Su primera vez

HOLA A TODOS LOS PORINGUEROS

Les presento mi primer relato.

Primero, les aviso que el siguiente relato es ficticio.
Ni los hechos ni los personajes son reales.
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia[/b]

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Era verano y estabamos en familia por hacer un asado.
Yo sentado en el sillón viendo tv mientras mis familiares intentaban prender el carbón.
Me llamaron. Necesitaban que vaya a comprar una bolsa al supermercado.
Se les había acabado el carbón. Mi prima, quien estaba sentada en la mesa de piedra del patio se ofreció a acompañarme.
Era una muchacha esbelta, 18 recién cumplidos y el tiempo había favorecido su cuerpo de una manera nunca antes vista. Llevaba un short cortito ajustado que moldeaba su culo y lo hacía levantarse ligeramente. Tenía una remera que no ocultaba para nada sus dotes.
Sus ojos azul oscuro combinaban de 10 con su pelo castaño.
Salimos por el patio lateral hacia el frente de la casa y salimos por el portón principal.
Ella sostuvo la puerta y mis ojos se escaparon hacia sus senos. Esos hermosos y dulces senos que daban ganas de comerlos en almibar.
Fuimos al supermercado, compramos el carbón y regresamos.
Cuando llegamos a casa, transpirados, decidimos bañarnos.
Dejamos el carbón y nos turnamos.
Yo ingresé primero a la ducha. A los dos minutos tocan la puerta del baño.
Era mi prima que necesitaba usar el inodoro.
La dejé pasar y la espié mientras se bajaba el short y la tanga y se sentaba en el inodoro.
Ví como orinaba y se mordía los labios cerrando los ojos.
Como si el placer estuviera recorriendo su cuerpo.
Por indiscreto me vió mientras la miraba. Ella me miró picaramente y me guiño el ojo.
Se deshizo del short y cerró la puerta. Se sacó la remera y se desabrochó el corpiño e ingresó a la ducha conmigo.
Mi pene estaba erecto y ella lo miró latiendo y se rió un poco.
Se acercó a mi, me agarró la cara con sus dulces manos y me dió un pico. Luego bajó hacía mi pene, lo agarró entre sus manos y me empezó a masturbar mientras se lo introducía en su boca.
Yo la agarré de la cabeza y le metí mi pene más rápido.
En un momento la dí vuelta y la puse en cuatro. La agarré de las caderas y la penetré por la vagina rápido. Se oía el chocar nuestras caderas y sentía como mis bolas chocaban contra su cuerpo mientras ella gemía de placer.
Su dulce voz hacía que sus gemidos sean muy exitante.
Estuvimos así unos diez minutos hasta que sentí que iba a explotar.
Saqué mi pene la puse de rodillas y le acabé en la boca y en la cara.
Ví como mi semen corría por sus cachetes de durazno y sus ojos lloraban por emoción o por el dolor de la terrible penetrada que le había dado.

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