You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Asumiendo mi papel de cornudo VII

Gracias nuevamente por los comentarios y puntos. Acá va un capítulo mas extenso que el anterior sobre el fin de semana de emputecimiento que pasamos Mi mujer y yo con nuestros tres amigos. Pero no es todo, en el próximo capítulo continúa la descripción de todo lo que hicimos aquel fin de semana.
Luego del polvazo que nos echamos con Mariana, dormimos cómo dos horas, cuando despertamos eran cerca de las siete de la tarde. Nos bañamos y bajamos al comedor, Mariana casi en bolas, tan solo con la tanga del biquini, y yo con el short de baño, ya que es lo único que teníamos cuando subimos.
Nuestros amigos estaban en el living mirando una película de ciencia ficción, bebiendo cervezas y comiendo una picada.
Mariana fue por su vestido que había quedado al lado de la pileta, y yo a descargar la valija del auto. Aprovechamos para hablar un poco entre nosotros y ver que hacíamos, si teníamos ganas de seguir con el juego. Los dos expresamos nuestro deseo de continuar, nos dimos un abrazo fuerte, nos besamos y entramos al living.
Nicolás también nos preguntó si estábamos disfrutando y si nos quedábamos hasta el día siguiente. Cuando le confirmamos que sí, nos dijo que si nos animábamos, habían pensado en algo para ponerle más morbo al juego, y se acercó a Mariana, diciéndole algo al oído, a lo que mi mujer se quedó pensativa y le respondió que sí, con una risa cómplice.
Cuando pregunté intrigado en qué consistía el juego, me dijo que tenía que esperar un rato para saber, para ponerle más suspenso y morbo, y que mi mujer le iba a ayudar con los preparativos, pero que primero tenía que dar el okey, que no me preocupara que estaban seguros de que me iba a encantar el juego.
Mariana me miraba y se reía, Nicolás le dio una palmadita en la cola y le dijo que lo acompañara arriba. Yo los miré creyendo que el juego era ese, cogerse a Mariana sin que yo lo viera, haciendo que imaginara todo, pero Nicolás, adivinando mi suposición, me dijo, “no te ilusiones, Darío, que no me la voy a coger…… Por ahora, jaja”
Juan, Fernando y yo nos quedamos tomando cerveza y mirando la peli. De pronto, Juan se comienza a acariciar la pija por encima del short, y dice, “Que buena cogida, Darío, cómo les gusta la pija a tu mujer y a vos, aunque debo confesar que lo que más disfruto es cogerme a la putita de tu señora, con ese aire intelectual, tan profesional, pero coge como la mejor de las putas”
Sus comentarios me tomaron desprevenido, la verdad es que me chocó bastante que hablara así de Mariana fuera del contexto de la actividad sexual en sí, pero también me comencé a excitar mucho.
El notó mi reacción y me dijo: “No lo vas a tomar a mal, Darío, lo digo cómo un elogio”, y acercándose un poco a mi oído me dice, “¿acaso no te gusta verla emputecida por nosotros? ¿decime que no se te para cómo un burro cuando se devora mi pija?”
Esto lo decía mientras se acariciaba y sacaba su verga, re parada. Yo sentía fuego en la sien, y no le podía contestar, tampoco podía dejar de mirarle con deseo la pija parada y con la cabeza mojada.
“Vení cornudito”, dijo Juan, “no contestás pero la forma en que mirás mi pija confirma que esto te encanta. Dale, se un buen cornudito y chupamela un poco”.
Y como si estuviera hipnotizado, me arrodillé entre sus piernas y comencé a lamer y chupar esa pija con muchísimo morbo, realmente la devoraba, estaba re caliente, y Juan me seguía hablando y excitándome aun más.
Yo se la chupaba mientras él me hablaba y hacía zapping con el led.
Fernando nos miraba y se acariciaba despacio.
“¿Siempre fue así de putona tu esposa?” me decía Juan
Y yo me sacaba su pija de la boca para responderle rápido que no, y seguir con la mamada. Esa situación me volvía loco de calentura.
“Te cuento que de esto no hay retorno, cornudito. Una vez que se desata una puta así no hay vuelta atrás, no te va a quedar otra que resignarte a disfrutar de tus cuernos, porque una puta así necesita todo el tiempo pija de otros machos”, decía Juan…
“¿Te calienta eso, cornudito?” insitía….
“Sí, me re calienta”, respondía yo, rápido, jadeando, y me volvía a meter de nuevo a la boca esa pija hermosa que chupaba cada vez con más desesperación”
“Muy bien, vas a ser un buen cornudo……… Dale, chupá bien y demostrá que también sos una buena putita, eso, así, mmmm!”, gemía Juan, mientras me atragantaba de pija….
Estábamos en eso cuando aparecieron Mariana y Nicolás. Mariana me miró con una cara mezcla de sorpresa y morbo, con una leve sonrisa algo maliciosa, cómo diciendo, “ah, pero que puta que sos”, y Nicolás dijo riéndose: “por lo que veo no creo que esta putita tenga inconvenientes por el juego que le vamos a proponer”.
Yo miraba a Mariana como intentando excusarme de lo inexcusable, mientras todos se reían de la situación.
Nicolás dice, “bueno, vamos a contarte en qué consiste el juego, Mariana ya está al tanto. Se trata del juego de las dos putas y los tres machos”
Yo lo miraba sin terminar de entender, porque de hecho, es a lo que estábamos jugando desde el mediodía.
“La idea es que sean dos putas de verdad en el juego”, Dijo Nicolás, “así que Mariana te va a depilar todo y vestirte como una verdadera putita”
Yo me quedé de piedra, la verdad es que no estaba en mis planes hacer nada de ese estilo, que implicara feminizarme…….
Todos me miraban expectantes, aguardando mi respuesta, y yo no podía responder, la verdad es que no quería seguir con eso, pero algo me impedía decir que no, porque a la vez lo deseaba….
“Bien, el que calla otorga”, dijo Nicolás con algo de humor, “Mariana, acompañala y preparala bien”, dijo nuestro amigo, refiriéndose a mi en femenino.
Mariana me agarró de la mano y yo obedientemete y en silencio fui al baño con ella agachando la cabeza.
El hijo de puta de Nicolás ya había planeado todo, había comprado cera para depilación y tenía un traje de sirvienta putita para mi, con una peluca. Se notaba que no era nuevo, así que seguramente debía haber emputecido a más de uno con eso.
Mariana me hizo desnudar y fue depilando con mucho cuidado todo mi cuerpo. Yo a esa altura no podía ni pensar, solo estaba entregado, con los ojos cerrados, mientras ella me depilaba, y sólo los abría cuando la cera me tiraba demasiado, y me quejaba un poco.
El proceso de la depilación y maquillaje duró como dos horas o más. Quedé completamente lampiño. Después de depilarme me baño, me pasó crema humectante por todo el cuerpo, me maquilló y me hizo poner un conjunto negro de cola less, medias caladas, portaligas y un corset, finalizando con una peluca negro azabache, de pelo lacio, con el flequillo recortado arriba de las cejas.
Después me puso el traje de sirvienta puta, que consistía en una pollerita que dejaba todo mi culo afuera, un delantal blanco muy pequeño, y unos guantes blancos que cubrían la mitad del brazo.
Cuando estuve lista ella también se produjo con un conjunto de medias, portaligas y una camisa muy chiquita y apretada dejando prácticamente afuera sus tetas, que estaban apretadas en un corpiño de encaje que hacía juego con el resto del conjunto. También se puso una pollerita parecida a la mía, pero ella estaba caracterizada como secretaria putita.
Durante todo el tiempo que duró mi transformación y su producción estuvimos prácticamente sin hablarnos. El roce de las prendas femeninas con mi cuerpo depilado y la tanga metida en la cola me producía una sensación muy placentera. Cuando Mariana terminó de arreglarse me agarró de la mano y volvimos al living.
Cuando nuestros amigos nos vieron empezaron a aplaudir y silbar. Me miré en un espejo grande que había en el living y no lo podía creer, salvo por el tamaño de mi espalda y brazos, me veía como una mujer muy atractiva. Siempre tuve buen culo y piernas estilizada, y más de una vez me han dicho que soy carilindo.
Los hombres nos ofrecieron bebidas, yo pedí algo fuerte y me tomé un wisky doble casi al seco, e inmediatamente pedí otro, que lo tomé tan rápido como el primero. Recién con el tercer wisky conseguí salir de ese estado como de estupor en el que me encontraba y comenzar a relajarme.
Nicolás y Juan hicieron sentarse a Mariana entre ellos dos, en el sofá, y yo me senté con Fernando en un sillón más chico.
Entonces nos explicaron cómo habían imaginado el juego, que si nosotros aceptábamos jugarlo, seríamos sus putitas hasta el día siguiente, y podrían cogernos cuantas veces quisieran, sin que Mariana tuviera que consultar nada conmigo.
Pero que además, yo sería la encargada de servir las bebidas y alcanzar todo lo que los demás me solicitaran, además de asistirlos en lo que pidieran, por eso me habían caracterizado de sirvienta.
Juan puso música suave y nos hicieron bailar y acariciarnos como dos lesbianas, mientras ellos nos miraban y se masturbaban. Después nos rodearon con sus pijas afuera, nos hicieron arrodillar, y chuparles sus pijas, intercalando entre las tres.
No puedo describir nuestra sumisión en ese momento, ni las ganas con las que nos devorábamos esas pijas. Nos besábamos entre nosotras, cambiábamos de pija, chupábamos entre las dos la misma verga o nos metíamos de a dos penes en la boca. Era puro vicio, les juro que me sentía toda una puta desatada y me encantaba, estaba fascinado con aquello.
Luego de la soberbia mamada que les dimos con mi mujer, Nicolás dijo que ahora teníamos que ocupar cada cual nuestro lugar en el juego, por lo cual me dijo que en ese momento mi tarea como buena putita consistía en mantener bien calientes las vergas de los machos que iban a emputecer a mi amada esposa por turnos, como a una verdadera puta. Me explicó que ahora sí se iba a coger a Mariana a puertas cerradas, como el quisiera, y que el resto iba a hacer lo mismo. Me aclaró que yo solo podía subir a la habitación si ellos me lo requerían para atenderlos.
Por ultimo, Nicolás agarró algo de un aparador y dijo: “ cómo broche de oro, falta algo indispensable para ser un buen cornudo”. Y me colocó un cinturón de castidad para cornudos, dejando mi verga encerrada en inutilizable.
Nuevamente me quedé un poco cortado, pero la verdad es que a esa altura no iba a decir que no prácticamente a nada. Por lo tanto, me arrodillé y, obedeciendo la orden de Nicolás, seguí mamando las vergas de Fernando y Juan alternativamente, mientras miraba de reojo cómo Nicolás agarraba del culo a mi mujer y juntos subían la escalera.
Mientras seguía mamándosela a los dos machos, escuchaba los gemidos y guarradas que decía mi mujer mientras Nicolás le daba verga a más no poder. Veinte minutos después escuché a Nicolás llamándome. “Subí, cornudita…..!”
Cuando llegué, casi me explota la pija adentro del cinturón de castidad, debido a la imagen que vi. Mi mujer estaba con el maquillaje todo corrido, boca abajo, despatarrada, con la concha abierta, chorreando leche, y chupándole la verga medio flácida a Nicolás, Me miraba con una cara de puta terrible, sin alterar el ritmo lento con el cual lamia esa pija, y sin dejar de mirarme fijo.
“cornudita, limpiá con tu boca la concha de la putita de tu mujer, que quedó hecha un desastre con la cogida que le pegué. Y después traernos algo de beber”
Me agaché inmediatamente y comencé a lamer los labios vaginales de Mariana muy despacio. Pese a lo humillante de la situación, no puedo negar que disfrutaba terriblemente de lo que estaba haciendo. Lo hice despacio, sin apuro, gozando cada lamida a la concha de mi mujer llena de semen de otro macho. Disfrutaba el olor a flujo y esperma, saboreaba despacio esa leche de macho mezclada con el flujo de Mariana, y mientras lo hacía adoptaba inconscientemente una pose de puta total, arqueando la espalda y levantando el culo en popa, lo que provocaba que la tanga se me metiera toda en la cola, aumentando mi placer.
Cuando terminé mi labor, Nicolás me pidió que les alcanzara unas cervezas, y que después preparara bien las vergas de los otros dos machos para que siguieran atendiendo a mi mujer.
Cuando subí nuevamente con las cervezas, Nicolás y mi mujer estaba haciendo arrumacos, se acariciaban, se reían, y me ignoraban completamente.
Contemplé la imagen un momento, dejé las cervezas sobre la mesa de luz, y baje para continuar chupando las pijas de los otros dos machos que se iban a coger a mi mujer. Y como buen cornudo, le puse todo el esmero posible, disfrutando como nunca de mis cuernos y de ser emputecido de aquella manera.

6 comentarios - Asumiendo mi papel de cornudo VII

oscarvivi33 +1
que lindo seria pasar por esa situacion
manbi33
Me gusto el nivel morboso qur contsd ell relato!
pulporubio
Que caliente! Me dejaste al palo!!