"Son las 11 hs, levántate dale!", me gritó casi en el oído Laly que se estaba vistiendo lo más rápido que podía.
Yo no entendía nada, tenía tanto sueño que no podía reaccionar. “Dale que nos perdemos el desayuno boluda, es hasta las 11 hs”, me volvió a decir.
Me levanté como pude y agarré mi ropa que estaba desparramada por toda la habitación, era todo un verdadero desconche y ni siquiera me había bañado. Y lo peor, aún sentía sabor a leche en mi boca.
Unos 15 minutos después salimos de la habitación y entramos en la de las chicas. Seguían durmiendo y no podían ni despertarse. Decidimos irnos con Laly porque a esa altura ya era muy tarde.
El largo pasillo hasta el comedor era interminable, y no por la distancia claro, sino por lo renga que estábamos. Los negros nos habían dejado de cama.
Llegamos al comedor y estaba lleno de gente. Nos robamos la mirada de unos cuántos flacos ni bien entramos. A pesar que eran las 11.10 hs, igual nos dejaron desayunar.
Empezamos a buscar una mesa dónde sentarnos y justo vimos a los chicos con los que habíamos estado la anterior noche, los cordobeses. Los saludamos y sentamos entonces con ellos.
“Qué hicieron anoche? Tienen una cara de destruidas!”, nos preguntó uno de ellos.
“Nada, anduvimos por la playa de noche y volvimos a la habitación. Ustedes?”, le respondí yo enseguida cosa de que Laly no meta la pata. No quería andar contando a los cuatro vientos que éramos tan trolas.
Nos quedamos conversando un rato mientras desayunábamos y luego volvimos a nuestra habitación. Quedamos en encontrarnos con ellos para ir a la playa a las 13.30 hs en la puerta del hotel.
Ni bien llegué a mi pieza me desvestí y di una duchita. Luego ordené un poco las cosas y me cambié ya preparada con la bikini debajo de la ropa.
Más cerca de las 14 hs que de las 13.30 hs llegamos a la entrada. Allí fuimos caminando con los argentinos para la playa.
Encontramos un buen lugar rápido, pese a que la playa explotaba de gente. Yo le pedí a Vane que me pusiera crema en la espalda (soy bastante blanca) y sacándome la bikini de arriba, me puse boca abajo a tomar sol.
Los cordobeses no dejaron de mirarme las lolas y el culo. Ya me habían visto y más que eso también la anterior noche, pero aún así seguían medio hipnotizados.
Estando boca abajo las tetas me explotaban y salían digamos, para los costados. Y a mí me gustaba eso, me encanta calentar.
Un rato después Laly y Vane se fueron al mar junto a dos de los flacos. Con Dai nos quedamos con el otro, Sebastián. El flaco se dio cuenta que caminábamos medio mal e hizo un comentario alusivo a la noche que habíamos pasado juntos. El pobre se estaba agrandando pensando que eran ellos los que nos habían dejado así.
Dai, que no había estado presente en el comedor cuando yo le había dicho que había sido una noche tranqui, saltó enseguida. “Lo pasamos lindo con ustedes, pero estamos así porque después conocimos unos negros de acá que nos mataron”, le dijo sin ningún tipo de filtro.
Yo exploté de la risa, no podía creer que lo dijera así como si nada. “Dai sos terrible”, le dije sin dejar de reírme.
Pero el pobre Seba se quedó perplejo. No sabía que decir. Y no podía creer lo que escuchaba. No podía creer que un rato después de haber tenido sexo con todos ellos, habíamos estado cogiendo con otros chicos.
Cuando mi amiga vio su cara, le gustó y continuó: “Encima eran seis así que imagínate la revolcada que nos pegaron esos negros”.
Más contaba Dai, más perplejo se quedaba el pobre chico. Aunque también al mismo tiempo más le gustaba nuestro grado de putez.
“Bueno pero nosotros no tuvimos oportunidad de seguir. Podríamos si quieren repetir lo de anoche”, nos dijo. “Ni idea. Después vemos qué pinta!”, le contesté yo. Quería hacerle saber que las únicas que decidíamos con quién cogíamos éramos nosotras. Nosotros teníamos el
control.
“Delfina me estás matando puesta boca abajo, no puedo dejar de mirarte el culo”. Me dijo Seba que aún no había asimilado lo otro que había escuchado. Yo ni bola le di, era obvio que me ponía así para calentarle la pija.
- Y les hicieron también la cola? Preguntó ahora más interesado en saber qué había pasado.
- No, la cola no boludo! Respondió Dai.
- Imagino que la tenían re grande. Seguro que no pueden meterse una pija así en la cola no?
- Manzana, le respondí yo enseguida. Siempre se puede, pero hay que ir despacio, muy despacio.
- Y hoy cogen con ellos o con nosotros? Porque seguro ellos van a querer hacérselas! Podríamos hacerle la cola nosotros primero así se van preparando.
- Nos miramos con Dai y nos reímos. El flaco se la había re mandado con ese comentario. Era obvio que estaba desesperado por rompernos el culo.
- Jaja sos un desubicado nene. Le respondí yo riéndome.
- Dale boluda! En serio te digo. No me vas a dejar?
- No sé, lo tengo que pensar. No nos vas a hacer doler no? Le pregunté con voz de trola y sacando trompita.
- No, voy despacito.
- Y tus amigos también me la van a querer hacer? Mirá que a ella (señalando a Dai) y a las chicas también les gusta mucho.
- Sí claro! Gritó el flaco como loco.
- Bueno a lo mejor entonces sí, pero lo vamos a pensar. Le dije con la voz de puta que más me salió.
En ese momento giré mi cuerpo para ponerme boca arriba, mostrándole por completo todas mis lolas llenas de arena.
La pija parada del flaco era imposible de ocultar y con Dai nos estábamos internamente muriendo de la risa. Todo ese diálogo de película no era más que el juego que le habíamos seguido para hacerlo volar de la calentura.
Se hicieron las 20 hs y después de estar el día entero en la playa nos volvimos al hotel. Había sido una tarde a sol pleno, nos habíamos metido un par de veces en el mar y hablado también con algunos grupitos de flacos que nos intentaban chamuyar.
Al llegar a las habitaciones descansamos un rato y les contamos a Laly y Vane la forma en que lo habíamos calentado al pobre Sebastián.
“Che pero no es tan mala idea”, dijo Vane riéndose. Mi amiga iba como topadora con estas cosas. “Si te prendés te acompaño”, me dijo a mí. Lo que había sido un juego empezaba a tomar forma.
“Boluda posta me decís? Quedamos re putas, o sea, nos hacen la cola para que después nos hagan la cola los negros?”
“Se van a la mierda”, dijo Laly. “Yo no puedo ni caminar y ustedes quieren seguir cogiendo pero ahora por la cola?”, dijo sorprendida. Evidentemente a ella le faltaba bastante para ser como nosotras.
Un rato después estábamos con Vane en la habitación de los cordobeses. No pudimos convencer tampoco a Dai que lo estuvo pensando un rato pero decidió quedarse.
Ni bien entramos todos sabían a qué íbamos. Seba había estado hablando de todo lo que habíamos dicho.
En cuestión de segundos, Seba por atrás y otro de los flacos por adelante, empecé a ser manoseada mal por los dos mientras al mismo tiempo me iban sacando toda la ropa. Ni bien quedé desnuda de arriba Sebastián me tomó por atrás las lolas apretándolas a más no poder.
El de adelante me besaba y tocaba la concha, yo le pedia que lo hiciera despacito, que me dolia. Pero el flaco estaba tan caliente que no me hacía caso. “Te duele porque te portaste muy mal pendeja.”
Tras un buen rato de tocarme toda toda toda, los flacos me dijeron que me agache para chupárselas. Accedí enseguida y les bajé los bóxer a los dos, la tenían durísima.
Comencé entonces a chupársela a los dos a la vez. Pensé que les daría asco que sus pijas se toquen pero al parecer la calentura lo podía todo. Ninguno se quejó tampoco cuando intenté meterme las dos pijas en la boca, chupándolas y llenándolas al mismo tiempo de saliva.
Primero una, luego la otra, empecé e hacerles garganta profunda comiéndomelas completamente. Si bien tenían buen tamaño, no tenía ningún problema en tragármelas de un sólo bocado.
Mientras tanto Vane empezaba a gemir suavemente con una cara de placer absoluto, estaba en cuatro en la cama y su macho le pasaba la lengua por la cola mientras al mismo tiempo le frotaba la concha con sus dedos.
No sé cuánto tiempo se las chupé, pero fue mucho rato. Los flacos se coparon y no dejaban de pedir que siga. Me agarraban del pelo y me hacían dejar su pijas adentro casi hasta el ahogo, les gustaba hacerme atragantar y a mí también, me hacía sentir sumamente puta.
Luego me pusieron en cuatro en una de las camas, y mientras uno me seguía cogiendo por la boca, Seba se ponía un forro. Se acercó luego a mí y empezó a tocarme la concha mientras me metía los dedos.
“No, por la cola directo”, le dije sacándome la poronga de la boca del otro chico para poder hablar.
“Ah pero sos una trola hermosa!”, dijo como loco. “Esperame que agarro el lubricante”.
El flaco me puso mucho lubricante en la cola y empezó de a poquito a meterme un dedo. No tuvo ningún problema en meterlo hasta el fondo así que tras un par de metidas metió dos.
“Ay! Despacito!”, le dije. Dos dedos ya se sentían bastante más.
“Que culeada te voy a pegar pendeja trola”, me dijo el flaco que estaba sacado.
En cuatro y aún con el otro flaco cogiéndome por la boca, empezó lentamente a empujar su pija. Era larga pero más bien fina, así que no me resultó demasiado complicado.
La metió hasta la mitad y a partir de ahí la metía y sacaba. Empecé a gemir y disfrutar de una manera increíble. Tenía tantas ganas que me hagan la cola!
“Sí, sí, así te gusta putita?”, empezó a decirme Seba que estaba disfrutando plenamente de mi la cola. Yo le contestaba que sí como podía, había empezado a gemir pero la otra pija adentro de la boca apenas me dejaba respirar.
Cuando quise acordar el flaco empezó a mandar la poronga entera adentro de mi cola y yo empecé a gritar como una verdadera puta.
“Tomá pendeja, tomá tomá puta!”, empezó a gritar como loco Sebastián a medida que veía que yo gritaba más y más. “Que orto que tenés por favor, jamás hice un culo tan lindo!”
Yo gemía y gemía mientras cada tanto miraba hacia un costado para ver cómo se la garchaban a Vane.
A mi amiga la tenían boca arriba y el flaco encima de ella la estaba embistiendo salvajemente. Por lo que podía ver se la había mandado por la concha así que le estaría doliendo bastante.
El flaco que me cogía por la boca, Juan, me había agarrado con las dos manos del pelo y me la estaba metiendo a mil por hora. Cada tanto la sacaba un rato para que sea yo la que juegue un rato con mi lengua.
Mientras sentía cómo la poronga de Seba entraba y salía de mi cola, el flaco de adelante sacó su pija y me pidió que la abriera todo lo que podía. Yo la abrí y tras pajearse unos segundos empezó a largarme unos cuántos chorros de semen.
Por los movimientos de Seba mi cuerpo y cabeza se movían de acá para allá así que sólo algunos chorros de leche cayeron adentro de mi boca, los otros fueron a mi cara y las sábanas. Se había hecho terrible enchastre.
Juan estaba ahora sentado en el sillón viendo todo, pero sobre todo a Vane que ahora la tenían en cuatro. La carita de dolor que tenía era terrible, pero se la estaba bancando muy bien.
Unos minutos después Vanesa acabó gritando como loca. Ni bien terminó se sacó la pija del flaco y le dijo que se la metiera en la cola. “Metémela en el culo, no puedo más por la concha!”.
El flaco por supuesto no lo dudó ni un segundo y sin previa ayuda de los dedos empezó a empujar su pija para que entrara en la cola de Vane.
Mientras tanto yo empecé a frotarme el clítoris mientras sentía la pija de Seba entrando y saliendo. Unos minutos después acabé como una puta. Tuve que apoyar mis tetas en la cama quedándome igual en cuatro, por la intensidad del orgasmo que me hizo temblar toda.
“Boludos tienen que hacer esta cola, es una locura!”, decía Seba que ahora me estaba casi haciendo doler de las embestidas anales que me estaba pegando.
No logró en realidad terminar la frase que se puso como loco y empezó a acabarme adentro de la cola (en el forro). Mientras me acababa no dejaba de hablar y decirme lo buena que estaba. “Sí putita, te estoy largando toda la leche en el orto pendeja”, me decía en cada instante.
Con Seba y Juan sentados, yo me quedé en la cama viendo a mi amiga. Pero fue demasiado para el flaco que se la cogía ahora por la cola, porque no habían pasado ni dos minutos desde que le estaba haciendo la cola que le acabó también en la cola adentro del forro.
Nos quedamos todos callados, escuchando la gente que pasaba por los pasillos y hablaban. En ese momento caí en la cuenta de que todos se habrían enterado de lo que pasaba en la habitación.
Pero eso a mí me gustaba, me gustaba saber que éramos las cuatro putas del hotel.
Pasaron pocos minutos cuando Juan, que me había acabado en la boca y la cara, se puso un forro para comenzar a cogerme.
Se acercó a mí y quedándome boca arriba con mis piernas abiertas, apoyó su pija en el orificio anal. Quería cogerme directo por la cola! Yo por supuesto no le dije nada porque era lo que buscaba esa noche, sólo sexo anal.
La pija de Juan no tuvo problemas en meterse hasta el fondo, así que ni bien la metió empezó con las embestidas. Al principio la metía y sacaba despacio, pero después empezó a hacerlo con tan violencia que parecía que quería meterme hasta los huevos adentro del culo.
“Ay! Ay! Ay!”, yo gritaba como puta que no para de disfrutar ni un segundo. Pero claro, lo hacía tan fuerte y después de la anterior culeada me estaba doliendo.
“Despacito, más despacito”, le dije a Juan. “Ni en pedo pendeja, hoy te vas de acá con el culo roto por puta”, me dijo sin dejar de penetrarme la cola a todo trapo.
Con las piernas totalmente abiertas y la pija del flaco entrando y saliendo de mi cola, se acercó el flaco que antes se había cogido a Vanesa y se puso a chuparme y tocarme las tetas que aún no había disfrutado.
Durante unos cuántos minutos se dedicó exclusivamente a ellas, haciéndoles todo lo que se le ocurría: las chupaba, manoseaba, apretaba, amasaba, metía su pija en el medio y se pajeaba.
Tras un rato así me metió la boca en la pija para que se la chupe. Comencé entonces a chuparle la pija a dos manos mientras Juan no paraba un segundo de hacerme la cola.
Un rato después me puso en cuatro contra el respaldo de la cama y nuevamente empezó a enterrar su pija dentro de mi cola. Cada vez me metía la pija yo gritaba como loca, me dolía pero disfrutaba al mismo tiempo.
El otro flaco al que se la había chupado ahora se la estaba haciendo chupar por mi amiga, mientras Seba se ponía otro forro dispuesto a seguir dándole por la cola.
Con sus manos en mi cinturita y cada tanto algunos chirlos en la cola, mi chico seguía disfrutando cómo su pija entraba y salía mientras no dejaba de decir siempre lo mismo: “Cómo te gusta que te hagan la cola, que putita sos”, una y otra vez repetía esa frase mientras yo no dejaba de gritar.
Y es que se ve que hacernos la cola era demasiado para ellos, porque aguantaban menos de la mitad que por la concha. No habrían pasado ni 10 minutos que Juan me la estaba haciendo que me acabó.
El flaco mantuvo su pija adentro un rato hasta que murió del todo. Luego se sacó el forro todo lleno de leche y lo tiró en el suelo, esa habitación era un desastre.
Me senté un momento para descansar pero el flaco que se había estado cogiendo a Vane por la boca me dijo que le tocaba a él su turno. Me quedé ahí esperando mientras él se ponía el forro y se acercó a mí tirándome con fuerza contra la pared.
“Como te voy a culear pendeja, sos un infierno”, me dijo abriéndome un poco las piernas con toda mi colita parada y mis tetas explotando contra la pared.
Enseguida empezó a meter la pija en mi cola tomándome con sus dos manos de mi diminuta cintura. Su pija comenzó a entrar y salir al ritmo de mis gemidos de puta en celo.
Cada tanto me separaba de la pared y tomaba mis tetas mientras no dejaba de penetrarme. Me tuvo un rato así y luego me puso en cuatro en el piso. El flaco se puso atrás mío y apoyando sus manos en mi espalda, empezó a penetrarme profundamente la cola haciéndome ver las estrellas.
Su poronga entraba hasta que chocaban los huevos contra mi cola. Yo gritaba y le decía que vaya despacio pero él ni bola me daba, me seguía rompiendo el orto como un sacado.
En esa posición tipo perrito exploté en calentura y tras frotarme un poco la concha acabé otra vez. Lo que grité no tiene nombre. Sentía que ya no podía más, mi cola estaba que ardía de la culeada que me habían pegado los tres flacos uno tras otro.
El flaco que le hacia la cola a Vane, Seba, le acabó adentro otra vez y se sentaron viéndome cómo me garchaban a mí. Mientras tanto Juan ya la tenía parada otra vez.
Mi macho sacó su pene dentro de mi cola, se sacó el forro y me hizo agachar. Enseguida se pajeó unos segundos y me largó toda la leche en la cara, haciendo un verdadero desastre con mi pelo.
Tragué lo poco que había caído dentro de mi boca y me fui al sillón a sentarme. Pero claro, Juan ya estaba dispuesto a cogerme una vez más. Le dije que no, que no daba más mi cola pero me ignoró por completo.
“Te voy a seguir culeando por puta”, me dijo casi obligándome a ponerme en cuatro ahí mismo en el sillón. Mientras tanto Seba y el otro flaco veían todo.
Juan tuvo piedad de mí y esta vez me la metió en la concha. Empezó a penetrarme como un loco mientras metía y mantenía el dedo pulgar entero dentro de mi cola.
Me tuvo un buen rato así, con el dedo adentro y su pija entrando y saliendo de mi concha. A mí me dolía y ardía todo. Era la cuarta culeada seguida en mi cola, más la concha que no daba más de la noche anterior, más toda la cara y pelo y lolas llenas de leche. Me había zarpado con todo!
Tras garcharme al menos 15 minutos, acabé una vez más. Apenas grité como suele suceder después de acabar muchas veces, ya no tenía ni fuerzas para eso. Ni bien acabé, y manteniendo el mismo ritmo de siempre, sacó su pija de mi concha y me la mandó de un solo saque adentro de mi cola
Esa no me la esperaba porque lo había hecho sin frenar ni un instante. Grité con todo mientras el flaco comenzó a hacerme nuevamente la cola.
“Dios que cola!”, decía disfrutando a pleno de hacérmela. Unos pocos minutos después sacó su pija, se sacó el forro y me largó toda la leche en los cachetes de la cola.
Yo me senté en la cama ensuciando todas las sábanas más de lo que ya estaban y respiré profundo para recuperarme. Vane mientras tanto se estaba vistiendo para volver a nuestra habitación.
Vane se vistió en un ratito nomás y me dijo que se iba a dormir, no daba más. Yo me quedé descansando un poco con los tres flacos que ya estaban bastante exhaustos también.
Les pedí entrar al baño a limpiarme un poco antes de vestirme. Cuando salí dos de ellos se estaban vistiendo pero Seba aún estaba en bolas y con la pija parada de nuevo. “No, basta, no doy más”, le dije.
Seba se acercó a mí y me pidió que se la chupara una vez más, que era la última. Le dije que no y me senté en la cama para vestirme. Pero cuando me estaba por poner la remera se subió arriba de la cama y me pidió nuevamente lo mismo, casi rogándome.
Saqué entonces mi lengua y le di una chupadita para conformarlo un poco. Pero Seba se calentó mucho más con eso y me tomó con sus dos manos la cabeza y me la hizo comer de una.
Yo intenté hacer fuerza para zafarme porque me había hecho ahogar, pero él tenía más fuerza. “Dale chupámela pendeja”, me dijo mientras seguía empujando y haciéndome comer su pija.
Yo me sentí tan trola cuando me hizo eso que empecé a chupársela como puta. El flaco me había hecho calentar con todo eso.
Empecé a chuparla a full caliente nuevamente mientras los otros flacos miraban toda la situación.
Tras chuparla un rato el flaco me la sacó de la boca, me puso en medio de la cama y se acostó encima de mí metiéndome la pija en la concha, sin forro.
Seba estaba tan caliente que no había pensado en nada, y yo tampoco. Me abrió las piernas y empezó a mirar cómo su pija entraba y salía de mi concha, disfrutando del placer de sentirla y verla sin forro.
Comenzó a agarrarme las tetas apretándolas como un zafado mientras me seguía partiendo al medio. Yo estaba tan caliente que también disfrutaba que me garchara sin forro.
Me tuvo así un rato, luego de costado y luego con las patitas al hombro hasta que comenzó a penetrarme más y más rápido acabándome adentro de la concha. La cara de felicidad de haberme cogido sin forro y acabado adentro era inexplicable.
No me alteré demasiado, eran cosas que hacía a veces y tomando pastillas no me preocupaba tanto.
Enseguida vino Juan que se había desvestido y yo ni cuenta me había dado y me penetró la concha también sin forro. Nunca entendí cómo no le dio asco meter su pija sabiendo que el otro flaco me había largado toda la leche adentro.
Empezó a cogerme a full haciendo que la cama se moviera y golpeara contra la pared. Tras un par de embestidas acabé una vez más y unos segundos después me acabó el adentro. Nuevamente su cara de felicidad era tanto o igual que al haberme hecho la cola.
El tercer flaco que aún no había hecho nada pero que se había estado pajeando viendo toda la situación, se acercó a mí y manteniendo cierta distando me acabó al toque llenándome de nuevo la cara de leche.
Totalmente exhausta y sintiéndome la más puta de todo Brasil, me vestí así nomás y me fui a mi habitación.
Allí dormía Laly que se despertó ni bien entré a la pieza. “Delfi cuánto tiempo te garcharon? Sos una puta nena!”
“No sé, nos hicieron mierda boluda. Me culearon los tres mil veces, necesito dormir ya”
Me acosté así nomás con toda la ropa puesta, pensando en que me había ido a la mierda. No sé si era la más puta de todo Brasil pero sí la más puta de todo el hotel, incluso más que Vane.
Sonreí al pensar eso y enseguida me quedé dormida…
Yo no entendía nada, tenía tanto sueño que no podía reaccionar. “Dale que nos perdemos el desayuno boluda, es hasta las 11 hs”, me volvió a decir.
Me levanté como pude y agarré mi ropa que estaba desparramada por toda la habitación, era todo un verdadero desconche y ni siquiera me había bañado. Y lo peor, aún sentía sabor a leche en mi boca.
Unos 15 minutos después salimos de la habitación y entramos en la de las chicas. Seguían durmiendo y no podían ni despertarse. Decidimos irnos con Laly porque a esa altura ya era muy tarde.
El largo pasillo hasta el comedor era interminable, y no por la distancia claro, sino por lo renga que estábamos. Los negros nos habían dejado de cama.
Llegamos al comedor y estaba lleno de gente. Nos robamos la mirada de unos cuántos flacos ni bien entramos. A pesar que eran las 11.10 hs, igual nos dejaron desayunar.
Empezamos a buscar una mesa dónde sentarnos y justo vimos a los chicos con los que habíamos estado la anterior noche, los cordobeses. Los saludamos y sentamos entonces con ellos.
“Qué hicieron anoche? Tienen una cara de destruidas!”, nos preguntó uno de ellos.
“Nada, anduvimos por la playa de noche y volvimos a la habitación. Ustedes?”, le respondí yo enseguida cosa de que Laly no meta la pata. No quería andar contando a los cuatro vientos que éramos tan trolas.
Nos quedamos conversando un rato mientras desayunábamos y luego volvimos a nuestra habitación. Quedamos en encontrarnos con ellos para ir a la playa a las 13.30 hs en la puerta del hotel.
Ni bien llegué a mi pieza me desvestí y di una duchita. Luego ordené un poco las cosas y me cambié ya preparada con la bikini debajo de la ropa.
Más cerca de las 14 hs que de las 13.30 hs llegamos a la entrada. Allí fuimos caminando con los argentinos para la playa.
Encontramos un buen lugar rápido, pese a que la playa explotaba de gente. Yo le pedí a Vane que me pusiera crema en la espalda (soy bastante blanca) y sacándome la bikini de arriba, me puse boca abajo a tomar sol.
Los cordobeses no dejaron de mirarme las lolas y el culo. Ya me habían visto y más que eso también la anterior noche, pero aún así seguían medio hipnotizados.
Estando boca abajo las tetas me explotaban y salían digamos, para los costados. Y a mí me gustaba eso, me encanta calentar.
Un rato después Laly y Vane se fueron al mar junto a dos de los flacos. Con Dai nos quedamos con el otro, Sebastián. El flaco se dio cuenta que caminábamos medio mal e hizo un comentario alusivo a la noche que habíamos pasado juntos. El pobre se estaba agrandando pensando que eran ellos los que nos habían dejado así.
Dai, que no había estado presente en el comedor cuando yo le había dicho que había sido una noche tranqui, saltó enseguida. “Lo pasamos lindo con ustedes, pero estamos así porque después conocimos unos negros de acá que nos mataron”, le dijo sin ningún tipo de filtro.
Yo exploté de la risa, no podía creer que lo dijera así como si nada. “Dai sos terrible”, le dije sin dejar de reírme.
Pero el pobre Seba se quedó perplejo. No sabía que decir. Y no podía creer lo que escuchaba. No podía creer que un rato después de haber tenido sexo con todos ellos, habíamos estado cogiendo con otros chicos.
Cuando mi amiga vio su cara, le gustó y continuó: “Encima eran seis así que imagínate la revolcada que nos pegaron esos negros”.
Más contaba Dai, más perplejo se quedaba el pobre chico. Aunque también al mismo tiempo más le gustaba nuestro grado de putez.
“Bueno pero nosotros no tuvimos oportunidad de seguir. Podríamos si quieren repetir lo de anoche”, nos dijo. “Ni idea. Después vemos qué pinta!”, le contesté yo. Quería hacerle saber que las únicas que decidíamos con quién cogíamos éramos nosotras. Nosotros teníamos el
control.
“Delfina me estás matando puesta boca abajo, no puedo dejar de mirarte el culo”. Me dijo Seba que aún no había asimilado lo otro que había escuchado. Yo ni bola le di, era obvio que me ponía así para calentarle la pija.
- Y les hicieron también la cola? Preguntó ahora más interesado en saber qué había pasado.
- No, la cola no boludo! Respondió Dai.
- Imagino que la tenían re grande. Seguro que no pueden meterse una pija así en la cola no?
- Manzana, le respondí yo enseguida. Siempre se puede, pero hay que ir despacio, muy despacio.
- Y hoy cogen con ellos o con nosotros? Porque seguro ellos van a querer hacérselas! Podríamos hacerle la cola nosotros primero así se van preparando.
- Nos miramos con Dai y nos reímos. El flaco se la había re mandado con ese comentario. Era obvio que estaba desesperado por rompernos el culo.
- Jaja sos un desubicado nene. Le respondí yo riéndome.
- Dale boluda! En serio te digo. No me vas a dejar?
- No sé, lo tengo que pensar. No nos vas a hacer doler no? Le pregunté con voz de trola y sacando trompita.
- No, voy despacito.
- Y tus amigos también me la van a querer hacer? Mirá que a ella (señalando a Dai) y a las chicas también les gusta mucho.
- Sí claro! Gritó el flaco como loco.
- Bueno a lo mejor entonces sí, pero lo vamos a pensar. Le dije con la voz de puta que más me salió.
En ese momento giré mi cuerpo para ponerme boca arriba, mostrándole por completo todas mis lolas llenas de arena.
La pija parada del flaco era imposible de ocultar y con Dai nos estábamos internamente muriendo de la risa. Todo ese diálogo de película no era más que el juego que le habíamos seguido para hacerlo volar de la calentura.
Se hicieron las 20 hs y después de estar el día entero en la playa nos volvimos al hotel. Había sido una tarde a sol pleno, nos habíamos metido un par de veces en el mar y hablado también con algunos grupitos de flacos que nos intentaban chamuyar.
Al llegar a las habitaciones descansamos un rato y les contamos a Laly y Vane la forma en que lo habíamos calentado al pobre Sebastián.
“Che pero no es tan mala idea”, dijo Vane riéndose. Mi amiga iba como topadora con estas cosas. “Si te prendés te acompaño”, me dijo a mí. Lo que había sido un juego empezaba a tomar forma.
“Boluda posta me decís? Quedamos re putas, o sea, nos hacen la cola para que después nos hagan la cola los negros?”
“Se van a la mierda”, dijo Laly. “Yo no puedo ni caminar y ustedes quieren seguir cogiendo pero ahora por la cola?”, dijo sorprendida. Evidentemente a ella le faltaba bastante para ser como nosotras.
Un rato después estábamos con Vane en la habitación de los cordobeses. No pudimos convencer tampoco a Dai que lo estuvo pensando un rato pero decidió quedarse.
Ni bien entramos todos sabían a qué íbamos. Seba había estado hablando de todo lo que habíamos dicho.
En cuestión de segundos, Seba por atrás y otro de los flacos por adelante, empecé a ser manoseada mal por los dos mientras al mismo tiempo me iban sacando toda la ropa. Ni bien quedé desnuda de arriba Sebastián me tomó por atrás las lolas apretándolas a más no poder.
El de adelante me besaba y tocaba la concha, yo le pedia que lo hiciera despacito, que me dolia. Pero el flaco estaba tan caliente que no me hacía caso. “Te duele porque te portaste muy mal pendeja.”
Tras un buen rato de tocarme toda toda toda, los flacos me dijeron que me agache para chupárselas. Accedí enseguida y les bajé los bóxer a los dos, la tenían durísima.
Comencé entonces a chupársela a los dos a la vez. Pensé que les daría asco que sus pijas se toquen pero al parecer la calentura lo podía todo. Ninguno se quejó tampoco cuando intenté meterme las dos pijas en la boca, chupándolas y llenándolas al mismo tiempo de saliva.
Primero una, luego la otra, empecé e hacerles garganta profunda comiéndomelas completamente. Si bien tenían buen tamaño, no tenía ningún problema en tragármelas de un sólo bocado.
Mientras tanto Vane empezaba a gemir suavemente con una cara de placer absoluto, estaba en cuatro en la cama y su macho le pasaba la lengua por la cola mientras al mismo tiempo le frotaba la concha con sus dedos.
No sé cuánto tiempo se las chupé, pero fue mucho rato. Los flacos se coparon y no dejaban de pedir que siga. Me agarraban del pelo y me hacían dejar su pijas adentro casi hasta el ahogo, les gustaba hacerme atragantar y a mí también, me hacía sentir sumamente puta.
Luego me pusieron en cuatro en una de las camas, y mientras uno me seguía cogiendo por la boca, Seba se ponía un forro. Se acercó luego a mí y empezó a tocarme la concha mientras me metía los dedos.
“No, por la cola directo”, le dije sacándome la poronga de la boca del otro chico para poder hablar.
“Ah pero sos una trola hermosa!”, dijo como loco. “Esperame que agarro el lubricante”.
El flaco me puso mucho lubricante en la cola y empezó de a poquito a meterme un dedo. No tuvo ningún problema en meterlo hasta el fondo así que tras un par de metidas metió dos.
“Ay! Despacito!”, le dije. Dos dedos ya se sentían bastante más.
“Que culeada te voy a pegar pendeja trola”, me dijo el flaco que estaba sacado.
En cuatro y aún con el otro flaco cogiéndome por la boca, empezó lentamente a empujar su pija. Era larga pero más bien fina, así que no me resultó demasiado complicado.
La metió hasta la mitad y a partir de ahí la metía y sacaba. Empecé a gemir y disfrutar de una manera increíble. Tenía tantas ganas que me hagan la cola!
“Sí, sí, así te gusta putita?”, empezó a decirme Seba que estaba disfrutando plenamente de mi la cola. Yo le contestaba que sí como podía, había empezado a gemir pero la otra pija adentro de la boca apenas me dejaba respirar.
Cuando quise acordar el flaco empezó a mandar la poronga entera adentro de mi cola y yo empecé a gritar como una verdadera puta.
“Tomá pendeja, tomá tomá puta!”, empezó a gritar como loco Sebastián a medida que veía que yo gritaba más y más. “Que orto que tenés por favor, jamás hice un culo tan lindo!”
Yo gemía y gemía mientras cada tanto miraba hacia un costado para ver cómo se la garchaban a Vane.
A mi amiga la tenían boca arriba y el flaco encima de ella la estaba embistiendo salvajemente. Por lo que podía ver se la había mandado por la concha así que le estaría doliendo bastante.
El flaco que me cogía por la boca, Juan, me había agarrado con las dos manos del pelo y me la estaba metiendo a mil por hora. Cada tanto la sacaba un rato para que sea yo la que juegue un rato con mi lengua.
Mientras sentía cómo la poronga de Seba entraba y salía de mi cola, el flaco de adelante sacó su pija y me pidió que la abriera todo lo que podía. Yo la abrí y tras pajearse unos segundos empezó a largarme unos cuántos chorros de semen.
Por los movimientos de Seba mi cuerpo y cabeza se movían de acá para allá así que sólo algunos chorros de leche cayeron adentro de mi boca, los otros fueron a mi cara y las sábanas. Se había hecho terrible enchastre.
Juan estaba ahora sentado en el sillón viendo todo, pero sobre todo a Vane que ahora la tenían en cuatro. La carita de dolor que tenía era terrible, pero se la estaba bancando muy bien.
Unos minutos después Vanesa acabó gritando como loca. Ni bien terminó se sacó la pija del flaco y le dijo que se la metiera en la cola. “Metémela en el culo, no puedo más por la concha!”.
El flaco por supuesto no lo dudó ni un segundo y sin previa ayuda de los dedos empezó a empujar su pija para que entrara en la cola de Vane.
Mientras tanto yo empecé a frotarme el clítoris mientras sentía la pija de Seba entrando y saliendo. Unos minutos después acabé como una puta. Tuve que apoyar mis tetas en la cama quedándome igual en cuatro, por la intensidad del orgasmo que me hizo temblar toda.
“Boludos tienen que hacer esta cola, es una locura!”, decía Seba que ahora me estaba casi haciendo doler de las embestidas anales que me estaba pegando.
No logró en realidad terminar la frase que se puso como loco y empezó a acabarme adentro de la cola (en el forro). Mientras me acababa no dejaba de hablar y decirme lo buena que estaba. “Sí putita, te estoy largando toda la leche en el orto pendeja”, me decía en cada instante.
Con Seba y Juan sentados, yo me quedé en la cama viendo a mi amiga. Pero fue demasiado para el flaco que se la cogía ahora por la cola, porque no habían pasado ni dos minutos desde que le estaba haciendo la cola que le acabó también en la cola adentro del forro.
Nos quedamos todos callados, escuchando la gente que pasaba por los pasillos y hablaban. En ese momento caí en la cuenta de que todos se habrían enterado de lo que pasaba en la habitación.
Pero eso a mí me gustaba, me gustaba saber que éramos las cuatro putas del hotel.
Pasaron pocos minutos cuando Juan, que me había acabado en la boca y la cara, se puso un forro para comenzar a cogerme.
Se acercó a mí y quedándome boca arriba con mis piernas abiertas, apoyó su pija en el orificio anal. Quería cogerme directo por la cola! Yo por supuesto no le dije nada porque era lo que buscaba esa noche, sólo sexo anal.
La pija de Juan no tuvo problemas en meterse hasta el fondo, así que ni bien la metió empezó con las embestidas. Al principio la metía y sacaba despacio, pero después empezó a hacerlo con tan violencia que parecía que quería meterme hasta los huevos adentro del culo.
“Ay! Ay! Ay!”, yo gritaba como puta que no para de disfrutar ni un segundo. Pero claro, lo hacía tan fuerte y después de la anterior culeada me estaba doliendo.
“Despacito, más despacito”, le dije a Juan. “Ni en pedo pendeja, hoy te vas de acá con el culo roto por puta”, me dijo sin dejar de penetrarme la cola a todo trapo.
Con las piernas totalmente abiertas y la pija del flaco entrando y saliendo de mi cola, se acercó el flaco que antes se había cogido a Vanesa y se puso a chuparme y tocarme las tetas que aún no había disfrutado.
Durante unos cuántos minutos se dedicó exclusivamente a ellas, haciéndoles todo lo que se le ocurría: las chupaba, manoseaba, apretaba, amasaba, metía su pija en el medio y se pajeaba.
Tras un rato así me metió la boca en la pija para que se la chupe. Comencé entonces a chuparle la pija a dos manos mientras Juan no paraba un segundo de hacerme la cola.
Un rato después me puso en cuatro contra el respaldo de la cama y nuevamente empezó a enterrar su pija dentro de mi cola. Cada vez me metía la pija yo gritaba como loca, me dolía pero disfrutaba al mismo tiempo.
El otro flaco al que se la había chupado ahora se la estaba haciendo chupar por mi amiga, mientras Seba se ponía otro forro dispuesto a seguir dándole por la cola.
Con sus manos en mi cinturita y cada tanto algunos chirlos en la cola, mi chico seguía disfrutando cómo su pija entraba y salía mientras no dejaba de decir siempre lo mismo: “Cómo te gusta que te hagan la cola, que putita sos”, una y otra vez repetía esa frase mientras yo no dejaba de gritar.
Y es que se ve que hacernos la cola era demasiado para ellos, porque aguantaban menos de la mitad que por la concha. No habrían pasado ni 10 minutos que Juan me la estaba haciendo que me acabó.
El flaco mantuvo su pija adentro un rato hasta que murió del todo. Luego se sacó el forro todo lleno de leche y lo tiró en el suelo, esa habitación era un desastre.
Me senté un momento para descansar pero el flaco que se había estado cogiendo a Vane por la boca me dijo que le tocaba a él su turno. Me quedé ahí esperando mientras él se ponía el forro y se acercó a mí tirándome con fuerza contra la pared.
“Como te voy a culear pendeja, sos un infierno”, me dijo abriéndome un poco las piernas con toda mi colita parada y mis tetas explotando contra la pared.
Enseguida empezó a meter la pija en mi cola tomándome con sus dos manos de mi diminuta cintura. Su pija comenzó a entrar y salir al ritmo de mis gemidos de puta en celo.
Cada tanto me separaba de la pared y tomaba mis tetas mientras no dejaba de penetrarme. Me tuvo un rato así y luego me puso en cuatro en el piso. El flaco se puso atrás mío y apoyando sus manos en mi espalda, empezó a penetrarme profundamente la cola haciéndome ver las estrellas.
Su poronga entraba hasta que chocaban los huevos contra mi cola. Yo gritaba y le decía que vaya despacio pero él ni bola me daba, me seguía rompiendo el orto como un sacado.
En esa posición tipo perrito exploté en calentura y tras frotarme un poco la concha acabé otra vez. Lo que grité no tiene nombre. Sentía que ya no podía más, mi cola estaba que ardía de la culeada que me habían pegado los tres flacos uno tras otro.
El flaco que le hacia la cola a Vane, Seba, le acabó adentro otra vez y se sentaron viéndome cómo me garchaban a mí. Mientras tanto Juan ya la tenía parada otra vez.
Mi macho sacó su pene dentro de mi cola, se sacó el forro y me hizo agachar. Enseguida se pajeó unos segundos y me largó toda la leche en la cara, haciendo un verdadero desastre con mi pelo.
Tragué lo poco que había caído dentro de mi boca y me fui al sillón a sentarme. Pero claro, Juan ya estaba dispuesto a cogerme una vez más. Le dije que no, que no daba más mi cola pero me ignoró por completo.
“Te voy a seguir culeando por puta”, me dijo casi obligándome a ponerme en cuatro ahí mismo en el sillón. Mientras tanto Seba y el otro flaco veían todo.
Juan tuvo piedad de mí y esta vez me la metió en la concha. Empezó a penetrarme como un loco mientras metía y mantenía el dedo pulgar entero dentro de mi cola.
Me tuvo un buen rato así, con el dedo adentro y su pija entrando y saliendo de mi concha. A mí me dolía y ardía todo. Era la cuarta culeada seguida en mi cola, más la concha que no daba más de la noche anterior, más toda la cara y pelo y lolas llenas de leche. Me había zarpado con todo!
Tras garcharme al menos 15 minutos, acabé una vez más. Apenas grité como suele suceder después de acabar muchas veces, ya no tenía ni fuerzas para eso. Ni bien acabé, y manteniendo el mismo ritmo de siempre, sacó su pija de mi concha y me la mandó de un solo saque adentro de mi cola
Esa no me la esperaba porque lo había hecho sin frenar ni un instante. Grité con todo mientras el flaco comenzó a hacerme nuevamente la cola.
“Dios que cola!”, decía disfrutando a pleno de hacérmela. Unos pocos minutos después sacó su pija, se sacó el forro y me largó toda la leche en los cachetes de la cola.
Yo me senté en la cama ensuciando todas las sábanas más de lo que ya estaban y respiré profundo para recuperarme. Vane mientras tanto se estaba vistiendo para volver a nuestra habitación.
Vane se vistió en un ratito nomás y me dijo que se iba a dormir, no daba más. Yo me quedé descansando un poco con los tres flacos que ya estaban bastante exhaustos también.
Les pedí entrar al baño a limpiarme un poco antes de vestirme. Cuando salí dos de ellos se estaban vistiendo pero Seba aún estaba en bolas y con la pija parada de nuevo. “No, basta, no doy más”, le dije.
Seba se acercó a mí y me pidió que se la chupara una vez más, que era la última. Le dije que no y me senté en la cama para vestirme. Pero cuando me estaba por poner la remera se subió arriba de la cama y me pidió nuevamente lo mismo, casi rogándome.
Saqué entonces mi lengua y le di una chupadita para conformarlo un poco. Pero Seba se calentó mucho más con eso y me tomó con sus dos manos la cabeza y me la hizo comer de una.
Yo intenté hacer fuerza para zafarme porque me había hecho ahogar, pero él tenía más fuerza. “Dale chupámela pendeja”, me dijo mientras seguía empujando y haciéndome comer su pija.
Yo me sentí tan trola cuando me hizo eso que empecé a chupársela como puta. El flaco me había hecho calentar con todo eso.
Empecé a chuparla a full caliente nuevamente mientras los otros flacos miraban toda la situación.
Tras chuparla un rato el flaco me la sacó de la boca, me puso en medio de la cama y se acostó encima de mí metiéndome la pija en la concha, sin forro.
Seba estaba tan caliente que no había pensado en nada, y yo tampoco. Me abrió las piernas y empezó a mirar cómo su pija entraba y salía de mi concha, disfrutando del placer de sentirla y verla sin forro.
Comenzó a agarrarme las tetas apretándolas como un zafado mientras me seguía partiendo al medio. Yo estaba tan caliente que también disfrutaba que me garchara sin forro.
Me tuvo así un rato, luego de costado y luego con las patitas al hombro hasta que comenzó a penetrarme más y más rápido acabándome adentro de la concha. La cara de felicidad de haberme cogido sin forro y acabado adentro era inexplicable.
No me alteré demasiado, eran cosas que hacía a veces y tomando pastillas no me preocupaba tanto.
Enseguida vino Juan que se había desvestido y yo ni cuenta me había dado y me penetró la concha también sin forro. Nunca entendí cómo no le dio asco meter su pija sabiendo que el otro flaco me había largado toda la leche adentro.
Empezó a cogerme a full haciendo que la cama se moviera y golpeara contra la pared. Tras un par de embestidas acabé una vez más y unos segundos después me acabó el adentro. Nuevamente su cara de felicidad era tanto o igual que al haberme hecho la cola.
El tercer flaco que aún no había hecho nada pero que se había estado pajeando viendo toda la situación, se acercó a mí y manteniendo cierta distando me acabó al toque llenándome de nuevo la cara de leche.
Totalmente exhausta y sintiéndome la más puta de todo Brasil, me vestí así nomás y me fui a mi habitación.
Allí dormía Laly que se despertó ni bien entré a la pieza. “Delfi cuánto tiempo te garcharon? Sos una puta nena!”
“No sé, nos hicieron mierda boluda. Me culearon los tres mil veces, necesito dormir ya”
Me acosté así nomás con toda la ropa puesta, pensando en que me había ido a la mierda. No sé si era la más puta de todo Brasil pero sí la más puta de todo el hotel, incluso más que Vane.
Sonreí al pensar eso y enseguida me quedé dormida…
36 comentarios - Brasil: la más puta del hotel (#67)
Con la pija durísima me dejaste como siempre!
las que gozan y nos hacen gozar son PUTAS y les gusta serlo
las que cobran son PROSTITUTAS y rara vez gozan con ese laburo
todos erramos, todo bien capo:)
jeje
siempre lo mismo vos eh.. dejandome la chota dura dura!!
lindo relato!
¿no te da la sensación de que a pelo entra mejor? Y que luego duele menos.
tremendo fieston viviste con los cuatro chabones, aunque sea ficción se hace real
en tu cabeza y en las que leemos.,
te felicito!
muy buen relato, como siempre
Vipo.-
solo que un relato puede ser una vivencia de la realidad o una ficción
en mi caso no me preocupa pensar si es de una forma u otra
puede ser real y no despertar mi, interés, o ficción que sí
en tu caso atrapás mi atención como lector.
te comento por si te interesa, que me gustan las minas libres y liberadas, que vivan todo lo que les guste de la sexualidad y sin barreras
Excelente relato linda, me dejaste caliente como jarro de lata...jajaja!!;)
Besos bebé!! 💋 +10
Me encanto que se disputaron el "titulo de la nobleza" entre uds! xD
Saludos!
Q lindo q te hagan tanto la cola
+10.
van 10 linda seguí así!