Se acerca el verano y con la mira en sus vacaciones, Cintia nos recuerda el excelente viaje que vivió hace un año en la costa con sus amigas. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…
Capítulo 7: Sexo oral y noche de locura
Pensé que estaba todo dicho, que estaba todo definido y que las noches que quedaban iban a ser en su totalidad para Cristian. Pero me equivocaba como tantas otras veces.
El 10 de enero Tomás y Luciano tenían su última noche en Pinamar ya que se volvían a Rosario por cuestiones de trabajo, por lo que nos habían invitado a cenar y después a hacer una gran previa y salir a modo de despedida de los chicos, a lo que Natalia y Lorena aceptaron sin consultarnos al resto. Mi idea era encontrarme con Cristian en el boliche y de hecho eso empezamos a planear después de que le contara de que ya tenía organizada la noche por culpa de las chicas. “No pasa nada Cin, nos hablamos después y vemos como hacemos” me respondió después de que le pidiera disculpas por no poder encontrarnos antes.
A la tarde fuimos a la playa a pesar de que el día estaba bastante feo y el viento se hacía notar. Nos sentamos con los chicos que parecían querer disfrutar al máximo su última noche y habían comprado una gran cantidad de cervezas y otras bebidas. Así, entre viento, nubes y cerveza se fue pasando la tarde. Tomás no paraba de mirarme, sabía que su idea esa noche iba a ser buscarme para hacer algo, pero yo no paraba de pensar en Cristian.
Cuando volvimos al departamento a las pocas horas ya que el día no daba más para estar en la playa, empezamos a mandarnos mensajes para acordar encontrarnos y a pesar de que sus amigos iban a salir a otro boliche, él me terminó diciendo que iba a ir al mismo que nosotras para poder encontrarse conmigo. No veía la hora de volver a pasar una noche como la anterior junto a él, los dos besándonos apasionadamente, abrazándonos y terminando en un sexo feroz y apasionado.
- ¡Llegaron las trolas!- Bromeó Pablo cuando entramos.
Él y Andrés estaban armando una especie de barra de tragos, mientras que Tomás, Luciano y Facundo terminaban de acomodar los muebles para dejar espacio para una mini pista de baile en el centro de la casa. “Armamos el boliche acá” bromeó Luciano y enseguida prendió el equipo de música y la cumbia empezó a sonar. Cuando Tomás vino a saludarme intentó darme un beso lo más cercano a los labios posible y su mano se posó sobre mi cintura por unos segundos. Estaba decidido a triunfar esa noche.
La casa no tardó en llenarse de otras personas, en especial con algunos amigos de los chicos fueron llegando todos con las manos llenas de botellas. Pero mi sorpresa llegó al máximo cuando Fernanda atravesó la puerta y fue directo a saludar a mi ex.
- ¿No era que con la trola esa ya no había más onda?- Le pregunté a Tomás minutos más tarde cuando lo encontré un poco alejado en la cocina.
- ¿Estás celosa?- Se agrandó él con una sonrisa.
- ¿Yo? Sabés que no.- Le mentí.- Pero pensé que ya había quedado todo atrás.
- Tranquila Cin.- Me dijo él y se paró frente a mi a centímetros de mi cara.- Que esta noche tengo los ojos clavados en vos y tu escote.- Agregó bajando su mirada.
- Sos un tarado.- Le dije riéndome aliviada.
Pero al ver que Fernanda estaba mirando esa situación aproveché y lo besé apoyando mis manos en su cuello. Él enseguida me devolvió el beso y sentí como su brazo pasaba por mi cintura y me apretaba contra su cuerpo. Me dejé llevar y empezamos a tranzar con soltura frente a todos que no tardaron en darse cuenta de lo que estaba pasando y los gritos no tardaron en llegar. Entonces lo tomé de la mano y pasando muy poco disimuladamente por en frente de todos, en especial de Fernanda, nos encerramos en su habitación.
Fuimos directo a la cama y él se acostó sobre mi y volvimos a besarnos con ganas. Sabía que no había vuelta atrás de donde estaba y tenía ganas de hacerlo, pero también quería hacerlo sufrir por lo que me había hecho en esa semana. Él me había usado, así que ahora me tocaba a mi usarlo para sacarme las ganas que esos besos me habían dado.
- ¿Sabés que quiero?- Le pregunté mientras me besaba el cuello.
- ¡No me digás!- Se emocionó él y me miró con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡No seas tarado!- Le dije yo.- La cola hoy no se toca.- Y la sonrisa se le borró automáticamente.- No, no. Hoy tengo muchas ganas de que me des placer vos a mi. ¡Pero muchas ganas!
Él me dijo que no había problema y volvimos a besarnos. Al instante comenzó a bajar su boca por todo mi cuerpo, recorriendo con sus labios mi cuello, mis hombros, mi pecho, mi panza y mi cintura. Enseguida me desabrochó el short y me lo sacó dejándome con mi bombachita azul puesta. “¡Que linda tanga que tenés Cin” me dijo y pasó su mano por mi entrepierna desde abajo hacia arriba provocándome un cosquilleo por toda la cintura.
Comenzó besándome los muslos y las piernas, mientras sus dedos recorrían suavemente mi piel calentándome de a poquito. Su boca estaba a milímetros de mi bombacha y sentía el calor de su respiración que llegaba a mi provocándome una excitación previa a lo que de verdad estaba por venir. Despacio y con sensualidad me fue sacando la tanguita y después se acomodó nuevamente entre mis piernas para satisfacer mi deseo.
Empezó con unos besos húmedos por encima, sus labios recorrían los míos mientras que sus manos se colocaban sobre mis muslos abriendo mis piernas. De a poco fue apareciendo su lengua, al principio de manera simple, bien despacio de abajo hacia arriba. Pero enseguida fue tomando ritmo y el placer comenzó a hacerse más intenso.
Tomás iba recorriendo toda mi conchita con su lengua, lamiéndola por completo y pasándola bien rápido por encima del clítoris. “¡Mmm sí!” salía de mi boca cada vez que sus labios se sumergían en mi cuerpo. Mis manos agarraban fuertes las sábanas, mientras mis ojos cerrados se concentraban en como él me seguía dando placer oral.
Entonces una imagen de la noche anterior se hizo presente en mi mente: Cristian sumergido entre mis piernas lamiéndome con ganas. Fue entonces cuando mi calentura aumento y sentí una ola inmensa de placer recorrer todo mi cuerpo. “¡Mmm sí!” repetí, pero esta vez estaba pensando en Cristian y en como él me estaba comiendo la conchita de esa manera increíble. Más imágenes de la noche anterior pasaban por mi mente y eso me volvía más loca. Cristian lamiéndome a mí, yo devolviéndole el favor con su pija en mi boca, él cogiéndome bien duro en cuatro contra el borde del colchón, yo cabalgando su verga y viendo su cara de placer… Y entonces el recuerdo de los dos orgasmos hermosos que tuve con él volvieron a mi y no me pude contener.
- ¡Ay sí!- Grité mordiéndome los labios y apretando bien fuerte las sábanas.
Entonces sentí como empezaba a acabar y Tomás pareció emocionarse de la situación y continuó chupándomela mientras que le llenaba la boca de mis jugos. Su lengua se volvió loca y yo no podía parar de acabar. Mis piernas se cerraron bien fuerte y su cabeza quedó atrapada entre ellas, mientras que seguía disfrutando de mi orgasmo.
Me levanté, lo tomé del pelo y yo traje hasta mi boca para darle un beso completamente húmedo por su saliva y mi acabada. Entonces una sonrisa se iluminó en su cara de nene bueno que acababa de hacer su trabajo como correspondía y por ende esperaba una recompensa, pero un as de maldad recorrió mi mente y me levanté para empezar a cambiarme. “¡Epa!” dijo él al ver que me ponía la bombacha y después el short. “¿Ya te vas?” agregó acostándose en la cama.
- Sí.- Le dije cortante.- Hermoso el orgasmo que me diste, pero ahora volvamos con los chicos y después te devuelvo el favor.- Le dije guiñándole un ojo.
Nuevamente su sonrisa volvió a aparecer, pero yo sabía que no estaba entre mis planes hacer nada con él. Salimos de la pieza y a pesar de los comentarios de algunos y de la mirada de odio de Fernanda, me fui a donde estaban las chicas y me puse a bailar con ellas como si nada hubiese pasado. Paula bailaba con Pablo y Natalia estaba hablando con Facundo contra una esquina, Daiana mientras tanto se mandaba mensajes. Seguramente con Lucas, por lo que terminé contándole rápido a Lorena lo que había pasado.
Sin embargo mi mente enseguida cambió de ambiente cuando me llegó un mensaje de Cristian preguntándome como venía la noche. Le contesté que en un rato estábamos por ir al boliche y a pesar de que sus amigos iban a salir a otro lado, acordamos en encontrarnos ahí. Y así lo hicimos. Una hora más tarde estábamos entrando con las chicas y nuestros amigos de la secundaria para pasar una gran noche. Ubiqué a Cristian enseguida y cuando lo vi lo abracé con ganas. El problema fue que todos estaban cerca nuestro y vieron como yo me iba con él a la barra.
- Esperame acá que voy a pedir algo.- Me dijo y se acercó para comprar unos tragos.
En ese momento Daiana se acerca a mi y me empezó a preguntar que había pasado con Tomás en la pieza. “Nada” le contesté yo de manera medio cortante pero ella insistió en que le dijera que había pasado. “¡Boluda recién te vi que entrabas con otro pibe! ¿Qué onda? ¿Tan rápido cambiás de chico vos?” me preguntó después a los gritos. Pero por más que yo intenté disimular todo, Cristian había vuelto y estaba al lado de ella y había escuchado todo.
Empujé a Daiana y me alejé con él que no hizo otra cosa que empezar a preguntarme de que hablaba ella. “Ni idea. Está loca” le dije yo, pero a él no le gustó nada lo que había escuchado y para mi sorpresa empezó a hacerme una especie de escena de celos en medio del boliche.
- ¡Al final vos terminaste siendo cualquiera Cintia!- Dijo para terminar de cerrar la conversación y se fue enojado dejándome sola en el boliche.
- ¿A dónde te fuiste anoche?- Me preguntó Lore al día siguiente.
Rápidamente le conté lo que había pasado con Cristian y Daiana y no hizo otra cosa que indignarse con la chica que estaba viviendo con nosotros. “¿Qué se mete?” dijo enojada mirando a la puerta de su pieza que seguía cerrada. “¿Y te volviste enseguida?” me preguntó después y yo le conté que estaba tan embroncada que dejé el trago y me volví caminando porque no quería hablar con nadie. “Hiciste bien” dijo al final de que le relatara la anécdota.
Ese día estuve constantemente mandándole mensajes a Cristian con la idea de resolver un poco la situación, pero él no quería saber nada. “Ya fue Cin. Cada uno hace la suya y está con quien quiere.” Me decía tratando de disminuir el asunto y a pesar de que yo insistí en que nos juntemos a hablar y aclarar las cosas, él me seguía rechazando.
- ¡Ya está boluda! Tampoco voy a quedarme mis últimos días de vacaciones lamentándome por un pibe que me hace una escena de celos así.- Le digo a Lorena que seguía la historia al pie.- Esta noche salimos y levantamos las dos.- Dije después para levantar un poco el ánimo.
Y así iba a ser. Esa noche, Paula, Lore y yo éramos las únicas que íbamos a salir, mientras que Nati decidió quedarse con Daiana que al parecer había entrado en una crisis porque Lucas no le había respondido sus mensajes anoche y cuando se había enterado de lo que había hecho con Cristian no paró de pedirme disculpas por más de que yo le dije que era una estúpida.
Así fue que cerca de la una y media salimos con Paula y Lorena a uno de los boliches con la idea de divertirnos entre las 3, sin pensar en ninguno de los chicos que esa misma noche nos estaban mandando mensajes para ver que hacíamos. Entonces lo vi y supe que esa noche quería irme con él. Un chico hermoso, con unos brazos gigantes y un pecho que le resaltaba, pelo rubio desordenado, ojitos claros y sonrisa perfecta. Nuestras miradas se cruzaron unos segundos y le sonreía para darle a entender que yo también me estaba fijando en él. Minutos más tarde estábamos hablando un poco alejados de los demás.
Se llamaba Germán y tenía 20 años, era de La Plata y estaba de vacaciones con algunos amigos y sus dos primos más grandes. Estuvimos charlando un buen rato entre la gente que bailaba y la música que sonaba a todo volumen, pero una vez que nos alejamos por completo de las chicas y de sus amigos y que me encontré contra la pared, no tardamos en ponernos a tranzar bien apasionadamente.
- ¿Querés que vayamos a otro lado?- Me preguntó después de un rato de besos fogosos y de caricias.
- Dale.- Le respondí yo instantáneamente y me tomó de la mano para salir del boliche.
Pasamos cerca de donde estaban Pau y Lorena y les hice una seña para que sepan que me iba con él y después Germán le dijo algo rápido a sus amigos para después salir del boliche. “¿Querés que vayamos a donde estamos parando nosotros o vamos a dónde estás vos?” me preguntó y sin dudarlo le dije de ir a donde estaban ellos, pensando en que podía encontrarme con Natalia o Daiana. Nos subimos a un taxi y minutos después estábamos en una casa en medio del bosque y un poco alejada del centro.
- ¿Querés tomar algo?- Me preguntó acercándose a la cocina.
Pero yo estaba un poquito sacada por el alcohol y por los besos apasionados que nos dimos en el boliche, por lo que le dije que yo y me acerqué a él para volver a besarlo de manera apasionada tomándolo de la noca y acercándolo a mi cuerpo. Germán se dejó llevar apoyando mis manos sobre mi cintura y trasladándome al el comedor hasta que mi cuerpo golpeó con la mesa. Entonces apoyó sus manos en mi cola y la tomó con fuerza para subirme a la mesa.
- Mmm que fuerza que tenés.- Le dije riéndome y apretándole el bíceps.
Volvimos a besarnos, esta vez yo sentada arriba de la mesa y se me cruzó por la mente la idea de volvernos un poco locos ahí mismo. Me atreví a sacarle la remera y él sin problemas siguió el juego. Tenía un cuerpo espléndido, con sus abdominales bien marcadas y sus pectorales que resaltaban por sobre todo el cuerpo. En el pezón derecho tenía un arito redondo, que a pesar de que me parecía raro me excitó un poquito. Automáticamente empecé a besarle el cuerpo, bajando desde sus labios hasta su pecho y sobre todo hasta su arito, mientras él me iba acariciando la espalda y los brazos.
“¿Querés que vayamos a la pieza?” me preguntó mientras yo comenzaba a pasar mi lengua por sus pezones y a subir la temperatura. Pero mi idea era quedarme ahí y arriesgarnos a que nos encontraran teniendo sexo en pleno comedor, por lo que le dije que no y me saqué la remera para quedarme en corpiño. Él sonrió y automáticamente volvimos a besarnos de manera bien apasionada. Entre besos y caricias me sacó el corpiño y me fue tocando las tetas mientras yo seguía fascinada con su cuerpo que parecía tallado a mano.
Bajó su cabeza hasta mis tetas y las empezó a chupar con ganas. Les pasaba la lengua por los pezones que se me habían puesto totalmente duros y las apretaba calentándome más. Tiré mi cuerpo hacia atrás apoyando mis manos sobre la meza y Germán fue ampliando su zona de besos hasta mi pecho, mi pancita y mi cintura y a medida que iba bajando yo me iba recostando más y más sobre la mesa hasta quedar completamente acostada.
Entonces él me sacó el short y la bombacha de una y automáticamente sumergió su cara entre mis piernas para empezar a chuparme la concha. Lo hacía muy bien, usando mucho su lengua y bastante sus manos. Parecía totalmente sacado, moviendo su boca de lado a lado a muy rápida velocidad y pasando su lengua sobre mis labios. Sus dedos rozaban mi piel, yendo desde un muslo al otro pasando de manera bien intensa sobre mi clítoris.
Una vez más imágenes de Cristian haciendo lo mismo hacía dos noches se cruzaron por mi cabeza, pero esta vez se mezclaron con imágenes de Tomás y del mismo Germán. “¡Ay sí!” gemí agarrándome de los bordes de la mesa cuando su lengua apretó bien fuerte mí clítoris y me causó un estremecimiento por todo el cuerpo.
Me levanté muy caliente y él hizo lo mismo encontrándonos boca con boca para nuevamente besarnos de manera apasionada. “Sacate el pantalón” le dije desabrochándoselo de manera atolondrada y él nuevamente me propuso de irnos a la pieza pero yo insistí en que quería quedarme ahí, “quiero que me cojas acá arriba” le dije para que le quedara bien en claro. Se sacó el pantalón y yo me acosté poca abajo sobre la mesa para que mi cabeza quedara frente a su cuerpo. Le besé nuevamente las abdominales y le pasé mi lengua por sus pezones una vez más para luego bajar hasta su cintura y a su pija.
Comencé a pajearlo para ponerla bien dura y una vez que la tenía totalmente parada me la metí en la boca y comencé a chuparla. Era chiquita, de unos 14 centímetros, pero bien gordita y eso me encantaba. Me la metía y me la sacaba de la boca mientras sentía su mano acariciando mi espalda intentando llegar a mi cola. Su verga bien dura entraba y salía por completo de mi boca mientras mi cabeza se movía hacia adelante y hacia atrás. Pasé mis manos por su cintura y llegué a su colita parada y la apreté fuertemente. Estaba muy caliente.
Volví a sentarme contra el borde de la mesa y el beso duró apenas unos segundos. Tiré mi cuerpo hacia atrás apoyando mis manos contra la mesa y él metió su pija en mi concha provocándome un gemido agudo de placer. Cerré los ojos y me dediqué a gozar de cómo me cogía. Me tomó por las piernas que automáticamente las pasé por detrás de las suyas y él comenzó a moverse hacia adelante hacia atrás. Lo hacía despacio, dándole intensidad a cada movimiento y metiéndola bien a fondo cosa que me causaba un gozo increíble. Abrí los ojos y lo miré fijo viendo como él me observada con cara de fascinación y entonces le sonreía provocándole una sonrisa y un motivo para que me fuera cogiendo cada vez más fuerte.
Su cintura chochaba contra mis muslos y su pija entraba bien a fondo de mi conchita que ardía del placer. Nuevamente tiré mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos para dedicarme a disfrutar de cómo me cogía y los gemidos no tardaron en aparecer. “¡Mmm sí!” gritaba cada vez que él me penetraba por completo con esa poronga gorda que tenía. Sus manos apretaban cada vez más fuerte mis piernas y eso hacía que yo lo apretara más fuerte a él.
Sin que me lo pidiera me di vuelta apoyando mis piernas en el suelo y recostándome boca abajo sobre la mesa, quedando mi colita totalmente parada. “Ufff” dijo él al ver esa imagen y entonces le pregunté si le gustaba mi cola. “Me encanta” me respondió él tocándola con ambas manos y animándose a pegarme un chirlo bien suave sobre uno de los cachetes.
Nuevamente metió su pija en mi conchita y tomándome de la cintura empezó a cogerme, esta vez sin un comienzo suave. Sentía como su verga entraba por completo en mi cuerpo y me partía al medio. Era tan gruesa que mis labios se abrían al máximo y la sensación de su piel rozando la mía me volvía loca. Mis manos se aferraban con fuerza a los bordes de la mesa y mi boca entre abierta exhalaba suspiros de placer. Cada vez que su cuerpo chocaba contra mi cola me empujaba un poquito más arriba de la mesa, así mis piernas comenzaron a levantarse del suelo hasta que quedaron suspendidas en el aire. Germán, las tomó a la altura de los cuádriceps y siguió cogiéndome bien fuerte.
- Vení. Subite.- Le dije una vez que yo ya estaba casi en su totalidad encima de la mesa.
Me di vuelta quedando boca arriba y Germán se subió para quedar encima de mí entre mis piernas. Nuevamente me metió la pija por completo causándome una vez más un gemido agudo de satisfacción cuando lo hizo. “Cogeme bien fuerte” le pedí al ver que empezaba despacio e hizo efecto ya que al instante me estaba dando bien duro. Sentía su respiración caliente sobre mi cuello y su cuerpo transpirado rozaba el mío. Me tomaba bien fuerte contra el borde de la cama y el placer era increíble.
Llegué al orgasmo con un grito total de satisfacción y lo miré a los ojos para tomarlo del cuello y besarlo. “Ahora te toca a vos” le dije y él se levantó para pararse en el piso. Me bajé de la mesa y me arrodillé frente a él y lo empecé a pajear bien rápido. Su leche llegó enseguida y fue a parar directo a mi pecho, llenándome las tetas de semen calentito.
Casi cuando estábamos terminando sentimos que la puerta se abre y dos de sus amigos entran y al ver esa imagen se quedan totalmente petrificados. Automáticamente salen de la casa y cierran la puerta. Germán y yo nos miramos y sin soltarle la pija comenzamos a reírnos.
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