Fernanda, masajista de Quilmes (fotos reales)

Nunca pensé que una contractura en el cuello me iba a traer tantas alegrías. En la fiesta de cumpleaños de una amiga, al verme con mala cara y preguntarme qué me pasaba, le cuento del dolor que me aquejaba los últimos días, y me dice que una de sus mejores amigas, que estaba ahí mismo, era masajista. Me presenta entonces a Fernanda y a Martín su marido. Ella labura de masoterapeuta, acá en Quilmes. Fernanda es una morocha impactante, preciosa. Tiene 38 años, igual que yo. En seguida pegamos onda. Me tocó el cuello y me dijo que estaba muy contracturado, que al otro día la visite en su consultorio, pero que no me podía dejar así. Ella misma le pidió permiso a Sole, la cumpleañera, para pasar a su dormitorio y ver si podía aflojarme un poco el nudo que tenía.












-Vení, pasá - me dijo con una sonrisa preciosa- Sacate la remera y acostate boca abajo.

Si bien soy de ir al frente, confieso que la situación me puso algo nervioso. No esperaba estar en la habitación de mi amiga con una morocha hermosa masajeándome. Además me calentaba mucho como estaba vestida: una remerita roja con un generoso escote y una minifalda negra que apenas cubría un par de piernas muy bien torneadas, enfundadas en unas medias de red híper sensuales. Unos zapatos de taco negros completaban el sensual atuendo. Pero tampoco me olvidaba que al otro lado de la puerta, a pocos metros, se encontraba el marido de ella! Así que me quedé en el molde.

-Estás durito... hacés deporte no? -me preguntó inesperadamente.
-Sí, soy profe de educación física, me encanta el deporte... juego fútbol y paddle todas las semanas - respondí orgulloso de mí mismo.
-Si se nota, tenés buen lomo -me sorprendió aún más Fernanda.
-Bueno gracias... vos también algo hacés, porque tus piernas, además de hermosas, están muy marcadas -contesté.
-Sí, hago gym siempre que puedo... lástima que se note en mis piernas nada más jaja! -me pinchó.
-Jaja no quise decir eso -retruqué- Tenés un cuerpazo y sos preciosa! Pero ya tu marido debe estar bastante caliente que vos estés acá conmigo, si se llega a enterar que encima te piropeo...
-Para nada. Somos muy open mind. A Martín le encanta que me traten bien. Más si es alguien que me gusta.
-Dale, me vas a decir que no se pone celoso!? -dije incrédulo.
-Al contrario. Él quiere lo mejor para mí, como yo lo quiero para él. Prefiero que si se quiere coger una minita, me lo diga -y acercando su boca a mi oído completó casi susurrando- ...como yo le digo cuando me quiero coger a alguien.

Juro que la pija se me paró instantáneamente. Traté de acomodármela disimuladamente porque me dolía dentro del jean, pero ella lo notó.

-Epa, que tenemos ahí ?! A ver... -dijo mientras me ponía de espaldas en la cama y desprendía el botón de mi pantalón.
-Ehh, pará, puede entrar alguien -dije para nada convencido de parar.

Fernanda se puso la cabeza de mi verga en la boca y empezó a lamerla muy lentamente, mirándome a los ojos. Su lengua tibia me volvía loco jugueteando en mi glande.

-Estás muy tenso -me dijo - Relajate.
-Me encanta como me la estás chupando Fer, pero no me gustaría quedar mal con Sole.
-Tenés razón... esperame acá -me dijo y salió por la puerta.

No tuve tiempo ni de pensar que hacía ahí, cuando la puerta se abrió nuevamente. Entró Fernanda... seguida del marido! Martín cerró la puerta y se apoyó en ella, sin decir palabra.

-Martín va a tener la puerta para que no entre nadie, si no te importa -me dijo Fer como si nada.

Una de las pocas veces en mi vida que no supe que contestar. Martín me miró como diciendo "sigan con lo suyo, yo no molesto" . Fernanda volvió a meterse mi pija en la boca y lamerla de forma apasionada. Iba con su lengua desde mis pelotas hasta la punta de mi verga, chupando, besando, saboreando. Si bien pensé que la situación me iba a tirar para atrás, fue todo lo contrario. Tenía una excitación enorme. Sentía que la pija me iba a explotar en cualquier momento.

-Que rica pija tenés bebé... me encanta -tiró Fer.
-Gracias, pero ahora quiero comerte yo Fer -casi supliqué.
-Mmmm noooo... quiero llegar hasta el final... quiero tu lechita primero! -dijo Fer poniendo voz de nenita en celo.

Después de escucharla no duré más de unos pocos segundos. Le llené la boca de leche. Fer se la tomó toda, hasta la última gota.

-Umm cuanta lechita tenías! Por eso estás contracturado -dijo la guacha mirando a Martín y sonriendo.
-Ahora puedo yo? -dije como pidiendo permiso a Martín.











Me senté en el borde de la cama. Fernanda estaba parada de frente a mí. La agarré de la cintura y empecé a comerle la boca muy despacito. Mis manos subieron lentamente por sus piernas, inspeccionando cada centímetro de esas medias de red preciosas. Le apreté el culo con las dos manos. Además de hermoso estaba muy duro. Nuestras lenguas no dejaban de forcejear. Le saqué lentamente la tanguita que traía puesta. Me paré de golpe y la tiré en la cama. Miré de reojo a Martín, quien parecía aprobar todo lo que sucedía. Comencé a besar y lamer toda su entrepierna. Le levanté las piernas de manera que los tacos apuntaban al techo, y se las abrí bien. Le comí toda la concha tratando de ser lo más suave posible. Cuando por fin mi lengua rozó su clítoris, que ya estaba bien parado, Fernanda gimió muy fuerte y apretó sus piernas contra mi cabeza. Dibujé varios círculos con mi lengua en su clítoris, y sus gemidos fueron in crescendo. Mojé dos dedos en su concha completamente húmeda y la pajee con fuerza, sintiendo como su clítoris se ponía cada vez más duro, al tiempo que mi lengua jugueteaba en el agujerito de su cola.
Fernanda tiró la cabeza para atrás y tuvo un orgasmo seguido de varios espasmos de todo su cuerpo. Pude ver que Martín tenía su pija afuera y se tocaba.

-Cogeme toda grandote -dijo Fer mientras se ponía en cuatro.

La penetré lenta y profundamente, sintiendo como toda su conchita tibia se iba dilatando. Mis embestidas fueron tomando ritmo y potencia, al igual que sus gemidos. Martín se acercó por el otro lado de la cama y metió su verga en la boca de Fernanda, quien la chupaba de manera casi frenética. La situación me calentó sobremanera. Los grititos ahora ahogados de Fer, estar dándole placer de a dos, la posibilidad de que pudieran abrir la puerta en cualquier momento y sorprendernos... en fin, un combo explosivo para mi cerebro.

-Dónde querés la leche putita? -dije fuera de control.
-En la boca!! Quiero que los dos me acaben en la boca!! -respondió entre gemidos.

Fer saltó de la cama y se arrodilló en el piso. Martín y yo le pusimos nuestras vergas una a cada lado de su boca. Fer chupaba una y pajeaba la otra. Chupaba la otra y pajeaba la primera. Martín la agarro del pelo y tiró su cabeza para atrás, al tiempo que le llenaba la boca de leche. Décimas de segundo después de ver eso, era yo el que le acababa en la boca. Fer nos lamió las pijas hasta dejarlas bien limpias. Nos vestimos, estiramos la cama, y volvimos a la fiesta con la promesa de una visita por parte mía al consultorio de Fernanda. Del dolor de cuello ya ni me acordaba.





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