Después de una discusión entre risas y con unas cervezas en la mano, ella decidió que debíamos apostarnos algo a ver quién de los dos tenía razón. Yo acepté el reto. Me preguntó qué nos íbamos a apostar, a lo que le respondí que lo que quisiera. Tras quedarse un momento pensativa, se acercó a mi, me puso la mano en el cuello y me dijo dulcemente al oído: "Si gano, esta noche me lo haces como yo te diga; si ganas tú, lo hacemos como quieras". Así pues, tras la mediación del juez imparcial llamado Google, comprobamos que, efectivamente, ella tenía razón. Esta noche iba a perder una apuesta pero a ganar un polvazo.
Me había puesto muy cachondo diciéndome esa apuesta al oído. Supongo que a todos nos gusta que nos digan que te desean. Así que conforme cruzamos la puerta de mi casa, me quité la camisa y besándola apasionadamente la tiré sobre la cama. Si quería que la follara, lo iba a conseguir.
"Ya está bien", me dijo, "esta noche he ganado yo y harás lo que te diga". Yo me quedé parado y decidí someterme a ella. Estaba preciosa con los cabellos rubios sobre su frente, sudando ya de mis primeras embestidas a pesar de que aún estaba vestido de cintura para abajo.
Me quitó los pantalones y comenzó a jugar con mi paquete. Yo estaba a sus órdenes, así que la miraba a sus ojos mientras mi polla estaba deseando salir a jugar con todo su cuerpo. Paseaba las manos por su figura, mientras no apartaba mi mirada de ella, inundándola de mi deseo y de ese fuego que me estaba recorriendo toda la piel.
Se levantó y se puso frente a mí. Yo estaba sentado en la cama, sintiendo como una erección crecía en mis slip. Entonces me dijo algo que hizo palpitar mi tranca en un segundo: "Voy a zorrearte un poco". Comenzó a desvertirse mientras me ponía el trasero frente a mi. Lo hacía de una manera muy sencilla, lenta, pero tremendamente sensual.
El deseo de poseerla me estaba embargando. No estoy acostumbrado a perder apuestas que consisten en dejarme follar por una mujer que me zorrea para que desee arrancarle la ropa y comenzar a endosarle la polla hasta lo más profundo...
La rubia seguía a lo suyo. Riéndose mientras veía en mi rostro las muestras de deseo a las que no podía dar rienda suelta. Se desvistió hasta quedarse en tanga, mientras bailaba y se reía de mi a apenas unos centímetros de mi piel ¡Cómo estaba deseando hacerla mía!
Estaba fabulosa en esta noche de viernes. Yo estaba cansado después de una semana de trabajo, pero cuando tienes delante semejante panorama, se pasa el cansancio y se te quitan todas las penas. Además, cuando una mujer sabe como provocar... sabe hacer de todo.
Se quitó el tanga y se tumbó sobre la cama mientras yo seguía observándola con deseo, sin mover ni siquiera un dedo. Estaba a su merced. Ella se abrió de piernas y me ofreció su sexo. No pude decir que no a semejante manjar y comencé a comérselo como si me fuera la vida en ello. Con ayuda de mis dedos y mi lengua, ella pronto estaba degustando el rico sabor del placer sexual. Yo no podía parar de pasar mi lengua por los tiernos labios de su sexo.
Le tiré las piernas hacia atrás y comencé a disfrutar de este glorioso regalo del cielo que es el sexo oral. Ella no apartaba su mirada de mi mientras yo me concentraba en comérselo todo. Lo digo en mayúsculas. Recorriendo hasta el más mínimo recodo de su sexo con mi boca, completamente abierta a su sexo. Tenía el sabor de su excitación en mi boca y me relamía, como un gato callejero, el sabor de su excitación en mis labios.
Con la punta de mi lengua en el interior de su vagina comprobaba lo deseosa que estaba de mandar para que la follara lo mejor posible esta noche. Además notaba como se estremecía de placer por tenerme a su disposición para chuparle todo su coño caliente.
Estaba tan húmeda que estoy seguro que hoy aún se excitará solamente de recordarme comiéndole su delicioso sexo con toda la intensidad que pongo siempre en estas cosas. Por eso no podía dejar de gemir, de gritar y de decirme lo cabrón que soy. Sin apartar sus ojos marrones de mí, disfrutaba sin descanso del sexo que le estaba proporcionando con toda mi alma.
Me agarraba fuerte del pelo mientras gritaba lo hijo de puta que soy. Yo no me apartaba de su sexo ni un instante. Era tal la fuerza y las ganas con la que estaba metiéndole mi lengua y mi boca en su sexo que me costaba respirar. Sin embargo eso no me importaba, cualquier sacrificio es bueno para pagar una apuesta perdida de esta forma tan agradable.
Ella estaba completamente rota. Sentía que a este ritmo le iba a provocar un orgasmo de campeonato en apenas un par de minutos más. Yo ya le estaba metiendo una cantidad considerable de dedos en su cavidad mientras mi boca y mi lengua húmeda, cargada de su sabor, continuaban inexorablemente buscando su felicidad sexual.
Sin previo aviso. Cercada por la necesidad de alargar el sexo y también de sentir mi polla en lo más profundo de su tierno coño, completamente hinchado, rojo y abierto para mi. Así que me apartó la cabeza y sin resistencia dejé que ella se pusiera encima mío.
Estaba tan cachonda que se metió toda mi polla dura en su sexo sin apenas oposición. Se puso sobre mí, se apartó sus cabellos rubios y comenzamos a follarnos mientras nos deseábamos con la mirada. Paseó sus manos por mi pecho y comenzó a gemir de nuevo.
Traté de participar en este juego al que llamamos sexo. Pero ella no me dejó. Estaba claro que quería cobrarse su apuesta... y vaya que si iba a hacerlo. De un empujón me volvió a colocar en mi sitio y me dijo que no me moviera si no me decía nada. Estaba en la cima de su poder, sintiendo en cada movimiento de sus caderas como se endosaba mi sexo a su cavidad.
Estaba disfrutando mucho. La miraba como ponía los ojos en blanco, gritaba y respiraba fuerte mientras se levantaba y se dejaba caer sobre mi sexo sin prisa pero son pausa. Yo gozaba solo de verla disfrutar... pero lo más duro estaba por llegar.
Me agarró fuerte de las manos y me dijo que se la clavara. Era lo que estaba haciendo, pero traté de subir un poco mis caderas para que mi polla se alineara perfectamente con su sexo. El objetivo no era otro que lograr introducirse toda mi polla en tu coño abierto.
Llevaba toda esta semana sin follar... y eso para mi es una vida. Sentía como tenía los cojones caídos e hinchados, deseosos de vomitar todo su néctar. Realmente os confieso que necesito una pareja estable, alguien con quien escribir estas historias todos los días y a todas las horas posibles, no furtivamente los fines de semana, como esta noche de viernes. Sin embargo, a falta de pan buenas son tortas... y esta torta estaba siendo excelente.
Pero fue en ese preciso momento en el que toda la noche cambió. Sin aviso, se paró y me dijo: "Quiero que te pongas atrás y me folles". No me lo pensé dos veces, saqué mi polla de ella. La puse tumbada boca abajo en la cama y con delicadeza le volví a meter mi polla en su vagina
Me agaché sobre su pelo y comencé a besarle el cuello, la mejilla y la oreja. Ella estaba tratando de asimilar que me tenía sobre ella, sintiendo todo mi peso sobre su delicado cuerpo mientras mi polla entraba y salía lentamente de su interior. Estaba realmente hermosa, con los ojos cerrados, la boca abierta y dejándose llevar por las sensaciones
La cogí fuerte del cuello y comencé a darle embestidas cada vez más fuertes. Ella no podía hacer otra cosa que luchar por respirar mientras gemía de placer, sintiendo como la estaba follando de la forma que había deseado desde el momento que se imaginó que podía ganar la apuesta.
Me encanta follar en esta postura. Sintiendo como mi polla se adentra en la vagina de una mujer al revés, mientras mi entrepierna choca una y otra vez sobre su culo. Ay... el culo, qué gran parte del cuerpo de la mujer... ojalá se follaran más así y nos avergonzáramos menos de pedir que nos follen como estamos deseando.
Yo comencé a desatarme y me la follaba cada vez con más dureza. Estaba disfrutando como un semental, como ese gato callejero que había comenzado relamiendo y ahora estaba sacando las zarpas de su instinto animal. Ella se dejaba hacer porque estaba gozando de que la follara tal cual ella quería... Todos tenemos esta clase de necesidades, pero como he dicho, nos cortamos demasiado.
Entonces ella alzó el culo un poco y me dijo: "Fóllame duro, hijo de puta". Es muy difícil olvidarse de las frases que me brindó anoche... "Vamos... métemela, joder". Se había puesto en plan puta y así es como la iba a tratar ahora. Así que solté mis manos de su espalda y comencé a embestirle con dureza sobre su sexo, para que sintiera toda mi polla en su cuerpo.
Comencé lento. Endosándole toda la polla durante unos segundos en lo más profundo de su coño, para que sintiera la presión, el calor y la humedad de mi miembro bien, y seguidamente lo retiraba un segundo, para inmediatamente comenzar de nuevo el proceso. Algunos hombres creen que esto de meter la polla en una mujer es una carrera de fondo, pero en realidad tiene mucha técnica.
"Agárrame fuerte del culo, hijo de puta". Estaba tan rendida al sexo que ya no controlaba ni lo que decía. Pero como ella mandaba esta noche, puse mis grandes manos sobre sus nalgas y las apreté mientras le deslizaba mi sexo en su interior una y otra vez.
Yo no paraba ni un solo instante. Ella gemía y me decía: "Vamos... sigue". "Más, joder, dame más fuerte". Realmente ya me estaba sorprendiendo de su actitud. Me ponía demasiado que se comportara como una zorra deseosa de mi. Me agaché sobre ella y la volví a coger fuerte del cuello.
Comencé a besarla y luego le dije junto a su oído: "Estás un bastante puta esta noche ¿no?". A lo que me espetó algo que no me esperaba: "Deja de hablar y dame bien fuerte, maricón, que estoy a punto de correme... mmmm...". Así que, otra vez más, volví a la carga, pero esta vez si, siguiendo órdenes directas y sin nada de contención por mi parte. Si quería que la follara duro, lo iba a hacer. Seguro que hoy tendrá agujetas y algún que otro morado en su trasero por mis embestidas... pero era lo que quería.
Cogiéndola con una mano del cuello y con la otra del brazo, le clavé mi polla lo más duro y hondo que pude. Apenas logró resistir unas cuantas adentradas de mi sexo en su vagina antes de comenzar a gritar del gusto. Ella se agitaba, se movía sin control, extendía las manos y abría la boca para gritar. Pero estaba sintiéndolo todo en HD y se le notaba que no quería que parase.
Parece que fue sentir que su sueño se había hecho realidad y correrse, logrando una traca de varios orgasmos que la dejaron tendida en la cama, respirando, mientras yo no paraba de metérsela porque aún no había recibido la orden contraria hasta que me dijo: "Para ya, por favor... No puedo más". La dejé respirar un minuto y me tumbé sobre la cama. Me puse de lado, mirándola y rozándole las mejillas con mis manos. Estaba completamente roja y extasiada. Pero la apuesta aún no había sido saldada...
Me miró fijamente, se recogió el pelo y me dijo: "ahora vas a saber lo que es bueno". Tras esta amenaza se acercó a mi entrepierna y agarró mi polla con dureza. Manteniendo el equilibrio con una mano, se adentró, lo que pudo en un primer movimiento, mi pene en su boca.
No podía ver en sus ojos más que a esa zorra en la que una inocente apuesta la había convertido. Yo estaba cansado del polvo y muy, muy, excitado. Notaba que estaba a cien y estaba a punto de estallar. Así que la miré a los ojos y comencé a disfrutar de esta comida de polla, dejándome llevar sin importarme nada más que mi propio placer.
Tardó poco en metérsela hasta el fondo de su boca. Saboreándola. Recorriendo todo su contorno con su lengua, mientras su mano continuaba apretándola fuerte de la base. Yo notaba que era tal la excitación que me había provocado con su zorrería y la follada tan dura que me había "pedido" que le hiciera, que mis testículos estaban ya preparados para una enorme corrida.
Sin embargo, ella estaba decidida a hacerme una mamada magistral, una de esas antológicas en las que lo das todo y punto, sin matices, sencillamente porque quiere hacerlo. Yo estaba bajo su mandato... y con esta pasión que mostraba al chuparme la polla no iba a decirle que parara.
Estaba chillando sin control. Sudaba, gemía, gozaba... y moría de placer ante el poder de sus labios y su lengua recorriendo mi sexo. Me cogía fuerte de la cama mientras ella no paraba de chupármela. No apartaba su mirada de mi y notaba como estaba devolviéndome la jugada del sexo oral que habíamos tenido hacía ya un buen rato...
Con interés, abrió su boca y se la metió toda. Yo no podía creerlo... era tal el placer que me estaba provocando que le grité "¡Puta!" y noté como comenzaba a gestarse mi corrida. Ya no podía ponerle freno... así que la cogí fuerte de sus cabellos rubios y le apreté para que no se separase ni un solo instante de mi sexo. Quería gozar con el orgasmo como me lo había ganado a pesar de perder la apuesta.
Creo que a partir de ahora... tendré que apostar más a menudo...
Me había puesto muy cachondo diciéndome esa apuesta al oído. Supongo que a todos nos gusta que nos digan que te desean. Así que conforme cruzamos la puerta de mi casa, me quité la camisa y besándola apasionadamente la tiré sobre la cama. Si quería que la follara, lo iba a conseguir.
"Ya está bien", me dijo, "esta noche he ganado yo y harás lo que te diga". Yo me quedé parado y decidí someterme a ella. Estaba preciosa con los cabellos rubios sobre su frente, sudando ya de mis primeras embestidas a pesar de que aún estaba vestido de cintura para abajo.
Me quitó los pantalones y comenzó a jugar con mi paquete. Yo estaba a sus órdenes, así que la miraba a sus ojos mientras mi polla estaba deseando salir a jugar con todo su cuerpo. Paseaba las manos por su figura, mientras no apartaba mi mirada de ella, inundándola de mi deseo y de ese fuego que me estaba recorriendo toda la piel.
Se levantó y se puso frente a mí. Yo estaba sentado en la cama, sintiendo como una erección crecía en mis slip. Entonces me dijo algo que hizo palpitar mi tranca en un segundo: "Voy a zorrearte un poco". Comenzó a desvertirse mientras me ponía el trasero frente a mi. Lo hacía de una manera muy sencilla, lenta, pero tremendamente sensual.
El deseo de poseerla me estaba embargando. No estoy acostumbrado a perder apuestas que consisten en dejarme follar por una mujer que me zorrea para que desee arrancarle la ropa y comenzar a endosarle la polla hasta lo más profundo...
La rubia seguía a lo suyo. Riéndose mientras veía en mi rostro las muestras de deseo a las que no podía dar rienda suelta. Se desvistió hasta quedarse en tanga, mientras bailaba y se reía de mi a apenas unos centímetros de mi piel ¡Cómo estaba deseando hacerla mía!
Estaba fabulosa en esta noche de viernes. Yo estaba cansado después de una semana de trabajo, pero cuando tienes delante semejante panorama, se pasa el cansancio y se te quitan todas las penas. Además, cuando una mujer sabe como provocar... sabe hacer de todo.
Se quitó el tanga y se tumbó sobre la cama mientras yo seguía observándola con deseo, sin mover ni siquiera un dedo. Estaba a su merced. Ella se abrió de piernas y me ofreció su sexo. No pude decir que no a semejante manjar y comencé a comérselo como si me fuera la vida en ello. Con ayuda de mis dedos y mi lengua, ella pronto estaba degustando el rico sabor del placer sexual. Yo no podía parar de pasar mi lengua por los tiernos labios de su sexo.
Le tiré las piernas hacia atrás y comencé a disfrutar de este glorioso regalo del cielo que es el sexo oral. Ella no apartaba su mirada de mi mientras yo me concentraba en comérselo todo. Lo digo en mayúsculas. Recorriendo hasta el más mínimo recodo de su sexo con mi boca, completamente abierta a su sexo. Tenía el sabor de su excitación en mi boca y me relamía, como un gato callejero, el sabor de su excitación en mis labios.
Con la punta de mi lengua en el interior de su vagina comprobaba lo deseosa que estaba de mandar para que la follara lo mejor posible esta noche. Además notaba como se estremecía de placer por tenerme a su disposición para chuparle todo su coño caliente.
Estaba tan húmeda que estoy seguro que hoy aún se excitará solamente de recordarme comiéndole su delicioso sexo con toda la intensidad que pongo siempre en estas cosas. Por eso no podía dejar de gemir, de gritar y de decirme lo cabrón que soy. Sin apartar sus ojos marrones de mí, disfrutaba sin descanso del sexo que le estaba proporcionando con toda mi alma.
Me agarraba fuerte del pelo mientras gritaba lo hijo de puta que soy. Yo no me apartaba de su sexo ni un instante. Era tal la fuerza y las ganas con la que estaba metiéndole mi lengua y mi boca en su sexo que me costaba respirar. Sin embargo eso no me importaba, cualquier sacrificio es bueno para pagar una apuesta perdida de esta forma tan agradable.
Ella estaba completamente rota. Sentía que a este ritmo le iba a provocar un orgasmo de campeonato en apenas un par de minutos más. Yo ya le estaba metiendo una cantidad considerable de dedos en su cavidad mientras mi boca y mi lengua húmeda, cargada de su sabor, continuaban inexorablemente buscando su felicidad sexual.
Sin previo aviso. Cercada por la necesidad de alargar el sexo y también de sentir mi polla en lo más profundo de su tierno coño, completamente hinchado, rojo y abierto para mi. Así que me apartó la cabeza y sin resistencia dejé que ella se pusiera encima mío.
Estaba tan cachonda que se metió toda mi polla dura en su sexo sin apenas oposición. Se puso sobre mí, se apartó sus cabellos rubios y comenzamos a follarnos mientras nos deseábamos con la mirada. Paseó sus manos por mi pecho y comenzó a gemir de nuevo.
Traté de participar en este juego al que llamamos sexo. Pero ella no me dejó. Estaba claro que quería cobrarse su apuesta... y vaya que si iba a hacerlo. De un empujón me volvió a colocar en mi sitio y me dijo que no me moviera si no me decía nada. Estaba en la cima de su poder, sintiendo en cada movimiento de sus caderas como se endosaba mi sexo a su cavidad.
Estaba disfrutando mucho. La miraba como ponía los ojos en blanco, gritaba y respiraba fuerte mientras se levantaba y se dejaba caer sobre mi sexo sin prisa pero son pausa. Yo gozaba solo de verla disfrutar... pero lo más duro estaba por llegar.
Me agarró fuerte de las manos y me dijo que se la clavara. Era lo que estaba haciendo, pero traté de subir un poco mis caderas para que mi polla se alineara perfectamente con su sexo. El objetivo no era otro que lograr introducirse toda mi polla en tu coño abierto.
Llevaba toda esta semana sin follar... y eso para mi es una vida. Sentía como tenía los cojones caídos e hinchados, deseosos de vomitar todo su néctar. Realmente os confieso que necesito una pareja estable, alguien con quien escribir estas historias todos los días y a todas las horas posibles, no furtivamente los fines de semana, como esta noche de viernes. Sin embargo, a falta de pan buenas son tortas... y esta torta estaba siendo excelente.
Pero fue en ese preciso momento en el que toda la noche cambió. Sin aviso, se paró y me dijo: "Quiero que te pongas atrás y me folles". No me lo pensé dos veces, saqué mi polla de ella. La puse tumbada boca abajo en la cama y con delicadeza le volví a meter mi polla en su vagina
Me agaché sobre su pelo y comencé a besarle el cuello, la mejilla y la oreja. Ella estaba tratando de asimilar que me tenía sobre ella, sintiendo todo mi peso sobre su delicado cuerpo mientras mi polla entraba y salía lentamente de su interior. Estaba realmente hermosa, con los ojos cerrados, la boca abierta y dejándose llevar por las sensaciones
La cogí fuerte del cuello y comencé a darle embestidas cada vez más fuertes. Ella no podía hacer otra cosa que luchar por respirar mientras gemía de placer, sintiendo como la estaba follando de la forma que había deseado desde el momento que se imaginó que podía ganar la apuesta.
Me encanta follar en esta postura. Sintiendo como mi polla se adentra en la vagina de una mujer al revés, mientras mi entrepierna choca una y otra vez sobre su culo. Ay... el culo, qué gran parte del cuerpo de la mujer... ojalá se follaran más así y nos avergonzáramos menos de pedir que nos follen como estamos deseando.
Yo comencé a desatarme y me la follaba cada vez con más dureza. Estaba disfrutando como un semental, como ese gato callejero que había comenzado relamiendo y ahora estaba sacando las zarpas de su instinto animal. Ella se dejaba hacer porque estaba gozando de que la follara tal cual ella quería... Todos tenemos esta clase de necesidades, pero como he dicho, nos cortamos demasiado.
Entonces ella alzó el culo un poco y me dijo: "Fóllame duro, hijo de puta". Es muy difícil olvidarse de las frases que me brindó anoche... "Vamos... métemela, joder". Se había puesto en plan puta y así es como la iba a tratar ahora. Así que solté mis manos de su espalda y comencé a embestirle con dureza sobre su sexo, para que sintiera toda mi polla en su cuerpo.
Comencé lento. Endosándole toda la polla durante unos segundos en lo más profundo de su coño, para que sintiera la presión, el calor y la humedad de mi miembro bien, y seguidamente lo retiraba un segundo, para inmediatamente comenzar de nuevo el proceso. Algunos hombres creen que esto de meter la polla en una mujer es una carrera de fondo, pero en realidad tiene mucha técnica.
"Agárrame fuerte del culo, hijo de puta". Estaba tan rendida al sexo que ya no controlaba ni lo que decía. Pero como ella mandaba esta noche, puse mis grandes manos sobre sus nalgas y las apreté mientras le deslizaba mi sexo en su interior una y otra vez.
Yo no paraba ni un solo instante. Ella gemía y me decía: "Vamos... sigue". "Más, joder, dame más fuerte". Realmente ya me estaba sorprendiendo de su actitud. Me ponía demasiado que se comportara como una zorra deseosa de mi. Me agaché sobre ella y la volví a coger fuerte del cuello.
Comencé a besarla y luego le dije junto a su oído: "Estás un bastante puta esta noche ¿no?". A lo que me espetó algo que no me esperaba: "Deja de hablar y dame bien fuerte, maricón, que estoy a punto de correme... mmmm...". Así que, otra vez más, volví a la carga, pero esta vez si, siguiendo órdenes directas y sin nada de contención por mi parte. Si quería que la follara duro, lo iba a hacer. Seguro que hoy tendrá agujetas y algún que otro morado en su trasero por mis embestidas... pero era lo que quería.
Cogiéndola con una mano del cuello y con la otra del brazo, le clavé mi polla lo más duro y hondo que pude. Apenas logró resistir unas cuantas adentradas de mi sexo en su vagina antes de comenzar a gritar del gusto. Ella se agitaba, se movía sin control, extendía las manos y abría la boca para gritar. Pero estaba sintiéndolo todo en HD y se le notaba que no quería que parase.
Parece que fue sentir que su sueño se había hecho realidad y correrse, logrando una traca de varios orgasmos que la dejaron tendida en la cama, respirando, mientras yo no paraba de metérsela porque aún no había recibido la orden contraria hasta que me dijo: "Para ya, por favor... No puedo más". La dejé respirar un minuto y me tumbé sobre la cama. Me puse de lado, mirándola y rozándole las mejillas con mis manos. Estaba completamente roja y extasiada. Pero la apuesta aún no había sido saldada...
Me miró fijamente, se recogió el pelo y me dijo: "ahora vas a saber lo que es bueno". Tras esta amenaza se acercó a mi entrepierna y agarró mi polla con dureza. Manteniendo el equilibrio con una mano, se adentró, lo que pudo en un primer movimiento, mi pene en su boca.
No podía ver en sus ojos más que a esa zorra en la que una inocente apuesta la había convertido. Yo estaba cansado del polvo y muy, muy, excitado. Notaba que estaba a cien y estaba a punto de estallar. Así que la miré a los ojos y comencé a disfrutar de esta comida de polla, dejándome llevar sin importarme nada más que mi propio placer.
Tardó poco en metérsela hasta el fondo de su boca. Saboreándola. Recorriendo todo su contorno con su lengua, mientras su mano continuaba apretándola fuerte de la base. Yo notaba que era tal la excitación que me había provocado con su zorrería y la follada tan dura que me había "pedido" que le hiciera, que mis testículos estaban ya preparados para una enorme corrida.
Sin embargo, ella estaba decidida a hacerme una mamada magistral, una de esas antológicas en las que lo das todo y punto, sin matices, sencillamente porque quiere hacerlo. Yo estaba bajo su mandato... y con esta pasión que mostraba al chuparme la polla no iba a decirle que parara.
Estaba chillando sin control. Sudaba, gemía, gozaba... y moría de placer ante el poder de sus labios y su lengua recorriendo mi sexo. Me cogía fuerte de la cama mientras ella no paraba de chupármela. No apartaba su mirada de mi y notaba como estaba devolviéndome la jugada del sexo oral que habíamos tenido hacía ya un buen rato...
Con interés, abrió su boca y se la metió toda. Yo no podía creerlo... era tal el placer que me estaba provocando que le grité "¡Puta!" y noté como comenzaba a gestarse mi corrida. Ya no podía ponerle freno... así que la cogí fuerte de sus cabellos rubios y le apreté para que no se separase ni un solo instante de mi sexo. Quería gozar con el orgasmo como me lo había ganado a pesar de perder la apuesta.
Creo que a partir de ahora... tendré que apostar más a menudo...
6 comentarios - Ganar y perder
las deudas de juego se pagan!
apostamos? (no sabe las ganas de perder que me dieron!)