Buenas amigos!
Post número 50 del Paspado! Y ascenso a la categoría Avanzado!
Para un hombre cuarentón, que solo publica textos sin ni una fotito ni video, ando bastante bien...
Todos tenemos tendencia a festejar los números redondos. Yo festejo haber llegado a los 50 post porque me gusta hacer ésto. Disfruto mucho de escribir éstos pequeños cuentos eróticos-pornográficos y calentar sus mentes y cuerpos.
De paso agradezco a todos los que suelen pasar por mis humildes páginas y dejas sus buenas ondas. Especialmente a:
@tfy01 por ser una sensibilidad hermosa y escribir flamígeros relatos con su sutil pluma.
@Pervberto que fue uno de los primeros en apoyarme y a quien agradezco siempre.
@Lomorocha, @mimilau y @Lady_GodivaII tres damas que saben calentar y hacer desear con sus post, cada una a su manera.
@EscritorOculto, @YanziV, @grancucon,@enrosario,@InvisibleT, @real-visceral, @amigolo que siempre dan buena onda y ganas d e seguir. Y a los que no me acuerdo, gracias tambien. Besos y los dejo con otra entrega de la saga de mirones con la que ando entretenido ultimamente.
link: https://www.youtube.com/watch?v=WPnOEiehONQ
Connie llegó de trabajar cerca de las tres de la tarde. Hacía un poco de calor, era primavera. Había estado toda la mañana con su cámara detrás de una manifestación de empleados bancarios y estaba un poco aturdida por el resonar de los bombos. Estuvo hablando un rato con un productor de radio que le gustó. Le calentaba el look desprolijo que traía, un poco barbudo, un poco desaliñado. El le dijo que la llamaría para pasarle no sé que dato. Era evidente que quería cojerla. No le pudo sacar la mirada del escote en ningún momento. Siempre pasaba.
De vuelta a casa, comió una ensalada rápida y se acostó a dormir. Ese día se había levantado extrañamente temprano para cubrir la manifestación y necesitaba unas horitas de sueño. Se acordó del hombre de traje de enfrente. Fue toda una sorpresa verlo unas noches atrás. Estaban cojiendo con Miranda. Connie sentada sobre su cara para que le chupe la concha, de manera que había quedado en cuclillas mirando hacia la ventana. Gozaba de esa lengua preciosa que le estaba haciendo volar de placer cuando lo vió. Le pareció un hombre un poco gordo. De estatura más bien baja y vestía traje. Era evidente que las estaba viendo y una electricidad aún mayor le empezó a recorrer el cuerpo. La lengua de Miranda pasando húmeda y caliente por su clítoris y labios vaginales y esa mirada pervertida clavada en sus tetas le hicieron sentir un extraño placer morboso. Sabía que las estaba viendo a las dos, pero no quiso decirle nada a Miranda. Quería toda la situación para ella sola. Gozaba de las caricias, gozaba del morbo de ser espiada y aparte gozaba del otro morbo de que Miranda no sepa. Se sintió sucia, degenerada, caliente.
Fue ahí cuando el hombre sacó la verga del pantalón y entró en extasis. Era enorme. Le llamaba la atención los ampulosos movimientos que tenía que hacer para pajearse. Ella se tiró hacia adelante, apoyando las manos entre las piernas de Miranda y dejó caer sus enormes tetas que quedaron colgando mirando al colchón. Se sentia que estaba ahogando a Miranda con sus flujos. Se sentía hermosa, mimada, mirada. Se sentía que quería que ese momento durara para siempre, así, gozando de su cuerpo y que otros gozaran viéndola gozar. Vio claramente como tres chorros de semen se estrellaron contra el vidrio cuando el hombre acabó. Tres escupitajos de leche que caían pesados por el vidrio y el hombre quieto con los ojos cerrados gozando. De repente él se dió cuenta de algo y salió casi corriendo de la habitación apagando la luz tras de sí. En ese mismo momento en que se apagaron las luces acabó ruidosamente casi a los gritos apretando su concha contra la cara de Miranda que luego de unos segundos la empujó con fuerza hacia arriba.
- Me vas a ahogar Conina! uffff, que acabada! Mirá, me empapaste la cara.-
Connie se dió vuelta y abrazándola la besó apasionadamente. Sintió sus propios flujos mezclados con su transpiración que le mojaban completamente el rostro muy rojo por la presión de su propia concha de hacía unos segundos.
Un piso más abajo Fabricio contestaba wassaps de dos o tres grupos simultáneamente. Lucía se bañaba y él estaba acostado desnudo en la cama matrimonial. Lo había traído por primera vez a su casa. El había entrado a trabajar hacía poco en la empresa donde Lucía tenía un cargo más o menos alto. La diferencia de edad era mucha, pero a él le gustaba "la veterana" como le decía cuando contaba sus andanzas a sus amigos. A Lucía le gustaba "el pibito" como le decía cuando le contaba a su hermana, y le funcionaba como entretenimiento intentando olvidarse de lo que pasó con Felix.
Además de Lucía, Fabricio cojia frecuentemente con Amelia, una compañera del curso de marketing. De su edad, ella tenía esperanzas en concretar algo más serio. El no.
Mientras contestaba mensajes escuchó los gemidos de mujer que venían del piso superior. Dejó el celular a su lado sobre la cama. La pija se le paró instantáneamente. Prestó mucha atención. Era una mujer gimiendo. Parecía que gozaba mucho. Estaba como descontrolada. Se acordó de una tarde que fue con Amelia a un telo y la pareja de la habitación de al lado gritaba como loca. Esos gritos lo pusieron que sintió que se descontrolaba de la calentura. Terminó acabando en un orgasmo fortísimo. A Amelia le llamo la atención, creyó que era el telo, o que en una de esas se estaba enganchando con ella. El nunca se lo aclaró.
Cuándo Fabricio escuchó que la ducha se apagó salió disparado hacia el baño endemoniado. La calentura de escuchar a la vecina cojiendo lo volvió loco y entró sin siquiera tocar. Ella se secaba el pelo delante del espejo. La tomó por detrás y le empezó a pasar la pija por la entrada de la concha agarrándole las tetas.
- Veni, ahora que están toda limpita te voy a volver a ensuciar putita.- le decía amasándola y apoyándola lascivo.
Ella vió las manos del jóven tomándola por sorpresa y no entendió demasiado. De un empujón la ensartó y la empezó a cojer como conejo descontrolado. Ella al principio se sintió extraña, siempre decía que necesitaba la previa para entrar en calor y éste ataque repentino y cojida sin miramientos le chocó. Se sentía un poco agobiada. Pero al instante vió la cara de calentura de Fabricio en el espejo, como le miraba el culo y la cojía con todas sus fuerzas, disfrutando de su cuerpo como animal y murió de la calentura por ser tomada así, como un objeto. Era la muñeca, el juguete que el pibito usaba para sacarse la leche. Esa idea la volvió loca. Tocándose el clítoris acabó ella primero. Después él derramándole el semen sobre la espalda y el culo. Solo habían pasado un par de minutos. Pero en vez de terminar, volvió a metérsela en la concha y le siguió dando. Lucía sentía la verga un poco flácida al principio, pero de a poco se fué endureciendo y retomando el vigor. Rápido, fuerte, sin miramientos, la volvió a cojer sin siquiera prestar atención a lo que sentía. Solo bombeaba y bombeaba dentro de su concha. Y a ella le encantaba. Tiró la cabeza hacia adelante, casi metiéndola en la bacha y así se dejó hacer. Cada empujón, cada embestida era una especie de impulso animal que nunca había sentido y ahora disfrutaba como algo nuevo, diferente. Gemían los dos como animales, nada decían.
Lucía después le contaba a su analista que lo que más le calentaba era que en el fondo, eran extraños, sin conexión. Que el pibito para ella también era un objeto, una pija sin rostro que la cojía hasta hacerla volver loca de placer.
Acabaron y se vistieron sin decir nada. El se fue a los pocos minutos dándole un piquito de compromiso.
Bajando las escaleras, Fabricio pensó en que la próxima la sorprendería de la misma manera cojiéndola por el culo.
De vuelta en la tarde en que Connie dormía la siesta, ya habían pasado un par de horas y anochecía. Ella se despertó desperezándose. Había disfrutado la siesta. Se sintió un poco caliente volviendo a recordar al vecino. Se levantó y se bañó. Al salir siempre le gustaba quedarse un rato desnuda. Leyendo o escuchando música. Era el momento que disfrutaba de su cuerpo sin las ataduras de la ropa.
Esa tarde puso un disco de Tom Waits y se puso a leer un libro de fotografía que tenía pendiente hacía unos días. Desnuda, tirada en la cama, con una mano sostenía el libro y con la otra acariciaba despacio el pezón derecho, casi como una caricia furtiva más que para calentarse.
Paso un rato y volviendo al mundo real se volvió a acordar del vecino. La imágen de su enorme verga, de su cara de degenerado, de su cuerpo cuadrado la perseguían hacia unos días y la tenían bastante caliente.
Sonó el teléfono. Era un mensaje de Miranda que decía que estaba retrasada. Lo dejó sobre la cama. Se le dió por asomarse a la ventana. Las cortinas estaban cerradas, pero abrió una pequeña hendija por donde vió que el vecino estaba en la habitación de enfrente. Solo, mirando algo en la computadora. Volvió a cerrar y empezó a caminar en círculos dudando. Su sexo le pedía mostrarse. Estaba caliente y quería ver esa verga enorme nuevamente. Le daba un poco de miedo también. Iba y venía agarrándose las tetas instintivamente. Enormes las sostenía entre las manos pasándole el dedo pulgar por encima del pezón, oscuros y grandes que iban poniéndose duros por la excitación. Fué al baño. Se empezó a ver desnuda en el espejo. Miraba detalladamente sus tetas enormes, su panza, su entrepierna completamente depilada. Sus labios gruesos. Llevó su mano hasta tocar el clítoris. Estaba duro. Se estaba mojando de la calentura.
- Basta, vamos!- dijo resuelta y fue hasta la ventana. Lentamente abrió las cortinas y se quedó parada mirando hacia la ventana de enfrente. El tardó unos segundos en darse cuenta. Segundos que parecieron eternos. Ella moría de calentura y miedo. De nervios por ser vista y excitación justamente porque la vieran. Especialmente él y su verga enorme.
Cuando finalmente se dió cuenta dió un salto de la silla mecedora. Un movimiento del todo torpe que casi hace caer la computadora al piso. Se puso tieso al lado de la ventana. Tenía unos binoculares con los que la miraba fijo. Connie se calentó aún más sabiendo que estaba preparado para ella. Después sacó la pija y se empezó a pajear como enloquecido. Duro, firme pero con la mano yendo y viniendo rapidísimo. Ella se tocaba las tetas y se pasaba la lengua por el labio superior.
En eso estaban los dos cojiéndose con la mirada a la distancia cuando Connie escuchó la puerta de entrada del departamente abrirse y la voz de Miranda llamándola.
Entró a la habitación y se sorprendió al verla desnuda.
- Te estaba esperando Miru. Querés?- le dijo casi tirándose encima de ella.
Mirando sorprendida se dejó hacer. Connie le arrancó practicamente la ropa. La besaba como hacía mucho no lo hacía. Con una pasión descontrolada, alocada. Agitada y transpirada quería chuparla, besarla. Parecía que quería comérsela entera. Miranda por su parte se calentó enseguida. Le encantaba cuando su mujer estaba así de encendida. Ultimamente no estaban bien, pero desde hacía unos días parecía que todo iba mejor.
Veía a Connie mucho más caliente, con más ganas de sentir sus manos. Esa la ponía contenta. Y aparte la calentaba. Disfrutaba mucho de la nueva Connie calentona. Así que se dejó sacar la ropa y la tiró sobre la cama. Le encantaba su cuerpo redondo. Sus tetas enormes. Su concha depilada y rosada. Su clítoris grande. La empezó a chupar con muchas ganas. Sentía a Connie revolverse de placer en su cara. De vez en cuando la escuchaba pedir más y más.
Después de unos minutos levantó la vista y la vió con los ojos puestos a su espalda. Miranda se dió vuelta y vió en el edificio de enfrente a un hombre de unos cuarenta años vestido de traje y con la pija afuera del pantalón pajeándose.
Un pavor recorrió su cuerpo, entendió inmediatamente que Connie sabía de su presencia y no le había dicho nada. De un salto se incorporó y corriendo cerró las cortinas.
- Que mierda hacés Connie? Estás loca!!!! Como mierda no me avisas de que hay un pajero mirándonos?????
Connie solo atinó a llorar.
Post número 50 del Paspado! Y ascenso a la categoría Avanzado!
Para un hombre cuarentón, que solo publica textos sin ni una fotito ni video, ando bastante bien...
Todos tenemos tendencia a festejar los números redondos. Yo festejo haber llegado a los 50 post porque me gusta hacer ésto. Disfruto mucho de escribir éstos pequeños cuentos eróticos-pornográficos y calentar sus mentes y cuerpos.
De paso agradezco a todos los que suelen pasar por mis humildes páginas y dejas sus buenas ondas. Especialmente a:
@tfy01 por ser una sensibilidad hermosa y escribir flamígeros relatos con su sutil pluma.
@Pervberto que fue uno de los primeros en apoyarme y a quien agradezco siempre.
@Lomorocha, @mimilau y @Lady_GodivaII tres damas que saben calentar y hacer desear con sus post, cada una a su manera.
@EscritorOculto, @YanziV, @grancucon,@enrosario,@InvisibleT, @real-visceral, @amigolo que siempre dan buena onda y ganas d e seguir. Y a los que no me acuerdo, gracias tambien. Besos y los dejo con otra entrega de la saga de mirones con la que ando entretenido ultimamente.
link: https://www.youtube.com/watch?v=WPnOEiehONQ
Connie llegó de trabajar cerca de las tres de la tarde. Hacía un poco de calor, era primavera. Había estado toda la mañana con su cámara detrás de una manifestación de empleados bancarios y estaba un poco aturdida por el resonar de los bombos. Estuvo hablando un rato con un productor de radio que le gustó. Le calentaba el look desprolijo que traía, un poco barbudo, un poco desaliñado. El le dijo que la llamaría para pasarle no sé que dato. Era evidente que quería cojerla. No le pudo sacar la mirada del escote en ningún momento. Siempre pasaba.
De vuelta a casa, comió una ensalada rápida y se acostó a dormir. Ese día se había levantado extrañamente temprano para cubrir la manifestación y necesitaba unas horitas de sueño. Se acordó del hombre de traje de enfrente. Fue toda una sorpresa verlo unas noches atrás. Estaban cojiendo con Miranda. Connie sentada sobre su cara para que le chupe la concha, de manera que había quedado en cuclillas mirando hacia la ventana. Gozaba de esa lengua preciosa que le estaba haciendo volar de placer cuando lo vió. Le pareció un hombre un poco gordo. De estatura más bien baja y vestía traje. Era evidente que las estaba viendo y una electricidad aún mayor le empezó a recorrer el cuerpo. La lengua de Miranda pasando húmeda y caliente por su clítoris y labios vaginales y esa mirada pervertida clavada en sus tetas le hicieron sentir un extraño placer morboso. Sabía que las estaba viendo a las dos, pero no quiso decirle nada a Miranda. Quería toda la situación para ella sola. Gozaba de las caricias, gozaba del morbo de ser espiada y aparte gozaba del otro morbo de que Miranda no sepa. Se sintió sucia, degenerada, caliente.
Fue ahí cuando el hombre sacó la verga del pantalón y entró en extasis. Era enorme. Le llamaba la atención los ampulosos movimientos que tenía que hacer para pajearse. Ella se tiró hacia adelante, apoyando las manos entre las piernas de Miranda y dejó caer sus enormes tetas que quedaron colgando mirando al colchón. Se sentia que estaba ahogando a Miranda con sus flujos. Se sentía hermosa, mimada, mirada. Se sentía que quería que ese momento durara para siempre, así, gozando de su cuerpo y que otros gozaran viéndola gozar. Vio claramente como tres chorros de semen se estrellaron contra el vidrio cuando el hombre acabó. Tres escupitajos de leche que caían pesados por el vidrio y el hombre quieto con los ojos cerrados gozando. De repente él se dió cuenta de algo y salió casi corriendo de la habitación apagando la luz tras de sí. En ese mismo momento en que se apagaron las luces acabó ruidosamente casi a los gritos apretando su concha contra la cara de Miranda que luego de unos segundos la empujó con fuerza hacia arriba.
- Me vas a ahogar Conina! uffff, que acabada! Mirá, me empapaste la cara.-
Connie se dió vuelta y abrazándola la besó apasionadamente. Sintió sus propios flujos mezclados con su transpiración que le mojaban completamente el rostro muy rojo por la presión de su propia concha de hacía unos segundos.
Un piso más abajo Fabricio contestaba wassaps de dos o tres grupos simultáneamente. Lucía se bañaba y él estaba acostado desnudo en la cama matrimonial. Lo había traído por primera vez a su casa. El había entrado a trabajar hacía poco en la empresa donde Lucía tenía un cargo más o menos alto. La diferencia de edad era mucha, pero a él le gustaba "la veterana" como le decía cuando contaba sus andanzas a sus amigos. A Lucía le gustaba "el pibito" como le decía cuando le contaba a su hermana, y le funcionaba como entretenimiento intentando olvidarse de lo que pasó con Felix.
Además de Lucía, Fabricio cojia frecuentemente con Amelia, una compañera del curso de marketing. De su edad, ella tenía esperanzas en concretar algo más serio. El no.
Mientras contestaba mensajes escuchó los gemidos de mujer que venían del piso superior. Dejó el celular a su lado sobre la cama. La pija se le paró instantáneamente. Prestó mucha atención. Era una mujer gimiendo. Parecía que gozaba mucho. Estaba como descontrolada. Se acordó de una tarde que fue con Amelia a un telo y la pareja de la habitación de al lado gritaba como loca. Esos gritos lo pusieron que sintió que se descontrolaba de la calentura. Terminó acabando en un orgasmo fortísimo. A Amelia le llamo la atención, creyó que era el telo, o que en una de esas se estaba enganchando con ella. El nunca se lo aclaró.
Cuándo Fabricio escuchó que la ducha se apagó salió disparado hacia el baño endemoniado. La calentura de escuchar a la vecina cojiendo lo volvió loco y entró sin siquiera tocar. Ella se secaba el pelo delante del espejo. La tomó por detrás y le empezó a pasar la pija por la entrada de la concha agarrándole las tetas.
- Veni, ahora que están toda limpita te voy a volver a ensuciar putita.- le decía amasándola y apoyándola lascivo.
Ella vió las manos del jóven tomándola por sorpresa y no entendió demasiado. De un empujón la ensartó y la empezó a cojer como conejo descontrolado. Ella al principio se sintió extraña, siempre decía que necesitaba la previa para entrar en calor y éste ataque repentino y cojida sin miramientos le chocó. Se sentía un poco agobiada. Pero al instante vió la cara de calentura de Fabricio en el espejo, como le miraba el culo y la cojía con todas sus fuerzas, disfrutando de su cuerpo como animal y murió de la calentura por ser tomada así, como un objeto. Era la muñeca, el juguete que el pibito usaba para sacarse la leche. Esa idea la volvió loca. Tocándose el clítoris acabó ella primero. Después él derramándole el semen sobre la espalda y el culo. Solo habían pasado un par de minutos. Pero en vez de terminar, volvió a metérsela en la concha y le siguió dando. Lucía sentía la verga un poco flácida al principio, pero de a poco se fué endureciendo y retomando el vigor. Rápido, fuerte, sin miramientos, la volvió a cojer sin siquiera prestar atención a lo que sentía. Solo bombeaba y bombeaba dentro de su concha. Y a ella le encantaba. Tiró la cabeza hacia adelante, casi metiéndola en la bacha y así se dejó hacer. Cada empujón, cada embestida era una especie de impulso animal que nunca había sentido y ahora disfrutaba como algo nuevo, diferente. Gemían los dos como animales, nada decían.
Lucía después le contaba a su analista que lo que más le calentaba era que en el fondo, eran extraños, sin conexión. Que el pibito para ella también era un objeto, una pija sin rostro que la cojía hasta hacerla volver loca de placer.
Acabaron y se vistieron sin decir nada. El se fue a los pocos minutos dándole un piquito de compromiso.
Bajando las escaleras, Fabricio pensó en que la próxima la sorprendería de la misma manera cojiéndola por el culo.
De vuelta en la tarde en que Connie dormía la siesta, ya habían pasado un par de horas y anochecía. Ella se despertó desperezándose. Había disfrutado la siesta. Se sintió un poco caliente volviendo a recordar al vecino. Se levantó y se bañó. Al salir siempre le gustaba quedarse un rato desnuda. Leyendo o escuchando música. Era el momento que disfrutaba de su cuerpo sin las ataduras de la ropa.
Esa tarde puso un disco de Tom Waits y se puso a leer un libro de fotografía que tenía pendiente hacía unos días. Desnuda, tirada en la cama, con una mano sostenía el libro y con la otra acariciaba despacio el pezón derecho, casi como una caricia furtiva más que para calentarse.
Paso un rato y volviendo al mundo real se volvió a acordar del vecino. La imágen de su enorme verga, de su cara de degenerado, de su cuerpo cuadrado la perseguían hacia unos días y la tenían bastante caliente.
Sonó el teléfono. Era un mensaje de Miranda que decía que estaba retrasada. Lo dejó sobre la cama. Se le dió por asomarse a la ventana. Las cortinas estaban cerradas, pero abrió una pequeña hendija por donde vió que el vecino estaba en la habitación de enfrente. Solo, mirando algo en la computadora. Volvió a cerrar y empezó a caminar en círculos dudando. Su sexo le pedía mostrarse. Estaba caliente y quería ver esa verga enorme nuevamente. Le daba un poco de miedo también. Iba y venía agarrándose las tetas instintivamente. Enormes las sostenía entre las manos pasándole el dedo pulgar por encima del pezón, oscuros y grandes que iban poniéndose duros por la excitación. Fué al baño. Se empezó a ver desnuda en el espejo. Miraba detalladamente sus tetas enormes, su panza, su entrepierna completamente depilada. Sus labios gruesos. Llevó su mano hasta tocar el clítoris. Estaba duro. Se estaba mojando de la calentura.
- Basta, vamos!- dijo resuelta y fue hasta la ventana. Lentamente abrió las cortinas y se quedó parada mirando hacia la ventana de enfrente. El tardó unos segundos en darse cuenta. Segundos que parecieron eternos. Ella moría de calentura y miedo. De nervios por ser vista y excitación justamente porque la vieran. Especialmente él y su verga enorme.
Cuando finalmente se dió cuenta dió un salto de la silla mecedora. Un movimiento del todo torpe que casi hace caer la computadora al piso. Se puso tieso al lado de la ventana. Tenía unos binoculares con los que la miraba fijo. Connie se calentó aún más sabiendo que estaba preparado para ella. Después sacó la pija y se empezó a pajear como enloquecido. Duro, firme pero con la mano yendo y viniendo rapidísimo. Ella se tocaba las tetas y se pasaba la lengua por el labio superior.
En eso estaban los dos cojiéndose con la mirada a la distancia cuando Connie escuchó la puerta de entrada del departamente abrirse y la voz de Miranda llamándola.
Entró a la habitación y se sorprendió al verla desnuda.
- Te estaba esperando Miru. Querés?- le dijo casi tirándose encima de ella.
Mirando sorprendida se dejó hacer. Connie le arrancó practicamente la ropa. La besaba como hacía mucho no lo hacía. Con una pasión descontrolada, alocada. Agitada y transpirada quería chuparla, besarla. Parecía que quería comérsela entera. Miranda por su parte se calentó enseguida. Le encantaba cuando su mujer estaba así de encendida. Ultimamente no estaban bien, pero desde hacía unos días parecía que todo iba mejor.
Veía a Connie mucho más caliente, con más ganas de sentir sus manos. Esa la ponía contenta. Y aparte la calentaba. Disfrutaba mucho de la nueva Connie calentona. Así que se dejó sacar la ropa y la tiró sobre la cama. Le encantaba su cuerpo redondo. Sus tetas enormes. Su concha depilada y rosada. Su clítoris grande. La empezó a chupar con muchas ganas. Sentía a Connie revolverse de placer en su cara. De vez en cuando la escuchaba pedir más y más.
Después de unos minutos levantó la vista y la vió con los ojos puestos a su espalda. Miranda se dió vuelta y vió en el edificio de enfrente a un hombre de unos cuarenta años vestido de traje y con la pija afuera del pantalón pajeándose.
Un pavor recorrió su cuerpo, entendió inmediatamente que Connie sabía de su presencia y no le había dicho nada. De un salto se incorporó y corriendo cerró las cortinas.
- Que mierda hacés Connie? Estás loca!!!! Como mierda no me avisas de que hay un pajero mirándonos?????
Connie solo atinó a llorar.
16 comentarios - Ellas encima.
"...lo que más le calentaba era que en el fondo, eran extraños, sin conexión. Que el pibito para ella también era un objeto, una pija sin rostro que la cojía hasta hacerla volver loca de placer."
Excelente...
Gracias...
por el relato
por EL número redondo, el 50
por tu nuevo rango, posteas en una categoría que
que es muy dificil escalar
por la buena onda
por ser un user de los que a uno le da gusto ocmpartir
por todo eso, y apenas...por que es lo máximo que se puede
+10
Vipo.-
Sin dudas no hace falta mostrar nada más que inteligencia para atraer mi atención y la de muchos!
Bravo! Y por supuesto espero más de esta linda vecindad 😘
El relato de hoy te deja pidiendo mas, tanto de ellas como del pendejo y su jefa, cuando pensas que la pareja de mujeres y su miron es lo mejor, aparecen ellos y sorprenden con lo que garchan. Gran relato. Espero el proximo post, saludos
Gracias por la mención!
Felicitaciones por el ascenso, pertener tiene bocha de privilegios...cuac
gracias y besos!