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—No te muevas.
Doy un salto, asustada, y me quedo inmóvil, obedeciendo a la voz que ha aparecido tras de mí. Noto los latidos de mi corazón frenético y temo que también los oiga ella. Suelto las bolsas del supermercado de golpe, chocan contra el suelo. Todo mi cuerpo está en alerta y mis sentidos más receptivos que nunca. Oigo algo romperse, quizá la botella de vino blanco que había comprado para la cena o una lata. Sea lo que sea, ahora no es importante.
La voz femenina deja de ser solo una voz: noto sus manos bajando por mi cintura. Se detiene en mi cola, apretándola. Un leve temblor se instala en mi cuerpo y es entonces cuando empiezo a sentir el miedo, o mejor dicho...pánico.
—Abrí la puerta. Y apurate —me ordena, con una tranquilidad que me desconcierta.
Introduzco una mano en el bolso y rebusco entre móvil, cargador, pintalabios, billetera y tickets viejos del cajero y el super, intentando encontrar las llaves, aprurada.
Ella sigue recorriendo mi cuerpo de forma violenta, provocándome escalofríos. Encuentro las llaves y hago varios intentos para meterla en la cerradura, hasta que me las arranca de las manos y abre la puerta en apenas unos segundos. Me empuja adentro y cierra de un portazo.
Quiero gritar, muy fuerte, pero noto un nudo en la garganta que me lo impide. Solo puedo pensar en el puto y no logro hacer nada.
Me arrincona contra la pared, pegándose a mí, y se encarga de deshacerse de la poca ropa que llevo puesta. Cierro los ojos con fuerza y cuando los abro mi vestido está en el suelo, roto. Era uno de mis favoritos. Ella va de negro y no puedo verle la cara. La tiene cubierta por una máscara de cuero. Lo que sí aprecio con claridad son sus penetrantes ojos grises.
Mi agresora toma un poco de distancia para observar con detenimiento mi cuerpo desnudo. Siento vergüenza. El corpiño está en la otra punta del departamento. Intento cubrir mis zonas más íntimas con las manos, pero ella vuelve a acercarse y las aparta de un manotazo. Me agarra del cuello, haciéndome girar la cabeza hacia un costado y comienza a morderlo con fuerza. Suelto un suspiro, ya no sé si por la vergüenza, por angustia, por miedo o… por una casi imperceptible excitación que comienzo a sentir.
Continuará...[/size]
—No te muevas.
Doy un salto, asustada, y me quedo inmóvil, obedeciendo a la voz que ha aparecido tras de mí. Noto los latidos de mi corazón frenético y temo que también los oiga ella. Suelto las bolsas del supermercado de golpe, chocan contra el suelo. Todo mi cuerpo está en alerta y mis sentidos más receptivos que nunca. Oigo algo romperse, quizá la botella de vino blanco que había comprado para la cena o una lata. Sea lo que sea, ahora no es importante.
La voz femenina deja de ser solo una voz: noto sus manos bajando por mi cintura. Se detiene en mi cola, apretándola. Un leve temblor se instala en mi cuerpo y es entonces cuando empiezo a sentir el miedo, o mejor dicho...pánico.
—Abrí la puerta. Y apurate —me ordena, con una tranquilidad que me desconcierta.
Introduzco una mano en el bolso y rebusco entre móvil, cargador, pintalabios, billetera y tickets viejos del cajero y el super, intentando encontrar las llaves, aprurada.
Ella sigue recorriendo mi cuerpo de forma violenta, provocándome escalofríos. Encuentro las llaves y hago varios intentos para meterla en la cerradura, hasta que me las arranca de las manos y abre la puerta en apenas unos segundos. Me empuja adentro y cierra de un portazo.
Quiero gritar, muy fuerte, pero noto un nudo en la garganta que me lo impide. Solo puedo pensar en el puto y no logro hacer nada.
Me arrincona contra la pared, pegándose a mí, y se encarga de deshacerse de la poca ropa que llevo puesta. Cierro los ojos con fuerza y cuando los abro mi vestido está en el suelo, roto. Era uno de mis favoritos. Ella va de negro y no puedo verle la cara. La tiene cubierta por una máscara de cuero. Lo que sí aprecio con claridad son sus penetrantes ojos grises.
Mi agresora toma un poco de distancia para observar con detenimiento mi cuerpo desnudo. Siento vergüenza. El corpiño está en la otra punta del departamento. Intento cubrir mis zonas más íntimas con las manos, pero ella vuelve a acercarse y las aparta de un manotazo. Me agarra del cuello, haciéndome girar la cabeza hacia un costado y comienza a morderlo con fuerza. Suelto un suspiro, ya no sé si por la vergüenza, por angustia, por miedo o… por una casi imperceptible excitación que comienzo a sentir.
Continuará...[/size]
1 comentarios - No te muevas. Relato para ellas. Parte 1