Ella estaba siendo besada lentamente mientras Él la secaba, lentamente y sin prestarle mucha atención al secado. A ella no le importaba, solo quería relajarse y estar con él. Al rato, en una de esas ocasiones infrecuentes que él dejó de besarla para tomar aire lo empujó un poco sobre la cama y brevemente secó su pecho, para apoyar la cabeza contenta.
Ella estaba satisfecha así, solamente mirándolo y él le empezó a contar un poco de como venía su vida, su trabajo, etc. Así estuvieron un ratito recuperándose, hasta que en una de sus caricias ocasionales el detectó un nudo en su espalda. "¡Qué tensa que estás", dijo Él, a lo que "es el laburo, me tiene mal" fue la respuesta.
"Ponéte boca abajo, que te hago masajes" le dijo él, a lo que ella accedió, encantada. Oyó que él iba a buscar algo a su traje y volvía. Con los ojos cerrados, boca abajo, sintió como él se sentaba a horcajadas, justo sobre su cadera y se frotaba las manos. Al segundo las sospechas de ella estaban confirmadas: un aceite (cálido por su frotado de manos) empezó a distender sus hombros.
Ella se relajaba y flotaba. Su amante, siempre habilidoso se tomó el tiempo para disfrutar brindar este masaje a ella. Lentamente fue bajando por su espalda, por su cadera. Mordisqueó sus nalgas y de a poco, masajeó sus piernas. Besó suavemente la parte posterior de las rodillas de ella, arañó levemente sus talones y masajeó sus pies.
Con un poco de presión él logró que ella se diera vuelta, quedando boca arriba. Lentamente levantó sus piernas y bajó por ellas mordiendo y besando la parte interna de sus muslos. La acercó al borde de la cama y arrodillándose, su lengua acarició su clítoris.
Ella gimió y con sus piernas rodeó el cuello de él. Las manos de él, como por un imán se dirigieron a los pechos de ella mientras su lengua jugaba con su clítoris. Ella capturó su mano derecha y metiéndose el dedo índice en su boca, lo llevó bien de saliva para luego llevarlo de nuevo a su pecho.
Él, de forma paciente, la llevó al borde del orgasmo, pero no dejó que llegara. Cada vez que se acercaba, que ella empezaba a apretar sus piernas, cambiaba su lengua a recorrer todos sus labios vaginales. Al rato, liberó su mano derecha y tomando la botella de aceite de la cama, sin dejar de chuparla se puso aceite en el dedo medio de la mano derecha. Mientras mordía levemente la concha de ella, su dedo empezó a jugar con su ano.
Ella gimió: le encantaba sentirse penetrada, tomada por él. Lentamente, sin hacer demasiada presión, un dedo entro. La lengua de él no dejaba de jugar, pero expertamente no la hacía acabar. Mientras tanto, un segundo dedo entró...
Ella no soportaba más la tortura de la excitación que la hacía retorcerse de placer. Le dijo "metémela YA por la cola, hacéme el orto por favor". Él sonrió y se puso de pie, poniéndose aceite en su pene. Agarrando sus piernas con una mano, aprovechando que ella estaba boca arriba le llevó un poco las piernas hacia atrás ("como el yoga la hizo flexible" pensó él) hasta casi su cabeza mientras que con la otra mano guio su pija hasta su culo...lentamente lo apoyo, pero no presionó mucho.
Ella se relajó...sintió como de a poco entraba, sintió como la cabeza se trababa un poco y luego, de repente entraba, lo que le sacó un suspiro y un respingo. Ella tomó sus piernas con sus propias manos, liberándolo a él. Él la agarró de las caderas y lentamente empezó a entrar y a salir.
Ella sentía cada centímetro; toda su existencia estaba concentrada en su ano y las sensaciones que él le brindaba. Al verla tan concentrada él liberó su mano derecha y comenzó a jugar con su clítoris, mientras mantenía la penetración lenta y deliberada.
Ella se sintió enloquecer: la lentitud y profundidad de las penetraciones sumadas a la masturbación que él le brindaba la hizo acabar. Lentamente soltó sus piernas, que volvieron a reposar en los hombros de él. Él dejó de tocarla cuándo vio su orgasmo, pero continuó con sus penetraciones lentas, esperando, dándole tiempo a que disfrute.
Una vez que ella terminó, con una leve presión de sus elegantes piernas lo alejó de ella; el vació en su cola se sintió extraño. Con una leve sonrisa se dio vuelta, parándose y dándole la espalda, se arqueó de forma elegante hasta estar parada, de espaldas a él, apoyando los brazos en la cama. Desde esa posición hizo un breve meneo y le dijo "ahora sí, partíme al medio, rompéme el culo".
Él sonrió; tomándola de la cadera se la metió de un tirón. Sabiendo que ya estaba relajada, las penetraciones fueron rápidas, violentas, haciendo que sus testículos la golpearan cuándo su pene entraba en ella. No hubo nada de paciente en ese momento: la tomó totalmente. Una de las manos de él la arqueó agarrándola de los pechos. La otra mano tiró de su pelo, acordándola a él. Nunca paró sus enviones, por lo que ella tuvo que estirar sus manos para atrás, para no perder el equilibro. Él aprovecho eso para morder su cuello y con el envión, caer ambos en la cama.
Ella quedo extendida, debajo de él, sin poder moverse...disfrutaba como él la tomaba, estaba tan adentro que el dolor y el placer se mezclaban, que se sentía llena y poseía. Él le mordía el cuello, se alejaba un poco para volver a caer con fuerza. Lo único que se sentía era el sonido de los golpeteos contra la cola de ella y sus gemidos.
Ella no pudo contenerse; estiró su brazo derecho y empezó a tocarse. Podía sentir como el calor se esparcía desde su cola y se unía con su concha, mientras empezaba a temblar. Solo atinó a decirle "dame...dame, no pares, me estás rompiendo el orto y me vengo" para, temblando, venirse en la última vez de la sesión.
Las contracciones de su culo lo llevaron a él al final...se contuvo lo suficiente para que ella acabara y salió, con cuidado de su cola. Se arrodilló frente a ella, quién comprendió y abriendo la boca, sacó la lengua mientras él se terminaba tocándose. Un par de sacudidas fueron suficientes y ella recibió en su cara y en su lengua la última leche de ese día. Satisfecha, se relamió mostrándole a él como recogía la leche de su cara mientras él se dejaba caer en la cama.
Gateando como una minina ella se le acercó y le ronroneó al oído "mmm...ya se va a acabar el turno, pero tenemos que repetirlo pronto"
...fin?
Ella estaba satisfecha así, solamente mirándolo y él le empezó a contar un poco de como venía su vida, su trabajo, etc. Así estuvieron un ratito recuperándose, hasta que en una de sus caricias ocasionales el detectó un nudo en su espalda. "¡Qué tensa que estás", dijo Él, a lo que "es el laburo, me tiene mal" fue la respuesta.
"Ponéte boca abajo, que te hago masajes" le dijo él, a lo que ella accedió, encantada. Oyó que él iba a buscar algo a su traje y volvía. Con los ojos cerrados, boca abajo, sintió como él se sentaba a horcajadas, justo sobre su cadera y se frotaba las manos. Al segundo las sospechas de ella estaban confirmadas: un aceite (cálido por su frotado de manos) empezó a distender sus hombros.
Ella se relajaba y flotaba. Su amante, siempre habilidoso se tomó el tiempo para disfrutar brindar este masaje a ella. Lentamente fue bajando por su espalda, por su cadera. Mordisqueó sus nalgas y de a poco, masajeó sus piernas. Besó suavemente la parte posterior de las rodillas de ella, arañó levemente sus talones y masajeó sus pies.
Con un poco de presión él logró que ella se diera vuelta, quedando boca arriba. Lentamente levantó sus piernas y bajó por ellas mordiendo y besando la parte interna de sus muslos. La acercó al borde de la cama y arrodillándose, su lengua acarició su clítoris.
Ella gimió y con sus piernas rodeó el cuello de él. Las manos de él, como por un imán se dirigieron a los pechos de ella mientras su lengua jugaba con su clítoris. Ella capturó su mano derecha y metiéndose el dedo índice en su boca, lo llevó bien de saliva para luego llevarlo de nuevo a su pecho.
Él, de forma paciente, la llevó al borde del orgasmo, pero no dejó que llegara. Cada vez que se acercaba, que ella empezaba a apretar sus piernas, cambiaba su lengua a recorrer todos sus labios vaginales. Al rato, liberó su mano derecha y tomando la botella de aceite de la cama, sin dejar de chuparla se puso aceite en el dedo medio de la mano derecha. Mientras mordía levemente la concha de ella, su dedo empezó a jugar con su ano.
Ella gimió: le encantaba sentirse penetrada, tomada por él. Lentamente, sin hacer demasiada presión, un dedo entro. La lengua de él no dejaba de jugar, pero expertamente no la hacía acabar. Mientras tanto, un segundo dedo entró...
Ella no soportaba más la tortura de la excitación que la hacía retorcerse de placer. Le dijo "metémela YA por la cola, hacéme el orto por favor". Él sonrió y se puso de pie, poniéndose aceite en su pene. Agarrando sus piernas con una mano, aprovechando que ella estaba boca arriba le llevó un poco las piernas hacia atrás ("como el yoga la hizo flexible" pensó él) hasta casi su cabeza mientras que con la otra mano guio su pija hasta su culo...lentamente lo apoyo, pero no presionó mucho.
Ella se relajó...sintió como de a poco entraba, sintió como la cabeza se trababa un poco y luego, de repente entraba, lo que le sacó un suspiro y un respingo. Ella tomó sus piernas con sus propias manos, liberándolo a él. Él la agarró de las caderas y lentamente empezó a entrar y a salir.
Ella sentía cada centímetro; toda su existencia estaba concentrada en su ano y las sensaciones que él le brindaba. Al verla tan concentrada él liberó su mano derecha y comenzó a jugar con su clítoris, mientras mantenía la penetración lenta y deliberada.
Ella se sintió enloquecer: la lentitud y profundidad de las penetraciones sumadas a la masturbación que él le brindaba la hizo acabar. Lentamente soltó sus piernas, que volvieron a reposar en los hombros de él. Él dejó de tocarla cuándo vio su orgasmo, pero continuó con sus penetraciones lentas, esperando, dándole tiempo a que disfrute.
Una vez que ella terminó, con una leve presión de sus elegantes piernas lo alejó de ella; el vació en su cola se sintió extraño. Con una leve sonrisa se dio vuelta, parándose y dándole la espalda, se arqueó de forma elegante hasta estar parada, de espaldas a él, apoyando los brazos en la cama. Desde esa posición hizo un breve meneo y le dijo "ahora sí, partíme al medio, rompéme el culo".
Él sonrió; tomándola de la cadera se la metió de un tirón. Sabiendo que ya estaba relajada, las penetraciones fueron rápidas, violentas, haciendo que sus testículos la golpearan cuándo su pene entraba en ella. No hubo nada de paciente en ese momento: la tomó totalmente. Una de las manos de él la arqueó agarrándola de los pechos. La otra mano tiró de su pelo, acordándola a él. Nunca paró sus enviones, por lo que ella tuvo que estirar sus manos para atrás, para no perder el equilibro. Él aprovecho eso para morder su cuello y con el envión, caer ambos en la cama.
Ella quedo extendida, debajo de él, sin poder moverse...disfrutaba como él la tomaba, estaba tan adentro que el dolor y el placer se mezclaban, que se sentía llena y poseía. Él le mordía el cuello, se alejaba un poco para volver a caer con fuerza. Lo único que se sentía era el sonido de los golpeteos contra la cola de ella y sus gemidos.
Ella no pudo contenerse; estiró su brazo derecho y empezó a tocarse. Podía sentir como el calor se esparcía desde su cola y se unía con su concha, mientras empezaba a temblar. Solo atinó a decirle "dame...dame, no pares, me estás rompiendo el orto y me vengo" para, temblando, venirse en la última vez de la sesión.
Las contracciones de su culo lo llevaron a él al final...se contuvo lo suficiente para que ella acabara y salió, con cuidado de su cola. Se arrodilló frente a ella, quién comprendió y abriendo la boca, sacó la lengua mientras él se terminaba tocándose. Un par de sacudidas fueron suficientes y ella recibió en su cara y en su lengua la última leche de ese día. Satisfecha, se relamió mostrándole a él como recogía la leche de su cara mientras él se dejaba caer en la cama.
Gateando como una minina ella se le acercó y le ronroneó al oído "mmm...ya se va a acabar el turno, pero tenemos que repetirlo pronto"
...fin?
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