que se sienten obligados a hacérmelo de forma violenta, como si el agujerito posterior no se mereciera las mismas atenciones que el agujero de adelante. Me agarran y me dan con todo, a mansalva, haciendo de mi ojete el receptor de todas sus hostilidades.
Nunca se lo pregunté a ninguno de mis amantes, ¿será porque las que entregamos el culo somos más putas? Me gusta duro, sí, pero a veces me gustaría que me hagan la cola con amor, con la ternura que esa parte de mi cuerpo se merece. Pero bueno, ésta vez tampoco iba a ser, así que me resigné a que me reviente el culo a pijazos.
Tras ese polvo anal me vuelvo a casa con la mente puesta en Bigote, el otro amigo de Pablo que también estuvo en el Gangbang.
Llego antes de que mi marido vuelva del fútbol, y aunque acabo de echarme una riada de orgasmos, uno más intenso que el otro, quiero definir lo de Bigote cuanto antes. Sé que no voy a estar tranquila hasta que lo haga, así que apenas llega, le digo a mi marido que necesito el auto para el día siguiente.
-Tengo que ir a cotizar una flota de taxis a Lugano- le miento -Y no me gustan los autos de la Compañía-
Por suerte no tiene problema, ya que no es la primera ni la última vez que se lo pida para algo semejante.
Ya está todo en marcha, solo falta entrar en las fauces del lobo, o de Bigote, pero eso ya será mañana...
16 comentarios - Chuky...
un beso atorrantita hermosa
Qué pasó con las fotos ya no has puesto mas
Eres toda una maestra en el arte de coger Mary...jajaja
Se nota que estás decidida a cogerte de a uno por uno a todos los
tipos del Gangbang...jajaja
"...por debajo de la pollera de mi uniforme de la Compañía de seguros..."[/i]
Tengo una amiga que trabaja en una Compañía de seguros al igual que tú, y cada vez que disfruto de tus "garche-aventuras", me acuerdo de ella....jajaja. Todas las chicas de las Compañías de seguros son igual que tú? Ojalá así fuera para la próxima que vea a mi amiga 😆 😆
Excelente relato como siempre querida amiga!! 👏 👏 +10
Quedo ansioso a la espera de tu próximo encuentro con Bigote linda...jajaja
Besos preciosa!!💋
LEO