You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Aunque casada, mi ex me hizo sentir toda una puta

Hola amigos, les comparto un relato que encontré hace un tiempo.

AUNQUE CASADA, MI EX NOVIO ME HIZO TODA UNA PUTA

Hola, siento si no tengo mucho estilo pero es mi primer relato y todo fue por insistencia de una amiga. De más está decir que salvo algunos pequeños detalles que fueron cambiados para evitar problemas, todo lo demás es 100% real.

Me llamo Eugenia, soy de Rosario (Argentina), tengo 32 años, casi 33, y estoy casada desde hace seis con Mariano. Él es un poco mayor, tiene 38 años y es encargado de un sector administrativo en una empresa dedicada a la construcción. Por su trabajo, si bien normalmente está en su oficina en la empresa acá en Rosario, con frecuencia tiene que viajar por dos o tres días a distintos lugares de todo el país (a veces incluso al exterior) donde la empresa o sus subsidiarias están haciendo obras.

A Mariano lo conozco desde la adolescencia porque es hermano de una amiga, y no me había fijado en él al principio por respeto a mi amiga y porque se lo veía muy bien con su novia de ese entonces (de hecho estuvieron a punto de casarse). Con el tiempo él rompió con su novia, yo ya estaba en la facultad y por cuestiones que no vienen al caso nos veíamos bastante seguido fuera de lo que era la casa de mi amiga, y así fue naciendo la relación. Empezamos a salir hace unos ocho años y nos casamos hace seis. Tenemos una nena de cinco años.
En general, mi matrimonio ha sido bueno aunque ahora veo que no se puede coincidir en todo.

Entre el trabajo de mi esposo y el cuidado de mi niña mi vida se fue tornando mas gris cada día. En el aspecto sexual la rutina nos comió y se fue perdiendo la emoción.
Confieso que desde siempre fui, digamos, "muy hot"; pero hoy me doy cuenta que me falta mucho por aprender.

Hace no mucho, mientras mi marido estaba de viaje, salí a hacer compras al centro y por esas casualidades mientras caminaba por Peatonal Córdoba me encontré con un ex novio que hacía años que no veía. Fue el tipo más importante en mi vida después de mi esposo y el sexo con él no fue algo espectacular; bastante monótono, diría yo.

En fin, nos encontramos, nos saludamos y tomamos un café juntos; se llama Augusto. Me contó que se había ido a vivir a Corrientes, pero que estaba en Rosario por unos días por asunto de trabajo, tenia que esperar que le dieran un repuesto para llevárselo de vuelta, según me explicó. También me enteré que ya estaba casado, así que comentamos un poco sobre nuestros matrimonios y más bien recordamos viejos tiempos y amigos en común.

Ahora me queda claro que a un ex-novio jamás le deja de resultar excitante una ex-novia. Augusto empezó a decirme lo guapa que me veía, lo cuidada que parecía desde que no nos veíamos y, bueno, con la confianza de una relación de varios años, yo lo dejé seguir en ese tono. Asumí que también el hecho de estar solo en un viaje de trabajo ayudaba a que se comportara tan desinhibido. "Si tu mujer te viera" pensaba yo. Las cosas subieron de temperatura hasta que me recordó que lo que más le gustaba de mí eran mis pechos y mi cola. Ya si le había dejado decir esas cosas, era de esperar que él siguiera por la misma línea. Me preguntaba si casada había adquirido más experiencia y a mi me sorprendió que fuera tan desinhibido porque no era esa su cualidad cuando fuimos novios.

Pasaron un par de horas, se hizo tarde y quedamos en almorzar juntos al día siguiente, aprovechando que él estaría unos días más en Rosario. Aunque yo inexplicablemente sentía un cosquilleo de ansiedad, pensé también en mantener las formas y consideré que al ser un almuerzo y no una cena, no pasaría de un coqueteo, quizás algún beso recordando los viejos tiempos y nada más.

Yo me volví a casa con una licuadora en el estómago de los nervios y de lo diferente que había notado a Augusto. Al día siguiente no pude evitar lucir un escote discreto pero también sugerente, y una pollera tubo corta para mostrar mis piernas.

Acudí a la cita y me esperaba ya él en la mesa del restaurante. Al llegar, se paró y antes de saludarme siquiera me dijo que me veía "muuuuuuy" bien y que sería difícil conversar con semejante distracción. Yo no pude evitar reirme y agradecerle coquetamente, y me senté. Me sentía como una pendeja siendo coqueteada por primera vez.

Me preguntó por mi hija y le dije la verdad, que ese día estaría con sus abuelos.
La charla fue muy distentida, normal, casi realmente como de dos viejos amigos que se encuentran, pero con la diferencia que cada vez que podía me decía que lo distraía mucho con el escote, que le daba hambre y cosas así.

En tono de broma me hablaba de la envidia que le daba mi esposo y se reprochaba el tiempo que había "perdido" invitándome al cine o a cenar cuando éramos novios. Obvio yo le decía que tuvo oportunidad y que ahora no se quejara…cosas así, aunque ese tipo de comentarios me puso un poco hot.

Cuando terminamos de almorzar, se ofreció a llevarme a casa y acepté aunque dejándole muy en claro que no lo invitaría a entrar. Salimos y al subirme a su camioneta, al abrirme la puerta y ayudarme a subir, sin más cosa me dijo "wow, no recordaba qué buen culo tenías!".

En su vida JAMÁS me había hablado así, jamás había usado esas palabras, siempre me trató con mucho respeto, hasta incluso cuando compartimos la cama.

No se qué sentí, pero cuando escuché eso me recorrió un hormigueo por toda la espalda y la verdad es que me súper prendió. Casi instintivamente levanté más mi cola y le dije "qué mala memoria tenés entonces".

Fuimos en su camioneta entre comentario y comentario sobre mi cuerpo. Le dije que hacía ejercicio y le presumía que ya no tenía nada de panza. Todavía prendida por sus comentarios, tomé su mano mientras él manejaba y la puse sobre mi estómago para demostrarle los resultados de mis rutinas diarias. Él se dejó pero no le bastó con sentir mi estómago, sino que movió su mano como queriendo tocar todo lo que podía.

De pronto él me dijo "yo también hice ejercicio y no es por nada pero quedé bien"; "¿en serio?", le preguntaba yo, y diciendo "sí mira" tomó mi mano y la puso justo en su pene presionándome para que no retirara mi mano de ahí.
Entendí en lo que me había metido y me seguía admirando tanto atrevimiento que no conocí en él antes.
Ya sin hacerme rogar, dejé mi mano y sentí su pene hasta que no fue necesario que él me detuviera. Se lo tocaba y apretaba mientras miraba a la gente por la calle como si no pasara nada, como si desafiara a que alguien me viera ahi, casada, en la camioneta de mi ex, manoteandole y deseando indescriptiblemente su pija. Yo misma me desconocía, me sentía otra, mi parte animal me estaba dominando. Avanzamos unos minutos mientras yo acariciaba su pene y de repente, saliendo del silencio, Augusto sólo dijo: "se nota que ya te gusta más la verga".

Insisto, él jamás me había hablado así, jamás había usado esas palabras. Lejos de cohibirme, su comentario me erizó la piel y me hizo tomar aquella verga con más fuerza; sólo logré decir "no sé, pero ésta me encanta".

Sin decir nada él quitó mi mano y, aún conduciendo, bajó el cierre de su pantalón y la dejó al aire.
Simplemente me quedé helada, no la recordaba pero me pareció riquísima; aún sin salir de la sorpresa, sentí la mano de Augusto detrás de mi cabeza, empujándola hacia su pene mientras decía "no te quedes con las ganas, cométela". Sin pensarlo la metí toda en mi boca, ya estaba durísima pero yo quería literalmente comérsela toda.

Mientras yo estaba tan entretenida él no paraba de decirme que me había vuelto toda una putita y sus comentarios hacía que me encendiera, que jugara con mi lengua en su pene, que lo succionara y tratara de comerla más.

De pronto sentí que nos deteníamos, no tenía idea de dónde, pero no dejé de comérsela, él simplemente estiró su brazo y comenzó a tocarme la cola diciendo "dejame ver cómo se te puso el culo de puta". Yo levante mi cola y lo dejé hacer.

Repaso por si alguno se perdió, serían las dos o tres de la tarde, en Rosario, en el mes de Abril. Lleno de gente por todos lados. Sabía que muy lejos no estaríamos, pero no me importaba. Ahí estaba yo, arrodillada en la camioneta de mi ex haciéndole un terrible pete y dejando que me tocara todo el orto en pleno día, que seguro se vería todo por la ventanilla.

Después de unas suaves caricias por encima de la ropa, como para apreciar lo que vendría después, empezó a tirar de mi pollera hasta que me quedó toda en la cintura, y comenzó a pasar muuy suavemente sus dedos sobre la línea de mi tanga que, por cierto, era negra, bastante chiquita, de algodón en la parte de atrás y de encaje adelante, dejando transparentar el monte de venus todo depiladito.

Me recorría toda la línea de arriba a abajo, con sus cuatro dedos en fila, desde mi clítoris hasta la parte de arriba de la cola, y volvía a bajar, todo por encima de mi bombachita. Cuando pasaba sus dedos sobre mi vagina y mi ano yo sentía choques eléctricos y más cuando recordaba que estábamos en su camioneta, estacionados quién sabe en dónde. Yo presionaba mi cola hacia atrás como queriendo insertarme sus dedos y él se dio cuenta de eso y me decía: "¿qué querés putita? ¿querés que te los llene?"

Yo le decía que sí con la cabeza y mirándolo a los ojos sin sacar su pene de mi boca. Estaba ya perdida y demasiado excitada para negarlo, pero el me decía "dale pedímelo, ¿qué es lo que querés putita?"

Entendí que esa era la reacción que él esperaba y me atreví a responder "que me cojas con tus dedos".

Esperaba que con mi respuesta lo hiciera de una vez, así que volví a atenderlo con la boca; siempre me gustó dar sexo oral y alguna vez un novio me dijo que era bastante buena haciéndolo. Pero no, no lo hizo, sino que sólo me corrió la tanga y puso su mano en mi cola mientras arrancaba de nuevo.

"Seguí chupando" me dijo al arrancar. "De haber sabido que te gustaba así te hubiera hecho putita desde antes".

Yo dejé un poco su pene para decirle que mi cola se veía por encima de los vidrios y que cualquiera podía vernos aunque no sabía bien en dónde estábamos, pero él sólo me respondió "¿te importa más que te vean el culo o que yo te siga cogiendo por la boca?"

Era como estar con un completo extraño; Augusto siempre me había gustado, pero jamás había sido el sexo un tema a destacar con él. Cuando estábamos juntos, en muchas ocasiones (por no decir la mayoría) era yo quien tomaba más la iniciativa y jamás me lo hubiera podido imaginar tan desinhibido, tan vulgarmente caliente.
Eso, combinado con la monotonía sexual que yo vivía en mi matrimonio me transformaron desde ese día y me sentí tan caliente de ser la puta de Augusto que no pude ponerle freno ni detenerme yo.

Llegamos hasta un hotel que está saliendo para Santa Fe. Sorprendida por lo mucho que había aguantado él sin terminar a pesar de que creo haber hecho un muy buen trabajo con la boca y las manos, él me hizo incorporarme y me preguntó "¿cuánto hace que no te dan una buena cogida, Euge?", yo me quedé sin habla, no supe qué responder y él me dijo al oído "¡no me digas que el boludo de tu marido no te llena los agujeros de verga!"; no contesté y me dijo que iríamos al bar primero a tomar algo.

Estaba súper sorprendida de lo que había estado haciendo; mientras él pagaba la habitación y preguntaba por el bar del hotel estuve a punto de decirle que paráramos y que me llevara a mi casa. Ni tiempo me dio cuando me tiró de la cintura y me llevó por un pasillo hacia el bar; al caminar él me iba tocando la cola descaradamente sin importarle que pasaran a nuestro lado dos tipos que no pudieron evitar mirarme por detrás por la manera en que Augusto me iba tocando. Yo estaba roja, aunque no sabría decir cuánto era por la vergüenza y cuánto por la calentura que tenía para ese momento.

Ya en tono más calmado me preguntaba si mi esposo no me cogía bien, me decía que se había dado cuenta de la mojada que me di cuando me estuvo tocando en la camioneta. Le tuve que decir que el sexo no era lo mejor de mi matrimonio y me respondió que estaba hecha toda una putita, que jamás me había visto tan caliente y que se imaginó que llevaba una vida sexual plena por la manera en que reaccioné.

Cuando le dije que no, él me preguntó si entonces mi calentura era por que me había puesto a chuparla y por la dedeada que me dio… no tuve más remedio que confesarle que sí.

Nos sentamos y me pidió un vino; siempre supo que el alcohol me hacía efecto muy rápido. Ya no guardó distancia, sentados me metó la mano por detrás y comenzó a bajar el cierre de la pollera tratando de meter sus dedos por donde podía mientras exploraba mi boca con su lengua, por que aquello estaba muy lejos de ser los besos que nos dábamos de novios.

Me preguntaba "¿estás caliente?" y no era necesario que yo respondiera; instintivamente levanté un poquito mi cola y él rápidamente interpretó la respuesta.

"Yo también estoy caliente" –me decía- "tocame la verga". Pensé que estábamos en el bar del hotel, a la vista de todos aunque no había tanta gente, pero la palabra "verga" de sus labios y lo excitante del momento no me permitió negarme… comencé a acariciársela.
Su mano libre se apoderó de mi escote y poco a poco fue recorriendo mi corpiño hasta rozar mi pezón con sus dedos. Sus dedos tratando de entrar por detrás de mi, otros dedos rozándome el pezón y su lengua entrando en toda mi boca fue rematado cuando me dijo al oído "qué ricas tetas tenés"; yo sólo logré decir "para servirte".

Sacó la mano de mi falda y llamó al mozo, de inmediato le dije que se me veía todo refiriéndome a mis tetas; él respondió "vos seguí en lo que estás, como buena puta", al mismo tiempo que regresaba su mano a mi cola y buscaba meterse por dentro de mi bombachita. Casi tuve un orgasmo en ese momento.

Me vi casada, en el bar de un hotel con mi ex novio, con un dedo casi metido en mi ano, con mi mano queriéndole arrancar el pene y con su mano puesta en mi teta que no me di cuenta cuando el mozo llegó. Augusto presionó mi mano con sus piernas mientras le hablaba al mozo ¡sin dejar de hacer lo que hacía! Como si fuera lo más normal del mundo tocarle una teta a tu chica mientras ordenas algo para comer.

Por supuesto, fue obvia la cara del mozo; sus ojos casi se le desbordan al ver mi pecho derecho prácticamente descubierto y el dedo de Augusto frotándolo; yo ya estaba en otro mundo y ni siquiera me importó. Pero lo que vino después fue tremendo. Augusto ordenó y cuando el mozo se iba le pidió que se apure… "no queremos que se nos haga tarde y vuelva a casa el marido de la señora".
Me sentí como una puta. Sin importarle nada, Augusto ya me había puesto en ese papel. No conocía al mozo pera ahora él ya sabía que yo era casada y que el tipo con el que estaba, el que prácticamente le estaba mostrando mi teta ¡no era mi esposo!

Supongo que Augusto vio mi cara porque con toda calma me dijo que me tranquilizara, que después de todo el mozo ya sabía que estábamos ahí porque me iba a coger y que imaginara lo caliente que se habría puesto el mozo conmigo… "mira a este flaco, ni te conoce y seguro se le paró la verga viéndote, mientras el boludo de tu marido te tiene y no te la mete como te gusta", me dijo. Y era verdad.

A un completo desconocido se le habían ido los ojos de deseo con verme un pecho. Me sentí capaz de atraer a cualquier hombre y mi única reacción fue apretar más la verga de Augusto.

Se dio cuenta de que me había calentado mucho lo que pasó y me dijo que cuando el mozo regresara le facilitara un poco la vista; me lo decía mientras seguía metiendo su mano izquierda dentro de mi bombachita por detrás y ya la punta de su dedo comenzaba a presionarme el ano, aprovechando que yo estaba escurriendo de la calentura que llevaba encima.

El mozo volvió y Augusto sacó su mano de mi teta dejando buena parte de ésta y casi hasta mi pezón fuera. Yo me acomodé un poco, nerviosa, pero igualmente le di una vista muy buena. No pude dejar de notar el enorme bulto del chico y eso me calentó más, sobre todo porque no dejaba yo de sobar la pija de Augusto que se sentía más dura que nunca.

El mozo se fue y me dijo "¿viste las ganas que tenía ese flaco de cogerte?, yo lo miré a los ojos, seria de la calentura, y le respondí "como las ganas que tengo de que vos me cojas". Nunca en mi vida me había sentido tan pero tan puta. Sentada en el bar de un hotel con mi ex, en pleno día, metiéndome la mano en la cola por dentro de mi bombacha, era irreal!. Su dedo estaba ya dentro de mi ano y yo sin darme cuenta había empezado a moverme. Augusto me decía "¿qué querés, Euge? Quiero que me digas lo que querés", mientras su dedo hacía círculos dentro de mi… "Que me metas tu verga en el culo", fue lo único que pude decir, en pleno bar de un hotel.

Algunas veces mi esposo tocaba mi ano, cuando yo colocaba ahí sus dedos, pero no habíamos tenido sexo anal más que una o dos veces en todo el tiempo que llevamos juntos, aunque a mi me daba mucho morbo hacerlo.

El nuevo Augusto que reencontré por casualidad, en sólo horas me había hecho sentir la puta más caliente del mundo, me había hecho hacer cosas que sólo había imaginado (o que ni siquiera se me habrían ocurrido) y me había hecho cosas que jamás creí que alguien me hiciera y menos él.

Terminé la copa de vino y me dijo "vamos a que te haga el culo".

El trato, el lenguaje y las cosas que hacíamos eran totalmente desconocidas para mí, pero a medida que pasaban los minutos iba descubriendo que mi desenfreno por el sexo dependía mucho de la compañía, y era obvio que esta nueva faceta de mi ex resultaba una compañía mucho más caliente que mi esposo.

Nos dirigimos al área de habitaciones, la nuestra estaba en el segundo piso; entramos al ascensor y apenas cerró la puerta Augusto me giró, me puso de cara a la pared del elevador, metió su mano bajo mi pollera e hizo lo que quiso con mi conchita que ya estaba más que empapada. Yo esperaba que lo hiciera.

El viaje fue corto, pero yo ya no resistía más.

Salimos del ascensor y caminamos por el pasillo buscando el cuarto 208, ya en ese instante no me sorprendió para nada que Augusto me levantara totalmente la pollera y me hiciera caminar los metros que faltaban con toda mi cola entangada al aire, y tocándome el orto por debajo de la tanga, completamente descubierto y listo para que cualquiera que fuera pasando me viera. La excitación ya no me dejaba pensar.

Encontramos el cuarto 208 y antes de entrar se paró de repente y me dijo "yo sé que ya no aguantás"… me tomó del cabello, se sacó la verga y empujándome hacia él me puso a chupársela en pleno pasillo como si fuera la más ordinaria de las putas.

Ahí estaba yo, con la pollera en la cintura, todo mi culo al aire, inclinada en pleno pasillo de un hotel a la siesta, succionando y lengüeteando la pija de Augusto como una loca, sin importarme lo fácil que era que alguien saliera de un cuarto o llegara al pasillo y me encontrara chupándole la pija a mi ex.

Sentía sus venas, la cabeza de su verga súper caliente en mi boca. Augusto tiene una pija de regular a grande, puedo tomarla con mis dos manos y es un tanto gruesa. Era increíble que me la comiera toda y rozara sus testículos con la punta de mi lengua.

Me tomó de la cabeza con las dos manos y literalmente comenzó a cogerme por la boca, no era yo quien se la chupaba, sino él quien me la metía y sacaba.

Hubiera jurado que estaba a punto de acabar, pero de pronto me la sacó, abrió la puerta y entramos.
Por supuesto no termina ahí la historia de mi infidelidad. Ése fue el inicio, el momento en que Augusto hizo de mi una puta, SU puta.

Entramos al cuarto y me recontra cogió… literalmente me recontra cogió. Dentro del cuarto la experiencia fue aún más excitante.

Después de esos días que estuvo en Rosario, no volví a verlo, pero sí tenemos cierto contacto vía telefónica. Aún hablamos y en cada ocasión que podemos me hace toda una puta a la distancia. El beneficiado también es mi marido, con quien me saco las ganas que me hace juntar Augusto.

No volví a serle infiel a mi marido, como tampoco lo había sido antes de esta experiencia, pero no me cabe la menor duda que si vuelvo a encontrarme con Augusto, no hay posibilidad alguna de que no me deje coger por él.

Un beso.
Euge.

7 comentarios - Aunque casada, mi ex me hizo sentir toda una puta

cachivache9
Hermosa Euge...Q lindo coger así... Connuna ex acá en santa fe hacemos lo mismo... Ella es de San justo Y cuando viene siempre cojemos u me da la colita.... No te imaginas la calentura q juntamos hasta q nos vemos Y cada vez es mejor el sexo... Te banco en la infidelidad
regio22
me encanto tu relato hermosa, por poco y me acabo encima imaginando lo puta que sos bebe, te dejo diez puntos y te daria muchos mas, besitos.
casadobi53
Guau... me recalento tu historia... van 10