Lo cuento rápidito, como el polvo que me eché.
Éste fin de semana unos amigos, Lau y Nacho, nos invitaron a una casaquinta. Aparte de ellos también estaban Gloria y Franco, a quiénes no conocíamos, pero que se convirtieron en partícipes necesarios del presente relato.
Llegamos el sábado a la mañana, y después de tomar mate con una generosa provisión de facturas, nos metimos todos a la pileta. Y no, no piensen nada raro manga de pervertidos, porque también estaba el Ro, el único niño entre tanto adulto, ya que los demás todavía no tienen hijos.
Cerca del mediodía mi marido y Nacho se van a comprar la carne para el asado. Después de que ellos salen, Lau se da cuenta de que le falta verduras para la ensalada, por lo que le pide a Gloria que la acompañe hasta una verdulería. Es así que nos quedamos Franco, el encargado de preparar la parrilla y yo, que estaba cuidando a mi hijo.
Ya en el momento de entrar a la pileta, con Franco habíamos cruzado alguna que otra mirada. Tiene un look setentas, con el pelo largo, y una barbita candado que lo hace parecer más grande de lo que realmente es. Claro que también me había atraído el bulto más que interesante que portaba. Sí, ya sé, estamos entre amigos, con mi marido y mi hijo y yo fijándome en bultos. Sorry, es que no puedo con mi genio.
La cosa es que al quedarnos los dos solos, los ratones empezaron a trabajar horas extras. Claro que estaba el Ro, pero entre que se había despertado temprano, el viaje hasta la quinta, más el agua, ya se estaba quedando dormido. Tratando de aprovechar el momento, lo llevo a una de las camas y tras dejarlo bien dormidito, vuelvo a la pileta.
Franco sigue en el agua, mirándome con cierta suficiencia que me resulta por demás incitante. Me gustan los hombres así de seguros, los que saben desde el primer momento que tienen la partida ganada de antemano.
-¿Qué, qué pasa?- le pregunto desde el borde de la pileta, sintiendo crecer en mi interior ese fuego que se había iniciado con tan solo una mirada.
-Que nos quedamos solos- me dice como si no me hubiese dado cuenta de tal situación.
-Sí, ¿y?- me hago la desentendida.
-Nada, solo decía- repone, fulminándome con esos ojos que recorren mi cuerpo sin discreción alguna.
¿Como puede desestabilizarme así alguien que apenas conozco?
-¿Crees que van a tardar mucho?- le pregunto, dispuesta a seguirle el juego.
-Y..., un buen rato seguro- me confirma con una sonrisa cómplice, para enseguida replicarme: -¿Y tu baby, va a dormir mucho?-
-Y..., un buen rato seguro- le contesto, sonriéndome yo ahora.
Ése es el momento. Los dos sabemos lo que queremos, lo deseamos, y no hay fuerza de la Naturaleza que nos impida saciar esa urgente necesidad.
-Voy a caminar un rato- le digo tras una pausa intensa y significativa, de esas que dicen muchas cosas sin necesidad de palabra alguna.
Me doy la vuelta y me comienzo a alejar de la pileta, moviéndome con un contoneo de caderas que es una clara invitación a que me siga. Por supuesto que lo hace, sale del agua, con una más que pronunciada carpa bajo el short y comienza a caminar tras de mí, aunque a una prudente distancia.
Me sentía desbordada. Como si todo el Universo se hubiese confabulado para que estemos allí los dos solos, en ese justo y preciso momento.
No nos conocíamos, pero ahí estábamos. No podía ser casualidad. Mi marido y Nacho que se van, Lau y Gloria que, sin sospecharlo siquiera, me lo dejan servido en bandeja, el Ro que se duerme. Demasiadas señales como para ignorarlas.
No he recorrido todavía la quinta, pero a unos metros alcanzo a divisar una zona de arbustos y árboles que parece estar a buen resguardo. Necesitamos un lugar en dónde podamos disponer de la suficiente intimidad como para no ser descubiertos in fraganti, en caso que nos demoremos y ellos lleguen antes de que acabemos, claro está. Así que hacia allá me dirijo, siempre con ese sensual meneo que lo tiene a Franco como hipnotizado.
Al llegar me escondo detrás de un árbol y me quedo ahí a esperarlo. Cuando llega, me le aparezco de repente.
-¿Me parece o me estás siguiendo?- le pregunto, poniéndole las tetas de frente, casi bajo sus ojos.
-Quería asegurarme de que no te vayas a perder- se sonríe.
No puede estar tan bueno, pienso y sin más le como la boca. Sabemos que no disponemos de mucho tiempo, así que los jueguitos de seducción quedarán para otro momento. Ahora lo único que queremos es sacarnos de encima esa calentura que tenemos el uno por el otro.
Entre besos y caricias nos internamos dentro de esa densa arboleda, a resguardo de cualquier mirada indiscreta.
No sé cuando volverá mi marido de comprar la carne junto a Nacho, o cuando estarán de vuelta las chicas de la verdulería, ni siquiera si el Ro se quedará dormido el tiempo suficiente. Nada de eso me importa, lo único que quiero en ese momento es tenerlo dentro mío.
Apoyada de espalda contra el mismo tronco en el que me había escondido, nos frotamos el uno contra el otro, dándole rienda suelta a esa lujuria que mutuamente nos incitamos.
Vuelvo a comerle la boca y apoyando las manos en sus hombros empujo hacia abajo. Sabe lo que quiero, así que sin resistirse se hinca de rodillas en el suelo y haciéndome a un lado la tanga de la bikini, me coge con la lengua. No será Chuky chupando, pero considerando el momento y la urgencia, lo hace más que bien.
Hago que se levante, y mientras nos comemos a chupones, le bajo de un tirón el short de baño, dejando al descubierto una erección de lo más suculenta.
Ahora soy yo la que se hinca de rodillas en el suelo y le rinde pleitesía con una entusiasta mamada.
-¡Mmmhhh..., que buena poronga tenés!- le digo pasándole la lengua de arriba abajo, lamiendo los hilitos de leche que se extienden por toda su generosa superficie.
Le doy un sonoro beso en la punta y me levanto, ya que lo que más quiero es que me coja, que me haga retumbar hasta el alma a puro pijazo.
-Mirá que no tengo forros- me previene cuándo me doy la vuelta y me corro hacia un costado la tanga de la bikini, más que dispuesta ya a que me ensarte.
-¿Para vos es un problema?- le pregunto antes de llegar al punto de no retorno.
-Quiero cogerte- me dice negando con la cabeza.
-Y yo quiero que me cojas- asiento sin dudarlo siquiera.
Sé que está mal, que sin globito nunca y menos con un desconocido, pero ¿que querían? Era en ese momento o nunca. Así que aceptando compartir el riesgo, me la mete y me coge ahí de parados, contra el nudoso tronco del árbol.
Desde atrás me agarra de las tetas y me la clava una tras otra, jadeándome al oído, permitiéndome sentir que el mundo siempre puede ser un lugar mejor si podés disfrutar así hasta en los momentos más inesperados. Iba a pasar el fin de semana con amigos, y ahí estoy, garchando con el marido de la amiga de mi amiga. Solo a una puta muy puta puede pasarle algo así.
La cuestión es que no solo me cogió, sino que también me dejó la leche adentro.
-¡No me acabes aden...!- trato de advertirle al sentir la inminencia del orgasmo, pero fue demasiado tarde.
No termino de decírselo que siento que me llena la concha. Y aunque no quería, no le digo nada. ¿Como iba a recriminárselo después de lo que me hizo gozar? Además sentía que yo también tenía mi cuota de responsabilidad.
Después de esa mutua acabada, nos besamos y volvemos hacia la pileta, haciendo como que no pasó nada, inventando ya las mil y un excusas para nuestra ausencia, pero nadie ha llegado todavía. Así que él se pone enseguida a prender el carbón y yo me voy a ver al Ro que sigue dormidito, por lo que tengo tiempo para enjuagarme bien la concha.
Lo bueno de todo es que Lau y Gloria volvieron primero, por lo que mi marido nunca se enteró que me quedé sola con Franco. ¿Vieron que algunas cosas están predestinadas a suceder?
Es domingo por la tarde y escribo esto en el celular mientras volvemos a casa. Voy sentada en el asiento de atrás, con el Ro dormido en mi regazo, por lo que mi marido ni se imagina que estoy por compartir con ustedes una nueva metida de cuernos. Él va manejando de lo más relajado, escuchando "Divide" de Ed Sheeran.
De yapa les dejó una foto que me sacó Franco en la pileta esa misma tarde, con el Ro, después del polvo que nos echamos. Un polvo rapidito, como el mismo relato...
Éste fin de semana unos amigos, Lau y Nacho, nos invitaron a una casaquinta. Aparte de ellos también estaban Gloria y Franco, a quiénes no conocíamos, pero que se convirtieron en partícipes necesarios del presente relato.
Llegamos el sábado a la mañana, y después de tomar mate con una generosa provisión de facturas, nos metimos todos a la pileta. Y no, no piensen nada raro manga de pervertidos, porque también estaba el Ro, el único niño entre tanto adulto, ya que los demás todavía no tienen hijos.
Cerca del mediodía mi marido y Nacho se van a comprar la carne para el asado. Después de que ellos salen, Lau se da cuenta de que le falta verduras para la ensalada, por lo que le pide a Gloria que la acompañe hasta una verdulería. Es así que nos quedamos Franco, el encargado de preparar la parrilla y yo, que estaba cuidando a mi hijo.
Ya en el momento de entrar a la pileta, con Franco habíamos cruzado alguna que otra mirada. Tiene un look setentas, con el pelo largo, y una barbita candado que lo hace parecer más grande de lo que realmente es. Claro que también me había atraído el bulto más que interesante que portaba. Sí, ya sé, estamos entre amigos, con mi marido y mi hijo y yo fijándome en bultos. Sorry, es que no puedo con mi genio.
La cosa es que al quedarnos los dos solos, los ratones empezaron a trabajar horas extras. Claro que estaba el Ro, pero entre que se había despertado temprano, el viaje hasta la quinta, más el agua, ya se estaba quedando dormido. Tratando de aprovechar el momento, lo llevo a una de las camas y tras dejarlo bien dormidito, vuelvo a la pileta.
Franco sigue en el agua, mirándome con cierta suficiencia que me resulta por demás incitante. Me gustan los hombres así de seguros, los que saben desde el primer momento que tienen la partida ganada de antemano.
-¿Qué, qué pasa?- le pregunto desde el borde de la pileta, sintiendo crecer en mi interior ese fuego que se había iniciado con tan solo una mirada.
-Que nos quedamos solos- me dice como si no me hubiese dado cuenta de tal situación.
-Sí, ¿y?- me hago la desentendida.
-Nada, solo decía- repone, fulminándome con esos ojos que recorren mi cuerpo sin discreción alguna.
¿Como puede desestabilizarme así alguien que apenas conozco?
-¿Crees que van a tardar mucho?- le pregunto, dispuesta a seguirle el juego.
-Y..., un buen rato seguro- me confirma con una sonrisa cómplice, para enseguida replicarme: -¿Y tu baby, va a dormir mucho?-
-Y..., un buen rato seguro- le contesto, sonriéndome yo ahora.
Ése es el momento. Los dos sabemos lo que queremos, lo deseamos, y no hay fuerza de la Naturaleza que nos impida saciar esa urgente necesidad.
-Voy a caminar un rato- le digo tras una pausa intensa y significativa, de esas que dicen muchas cosas sin necesidad de palabra alguna.
Me doy la vuelta y me comienzo a alejar de la pileta, moviéndome con un contoneo de caderas que es una clara invitación a que me siga. Por supuesto que lo hace, sale del agua, con una más que pronunciada carpa bajo el short y comienza a caminar tras de mí, aunque a una prudente distancia.
Me sentía desbordada. Como si todo el Universo se hubiese confabulado para que estemos allí los dos solos, en ese justo y preciso momento.
No nos conocíamos, pero ahí estábamos. No podía ser casualidad. Mi marido y Nacho que se van, Lau y Gloria que, sin sospecharlo siquiera, me lo dejan servido en bandeja, el Ro que se duerme. Demasiadas señales como para ignorarlas.
No he recorrido todavía la quinta, pero a unos metros alcanzo a divisar una zona de arbustos y árboles que parece estar a buen resguardo. Necesitamos un lugar en dónde podamos disponer de la suficiente intimidad como para no ser descubiertos in fraganti, en caso que nos demoremos y ellos lleguen antes de que acabemos, claro está. Así que hacia allá me dirijo, siempre con ese sensual meneo que lo tiene a Franco como hipnotizado.
Al llegar me escondo detrás de un árbol y me quedo ahí a esperarlo. Cuando llega, me le aparezco de repente.
-¿Me parece o me estás siguiendo?- le pregunto, poniéndole las tetas de frente, casi bajo sus ojos.
-Quería asegurarme de que no te vayas a perder- se sonríe.
No puede estar tan bueno, pienso y sin más le como la boca. Sabemos que no disponemos de mucho tiempo, así que los jueguitos de seducción quedarán para otro momento. Ahora lo único que queremos es sacarnos de encima esa calentura que tenemos el uno por el otro.
Entre besos y caricias nos internamos dentro de esa densa arboleda, a resguardo de cualquier mirada indiscreta.
No sé cuando volverá mi marido de comprar la carne junto a Nacho, o cuando estarán de vuelta las chicas de la verdulería, ni siquiera si el Ro se quedará dormido el tiempo suficiente. Nada de eso me importa, lo único que quiero en ese momento es tenerlo dentro mío.
Apoyada de espalda contra el mismo tronco en el que me había escondido, nos frotamos el uno contra el otro, dándole rienda suelta a esa lujuria que mutuamente nos incitamos.
Vuelvo a comerle la boca y apoyando las manos en sus hombros empujo hacia abajo. Sabe lo que quiero, así que sin resistirse se hinca de rodillas en el suelo y haciéndome a un lado la tanga de la bikini, me coge con la lengua. No será Chuky chupando, pero considerando el momento y la urgencia, lo hace más que bien.
Hago que se levante, y mientras nos comemos a chupones, le bajo de un tirón el short de baño, dejando al descubierto una erección de lo más suculenta.
Ahora soy yo la que se hinca de rodillas en el suelo y le rinde pleitesía con una entusiasta mamada.
-¡Mmmhhh..., que buena poronga tenés!- le digo pasándole la lengua de arriba abajo, lamiendo los hilitos de leche que se extienden por toda su generosa superficie.
Le doy un sonoro beso en la punta y me levanto, ya que lo que más quiero es que me coja, que me haga retumbar hasta el alma a puro pijazo.
-Mirá que no tengo forros- me previene cuándo me doy la vuelta y me corro hacia un costado la tanga de la bikini, más que dispuesta ya a que me ensarte.
-¿Para vos es un problema?- le pregunto antes de llegar al punto de no retorno.
-Quiero cogerte- me dice negando con la cabeza.
-Y yo quiero que me cojas- asiento sin dudarlo siquiera.
Sé que está mal, que sin globito nunca y menos con un desconocido, pero ¿que querían? Era en ese momento o nunca. Así que aceptando compartir el riesgo, me la mete y me coge ahí de parados, contra el nudoso tronco del árbol.
Desde atrás me agarra de las tetas y me la clava una tras otra, jadeándome al oído, permitiéndome sentir que el mundo siempre puede ser un lugar mejor si podés disfrutar así hasta en los momentos más inesperados. Iba a pasar el fin de semana con amigos, y ahí estoy, garchando con el marido de la amiga de mi amiga. Solo a una puta muy puta puede pasarle algo así.
La cuestión es que no solo me cogió, sino que también me dejó la leche adentro.
-¡No me acabes aden...!- trato de advertirle al sentir la inminencia del orgasmo, pero fue demasiado tarde.
No termino de decírselo que siento que me llena la concha. Y aunque no quería, no le digo nada. ¿Como iba a recriminárselo después de lo que me hizo gozar? Además sentía que yo también tenía mi cuota de responsabilidad.
Después de esa mutua acabada, nos besamos y volvemos hacia la pileta, haciendo como que no pasó nada, inventando ya las mil y un excusas para nuestra ausencia, pero nadie ha llegado todavía. Así que él se pone enseguida a prender el carbón y yo me voy a ver al Ro que sigue dormidito, por lo que tengo tiempo para enjuagarme bien la concha.
Lo bueno de todo es que Lau y Gloria volvieron primero, por lo que mi marido nunca se enteró que me quedé sola con Franco. ¿Vieron que algunas cosas están predestinadas a suceder?
Es domingo por la tarde y escribo esto en el celular mientras volvemos a casa. Voy sentada en el asiento de atrás, con el Ro dormido en mi regazo, por lo que mi marido ni se imagina que estoy por compartir con ustedes una nueva metida de cuernos. Él va manejando de lo más relajado, escuchando "Divide" de Ed Sheeran.
De yapa les dejó una foto que me sacó Franco en la pileta esa misma tarde, con el Ro, después del polvo que nos echamos. Un polvo rapidito, como el mismo relato...
44 comentarios - Un rapidito...
Bien contado!!!
Van puntos y te sigo
Dejo puntos 😉
"Le doy un sonoro beso en la punta"[/i]
Que hermoso es estar tan caliente que lo único que queremos en ESE momento es coger :F:F
Como me encanta que me besen la punta mientras me lo chupan!!:F:F
"permitiéndome sentir que el mundo siempre puede ser un lugar mejor si podés disfrutar así hasta en los momentos más inesperados"
¿Vieron que algunas cosas están predestinadas a suceder?[/i]
Que buenas y muy acertadas frases querida!!
Muy linda tu foto con el Ro, demuestra que nunca abandonas tu calidad de excelente madre, y debo decir además que tienes una hermosa sonrisa!!
Y muy buena tu nueva foto de avatar, ME ENCANTO, te ves muy hermosa, y el color negro te sienta muy bien!!
Quedo como siempre anhelante a la espera de una próxima de tus "garche-aventuras" querida amiga!! +10
Besitos 💋
LEO
Asi como tu decididas a aprovechar cada segundo del tiempo
La foto está? No la pude ver