You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Ración semanal de Sexo.

En el cuarto del hotel para parejas nos abrazamos y besamos, largamente, intentando saciar la sed que los labios tenían de los otros labios.
Mis manos exploraron la tibieza de su cuerpo. Dejé su boca, pasé a su cuello, de su cuello a su oído, susurrándole mi pasión. Ella comenzó a acariciarme. La llevé a la cama y lentamente comencé a acariciar sus senos por encima de la ropa...¡por fin los volvía tocar! Desabotoné su ajustada blusa, desabroché el corpiño y sus hermosas tetas quedaron libres, libres para mis labios que besaron y chuparon hasta que percibí como sus manos comenzaron a tocar mi miembro que se encontraba tremendamente erecto. Fue su turno de quitarme la camisa y besarme ambos pezones, mientras mis dedos temblorosos recorrían sus piernas hasta alcanzar el sexo húmedo. A ese punto nuestros cuerpos ya no toleraban más postergaciones. Nos desvestimos precipitadamente, abrí sus piernas y me hundí en su cuerpo lentamente y comenzamos a coger con movimientos rítmicos míos complementados con los suyos; su boca no paraba de besarme donde podía, la mía recorría la porción de su ardiente cuerpo, que quedaba al alcance sin parar de entrarle y salirle: sus senos erectos, su cuello de porcelana, sus labios húmedos. Nuestros cuerpos siguieron entrelazados, devorándonos mutuamente .., hasta el orgasmo próximo a estallar. Sentí un tembladeral muy dentro de mí y como inundaba su cuerpo, al mismo tiempo un profundo gemido de su boca fue el preludio de su orgasmo que compartió conmigo besándome, desaforadamente, en el cuello.
La calma llegó para nosotros. Conversamos largamente. Satisfecha la carne sobrevino la culpa, se le humedecieron los ojos:
-Tiré por la borda ética y moral -
-No seas tan severa contigo misma, fue una circunstancia no buscada, azarosa, que nos dejó al acecho de los sentidos, la prolongada abstinencia …. No te condenes –
-Yo…no, no fue azarosa la circunstancia … yo la armé ….quería un amorío … me acosté con vos ignorando a Luis enfermo ….¿te das cuenta de lo que me pasa? -
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Según una amiga, las mujeres hacen cualquier cosa para cubrir la cuota semanal: “con tal de que sea heterosexual y respire… vale” asegura.
Ahora, a la luz de lo ocurrido, le creo.

Lo ocurrido:
Alicia es una muy bonita mujer, espigada (1,76 mts), cuerpo con todo armonioso y en su justa medida, facciones agraciadas, ojos celestes y cabello rubio largo a la cintura. Es “Ejecutiva de cuentas” (vendedora), yo estoy en el sector Ingeniería de la empresa, de tecnología, que nos emplea a ambos. La mandíbula se me caía por sus ojazos si coincidían con los míos, por sus labios pintados de rojo suave, las mejillas realzadas con maquillaje refinado, la blusa o el pulóver lleno, no desmedidamente, si generosamente por el delicioso par de tetas que tenía, las piernas torneadas y largas o por el formidable culo cuando, al caminar, me daba la espalda.
Está casada y nunca me había dado la menor chance de, siquiera, tantear la posibilidad de una relación.
El esposo, Luis, contrajo una grave enfermedad con un tratamiento riguroso – inicialmente incluye aislamiento - y, por derrumbe anímico y/o físico (no lo sé), nula la actividad sexual.
Transcurridos unos 4 meses del diagnóstico, Alicia, para mi asombro le pidió a mi jefe que yo, la acompañase a una reunión con un importante cliente en la ciudad de Córdoba (a 700 Kms de distancia). Precedentemente, siempre había escogido otros ingenieros del sector, como apoyo para sus gestiones comerciales.
En el vuelo de ida hablamos, brevemente, sobre cómo encarar la reunión con el cliente, luego sobre temas pasatistas y sobre el final me habló de su mal momento por la enfermedad del marido y elípticamente, mencionó su frustración íntima.
El objetivo profesional del viaje fue un éxito. El cliente puso la orden de compra y Alicia se declaró encantada por mi apoyatura técnica y, en el almuerzo y en la sala de pre-embarque del aeropuerto, dijo sentirse en deuda conmigo.
Yo no descuidé su ego profesional y su vanidad:
-Estuviste brillante en tu presentación. Sin duda sos la mejor y …. la más bonita comercial de la empresa–
-No exageres, con una de las mejores es suficiente halago – Su expresión delató su satisfacción por el piropo.
Ya en el vuelo de regreso, con el avión medio vacío, de pronto Alicia, con cara de intriga, largó:
-¿En serio te parezco linda? Ya estoy retirada del “mercado” y casada por añadidura -
El brillo de expectativa en sus pupilas me dio pié para jugarme:
-Durante mucho tiempo te admiré en silencio, convencido de que, ni remotamente, te ibas a fijar en mí. Te pienso inaccesible y por eso nunca intenté nada –
-¡Ahhhyy, Juan, estoy en deuda contigo por el negocio cerrado y, ahora, por halagarme, como hace mucho tiempo nadie lo hace –
Esta vez no respondí con frases socialmente correctas, le apoyé una mano en su pierna y:
-Si te parece podés hacer un primer pago, con un beso…para empezar. – Se ruborizó, callada y me miraba, de tanto en tanto, como si estuviera pintándose las uñas y de repente girase la cabeza:
-¿Qué decíssss? … propones que…te de un…en todo caso eso no se le pide a una….- murmuró.
Obviamente estaba dispuesta. Amagué besarla en la boca, giró la cabeza y aceptó, inmóvil mis labios en la mejilla. De pronto, con los dedos en U en mi mandíbula me atrajo y besó largamente. Estaba toda agitada y con voz atravesada susurró.
- Esto no está bien....¿entendes?... –
-No, pero … está requeté bueno – nuestros labios volvieron a juntarse y, mi mano migró, primero a las tetas y enseguida debajo de la pollera para acariciarle piernas, culo y concha.. Alicia le dio la bienvenida con gemidos y suspiros.
-Juannnn ….. por favor compórtate … ahora … nos pueden ver.-

Una vez desembarcados, le pregunté a cuál hotel quería ir. Ensayó una última objeción a la tropelía que íbamos a cometer.
-Tenemos que ir a casa, me espera Luis y a vos, tu mujer.-
La tomé de la mano:
-No sigamos simulando perplejidad, vos, tanto como yo deseas unos minutos a solas, los dos. ¿Vas a seguir, cuánto tiempo más, sin sexo ? –
Sonrió y se dejó llevar al taxi.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Concedí que no era correcto lo que acababa de ocurrir pero, argumenté, y estoy convencido de eso, que en los humanos el reclamo de la carne, es algo “que pasa” y no algo que “se hace” y que sería “contranatural” reprimirlo por tiempo indeterminado.

La dejé, con el taxis, frente a su casa. Ahí nos despedimos, con un efusivo beso que interpreté como una promesa anticipada de prolongar nuestra relación íntima.
No me equivoqué en mi apreciación: seguimos intimando. Un día Alicia me comentó, radiante y llorando de emoción, que la noche anterior había, por fin vuelto a tener sexo, lavadito pero emocionante y sentido, con Luis que comenzaba a volver a la vida.
-Pero con vos, seguimos, si estás de acuerdo. – se apresuró a aclarar.
Nuestra relación continuó, bastante tiempo, a despecho de que, ambos, nos sentíamos incómodos con la deslealtad hacia nuestros cónyuges:
Más pudo el reclamo de la carne que el remordimiento.

3 comentarios - Ración semanal de Sexo.

Pervberto
Los propósitos sucumben...
mdqpablo
muy buen relato , exelente redacción , van pts