Al despertar tardé largos segundos en tomar conciencia de que no estaba en mi dormitorio y en orientarme para ir en procura del baño. Por la puerta abierta penetraba una luz tenue, pero suficiente para reconocer que el cabello y la cara de quien dormía a mi lado no eran los de Romina, mi esposa, si de Bety, con quien, poco antes, había cogido, a full, hasta que, agotados ambos, nos entregamos “a los brazos de Morfeo”.
El baño estaba situado en el pasillo compartido por dos cuartos más. De regreso, oí, provenientes de la suite, murmullos sin percibir lo que decían. Puesto que la puerta estaba abierta, la luz, baja, pero encendida y sabía que dentro estaba Romina, con Daniel, el marido de Beatriz no resistí a la impulsión de acercarme y escuchar:
-¡Sos terrible …. insaciable …. no te dije no a nada …. y me despertás para otra vuelta de rosca ….. estoy destruidaaaa …. cheee.-
-Es que vos estás terrible ….. de buena …. una más y ….. hasta que amanezca me quedo “en el molde”.–
Las palabras fueron desplazadas por sonidos de besos, caricias, suspiros y aprontes para una nueva porfía cuerpo a cuerpo. Ahí no me alcanzaron los oídos, avancé cautelosamente por el pasillito de la suite hasta que pude divisar la cama y los dos ocupantes, desnudos y ya, casi, superpuestos. Romina iba a volver coger esa noche y, yo, por primera vez en nuestra vida, presenciaba su entrega al disfrute de otra verga.
Él, con su boca en la boca de ella, arrimó su “garrote”, para nada despreciable en tamaño y sin preservativo, a la concha, Romina lo acomodó con una mano, él empujó y la empomó al “mango”
-¡Ahhhhhh!... ¡siiiiiiiii! ....... ¡cómo me llenás! – aprobó la embestida Romina, con las piernas abiertas al tope. La aprobación no me agradó en demasía, era otro, no yo, el que la generaba y temí perder en la comparación.
Enseguida se abocaron a la cogida propiamente dicha que, se tornó colisiones de pelvis, en el movimiento de entrada, él empujando la suya hacia abajo, ella respondiendo con parecida vehemencia con la suya hacia arriba. Parecía que ambos pretendían, con tenacidad, el logro de la penetración más extrema. El despliegue corporal, lo acompañaban, con toda una gama de manifestaciones vocales: suspiros, monosílabos laudatorios, frases entrecortadas, grititos, etc…
Fue un intensa “obertura”. El polvo siguió más calmado, con solicitudes de algunos “bonus track”:
-Reina … haceme el mimito de cachucha que me alucina ……. ¡Ahhhhyyyy Diosss que cosa más lindaaaa …. -
Estoy persuadido que se trataba del conocido Beso de Singapur que Romina lo regala con asiduidad.
…….
-¡Danvyyy ….. acariciame la colita ……. me fascina como lo haces ….-
Él le pasó el brazo derecho debajo del cuerpo con la mano, dedos abiertos a ambos costados de la concha, mientras seguía con el mete y saca, y fue retirándola pasándola por toda la zanja del culo de Romina. Ella “chilló” complacida, gimió, rió y estalló en varios orgasmos, que evidenció con profundos suspiros y sus uñas hundidas en la espalda de él que no demoró en derramarle su semen en su interior.
Recobrada la calma, acostados lado a lado ella murmuró:
- ¡Sos una bestia …. un cavernario …..nunca antes me han culeado, tanto en tan poco tiempo ......una exageración!! – con un tono de asombro, admiración y extrañeza.
No alcancé a escuchar la réplica de Daniel, ya que vi que Romina se incorporaba – para ir a higienizarse, seguramente – y tuve que huir rápidamente para que no sorprendiera espiando.
De regreso a “mi” dormitorio, a pesar de tener una erección monumental, no intenté despertar a Beatriz. Pero como no conseguía conciliar el sueño después de un “millón” de cambios de posición, amagues de “contar corderitos” y otros artificios inútiles, decidí darme una ducha. En eso estaba cuando, a través de la mampara de vidrio templado que separa ducha de demás servicios, vi entrar a Beatriz, sentarse, bombacha a los tobillos, en el inodoro para orinar. No regresó a la cama, la bombacha quedó en el piso, era la única prenda que vestía:
-¡Permisoooo!! Si no te jode ….. voy a ducharme con vos ….. hace mucho calorrr. –
Lejos de ceder, mi erección se incrementó con su mano rodeando mi miembro:
“Guauuuuu!!! Qué hermoso pajarraco tenes, guacho!!!!” exclamó ella y me empujó de espaldas a los cerámicos de la pared y apretó su pubis contra el mío.
-¿Recién te das cuenta?¿En qué pensabas cuando te lo metiste en la boca? ¿Y mientras lo tuviste en …este nidito?- le dije al oído con una mano refregándole la concha.
-¡En gozarlo …..lo disfruté una barbaridad!!! ¡No me percaté de su …. envergadura!-
No quiso, yo tampoco quería, prolongar el “remojo” del “objeto de su extrañeza”:
-¡Vení …. vamos a secarnos !!!..está bueno manosearlo...pero quiero que me lo pongas dentro....que vuelvas a cogeme....daleee -
Ya sobre la cama y acometió contra el totem que apuntaba al cielorraso. Me lo chupó todo, primero los huevos, el tronco y la cabeza luego. Se lo metió en la boca y se entretuvo con él unos minutos. No muchos: se tiró encima de mí, me dio un besote alucinante y exigió:
“¨Cogeme de una vez, porfiiiii!!!!!¨.
No hizo falta que insistiese, invertimos las posiciones y se la puse hasta que entró totalmente en su cueva. Juntamos las bocas en un beso prolongado mientras le entraba y salía lenta y suavemente pero sin pausas alternando, de tanto en tanto, embestidas desconsideradas.
Es indescriptible el placer que experimentaba: mi goce era compartido, Beatriz gemía, reía, insultaba (¡Guarango …. guampudo….!) agradecía (¡Ahhyyy Dios mío!!), tenía estremecimientos (orgasmos, tal vez) Cuando percibió el spray de semen derramarse en su concha, amagó una queja:
-¡Noooo …. maricón ….no hubieses acabado tan pronto …… quiero revancha -
La tuvo, pero avanzada la mañana – cerca del medio día –
Cerca de una hora después nos despedimos y Romina y yo regresamos a casa.
De esa noche de viernes y mañana de sábado de sexo, bajo el mismo techo, pero con trueque de pareja, coincidimos que había valido la pena vivirlas.
Los cuatro protagonistas treintañeros, nos reencontramos, esa noche después de mucho tiempo, en ocasión de un evento empresario. Las dos chicas son lindas “sin vueltas”. Nosotros, los varones, en buen estado de conservación.
Con el acumularse de copas y bocadillos, entre Daniel y Romina hubo largos momentos de dedicación exclusiva pupilas en las pupilas. Yo no me privé de disfrutar la anatomía de Beatriz y de intercambiar con ella miradas pero de un modo más medido. A la hora de bailar, con en el aire la música lenta, para el agarre, Beatriz abrió el juego, se soltó del marido y vino donde estábamos bailando nosotros:
-Romina, prestame a Julito y te presto a Dany, rompamos la rutina ¿te parece?-
-¡Regio!..dale..- aceptó sonriente mi mujer y se fue a los brazos que les habían ofrecido.
Beatriz no dejó resquicio entre su cuerpo y el mío y, como no podía ser de otro modo, mi erección se hizo insoslayable para ella que, lejos de apartarse, rozaba su pelvis en el bulto con movimientos, contenidos pero eróticos y mantenía sus ojos clavados en los míos.
-Cheeee … Fijate como se están apretando Romina y Daniel”.
Los busqué entre las demás parejas, abroqueladas. Efectivamente estaban muy juntos y comiéndose con los ojos. No creí que pasase de un juego, común y silvestre, de seducción – estaba errado -:
-Si, parece que divierten ¿y por aquí, nosotros dos? -respondí.
-¡Yo muy a gusto! ¿Y vos?....-
-¡Ni que hablar, con lo que siento al tenerte juntito a mi -
Con intervalos en la mesa, seguimos bailando y “franeleando” la mayor parte de la velada, mi esposa con Daniel y Beatriz conmigo.
Ya avanzada la noche Beatriz fue directa al punto:
-Chicos, nosotros vivimos a pocas cuadras de aquí ¿Qué les parece si, le ponemos la frutilla al postre y cerramos esta linda reunión, con un buen café en casa? –
Leí el si en los ojos de Romina y también acepté.
En la playa de estacionamiento, Beatriz argumentó que, dado que la casa de ellos estaba en un área de diagonales, calles sin salida y rotondas, ella vendría conmigo para que no perdiese el rumbo y que Romina fuese con Daniel.
No era muy creíble pero así lo hicimos. A poco de andar:
-Pará debajo de ese árbol, Julito –
Una vez detenido el coche:
-Decime ¿Romina y vos hicieron, alguna vez, intercambios?-
-Si, ….. un par de veces.-
-¿A vos cómo te suena ….. no hay dos sin tres? –
-No se que decirte. Ganas no me faltan de …. voltearte, pero ….que Daniel lo haga con Romina … no se.-
-Bueno, yo también estoy “loquita” por vos. Mirá, por si Romina arruga, primero te doy mi número de celular para arreglar otro día con vos, segundo dame un beso “machazo” .. ya, ahora.-
Me tomó con una mano detrás de la nuca y se prendió con sus labios en los míos para a un primer beso apasionado, profundo. El segundo beso fue más prolongado y mi mano izquierda bajó al pecho para un breve masaje, siguió el descenso, progresó por la parte interna de las piernas entreabiertas y, sin oposición, alcanzó la concha. Beatriz respondió a la caricia en su sexo, introduciendo toda su lengua en mi boca, y un manoseo en mi bulto crecido.
Llegamos a destino. Al entrar en el living, Romina se ruborizó intensamente cuando la miré a los ojos. Obvio que había perpetrado lo suyo con Daniel.
Tomamos el café sentados – de a pares: Romina/Daniel en un sillón, Beatriz/yo en otro. Sin mediar muchas palabras ni argumentaciones, ni de aprobación ni de objeción, los cuatro caminamos hasta las puertas, enfrentadas, de los dormitorios. Ahí Beatriz, hizo el ademán de que esperemos, entró en la suite y, cuando salió, tenía su ropa de cama en una mano, un pijama masculino en la otra y una sonrisa dibujada en los labios; la miró a Romina en los ojos:
-¡Romi! Daniel te va a mostrar donde está mi ropa interior y de cama, usá la que te parezca. ¡Nos vemos mañana!! –
Fue el comienzo del desparpajo, cruzado, de fluidos genitales, arriba detallado.
No fue, para Romina y yo, el debut en “enroque” de parejas. No hablamos de repetirlo.
Pero se va a repetir, con variantes, pero juraría que lo vamos a repetir, ni bien topemos con la pareja indicada.
El baño estaba situado en el pasillo compartido por dos cuartos más. De regreso, oí, provenientes de la suite, murmullos sin percibir lo que decían. Puesto que la puerta estaba abierta, la luz, baja, pero encendida y sabía que dentro estaba Romina, con Daniel, el marido de Beatriz no resistí a la impulsión de acercarme y escuchar:
-¡Sos terrible …. insaciable …. no te dije no a nada …. y me despertás para otra vuelta de rosca ….. estoy destruidaaaa …. cheee.-
-Es que vos estás terrible ….. de buena …. una más y ….. hasta que amanezca me quedo “en el molde”.–
Las palabras fueron desplazadas por sonidos de besos, caricias, suspiros y aprontes para una nueva porfía cuerpo a cuerpo. Ahí no me alcanzaron los oídos, avancé cautelosamente por el pasillito de la suite hasta que pude divisar la cama y los dos ocupantes, desnudos y ya, casi, superpuestos. Romina iba a volver coger esa noche y, yo, por primera vez en nuestra vida, presenciaba su entrega al disfrute de otra verga.
Él, con su boca en la boca de ella, arrimó su “garrote”, para nada despreciable en tamaño y sin preservativo, a la concha, Romina lo acomodó con una mano, él empujó y la empomó al “mango”
-¡Ahhhhhh!... ¡siiiiiiiii! ....... ¡cómo me llenás! – aprobó la embestida Romina, con las piernas abiertas al tope. La aprobación no me agradó en demasía, era otro, no yo, el que la generaba y temí perder en la comparación.
Enseguida se abocaron a la cogida propiamente dicha que, se tornó colisiones de pelvis, en el movimiento de entrada, él empujando la suya hacia abajo, ella respondiendo con parecida vehemencia con la suya hacia arriba. Parecía que ambos pretendían, con tenacidad, el logro de la penetración más extrema. El despliegue corporal, lo acompañaban, con toda una gama de manifestaciones vocales: suspiros, monosílabos laudatorios, frases entrecortadas, grititos, etc…
Fue un intensa “obertura”. El polvo siguió más calmado, con solicitudes de algunos “bonus track”:
-Reina … haceme el mimito de cachucha que me alucina ……. ¡Ahhhhyyyy Diosss que cosa más lindaaaa …. -
Estoy persuadido que se trataba del conocido Beso de Singapur que Romina lo regala con asiduidad.
…….
-¡Danvyyy ….. acariciame la colita ……. me fascina como lo haces ….-
Él le pasó el brazo derecho debajo del cuerpo con la mano, dedos abiertos a ambos costados de la concha, mientras seguía con el mete y saca, y fue retirándola pasándola por toda la zanja del culo de Romina. Ella “chilló” complacida, gimió, rió y estalló en varios orgasmos, que evidenció con profundos suspiros y sus uñas hundidas en la espalda de él que no demoró en derramarle su semen en su interior.
Recobrada la calma, acostados lado a lado ella murmuró:
- ¡Sos una bestia …. un cavernario …..nunca antes me han culeado, tanto en tan poco tiempo ......una exageración!! – con un tono de asombro, admiración y extrañeza.
No alcancé a escuchar la réplica de Daniel, ya que vi que Romina se incorporaba – para ir a higienizarse, seguramente – y tuve que huir rápidamente para que no sorprendiera espiando.
De regreso a “mi” dormitorio, a pesar de tener una erección monumental, no intenté despertar a Beatriz. Pero como no conseguía conciliar el sueño después de un “millón” de cambios de posición, amagues de “contar corderitos” y otros artificios inútiles, decidí darme una ducha. En eso estaba cuando, a través de la mampara de vidrio templado que separa ducha de demás servicios, vi entrar a Beatriz, sentarse, bombacha a los tobillos, en el inodoro para orinar. No regresó a la cama, la bombacha quedó en el piso, era la única prenda que vestía:
-¡Permisoooo!! Si no te jode ….. voy a ducharme con vos ….. hace mucho calorrr. –
Lejos de ceder, mi erección se incrementó con su mano rodeando mi miembro:
“Guauuuuu!!! Qué hermoso pajarraco tenes, guacho!!!!” exclamó ella y me empujó de espaldas a los cerámicos de la pared y apretó su pubis contra el mío.
-¿Recién te das cuenta?¿En qué pensabas cuando te lo metiste en la boca? ¿Y mientras lo tuviste en …este nidito?- le dije al oído con una mano refregándole la concha.
-¡En gozarlo …..lo disfruté una barbaridad!!! ¡No me percaté de su …. envergadura!-
No quiso, yo tampoco quería, prolongar el “remojo” del “objeto de su extrañeza”:
-¡Vení …. vamos a secarnos !!!..está bueno manosearlo...pero quiero que me lo pongas dentro....que vuelvas a cogeme....daleee -
Ya sobre la cama y acometió contra el totem que apuntaba al cielorraso. Me lo chupó todo, primero los huevos, el tronco y la cabeza luego. Se lo metió en la boca y se entretuvo con él unos minutos. No muchos: se tiró encima de mí, me dio un besote alucinante y exigió:
“¨Cogeme de una vez, porfiiiii!!!!!¨.
No hizo falta que insistiese, invertimos las posiciones y se la puse hasta que entró totalmente en su cueva. Juntamos las bocas en un beso prolongado mientras le entraba y salía lenta y suavemente pero sin pausas alternando, de tanto en tanto, embestidas desconsideradas.
Es indescriptible el placer que experimentaba: mi goce era compartido, Beatriz gemía, reía, insultaba (¡Guarango …. guampudo….!) agradecía (¡Ahhyyy Dios mío!!), tenía estremecimientos (orgasmos, tal vez) Cuando percibió el spray de semen derramarse en su concha, amagó una queja:
-¡Noooo …. maricón ….no hubieses acabado tan pronto …… quiero revancha -
La tuvo, pero avanzada la mañana – cerca del medio día –
Cerca de una hora después nos despedimos y Romina y yo regresamos a casa.
De esa noche de viernes y mañana de sábado de sexo, bajo el mismo techo, pero con trueque de pareja, coincidimos que había valido la pena vivirlas.
Los cuatro protagonistas treintañeros, nos reencontramos, esa noche después de mucho tiempo, en ocasión de un evento empresario. Las dos chicas son lindas “sin vueltas”. Nosotros, los varones, en buen estado de conservación.
Con el acumularse de copas y bocadillos, entre Daniel y Romina hubo largos momentos de dedicación exclusiva pupilas en las pupilas. Yo no me privé de disfrutar la anatomía de Beatriz y de intercambiar con ella miradas pero de un modo más medido. A la hora de bailar, con en el aire la música lenta, para el agarre, Beatriz abrió el juego, se soltó del marido y vino donde estábamos bailando nosotros:
-Romina, prestame a Julito y te presto a Dany, rompamos la rutina ¿te parece?-
-¡Regio!..dale..- aceptó sonriente mi mujer y se fue a los brazos que les habían ofrecido.
Beatriz no dejó resquicio entre su cuerpo y el mío y, como no podía ser de otro modo, mi erección se hizo insoslayable para ella que, lejos de apartarse, rozaba su pelvis en el bulto con movimientos, contenidos pero eróticos y mantenía sus ojos clavados en los míos.
-Cheeee … Fijate como se están apretando Romina y Daniel”.
Los busqué entre las demás parejas, abroqueladas. Efectivamente estaban muy juntos y comiéndose con los ojos. No creí que pasase de un juego, común y silvestre, de seducción – estaba errado -:
-Si, parece que divierten ¿y por aquí, nosotros dos? -respondí.
-¡Yo muy a gusto! ¿Y vos?....-
-¡Ni que hablar, con lo que siento al tenerte juntito a mi -
Con intervalos en la mesa, seguimos bailando y “franeleando” la mayor parte de la velada, mi esposa con Daniel y Beatriz conmigo.
Ya avanzada la noche Beatriz fue directa al punto:
-Chicos, nosotros vivimos a pocas cuadras de aquí ¿Qué les parece si, le ponemos la frutilla al postre y cerramos esta linda reunión, con un buen café en casa? –
Leí el si en los ojos de Romina y también acepté.
En la playa de estacionamiento, Beatriz argumentó que, dado que la casa de ellos estaba en un área de diagonales, calles sin salida y rotondas, ella vendría conmigo para que no perdiese el rumbo y que Romina fuese con Daniel.
No era muy creíble pero así lo hicimos. A poco de andar:
-Pará debajo de ese árbol, Julito –
Una vez detenido el coche:
-Decime ¿Romina y vos hicieron, alguna vez, intercambios?-
-Si, ….. un par de veces.-
-¿A vos cómo te suena ….. no hay dos sin tres? –
-No se que decirte. Ganas no me faltan de …. voltearte, pero ….que Daniel lo haga con Romina … no se.-
-Bueno, yo también estoy “loquita” por vos. Mirá, por si Romina arruga, primero te doy mi número de celular para arreglar otro día con vos, segundo dame un beso “machazo” .. ya, ahora.-
Me tomó con una mano detrás de la nuca y se prendió con sus labios en los míos para a un primer beso apasionado, profundo. El segundo beso fue más prolongado y mi mano izquierda bajó al pecho para un breve masaje, siguió el descenso, progresó por la parte interna de las piernas entreabiertas y, sin oposición, alcanzó la concha. Beatriz respondió a la caricia en su sexo, introduciendo toda su lengua en mi boca, y un manoseo en mi bulto crecido.
Llegamos a destino. Al entrar en el living, Romina se ruborizó intensamente cuando la miré a los ojos. Obvio que había perpetrado lo suyo con Daniel.
Tomamos el café sentados – de a pares: Romina/Daniel en un sillón, Beatriz/yo en otro. Sin mediar muchas palabras ni argumentaciones, ni de aprobación ni de objeción, los cuatro caminamos hasta las puertas, enfrentadas, de los dormitorios. Ahí Beatriz, hizo el ademán de que esperemos, entró en la suite y, cuando salió, tenía su ropa de cama en una mano, un pijama masculino en la otra y una sonrisa dibujada en los labios; la miró a Romina en los ojos:
-¡Romi! Daniel te va a mostrar donde está mi ropa interior y de cama, usá la que te parezca. ¡Nos vemos mañana!! –
Fue el comienzo del desparpajo, cruzado, de fluidos genitales, arriba detallado.
No fue, para Romina y yo, el debut en “enroque” de parejas. No hablamos de repetirlo.
Pero se va a repetir, con variantes, pero juraría que lo vamos a repetir, ni bien topemos con la pareja indicada.
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