Una historia, un protagonista, una fantasía. Todos nos hemos dejado llevar alguna que otra vez por nuestra mente. En esta página nos interesan las fantasías y los protagonistas de nuestros relatos se encargan de vivir las suyas a flor de piel. Una historia por día, un protagonista nuevo, una fantasía distinta. Dejate llevar por la imaginación...
A todo motor
El silencio se hizo total en esas últimas 7 cuadras. ¿Por qué me tuvo que dejar a mi última? La tensión se cortaba con las manos y ninguno de los dos podía decir nada. ¿Lo hizo a propósito o es que no lo pensó bien? No veía la hora de bajarme de ese auto y a su vez no quería que terminara el viaje. Sus manos apretaban fuerte el volante. Su boca se veía muy tentadora. Me moría de ganas de besarlo.
Mi nombre es Paola, tengo 28 años y trabajo en una empresa de distribución de comida, en el área de administración. No es necesario aclarar mucho mi trabajo, lo que es importante es decir que hace 9 meses entró a trabajar a la empresa el nieto del dueño, hijo del futuro jefe, Alejandro, un pendejo de 26 años hermoso. Ale es alto, de piel tostada, cuerpo trabajado, ojos marrón clarito y una sonrisa divina con dientes perfectos. Todo un bombón.
Como soy la más cercana a su edad en la parte administrativa, enseguida pegamos buena onda. Lo que yo no sabía es que él venía con dobles intenciones y que a las pocas semanas me iba a invitar a tomar algo. “No puedo, estoy de novia” le mentí descaradamente en la cara. La verdad es que me daba cosa salir con el hijo del futuro dueño de la empresa.
Rubén estaba a punto de heredad la empresa de su padre y se notaba en los cambios que estaba haciendo, el más llamativo, su hijo que no tenía idea de economía en el área de administración. Pero la falta de entrenamiento de Alejandro hizo que empezáramos a pasar mucho tiempo juntos en la oficina y de a poco iba gustándome cada día más.
- ¿En serio no querés tomar nada conmigo después de la oficina?- Me preguntó y yo volví a negarle, pero esta vez no le di la escusa del novio.- Cierto… Tu novio.- Me dijo él.
- Corté con mi novio.- Volví a mentirle.- Pero por ahora no quiero salir con nadie.
- Es un café Pao. Nada más.- Me dijo él y me sonrió. No podía negarme a esa sonrisa.
- Un café y nada más.- Acepté y él contento volvió al tema del trabajo.
Ese día fuimos a tomar un café y hablamos un rato en donde él me contó un poco de su vida y yo me inventé un novio con el que había mantenido una relación de 8 meses y que se terminó porque él era muy infantil. Pero la mentira era tan débil que Ale se dio cuenta y entre risas me dijo que entendía porque me había negado a salir con él la primera vez. “Soy el nieto de tu jefe. Es entendible. No me molesta” Pero yo me moría de vergüenza.
A pesar de eso, él insistió en verse conmigo y yo me ponía un poco en negativa para terminar aceptando siempre. Pero no sé por qué, en esta ocasión preferí ir lento y no apurarme. En realidad sí sé por qué. A su vez estaba saliendo con Luciano, un ex compañero de la facultad que después de que nos recibiéramos me declaró su amor y a pesar de que él nunca me había parecido lindo de verdad, le di una oportunidad y empezamos a vernos. Luciano me gustaba cada día más, hasta la aparición de Alejandro.
Después de idas y vueltas y de hablarlo con varias amigas, decidí seguir intentándolo con Luciano. Cuando le dije a Ale lo que pasaba él entendió. Pero fue todo por la aparición de Soledad, una chica de 25 años que había ocupado el lugar de Rosario que se acababa de jubilar. Alejandro y Soledad empezaron a tener la misma química que él y yo habíamos tenido cuando arrancó a trabajar y noté que los celos me invadían en un instante. Lo peor es que Sol era muy simpática y buena conmigo, pero comenzaba a odiarla.
Cuando se acercó fin de año, empezaron los preparativos para la cena que se hacía siempre en diciembre y ellos dos estaban a cargo de casi toda la organización, por lo que vivían pasando tiempo juntos. Ese sábado de la fiesta decidí vestirme para matar. “¿Que diría tu novio si te viera así?” me molestó Ale cuando llegué y yo enseguida le contesté que no tenía novio, después de todo con Luciano no habíamos formalizado nada.
La cena estuvo tranquila, pero las miradas con Alejandro se cruzaron toda la noche. Llegada la fiesta empezamos a bailar y la barra de tragos se hizo presente enseguida. En una decidí salir al patio para tomar algo de aire y él me siguió, me agarró de la mano y me llevó atrás de unos arbustos y me empujó contra la pared. “Me calentás mucho Pao” me dijo pasando su mano por mi cintura y apretando bien fuerte mi cuerpo. “Vámonos de acá y matémonos en un telo” agregó y pude notar el aliento a alcohol. Nos besamos, pero solo por unos segundos y después lo alejé y me fui.
La noche siguió y no me despegué de Sol por un segundo. Casi al final decidimos irnos y al mismo tiempo Ale salió del salón y se propuso a llevarnos. Como estaba Sol no me pude negar y nos subimos al auto. La dejó a ella primero, a pesar de que le convenía llevarme a mi y las 7 cuadras que había desde la casa de Sol hasta la mía fueron de silencio total.
Dobló en la esquina y frenó el auto frente a la puerta de entrada y me miró fijo. “Perdoname si me zarpé” me dijo sin dar vueltas. “Pero me volvés loco. Me gustás mucho y yo se que a vos te gusto. Quería ver si por lo menos esa noche dejabas la timidez de lado” siguió hablando. Le agradecí y me bajé del auto por más que me moría por quedarme ahí arriba.
Entré a mi casa y fui directo a mi pieza. Me saqué el vestido que tenía, los zapatos y me acosté en la cama en ropa interior. Comencé a mirar el techo y a pensar en todo. Alejandro, Luciano, Soledad, la noche, la fiesta, las tardes de trabajo juntos, la forma en la que me había tocado. En todo. ¿Por qué no le había dicho algo antes de bajarme? Ale me encantaba. Esa sonrisa, esa boca, ese cuerpo. Me moría de ganas de besarlo…
Volvía a estar sentada en su auto, frente a frente y él acababa de comentarme que había tirado suerte por esa noche a ver si yo dejaba mi timidez. Lo miré fijo y lo besé dejando de lado mi timidez. Alejandro enseguida aceptó mi beso y colocó su mano sobre mi cuello. “Ay Pao, como me calentás” me dijo él al oído y sentí como sus palabras penetraban hasta mi cabeza y hacían estallar mi cerebro.
Él enseguida propuso de ir al asiento de atrás, pero antes de eso le dije que quería hacer algo. Lo empujé contra el respaldar y sonriendo pasé mis manos por su pecho hasta el cierre de su pantalón. Se lo desabroché y le bajé el cierre. Él se lo deslizó un poco hacia abajo junto con el bóxer y al levantarse un poco la camisa dejó ver una pija bien grande totalmente dura. La tomé con ganas y me acomodé de costado y de a poquito fui bajando hasta estar a centímetros de ella y sin dudarlo me la metí en la boca.
Lo empecé a pajear suavemente mientras mi boca subía y bajaba con el cuerpo de su pija totalmente dura. Me encantaba lo rica que estaba esa verga bien dura sobre mis labios. Le pasaba la lengua de arriba abajo y me detenía en su cabeza para disfrutarla como si fuese un chupetín. “¡Ay Pao, que lindo como mamás la verga!” me dijo él y eso me gustó. Seguí chupándosela, cada vez más rápido y sentí su mano sobre mi nuca haciendo presión hacia abajo. Me encantaba disfrutar su pija en mi boca. ¡Estaba tan rica!
- Vamos atrás que no puedo más.- Dijo él casi desesperado.
Me levanté y entre malabares y acrobacias nos pasamos los dos al asiento de atrás. Me indicó que me acostara boca arriba y lo hice a lo largo de los asientos y él se arrodilló contra una de las puertas. De repente yo estaba desnuda y lista para ser penetrada. Alejandro se agarró la pija con la mano y la apoyó sobre mi conchita y comenzó a hacer presión. Pude sentir como cada centímetro de su pija penetraba mi cuerpo y un placer absoluto me invadía.
Alejandro me tomó por las piernas y comenzó a moverse hacia adelante y hacia atrás haciendo que su pija entrara y saliera de mi cuerpo. Mis gemidos no tardaron en llegar y traté de amortiguarlos con una mano, pero nadie iba a escuchar en ese momento, así que me dejé llevar por el impulso y comencé a gritar de placer. “¿Te gusta?” me preguntó el y cada penetración se hacía más fuerte y más profunda. “Sí” le contesté yo entre gemidos, “me encanta como me cogés” agregué y él cada vez me daba más fuerte.
Mis gritos se debían escuchar por toda la cuadra, pero no me importaba, nadie iba a salir a ver. El calor recorría mi cuerpo y la transpiración caía por mi pecho. Su pija se salió y aproveché para sentarlo contra el respaldar y colocarme encima de él. Nuevamente su pija entró sin ningún problema en mi cuerpo y pude ver su cara de felicidad al tener mis tetas sobre su cara.
Comencé a cabalgarlo mientras él jugaba con mis lolas. Las apretaba bien fuerte y las lamía como loco. Pasaba la lengua por los pezones y me causaba un escalofríos que me volvía aun más loca. Mientras tanto, sentía como su pija me partía al medio cada vez que saltaba y caía nuevamente sobre sus muslos. Mis gemidos iban directo a sus oídos y sabía que lo calentaban, eso me gustaba más aun.
- Acostate boca arriba.- Me dijo de repente.
Me levanté y me acosté boca arriba como estaba antes, pero él quería que mi cabeza quedara cerca de su cuerpo así que me di vuelta. Mi boca estaba a centímetros de su pija y estiré la lengua para chuparla. Alejandro se la tomó firme con una mano y empezó a pajearse bien rápido. Podía sentirlo, mi cuerpo lo sabía, se venía una descarga impresionante y la quería toda sobre mi pecho. Esa lechita calentita, estaba a punto de recibirla…
Abrí los ojos de golpe cuando escuché un auto frenar en la esquina. Nuevamente estaba en ropa interior sobre mi cama. La transpiración recorría mi cuerpo agitado y respiraba muy aceleradamente. Bajé mis manos por mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna y la noté totalmente mojada. Enseguida pensé en Alejandro y lo que había logrado calentarme sin estar ahí. El lunes en la oficina le iba a proponer de tomar un café y después de venir a casa. El lunes a la noche quería tener su leche sobre mi cuerpo sí o sí.
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