Esta es la historia de Paula, una chica que a los 19 años la curiosidad la empieza a llevar por experiencias nuevas que cada vez resultan ser más intensas. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 8: Semana de calor, sexo y pasión (Parte 2)
El sol pegaba fuerte ese jueves a la tarde. El agua de la pileta estaba hermosa. Pero el calor que sentía en ese momento se debía a que Nicolás se encontraba en la otra punta del solárium y estaba tomando sol con una malla muy cortita y provocadora mientras que los rallos de sol le pegaban en el pecho perfectamente trabajado. Pero no podía acercarme a él, los chicos del 8vo con su madre y la señora del 3ro estaban también en la pileta y como si fuese poco, la babosa madre de los nenes de 7 y 5 años había entablado conversación con él.
“Tenés 39 años, estas casada y con dos hijos que están al lado tuyo, ridícula” Pensaba yo mirándola con odió mientras tomaba sol en una reposera como si no me importara. “¡Dejá de chamuyártelo!” gritaba mi cerebro al ver cómo salía de la pileta y se sentaba en otra reposera de espaldas y seguía conversando con él a pesar de que sus hijos hacían lo posible para llamar su atención. Nicolás, como si nada, le seguía el hilo de la conversación haciendo como si yo no estuviera ahí. Obviamente sabía que no podíamos hacer público lo nuestro, por me ponía bastante celosa que me ignorara de esa forma para hablar con otra vecina. “¡Mirame a mi idiota!” seguía gritando en mi cabeza y al parecer, él me escuchó.
Giró por una milésima de segundo su cabeza y llegó a ver mi cara de odio hacia la vecina del 8vo que no paraba de hablarle. Pero al instante volvió a responderle el comentario que ella le hizo como si yo no estuviera ahí. Molesta, agarré el short y me lo puse rápido, tomé la remera, la toalla y el celular y sin saludar entré al palier para irme a mi casa. Estaba enojada, ofendida, me había ignorado todo el tiempo ¡y encima se ponía a hablar con la zorra esa en frente mío! “Que tarado” pensé.
- ¿Qué pasa Pau? ¿Por qué te fuiste?- Me sorprendió Nicolás de espaldas.
- Nada.- Le dije dándome vuelta, mirándolo unos segundos y volviendo a mirar al ascensor.
- Dale Pau.- Me dijo él posando su mano en mi cintura, pero yo se la saqué al instante.- ¿Te enojaste por algo?- Me preguntó e insistió con su mano en mi cintura. Esta vez yo no la saqué.
- Nada Nicolás. Chau.- Le dije subiéndome al ascensor.
Pero antes de que pudiera cerrar la puerta él entró y me arrinconó contra una de las esquinas del ascensor. “¿Estás celosa de que me pusiera hablar con otra?” me preguntó acercando su cara hacia la mía. Me paralicé por completo. Estábamos muy pegados contra la esquina del ascensor, si alguien entraba nos iba a ver e íbamos a quedar al descubierto. “No te pongas celosa tontita. Nadie me calienta como vos” me dijo al ver que yo no respondía y pasó su mano por entre mis piernas apretando fuerte en mi conchita.
Entonces cerró la puerta y sin que yo reaccionara marcó el botón del subsuelo. Bajamos en la cochera y me llevó de la mano hasta el fondo de esta, pasando por varios lugares vacios y algunos ocupados. Llegamos hasta el último auto estacionado y él abrió la puerta del acompañante sin problemas. “Vení hermosa” me dijo tomándome de la cintura y comiéndome la boca de un beso. Después me sentó en el asiento y él se agachó para besarme de nuevo. La situación estaba pasando tan rápido que yo no podía reaccionar. Seguía celosa de lo que él había hecho, pero estaba tan emocionada y excitada por el momento que estaba pasando que no sabía qué hacer. Cuando reaccioné, Nicolás me había sacado el short y la parte de debajo de la bikini y tenía su cabeza entre mis piernas.
Me chupaba la concha con muchas ganas. Movía su lengua como loco de un lado hacía el otro por encima de mi piel y subía y bajaba su cabeza para lamerme por todas partes. Se entretenía con mi clítoris y después volvía a bajar hasta mi conchita y me cogía bien fuerte con su lengua. Sin pensarlo llevé una de mis manos hasta su nuca y apreté con ganas hundiendo su cabeza entre mis piernas. “¡Mmm que rico!” dije en voz baja por miedo a que alguien apareciera de pronto y nos escuchara.
- ¡Como me calienta cuando te ponés a tomar sol con esas tanguitas diminutas que tenés!- Me dijo él al oído levantándose.
Entonces la puta extrovertida que se había hecho notar los tres días anteriores volvió a salir de mi más profundo ser y fui directo hacia su malla. Se la desabroché con brusquedad y se la bajé hasta los tobillos. Su pija de 20 centímetros, bien gorda y dura se presentó ante mí, la tomé con mi mano y me la metí en la boca para empezar a disfrutarla.
La lamía como loca. Movía mi cabeza hacia adelante y hacia atrás bien rápido haciendo que entrara y saliera de mis labios. Nicolás sostenía mi pelo detrás de mi cabeza con una de sus manos y acompañaba cada movimiento que yo daba. El momento, la situación y la imagen me excitaban mucho y sacaban una parte muy zorra de mí que casi ni sabía que existía. Cualquiera que entrara en ese momento a la cochera y mirara hacia el fondo podía vernos, podía observar como la nena buena y educada del 10mo le estaba haciendo un hermoso pete al vecino nuevo del 5to. Me mojaba mucho pensar en eso.
Me levanté y lo abracé por sobre los hombros y lo besé. Sus manos fueron directo hacia mi cola y la apretó con fuerza para después abrirla y pasar un dedo por ella y hacer presión sobre mi culito. Después me desabrochó la parte de arriba de la malla y bajó su boca hasta mis tetas para lamerlas bien rápido y mordisquearme los pezones a pesar de mis grititos. Volvimos a besarnos y la pasión era increíble.
- Ponete en cuatro sobre el asiento.- Me dijo al oído mientras pasaba su lengua por mi cuello.- Te voy a romper la conchita de lo fuerte que te voy a coger.
Esa misma tarde me crucé nuevamente a la vecina del 8vo y no pude evitar una sonrisa malvada después de saludarla. “Podés ser todo lo puta que quieras, pero la que se lo coge al vecino nuevo soy yo” pensó la Paula adicta al sexo que parecía que había vencido por completo a la Paula puritana y santa. Cuando me recosté sobre la cama entré al WhatsApp y me quedé unos segundos como tonta viendo su foto. Él estaba en cuero en una playa con los brazos abiertos y una sonrisa en el rostro. “¡Qué bueno que está!” insistió la Paula extrovertida. Se notaban sus abdominales perfectamente marcadas, los músculos de sus brazos que tanto me gustaban y su pecho hermoso y depilado que me hacía derretir. No podía creer que alguien así había llegado a mi vida y me había hecho cambiar de esa manera. Me estaba convirtiendo en una adicta al sexo.
El viernes bajé nuevamente a tomar sol con la esperanza de cruzármelo, pero nada. Entré al WhatsApp y vi que no se había conectado desde las 9 de la mañana, por lo que supuse que debía estar viendo algunas cosas de la casa. “Seguro que tiene gente o está acomodando algo” pensé y me relajé para disfrutar del calorcito y de la mañana hermosa que hacía.
A la tarde las chicas empezaron a debatir que podíamos hacer. “Chicas necesito salir a bailar” escribió Vanesa casi como desesperada. Cuando Antonella le preguntó por qué tantas ganas de salir, ella nos contó que se había peleado con Andrés y que la cosa venía bastante mal. “¿Pero cortaron?” le escribió Fabiana enseguida. “No, no. Pero nos peleamos re feo. Quiero salir y distraerme” Escribió ella sin contar mucho y después prometió que esa misma noche nos iba a aclarar que había pasado.
Cerca de las 7 de la tarde subí a mi casa y me crucé con Nicolás en el palier. Estaba con unos amigos que lo ayudaban con algunas cajas. “Hola” lo saludé como si nada y él me devolvió el saludo y después me dejó subir a mi primero en el ascensor. Cuando entré a mi pieza vi que tenía un mensaje de él. “Perdoname que no te escribí en todo el día, estuve a mil con cosas de la mudanza. Querés pasar un rato?” decía su mensaje y una sonrisa se dibujó en mi cara. “Salgo con mis amigas. Bajo un rato antes.” le escribí y acto seguido entré a bañarme.
- ¡Que linda que estás!- Me dijo él cuando abrió la puerta de su casa a las 10:30 de la noche de ese viernes.- ¡Te van a buscar todos los chicos esta noche!
Yo entré rápido a su casa y él me abrazó por la espalda después de cerrar la puerta. Sus manos fueron directo a mis tetas, que resaltaban mucho con la remerita que tenía puesta en ese momento. “¡Te veo y me pongo al palo Pau!” me dijo al oído y enseguida me comió el cuello con un beso bien sarpado. Le pregunté si quería ir al living para volver a usar el sillón que tanto le había gustado a él, pero insistió en que fuéramos a su pieza ya que en el living había varias cajas.
Nos acostamos en la cama y enseguida nos empezamos a besar de manera bien caliente. Habíamos tenido sexo el día anterior, en la cochera, en su auto, pero nos comíamos la boca de una forma que parecía que hacía meses que no nos veíamos. Sus manos recorrían todo mi cuerpo y yo lo tocaba como loca. Me encantaba tocarlo, acariciarlo, pasar mis dedos por su cuerpo excelentemente trabajado, me calentaba mucho. Nicolás me sacó la remera y el corpiño a las apuradas y bajó hasta mis tetas donde las besó, las chupó y las mordió como había hecho el día anterior.
Siguió bajando por mi cuerpo hasta llegar a mi cintura y sus manos se posaron sobre el cierre de mi short y lo desabrochó bien despacito. “A ver la tanguita con la que me sorprendés hoy” dijo y me terminó de bajar el short para encontrarse con una bombacha negra chiquitita que se hacía casi un hilito a los costados. “¡Que linda!” dijo y me empezó a besar por encima de ella con besos suaves pero apasionados. Después metió su cabeza entre mis piernas y corriendo la bombachita hacia un costado sentí como su lengua hacía contacto sobre mi piel.
Comenzó a chuparme la conchita despacio, con una mano me abría las piernas y con la otra corría la bombacha del medio. Pero con el tiempo fue tomando ritmo y su lengua se empezó a mover sobre mi piel de manera rápida y excitante, haciéndome olvidar de cualquier cosa y concentrándome en el placer que me daba él. Una de mis manos fue hasta su nuca y nuevamente apretó con fuerza sobre él para hundir más su cara entre mis piernas y la otra terminó en mi cabeza apretando mi propio pelo de lo bien que la estaba pasando. “¡Mmm sí!” gemí suavemente mordiéndome los labios mientras que él se seguía entreteniendo con mi concha. Era todo un experto y me volvía loca la forma en la que lo hacía.
- Ponete en cuatro. Te voy a coger con la tanguita puesta.- Me dijo.
Yo me recosté sobre la cama y me puse como él me había pedido y abriendo un poco la piernas. Sentí como su mano corría mi bombachita hacia un costado y sus dedos pasaban por mi concha que estaba totalmente mojada. Entonces comenzó a meter su pija bien dura adentro de mi cuerpo y esta entró suavemente en mi, hasta tenerla toda en mi interior. Me tomó fuerte de la cintura y comenzó a cogerme con ganas.
- ¿Te gusta mi pija Pau?- Me preguntó mientras me cogía bien duro.
- ¡Me encanta!- Le respondí yo entre gemidos y sintiéndome una trola total.
Nicolás me estaba dando mucho placer con su pija grande y gorda que entraba y salía bien rápido de mi conchita, mientras que rozaba mi tanga que aún la tenía sobre mi cuerpo. “Como me calentás pendeja” me dijo acercándose a mi oído y después me besó la espalda con un beso súper húmedo. No podía creer que una vez más estaba ahí, cogiendo con él, que me estaba volviendo loca de la manera en la que lo hacía. No podía entender como me había vuelto tan adicta a mi vecino.
Cogimos como locos durante un largo rato. Me encantaba la forma en la que él me tocaba y me penetraba con fuerza, algo que nunca antes había sentido con Lucio o Santiago. Me puso boca arriba y colocando mis piernas sobre sus hombros me partió al medio con su enorme y gruesa pija. Después me dio de parados empujándome contra la pared y acto seguido se acostó para que yo lo cabalgara a él de espaldas mientras sus manos se posaban en mi cola y la apretaban con fuerza. Todo esto con mi tanguita negra puesta.
- Ahora acóstate boca abajo Pau.- Me dijo levantándose.- Te voy a llenar la tanga de leche.- Agregó.
Yo me acosté sobre la cama y él se sentó en mis muslos para penetrarme una vez haciendo a un costado la bombacha con los dedos. Sus dos manos volvieron a apretar mi cola y mientras me iba cogiendo hacían presión para abajo. No me pude contener y empecé a gemir como loca. Me estaba dando muchísimo placer y me era imposible resistir mis gritos de satisfacción que seguro se debían escuchar desde afuera del departamento. Iba a acabar en cualquier momento. La pija de Nicolás me estaba haciendo ver las estrellas.
Él la sacó al mismo tiempo que yo llegué al orgasmo y sentí como la leche caliente empezaba a caer sobre mi tanga y después sobre mi cuerpo. Mucha lechita salió de su verga y fue a parar a mi cola, pero sobre todo a la única prenda de ropa que todavía tenía puesta y que a él lo había vuelto loco. Una vez que terminó me pegó unos latigazos con su pija y comenzó a utilizarla como pincel esparciendo todo el semen sobre mi cuerpo.
El sábado me levanté muy tarde. La salida de la noche anterior con las chicas había terminado a altas horas de la noche y cuando me acosté a dormir el sol ya había salido hacía rato. “¿Qué haces hoy a la noche hermosa?” fue el primer mensaje que leí y tuve que pestañear un par de veces para ver de quien era. “Ni idea, recién me levanto. Por?” le respondí a Nicolás que me había escrito al medio día y a pesar de que yo le contestaba varias horas más tarde él enseguida me propuso de pasar la noche juntos. El problema es que las chicas volvían a proponer una salida y que yo dijera que no, iba a ser muy sospechoso.
“Hacemos así. Salgo a bailar con las chicas pero tipo 3 digo que me siento mal y me vuelvo” le propuse cerca de las 7 de la tarde cuando le escribí para organizar bien la movida de esa noche. Me sonaba raro que me invitase a pasar la noche con él, pero a su vez me moría de ganas de hacerlo. “No te hagas drama preciosa. Vení cuando quieras. Avisame unos minutos antes que yo voy a estar con unos amigos así los echo de casa jaja” me escribió él y la noche quedó arreglada.
“Estoy yendo” le escribí cerca de las 5 de la mañana cuando nos volvíamos con Noe y Fabi en el mismo taxi. La mentira estaba toda arreglada, según las chicas yo me iba a dormir a casa, pero a mis padres yo les había dicho que me iba a la casa de Antonella y como Nicolás sabía esto, habíamos acordado que a las 10 me tenía que despertar para avisarles que ya estaba volviendo para que no sospecharan nada. No me quiería ni imaginar la cara de terror de mi viejo si se llegaba a enterar que me estaba acostando con el nuevo vecino.
Llegué al edificio y después de saludar a las chicas entré al palier y llamé el ascensor. Me subí y apreté el botón del 5to piso y cuando me bajé le escribí un mensaje para decirle que estaba en la puerta (ya que tocarle el timbre no era una buena idea a esa hora). “Pasá Pau” me dijo él abriendo rápido la puerta y cerrando despacio. La casa estaba más desastrosa que antes. Cajas en la cocina, algunas por el living y unas camperas sobre el comedor. “¿Más cosas?” le pregunté viendo el desorden y unas cajas que decían “Ropa L”. Enseguida me dijo que eran las mismas de antes pero que estaba acomodando y como queriendo ir directo a lo nuestro me besó.
Entonces me dejé llevar por sus besos, olvidándome de la mentira que le había dicho a mis padres, de la noche con las chicas, de las cajas desordenadas en la casa de Nicolás. “¡Que linda que estás hoy también!” me dijo y nuevamente tomó de mi mano y me llevó hasta la pieza. Se sentó contra el borde de la cama y yo me paré frente a él. Me levantó la remera y después de pasar su mano sobre mi pancita, la besó con un beso muy apasionado. Me encantaba la idea de estar con alguien más grande que yo, más experimentado y que me guiara en nuestros encuentros sexuales. Me excitaba muchísimo ser la chica buena y amable que se convertía en una mucho más sarpada cuando estaba cerca de él.
- Hoy quiero que nos volvamos locos.- Me dijo pasando sus manos por mi espalda despacito.- Quiero hacerte acabar muchas veces y quiero que te acurdes de esta noche por el resto de tu vida.- Dijo y entonces me abalancé sobre él y los dos caímos obre la cama.
Y así fue, tuvimos una noche fascinante. Comenzamos con muchos besos y unas caricias que enseguida se convirtieron en un toqueteo fuerte. La ropa fue volando por toda la habitación mientras íbamos ganando terreno sobre la cama y una vez que estuvimos totalmente desnudos, comenzó a chuparme la conchita como a él bien le gustaba hacer. Pero no fue así nomás, lo hiso de manera excelente, durante muchísimo tiempo, con sus labios, su lengua, sus dedos y hasta la respiración que salía de su nariz y la sentía en mi pubis me calentaba. Me volvió loca de placer con su boca, hasta el punto de provocarme un primer orgasmo solo con sus manos y su lengua.
Entonces salió de mí una loba adicta al sexo que se puso en cuatro mientras él se arrodillaba sobre el colchón y fui directo a su pija. Se la chupé como si fuese una experta en el tema. Con mis manos lo pajeaba y le acariciaba los huevos, mientras que mi boca recorría cada centímetro de su miembro bien duro y carnoso, disfrutándolo como nunca antes lo había hecho. “Y pensar que hacía 5 días atrás no había chupado una pija en mi vida” pensaba yo. Después de un rato él empezó a acariciarme la espalda con sus manos y las fue estirando hasta llegar a la cola que la abrió y con su dedo empezó a dibujar circulitos sobre mi culo.
Cogimos como locos. Primero él se recostó sobre la cama y yo me senté de frente suyo y lo monté envuelta en una ola de calentura y desesperación que me llevó a un segundo orgasmo a los pocos minutos de tener su pija adentro mío. Entonces Nicolás me dio vuelta, sin sacarla de mi cuerpo, y quedó recostado sobre mí mientras mis piernas se bamboleaban por el aire y me cogió tan duro que cuando me di cuenta me puso la mano en la boca porque estaba gritando muy fuerte. Fue entonces cuando me puso en cuatro como lo había hecho la noche anterior y mientras yo mordía la almohada y me agarraba fuerte de las sábanas, Nicolás me penetraba bien rápido y duro por la conchita. Una de sus manos se apoyaba sobre mi cola y de vez en cuando me daba un cachetazo que me hacía pegar un gritito de emoción. La otra se había posado en el centro de mi trasero y el dedito gordo lo tenía sobre mi culito y hacía presión con el fin de entrar. Nunca me habían abierto la cola, nunca había tenido sexo por ahí, pero esa noche dejé que mi amante feroz e impulsivo me metiera un dedo en el culito mientras me cogía de esa manera.
Entonces él volvió a recostarse y yo me senté sobre su pija pero dándole la espalda y tiré mi cuerpo hacia adelante, casi al punto de que mis tetas tocaban sus piernas. Sus manos fueron automáticamente hacia mi cola y su dedo gordo al lugar que venía buscando hace rato. “No te voy a entregar la cola” le dije al ver que me metía el dedo en el culito y comenzaba a emocionarse con él. “No importa” me dijo y siguió con él adentro de mi cuerpo y a pesar de que no quería hacerlo por ahí, tuve que reconocerle que me gusta que lo tuviera adentro. Era una sensación rara, extrañan, pero muy excitante.
Terminamos cogiendo nuevamente de parados al lado de la cama. Él se paró detrás de mí y una vez que me penetró apoyó sus manos sobre mis tetas y comenzó a darme bien fuerte. “Me volvés loco, putita” me dijo al oído y eso me calentó tanto que empecé a gemir y a gritar como lo venía haciendo antes. Me soltó las tetas y llevó sus manos a mi cintura y mi cuerpo cayó sobre la cama, en donde apoyé mis manos para sostenerme. Me estaba dando muy fuerte. Su pija me estaba volviendo loca. Me llevé la mano a la boca y me la tuve que morder para no gritar cuando acabé por tercera vez y a pesar de eso, se pudo escuchar un ruido de placer inmenso que provenía de mi más profundo ser.
- Arrodillate. Quiero que te la tragues toda.- Me dijo él y yo que estaba completamente excitada y fuera de mí, obedecí.
Me acomodé frente al cuerpo de Nicolás, quien comenzó a pajearse bien rápido frente a mi cara. Vi su mirada y denoté la calentura que tenía en ese momento y supuse que debía ser la misma mirada que yo le estaba dedicando a él en ese momento. Nunca me había gustado tanto coger con alguien. Nunca nadie me había dado sexo durante una semana entera y me había hecho acabar de esa forma. Nunca nadie me había dado la leche como él me la estaba dando en ese momento. Su semen cayó sobre mi boca y enseguida la cerré porque ya no me entraba más. El resto fue a parar en mis labios, mis cachetes y cayó por mi cuello y mis tetas. Me sentía una puta y me encantaba.
Él se fue a pegar una ducha rápida mientras yo me lavaba la boca y después me acostaba sobre la cama. Al rato, Nicolás se acostó al lado mío, nos pusimos en cucharita y mientras iban pasando los minutos nos íbamos quedando dormidos. Esa semana había pasado de todo. Lo había conocido en la pileta hacía 7 días y ahora estaba en su cama, completamente desnuda, con su pija apoyada sobre mi cola y con un gustito a su semen en mi boca. No caía en todo lo que había pasado en tan poco tiempo. ¿Era Nicolás el chico para mí? ¿Me había caído del cielo un hombre con el que podía pasar algo más que simple sexo? ¿Sin darme cuenta estaba empezando una relación que podía llevar a algo más? Lo único que sabía es que en ese momento estaba con él y que no quería que pasara el tiempo.
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