Hola amigos P!. Aqui continuamos con este relato real. Es una suerte de preludio de lo que continuaría después. Así que espero les guste esta y también la tercera parte que vendrá.
SESION DE LECTURA (Continuación)
Después de aquella fantástica sesión de lectura, que continuó entre sábanas mojadas por nuevos y deliciosos fluidos hasta bien caída la tarde, decidí premiar a mi sumisa con una salida. Me comentó que su agenda personal se le había acomodado y podría quedarse a pernoctar.
Reposaba, serena y bella, a un costado de la cama cuando le indiqué que debía bañarse y vestirse. Las instrucciones se completaban con la ropa que usaría: una delicada tanga que en su parte frontal se divide en dos, con sendas líneas perladas rodeando los labios vaginales. Atrás un exageradamente minúsculo hilo se le metería entre esas maravillosas nalgas que hoy habían sido usadas con tanto empeño y a total profundidad. Completaría su atuendo una falda corta –no demasiado- medias de red y tacos. Arriba una blusa con el necesario escote como para permitir intuír la curvatura lasciva de sus senos y sobre su delicado cabello un lazo sujetando el costado. En su cuello el imprescindible collar de sumisa, cerrado con un candadito aunque a veces alterna con un dije donde aparece un precioso triskel.
Todo de impecable y puntilloso negro.
Ella es amante de la comida oriental, especialmente koreana e india. Yo me reconozco un total ignorante de ese tipo de gastronomía así que le advertí que sería ella quien –excepcionalmente- elegiría la carta. Ella jamás toma decisión alguna en nuestra relación. Ha cedido toda su voluntad a mi arbitrio y capricho. Su empresa, sus negocios, sus decisiones hacia todo el mundo quedan encerradas en su febril oficina. Frente a mí, es una gatita obediente, totalmente sumisa y ansiosa de recibir mis ordenes, así que sonrió dulce y atenta por el doble regalo: podría complacerme compartiendo sus platos favoritos y seleccionando lo mejor de la carta para su Amo.
El pequeño restaurante era cálido e íntimo. Le ayudé a sentarse (soy un caballero, no sólo un Amo) e hice lo propio luego, mientras el mozo esperaba solícito. Tomé una sola de las cartas y se la entregué. Con aparente descuido rocé sus manos y noté un ligero y tierno estremecimiento.
-Después que elijas, tengo una sorpresa, le comenté.
Bajó los ojos a la carta y ordenó: Curry con arroz y una botella de soju.
- Es mi favorito, Señor, deslizó con rubor de rosas recién amanecidas tras la marcha del mozo.
-Pues está perfecto!, le apunte, aunque de lo poco que sé el Soju es un licor nada suave, confieso que imaginaba algún vino.
-Disculpe, Señor, aquí sólo sirven Soju, pero podemos anular el pedido, comentó algo incómoda ante la aparente situación de no haber elegido bien.
- No, no! sólo que habrá que tener cuidado al beber. No quiero aprovecharme de una indefensa sumisa afectada por algunos sorbos de licor.
- Señor, gracias por esa caballerosidad que siempre le caracteriza; pero con o sin licor, ante Usted siempre estoy indefensa... y permanentemente protegida- deslizó con un parpadear de sus tremendos ojazos de gata en celo.
Cómo amo a esta mujer!!!. Tiene la habilidad precisa, inteligente y puntual del comentario justo. Sabe ensayar esas defensas que en realidad son toda una trampa de seducción que desarma al interlocutor. Otra vez veo a la poderosa mujer que avanza éxito tras éxito en el mundo vainilla, y a la hermosa puta sumisa que me ha elegido para entregarse por completo a mi perversa voluntad.
La comida -exquisita, por cierto- pasó entre elogios a su gusto culinario y charlas triviales de la cotidianeidad. No hace falta comentar que nada tan erótico como una amena charla con una mujer culta, educada y sensual.
Busqué en mi bolsillo una pequeña caja, del tamaño de un frasco de perfume.
-Vé al baño y úsalo.
La amé mil veces más al contemplar su carita casi boquiabierta. No es fácil sorprenderla, debo hacer grandes esfuerzos de imaginación para lograrlo.
Se alejó taconeando suave, hembra y niña; sabe cómo me gusta exhibirla, aunque quizás nadie supiese en ese restaurante descifrar los códigos del cuerpo y la vestimenta que lucía. Cuando la perdí de vista me acomodé en la silla, satisfecho, feliz.
Cuando regresó, su figura de frente deslumbraba màs que nunca. El taconeo era imperceptiblemente diferente, provocando que sus caderas se mecieran ahora como olas en un mar tranquilo. En su rostro, levemente ruborizado se dibujaba una divertida y lasciva sonrisa; pero sus ojos no podìan simular esa mirada secreta, lasciva y maravillosa que tanto me enamora.
-Ay, Señor, usted siempre con esa capacidad para maravillarme!!, confesó, mientras le acercaba la silla al sentarse. -Me siento deliciosamente avergonzada, expuesta. Acaso se nota mucho lo que hace usted con esta indefensa puta?
-Pues para decirte la verdad, te diré que me encanta como te queda; pero ya sabes, no todo el mundo puede apreciar la exquisita obra de arte en que te he conviertes cuando estás a mi servicio.
-Señor, estoy extasiada y sus palabras me ruborizan aún más. Le confieso que estoy comenzando a mojarme con el precioso gesto que ha tenido para conmigo esta noche.
-Sabes que dar placer, es un placer. Es exactamente lo que tú haces. Hagamos un brindis por este momento y por los que se avecinan esta noche!
-Ay!! Hay màs??
-Por supuesto mi hermosa perra.
Nuestros vasos chocaron para apenas mojar los labios con Soju. Ella no bebe mucho y yo debìa conducir hasta casa. Fué solo el gesto, el ritual de augurio que significa casi en todo el mundo el acercar las copas y beber.
Cruzamos miradas. Noté que mi deseo de tener nuevamente a esa mujer había llegado a esos límites donde la impaciencia se hace notar en el cuerpo.
- Muy mojada, ya?
-Mucho, y me temo que seguirá en ascenso. Toda una EAP. Espiral en ascenso positivo.
-Entonces vamos.
Requerí al mozo la cuenta. Y tras abonar dejamos la mesa. Atravesábamos el pequeño salón y mi puta lucía radiante. Me agradeció caminando como una hembra en celo, exhibiendo su cuerpo donde los durísimos pezones marcaban la perfección de sus líneas.
-Vaya, me halaga que te agrade tanto. No es algo incómodo?
-Un poquitín, tal como debe serlo; pero lo suficiente como para sentirlo y disfrutar su delicioso efecto. Gracias otra vez, mi Señor. Este pluggin en mi culo me mantiene abierta, estoy absolutamente mojada y por poco no he comenzado a chorrear. Realmente vergonzoso y exquisito. Su forma de gota es perfecta, imposible que se salga. Qué haremos ahora?
- Continuar, dije al momento de cerrar la puerta. Continuar con nuestra sesiòn de lectura.
(continuará)
SESION DE LECTURA (Continuación)
Después de aquella fantástica sesión de lectura, que continuó entre sábanas mojadas por nuevos y deliciosos fluidos hasta bien caída la tarde, decidí premiar a mi sumisa con una salida. Me comentó que su agenda personal se le había acomodado y podría quedarse a pernoctar.
Reposaba, serena y bella, a un costado de la cama cuando le indiqué que debía bañarse y vestirse. Las instrucciones se completaban con la ropa que usaría: una delicada tanga que en su parte frontal se divide en dos, con sendas líneas perladas rodeando los labios vaginales. Atrás un exageradamente minúsculo hilo se le metería entre esas maravillosas nalgas que hoy habían sido usadas con tanto empeño y a total profundidad. Completaría su atuendo una falda corta –no demasiado- medias de red y tacos. Arriba una blusa con el necesario escote como para permitir intuír la curvatura lasciva de sus senos y sobre su delicado cabello un lazo sujetando el costado. En su cuello el imprescindible collar de sumisa, cerrado con un candadito aunque a veces alterna con un dije donde aparece un precioso triskel.
Todo de impecable y puntilloso negro.
Ella es amante de la comida oriental, especialmente koreana e india. Yo me reconozco un total ignorante de ese tipo de gastronomía así que le advertí que sería ella quien –excepcionalmente- elegiría la carta. Ella jamás toma decisión alguna en nuestra relación. Ha cedido toda su voluntad a mi arbitrio y capricho. Su empresa, sus negocios, sus decisiones hacia todo el mundo quedan encerradas en su febril oficina. Frente a mí, es una gatita obediente, totalmente sumisa y ansiosa de recibir mis ordenes, así que sonrió dulce y atenta por el doble regalo: podría complacerme compartiendo sus platos favoritos y seleccionando lo mejor de la carta para su Amo.
El pequeño restaurante era cálido e íntimo. Le ayudé a sentarse (soy un caballero, no sólo un Amo) e hice lo propio luego, mientras el mozo esperaba solícito. Tomé una sola de las cartas y se la entregué. Con aparente descuido rocé sus manos y noté un ligero y tierno estremecimiento.
-Después que elijas, tengo una sorpresa, le comenté.
Bajó los ojos a la carta y ordenó: Curry con arroz y una botella de soju.
- Es mi favorito, Señor, deslizó con rubor de rosas recién amanecidas tras la marcha del mozo.
-Pues está perfecto!, le apunte, aunque de lo poco que sé el Soju es un licor nada suave, confieso que imaginaba algún vino.
-Disculpe, Señor, aquí sólo sirven Soju, pero podemos anular el pedido, comentó algo incómoda ante la aparente situación de no haber elegido bien.
- No, no! sólo que habrá que tener cuidado al beber. No quiero aprovecharme de una indefensa sumisa afectada por algunos sorbos de licor.
- Señor, gracias por esa caballerosidad que siempre le caracteriza; pero con o sin licor, ante Usted siempre estoy indefensa... y permanentemente protegida- deslizó con un parpadear de sus tremendos ojazos de gata en celo.
Cómo amo a esta mujer!!!. Tiene la habilidad precisa, inteligente y puntual del comentario justo. Sabe ensayar esas defensas que en realidad son toda una trampa de seducción que desarma al interlocutor. Otra vez veo a la poderosa mujer que avanza éxito tras éxito en el mundo vainilla, y a la hermosa puta sumisa que me ha elegido para entregarse por completo a mi perversa voluntad.
La comida -exquisita, por cierto- pasó entre elogios a su gusto culinario y charlas triviales de la cotidianeidad. No hace falta comentar que nada tan erótico como una amena charla con una mujer culta, educada y sensual.
Busqué en mi bolsillo una pequeña caja, del tamaño de un frasco de perfume.
-Vé al baño y úsalo.
La amé mil veces más al contemplar su carita casi boquiabierta. No es fácil sorprenderla, debo hacer grandes esfuerzos de imaginación para lograrlo.
Se alejó taconeando suave, hembra y niña; sabe cómo me gusta exhibirla, aunque quizás nadie supiese en ese restaurante descifrar los códigos del cuerpo y la vestimenta que lucía. Cuando la perdí de vista me acomodé en la silla, satisfecho, feliz.
Cuando regresó, su figura de frente deslumbraba màs que nunca. El taconeo era imperceptiblemente diferente, provocando que sus caderas se mecieran ahora como olas en un mar tranquilo. En su rostro, levemente ruborizado se dibujaba una divertida y lasciva sonrisa; pero sus ojos no podìan simular esa mirada secreta, lasciva y maravillosa que tanto me enamora.
-Ay, Señor, usted siempre con esa capacidad para maravillarme!!, confesó, mientras le acercaba la silla al sentarse. -Me siento deliciosamente avergonzada, expuesta. Acaso se nota mucho lo que hace usted con esta indefensa puta?
-Pues para decirte la verdad, te diré que me encanta como te queda; pero ya sabes, no todo el mundo puede apreciar la exquisita obra de arte en que te he conviertes cuando estás a mi servicio.
-Señor, estoy extasiada y sus palabras me ruborizan aún más. Le confieso que estoy comenzando a mojarme con el precioso gesto que ha tenido para conmigo esta noche.
-Sabes que dar placer, es un placer. Es exactamente lo que tú haces. Hagamos un brindis por este momento y por los que se avecinan esta noche!
-Ay!! Hay màs??
-Por supuesto mi hermosa perra.
Nuestros vasos chocaron para apenas mojar los labios con Soju. Ella no bebe mucho y yo debìa conducir hasta casa. Fué solo el gesto, el ritual de augurio que significa casi en todo el mundo el acercar las copas y beber.
Cruzamos miradas. Noté que mi deseo de tener nuevamente a esa mujer había llegado a esos límites donde la impaciencia se hace notar en el cuerpo.
- Muy mojada, ya?
-Mucho, y me temo que seguirá en ascenso. Toda una EAP. Espiral en ascenso positivo.
-Entonces vamos.
Requerí al mozo la cuenta. Y tras abonar dejamos la mesa. Atravesábamos el pequeño salón y mi puta lucía radiante. Me agradeció caminando como una hembra en celo, exhibiendo su cuerpo donde los durísimos pezones marcaban la perfección de sus líneas.
-Vaya, me halaga que te agrade tanto. No es algo incómodo?
-Un poquitín, tal como debe serlo; pero lo suficiente como para sentirlo y disfrutar su delicioso efecto. Gracias otra vez, mi Señor. Este pluggin en mi culo me mantiene abierta, estoy absolutamente mojada y por poco no he comenzado a chorrear. Realmente vergonzoso y exquisito. Su forma de gota es perfecta, imposible que se salga. Qué haremos ahora?
- Continuar, dije al momento de cerrar la puerta. Continuar con nuestra sesiòn de lectura.
(continuará)
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