SESION DE LECTURA
Llegó puntualmente, como siempre. Abrí la puerta y estaba allí, hermosa, grácil, con su porte altivo y elegante, sutilmente perfumada y con las manos adelante sosteniendo su bolso.
Adelante querida, pasa. Avanzó y al pasar le deposité un beso en la mejilla que la hizo detener; seguí hasta su cuello, hasta su nuca y noté su estremecimiento leve, placentero y callado. Ven, ya está el café, dame tus cosas y ve a sentarte. Llevé su bolso a una habitación contigua y volví hacia ella. Mientras tomábamos café charlamos de cosas sencillas y triviales. Su trabajo la tiene más que ocupada pero siempre hace un tiempo para mí.
Vamos, le apunté mirándola a los ojos luego de que hubiésemos bebido el ultimo sorbo de café, que casualmente apuramos ambos al mismo tiempo. Me siguió hasta la habitación, le abrí la puerta y ella entró. -Hoy tienes…. exactamente ocho minutos con cuarenta segundos, le remarqué sonriendo mientras cerraba a mi salida. –Sí Señor, asintió con deliciosa voz; su voz, profunda y dulce. Siempre le cambio los tiempos para prepararse. A veces le otorgo quince minutos, a veces sólo dos. Ella obedece ciegamente y ya la encuentro absolutamente preparada como sorprenderla totalmente desnuda. Me deleita cómo se ruboriza cuando la descubro con su faena aún sin terminar. Hay ocasiones en que amo tanto a esta mujer!
Abrí la puerta y ahí estaba. Sentada, con las piernas levemente abiertas y un par de moños negros en el pelo. Vestía un corset -negro también- con un amplísimo escote en forma de triángulo cuya base estaba debajo de sus senos. Sus hermosos y blancos senos, redondos como lunas llenas de morbo y perversión. Su boca era rojo oscuro, con ligeros mechones cayendo sobre la frente. Debo completar que estaba exquisita. Una pollerita corta con volados, medias de red con portaligas de encaje blanco y cintas negras, sendos moños del mismo color arriba de los talones completaban aquél maravilloso cuadro. Bajo la pollera, absolutamente nada.
O si: sólo la rosada y profunda piel. Tenía en sus manos la cadena y el collar. Apoyada en sus rodillas la fusta. Es tan tierna, tan dócil. Me acerqué y acaricie su pelo. Llevé mi mano hacia su boca y la lamió con dulce fruición; puesto el collar, tomé la cadena, la fusta y sin mediar palabra salí caminando. De inmediato se arrojó al suelo y comenzó a gatear a mi lado, sin que hiciera falta tensar de la cadena. Ella sabe cómo me gusta su obediencia.
Atravesamos la sala y llegamos a mi habitación. Sobre la cama, un libro y en el suelo una pequeña alfombra con un almohadón. La ubiqué sobre la alfombra. Toqué su mentón con la fusta y se quedó sentada sobre sus talones, con los brazos estirados y las palmas apoyadas en el suelo. Coloqué la fusta sobre su espalda y me desvestí, despreocupado y feliz.
Me recosté sobre la cama y tomé la fusta nuevamente para acariciarle la mejilla. De inmediato se acercó y comenzó a lamerme con la misma suave intención que hacía poco antes en la Sala de Preparación. Cerré los ojos y me entregué al placer; comenzó por los pies, las piernas, el sexo. Esa maravillosa sensación de posesión total que me invade cuando comienza a lamer los testículos, el glande, saboreando el jugo meloso de mi deseo, es indescriptible. Subió luego por el vientre, mi pecho y al llegar a mi boca la retuve un instante con mi propia lengua penetrándola hasta casi su garganta.
Habitualmente cuando cumple con un lado (adelante o atrás según mi posición inicial) espera que yo me dé vuelta y continúa lamiendo, respectivamente, por la espalda, los glúteos, etcétera. Puedo hacerlo de inmediato u horas después. Ella sólo espera el movimiento como una orden silenciosa. Pero esta vez rompí con la tradicional rutina. Se muy bien que le encanta cuando la sorprendo.
-Ya está. Ahora quiero que me leas este libro, le ordené acercándole el texto que había sobre la cama. Me miró entre asombrada y divertida. Su carita es un tesoro digno de guardar en los recuerdos mas queridos. Creo que ya lo dije: hay ocasiones en que amo tanto a esta mujer! -Leerás para mí. Y mas aún, si te pido un comentario deberás hacerlo. Tienes la obligación de usar tu intelecto y darme tu opinión. No haré uso de nuestro “acuerdo de concordancia”, en donde yo digo y tú lo crees. Por cierto, para hacerlo más divertido, puedes arriesgarte diciendo alguna tontería. Te permito ser creativa y sé que no vas a defraudarme. Cuando digo creativa, pues sé creativa entendido? Otra vez su deliciosa carita y su expresión de curiosidad e incertidumbre. –Sí Señor.
Tomó el libro entre sus manos y comenzó a leer. Yo acariciaba con la fusta su espalda, o sus nalgas, o bien pasaba la otra mano por su pelo. La escena era deliciosamente enternecedora: la obediente perrita leyendo para su Amo. -El Poder. Podríamos definir al poder como la fuerza, potestad o capacidad para hacer, dirigir o influenciar en cosas o personas de manera tal que estas sirvan a un propósito determinado. Algunos autores sostienen que “El poder no se define, se ejerce pues piribim bum bum… piribim bum bum..”
El fustazo chasqueó sobre las nalgas al mismo tiempo que mi propia carcajada. -Excelente!!! Sí que lo haces divertido! No puedo negar que me sorprendiste gratamente obligándome a castigarte con mucho placer. -Gracias Señor, ese latigazo ha sido delicioso. Puedo seguir leyendo? -Dime qué opinas acerca de eso de que el poder no se define sino se ejerce. -Mmm.. no sé creo que… (el segundo fustazo resonó con claridad y empecinamiento)
-Tu obligación es opinar. No digas no sé. - Si mi Amo, perdone a esta perrita. Creo que hay variantes en estas definiciones. Deberíamos preguntarnos quizás cómo se construye el poder y de acuerdo a eso darle una clasificación más adecuada y no tan genérica. Mientras hablaba, tocaba con la fusta sus costados y ella giraba de acuerdo a la orden emanada.
Esta hermosa mujer, altiva y dominante en sus ámbitos privados, enamorada de la palabra, obedecía tras haber aprendido los silenciosos gestos de la fusta. La había amaestrado a mi antojo, y aceptaba con entusiasmo cada mandamiento. Es delicada, fina, inteligente y culta. Hoy le preparé esta sesión para recompensarla por tanta fidelidad y entrega. Ama el lenguaje y sin embargo se somete a mi silencio.
-Su poder sobre mí, por ejemplo, está basado en mi confianza ciega y absoluta. Soy su perra porque, además de Usted someterme, yo lo deseo así. Hay entonces un poder ejercido y un poder consentido mi Amo. -Continúa. Alcancé a divisar una sonrisilla malévola en la comisura de sus labios. Me puse alerta. -Esa clase de poder no esta totalmente descripta. Indudablemente es necesario el piribim… Cómo amo a esta mujer!!! pensé mientras descargaba un nuevo fustazo en su espalda. La muy perversa buscaba su propio castigo, desafiándome en una estrategia de técnica y seducción. -Jajaja!! Ya veo, logras hacerme reír y lograr algún azote sobre tu hermosísimo culo. Mira que bella escena has logrado. -Eres increíble eh? -Ay Amo, qué cosas dice!
Le estaba funcionando a la perfección. Es que tomaría el control obligándome a azotarla cada vez que ella lo deseara, no yo? La sesión no podía ser más entretenida e interesante. Yo, obligado a estar alerta y ella, obligada a esta inusual situación. Complacer a su amo mediante reflexiones que requerían de alguna elaboración intelectual. Continuamos debatiendo el tema entre comentarios, lectura y… más fustazos. Ella estaba encantada. En un momento, la dejé continuar sin interrumpirla.
- Aunque resulta imprescindible conocer el significado de la palabra, también lo es el hecho de saber puntualmente donde se encuentra su origen etimológico. Este se halla en el latín vulgar y más concretamente en el concepto "posere", un verbo que vendría a traducirse como “ser posible” o “ser capaz de”, y que emana de la expresión, pote est, que tiene el mismo significado que la mencionada forma verbal. De allí que cinco patitos se fueron a nadar…
-Esta vez la fusta logró un gemido suave, valiente, que marcó sus nalgas de lado a lado. -Ya veo, le dije mientras le quitaba el libro de las manos. Soy capaz de someterte a mi antojo pues tú has decidido libremente que así sea, puntualicé. -Si mi Amo, he decidido libremente, he ejercido mi poder de decisión para otorgarle a Usted el poder absoluto sobre mi. Complacerlo es lo que màs deseo, eso me libera frente a mis realidades cotidianas, donde tomo otro tipo de decisiones, acerca de personas que dependen absolutamente de mí.
Puedo preguntar algo? -Claro, siempre que pidas permiso ya sabes que puedes preguntar lo que desees. -No le ha gustado la lectura? Casi ví tristeza en esos bellos ojos, ante la posibilidad de no haber satisfecho mis expectativas. Su mirada, siempre de luz, sensual y osada, parecía haberse opacado levemente. -Tu lectura me ha encantado. Ya sabes que me gusta tu voz. Y tus comentarios –como así tus “inocentes” equivocaciones- me han divertido mucho. Relajó su cuerpo, liberó una vez mas su bellísima mirada y me entregó nuevamente su sonrisa, angelical y lasciva.
Bajè de la cama y me aproximé a ella. La besé muy suavemente al tiempo que tomaba entre mis manos sus hermosos pechos y, sin terminar el beso, pellizqué con violencia sus pezones. El dolor le hizo apretar los ojos ya cerrados mientras se entregaba a aquel profundo gesto. -Ponte sobre la cama, perra, ordené a su oído.
Definitivamente hoy será una sesión de experiencias nuevas e inimaginadas. Me dejó expuesto ese hermoso culo que tantas veces he deseado. Comencé a acariciarlo lentamente, mezclando las caricias con palmadas cada vez mas fuertes, que la iban llenando de placer y de dolor. Luego, mientras besaba el paisaje de su espalda, mi mano hurgó en su vulva húmeda y enrojecida de deseo. Pellizqué su clítoris sólo para escucharla gemir. Un gemido quieto ante el impúdico ataque de mis dedos.
Noté como humedecia su interior de hembra en celo. A un costado, un perfumado aceite esperaba desde hace tiempo su protagonismo. Había llegado su hora. Ella sintió la mano pasar untuosa por su lugar cerrado. Se estremeció. -Por fin Amo. Voy a ser totalmente sometida!! Abrí sus bellas nalgas ya encendidas de furioso rojo a causa de la dedicación puesta en tantas y tan firmes palmadas y besé con ganas el tesoro inexplorado.
Se dilató suave, casi en pétalos como una rosa sorpendida por el rocío matinal. Mientras iniciaba el lento ingreso, noté su entrega, desafiando el dolor desconocido, alentada por las oleadas de placer que llegaban desde el clítoris acicateado por mi mano. Maravillosamente lento, increíblemente impúdico, fue llegando el común orgasmo que ella anticipó con suspiros de gata, mordiendo sus labios, abriendo su cuerpo de par en par.
Cuando noté que ya estaba lista, inicié el vaivén sobre el cuerpo poseído. Con la cabeza apoyada en las sábanas mi sumisa sollozaba de placer. -Ahora…. Y mi voz fue la llave de todos sus manantiales, y de inmediato descendió a chorros la cascada que bañó sus piernas delicadas. Al mismo tiempo, un torrente de nácar inundó la oquedad ahora desvirgada y un ronco grito de placer saludó el feliz y placentero desenlace.
Nunca olvido cuanto amo a esta mujer. Tampoco olvidaré que realicemos nuevas sesiones de lectura. Sé que eso la apasiona.
Llegó puntualmente, como siempre. Abrí la puerta y estaba allí, hermosa, grácil, con su porte altivo y elegante, sutilmente perfumada y con las manos adelante sosteniendo su bolso.
Adelante querida, pasa. Avanzó y al pasar le deposité un beso en la mejilla que la hizo detener; seguí hasta su cuello, hasta su nuca y noté su estremecimiento leve, placentero y callado. Ven, ya está el café, dame tus cosas y ve a sentarte. Llevé su bolso a una habitación contigua y volví hacia ella. Mientras tomábamos café charlamos de cosas sencillas y triviales. Su trabajo la tiene más que ocupada pero siempre hace un tiempo para mí.
Vamos, le apunté mirándola a los ojos luego de que hubiésemos bebido el ultimo sorbo de café, que casualmente apuramos ambos al mismo tiempo. Me siguió hasta la habitación, le abrí la puerta y ella entró. -Hoy tienes…. exactamente ocho minutos con cuarenta segundos, le remarqué sonriendo mientras cerraba a mi salida. –Sí Señor, asintió con deliciosa voz; su voz, profunda y dulce. Siempre le cambio los tiempos para prepararse. A veces le otorgo quince minutos, a veces sólo dos. Ella obedece ciegamente y ya la encuentro absolutamente preparada como sorprenderla totalmente desnuda. Me deleita cómo se ruboriza cuando la descubro con su faena aún sin terminar. Hay ocasiones en que amo tanto a esta mujer!
Abrí la puerta y ahí estaba. Sentada, con las piernas levemente abiertas y un par de moños negros en el pelo. Vestía un corset -negro también- con un amplísimo escote en forma de triángulo cuya base estaba debajo de sus senos. Sus hermosos y blancos senos, redondos como lunas llenas de morbo y perversión. Su boca era rojo oscuro, con ligeros mechones cayendo sobre la frente. Debo completar que estaba exquisita. Una pollerita corta con volados, medias de red con portaligas de encaje blanco y cintas negras, sendos moños del mismo color arriba de los talones completaban aquél maravilloso cuadro. Bajo la pollera, absolutamente nada.
O si: sólo la rosada y profunda piel. Tenía en sus manos la cadena y el collar. Apoyada en sus rodillas la fusta. Es tan tierna, tan dócil. Me acerqué y acaricie su pelo. Llevé mi mano hacia su boca y la lamió con dulce fruición; puesto el collar, tomé la cadena, la fusta y sin mediar palabra salí caminando. De inmediato se arrojó al suelo y comenzó a gatear a mi lado, sin que hiciera falta tensar de la cadena. Ella sabe cómo me gusta su obediencia.
Atravesamos la sala y llegamos a mi habitación. Sobre la cama, un libro y en el suelo una pequeña alfombra con un almohadón. La ubiqué sobre la alfombra. Toqué su mentón con la fusta y se quedó sentada sobre sus talones, con los brazos estirados y las palmas apoyadas en el suelo. Coloqué la fusta sobre su espalda y me desvestí, despreocupado y feliz.
Me recosté sobre la cama y tomé la fusta nuevamente para acariciarle la mejilla. De inmediato se acercó y comenzó a lamerme con la misma suave intención que hacía poco antes en la Sala de Preparación. Cerré los ojos y me entregué al placer; comenzó por los pies, las piernas, el sexo. Esa maravillosa sensación de posesión total que me invade cuando comienza a lamer los testículos, el glande, saboreando el jugo meloso de mi deseo, es indescriptible. Subió luego por el vientre, mi pecho y al llegar a mi boca la retuve un instante con mi propia lengua penetrándola hasta casi su garganta.
Habitualmente cuando cumple con un lado (adelante o atrás según mi posición inicial) espera que yo me dé vuelta y continúa lamiendo, respectivamente, por la espalda, los glúteos, etcétera. Puedo hacerlo de inmediato u horas después. Ella sólo espera el movimiento como una orden silenciosa. Pero esta vez rompí con la tradicional rutina. Se muy bien que le encanta cuando la sorprendo.
-Ya está. Ahora quiero que me leas este libro, le ordené acercándole el texto que había sobre la cama. Me miró entre asombrada y divertida. Su carita es un tesoro digno de guardar en los recuerdos mas queridos. Creo que ya lo dije: hay ocasiones en que amo tanto a esta mujer! -Leerás para mí. Y mas aún, si te pido un comentario deberás hacerlo. Tienes la obligación de usar tu intelecto y darme tu opinión. No haré uso de nuestro “acuerdo de concordancia”, en donde yo digo y tú lo crees. Por cierto, para hacerlo más divertido, puedes arriesgarte diciendo alguna tontería. Te permito ser creativa y sé que no vas a defraudarme. Cuando digo creativa, pues sé creativa entendido? Otra vez su deliciosa carita y su expresión de curiosidad e incertidumbre. –Sí Señor.
Tomó el libro entre sus manos y comenzó a leer. Yo acariciaba con la fusta su espalda, o sus nalgas, o bien pasaba la otra mano por su pelo. La escena era deliciosamente enternecedora: la obediente perrita leyendo para su Amo. -El Poder. Podríamos definir al poder como la fuerza, potestad o capacidad para hacer, dirigir o influenciar en cosas o personas de manera tal que estas sirvan a un propósito determinado. Algunos autores sostienen que “El poder no se define, se ejerce pues piribim bum bum… piribim bum bum..”
El fustazo chasqueó sobre las nalgas al mismo tiempo que mi propia carcajada. -Excelente!!! Sí que lo haces divertido! No puedo negar que me sorprendiste gratamente obligándome a castigarte con mucho placer. -Gracias Señor, ese latigazo ha sido delicioso. Puedo seguir leyendo? -Dime qué opinas acerca de eso de que el poder no se define sino se ejerce. -Mmm.. no sé creo que… (el segundo fustazo resonó con claridad y empecinamiento)
-Tu obligación es opinar. No digas no sé. - Si mi Amo, perdone a esta perrita. Creo que hay variantes en estas definiciones. Deberíamos preguntarnos quizás cómo se construye el poder y de acuerdo a eso darle una clasificación más adecuada y no tan genérica. Mientras hablaba, tocaba con la fusta sus costados y ella giraba de acuerdo a la orden emanada.
Esta hermosa mujer, altiva y dominante en sus ámbitos privados, enamorada de la palabra, obedecía tras haber aprendido los silenciosos gestos de la fusta. La había amaestrado a mi antojo, y aceptaba con entusiasmo cada mandamiento. Es delicada, fina, inteligente y culta. Hoy le preparé esta sesión para recompensarla por tanta fidelidad y entrega. Ama el lenguaje y sin embargo se somete a mi silencio.
-Su poder sobre mí, por ejemplo, está basado en mi confianza ciega y absoluta. Soy su perra porque, además de Usted someterme, yo lo deseo así. Hay entonces un poder ejercido y un poder consentido mi Amo. -Continúa. Alcancé a divisar una sonrisilla malévola en la comisura de sus labios. Me puse alerta. -Esa clase de poder no esta totalmente descripta. Indudablemente es necesario el piribim… Cómo amo a esta mujer!!! pensé mientras descargaba un nuevo fustazo en su espalda. La muy perversa buscaba su propio castigo, desafiándome en una estrategia de técnica y seducción. -Jajaja!! Ya veo, logras hacerme reír y lograr algún azote sobre tu hermosísimo culo. Mira que bella escena has logrado. -Eres increíble eh? -Ay Amo, qué cosas dice!
Le estaba funcionando a la perfección. Es que tomaría el control obligándome a azotarla cada vez que ella lo deseara, no yo? La sesión no podía ser más entretenida e interesante. Yo, obligado a estar alerta y ella, obligada a esta inusual situación. Complacer a su amo mediante reflexiones que requerían de alguna elaboración intelectual. Continuamos debatiendo el tema entre comentarios, lectura y… más fustazos. Ella estaba encantada. En un momento, la dejé continuar sin interrumpirla.
- Aunque resulta imprescindible conocer el significado de la palabra, también lo es el hecho de saber puntualmente donde se encuentra su origen etimológico. Este se halla en el latín vulgar y más concretamente en el concepto "posere", un verbo que vendría a traducirse como “ser posible” o “ser capaz de”, y que emana de la expresión, pote est, que tiene el mismo significado que la mencionada forma verbal. De allí que cinco patitos se fueron a nadar…
-Esta vez la fusta logró un gemido suave, valiente, que marcó sus nalgas de lado a lado. -Ya veo, le dije mientras le quitaba el libro de las manos. Soy capaz de someterte a mi antojo pues tú has decidido libremente que así sea, puntualicé. -Si mi Amo, he decidido libremente, he ejercido mi poder de decisión para otorgarle a Usted el poder absoluto sobre mi. Complacerlo es lo que màs deseo, eso me libera frente a mis realidades cotidianas, donde tomo otro tipo de decisiones, acerca de personas que dependen absolutamente de mí.
Puedo preguntar algo? -Claro, siempre que pidas permiso ya sabes que puedes preguntar lo que desees. -No le ha gustado la lectura? Casi ví tristeza en esos bellos ojos, ante la posibilidad de no haber satisfecho mis expectativas. Su mirada, siempre de luz, sensual y osada, parecía haberse opacado levemente. -Tu lectura me ha encantado. Ya sabes que me gusta tu voz. Y tus comentarios –como así tus “inocentes” equivocaciones- me han divertido mucho. Relajó su cuerpo, liberó una vez mas su bellísima mirada y me entregó nuevamente su sonrisa, angelical y lasciva.
Bajè de la cama y me aproximé a ella. La besé muy suavemente al tiempo que tomaba entre mis manos sus hermosos pechos y, sin terminar el beso, pellizqué con violencia sus pezones. El dolor le hizo apretar los ojos ya cerrados mientras se entregaba a aquel profundo gesto. -Ponte sobre la cama, perra, ordené a su oído.
Definitivamente hoy será una sesión de experiencias nuevas e inimaginadas. Me dejó expuesto ese hermoso culo que tantas veces he deseado. Comencé a acariciarlo lentamente, mezclando las caricias con palmadas cada vez mas fuertes, que la iban llenando de placer y de dolor. Luego, mientras besaba el paisaje de su espalda, mi mano hurgó en su vulva húmeda y enrojecida de deseo. Pellizqué su clítoris sólo para escucharla gemir. Un gemido quieto ante el impúdico ataque de mis dedos.
Noté como humedecia su interior de hembra en celo. A un costado, un perfumado aceite esperaba desde hace tiempo su protagonismo. Había llegado su hora. Ella sintió la mano pasar untuosa por su lugar cerrado. Se estremeció. -Por fin Amo. Voy a ser totalmente sometida!! Abrí sus bellas nalgas ya encendidas de furioso rojo a causa de la dedicación puesta en tantas y tan firmes palmadas y besé con ganas el tesoro inexplorado.
Se dilató suave, casi en pétalos como una rosa sorpendida por el rocío matinal. Mientras iniciaba el lento ingreso, noté su entrega, desafiando el dolor desconocido, alentada por las oleadas de placer que llegaban desde el clítoris acicateado por mi mano. Maravillosamente lento, increíblemente impúdico, fue llegando el común orgasmo que ella anticipó con suspiros de gata, mordiendo sus labios, abriendo su cuerpo de par en par.
Cuando noté que ya estaba lista, inicié el vaivén sobre el cuerpo poseído. Con la cabeza apoyada en las sábanas mi sumisa sollozaba de placer. -Ahora…. Y mi voz fue la llave de todos sus manantiales, y de inmediato descendió a chorros la cascada que bañó sus piernas delicadas. Al mismo tiempo, un torrente de nácar inundó la oquedad ahora desvirgada y un ronco grito de placer saludó el feliz y placentero desenlace.
Nunca olvido cuanto amo a esta mujer. Tampoco olvidaré que realicemos nuevas sesiones de lectura. Sé que eso la apasiona.
4 comentarios - Sesión de Lectura (BDSM)