You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Liberando el Deseo de Caro parte 2: los límites

La abstinencia

Tras la primera escena, Caro volvió a su casa. Ignoró todos los mensajes de Martín (Tinchín, pensó) preguntándose vagamente por qué no sentía culpa. Al otro día se levantó totalmente descasada; ni el faso (que fumaba casi regularmente en las reuniones de la facu) ni la bebida la habían hecho sentir tan relajada y plena. Al otro día, se encontró un mensaje de Fernando. Le preguntaba cómo se sentía.
"Plena" respondió Caro.
"Me alegro, ahora vamos a esperar unos días antes de volver a hablarnos. Te voy a mandar tarea para tu hogar, hasta entonces, que estés bien" fue la única respuesta.

La plenitud duró dos días; al tercero, la ansiedad de Caro empezó a ganarle, por lo que le escribió a Fernando. Este le contesto brevemente "Caro, gracias por escribirme, pero recordá que tenés que esperar. Aunque no estás en el espacio sub, tenés que seguir los tiempos que te diga".

Caro se sintió confundida: ¿no era su deseo el que buscaban liberar? Pero no quería enojar a Fernando, por lo que recurrió a la única persona que la podía guiar: Agus.

No pudiendo invitarla a un Starbucks de nuevo (sin pensar en Fernando) la llamó a la noche, en un momento que sabía que la agarraba de viaje a su casa. Agus se alegró muchísimo, pero lo único que le dijo fue "Zorra, ahora que sós su Sub...simplemente tenés que entregarte. No te preocupes, él te va a contactar, pero aprendé a disfrutar la espera" y no quiso hablar nada más.

Caro se moría de la ansiedad y el mensaje, cuándo llegó tres días más tarde hizo que se sintiera más excitada. Era breve, decía "Sub, te espero el miércoles que viene por la tarde, a las 16hs en la puerta del hotel. Desde este momento no tenés que tener más relaciones sexuales: esto incluye sexo oral a otras personas y tocarte vos. Desde el lunes no vas a comer nada luego de las 16hs, para prepararte. El miércoles en todo el día previo solo vas a tomar agua o té. Te espero. Dom"

Caro no entendía bien por qué tenía que seguir este ayuno raro, pero se excitaba imaginando lo que podía venir. Le dijo a Martín (Tincho de vuelta, pensó) que estaba enferma; por supuesto, no se ofreció a acompañarla. El pensar en Fernando y la nueva escena hizo que fuera fácil no comer: entre la ansiedad, el calor del verano y la prohibición de tocarse hizo que Caro estuviera vibrando todo el tiempo, necesitando soltarse. El miércoles estuvo todo el día distraída en el trabajo; al irse caminando, un pánico luchó contra la excitación en cada cuadra hasta que llegó a la puerta del hotel, unos minutos antes. Iba vestida con un vestido con encaje de color azul, que hacía juego con un collar que llevaba. A la hora señalada vio a Fernando caminando hacia ella: corpulento, sólido, vestido de casual y con una sonrisa.

El solo verlo tuvo un efecto extraño en Caro: toda la ansiedad se difuminó y se sintió flotando, como si hubiera tomado una buena cerveza. Fer la saludo con un seco beso en la mejilla y juntos entraron al hotel.



El primer contacto

En cuánto estuvieron juntos en la habitación, Caro miró a Fer y bajó la cabeza. Fer sonrió y le dijo a Caro "Sub, entramos en el espacio de sumisión. ¿Estás lista para proceder?".

Caro asintió levemente con la cabeza y dijo, de forma apagada "Si, Señor".
Su Sr. Sonrió y le dijo "paráte contra esa pared y cerrá los ojos".

Obediente, Caro se paró. Escuchó ruidos, como su Sr. Corría un sillón y una camilla que había en la habitación y como se acercaba. Con cada paso, el corazón de Caro latía más fuerte.

Su Sr. Se detuvo justo detrás de Caro, sin tocarla. Ella pudo sentir su respiración en la nuca, excitándola. La voz de su Sr., esa voz más grave que su voz coloquial le dijo "Ahora, Sub, vas a empezar a tocarte. Dado que hace días que no te tocás y que no comiste, vá a ser muy fácil venirte. Pero no te vas a venir. Así, apoyada contra la pared te vas a tocar y a mover el culo, pero si llegás a venirte, te voy a castigar. ¿Se entendió?".

Caro tembló con "castigar". Solo atinó a asentir con la cabeza.

"Muy bien, comenzá" dijo su Sr.

Caro, con los ojos cerrados aún, bajó su mano que temblaba hacia su vagina (¿Por qué me tiembla la mano tanto? Llegó a pensar). Comenzó a tocarse primero lentamente, mientras escuchaba a su Sr que, aún sin tocarla, se retiró y se sentó (debe haber corrido el sillón, pensó Caro).

Al poco tiempo, sonó música leve, lenta, sensual, desde algún lado. Probablemente su celular, pensó Caro, sin mirar. No sabía cómo lo había hecho, pero era la música perfecta para tocarse y bailar levemente. Caro perdió la noción del tiempo; el tema no tenía principio o fin y eso le hizo simplemente bailar, sentirse gozar, sin necesidad de acabar.

Pero al cabo de un tiempo, se sintió próxima a venirse, por lo que asustada retiró su mano y siguió bailando un poco sin tocarse. Escuchó a su Sr. pararse y sintió a sus manos tomar sus brazos, inmovilizándola.

"Date vuelta y abrí los ojos" dijo su Sr., pero como siempre, le hizo realizar la acción dándola vuelta al mismo tiempo. Caro se sentía excitada: al abrir los ojos él estaba ahí. Su Sr. Tomó el pelo de Caro y tirando levemente del mismo con su mano izquierda, hizo que mirara hacia arriba. Empujándola contra la pared, estampó un beso largo en su boca.

Caro sintió que se desmayaba: el beso no era un beso amable o erótico. Era una comida de boca, sus dientes la mordían, la marcaban, se la comían. Sentía su falo presionando contra su pelvis, pulsando y como el deseo la volvía loca. Apretándola contra la pared, el beso pareció no tener fin...hasta que la mano derecha de su Sr. Soltó su brazo y la empezó a tocar en su vagina.

Caro empezó a temblar, pero su Sr. Dejó su boca y mordió su oreja derecha. La frenó con una sola frase "No te vengas".

Caro no podía bien enfocar sus ojos...todo su cuerpo temblaba. Su Sr. La miró...la mirada vidriosa de Caro mostraba su trance. "Sub" dijo su Sr. “Ahora estás en tu espacio de sumisión".

Caro no comprendía muy bien lo que sucedía. Solo sabía que su cuerpo temblaba y que no podía pensar. "Sí, sí" atinó a balbucear. Un calor se extendía por todo su cuerpo como una onda.

Su Sr.se alejó para traer un par de almohadones que dejó a sus pies. Empujándola levemente en los hombros, le dijo "arrodilláte". Caro casi se cae, en su apresuramiento por responder. Una vez que estuviera arrodillada frente a él, tirando de su pelo su Sr. Le hizo mirarlo y le dijo "sin usar las manos, bájame la cremallera del pantalón y sacá mi pene".

Caro no deseaba otra cosa que tenerlo para chuparlo. Pensar en que su Sr. Iba a estar en su boca hacía que salivara...pero le agarró miedo de morderlo o engancharlo en el cierre. El pantalón estaba cerrado y con su nariz Caro buscó la hebilla. Su Sr. olía a perfume, su ropa estaba fresca, pero se olía, levemente, por debajo, el olor almizcleño y masculino que la excitaba. Encontró el cierre; con su lengua, Caro lo introdujo en su boca. Tenía gusto a Zinc, gusto a cucharita de postre vieja. Tras uno o dos intentos, pudo lentamente bajarlo.

Debajo del pantalón su Sr. Tenía un boxer: nada de esos slips modernos. El boxer tenía una apertura para su pija; Caro buscó con su nariz, chocando contra su pelo púbico al pene, mientras pensaba que nunca había sentido y disfrutado tanto del olor de un hombre como en ese momento.

Finalmente, liberó su pija: era grande y venosa, no exageradamente (había tenido un amigovio que era gigantesco; la pija de su Sr. era más chica, aunque casi igual de ancha) pero lo suficiente para imponer respeto. Pero Caro no quería respeto; la quería adentro de ella, quería sentirlo. Pero sabía que tenía que esperar, así que miró a su Sr. De forma implorante.

Su Sr. sonrió: sabía lo que ella estaba pidiendo. "Muy bien sub...muy bien. Empezá lentamente, lámeme las bolas y recorrela como un helado. Recordá, no uses las manos.".

Caro se abalanzó sobre sus bolas. Dado que no podía usar las manos, para llegar a ella tuvo que empujar la pija con la cara. Mientras lamía sus bolas, sentía como la pija de su Sr. pulsaba y se movía dando saltitos; esto la excitaba sobremanera. Luego, como un helado, empezó a recorrerla, de arriba a abajo, deteniéndose en el glande y la uretra. Caro sintió el gusto salado y amargo de su pre-leche y lo único que pudo pensar es estar tragándosela, sacarle hasta la última gota para ser una buena sub.

"Tragátela, Sub. Mostráme lo buena que sós chupando pijas" dijo su Sr. Caro rápidamente se la tragó. Intentó ir hasta el fondo, pero no pudo, así que hizo lo que en general hacía: mover la cabeza rápidamente y cada tanto "rascarlo" con la lengua. Pero al poco tiempo se dio cuenta que era algo que servía solo con los Tinchos del mundo...su Sr. Requería otra calidad de atención y le empezó a dar vergüenza. ¿Cómo una mujer como ella no iba a saber darle una buena chupada? No era una nena, era una mina.

Su Sr., al parecer, pensaba lo mismo. "Dejá, esperá" le dijo. Caro dejó ir a la pija y su Sr. La agarró en su mano derecha y moviéndola rápidamente, le dió con la pija en la cara a Caro como dos breves cachetazos-pijazos: uno en cada mejilla.

"Tenemos que practicar mucho tu chupada, Sub. Ahora lo que vas a hacer es tocarte, mirándome y abriendo la boca. Yo te voy a garchar la boca y vos te vas a excitar, pero no te vas a venir. ¿Se entendió?". Caro no pudo resistirlo: se sonrojó un poco y asintió.

Su amo la agarró rudamente de su nuca y tirando el pelo le dijo "Tocáte, pero nunca dejes de mirarme". Entonces, le metió la pija hasta las amígdalas y empezó a cogerle la boca a un ritmo sostenido...primero más lento, pero luego acelerándose. Cada tanto le repetía "Miráme, Sub y tocáte a mi ritmo". Caro no sabía cómo se sentía: por un lado, todo su cuerpo temblaba. Estaba incómoda ya arrodillada, pese a los almohadones y la pija parecía que le perforaba la garganta, pero por otro sentía como el fuego subía de abajo y el estar mirando a su Sr. La cansaba y le hacía perder la cabeza.

De repente, su Sr. Le dijo "Ahora podés venirte, Sub... ¡veníte conmigo en tu boca!" y Caro, como la vez anterior, sintió una desesperación invadirla...¡tenía que acabar YA!. Aceleró su ritmo e inmediatamente sintió como perdía el control de su cuerpo y empezaba a temblar, con oleadas de calor y placer invadiéndola. No pudo mantener la pija de su Sr. en la boca, por miedo a morderla y cuándo sacudió la cabeza, su Sr.se vino: su leche cayó primero en gotones sobre la cara y la nariz de Caro, luego otro poco sobre su frente y uno poco en sus pechos.

Caro se sintió casi desmayarse, como la otra vez; cayendo para delante, se agarró de las piernas de su Sr, quién de forma tierna la acostó en el suelo. Caro solo podía respirar, mientras veía como la pija de su Sr. Se terminaba de convulsionar: una gota gorda de leche surgió en ella y su Sr. Con una sonrisa se agachó y posó sobre los labios abiertos, jadeantes de Caro.

"Tome, como buena Sub, acá tiene su recompensa" dijo. Caro solo pudo tragar y saborear. Nunca había sentido tanto placer ni había disfrutado tanto el sabor del semen. Vacía, flotando, llena de leche, escucho a su Sr. Como de lejos decirle "ahora sí estás marcada por mí, Sub".


Dónde Caro no entiende la relación Dom-Sub y lo que le espera

Luego, una vez terminada la escena, su Sr. Le ofreció a Caro darse un baño juntos en el Jacuzzi. Le dijo que lo podía llamar de nuevo Fernando y le hizo un masaje. Caro estaba relajada, totalmente relajada mientras Fernando le enjabonaba la espalda.

"Nunca pensé que iba a poder sentirme así" dijo Caro.
Fer sonrió "me alegro, me alegro".

Caro, sin mirarlo, dijo "igual, ya entiendo...de a poco, me vas llevando ¿no?. Cada sesión es algo diferente así puedo ir relajándome y acostumbrándome de a poco".

Caro sintió que las manos de Fer se detuvieron y con la voz de su Sr. contestó "No, no es así. Sub, vos sós mía. No hay progresión. Sólo hay lo que considere que tiene que haber".

Caro sintió pánico; pánico que hizo que respondiera en vez de mostrar su sumisión. Empezó a decir "no, bueno, lo que quiero decir..." hasta que escuchó a su Sr. decir "Sub, estás en tu espacio de sumisión, se entiende?" y solo pudo asentir, paralizada, diciendo "si, Sr." Con una vocecita leve.

Su Sr. le dijo "sin salir del Jacuzzi, solo colocando una parte del cuerpo afuera, vas a separar tus nalgas y meterte un dedo, dos dedos y tres dedos en tu culo. Te vas a excitar, pero, aunque te duela, no vas a parar".

Caro empezó a temblar. Si bien ella tenía sexo anal con sus amigovios, en general no lo disfrutaba. Pero comenzó a entender que había querido imponer algo a su Dom y temblando se puso en la posición requerida. Lentamente, mojando su dedo, introdujo uno, el dedo medio de su mano derecha.

("¿Me vá a violar?" pensó..."pero no, tengo la opción de irme. Yo estoy eligiendo esto...puedo en cualquier momento irme caminando...pero perdería esta sensación")

Porque Caro sentía como su miedo se transformaba en excitación. Por un espejo veía a su Sr...estaba sentado en el Yacuzzi, tocándose suavemente, mientras veía como ella se metía un dedo en la cola.

"Otro más". El segundo dedo tuvo que luchar para entrar con el primero, pero al poco tiempo, Caro sintió que el dedo medio y el índice entraban y salían. Su respiración delataba su excitación. ("Si, tengo que ser honesta, me excita que me rompa el culo acá" pensó).

"Uno más" dijo su Sr. El tercero costó más: su cola no estaba tan acostumbrada y el dedo que eligió (el anular) costaba plegarlo junto a los otros. Antes de que estuviera mucho más abierta, vio y escuchó a su Sr. Ponerse atrás de ella, con su pija en la mano. Le dijo "ahora te voy a hacer la cola. Quiero que con tu mano te pajees mientras te garcho".

Caro sacó la mano y temblando la dirigió a su vagina. Sintió, mientras empezaba a tocarse, como la cabeza del pene de su Sr. presionaba contra su ano. Sintió (con un dolor breve) como pasaba la primera resistencia y luego no pudo pensar más: sintió cada uno de los centímetros de su Sr. poseyéndola totalmente. Su Sr. le enterró su pija hasta que sintió como sus bolas tocaba la mano que tenía masturbándose y luego se quedó quieto: lo único que sentía era como la pija de su Sr. latía y daba pequeños saltos. Eso la empezó a excitar y ella también empezó a pulsar con esa frecuencia. Su Sr. Estaba erguido, detrás de ella, pero lo oyó dar el resoplido que indicaba una sonrisa.

Lentamente, comenzó a meter y sacar su pija de la cola de Caro. Caro se encontró disfrutando de la culeada: ya estaba acostumbrándose a usar el placer y el miedo como dos circuitos que se alimentaban y su Sr. claramente tenía experiencia en hacer culos. Al poco tiempo, lo sintió acelerarse y el calor a volver a surgir en oleadas.

Entonces su Sr. Repentinamente se inclinó sobre ella, aplastándola contra el borde de la pileta. El dolor que esto le causaba se vio incrementado, así como su placer al sentir el cuerpo de su Sr. Y este incrementó aún más el placer al morder a Caro en la nuca y las orejas. Con una mano que paso por adelante la agarró del cuello, apretándola. Con la otra, le metió sus dedos en la boca, señal que Caro comprendió y empezó a chupar desesperada.

Caro no podía pensar. Estaba sobrepasada: aplastada, tomada, poseída, sin aire, lo único que podía hacer era chupar, recibir pijazos y gozar, gozar sin poder pensar. Caro no tuvo conciencia de cuándo acabo ni ella ni él: en un momento estaba gritando y gimiendo, en el otro estaba flotando en el agua cálida del jacuzzi, con su culo abierto y ardiéndole y todo el cuerpo temblando. Sentía en el culo el agua cálida y más adentro la leche caliente de su Sr.

Su Sr. La miró cansadamente: ella no podía creer lo que le pasaba. Se sentía transportada, temblando, flotando el agua y al mismo tiempo feliz. Solo escucho de lejos a su Sr. Diciendo "¿entendiste, Sub, que sós mía?" y ella solo atinó a decir "Si, tuya, tuya" y temblar de placer.

Su Sr. dijo "Si bien la escena puede terminar, nunca termina la sumisión. Ahora vestite, que nos tenemos que ir, pero recordá bien esto".

Y Caro temblando salió del cálido paraíso del jacuzzi. Caminando, rengueando levemente ("nunca me habían garchado así" llegó a pensar "no puedo caminar") se empezó a vestir lentamente, bajo la mirada de su Sr. Sus manos temblaban, pero no podía dejar de tocarse y pensar que nunca había experimentado tanto gozo.

Afuera, como atontada, no podía decidir a dónde ir. Su Sr. llamó un taxi y esperó a que entrara en él y dijera su dirección. Luego, al despedirse le dijo "Caro, esperá mis próximas instrucciones".

Sin poder hacer otra cosa que asentir, Caro lo siguió con la mirada mientras el Taxi se alejaba.


<<<>>>

5 comentarios - Liberando el Deseo de Caro parte 2: los límites

Ouzel
Muy bueno! +10
amigolo -1
Excelente relato. Nos quedamos recalientes. Mañana van puntos seguro. Te invitamos a pasar por nuestros posts para saber tu opinión. Besitos.