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Sam & Carly

CARLY/
Estaba muy tranquila, dándome una refrescante ducha, cuando escucho una voz decir mi nombre.
—¡Carly! ¡Carla! ¡Carlota!—Sam siempre me saludaba así cuando no estaba a su vista—Carly, ¿Donde estas?
Suspiro y cierro la ducha, salgo me seco con mi toalla, me lo envuelvo en el pelo y me pongo mi bata para salir.
—Estoy aquí, Sam—Digo saliendo del cuarto de baño y dirigiéndome a la sala—¿Sam?—Pregunto al no verla.
—¿Mmm.....?—Escucho un sonido que proviene de la cocina.
Voy hacia allí y encuentro a Sam comiendo, como es de esperar uno de los sándwiches de triple jamón que prepara mi hermano Spencer. Ella al verme en bata de baño se sonroja ligeramente, como siempre que me veía así.
—Típico de ti, Sam—Me dirijo hacia mi habitación para cambiarme—Espérame un momento, ya regreso. Trata de no comerte el plato también.
Cuando termino de cambiarme voy a la cocina otra vez.
—¿Entraste con la llave que te di o mi hermano se olvido la puerta abierta de nuevo?
—Estaba abierto—Dice Sam comiendo seguramente su 4º o 5º sandwitch—¿Que "ademof" hoy "em" "ICafy"?
Me río de como habla con la boca llena, aunque no lo crean se ve adorable cuando hace eso, o al menos eso me parece a mi...
—¿"Qfe"?—Pregunta al notar mi mirada de dulzura.
—No, nada—Miento, dándole la espalda para que no note mí sonrojo—No se que podríamos hacer hoy para iCarly.
—¿Qué tal si tiramos a Freddo del edificio desde la azotea? Eso seria divertido—Sam sonríe maliciosamente ante la idea de arrojar a Freddie desde más o menos 8 pisos de altura. Yo la miraba por el rabillo de ojo.
—Pero así no tendríamos quien nos ayude con las cámaras y todas esas ñoñerias de Freddie—Me doy vuelta y la miro—Algo se nos ocurrirá.
Estuvimos hablando unos 15 minutos hasta que llegara Freddie de su reunión de ñoños… creo que al estar todo el Día con Sam se me pegan un poco sus costumbres, pero no me importa… Como decía, después de 15 minutos de charlar con Sam, golpearon la puerta y al contestar que pasara, Freddie entro con su mochila colgada al hombro.
—Hola, Carly—Me saluda con un beso en la mejilla.
—Hola, Freddie.
—Hola Freddo—Lo saluda Sam.
—Demonio rubio—La insulta Freddie.
Sam al escucharlo se levanta bruscamente y le tira lo que le quedaba de su 7º sándwich que, milagrosamente, era mucho a la cara. El rostro de Freddie queda manchado con mayonesa y le quedan colgando de sus orejas algunos trozos de jamón.
—Creo que hubiera sido mejor no haber abierto la boca—Dice sacando un pañuelo de sus bolsillos y limpiándose la cara.
—¡Pues ya no la abras, por que si vuelvo a oír otro insulto dirigido a mí salir de tu boca te meteré tu computadora por donde no te da la luz!—Grito Sam furiosa.
Freddie esquivo el golpe que le iba a dar mi amiga y antes de que ella tratara de ahorcarlo dijo:
—Eh… bueno, yo me iré a preparar todo para el show—Y salio corriendo escaleras arriba.
—Maldito ñoño—Refunfuño Sam yendo al sofá y sentándose, cruzándose de brazos—¿Tu puedes creerlo Carly? Ese maldito ñoño me insulto, ¡A mi! ¡Una pobre y dulce chica como yo es insultada por un pedazo de mierda como el!
—Sam… no me hagas reír—Dije sentándome a su lado y prendiendo el televisor.
Aun me reía cuando Freddie bajo a avisarnos que todo estaba listo y que en media hora tendríamos que subir. El subió de nuevo por miedo a que Sam le rompiera una pierna y nos quedamos solas mirando un dibujo anime que no sabíamos de que se trataba.
—Esa chica se ve ridícula con ese enorme moño en su cabeza… y mira a la otra, parece un pingüino vestida así—Se quejaba Sam. Yo sonreía.
Me estaba aburriendo con ese dibujo, así que recosté mi cabeza en el hombro de Sam y sentí como ella dio un respingo. No llegue a ver bien, pero creí que se había ruborizado notablemente por ese movimiento. Tomo su mano tímidamente y empiezo a acariciarla con mis dedos.
—Carly, ¿Qué haces?—Pregunto Sam con un extraño tono de nerviosismo en su voz.
—No se—Digo con voz divertida—Que suave tienes la piel Sam, nunca lo había notado—Observo un poco sorprendida.
—Eh… gracias, Carly—Saco mi cabeza de su hombro y la miro; esta muy sonrojada—Hay, Sam, ¿Qué te pasa? Tienes la cara más roja que la vez que te comiste esas costillitas con demasiada salsa picante.
—No me pasa nada.
—¡Carly! ¡Ya suban!—Grito Freddie desde el estudio.
Apague la TV y las dos no fuimos arriba. Cuando entramos Sam tomo a Freddie, que estaba de espaldas con su cámara, del cuello, agarro uno de los cables que había por allí y empezó a ahorcar al pobre castaño.
—¡No puedes huir de mi Benson!¡Ñoño idiota! ¡¿Cómo te atreves a llamarme demonio rubio, eh, tarado?!—Maldecía Sam. Freddie pudo meter sus dedos entre el cable y su cuello para respirar
—Pero si eso te lo dije como hace una hora, y me has tirado ese sándwich a la cara. No me mates Sam—Suplicaba Freddie ahogándose.
Yo mientras tanto trataba de separar a Sam de el, sin mucho éxito.
—¡Sam, suéltalo, por la paz! ¡Luego del show ahórcalo todo lo que quieras, pero ahora lo necesitamos! ¡Por el amor de Dios, Sam! ¡No lo asesines!—Ella soltó a Freddie y lo miro con odio.
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—¡Y así terminamos otro episodio de iCarly!—Me despedí de la cámara.
—¡Y recuerden nuestros queridos fans! ¡Coman caramelos y chocolates, báñense en salsa y sepillense los dientes con malteadas todos los días!
—¡Sam, la única que se bañaría en salsa serias tu! ¡Adiós, amigos!
—Estamos fuera.
—Que bien, ya puedes irte a tu casa Freddo—Dice Sam, con desprecio.
—Sam, ya basta. ¿Es que no pueden pasar un día sin pelearse?
—Ella empezó—Se defiende Freddie apuntando a Sam.
—No seas infantil, Freddie—Le digo sentándome en uno de los puff.
—Ya vete, ¿no tienes que ir a alguna otra reunión de nerds y perdedores hoy?
—Pues la verdad me gustaría ver el debate académico de hoy en la universidad que esta próxima a la biblioteca publica de la ciudad.
—Pues anda y deja de malgastar oxigeno con tus estupideces—Le ordena Sam.
El la mira con ira.
—Adiós, Carly—Abre la puerta del ascensor y se mete dentro—Adiós, demonio rubio—Dice al cerrarse la puerta.
—¡¡¡MALDITO IMBECIL!!!—Chilla Sam golpeando la puerta de acero.
—Déjalo, Sam…—Dije masajeándome el hombro.
—¿Te duele la espalda?—Pregunto Sam, con voz tranquila, comparada con la de hace unos momentos.
—Si, hoy no he dormido muy bien y me levante con un dolor terrible… ¿Qué haces?—Pregunte al sentir sus manos en mi espalda.
—Voy a tratar de sacarse ese dolor de espalda—Y empieza a darme masajes.
—Mmm... Eres buena dando masajes Sam—Mientras me da el masaje empieso a dormirme.
Abro los ojos y me encuentro en la escuela, que estaba desolada.
—¡Carly! ¡Carly ven!—Escucho que Sam me llama desde afuera.
Corro siguiendo el sonido de su voz pero al salir no la veo.
—Aquí, Carly—Me asusto y volteo, pero no hay nadie.

—Aquí arriba, amor.
Me extraño al escuchar a Sam diciéndome amor. Miro hacia arriba y veo a Sam subida en el árbol cerca de los ventanales del colegio. Subo fácilmente hasta ella, ya que otras veces nos habíamos subido allí para estar solas.
—¿Porque me llamas amor?—Pregunto sentándome cerca de ella, sobre otra rama.
—¿No te gusta que te llame así? ¿Cómo te gustaría que te llamara entonces? ¿Pastelito, bombón, mi vida, osita?—Pregunta guiñándome el ojo. Yo me ruborizo.
—¿Qué, que? Sam, ¿te sientes bien? ¿Desde cuando me llamas así?—Pregunto muy confundida, por la actitud de Sam, y en parte, por mi sonrojo.
—¿Cómo que desde cuando?—Dice Sam en tono divertido—Desde que somos novias, Carly… ¿No recuerdas?
Yo me quede con la boca abierta de la sorpresa… ¿Yo novia de Sam?, ¿Sam y yo?, ¿Cómo había pasado eso?
—Ven, te haré recordar—Sin esperar mi respuesta me toma de la nuca y me acerca a ella.
Yo seguía helada y deje que estampara sus labios contra los míos. Ella mueve lentamente sus labios tratando de que yo reaccione, pero yo no le correspondo. Se aleja un poco, y con cara de confusión vuelve a besarme. Esta ves cierro los ojos por instinto, y me dejo llevar…
—Carly… Carly—Susurraba Sam—Carly, abre los ojos.
—¿Mmm...?
—¡¡Carly!! ¡¡Despierta!!—Grita Sam separándose de mí.
Abro los ojos sobresaltada y casi me caigo para un lado.
—¡¡AAAAHHHHH!! ¡Sam!—Chillo.
—¿Qué? No te despertabas.
—Pero no tienes que asustarme así.
—Perdón.
—¿Me quede dormida?—Miro que Sam me había llevado hasta mi cama—¿Y me cargaste hasta aquí? Si lo has hecho, si que eres fuerte.
—Si, te has quedado dormida cuando… emmm… te sacaba el dolor de espalda… Y te cargue hasta tu cama para que no te diera algo peor…
—Gracias Sam—Le sonrío—¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?
—1 hora. Te desperté para preguntarte si podía quedarme a dormir. No quiero volver a casa para que mi madre me lance botellas de vodka.
—Claro, Sam. Quedate, puedes dormir conmigo si quieres.
Continuará...

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