Buen dia gente de Poringa! Soy nuevo en esto de las publicaciones... asi que les traere relatos que me gustan mucho sobre sumision y culos, que son lo que mas me encantan... cualquier sugerencia de tipo de relato es aceptable, disfruten:
Somos un matrimonio de varios años de casados, mi edad es 50 años y 40 la de mi esposa. En el aspecto sexual somos bastantes normales, en el sentido que no practicamos tríos ni swingers, solo jugamos a veces con alguna fantasía del tercero. Si utilizamos vibradores, consoladores, bolitas anales, etc. Dentro de esas prácticas, el sexo anal forma una parte importante en nuestras relaciones, para ser más claro, me refiero al ano de ambos.
Como habitualmente este tipo de conductas son propias del sexo femenino, no tiene ninguna novedad comentar aquí sobre como uso el culo de mi mujer, por lo que me referiré a como me inició ella en esa práctica. Aquí necesariamente debo aclarar que no soy bisexual, me atraen solo las mujeres.
Hace aproximadamente 8 años, en una sesión de sexo, mientras hacíamos un 69, mi mujer tuvo la feliz idea de pasar sus dedos por mi ano, jugueteando con él. Me gustó mucho, y es evidente que por mi actitud ella se dio cuenta que lo había disfrutado. Allí recordé que en mi pubertad en mis sesiones de masturbación ya solía hurgarme ese agujerito, práctica que luego abandoné cuando comencé a tener sexo con mujeres. No pensé más en el tema porque a pesar de haberme encantado, nunca creí que en nuestra pareja si profundizaría ese juego.
En la siguiente oportunidad en que hicimos el amor, se dedicó con esmero a mi ano. Pasó suavemente el dedo alrededor hasta hacerme desear que lo introdujera. Eso era imposible porque no teníamos lubricante alguno. De todas formas, se humedeció el dedo e intentó perforarme. Haciéndome el que no sabía que ocurría, preguntaba entre jadeos “mi amor que estás haciendo?”. Sin duda estaba aceptando que la situación realmente me encantaba. Pero no pasó de allí. Eso sí, me quedé con las ganas y durante un par de días me dio vueltas en la cabeza cual debía ser mi actitud si mi esposa insistía.
Al cabo de un tiempo, empezó nuevamente con el jueguito, y en medio de una muy buena revolcada, se levantó de la cama y me dijo “ya regreso”. Regresó con una crema que utilizó de lubricante, introduciéndome así su primer dedo en mi virgen ano.
Así comenzó mi esposa a romperme el culo.
Como buen macho que soy, me plantee mil veces si estaba bien, si no era una actitud de un gay, si mi esposa no pensaría que me gustaban los hombres, etc, etc.
Pasamos mucho tiempo entreteniéndonos con ésta práctica, pero lógicamente la cosa va avanzando sin que uno se lo proponga. Ella, probando si yo aguantaba dos dedos adentro, yo disfrutando que mi culo cada vez era más amplio. Pasamos luego a tres dedos, luego a cuatro y no fueron cinco porque el pulgar es muy difícil de introducir. Previa lubricación, me perforaba el culo con cuatro dedos, que los metía y sacaba, pero además hacía rotar la mano de izquierda a derecha. El goce es indescriptible.
En todas las ocasiones en que hacíamos el amor, yo deseaba esa práctica, pero no siempre lo podía manifestar por la famosa masculinidad y además no sabía si ella disfrutaba con la situación.
Como los juguetes sexuales formaban parte de nuestra sexualidad, llegó el momento en que pensé que sería muy morboso tener un vibrador en mi ano, por lo que me puse en campaña de hacérselo saber, sin decirlo directamente porque me daba mucha vergüenza admitirlo. Al poco tiempo captó el mensaje y fue a parar adentro un vibro de unos 12 cm de longitud por 2,5 cm de diámetro. Una delicia. Por supuesto comenzamos con la introducción de la mitad de ese falo, y poco a poco se fue introduciendo más hasta no quedar nada afuera. Con su vibración al máximo la sensación es espectacular, muy difícil de describir.
Como ese juguete era utilizado por los dos, cosa que no es recomendable desde el punto de vista higiénico, tuve un buen motivo para comprar otro. Como yo lo elegí, no me privé de nada y escogí uno tremendamente grande: 20 cm de largo, y de diámetro variable. En la punta aproximadamente 2 cm y en su base llega como a los 5 cm. Ese es el mío.
Semejante aparato no es fácil de introducir, sobre todo porque no es utilizado en todas las oportunidades, y por lo tanto mi culo recupera su tamaño normal. Desde el primer día el objetivo fue tenerlo totalmente adentro, pero no es posible lograrlo rápidamente en una sola sesión, por lo que iniciamos con la mitad, y con el correr del tiempo mi orificio se fue acostumbrando más a esa abertura.
De todas maneras, su introducción para que sea placentera tiene su técnica, entonces como lo utilizamos: yo acostado boca arriba, con las piernas abiertas. Ella, excita mi pene y ano hasta que el primero se pone como palo y el segundo inicia una dilatación. Suavemente, comienza la lubricación de mi culo, pasea la punta vibrante alrededor del ano, la apoya en el mismo, suavemente me hace creer que lo mete, hasta que llega el momento en que la dilatación es la correcta, entonces introduce la punta de ese gran vibrador. La sensación es espectacular. Cuando todo ello es complementado con una chupada de mis tetillas, el culo comienza a agrandarse más, permitiendo la penetración de por lo menos la mitad de ese pene artificial y vibrante. No me agrada la torpeza, todo debe ser extremadamente suave. Entra y sale, primero unos dos o tres centímetros, luego cuando ya se aloja cómodamente esa longitud, lo hace girar levemente causando sensaciones espectaculares, aprovecha mi éxtasis para ganar terreno y perforarme unos 5 cm más, y lógicamente el espesor es mayor por lo que el agujero debe adaptarse a esa nueva intromisión. El mecanismo del entra y sale, conjuntamente con el efecto giratorio va generando la excitación suficiente como para lograr la dilatación adecuada.
Como ya expliqué, su introducción completa es compleja, pero es mi objetivo, porque el sentirlo todo adentro y vibrando, me produce como sensación adicional, un morbo indescriptible. Para lograrlo, una vez que me comí la mitad de esa pija, me pongo de rodillas, la base del vibro apoyada en la cama y me siento suavemente sobre él. Mi mujer mientras tanto toca mi polla y chupa mis tetillas, es el punto culminante de mi éxtasis. Muy despacio, me siento para que me penetre, me levanto un poco y sale, repito la operación varias veces y así se abre camino hasta el fondo. El falo está totalmente dentro de mí. Cuando lo llevo para higienizarlo, me encanta ver que semejante aparato estuvo en mi culo.
La verdad es que si bien fue mi mujer quien me incitó a ésta práctica, por supuesto con mi aceptación, puedo decir que en la actualidad no se recrea con la situación, porque entiendo que la misma tienes aspectos para explotar en los que ella no incursiona, a pesar de que ya le di algunas pistas al respecto. Concretamente, creo que me pone límites no permitiéndome avanzar en mis deseos, supongo que porque en dicha acción pierdo la compostura del macho que ella pretende. En realidad al tema no lo hablamos nunca en profundidad, solamente me limité a preguntarle si a ella no le gusta esta práctica, a lo que me responde que si a mí me hace gozar, a ella le gusta.
A mí, por ejemplo me excitaría sobremanera una escena en la que me exija una entrega total, cercana a una sumisión, como la que sigue:
En el momento de la lubricación del ano,
Ella: “quieres el vibro chico o el grande?”
Yo: “el grande, mi amor”
Ella: “no sé si te mereces todo eso, me parece que te tienes que conformar con poco”
A continuación, jugar con el vibrante alrededor de mi ano, haciéndome desear la introducción hasta la desesperación.
Yo: “métemelo de una vez”
Ella: “tienes muchas ganas?”
Yo: “si muchas”
Ella: “pídelo por favor que te lo meta”
Yo: “mi amor, por favor mételo”
Ella: “mira que semejante cosa te romperá el culo”
Yo: “eso quiero, que me rompas el culo”
Y así inicia una lenta introducción de la punta. Mete un poquito y saca. Me perfora unos pocos cm y saca, hasta lograr mi desesperación.
Yo: “mi amor, quiero más adentro”
Y así se va introduciendo ese falo en mi culo con un cuadro realmente excitante.
Cuando llegamos a la etapa de introducción total, sentado en esa gigante polla vibrante, tratando de que se pierda en mí…..inicio mi teatralización de víctima:
Yo: “mi amor, me parece que no entrará entero, es demasiado”
Ella: “vamos, yo se que ese culo da para más, lo quiero ver desaparecer”
Yo: “me duele mucho, no puedo”
Ella: “sé que te duele, pero te gusta, además no tienes otra opción porque yo quiero que entre todo”
Cuando falta nada más que la parte más gruesa, 5 cm de diámetro:
Yo: “ya entró casi todo, no crees que es suficiente?”
Ella: “no es suficiente, quiero verlo perdido en tu culo, yo se que ese culo es muy putito y capaz de alojarlo entero, además te veo que gozas. Vamos ábrete”
Esta última fase me da toda la fuerza para llegar hasta la base de ese pene vibrante, produciéndome el éxtasis total. Realmente me encanta el sentir semejante polla dentro de mí y encima en su máxima velocidad.
Nunca llego al orgasmo en estas circunstancias, porque a pesar que me encanta, mi verdadero placer es penetrar a mi esposa y terminar dentro de ella.
La historia que les conté es real, salvo la escena que llamo “de sumisión”.
Somos un matrimonio de varios años de casados, mi edad es 50 años y 40 la de mi esposa. En el aspecto sexual somos bastantes normales, en el sentido que no practicamos tríos ni swingers, solo jugamos a veces con alguna fantasía del tercero. Si utilizamos vibradores, consoladores, bolitas anales, etc. Dentro de esas prácticas, el sexo anal forma una parte importante en nuestras relaciones, para ser más claro, me refiero al ano de ambos.
Como habitualmente este tipo de conductas son propias del sexo femenino, no tiene ninguna novedad comentar aquí sobre como uso el culo de mi mujer, por lo que me referiré a como me inició ella en esa práctica. Aquí necesariamente debo aclarar que no soy bisexual, me atraen solo las mujeres.
Hace aproximadamente 8 años, en una sesión de sexo, mientras hacíamos un 69, mi mujer tuvo la feliz idea de pasar sus dedos por mi ano, jugueteando con él. Me gustó mucho, y es evidente que por mi actitud ella se dio cuenta que lo había disfrutado. Allí recordé que en mi pubertad en mis sesiones de masturbación ya solía hurgarme ese agujerito, práctica que luego abandoné cuando comencé a tener sexo con mujeres. No pensé más en el tema porque a pesar de haberme encantado, nunca creí que en nuestra pareja si profundizaría ese juego.
En la siguiente oportunidad en que hicimos el amor, se dedicó con esmero a mi ano. Pasó suavemente el dedo alrededor hasta hacerme desear que lo introdujera. Eso era imposible porque no teníamos lubricante alguno. De todas formas, se humedeció el dedo e intentó perforarme. Haciéndome el que no sabía que ocurría, preguntaba entre jadeos “mi amor que estás haciendo?”. Sin duda estaba aceptando que la situación realmente me encantaba. Pero no pasó de allí. Eso sí, me quedé con las ganas y durante un par de días me dio vueltas en la cabeza cual debía ser mi actitud si mi esposa insistía.
Al cabo de un tiempo, empezó nuevamente con el jueguito, y en medio de una muy buena revolcada, se levantó de la cama y me dijo “ya regreso”. Regresó con una crema que utilizó de lubricante, introduciéndome así su primer dedo en mi virgen ano.
Así comenzó mi esposa a romperme el culo.
Como buen macho que soy, me plantee mil veces si estaba bien, si no era una actitud de un gay, si mi esposa no pensaría que me gustaban los hombres, etc, etc.
Pasamos mucho tiempo entreteniéndonos con ésta práctica, pero lógicamente la cosa va avanzando sin que uno se lo proponga. Ella, probando si yo aguantaba dos dedos adentro, yo disfrutando que mi culo cada vez era más amplio. Pasamos luego a tres dedos, luego a cuatro y no fueron cinco porque el pulgar es muy difícil de introducir. Previa lubricación, me perforaba el culo con cuatro dedos, que los metía y sacaba, pero además hacía rotar la mano de izquierda a derecha. El goce es indescriptible.
En todas las ocasiones en que hacíamos el amor, yo deseaba esa práctica, pero no siempre lo podía manifestar por la famosa masculinidad y además no sabía si ella disfrutaba con la situación.
Como los juguetes sexuales formaban parte de nuestra sexualidad, llegó el momento en que pensé que sería muy morboso tener un vibrador en mi ano, por lo que me puse en campaña de hacérselo saber, sin decirlo directamente porque me daba mucha vergüenza admitirlo. Al poco tiempo captó el mensaje y fue a parar adentro un vibro de unos 12 cm de longitud por 2,5 cm de diámetro. Una delicia. Por supuesto comenzamos con la introducción de la mitad de ese falo, y poco a poco se fue introduciendo más hasta no quedar nada afuera. Con su vibración al máximo la sensación es espectacular, muy difícil de describir.
Como ese juguete era utilizado por los dos, cosa que no es recomendable desde el punto de vista higiénico, tuve un buen motivo para comprar otro. Como yo lo elegí, no me privé de nada y escogí uno tremendamente grande: 20 cm de largo, y de diámetro variable. En la punta aproximadamente 2 cm y en su base llega como a los 5 cm. Ese es el mío.
Semejante aparato no es fácil de introducir, sobre todo porque no es utilizado en todas las oportunidades, y por lo tanto mi culo recupera su tamaño normal. Desde el primer día el objetivo fue tenerlo totalmente adentro, pero no es posible lograrlo rápidamente en una sola sesión, por lo que iniciamos con la mitad, y con el correr del tiempo mi orificio se fue acostumbrando más a esa abertura.
De todas maneras, su introducción para que sea placentera tiene su técnica, entonces como lo utilizamos: yo acostado boca arriba, con las piernas abiertas. Ella, excita mi pene y ano hasta que el primero se pone como palo y el segundo inicia una dilatación. Suavemente, comienza la lubricación de mi culo, pasea la punta vibrante alrededor del ano, la apoya en el mismo, suavemente me hace creer que lo mete, hasta que llega el momento en que la dilatación es la correcta, entonces introduce la punta de ese gran vibrador. La sensación es espectacular. Cuando todo ello es complementado con una chupada de mis tetillas, el culo comienza a agrandarse más, permitiendo la penetración de por lo menos la mitad de ese pene artificial y vibrante. No me agrada la torpeza, todo debe ser extremadamente suave. Entra y sale, primero unos dos o tres centímetros, luego cuando ya se aloja cómodamente esa longitud, lo hace girar levemente causando sensaciones espectaculares, aprovecha mi éxtasis para ganar terreno y perforarme unos 5 cm más, y lógicamente el espesor es mayor por lo que el agujero debe adaptarse a esa nueva intromisión. El mecanismo del entra y sale, conjuntamente con el efecto giratorio va generando la excitación suficiente como para lograr la dilatación adecuada.
Como ya expliqué, su introducción completa es compleja, pero es mi objetivo, porque el sentirlo todo adentro y vibrando, me produce como sensación adicional, un morbo indescriptible. Para lograrlo, una vez que me comí la mitad de esa pija, me pongo de rodillas, la base del vibro apoyada en la cama y me siento suavemente sobre él. Mi mujer mientras tanto toca mi polla y chupa mis tetillas, es el punto culminante de mi éxtasis. Muy despacio, me siento para que me penetre, me levanto un poco y sale, repito la operación varias veces y así se abre camino hasta el fondo. El falo está totalmente dentro de mí. Cuando lo llevo para higienizarlo, me encanta ver que semejante aparato estuvo en mi culo.
La verdad es que si bien fue mi mujer quien me incitó a ésta práctica, por supuesto con mi aceptación, puedo decir que en la actualidad no se recrea con la situación, porque entiendo que la misma tienes aspectos para explotar en los que ella no incursiona, a pesar de que ya le di algunas pistas al respecto. Concretamente, creo que me pone límites no permitiéndome avanzar en mis deseos, supongo que porque en dicha acción pierdo la compostura del macho que ella pretende. En realidad al tema no lo hablamos nunca en profundidad, solamente me limité a preguntarle si a ella no le gusta esta práctica, a lo que me responde que si a mí me hace gozar, a ella le gusta.
A mí, por ejemplo me excitaría sobremanera una escena en la que me exija una entrega total, cercana a una sumisión, como la que sigue:
En el momento de la lubricación del ano,
Ella: “quieres el vibro chico o el grande?”
Yo: “el grande, mi amor”
Ella: “no sé si te mereces todo eso, me parece que te tienes que conformar con poco”
A continuación, jugar con el vibrante alrededor de mi ano, haciéndome desear la introducción hasta la desesperación.
Yo: “métemelo de una vez”
Ella: “tienes muchas ganas?”
Yo: “si muchas”
Ella: “pídelo por favor que te lo meta”
Yo: “mi amor, por favor mételo”
Ella: “mira que semejante cosa te romperá el culo”
Yo: “eso quiero, que me rompas el culo”
Y así inicia una lenta introducción de la punta. Mete un poquito y saca. Me perfora unos pocos cm y saca, hasta lograr mi desesperación.
Yo: “mi amor, quiero más adentro”
Y así se va introduciendo ese falo en mi culo con un cuadro realmente excitante.
Cuando llegamos a la etapa de introducción total, sentado en esa gigante polla vibrante, tratando de que se pierda en mí…..inicio mi teatralización de víctima:
Yo: “mi amor, me parece que no entrará entero, es demasiado”
Ella: “vamos, yo se que ese culo da para más, lo quiero ver desaparecer”
Yo: “me duele mucho, no puedo”
Ella: “sé que te duele, pero te gusta, además no tienes otra opción porque yo quiero que entre todo”
Cuando falta nada más que la parte más gruesa, 5 cm de diámetro:
Yo: “ya entró casi todo, no crees que es suficiente?”
Ella: “no es suficiente, quiero verlo perdido en tu culo, yo se que ese culo es muy putito y capaz de alojarlo entero, además te veo que gozas. Vamos ábrete”
Esta última fase me da toda la fuerza para llegar hasta la base de ese pene vibrante, produciéndome el éxtasis total. Realmente me encanta el sentir semejante polla dentro de mí y encima en su máxima velocidad.
Nunca llego al orgasmo en estas circunstancias, porque a pesar que me encanta, mi verdadero placer es penetrar a mi esposa y terminar dentro de ella.
La historia que les conté es real, salvo la escena que llamo “de sumisión”.
3 comentarios - Mi mujer me rompe el culo.
Buen relato, sin embargo, lo noto demasiado "técnico", le falta pasión y eso hace que se lea como si fuera el manual de un lavarropas y no calienta.
Es mi impresión personal, no lo tomes como una crítica, a mi a veces me pasa en la primera versión de mis relatos y tengo que reescribirlos agregándo un poco de morbo.
Saludos y bienvenido !!
Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos...
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