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Volviendo a jugar con Kristel

Leí, tiempo atrás, que uno de los significados del nombre Kristel es “Transparente y pura como el cristal”. ¡Nada que ver con mi prima!
En realidad prima lejana: Kristel es hija de un primo de mi madre y de “rusa” es decir una descendiente de los alemanes del Volga tan difundidos en Argentina y sur de Brasil. Tres años mayor que yo, armazón de 1,78 mts sin tacos y, repleto de aciertos de la naturaleza: cabello rubio intenso, cara armoniosa, hermosas curvas vistas desde cualquiera de los tres lados que importan (perfil, adelante y atrás), senos medianos pero atractivos, vientre plano, culo redondo agresivo y largas piernas esculpidas por artista de buen gusto.
Desde chiquitos y hasta cumplir yo los 11 años, ella muy compinche con mi hermana Daniela de su misma edad, nos visitaba con frecuencia (vivíamos en la misma ciudad de Entre Ríos a menos de 100 metros de distancia.) Y no era raro que se quedara a dormir con nosotros, los tres en el mismo cuarto. Una mañana nos despertamos los dos solos en el dormitorio. Papá en su trabajo, Daniela y Mamá (ésta lo había avisado antes de acostarnos), salieron temprano para una consulta al otorrinolaringólogo. Kristel se levantó, fue a la puerta como para comprobar nuestra soledad y se metió debajo de la sábana conmigo.
-Juancito, vamos a jugar a marido y mujer –
-Yo no sé cómo es.–
-Yo te enseño – maniobró bajo la sábana para deshacerse de la bombachita y sacarme el calzoncillo.
-Vení arriba mío – dijo y al mismo tiempo con sus brazos me llevó donde quería.
Con una mano acomodó mi miembro a la entrada de su conchita. Obvio que tenía ganas de coger, no se si ya lo había hecho o quería probar que tan placentero era. Pero yo tenía apenas diez años y fracción y aun con mi erotismo sin despertar. A pesar de la insistencia de Kristel no hubo erección y, por ende, tampoco penetración. La cosa quedó, siempre, entre los dos. Más o menos 3 meses después mi padre decidió trasladarse con la familia a Buenos Aires.
Con los años, con Kristel nos volvimos a ver en contadas ocasiones siempre en reuniones familiares. Aproximadamente 15 años después del polvo fallido, el domingo 17 de enero me encontraba sólo en casa, recién regresado de la Costa Atlántica donde permanecía mi esposa y nuestros 2 nenes, debido a que sólo tenía dos semanas de vacaciones por mi corta antigüedad en la empresa para la cual trabajaba. Sonó el teléfono, alrededor de las 18 Hs:
- ¿Juancito? Te reconocí la voz, soy Kristel. Estoy en Buenos Aires –
- ¿Qué estás haciendo por aquí? -
- Me invitás a cenar, llevo de postre un strudel de manzanas que es una delicia y te cuento. –
Dudé un poco en responder. Cuando lo hice aclaré que estaba solo en casa.
- Ya se, hablé con Daniela y me dijo que estaban todos en la Costa, menos vos, pobrecito, por el trabajo. Tranquilo que el postre que voy a llevar es para dos -
Iba a preguntarle si vendría con el marido. No hizo falta con su mención del tamaño del strudel. Si venía sola a sabiendas que yo estaba solo, podrían ocurrir una variedad de cosas pero una sería inevitable: sexo.
Pidió indicaciones de cómo llegar a mi departamento. Salí a comprar comida hecha (supremas de pollo y dos ensaladas: de lechuga una y zanahoria y huevos la segunda por las dudas).
Minutos después, ella, tocó el timbre del portero eléctrico. Bajé a abrirle la puerta.
Nos dimos un beso en las mejillas; en el ascensor me comentó que había viajado enviada por su empresa para la presentación de un nuevo producto. Una vez en el departamento fue derecho a la heladera para dejar el paquetito con el postre.
-¿Qué tenemos para la cena? – preguntó
Al oir el menú hizo una parodia de aplauso mientras exclamaba:
- ¡Uhiiii!!! ¡Juancito me encanta la zanahoria y los huevoooos!!! -
Se me acercó y tomó mi cara entre sus manos:
- Vamos a mejorar el saludo, lavadito, de la puerta de calle, te lo mereces. – Unió su boca a la mía.
Entre mis piernas el “reptil” dejó el letargo y, erguido, abultó el pantalón presto a dar el servicio para el cual fue diseñado por la naturaleza. Urgido, mi compañero de andanzas, puso en mi boca las palabras de apertura:
- Kristel ¿no te parece temprano para cenar? -
Ella asintió con la cabeza.
-Entonces lo dejamos para después…-
- ¿Después de queeeeee? – preguntó con toda intención.
-¿Ves esa puerta?¿La abrimos y te explico? Detrás de ella hay una linda cama matrimonial. –
-¡Epaaa!!! Vos si que vas directo a los bifes, Junancito. ¿No deberías trabajar un poquito la dama antes de proponerle el entreveroooooo?
-Si cuando la dama está dudando si hacerlo o no hacerlo. Yo a vos no te percibo dubitativa ¿Para que dilatar lo que ambos queremos? -
-Tenes razón….¡Daaaaale!!! Volvamos a jugar como cuando éramos pendejos –
-Ahora soy crecidito y no te vas a quedar con las ganas -
Al primer beso le siguieron una catarata de otros y de caricias cada vez más atrevidas. Paso a paso nos fuimos desembarazando de las prendas y, juntos, nos metimos en el cuarto y nos acostamos hechos un amasijo de carnes ardientes. Casi sin demora, bombacha y slip salieron de la escena y me acomodé entre sus piernas. No había transcurrido media hora desde su llegada cuando le preguntaba:
-¿Podes sin forro? –
-¡Siiiiiii, dale!!!! -
La penetré con precipitación. Respondió con toda la garra, suspiros y gemidos acompasados con cada entrada de mi miembro hasta que no pude dilatar el epílogo, el primero de la noche. Apostaría que Kristel tuvo más de uno en ese polvo. Quedamos en silencio y sin aire por el desborde provocado por los sentidos gratificados y empeñados en deleitar a la contraparte.
Llegado el sosiego, ella abrió la charla post-coito:
-Que suerte que te encontré solito. Vistes que a veces la casualidad simplifica y mejora lo que una imaginó durante años. Me mandan a Buenos Aires, la llamo al celular a tu hermana para averiguar tu teléfono y me entero que te iba a tener sin compañía. Me dije “este tren no lo dejo pasar” -
Enseguida agregó:
- No pienses que soy una loca de aquellas que salta de cama en cama. Sólo tuve una trampa desde que me casé. Hoy es la número 2. Pasa que siempre “me hice la nuca” con vos. Cuando éramos pibes era un juego, pero que sólo pensé jugarlo con vos. Por algo habrá sido. Desde que cumpliste 16 o 17 años, te pusiste tan querible que las pocas veces que te volví a encontrar, siempre tuve que reprimir un impulso loco de abrazarte, de besarte y de tomarte de la mano para llevarte a algún lugar sin testigos -
- Vos no tenes idea, en esos pocos eventos familiares en que te volvía a ver, tan agraciada y simpática, las ganas que tuve de “tirarme sin paracaídas”. Nunca lo hice. Mi auto-justificativo era que me llevabas 3 años de edad y que no tendría ninguna chance de que aceptaras salir conmigo. Después te casaste; eso no apagó la calentura pero, mayor que yo y casada asumí que eran demasiados obstáculos. A la luz de lo ocurrido hoy es evidente que me equivoqué” -
- Obvio y fue una pena, mirá por no atrevernos, lo que tardamos en disfrutar el uno del otro - comentó como pensando en voz alta.
Seguimos hablando de lo ocurrido y de otros temas de nuestras vidas, por unos largos minutos hasta que decidimos dar cuenta de la cena.
Nos higienizamos y nos vestimos con un mínimo de prendas: ella con bombacha,
Y una blusita de mi mujer convenientemente entreabierta para mantener latente el fuego, yo con calzoncillo y un short. Ambos, tácitamente, sabíamos que un segundo round era inevitable.
Y lo fue. Le siguieron: el tercero a la mañana al despertarnos y…
Después de éste y una ducha, nos despedimos y salí para la oficina. Ella tardaría más en asearse e ir a su hotel para producirse e ir al evento de su empresa. Convinimos que dejaría la llave del departamento en un sobre a mi nombre en la recepción del hotel. A la tarde, pasé a buscar el sobre, no estaba la llave sino una escueta notita:
“Juancito, cambié el pasaje para el ómnibus que sale a las 23,45 hs. A eso de las 19 paso a devolverte la llave y si podes, después….me llevas a la terminal. Besote Kristel”
Los puntos suspensivos a continuación de después resultaron ser la cuarta y quinta cogida con, intercalada, una cena frugal. No me decido si elegir como el mejor de los polvos el primero o el quinto y, último de esa experiencia.

3 comentarios - Volviendo a jugar con Kristel

Pervberto
Hay que pagar las deudas por antiguas que sean...
mdqpablo
muy buen relato , nos encantó