O respuesta a la pregunta ¿qué tal será si me acuesta otro?
Fue nuestra primera infidelidad y, a la vez, nuestro primer intercambio de parejas.
Con Luis no éramos amigos, trabajábamos en la misma empresa. El en ventas yo en ingeniería. Los dos compartíamos la práctica de básquetbol a nivel aficionado y nos enfrentamos alguna vez en torneos internos o ínter clubes.
En una ocasión, en parte gracias a una idea técnica innovadora introducida por mi en una oferta de equipamiento a una importante empresa de servicios, el equipo de Luis cerró la operación de venta más importante del ejercicio comercial.
Para festejar el logro, Luis y Analía, su mujer, nos invitaron a mí y a Romina, mi esposa, a cena en un restaurante de moda. Las dos parejas habíamos coincidido en alguna que otra reunión convocada por la empresa para el “lanzamiento” de un nuevo ejercicio fiscal o para las fiestas de fin de año, sin que sucediera nada digno de mención. Romina se “produjo” acabadamente: nuevo peinado, tratamientos faciales los días previos, maquillaje esmerado, pantalones claros ajustados y blusa negra aun más ajustada que le resaltaban las curvas y sus hermosos y grandes senos. Analía no se había quedado atrás. Se veía preciosa y sexy con sus pantalones negros ajustados, blusa -también ajustada- de color azul, su cabello lacio estaba suelto y desprendía un olor agradable. Las mujeres no se esmeran sólo para impactar en los hombres, yo creo que lo hacen principalmente para competir con las otras mujeres, que saben van a encontrar. Pero esa noche dieron en los dos “blancos”. En el recorrido de la entrada a la mesa las dos chicas, altas, 1,75 una y 1,77 la otra, hermosas y arregladas, atrajeron las miradas de comensales de ambos sexos. A partir del promediar la de velada, los ojos de Luis tuvieron largos momentos de dedicación exclusiva a Romina. De mi parte no me privé de disfrutar de la anatomía de Analía pero de un modo más medido.
A la hora del café, Luis se declaró encantado del encuentro y propuso:
- ....tenemos que reunirnos de nuevo. Que les parece el próximo sábado?-
- es buena!...me gusta la idea. La pasamos muy bien juntos ¿No se que piensan Uds.? ¿Pueden? Digan que si por favor!!...- agregó Analía
- ....bueno, compromisos ese día no tenemos, ¿no es así Julio?..- hizo pata Romina
- Entonces convenido. Nos juntamos en casa. Mandamos los críos con los abuelos. ¿Uds. tampoco tienen problemas para que les cuiden los vuestros, no? Así estaremos tranquilos - concluyó Luis.
Nos despedimos hasta el fin de semana siguiente, luego de haber arreglado algunos detalles. Nosotros llevaríamos postre helado y el vino, tinto porque la cena giraría alrededor del plato principal a base de carne roja: lomo con champiñones.
Durante la semana con Romina no hablamos en demasía sobre la velada del sábado, sólo lo necesario para prever las compras relacionadas. Las veces que me encontré en la oficina con Luis hablamos un par de veces del encuentro, la segunda el viernes para convenir la hora y darme indicaciones para llegar a la casa en el barrio Unión Ferroviaria, fuera de Buenos Aires.
Las chicas repitieron aumentada la “producción”: peinados y maquillaje cuidado, blusas ajustadas y, o casualidad, ambas eligieron minifaldas cortas y medias que resaltaban las largas y bien torneadas piernas.
La comida, con profusión del buen tinto, fue un derroche de miradas, las palabras resbalaban en los oídos, eran los ojos los que dialogaban – y desnudaban - las cuerdas tensadas de la excitación. A la hora del café, las copas de coñac y vodka nos llevaron a aquella brumosa tierra de nadie de la leve sobredosis etílica. La chicas, Romina más que Analía, parecían ligeramente eufóricas con la risa fácil.
- ¿Qué les parece si jugamos algún juego? ¿A los dados o a las cartas? – propuso Luis
- ¿A las cartas..?¿No es aburrido? – dijo Romina escéptica.
- No si sabes elegir el juego. Yo digo el siete y medio prenda, por ejemplo aclaró Luis
- ¿Siete y medio prenda? Es la primera vez que lo escucho. ¿Cómo es?- preguntó Romina
Luis la miró directo a los ojos mientras explicaba:
- Quien pierde se saca una prenda de ropa...La banca es rotativa . ¡Ah! Las piezas perdidas no se recuperan, hasta el final del juego – No esperó la aceptación y salió del comedor.
Al rato se lo escuchó llamar a la esposa:
- Analía vení que no encuentro las cartas.-
Cuando quedamos solos Romina me encaró y con lo que era ya evidente:
- Julio estos dos nos quieren coger. ¿No te parece? Está claro -
- Algo de eso se traen...Si queres, damos una excusa, y nos vamos ¿Si? –
- No creo que sea correcto...Además vos te la comes con los ojos a la mina...y yo...y a mi....hace tiempo me intriga como me sentiría con otro....si no te jode demasiado,...mientras vos te das el gusto con Analía,....que seguro agarra viaje.... por ahí me largo....... ¿qué decís?-
Perplejo no pude decir nada. Ni por asomo me esperaba eso de Romina. Realmente los humanos, somos seres complejos y paradójicos, probablemente indescifrables. Mientras reordenaba las ideas, volvieron los anfitriones.
- ¿Empezamos? – invitó Luis
- Yo no....- alcancé a articular. Romina cortó mi intento de objeción, de cuajo:
- ¡Si, dale! Vamos a ver que tan entretenido es.. -
A las pocas manos del singular siete y medio, todos habíamos perdido zapatos y medias.
Romina para sacarse las suyas nos dio las dos veces la espalda para levantar la pollera y desprender la media del portaligas.
Analía no. Me miró fijo en las dos ocasiones y puso a mi consideración su bombacha rosa pálido. Ahí más que curiosidad de como sería intimar con otra, fue impulsión. Ni que hablar de mi erección. No se como aguantó el cierre relámpago del pantalón.
El juego progresó, cayeron mi camisa y la de Luis. Le tocó a Analía desprenderse de la pollera. Lo hizo sin titubear pero a poco de sentarse, se incorporó, dijo no querer seguir y desapareció detrás de una de las puertas, no sin antes hacer ondular ante mi vista, su culo exuberante.
- Julio, andá ver que le pasa a Analía, dale..- me invitó Luis pasados unos minutos, sin que hiciéramos nada, esperando ver como seguía la cosa.
Obvio que se trataba de un ardid, habitual, empleado hábil y mañosamente, por nuestros anfitriones, para dar inicio a la fase sexual propiamente dicha de la velada.
La miré a Romina que puso cara de nada, o mejor dicho, cara de “ andate que tengo con que entretenerme” y no me lo hice repetir. Entre en el cuarto. Analía estaba parada, en corpiño y bombacha, mirándose al espejo.
- ¿Qué te ocurrió que te fuiste? –
Siguió con la vista fija en el espejo y se sinceró:
- Pasa que me enganché con vos y no me bancaba más seguir jugueteando con las cartitas....- por si tenía alguna duda... se acercó a mí y suavemente me besó en los labios, un beso sin lengua, pasó a besarme con pequeños besitos por el cuello las orejas, mordisqueando el lóbulo, haciendo que se me pusiera la piel de gallina, y la verga de gallo.
- Cerrá la puerta...dale..-
Fui, pero antes de cerrar pudo más la curiosidad y eché un mirada a los dos que habían quedado en el comedor. No habían perdido el tiempo, se estaban besando y las manos de Luis, acariciaban una nalga y el entrepiernas de mi esposa, que tenía la pollerita levantada hasta la cintura. Sentí “tirón” extraño en mis entrañas, un impulso de gritar “¡¡paraaá que es mi chica!!, pero era evidente que Romina estaba a sus anchas. Tanto que con su mano izquierda le tenía agarrado el bulto a su nuevo amigo.
Analía, viendo que no me decidía, se acercó, miró hacia afuera y cerró ella la puerta.
- Lo que supuse, a esta altura, esos dos, no debían seguir entreteniéndose con las cartas -
Comprendí que debía dedicarme a lo que había hecho que fuera a verla al dormitorio, comisionado por el marido, pero impulsado por el deseo.
- ¿tu marido te permite estas licencias?-
- ¿acaso, Romina, necesitó de la tuya?.. -
Tenía razón en ambas cosas, mi esposa se había mandado por su cuenta y yo acababa de presenciar la apertura de la fiesta de sus sentidos, en los brazos de otro.
Entonces inicié la mía con Analía. Lentamente comencé a acariciar sus senos por encima del corpiño...luego lo alcé quedaron libres... ¡por fin los podía tocar¡ ...libres para mis labios que besaron y chuparon a más no poder. De pronto introdujo su lengua en el interior de mi oreja, ¡Dios!, me recorrió un escalofrío y una sensación como de una descarga eléctrica. Luego hizo algo peor, sentí como sus manos comenzaron a tocar mi sexo que se encontraba tremendamente erecto a causa de la excitación. Me bajó el pantalón y obligó a sentarme en la cama para quitármelo. Le siguió el calzoncillo y comenzó a chuparme mientras me miraba como para medir el placer que provocaba.
La interrumpí, se que soy rara avis, pero mucho no me agrada ver la mujer con la verga en la boca y, por lo tanto, disfruto de las mamadas, hasta ahí nomás. La atraje, tomándola del cabello, la puse de espaldas y le quité precipitadamente el calzón, abrí sus piernas y metí labios, lengua y dedos en su concha, por breves minutos. Ella no ocultó su satisfacción. A continuación me ubiqué sobre ella y la penetré sin ninguna delicadeza y seguí con un bombeo rayano a lo desaforado; su boca no cesaba de morderme y mis labios recorrían la parte de su ardiente cuerpo que encontraban al alcance. Nuestros cuerpos siguieron entrelazados, devorándonos mutuamente.., hasta que sentí el orgasmo cerca.
- ¿tomas anticonceptivos?- alcancé a murmurarle
- ni se te ocurra.....sacar tu muñeco ...damela.... toda la leche....la quiero...- exigió, con la frase entrecortada por las entradas del muñeco a que aludía.
Un profundo gemido de su boca y las uñas hundidas en mi espalda anunciaron su orgasmo y yo dí rienda suelta al mío, inundándola.
Llegó la calma erótica pero, con el descanso del sexo, mi mente se trasladó al otro cuarto y no podía asimilar que Romina estuviese cogiendo con otro. Estuve a punto de incorporarme para ir a cortar de cuajo lo que sea que sucediese en otra parte de la casa y llevarme mi esposa. Analía intuyó lo que hervía en mi pecho:
- ¿Que estas pensando Juliocito?....¿No estarás pergeñando hacer el ridículo, no?..... ¿Ya es tarde. El acortar la cosa, en el otro dormitorio, no borra el hecho que a tu mujer se la cogió otro y que ella lo quiso. ¿No te parece más piola otra vuelta conmigo? No estuvo nada mal la primera. -
La lógica de Analía era irrebatible. Conversamos un largo rato. No, ella y el marido no eran consuetudinarios en el intercambio de pareja, sólo muy de vez en cuando y si daban con una dupla con ese “no se que, mezcla de estética, actitudes y otros detalles no muy precisables” que la hacía apetecible para ambos y conseguían que saltasen la valla de los tabúes sociales. Eso había ocurrido con Romina y yo, a poco de alternar en el restaurante la semana anterior, encontraron el “no se que” en nosotros y nos propusieron el encuentro en la casa.
Distendido por la charla, volví a los besos, a las caricias. No tardó en sobrevenir la nueva excitación y cogimos una vez más, tan desaforadamente como la primera vez hasta quedar agotados.
Eran casi las 2 de la mañana cuando Romina golpeó a la puerta:
- Vamos Julio, que se hizo tarde –
Nos vestimos a medias en el cuarto y completamos la tarea con los prendas que habían quedado diseminadas en el comedor.
Romina y Luis nos habían precedido. Nos despedimos con un “gracias por todo”.
Ya en el auto, después de andar unos 5 a 10 minutos envueltos en un silencio que podía cortarse con navaja, hablé de lo único que cabía hablar sin caer en el autismo o la hipocresía:
- ..te sacaste la intriga...de cómo sería con otro....¿puedo saber que te pareció?...¿cómo te fue?-
Demoró unos instantes, como buscando las palabras adecuadas:
-....no te voy a mentir...me puse re-cochonda con él...y fue una experiencia del todo nueva...-
-.... el primer orgasmo me lo hizo venir sin culearme...mejor dicho me cogió con la boca.....me besó largo rato los labios de la chocha, de arriba hasta abajo, me metió dedos, me puso toda la lengua adentro, me chupó el clítoris con los labios, me lo lamió a mil, haciéndome retorcer de placer, hasta que le acabé en la cara –
- me gustó....no te lo voy a ocultar.....eso, vos, nunca me lo hiciste...hasta el orgasmo.-
- ..sabes que eso de chupar, pasar la lengua, al infinito, no va conmigo, ... - le rebatí en tono nada amable. Estaba molesto, celoso por lo que había disfrutado sin mi.
- ..no te enojes....lo se....pero me preguntaste y yo te cuento lo nuevo que me ocurrió.....-
- gracias por la información....tomo nota que él es mejor que yo...en eso....¿y no te la puso, después? – le respondí con el mismo fastidio.
- no seas rencoroso, Julio...te estoy contando como me pediste,... si...me cogió...yo me quería ir cuando se me aplacó la calentura con el orgasmo, buscarte para irnos a casa, pero Luis me retuvo y con sutileza volvió a excitarme.....estuvo bueno pero nada para decir uuuh,..ó..¡¡eureka!! .....y vos ¿seguro la pasaste de maravilla con Analía? Digo,... por las ganas que le tenías...– ahora era ella que agredía, dejando caer las palabras, como gotas corrosivas.
- Si, la verdad...está buena....le pone garra al coger....estuvo bueno estrenar concha nueva ….. pero nada para decir ¡¡uuuh!!..ni...dar vivas.... -
Nuevo silencio denso, espeso y prolongado.
- ...¿qué vamos a hacer con nuestras vidas Romina? Ya lo nuestro no es lo mismo, .....lo hicimos concientes....-
- ....yo te quiero....vos sos el mismo de siempre...Analía no se quedó con nada tuyo que te convierta en otro hombre....yo no perdí nada...me dejé llevar primero por el despecho por como vos desnudabas con la vista a Analía,...le sostuve la mirada a Luis, al principio para que vos lo notaras, vos ni bola, hasta que....quizás por el alcohol que tomé, me turbó...él aprovechó y al “franeleo” con los ojos le agregó caricias por debajo de la mesa...entre las piernas, hasta bien arriba, mientras a vos se te caía la baba por la esposa y ni te diste cuenta de lo que me estaba haciendo. Me calentó y la excitación más una pizca de ganas de escarmentarte hizo que aceptara el juego de cartas, que era evidente, no tenía retorno....vos también entraste....entonces me abandoné casi sin pensarlo, sin medir lo que se venía...pero sigo siendo tu Romina de toda la vida...y te necesito...no puedo ni imaginarme sin vos....-
- ....¿por qué, Julio, no me paraste en seco cuando nos dimos cuenta como venía la mano, y yo, porque agarré para el lado de los tomates con mi resentimiento?....-
Detuve el auto. Ella me miró sin disimular la ansiedad que la atenazaba.
Le di un beso, primero tímido en la boca. Las lágrimas bañaron su sonrisa. Nos abrazamos con fuerza y el beso prolongado que siguió dejó en claro que lo sucedido no era más que un sinceramiento. “Los dos estábamos necesitando la gran explosión de un encuentro furtivo o no, pero indecoroso ... e intenso. La emoción de estrenar”
- ....perdoname Julio....-
- ....nada de perdonar, te agradezco Romina...estuvo bueno volver, por unas horas, a jugar a los solteros. Y se dio por tu osadía y determinación-
En casa hicimos el amor tan intensamente como cuando volvía de algunos de los largos viajes que hacía por trabajo.
Ahora trabajo en otra empresa y quizás ingrese en otra.
Pasaron más de diez años, desde esa noche loca que no debió acontecer. Con el correr del almanaque, tuvimos otras, no pocas, infidelidades y experiencias de trueque de parejas pero ninguna puede compararse con la primera en tensión física, moral o espiritual.
Actualmente somos un “par de pájaros” de vuelo fácil a otros nidos. Pero no hay como el “calor” del nuestro en común.
Cierro la notebook antes que Romina venga a curiosear que es lo que me demora para acudir a la mesa para la cena con los chicos.
Fue nuestra primera infidelidad y, a la vez, nuestro primer intercambio de parejas.
Con Luis no éramos amigos, trabajábamos en la misma empresa. El en ventas yo en ingeniería. Los dos compartíamos la práctica de básquetbol a nivel aficionado y nos enfrentamos alguna vez en torneos internos o ínter clubes.
En una ocasión, en parte gracias a una idea técnica innovadora introducida por mi en una oferta de equipamiento a una importante empresa de servicios, el equipo de Luis cerró la operación de venta más importante del ejercicio comercial.
Para festejar el logro, Luis y Analía, su mujer, nos invitaron a mí y a Romina, mi esposa, a cena en un restaurante de moda. Las dos parejas habíamos coincidido en alguna que otra reunión convocada por la empresa para el “lanzamiento” de un nuevo ejercicio fiscal o para las fiestas de fin de año, sin que sucediera nada digno de mención. Romina se “produjo” acabadamente: nuevo peinado, tratamientos faciales los días previos, maquillaje esmerado, pantalones claros ajustados y blusa negra aun más ajustada que le resaltaban las curvas y sus hermosos y grandes senos. Analía no se había quedado atrás. Se veía preciosa y sexy con sus pantalones negros ajustados, blusa -también ajustada- de color azul, su cabello lacio estaba suelto y desprendía un olor agradable. Las mujeres no se esmeran sólo para impactar en los hombres, yo creo que lo hacen principalmente para competir con las otras mujeres, que saben van a encontrar. Pero esa noche dieron en los dos “blancos”. En el recorrido de la entrada a la mesa las dos chicas, altas, 1,75 una y 1,77 la otra, hermosas y arregladas, atrajeron las miradas de comensales de ambos sexos. A partir del promediar la de velada, los ojos de Luis tuvieron largos momentos de dedicación exclusiva a Romina. De mi parte no me privé de disfrutar de la anatomía de Analía pero de un modo más medido.
A la hora del café, Luis se declaró encantado del encuentro y propuso:
- ....tenemos que reunirnos de nuevo. Que les parece el próximo sábado?-
- es buena!...me gusta la idea. La pasamos muy bien juntos ¿No se que piensan Uds.? ¿Pueden? Digan que si por favor!!...- agregó Analía
- ....bueno, compromisos ese día no tenemos, ¿no es así Julio?..- hizo pata Romina
- Entonces convenido. Nos juntamos en casa. Mandamos los críos con los abuelos. ¿Uds. tampoco tienen problemas para que les cuiden los vuestros, no? Así estaremos tranquilos - concluyó Luis.
Nos despedimos hasta el fin de semana siguiente, luego de haber arreglado algunos detalles. Nosotros llevaríamos postre helado y el vino, tinto porque la cena giraría alrededor del plato principal a base de carne roja: lomo con champiñones.
Durante la semana con Romina no hablamos en demasía sobre la velada del sábado, sólo lo necesario para prever las compras relacionadas. Las veces que me encontré en la oficina con Luis hablamos un par de veces del encuentro, la segunda el viernes para convenir la hora y darme indicaciones para llegar a la casa en el barrio Unión Ferroviaria, fuera de Buenos Aires.
Las chicas repitieron aumentada la “producción”: peinados y maquillaje cuidado, blusas ajustadas y, o casualidad, ambas eligieron minifaldas cortas y medias que resaltaban las largas y bien torneadas piernas.
La comida, con profusión del buen tinto, fue un derroche de miradas, las palabras resbalaban en los oídos, eran los ojos los que dialogaban – y desnudaban - las cuerdas tensadas de la excitación. A la hora del café, las copas de coñac y vodka nos llevaron a aquella brumosa tierra de nadie de la leve sobredosis etílica. La chicas, Romina más que Analía, parecían ligeramente eufóricas con la risa fácil.
- ¿Qué les parece si jugamos algún juego? ¿A los dados o a las cartas? – propuso Luis
- ¿A las cartas..?¿No es aburrido? – dijo Romina escéptica.
- No si sabes elegir el juego. Yo digo el siete y medio prenda, por ejemplo aclaró Luis
- ¿Siete y medio prenda? Es la primera vez que lo escucho. ¿Cómo es?- preguntó Romina
Luis la miró directo a los ojos mientras explicaba:
- Quien pierde se saca una prenda de ropa...La banca es rotativa . ¡Ah! Las piezas perdidas no se recuperan, hasta el final del juego – No esperó la aceptación y salió del comedor.
Al rato se lo escuchó llamar a la esposa:
- Analía vení que no encuentro las cartas.-
Cuando quedamos solos Romina me encaró y con lo que era ya evidente:
- Julio estos dos nos quieren coger. ¿No te parece? Está claro -
- Algo de eso se traen...Si queres, damos una excusa, y nos vamos ¿Si? –
- No creo que sea correcto...Además vos te la comes con los ojos a la mina...y yo...y a mi....hace tiempo me intriga como me sentiría con otro....si no te jode demasiado,...mientras vos te das el gusto con Analía,....que seguro agarra viaje.... por ahí me largo....... ¿qué decís?-
Perplejo no pude decir nada. Ni por asomo me esperaba eso de Romina. Realmente los humanos, somos seres complejos y paradójicos, probablemente indescifrables. Mientras reordenaba las ideas, volvieron los anfitriones.
- ¿Empezamos? – invitó Luis
- Yo no....- alcancé a articular. Romina cortó mi intento de objeción, de cuajo:
- ¡Si, dale! Vamos a ver que tan entretenido es.. -
A las pocas manos del singular siete y medio, todos habíamos perdido zapatos y medias.
Romina para sacarse las suyas nos dio las dos veces la espalda para levantar la pollera y desprender la media del portaligas.
Analía no. Me miró fijo en las dos ocasiones y puso a mi consideración su bombacha rosa pálido. Ahí más que curiosidad de como sería intimar con otra, fue impulsión. Ni que hablar de mi erección. No se como aguantó el cierre relámpago del pantalón.
El juego progresó, cayeron mi camisa y la de Luis. Le tocó a Analía desprenderse de la pollera. Lo hizo sin titubear pero a poco de sentarse, se incorporó, dijo no querer seguir y desapareció detrás de una de las puertas, no sin antes hacer ondular ante mi vista, su culo exuberante.
- Julio, andá ver que le pasa a Analía, dale..- me invitó Luis pasados unos minutos, sin que hiciéramos nada, esperando ver como seguía la cosa.
Obvio que se trataba de un ardid, habitual, empleado hábil y mañosamente, por nuestros anfitriones, para dar inicio a la fase sexual propiamente dicha de la velada.
La miré a Romina que puso cara de nada, o mejor dicho, cara de “ andate que tengo con que entretenerme” y no me lo hice repetir. Entre en el cuarto. Analía estaba parada, en corpiño y bombacha, mirándose al espejo.
- ¿Qué te ocurrió que te fuiste? –
Siguió con la vista fija en el espejo y se sinceró:
- Pasa que me enganché con vos y no me bancaba más seguir jugueteando con las cartitas....- por si tenía alguna duda... se acercó a mí y suavemente me besó en los labios, un beso sin lengua, pasó a besarme con pequeños besitos por el cuello las orejas, mordisqueando el lóbulo, haciendo que se me pusiera la piel de gallina, y la verga de gallo.
- Cerrá la puerta...dale..-
Fui, pero antes de cerrar pudo más la curiosidad y eché un mirada a los dos que habían quedado en el comedor. No habían perdido el tiempo, se estaban besando y las manos de Luis, acariciaban una nalga y el entrepiernas de mi esposa, que tenía la pollerita levantada hasta la cintura. Sentí “tirón” extraño en mis entrañas, un impulso de gritar “¡¡paraaá que es mi chica!!, pero era evidente que Romina estaba a sus anchas. Tanto que con su mano izquierda le tenía agarrado el bulto a su nuevo amigo.
Analía, viendo que no me decidía, se acercó, miró hacia afuera y cerró ella la puerta.
- Lo que supuse, a esta altura, esos dos, no debían seguir entreteniéndose con las cartas -
Comprendí que debía dedicarme a lo que había hecho que fuera a verla al dormitorio, comisionado por el marido, pero impulsado por el deseo.
- ¿tu marido te permite estas licencias?-
- ¿acaso, Romina, necesitó de la tuya?.. -
Tenía razón en ambas cosas, mi esposa se había mandado por su cuenta y yo acababa de presenciar la apertura de la fiesta de sus sentidos, en los brazos de otro.
Entonces inicié la mía con Analía. Lentamente comencé a acariciar sus senos por encima del corpiño...luego lo alcé quedaron libres... ¡por fin los podía tocar¡ ...libres para mis labios que besaron y chuparon a más no poder. De pronto introdujo su lengua en el interior de mi oreja, ¡Dios!, me recorrió un escalofrío y una sensación como de una descarga eléctrica. Luego hizo algo peor, sentí como sus manos comenzaron a tocar mi sexo que se encontraba tremendamente erecto a causa de la excitación. Me bajó el pantalón y obligó a sentarme en la cama para quitármelo. Le siguió el calzoncillo y comenzó a chuparme mientras me miraba como para medir el placer que provocaba.
La interrumpí, se que soy rara avis, pero mucho no me agrada ver la mujer con la verga en la boca y, por lo tanto, disfruto de las mamadas, hasta ahí nomás. La atraje, tomándola del cabello, la puse de espaldas y le quité precipitadamente el calzón, abrí sus piernas y metí labios, lengua y dedos en su concha, por breves minutos. Ella no ocultó su satisfacción. A continuación me ubiqué sobre ella y la penetré sin ninguna delicadeza y seguí con un bombeo rayano a lo desaforado; su boca no cesaba de morderme y mis labios recorrían la parte de su ardiente cuerpo que encontraban al alcance. Nuestros cuerpos siguieron entrelazados, devorándonos mutuamente.., hasta que sentí el orgasmo cerca.
- ¿tomas anticonceptivos?- alcancé a murmurarle
- ni se te ocurra.....sacar tu muñeco ...damela.... toda la leche....la quiero...- exigió, con la frase entrecortada por las entradas del muñeco a que aludía.
Un profundo gemido de su boca y las uñas hundidas en mi espalda anunciaron su orgasmo y yo dí rienda suelta al mío, inundándola.
Llegó la calma erótica pero, con el descanso del sexo, mi mente se trasladó al otro cuarto y no podía asimilar que Romina estuviese cogiendo con otro. Estuve a punto de incorporarme para ir a cortar de cuajo lo que sea que sucediese en otra parte de la casa y llevarme mi esposa. Analía intuyó lo que hervía en mi pecho:
- ¿Que estas pensando Juliocito?....¿No estarás pergeñando hacer el ridículo, no?..... ¿Ya es tarde. El acortar la cosa, en el otro dormitorio, no borra el hecho que a tu mujer se la cogió otro y que ella lo quiso. ¿No te parece más piola otra vuelta conmigo? No estuvo nada mal la primera. -
La lógica de Analía era irrebatible. Conversamos un largo rato. No, ella y el marido no eran consuetudinarios en el intercambio de pareja, sólo muy de vez en cuando y si daban con una dupla con ese “no se que, mezcla de estética, actitudes y otros detalles no muy precisables” que la hacía apetecible para ambos y conseguían que saltasen la valla de los tabúes sociales. Eso había ocurrido con Romina y yo, a poco de alternar en el restaurante la semana anterior, encontraron el “no se que” en nosotros y nos propusieron el encuentro en la casa.
Distendido por la charla, volví a los besos, a las caricias. No tardó en sobrevenir la nueva excitación y cogimos una vez más, tan desaforadamente como la primera vez hasta quedar agotados.
Eran casi las 2 de la mañana cuando Romina golpeó a la puerta:
- Vamos Julio, que se hizo tarde –
Nos vestimos a medias en el cuarto y completamos la tarea con los prendas que habían quedado diseminadas en el comedor.
Romina y Luis nos habían precedido. Nos despedimos con un “gracias por todo”.
Ya en el auto, después de andar unos 5 a 10 minutos envueltos en un silencio que podía cortarse con navaja, hablé de lo único que cabía hablar sin caer en el autismo o la hipocresía:
- ..te sacaste la intriga...de cómo sería con otro....¿puedo saber que te pareció?...¿cómo te fue?-
Demoró unos instantes, como buscando las palabras adecuadas:
-....no te voy a mentir...me puse re-cochonda con él...y fue una experiencia del todo nueva...-
-.... el primer orgasmo me lo hizo venir sin culearme...mejor dicho me cogió con la boca.....me besó largo rato los labios de la chocha, de arriba hasta abajo, me metió dedos, me puso toda la lengua adentro, me chupó el clítoris con los labios, me lo lamió a mil, haciéndome retorcer de placer, hasta que le acabé en la cara –
- me gustó....no te lo voy a ocultar.....eso, vos, nunca me lo hiciste...hasta el orgasmo.-
- ..sabes que eso de chupar, pasar la lengua, al infinito, no va conmigo, ... - le rebatí en tono nada amable. Estaba molesto, celoso por lo que había disfrutado sin mi.
- ..no te enojes....lo se....pero me preguntaste y yo te cuento lo nuevo que me ocurrió.....-
- gracias por la información....tomo nota que él es mejor que yo...en eso....¿y no te la puso, después? – le respondí con el mismo fastidio.
- no seas rencoroso, Julio...te estoy contando como me pediste,... si...me cogió...yo me quería ir cuando se me aplacó la calentura con el orgasmo, buscarte para irnos a casa, pero Luis me retuvo y con sutileza volvió a excitarme.....estuvo bueno pero nada para decir uuuh,..ó..¡¡eureka!! .....y vos ¿seguro la pasaste de maravilla con Analía? Digo,... por las ganas que le tenías...– ahora era ella que agredía, dejando caer las palabras, como gotas corrosivas.
- Si, la verdad...está buena....le pone garra al coger....estuvo bueno estrenar concha nueva ….. pero nada para decir ¡¡uuuh!!..ni...dar vivas.... -
Nuevo silencio denso, espeso y prolongado.
- ...¿qué vamos a hacer con nuestras vidas Romina? Ya lo nuestro no es lo mismo, .....lo hicimos concientes....-
- ....yo te quiero....vos sos el mismo de siempre...Analía no se quedó con nada tuyo que te convierta en otro hombre....yo no perdí nada...me dejé llevar primero por el despecho por como vos desnudabas con la vista a Analía,...le sostuve la mirada a Luis, al principio para que vos lo notaras, vos ni bola, hasta que....quizás por el alcohol que tomé, me turbó...él aprovechó y al “franeleo” con los ojos le agregó caricias por debajo de la mesa...entre las piernas, hasta bien arriba, mientras a vos se te caía la baba por la esposa y ni te diste cuenta de lo que me estaba haciendo. Me calentó y la excitación más una pizca de ganas de escarmentarte hizo que aceptara el juego de cartas, que era evidente, no tenía retorno....vos también entraste....entonces me abandoné casi sin pensarlo, sin medir lo que se venía...pero sigo siendo tu Romina de toda la vida...y te necesito...no puedo ni imaginarme sin vos....-
- ....¿por qué, Julio, no me paraste en seco cuando nos dimos cuenta como venía la mano, y yo, porque agarré para el lado de los tomates con mi resentimiento?....-
Detuve el auto. Ella me miró sin disimular la ansiedad que la atenazaba.
Le di un beso, primero tímido en la boca. Las lágrimas bañaron su sonrisa. Nos abrazamos con fuerza y el beso prolongado que siguió dejó en claro que lo sucedido no era más que un sinceramiento. “Los dos estábamos necesitando la gran explosión de un encuentro furtivo o no, pero indecoroso ... e intenso. La emoción de estrenar”
- ....perdoname Julio....-
- ....nada de perdonar, te agradezco Romina...estuvo bueno volver, por unas horas, a jugar a los solteros. Y se dio por tu osadía y determinación-
En casa hicimos el amor tan intensamente como cuando volvía de algunos de los largos viajes que hacía por trabajo.
Ahora trabajo en otra empresa y quizás ingrese en otra.
Pasaron más de diez años, desde esa noche loca que no debió acontecer. Con el correr del almanaque, tuvimos otras, no pocas, infidelidades y experiencias de trueque de parejas pero ninguna puede compararse con la primera en tensión física, moral o espiritual.
Actualmente somos un “par de pájaros” de vuelo fácil a otros nidos. Pero no hay como el “calor” del nuestro en común.
Cierro la notebook antes que Romina venga a curiosear que es lo que me demora para acudir a la mesa para la cena con los chicos.
6 comentarios - Curiosidad Satisfecha.
y las palabras justas que a veces anda buscando uno para comprender algunas derrotas
Buen relato, van ocho puntos