Una historia, un protagonista, una fantasía. Todos nos hemos dejado llevar alguna que otra vez por nuestra mente. En esta página nos interesan las fantasías y los protagonistas de nuestros relatos se encargan de vivir las suyas a flor de piel. Una historia por día, un protagonista nuevo, una fantasía distinta. Dejate llevar por la imaginación...
Mojados
El verano siempre fue mi debilidad. El calor, los tragos, la ropa corta, los cuerpos bronceados y mojados, el verano me vuelve loco. Pero hace ya 5 meses que vengo saliendo con Paula y a pesar de que todo eso que me gusta llegó, tengo que comportarme. ¿Pero cómo controlar mi impulso si cada día es un mundo de emociones?
Me llamo Iván, tengo 23 años y soy estudiante y lo mejor de ser estudiante es que de mediados de Diciembre a mediados de Febrero puedo relajarme y disfrutar del verano. Vivo en pleno centro de la ciudad y lo que más me gusta de esta época del año es que uno puede despertarse tarde, vivir la noche y salir a conocer chicas que están más calientes que el pavimento a plena luz del sol.
Pero en invierno conocí a una chica que me cambió el panorama. Paula es divina, flaquita, peticita, ojitos celestes, pelo marrón clarito, nariz chiquita, sonrisa hermosa y una cola impresionante. Empezamos a vernos frecuentemente en los boliches ya que es amiga de una amiga mía y terminamos estando. Al cabo de unos meses de simplemente boludeo, empezamos a salir y desde ese entonces estamos juntos. Podría decirse que ahora tenemos exclusividad, ya que ninguno de los dos está con otras personas, pero el verano me puede y vivo caliente.
Para solucionar este problema Paula, que es una loba en la cama, se vino con una idea simple pero bien efectiva: hacerlo cada vez que pudiéramos. Vivimos a pocas cuadras y ella tiene una casa con pileta y quincho al fondo y el quincho tiene una habitación chiquita con una cama, televisor y otras comodidades. Por lo que varios días a la semana nos mudamos al quincho y terminamos durmiendo juntos en esa pieza. Pero hay días en los que no nos vemos y esos días son los que termino hirviendo.
Ir al club es la perdición. Camila, una chica con la que estuve viéndome el verano pasado, se puso más buena de lo que ya estaba y se dedica a tomar sol de espalda todas las tardes. Como es de esperar, su culo es una de las atracciones primarias para nosotros y los chicos no pueden entender como no me la encaro otra vez, después de todo ella alegó que se moría de ganas de volver conmigo. Pero lo que mis amigos no entienden es que además de sexo, con Paula conectamos muy bien.
Obviamente me gusta muchísimo físicamente y me hace acabar de una manera descomunal cada vez que la veo. Pero además de eso, con Pau conectamos muy bien. Es graciosa, simpática, tierna, romántica y le gusta pasar el tiempo conmigo. Las tardes nos quedamos hablando y charlando en su casa y disfrutamos de estar el uno con el otro. De vez en cuando hay alguna pelea o una escena de celos tonta cuando aparece una amiga mía o un pibe que se la chamuya a ella, pero los dos sabemos que estamos el uno para el otro.
Es por eso que nuestra primer pelea grande fue algo complicado para nosotros, mucho más teniendo en cuenta que se dio en pleno verano. Un sábado a la noche que nos juntamos con unos amigos de ella en su casa, una de las chicas me atrapó la vista por un segundo (y con esas tetas no era muy fácil disimular) y ella se enojó. El problema vino cuando a la noche no quiso hacer nada y me terminé yendo a las 3 de la mañana a mi casa. Al día siguiente seguía enojada y yo que no quería discutir terminé yéndome al club. Esa misma noche, Camila subió una foto vieja de nosotros dos al facebook y me etiquetó. Nuevamente Paula estalló de celos y no había manera de calmarla. Los dos días siguientes, casi que me ignoró.
Cansado de tanta idiotez decidí darle tiempo para que se calme e irme al club. Pero esa tarde del club iba a ser muy larga. Camila y sus amigas no paraban de tomar sol en el borde de la pileta y las tetas y los culos para ver eran muchísimos. La rubia tetona de la punta, la morocha culona de al lado, la flaquita con culito manzanita, la de malla verde entangada. Había variedad para la vista.
Con los chicos nos metimos en la pileta a unos metros de ellas y segundos más tarde ellas se acercaron para hablar. Camila definitivamente se había puesto en campaña para conquistarme y después de unas bromas y de tirarme algo de agua, se dedicó a abrazarme y tocarme cada vez que podía, así como apoyarme la cola y las tetas por todo el cuerpo. Al final, las chicas volvieron a sentarse sobre el borde de la pileta y nosotros nos quedamos un poco alejados pero mirándolas con ganas.
Uno a uno los chicos se fueron yendo, pero yo me quedé. Estaba hipnotizado y no podía sacar la vista de ellas, en especial de Camila. En ese momento estaba de espaldas, hablando con la chica de al lado y su cola estaba parcialmente tapada por el agua, que subía y bajaba rozando su piel. La malla finita bien mojada se metía entre sus cachetes. La suavidad del agua tocando su cola…
Camila se dio media vuelta, se metió en el agua y vino caminando decidida hasta mi. “¿Pasa algo que me mirás?” me preguntó decidida. “Me calienta tu cola” le respondí y automáticamente ella se tiró encima mío y pasó sus brazos sobre mis hombros. Comenzamos a besarnos con un beso bien caliente y apasionado. Su lengua se metía en mi boca y jugaba con la mía, mientras que sus dedos se mezclaban con mi pelo. Mis manos no pudieron contenerse y bajaron desde su espalda hasta su cola y agarraron bien firme sus dos nalgas que estaban en llamas.
Alguien nos iba a ver y nos iba a decir algo, el guarda vidas nos iba a echar. Pero miré rápidamente alrededor y no había nadie, el club estaba completamente vacío y éramos nosotros dos los únicos que estábamos ahí, así que nos dejamos llevar más y más. Las manos empezaron a irse de lugar y Camila bajó la suya por mi pecho hasta llegar a mi malla y tocó mi bulto que empezaba a hacerse notar.
- Como extraño esta poronga.- Me dijo al oído.
En mi cara se dibujó una sonrisa que indicaba que el placer estaba por llegar. Camila se bajó de mi y me sacó la malla con algo de brutalidad y acto seguido me bajó el bóxer. Empezó a pajearme debajo del agua y la sensación era muy excitante. Su cara, en frente de la mía, denotaba una expresión de deseo y eso me calentaba más y más. Sus hermosas tetas en frente mío me pedían a gritos salir del bikini. Y las dejé salir. Le saqué la malla y empecé a manoseárselas y a Cami le gustaba. Agaché la cabeza y comencé a chupárselas con ganas y ella enseguida comenzó con sus típicos gemidos de placer. Si algo me calentaba mucho de ella era que con tan solo tocarla, gemía como loca.
- ¿Me dejás a mi ahora?- Me dijo y me volví a apoyar contra el borde de la pileta.
Camila comenzó a agacharse sin soltarme la verga y besando todo mi pecho. Cuando llegó a la cintura, el agua empezó a taparla y para mi sorpresa eso no fue un problema y siguió bajando. Metió la cabeza debajo del agua y comenzó a chuparla como loca. Con la gravedad como enemiga, su cabeza se levantaba, pero ella seguía mamándola. Para ayudarla levanté la cintura y dejé la cintura a centímetros del borde, sin embargo ella continuaba con su pete abajo del agua.
Salió a respirar y volvió a meter la cabeza para seguir chupándome la pija. Era una sensación increíble y me encantaba hacerlo. Estiré mis brazos y los apoyé contra el borde, relajándome y disfrutando del excelente oral acuático que Camila me estaba haciendo. De vez en cuando levantaba la cabeza para tomar aire, pero sin problemas volvía a meterse bajo el agua y seguía chupándome la pija desde la base hasta la cabeza.
- Cogeme.- Me dijo cuando se levantó por cuarta vez.
Yo al di vuelta y la obligué a bajar el cuerpo y su cola quedó en primer plano. Le corrí la malla hacia un costado y apoyé mi pija en la punta de su conchita. Hice algo de presión y se la metí bien a fondo y ella emitió un gemido de placer apenas lo hice. Estiró sus brazos hacia atrás y se los tomé por la muñeca, haciéndola prisionera de mi. Comencé despacio a mover mi cuerpo y se la metía bien a fondo. Ella gemía con cada penetración profunda de mi verga. Su conchita estaba en llamas. Sus gemidos, para nada disimulados, se debían de escuchar por todo el club.
Le solté las manos y las apoyé sobre su cintura y empecé a darle más duro. Mi pija entraba y salía de su conchita casi por completo, generándonos un placer increíble a los dos. Ella gritaba y gemía. “¡Sí, sí! ¡Cogeme!” me pedía como loca y el recuerdo del verano pasado se vino directamente a mi mente. Subí mi mano derecha por su espalda hasta llegar a su cabeza y tomé un manojo de pelos y los tiré hacia atrás.
- ¡Ay sí!- Gritó ella combinando dolor y placer.
Le daba cada vez más fuerte. Me la cogía como loco y sus gemidos eran cada vez más y más excitantes. “¡Ay Iván! ¡Cogeme, dale!” me pedía como loca y yo le daba más y más duro mientras tiraba de su pelo hacia atrás. “¡Cogeme! ¡Así, cogeme bien fuerte!” insistía y yo le daba cada vez más y más duro. Mipija estaba que explotaba. Mi calentura era inmensa. Camila no para de gemir. Su malla rozaba mi pija y provocaba una sensación hermosa. Su conchita húmeda era el paraíso.
Le saqué la pija justo de adentro y empecé a largar leche a lo pavote. Un primer chorro salió disparado y cayó sobre su cola. Ella enseguida comenzó a esparcírselo por todo el culito y la cintura mientras yo seguía acabando y formaba un charco de semen alrededor de su cuerpo…
- ¡Iván! ¿Estás?- Me preguntó Camila.
Parpadeé varias veces y volví a la realidad. Me había quedado inmóvil mirando hacia la nada y con la boca semi-abierta. Camila volvió a preguntarme si quería ir a tomar una cerveza con ellas y algo atontado le dije que sí. Me levanté pero enseguida noté una erección enorme en mi malla y volví a meterme en el agua. “Ahora voy” le dije y miré como se alejaba caminando despacio. Su cola me había vuelto loco y definitivamente quería volver a cogérmela. El verano siempre fue mi debilidad.
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4 comentarios - Mojados (Fantasía)
Gracias por pasar!