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Un día común

Este no es relato que yo escribí, solo lo encontre por ahi... Es de una mujer tal vez, ustedes decidan.

Introducción:

Como todos mis relatos, son fantasías con un poco de realidad.

Siempre he tenido relaciones sexuales placenteras con mi esposo, no me quejo y espero que él tampoco. 🙂 Sin embargo mi libido siempre ha sido muy alto. A menudo uso un vibrador que él me compró para jugar ambos, pero lo uso muchas veces yo sola.

Un día entre semana por la mañana, mi esposo se despertó con ganas de jugar, sé que siempre despierta con una erección pero no siempre quiere usarla. 🙂
Ese día me empezó a frotar estando aún dormida y el movimiento me despertó. Todavía medio dormida empecé a seguirle el juego, sólo me deje llevar para facilitarle el camino y en menos de un minuto ya me había despojado de mi ropa interior y me estaba penetrando deliciosamente. No supe cuanto tiempo paso, si un minuto o 10, pero el punto es que sentí su eyaculación sin avisar, solamente su pene palpitando dentro de mí, pero yo aún quería más. Por lo general me complace, pero esta ocasión sonó la alarma de su celular indicándole que tenia que asistir a una conferencia telefónica. Totalmente frustrada pero entendiendo la situación tuve que ir a ducharme y prepararme para ir a trabajar. No pude quitarme la calentura y muy a mi pesar tuve que salir a la oficina.
Como me quedé con ganas, me vesti sexi para cuando regresara por la tarde seguir con el juego, un vestido negro un poco arriba de la rodilla, liguero y medias negras. No parecía una "trabajadora social" pero tampoco estaba mal. Sabia que con esto mi esposo iba a reaccionar en la tarde. Decidí tomar un taxi en vez de manejar, así tal vez mi esposo me pasaría a recoger por la tarde y podríamos salir a algún sitio.

No fue difícil encontrar un taxi, un sedán de dos puertas de los que sólo tienen un asiento adelante para que los pasajeros entren mas fácil a la parte posterior. Me fije en el chofer, un señor de edad mediana, muy típico y un poco desaliñado. Se le notaba un abdomen un poco abultado. No habia nada en él que me atrajera, sin embargo me empezó a hacer la plática y se me hizo amena.

Empezó a hablar de política, como si él fuera la única persona que entiende la corrupción y los problemas de actualidad, quiso hablar de deportes pero notó que perdí la atención rápidamente, entonces me preguntó que a las señoras tan elegantes como yo, acerca de que nos gustaba conversar.

-Gracias por lo de elegante, le dije sonriente,- realmente hablamos de puras cosas tribiales.

- Les gusta conversar sobre muchachos, ¿cierto?, me preguntó.

- No realmente, tiene que estar el ambiente muy simplista para hablar de chicos, hablamos más de chicas y chismes de la farándula, tonterías así, le comenté.

- Bueno, usted sabe como somos los hombres, solo hablamos de quien es la más linda, quien usa la talla mas grande de ropa interior y esas cosas,

- Je Je, estoy segura que no es el vocabulario que usan, le dije en tono burlón.

- No realmente, pero déjeme preguntarle, ¿ustedes no se fijan en quien tiene los músculos más grandes, o el pecho más amplio?,

- Eventualmente, si viene a la conversación, tal vez, pero no en particular.

- Dígame un cosa señora, y no se enoje conmigo, pero realmente les importa mucho el tamaño, ¿verdad?

- No pude evitar reirme ante la franqueza en su pregunta, se ve que tenía algún complejo y no quise lastimarlo, así que contesté lo mas sabiamente que pude: el tamaño es como el dinero, una mujer siempre va a querer más pero no debe ser una razón para comprometerse, - traté de animarlo.

-Pues fíjese usted señora, que yo tengo un problema, y es que las mujeres que me han visto, dicen que debo tener la masculinidad mas gruesa del país.

- Era obvio que el chófer no tenía mucha cultura y no quería usar palabras consideradas vulgares, solo sonreí ante la forma en la cual se refirió a su miembro, pero no dije nada.

- No se ría señora, yo quería ver si alguien tan fino como usted me podía decir si realmente es un problema.

Yo me sentía de buen humor, y todavía caliente por la acción interrumpida de la mañana y pensé que sería divertido ver un miembro en vivo, le pondría un poco de morbo para pasar la tarde y pensar que mi esposo me haría el amor en la tarde.

- Esta bien, te prometo darte mi sincera opinión, pero solo muestra lo un segundo, - le contesté.

- Sólo dejeme orillarme en una calle lateral.

Dio vuelta en una calle pequeña que no tenía mucho tráfico, y detuvo el motor del vehículo. Enseguida empezo a meter su mano en su pantalón, claramente buscando su miembro, "tal vez necesite una lupa para verlo" pensé. En cuanto lo encontró, desabrocho el cierre de su pantalón, lo bajo lo suficiente para facilitar la maniobra y saco un miembro que no era nada del otro mundo en cuanto a tamaño, pero definitivamente podría ganar un concurso por su grosor, era casi tan ancho como mi muñeca. No pude evitar quedar como hipnotizada viéndolo por varios segundos, él para sacarme del trance me dijo:

- Si lo sigue viendo así, me va a excitar y se va a poner más grueso,

- ¿qué?, ¿todavía se pone más grueso?

-Sí, ¿le gustaría verlo?

No pude contestar, creo que sonreí ilusionada pero no estoy segura. El levantó las caderas del asiento para bajar su pantalón y su ropa interior dejando su miembro totalmente libre, yo me incliné un poco mas hacia el frente todavía embobada.
El tomo mi mano que yo había puesto sobre el asiento para apoyarme y la puso delicadamente sobre su pene. Empezó a crecer, calculo que de largo la tendría igual que mi esposo, unos 16 centímetros, pero el grosor era increíble. Tal vez era más larga pero por lo gorda, lucía de tamaño mediano, mi puño no alcanzaba a cerrar alrededor de ese pene, lo empecé a estimular suavemente y empezó a ponerse dura. El chofer no hizo mas que relajarse e inclinar un poco el asiento, yo seguía embelesada viendo ese miembro, solo podía pensar en que se sentiría estar tan llena de algo natural. Sin dejar de mirarle el pene me hinqué con un poco de dificultad dentro del auto y no me resistí a mi impulso de meterlo en mi boca. Su pubis tenía un ligero olor a sudor, sin ser insoportable, pero por alguna razón me excitaba olerlo. El sabor de su miembro se me hizo delicioso, su líquido preseminal era bastante espeso y lo podía saborear con mi lengua antes de tragarlo, no podia cerrar la boca por completo, y mucho menos me cabía hasta la garganta, así que me conforme con chupar el glande y acariciarlo con mi lengua.

Por fin se animó y me preguntó, señora, le gustaría sentirlo adentro?

Deje de chuparlo para verlo a los ojos y darle una mirada casi de agradecimiento, no podía creer que iba a probar algo tan grande. El poco sentido común que me quedaba me hizo voltear hacia afuera, y le dije,

- ¿No es un poco arriesgado aquí en plena calle?

él me dijo,

- Mire, aquí a la vuelta, el encargado del estacionamiento es mi amigo, si le digo que me deje pasar al fondo por un rato no habrá problema, ¿se anima?

- Asentí con la cabeza solamente como una niña a la que le van a regalar una muñeca si se porta bien.

Manejó un par de calles y entró a un estacionamiento público. Saludo muy familiarmente al encargado, que al verme en el asiento trasero sólo preguntó

- ¿otra?, ¿ésta si la vas a prestar?

- todavía no sé, pero hoy yo creo que no,- le dijo él.

Intenté no darle importancia a la plática, estaba muy nerviosa y excitada al mismo tiempo. Manejo al fondo del local donde sólo había un auto, sin conductor obviamente. Se volvió a bajar los pantalones y su boxer y me dijo,

- Ahora si, venga para acá señorita, (esto ultimo lo dijo en tono de sarcasmo).

Yo me incorpore ligeramente para poder subirme el vestido hasta la cintura, me baje la tanga hasta quitármela, y con un poco de trabajo pase mi pierna por encima de su cuerpo y me acomode a horcajadas sobre él. Me acomodé la punta de su miembro en mi entrada, tratando de no dejarme caer rápidamente por miedo a que me lastimara, aunque estaba yo muy excitada, me moví un poco en círculos tratando de lubricar por completo mis partes íntimas, subiendo y bajando sólo un par de centímetros. Cuando por fin me animé a bajar más, sentí como su miembro estrechaba mi canal vaginal. Oh dios, no quería ni moverme, no sentía dolor realmente, pero si una sensación de presión por todas mis paredes internas.

Me empecé a mover en círculos, muy lentamente para habituar mi cuerpo a ese invasor, y después empecé a subir y bajar muy despacio también. Dios, sentirlo rozando mi clítoris todo el camino era increíble, y cada que bajaba hasta que mis caderas se posaban en sus piernas, me hacía sentir en la Gloria. Con ese grosor bastaba el mas leve movimiento para estimularme de una forma inimaginable, conforme mi cuerpo se fue adaptando al tamaño empecé a acelerar mis movimientos, creo que desde mi primera vez no había sentido tanto placer por probar algo nuevo.

De pronto cuando estaba gozando más, el me movió con sus manos apartándome de su miembro, desconcertándome por completo. Cuando le pregunté ¿qué pasa?, el solo contestó

- Disculpe señora pero me tengo que ir.

- Está bien- solo atiné a decir tal vez tartamudeando un poco.

- Mire, no se enoje, pero si quiere mañana nos vemos aquí a la misma hora, y traigo un poco mas de tiempo.

- Eh, no creo que pueda, pero gracias, me puedes llevar a mi oficina por favor?- Un recato ridículo me invadió por completo y me sentía con vergüenza de mirarlo a los ojos.

El arrancó el auto y salió del estacionamiento. Yo encontré mi tanga y me la puse lo más rápido posible mientras pensaba en la tontería que había hecho por dejarme llevar por mis instintos sexuales. Al llegar a mi destino le pregunté

- ¿Cuánto te debo?

- No es nada, nos vemos mañana- me contestó.

Me salí sin decir más. Toda la tarde estuve pensando en lo que pasó, en la estúpida que había sido, y traté de olvidarle. Por supuesto no le iba a comentar nada a Jorge (mi esposo). He sido infiel un par de veces, pero siempre por las circunstancias y no por querer engañar a mi esposo. Estoy segura que él hace lo mismo ocasionalmente. No tenemos un matrimonio abierto, pero ignoramos muchas cosas, por que sabemos que no es la parte principal de nuestra vida. Espero que él nunca tenga una amante como tal, por que yo nunca he considerado tener uno.

No importaba que este taxista me hubiera hecho sentir una sensación completamente distinta, tampoco importaba recordar como me había fascinado tocar ese pene tan inusualmente grueso, o como me había gustado chuparlo. !Dios, ya no quería pensar en ello! De cualquier forma dudo mucho que lo volviera a ver. La tarde paso sin novedad, regresé a casa a cambiarme por algo mas tradicional, pantalones y blusa sencilla; mi esposo llegó cansado así que charlamos un poco y nos fuimos a dormir.

Al día siguiente mi esposo se levantó temprano para asistir a una reunión, así que yo tuve tiempo de arreglarme a solas. No sé que me hizo buscar en mi cajonera, un juego de encaje de tanga y liguero negros, tenía tiempo que no lo usaba para trabajar. Me lo puse sin pensar, tome un brassiere que combinaba con ambos y me puse un vestido no muy corto pero de vuelo amplio. Me dirijí a mi auto, pero otra vez sin saber por qué, la pereza me invadió y no quise manejar. Salí a la calle a buscar un taxi.

Por alguna razón mi corazón empezó a latir muy rápido, un miedo extraño me invadió cuando empecé a buscar un taxi y sentí como los colores se me subieron al rostro cuando vi que el taxi que venía a recogerme era el mismo taxista de ayer.

Me abrió la puerta desde dentro de su auto y me dijo

- Ven, súbete- Noté el cambio en su forma de hablarme, ayer era "usted señora" y hoy me dice "ven".

- Pero ¿Qué haces aquí ? ¿Me estabas esperando?

- No realmente, solo decidí pasar por la misma calle a la misma hora, pero ven, que estamos deteniendo el tráfico.

Me subí diciéndome a mí misma que sólo me iba a llevar a la oficina y nada mas.

Empezó a manejar lentamente, frotándose levemente sobre el pantalón y viéndome por el espejo retrovisor, yo empecé a voltear cada vez más seguido a ver como se acariciaba, y mi respiración empezaba a agitarse sin razón.

- ¿Me llevas a mi trabajo por favor? - sonó casi a súplica con un tono de voz muy bajo

- Claro que te llevo mi vida, solamente vamos a parar un segundo en el estacionamiento del otro día.

- No, por favor no. Dije esto en un tono casi de susurro, que no me convenció ni a mi misma.

Me llevó al mismo sitio, saludó al mismo individuo con una gran sonrisa, no escuché toda la conversación, sólo que al final el chofer le dijo, - a la salida te doy tu parte.

Yo me quedé callada, él siguió manejando hasta el fondo del sitio igual que la última vez y se estacionó.

- Ven muñeca, pruébala otra vez con tu boquita.

Yo ya tenía mi voluntad quebrantada, por que lo estaba haciendo voluntariamente. Me estaba justificando mentalmente diciéndome que él me estaba obligando, pero bien sabía que eso no era cierto.

Me hinqué a un lado de su asiento y agaché mi cabeza empezando hacerle sexo oral tan profundo como el grosor de su instrumento me lo permitía. Lo amplio de mi vestido le permitió jalar la falda hacia arriba hasta dejar mi trasero al descubierto, cuando vió mi lencería, lanzó una exclamación de júbilo y aprobación, diciendo - ya sabía que te gustaba ésto zorrita, ¿quieres que te la meta otra vez?

Yo aprobé con la mirada y después asentí con la cabeza. Me iba a incorporar para montarme en él otra vez pero me detuvo.

- Oye necesito un favor, el encargado del estacionamiento siempre quiere su parte, pero él se conforma con que le hagan una mamada. ¿Me ayudas con eso preciosa?

- No, ¿cómo crees? Lo estoy hacienda contigo por que me gusta, no soy prostituta!

- Mira, solo nos bajamos y te la meto empinada en el auto. Nada mas deja que se masturbe viéndonos.

-No,- le dije- Mejor ya vayámonos.

-¿Segura? Mira, solo deja que nos vea de lejos, si quieres tú voltea hacia otro lado.

-No, mejor ya vayámonos, -repetí.

- Está bien, ya no te vuelvo a molestar- al decir esto empezó a meter su miembro en su pantalón. No se que reflejé en mi rostro pero sentí que me estaban quitando algo que ya me habían prometido en ese momento, él viendo ésto se detuvo y me preguntó otra vez

- ¿segura que no te animas?

Me quede dudando por un segundo, realmente mi cuerpo quería sentir eso otra vez adentro.

- ¿seguro que solo va a ver?- pregunté

- El no va a hacer nada que tú no quieras - fué su respuesta que no me dejó satisfecha, pero mi deseo era mayor ahora.

Se bajó del auto y me ofreció la mano para ayudarme a bajar, sin soltarme caminó conmigo hacia atrás del vehículo y me pidió que me inclinara sobre la parte trasera abriendo mis piernas. Yo lo obedecí un poco en trance, parecía que no era yo la que reaccionaba en ese momento. Recargué mi rostro sobre el auto, con las palmas de mis manos a los lados de mi rostro también sobre el auto. El chófer empezó a acariciar mi trasero, y subió mi falda hasta la cintura. Acarició mi glúteos sobre mi ropa interior con ambas manos, pareciera que estaba mostrando mercancía. Bajo mi tanga a medio muslo y empecé a sentir la presión en mi intimidad, que se resistía a recibir al invasor pero lo deseaba con todas sus ganas. Le tomó tal vez un minuto de frotar su glande en mis labios vaginales antes de que pudiera introducir su pene. Cuando por fin entró, lo hizo despacio pero constante, la sensación de sentirme estrechada por dentro me llevó a un extremo de placer que no había sentido antes. Empezó a sacarlo muy despacio para repetir la operación, tal vez 10 veces en un par de minutos y yo estaba al punto del llanto de tanto placer. Empezó a acelerar sus movimientos y no pude evitar gemir en voz alta, ya estaba totalmente entregada al momento.

Fué entonces cuando note al otro hombre casi enfrente de mi, masturbándose morbosamente viendo mi rostro desencajado por el placer. Caminó con su pene en la mano, acercó un banco de peldaños de los que usan para lavar autos. Sin soltar su miembro, subió dos escalones y puso su pene muy cerca de mi rostro.

Con mis gemidos tenía la boca abierta lo suficiente para que entrara el nuevo invitado, algo mas normal, más moreno tal vez 15 cms, solo tuve que mover la cabeza ligeramente para que él entendiera lo que estaba deseando

Me gusta hacer oral profundo, aunque me dan un poco de arcadas puedo aguantar lo suficiente para dar mucho placer, el hombre entendió por que me empezó prácticamente a fornicar por la boca, metiendo y sacando su miembro a su antojo. Esto aumentaba mi placer mental, ya que el físico era prácticamente imposible tener más.

Sólo aguantaron unos minutos y empezaron a eyacular en donde estaban. Mi garganta se llenó de semen tibio, no esperaba tal cantidad, pero la pude contener en la boca hasta tragarla. En mi vagina la historia fué distinta, sentí dos disparos dentro de mi, y se nota que siguió eyaculando uno segundos más. Cuando la sacó estaba derramando semen por mis piernas y realmente sentía adoloridos mis muslos, pero estaba totalmente satisfecha.

Me subí la ropa y entré al auto, totalmente relajada. En el camino casi no platicamos, pero casi al llegar a mi oficina me preguntó

- ¿Quieres que vuelva a pasar?

- Tal vez - le respondí.

- Mira, me gustaste mucho y eres muy guapa. Con mucho gusto te doy verga dos veces por semana con una condición.

Totalmente intrigada y otra vez desconcertada por su cambio de vocabulario le pregunté

- ¿Cuál es tu condición?

- Te quisiera coger durante un año, pero quiero embarazarte, y cogerte todas las semanas durante todo el proceso hasta que nazca tu bebe, y 3 meses después de esto, tú decides si quieres seguir conmigo o no.

Sólo abri mis ojos lo mas grande que pude, esa propuesta no me la esperaba..

1 comentarios - Un día común

rickXsanchez
Muy buen relato, me sorprende que aún no tuviese puntos ni comentarios