La historia que les voy a contar, si bien cambiaré los nombres, ocurrió de verdad.
Un lunes, hace aproximadamente cuatro años, llegue a mi oficina. En ese tiempo tenia 23 años y no había un fin de semana en el que no me reventará el hígado de joda. Eran las 8 y media de la mañana y yo seguía golpeado de la resaca del domingo.
Florencia era una de mis dos compañeras de trabajo, en ese tiempo tenía 50 años. Era una madura que mantenía firme la cola y unas importantes tetas. Cuando era joven todas le envidiaban su figura, siempre se solía hablar de las piernas que tenía.
Esa mañana llego un poco después de las nueve, algo raro en ella ya que siempre era quien abría la oficina. Se notaba que había estado llorando, su maquillaje se había corrido un poco. Vestía un pantalón de vestir negro y una camisa rayada, para nada provocativa. Nos saludo a todos con un "buen día" y se dirigió a encerrar en su oficina.
A eso de las diez de la mañana puse a calentar la pava. Preparé el mate y me dirigí a su oficina, entre y nos pusimos a tomar unos mates mientras charlábamos un poco. Después de contarnos que habíamos echo el fin de semana, contarnos unos chistes y hablar del trabajo, ella salto de la nada diciéndome que se había enterado que su marido la engañaba hace un buen tiempo.
La verdad es que no supe como reaccionar, me quede callado un buen rato y lo único que se me ocurrió decirle fue: "no te preocupes, de los cuernos y de la muerte no se salva nadie". Ella me respondió que ya estaba demasiado vieja y que pensaba que le resultaría imposible encontrar alguien con quien compartir su tiempo. Le respondí: "Nunca falta un roto para un descosido". Ella se río y me dijo que yo estaba en plena etapa sexual y que nunca la entendería. Le aconseje que fuera a la peluquería, que se compre ropa un poco más provocativa. Ella asintió con su cabeza y me contó que hacía tiempo que no tenía relaciones con su marido y que había tenido que comprarse un consolador para satisfacerse. Me sorprendí muchísimo ya que no esperaba que me contará algo así.
Terminamos los mates y volví a hacer mi trabajo.
Al irse, paso por mi oficina a saludarme y me dio un beso en el cachete muy cerca de la boca.
Al otro día llegue a las nueve a la oficina, ella ya estaba trabajando. Mi sorpresa fue grande al ver que había pasado por la peluquería, y llevaba puesto una minifalda muy cortita, unas botas de taco alto y su camisa tenía desprendida muchos botones que hacían ver a simple vista sus grandes pechos y una piel un poco arrugada.
La salude y me dispuse a trabajar, no podía sacarme de la cabeza lo que acababa de ver, me metí en el baño y me hice una paja descomunal pensando en ella, en alguien a quien nunca la había visto con otros ojos que como compañera de trabajo.
Tipo once de la mañana fue ella quien se acerco a mi oficina y empezó a cebar unos mates. Yo la verdad es que no quería verla, mi calentura era muy grande. Charlamos un poco de todo y me dijo que había echo caso a mis consejos, preguntándome porque estaba algo extraño, algo nervioso. Le respondí que había tenido una mala noche y seguimos charlando un poco de todo.
A las cinco de la tarde mis otros tres compañeros se habían ido, el día ya había terminado. En la oficina quedábamos solo Florencia y yo. Cuando me dispuse a irme a mi casa, pase por su oficina y al saludarla me deje llevar y le comí la boca de un beso. Me apartó y me reprochó diciéndome que lo que estábamos haciendo estaba muy mal. Le dije que tranquilamente podía ser su "roto", se sonrió y llevo su mano a mi paquete.
No tarde mucho en excitarme, ella me bajo el cierre y saco mi verga mirándome a los ojos. Le paso la lengua y comenzó a hacerme un pete espectacular. Chupaba y chupaba, se notaba claramente que hacía mucho que no veía una. Al cabo de unos minutos, estando próximo a acabar, le dije que cortará que ya me venía. Ella no me dio ni cinco de pelota y siguió cogoteando hasta que mi semen le lleno la boca. Pensé que iba a escupirlo pero que equivocado estaba, se trago cada una de las gotas.
Guardo mi verga, me cerro el cierre del pantalón y me dijo: "La próxima hacemos otras cositas, ahora tengo que irme porque llegó tarde a yoga". Me saludó con un beso en el cachete y desde ese día fuimos amantes por dos años. Pero esas historias quedan para más adelante. Saludos.
Un lunes, hace aproximadamente cuatro años, llegue a mi oficina. En ese tiempo tenia 23 años y no había un fin de semana en el que no me reventará el hígado de joda. Eran las 8 y media de la mañana y yo seguía golpeado de la resaca del domingo.
Florencia era una de mis dos compañeras de trabajo, en ese tiempo tenía 50 años. Era una madura que mantenía firme la cola y unas importantes tetas. Cuando era joven todas le envidiaban su figura, siempre se solía hablar de las piernas que tenía.
Esa mañana llego un poco después de las nueve, algo raro en ella ya que siempre era quien abría la oficina. Se notaba que había estado llorando, su maquillaje se había corrido un poco. Vestía un pantalón de vestir negro y una camisa rayada, para nada provocativa. Nos saludo a todos con un "buen día" y se dirigió a encerrar en su oficina.
A eso de las diez de la mañana puse a calentar la pava. Preparé el mate y me dirigí a su oficina, entre y nos pusimos a tomar unos mates mientras charlábamos un poco. Después de contarnos que habíamos echo el fin de semana, contarnos unos chistes y hablar del trabajo, ella salto de la nada diciéndome que se había enterado que su marido la engañaba hace un buen tiempo.
La verdad es que no supe como reaccionar, me quede callado un buen rato y lo único que se me ocurrió decirle fue: "no te preocupes, de los cuernos y de la muerte no se salva nadie". Ella me respondió que ya estaba demasiado vieja y que pensaba que le resultaría imposible encontrar alguien con quien compartir su tiempo. Le respondí: "Nunca falta un roto para un descosido". Ella se río y me dijo que yo estaba en plena etapa sexual y que nunca la entendería. Le aconseje que fuera a la peluquería, que se compre ropa un poco más provocativa. Ella asintió con su cabeza y me contó que hacía tiempo que no tenía relaciones con su marido y que había tenido que comprarse un consolador para satisfacerse. Me sorprendí muchísimo ya que no esperaba que me contará algo así.
Terminamos los mates y volví a hacer mi trabajo.
Al irse, paso por mi oficina a saludarme y me dio un beso en el cachete muy cerca de la boca.
Al otro día llegue a las nueve a la oficina, ella ya estaba trabajando. Mi sorpresa fue grande al ver que había pasado por la peluquería, y llevaba puesto una minifalda muy cortita, unas botas de taco alto y su camisa tenía desprendida muchos botones que hacían ver a simple vista sus grandes pechos y una piel un poco arrugada.
La salude y me dispuse a trabajar, no podía sacarme de la cabeza lo que acababa de ver, me metí en el baño y me hice una paja descomunal pensando en ella, en alguien a quien nunca la había visto con otros ojos que como compañera de trabajo.
Tipo once de la mañana fue ella quien se acerco a mi oficina y empezó a cebar unos mates. Yo la verdad es que no quería verla, mi calentura era muy grande. Charlamos un poco de todo y me dijo que había echo caso a mis consejos, preguntándome porque estaba algo extraño, algo nervioso. Le respondí que había tenido una mala noche y seguimos charlando un poco de todo.
A las cinco de la tarde mis otros tres compañeros se habían ido, el día ya había terminado. En la oficina quedábamos solo Florencia y yo. Cuando me dispuse a irme a mi casa, pase por su oficina y al saludarla me deje llevar y le comí la boca de un beso. Me apartó y me reprochó diciéndome que lo que estábamos haciendo estaba muy mal. Le dije que tranquilamente podía ser su "roto", se sonrió y llevo su mano a mi paquete.
No tarde mucho en excitarme, ella me bajo el cierre y saco mi verga mirándome a los ojos. Le paso la lengua y comenzó a hacerme un pete espectacular. Chupaba y chupaba, se notaba claramente que hacía mucho que no veía una. Al cabo de unos minutos, estando próximo a acabar, le dije que cortará que ya me venía. Ella no me dio ni cinco de pelota y siguió cogoteando hasta que mi semen le lleno la boca. Pensé que iba a escupirlo pero que equivocado estaba, se trago cada una de las gotas.
Guardo mi verga, me cerro el cierre del pantalón y me dijo: "La próxima hacemos otras cositas, ahora tengo que irme porque llegó tarde a yoga". Me saludó con un beso en el cachete y desde ese día fuimos amantes por dos años. Pero esas historias quedan para más adelante. Saludos.
5 comentarios - Con mi compañera madura de trabajo I