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Repetí con mi cuñado.

Ya conté como, en su momento, me levanté a Juan el marido de Lorena, mi hermana.
Tiempo después, con Martín y nuestros hijos, nos mudamos a otra ciudad, a la periferia de la misma, en realidad. Vivimos en un amplio chalet con jardín piscina y quincho.
Un fin de semana vinieron, de visita y se alojaron con nosotros, Lorena, Juan y sus dos hijitos.
Volví a coger con mi cuñado, en casa, mientras mi marido, mi hermana y los cuatro chicos, dormían ajenos a nuestra deslealtad, traición, acción fea pero deliciosa.

Después de transcurrida una tarde frenética con horas de remojo en la piscina, tragos largos y juegos con los chicos, cena y sobremesa, sin ahorro de alcohol los adultos, nos acostamos caídos de sueño todos, con una excepción, Juan.
Me despertó una mano acariciándome la concha y una voz susurrándome al oído: “levántate Marianita, que tengo … algo para vos”.
Cuando logré espabilarme no salía de mi asombro, sentía el respirar profundo de Martín dormido a mi derecha y, a mi izquierda, Juan manoseándome y murmurado en mi oído.
Más alarmada que excitada, me levanté – como estaba sólo de bombacha y corpiño – y salimos del dormitorio.
En el pasillo amagué protestar en voz muy baja:
-¿Te volviste loco Juan?.. –
Con el dedo índice en los labios, me tomó de una mano, y me llevó a través del pasillo y living, a la puerta de salida posterior. Ya en el jardín me abrazó, besó y toqueteó lo justo y necesario para que mi nivel de excitación “subiera a las estrellas”.
-¿Vamos al quincho, muñeca?- susurró.
Para coger, de eso se trataba, mejor hubiese sido el sofá del living pero el riesgo de despertar a alguno de los dormidos era grande.
-¡Dale!- acepté
Y allá fuimos. Ahí fue donde Juan me cogió para que tenga y guarde, sentada en la mesa de algarrobo, primero sexo oral intenso, luego polvo vehemente por la concha con altos orgasmos de ambos. Cierre de la escapada indigna: yo brazos y cabeza apoyados en la mesa, cola ligeramente levantada hacia arriba, Juan detrás, besos negros, bombeo por la vulva un buen rato y epílogo con acabada anal.
Estuvo requeté-bueno el abandono temporal del lecho matrimonial.

De regreso a la cama me llevé un pequeño sofocón. Martín se despertó y cuando yo estaba en el baño cambiándome la bombacha.
-¿Qué pasó …. Mariana ….. que fuiste al jardín?- balbució no del todo consciente.
-Nada, la gata, quedó encerrada en el quincho- atiné a decirle.
Había percibido el ruido que hice al cerrar, atolondradamente, la puerta trasera.
Por suerte no se levantó. Hubiese sido difícil explicarle que había salido al sereno, en bombacha y corpiño, sin el salto de cama que habitualmente uso, que había quedado en una butaca del dormitorio.

A la mañana siguiente, a la hora, avanzada, del desayuno, nuestra gata Micky se aproximó a la mesa. Martín quiso hacer una humorada:
-¿Quién fue la desvergonzada que en la madrugada, anduvo haciendo travesuras en el quincho? – dijo en voz alta.
A pesar de que su dedo índice señalaba a Micky yo me sentí aludida y no pude evitar dirigir la mirada hacia Juan y ruborizarme a punto tal que, en el espejo del baño, al cual me dirigí apresuradamente, pude ver que aún tenía las mejillas color rojo subido.
Sí, mis perrerías aún me ruborizan. ¡Es de locos!

11 comentarios - Repetí con mi cuñado.

carapicha
Ojala mi cuñada sea asi.
narutito87
tremendo relato y que tentador es los prohibido :F:F gracias por compartir 😀
cihs
me encanto tu relato !!! espero q subas fotos para el próximo jajaja.
redblend56
como te cogeria toda en el quincho también ! deseo ser ese Juan!!
centaurock22
Que buen relato. Te doy.. Puntis. Si queres pasa x mi post y comentá. Besos
kramalo
Muy bueno...!, lo dicho: lo prohibido recontracalienta...
visitantevengador
@MariaYute quizas algun dia nos permitas ver tu cuerpo soft ? excelentes relatos