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Trío con pareja amiga

Capítulos anteriores:
Autoexperimentando
Fantasía: cambio de rol con mi novia
Recibí ayuda de mi amiga especial


(los nombres, oficios, y demás posibles datos de caracter personal han sido modificados para proteger la identidad de los implicados, empezando por yo mismo)

La noche que había pasado con Sara me había abierto varias puertas. Por lo menos, el sentimiento de culpabilidad que sentía por tener aquella debilidad (sexo anal) se me había pasado, y había vuelto a mi rutina habitual: sexo cuando ligaba con una chica, pajas cuando volvía a casa sólo.

Ella no me había pedido repetir la experiencia otra noche. En cierto modo eso me tranquilizó, pues no me hubiera gustado que se encaprichara de mi. En otro cierto modo, me daba rabia porque de vez en cuando me apetecía. Pero no podía ir siempre a buscarla yo, o también me habría encaprichado.

Un día me llamó una pareja de amigos, Ana y Fernando, para que fuera a tomar algo a su casa. Eran amigos desde hacía años. Estudié con Ana todos los cursos elementales, hasta que ella hizo carrera en I.T. y yo me metí a Magisterio. Conocí a su novio haciendo carrera, y fui yo quien les presenté. Así que el día que me invitaron a tomar algo, me imaginé que iban a decirme que se casaban.

"Queremos un trío contigo", fue lo que dijo Ana. Y a punto estuve de escupir mi cerveza del susto, aunque finalmente solo me atraganté.

Ana era rubia natural, pero se había teñido el pelo en azul. Ojos verdes, caucásica (pero tan pálida que podría parecer albina), unas tetas de buen tamaño perfectamente naturales, y un culo con el que admito haber fantaseado (y más cosas) en mi adolescencia.

"¿Estás bien?", me preguntó Fernando. Yo aún estaba tosiendo.

Fernando era de complexión promedia. Pelo castaño oscuro que se había dejado largo, sin barba, y con un tono de piel moreno natural. Con el pantalón puesto, desconocía si estaba bien dotado.

"Sí, es que estoy sorprendido. No es la típica petición, ¿sabes?"

"Lo sabemos. Pero pensamos que no te importaría. Como Sara nos contó que os habíais acostado...", dijo Ana. Chivata, pensé. "Y nos viene muy bien, porque no conocemos a nadie más que nos inspire esa confianza".

"¿Confianza? ¿Yo? ¿Tanto como para hacer un trío?"

"Por supuesto. ¿Cuantos años has sido amigo de Ana y no te la has intentado tirar? No me negarás que te pone. Y prefiero eso a un loco que haya por la calle".

Hijo de puta. Qué directo estaba siendo. Pero bueno, era mejor tener el camino allanado si aquello iba a ocurrir. Pero antes de ceder a aquella extraña (pero morbosa) situación, quería saber algo.

"¿Habéis hablado de los límites?", les pregunté. Fue Ana quien me respondió.

"Sí. Fernando tiene curiosidad por probar un pene, y si se anima, que se lo metan, pero no empezando por ahí. Yo quiero una doble penetración, pero si no hay condones, tú no podrías hacérmelo por delante. Como es obvio. Y tú, ya nos explicaron que no quieres tener una polla en la boca, así que no ocurriría, pero él tiene curiosidad por metértela".

Sopesé la oferta. Tentadora. Muy tentadora. Cierto era que el imaginarme a Fernando follándome el culo no me agradaba del todo (recordemos que Sara era una mujer para mi), pero en líneas generales, aquello estaba bastante bien.

"¿Y cuando habíais pensado en hacerlo?"

"Pues hoy, o mañana... Es que cuando venías nos hemos dado cuenta de que se nos acabaron los preservativos, por eso Ana te ha explicado lo de la penetración. Si fuera mañana estaríamos preparados".

Pero si me habían llamado para ese día era porque les apetecía hacerlo ese día. Y yo era muy generoso como para no aceptar. Así que, terminada la bebida, fuimos al dormitorio conyugal.

Fernando me propuso que desnudara a Ana primero. "Sé que te gusta su cuerpo, aprovecha", me dijo. Y yo era muy generoso, así que ayude a aquella diosa a desnudarse. Le quite la camiseta blanca, revelando un sujetador de encaje negro. La rodeé con los brazos para alcanzar el cierre, se lo desabroché, y le quite la prenda, aprovechando para tocar por primeras vez aquellas tetas. Hice lo propio con su pantalón y probé a quitarle las braguitas a juego con el sujetador usando los dientes.

"Joder, cómo me estás poniendo".

Mire a Fernando. El muy pervertido se había desnudado ya y se estaba masturbando mientras me veía desnudar a Ana. Aproveché para echar un vistazo, y procuré no sonreír. No estaba más dotado que yo, y eso me alegraba.

Sólo quedaba yo con la ropa, y aquella pareja se ocupó de quitármela. Ella enfrente mía, él por a espalda, me desabrocharon la camisa y me la quitaron. Bajaron, y me quitaron el pantalón. Ella apoyó la cabeza sobre mi polla, cubierta por el bóxer, pero perfectamente erecta, y él me masajeó el culo. Joder, me estaba poniendo muy cachondo.

Tiraron a la vez de mi ropa interior hacia abajo. Ana estaba tan cerca de mi polla que esta la golpeó ligeramente en la mejilla. Sonrió, y sin juegos previos, se la metió en la boca. Me la chupaba con ganas. Con demasiadas ganas, pues hacía succión con sus labios. Si continuaba así, me iba a correr en muy poco tiempo, y sentí una pizca de envidia hacia Fernando, que podría recibir aquellas mamadas más frecuentemente.

Él había continuado jugando con mis nalgas, y ahora gateó para quedar enfrente de mi. Ana sonrió y liberó mi pene de su boca. Él, que debía ser la primera vez que probaba una, empezó simplemente a lamérmela con la lengua. Ana jugó con mis testículos y le fue guiando. El chico probó a lamerme la punta, y poco a poco, se la fue metiendo entera en la boca.

La soltó. Ana me dio tres mamadas muy profundas y le pasó el relevo. Fernando hizo lo mismo que ella, más despacio. Yo me estaba volviendo loco de ver a aquellos dos compartiendo mi pene. Se alternaban para darme entre 3 y 5 mamadas antes de pasarla al otro.

Llegó el momento en que Fernando se apropio de mi pene, y lo mamó el sólo. Ana se puso en pie, asegurándose de lamer mi torso mientras lo hacía, y me susurró al oído: "Córrete en su boca primero". No me tuvo que insistir, pues yo no aguantaba más. Ella se arrodilló de nuevo, y en ese momento, solté mi primera carga en la boca de Fernando. Él se apartó, y Ana le sustituyó. Continué corriéndome en su boquita.

La noche había empezado oficialmente, y ahora debía ceder ante las demás fantasías de la pareja. Fernando y yo nos arrodillamos en la cama, y juntamos nuestros penes. Ana estaba sentada en medio sobre sus rodillas, con la cara a escasos centímetros de nuestras erecciones. Se animó, y empezó a mamarlas a la vez. Despacio, muy despacio al principio. No quería que se le fuera la mano. Tardó unos minutos en conseguirlo: tenía ambas pollas llenando su boca. Jugueteó con su lengua y con cierto esfuerzo (a pesar de que sonreía) nos comió la polla a ambos despacio pero sin detenerse.

Pero no iba a esperar a que nos corriéramos. Aquello satisfacía su curiosidad y al tiempo, lubricaba el pene de Fernando, que yo sabía dónde iba a estar dentro de muy poco. Ana separó sus piernas para mí. "Cómemelo", ordenó. Y yo iba a hacerlo, por supuesto. Me incliné hacia adelante, y hundí mi lengua en esa saladita vagina. No era el mejor sabor del mundo, pero averiguar que Ana gemía más que una actriz porno era un precio justo. Así que empece a comerle el coño con ganas, mientras intentaba relajar mi ano, en el que Fernando ya estaba jugando para poder metérmela.

Su ansia le pudo, y sentí como toda su polla entraba dentro de mi culo. Fui a gritar, pero al abrirla, se me llenó la boca del coño de Ana. Ella sí que pudo gemir. Aquello sí que debía gustarle. En cualquier caso, les debía a ambos un orgasmo, de forma que continué lamiéndole la vagina, mientras Fernando me follaba (y me excitaba al mismo tiempo... joder, era delicioso).

Conseguí que Ana se corriera (y hubiera jurado que soltó un poquito de squirt al hacerlo), y me acomodé sobre ella para lamerle aquellas preciosas tetas mientras él continuaba metiéndome y sacándome la polla. Intenté que no se me notara mucho, pero me encantaba aquella sensación de tener algo que entraba y salía de mi culo. Era una especie de masaje muy agradable, al menos si se hacía despacio pero con firmeza como él. Sentí que se tensaba detrás de mi, y unos segundos después, noté que algo viscoso se escurría por mi culo. Había eyaculado.

Me noté el culo húmedo cuando me sacó el pene. Tenía el ano manchado de su semen (ya que el se había asegurado de dejarlo así), pero no dije nada al respecto. Aquella pareja tan sexual aún quería algo más. Y yo iba a dárselo.

De modo que me senté, y Ana se sentó sobre mi polla, que llevaba erecta desde que me la había chupado, y comprobé que su culo era delicioso. Masajeé y toqué sus pechos como un loco, mientras ella mamaba de la polla de Fernando, para que se le volviera a poner dura pronto y la pudiera follar también. Ella se sacó el pene de la boca, ofreciéndomelo por si tenía curiosidad, pero le sujeté la cabeza e hice que se lo volviera a tragar. Fernando suspiró con resignación, pero al final se echó hacia atrás (sonó un "plop" al sacar el pene de la boca de su novia) y se sentó enfrente de ella, clavándole la polla de un golpe.

Ana comenzó a cabalgarnos a ambos. Fernando y yo la ayudábamos a subir y bajar por nuestros respectivos miembros, Ella gemía mucho. Era obvio que quería una situación así durante mucho tiempo y que la estaba gozando. Fernando lamió sus tetas mientras ella aceleraba el ritmo. Me iba a correr. Me iba a correr mucho. Descargué todo mi semen en el culo de Ana mientras el hacía lo propio en su coño. No os imagináis lo porno que era verla tumbada con ambos orificios manchados de semen.

"Si te quedan fuerzas... tengo curiosidad por que me folles" dijo Fernando, y para que no me pudiera negar, se puso en cuatro, muy ofrecido. Ana pasó una pierna por encima de él, sentándosele encima, y le separó las nalgas. No podía negarme a aquella invitación, así que me acerqué a él y metí toda mi polla en aquel culo. Me sorprendió la facilidad con que lo logré. El gimió. Encima de él, Ana observaba con mucho interés el deslizamiento de mi pene en el ano de su novio. Parecía hipnotizada por el movimiento, y se llevó una mano a la vagina. Se masturbó y juntó sus labios con los míos mientras yo seguía follándome a su novio.

Sin embargo, a Fernando aquel rollo no debía gustarle mucho, y me pidió que me detuviese antes de poder correrme. Obedecí, por supuesto, pero no tuve que lamentarme. Ana se ocupó de chupar y masturbar mi pene ante la mirada de él, que parecía complacido de verlo. Acabé bañando su rostro de semen, que luego fue a limpiarse.

Como ya había oscurecido, me ofrecieron que me quedase a dormir. Acepté, y pensé en irme a descansar al sofá, pero insistieron en que la cama tenía el tamaño suficiente para dormir los tres, así que acepté la invitación.

Me desperté pocas horas más tarde. Más bien, me despertaron. En la oscuridad de la noche, alguien me la estaba chupando. Entraba algo de luz por la ventana, de las farolas de la calle, y pude ver que se trataba de Ana. Fernando seguía profundamente dormido. Así que mi amiga aprovechaba para divertirse un poco.

Pensé que iba a mamármela hasta que me corriera, pero me equivoqué. Cuando se dio cuenta de que me había despertado, cambiamos de posición, intentando que Fernando no despertara. Se puso nuevamente abierta de piernas, y me agarró la polla. Era obvio que quería que me la follara. Busqué la entrada a su ano, pero antes de metérsela, ella se movió. Su coño devoró mi polla. Me sorprendió mucho.

"¿Qué haces?"

"Fernando no quería esto. Pero yo sí. No te preocupes, tomo la píldora", me confesó. "Pero me dijo que se pondría celoso".

Eso me cuadraba bastante. Pero en ese momento ya daba lo mismo. Empecé mis movimientos de cadera. Aún no me podía creer que me estuviera follando a mi amiga, una que me había hecho perder la cabeza más de una vez. Era consciente de que aquello no se podría repetir, así que intenté disfrutarlo. Sin hacer ruido, mi pene se fue deslizando por su vagina, muy cálida, y jodidamente excitante.

Pero no nos dimos cuenta de que Fernando se había despertado... hasta el momento en que él me separó las nalgas y hundió su polla dentro de mi culo nuevamente. Ahí tuve que gemir, pues había sido demasiado repentino.

"Juraría que no quería que esto pasara... Pero ya que estamos..." dijo, y volvió a penetrarme.

Llevó él el ritmo, pues cada vez que me embestía, yo penetraba a Ana. De esta forma, me fue follando mientras yo me perdía entre el placer que estaba recibiendo mi culo y el placer de follarme a Ana. Mi culo estaba encantado por los cuidados que estaba recibiendo, y sentir que volvía a descargar su semen en mi culo aceleró mi propio orgasmo, corriéndome dentro de Ana.

Sin embargo, no nos separamos de inmediato. Nos permitimos disfrutar un rato más, yo del pene de Fernando en mi culo, y Ana con mi polla en su coño. Cuando nos separamos, fue él quien limpió todo resto de semen: empezó por lo que él mismo había descargado en mi culo, luego me dejó bien limpia la polla, y finalmente empleó la lengua en el coño de Ana.

Volvimos a dormir, esta vez en serio... Pero por si alguno despertaba con ganas de mambo, Fernando durmió pegado a mi espalda, con su pene apuntando a mi culo; y su vez, el mío descansando sobre los labios vaginales de Ana.

2 comentarios - Trío con pareja amiga

gafaal +1
excelente!! me dejaste con la pija dura!!!