-¿Quién se suma?- pregunta Pablo, abriéndome bien la cola con sus manos.
El Negro es quién acepta el convite, y colocándose tras de mí enfila su prepotente verga hacia mi indefensa retaguardia.
Al principio se le resbala por el sudor y los cremosos fluidos que me salen de la concha, pero tras unos cuantos intentos alcanza a clavármela en el culo. Tiemblo toda al sentirlo. Hace tiempo que no me cojen de a dos, por lo que acuso el impacto.
Apoyo la cabeza en el hombro de Pablo y entre plácidos suspiros trato de relajar al máximo mis esfínteres dejando que el Negro me rebalse los intestinos con su verga.
La tensión disminuye y de a poco mi cuerpo se va adaptando a esa doble penetración, permitiendo la fluidez de los ensartes. Uno por delante, otro por detrás, ambos clavándose lo mas profundo posible, mientras las demás pijas se pasean frente a mí, erectas, jugosas, tentadoras.
-¿Tenés lugar para una mas?- me pregunta Bigote y antes de que pueda responderle, ya me la está metiendo en la boca.
Mientras se la chupo a Bigote, Pablo y el Negro me cojen y culean al unísono, abriéndome los agujeros como si quisieran meterse adentro ellos también. Son dos pijas grandes, duras, potentes que me atraviesan por uno y otro lado, rebalsándome de virilidad y testosterona.
-¡Dale..., dale...!- lo incita el Negro cabalgándome desde atrás y Pablo le responde acometiendo desde abajo con igual ímpetu.
Para hacerse los graciosos, Tripa y Chuky me las ponen en las orejas, como si fueran a cojerme también por ahí.
Cuando me sueltan, tras ese primer sándwich, es Tripa el que se echa en la cama y me sube encima suyo, pero de espalda, metiéndomela por el culo. Instintivamente me muevo arriba y abajo, disfrutando esa longitud admirable que parece alargarse aún mas en mi interior. Aunque es el que la tiene mas grande, me entra cómoda, por lo abierto que me quedó el orto, después de la terrible culeada del Negro.
Entonces, dispuestos a tener cada uno su sándwich, Chuky se acomoda entre mis piernas y metiéndomela por la concha se complementa con Tripa para someterme a un delicioso reviente. Acabo entre ellos, temblando, sacudiéndome, aullando de placer.
Enculada todavía por Tripa, Chuky sale y le cede su lugar a Bigote, quién se sigue resarciendo por aquel mal debut, garchándome a lo loco, aplastándome contra el cuerpo de su amigo, que desde abajo se banca el peso de ambos.
Tras él viene Pablo, luego el Negro y de nuevo Chuky. Todos me cojen mas de una vez mientras Tripa me mantiene el culo lleno con su carne.
Entre uno y otro alcanzo a verme la concha y la tengo toda enrojecida, casi amoratada, con los pelos aplastados y pegoteados por el sudor de los cuerpos y el juguito vaginal que me sale de adentro.
Cuando por fin me dejan, me derrumbo en la cama, hecha un ovillo, literalmente rota y exhausta de tanto garche. Ya no quiero más, lo pienso pero no lo digo, porque cuando abro la boca en vez de palabras lo que me salen son gemidos y ayes de dolor. Lo único que quiero es dormirme y despertar en mi casa, pero la esperanza de un respiro se desvanece rápidamente cuando uno se coloca tras de mí y así, de cucharita, me empieza a cojer con una ferocidad tal que hasta me duele, me duele en serio. Ya no resulta placentero, pero no digo nada. Estoy ahí porque yo quise y por ende debo atenerme a las consecuencias.
Tal como suponía, el que me está garchando tan brutalmente resulta ser el Negro, quién me aprieta y retuerce las tetas, jadeándome al oído, susurrándome lo puta que soy, evidenciando con cada gesto y sonido lo mucho que disfruta al cojerme de esa manera.
No puedo decir lo mismo Negro, me gusta el sexo duro, pero lo tuyo ya pasa de castaño oscuro. Obvio que no se lo digo, limitándome a aguantar como sea ese momento. Encima nadie se suma, todos se mantienen expectantes, meneándoselas, cada cual esperando su turno.
Los embistes del Negro se vuelven mas toscos, sus jadeos mas intensos, hasta que me la saca, se arranca de un tirón el forro y entre violentas sacudidas y al grito de "¡Tomá puta, tomá!", me acaba encima. Los lechazos salen disparados con tal fuerza que caen incluso a bastante distancia de la cama. Un par de sus amigos hasta tienen que hacerse a un lado para no ser acribillados por su descarga.
Pegando un grito de satisfacción y alivio, se hace a un lado, dejándole ahora el lugar a Tripa. Éste me agarra y también de costado me coje por el culo. No me da ni un segundo para que me reponga. Me la mete hasta los huevos y empieza a culearme como si quisiera demostrarle a los demás quién es el mas pijudo y culeador de todos. Con cada pijazo me desgarra y revienta, me culea hasta el alma, removiéndome todo por dentro. Unos cuantos encules y al igual que el Negro acaba en medio de un desaforado rugido. Me acaba adentro, pero cuando me la saca, se arranca el forro y derrama la leche acumulada sobre mi cuerpo. Van dos...
El tercero es Bigote quién me coje también de cucharita, metiéndomela hasta los pelos una y otra vez, ostentando una dureza que compite en igualdad de condiciones con los mejores dotados de sus amigos. A diferencia de ellos, no me garcha tan fuerte, permitiéndome disfrutar de algo dulce y placentero, como no había podido antes ni con el Negro ni con Tripa. Por eso suspiro y me muevo acoplándome a sus movimientos, hasta que acabo en medio de un gozoso estremecimiento.
Bigote me sigue dando un rato mas, hasta que sale de mi interior y sacándose el forro, me acaba en la cola y parte de la espalda, exhalando un agónico grito de satisfacción.
Pablo, que se había mantenido a un costado, ocupa el lugar de su amigo y me la mete con la suficiencia de quién ya lleva un largo kilometraje por ese territorio. Pablo está tan al palo, tan caliente, que no puede aguantarse demasiado. Se saca el forro de un tirón y a diferencia de los otros, me tira toda la leche en las tetas y en la cara, empapándome con tan agradable efusividad. Entonces viene Chuky...
Me limpia delicadamente con la sábana la acabada de Pablo y se recuesta encima mío, metiéndomela de frente, mirándome a los ojos. ¡Que pedazo de verga tiene ese guacho! Me hace mojar ni bien me la pone.
Si alguna vez llego a aburrirme de Pablo, su amigo será un buen sustituto, pienso mientras me coje con un ritmo entre firme y pausado, casi con ternura, besándome dulcemente, llegando a sentir que en medio de aquella manga de degenerados, entre los dos se ha forjado una conexión especial.
Los demás están tirados alrededor nuestro, exhaustos, sudorosos, pero nosotros seguimos, nos cogemos hasta con los ojos, mirándonos, sonriéndonos, besándonos.
Cuando de verdad me gusta un tipo quiero acabar con él, que nos mojemos juntos, alcanzar el Nirvana el uno montado sobre el otro. Y así fue... Chuky no se apresuró como los otros, mas atentos a su propio placer que al mío, sino que me esperó, esperó y esperó hasta que los dos estallamos al unísono. Fue, por lejos, el mejor polvo de la noche, y con solo uno de ellos, que me brindaba finalmente el goce que mi cuerpo tanto ansiaba.
Entre suspiros y estremecimientos, nos quedamos enredados un largo rato, disfrutando la emotividad de ese momento. Creo que Chuky sintió lo mismo que yo, que aquel no había sido un polvo más, pero aunque estábamos en medio de un "gangbang", seguía siendo la mina de su amigo, por lo que no podíamos expresarnos como realmente hubiésemos querido.
Cuando me levanto, mareada y agonizante, chorreando semen, me quiero morir. En el reloj de pared que tiene Pablo en su cuarto veo que ya pasa de la medianoche. Voy corriendo a la sala, agarro mi celular y veo que tengo cinco llamadas perdidas de mi marido y otros tantos mensajes. Lo llamo y le digo que se nos pasó un poco la mano con los festejos.
-Claudia se tomó todo- le digo usando a una de mis amigas como excusa -No puedo dejarla ir así, la acompaño hasta su casa y después veo que hago, no te preocupés-
Mi marido acepta mi explicación sin sospechar siquiera que se trata de una vulgar mentira. Ni se imagina que estoy con cinco tipos, a los que apenas conozco, y con los que me acabo de pegar flor de encamada.
Cuando corto, voy al baño, hago pis y me meto a la ducha. Mientras me estoy duchando empiezan a desfilar uno detrás del otro, para mear. La ducha no tiene cortina, así que ellos me ven a mí y yo a ellos. Los veo meando, ahí, a mi lado, soltando unos chorros bien cargados, como resulta natural después del sexo.
Salgo del baño envuelta en una toalla, pensando ya en pedir un taxi para irme a casa, pero ellos quieren seguir con el festejo. Todos están en bolas todavía, así que alguien me arranca la toalla dejándome desnuda a mí también.
Pablo sirve unos tragos y brindamos por su cumpleaños número 37. Alguien comenta que lo jugó a la quiniela.
-No salió tu número, pero te juro que a la mañana salió el "00", los huevos y a la noche el "10", que es la leche- comenta Bigote, el quinielero.
-Si salía el 20 cartón lleno- comenta Pablo.
Luego me enteraría que el 20 es "la fiesta".
Estamos todos desnudos, en el living, hablando de cualquier cosa, hasta que incitado por mi cercanía, Tripa mete una mano por entre mis piernas, y empieza a masturbarme. Del otro lado se suma Bigote chupándome las tetas. Negro se me acerca por detrás y me come la boca. Y así empieza todo otra vez. Ni bien Tripa me saca los dedos, Chuky se escabulle por entre mis muslos y me chupa la concha..., ¡y que terrible chupada me da!
Quisiera que se fueran todos y se quedara solo él comiéndome con esa voracidad alucinante, transportándome a un Universo paralelo al que solo podemos acceder con los sentidos. Lástima que no duró mucho porque enseguida siento que entre dos me agarran, me levantan y casi de prepo me ponen en cuatro sobre el sofá. Uno me palmea la cola, para que la ponga bien en pompa. En ese momento miro hacia atrás y los veo a todos haciendo fila, meneando sus respectivas erecciones, parece que esperaran el colectivo, pero lo que esperan es su turno para volver a cojerme. Así empiezan a desfilar uno detrás del otro, cojiéndome por la concha y por el culo, cada cual a su ritmo. Fuerte unos (Negro y Tripa), mas despacio otros (Chuky, Bigote, Pablo). Me usan y requeteusan, dejándome los agujeros así de grandes.
Como no puede ser de otra manera, termino fisurada, con la cola toda roja y adolorida por las nalgadas que me dan cada vez que me la meten. Parece como si se hubieran puesto de acuerdo en ello, todos me palmean, CHAS-CHAS, cojiéndome y culeándome al ritmo de unos fuertes y lacerantes azotes.
Repiten la ronda tres o cuatro veces, hasta que me tiran de rodillas en el suelo, y rodeándome todos de pie, me acaban encima, como en las porno. Así que de nuevo terminó toda lecheada.
Luego volvemos a los brindis y nos quedamos a dormir todos ahí mismo, en el living, repartidos por el suelo y el sofá. A la madrugada me despierto sobresaltada: "¿Que hora es? ¿Donde estoy?". Escucho los ronquidos a mi lado y veo lo cuerpos desperdigados de los amigos de Pablo a mi alrededor. Recién entonces alcanzo a percibir el intenso olor a sexo que nos envuelve como una bruma.
Me levanto, busco a tientas mi celular y me meto en el baño. Son las cuatro de la madrugada.
"Me tuve que quedar en lo de Claudia, ya era tarde para volver. En un rato nos vemos", le wasapeo a mi marido. No me responde ya que de seguro debe estar durmiendo. Hago pis y vuelvo al sofá, quedándome dormida enseguida. Por la mañana hay algunos que quieren seguir cojiendo.
-Vamos por el mañanero- alegan, pero yo ya no quiero saber mas nada.
Tengo la concha insensibilizada de tanto que me fifaron, y las piernas me flaquean. Creí que nunca lo diría, pero no quiero más pija.
Soy una adicta al sexo, me gusta cojer mas que nada en el mundo, pero ya tuve suficiente. Lo miro a Pablo como rogándole y por suerte entiende. Chuky también sale en mi defensa, aduciendo que me había sometido a todo lo que quisieron y que ahora estaba en mi derecho de elegir si quería seguir o no. Y yo no quería.
Cinco pijas, ¡CINCO!, me habían perforado los agujeros cuantas veces quisieron, estaba empachada de tanta verga, por lo que me vestí, me arreglé lo mejor que pude y tras despedirme de ellos con un beso, (y ellos de mí con una palmadita en la cola), me fuí a casa.
Aunque es sábado y tengo que trabajar, me lo tomo de asueto (otro mas).
Cuando llego a casa, mi marido y mi hijo me están esperando con el desayuno listo. Hasta habían salido a comprar churros rellenos, mi debilidad.
Le cuento a mi marido que nos habíamos emborrachado, que tuve que acompañar a una de mis amigas, y que como ya era tarde y estaba algo mareada me quede a dormir en su casa. Todo inventado, claro, ¿como iba a decirle que me pasé toda la noche garchando como una descosida con cinco tipos? Eso solo se los cuento a ustedes, ¿me guardan el secreto?
El Negro es quién acepta el convite, y colocándose tras de mí enfila su prepotente verga hacia mi indefensa retaguardia.
Al principio se le resbala por el sudor y los cremosos fluidos que me salen de la concha, pero tras unos cuantos intentos alcanza a clavármela en el culo. Tiemblo toda al sentirlo. Hace tiempo que no me cojen de a dos, por lo que acuso el impacto.
Apoyo la cabeza en el hombro de Pablo y entre plácidos suspiros trato de relajar al máximo mis esfínteres dejando que el Negro me rebalse los intestinos con su verga.
La tensión disminuye y de a poco mi cuerpo se va adaptando a esa doble penetración, permitiendo la fluidez de los ensartes. Uno por delante, otro por detrás, ambos clavándose lo mas profundo posible, mientras las demás pijas se pasean frente a mí, erectas, jugosas, tentadoras.
-¿Tenés lugar para una mas?- me pregunta Bigote y antes de que pueda responderle, ya me la está metiendo en la boca.
Mientras se la chupo a Bigote, Pablo y el Negro me cojen y culean al unísono, abriéndome los agujeros como si quisieran meterse adentro ellos también. Son dos pijas grandes, duras, potentes que me atraviesan por uno y otro lado, rebalsándome de virilidad y testosterona.
-¡Dale..., dale...!- lo incita el Negro cabalgándome desde atrás y Pablo le responde acometiendo desde abajo con igual ímpetu.
Para hacerse los graciosos, Tripa y Chuky me las ponen en las orejas, como si fueran a cojerme también por ahí.
Cuando me sueltan, tras ese primer sándwich, es Tripa el que se echa en la cama y me sube encima suyo, pero de espalda, metiéndomela por el culo. Instintivamente me muevo arriba y abajo, disfrutando esa longitud admirable que parece alargarse aún mas en mi interior. Aunque es el que la tiene mas grande, me entra cómoda, por lo abierto que me quedó el orto, después de la terrible culeada del Negro.
Entonces, dispuestos a tener cada uno su sándwich, Chuky se acomoda entre mis piernas y metiéndomela por la concha se complementa con Tripa para someterme a un delicioso reviente. Acabo entre ellos, temblando, sacudiéndome, aullando de placer.
Enculada todavía por Tripa, Chuky sale y le cede su lugar a Bigote, quién se sigue resarciendo por aquel mal debut, garchándome a lo loco, aplastándome contra el cuerpo de su amigo, que desde abajo se banca el peso de ambos.
Tras él viene Pablo, luego el Negro y de nuevo Chuky. Todos me cojen mas de una vez mientras Tripa me mantiene el culo lleno con su carne.
Entre uno y otro alcanzo a verme la concha y la tengo toda enrojecida, casi amoratada, con los pelos aplastados y pegoteados por el sudor de los cuerpos y el juguito vaginal que me sale de adentro.
Cuando por fin me dejan, me derrumbo en la cama, hecha un ovillo, literalmente rota y exhausta de tanto garche. Ya no quiero más, lo pienso pero no lo digo, porque cuando abro la boca en vez de palabras lo que me salen son gemidos y ayes de dolor. Lo único que quiero es dormirme y despertar en mi casa, pero la esperanza de un respiro se desvanece rápidamente cuando uno se coloca tras de mí y así, de cucharita, me empieza a cojer con una ferocidad tal que hasta me duele, me duele en serio. Ya no resulta placentero, pero no digo nada. Estoy ahí porque yo quise y por ende debo atenerme a las consecuencias.
Tal como suponía, el que me está garchando tan brutalmente resulta ser el Negro, quién me aprieta y retuerce las tetas, jadeándome al oído, susurrándome lo puta que soy, evidenciando con cada gesto y sonido lo mucho que disfruta al cojerme de esa manera.
No puedo decir lo mismo Negro, me gusta el sexo duro, pero lo tuyo ya pasa de castaño oscuro. Obvio que no se lo digo, limitándome a aguantar como sea ese momento. Encima nadie se suma, todos se mantienen expectantes, meneándoselas, cada cual esperando su turno.
Los embistes del Negro se vuelven mas toscos, sus jadeos mas intensos, hasta que me la saca, se arranca de un tirón el forro y entre violentas sacudidas y al grito de "¡Tomá puta, tomá!", me acaba encima. Los lechazos salen disparados con tal fuerza que caen incluso a bastante distancia de la cama. Un par de sus amigos hasta tienen que hacerse a un lado para no ser acribillados por su descarga.
Pegando un grito de satisfacción y alivio, se hace a un lado, dejándole ahora el lugar a Tripa. Éste me agarra y también de costado me coje por el culo. No me da ni un segundo para que me reponga. Me la mete hasta los huevos y empieza a culearme como si quisiera demostrarle a los demás quién es el mas pijudo y culeador de todos. Con cada pijazo me desgarra y revienta, me culea hasta el alma, removiéndome todo por dentro. Unos cuantos encules y al igual que el Negro acaba en medio de un desaforado rugido. Me acaba adentro, pero cuando me la saca, se arranca el forro y derrama la leche acumulada sobre mi cuerpo. Van dos...
El tercero es Bigote quién me coje también de cucharita, metiéndomela hasta los pelos una y otra vez, ostentando una dureza que compite en igualdad de condiciones con los mejores dotados de sus amigos. A diferencia de ellos, no me garcha tan fuerte, permitiéndome disfrutar de algo dulce y placentero, como no había podido antes ni con el Negro ni con Tripa. Por eso suspiro y me muevo acoplándome a sus movimientos, hasta que acabo en medio de un gozoso estremecimiento.
Bigote me sigue dando un rato mas, hasta que sale de mi interior y sacándose el forro, me acaba en la cola y parte de la espalda, exhalando un agónico grito de satisfacción.
Pablo, que se había mantenido a un costado, ocupa el lugar de su amigo y me la mete con la suficiencia de quién ya lleva un largo kilometraje por ese territorio. Pablo está tan al palo, tan caliente, que no puede aguantarse demasiado. Se saca el forro de un tirón y a diferencia de los otros, me tira toda la leche en las tetas y en la cara, empapándome con tan agradable efusividad. Entonces viene Chuky...
Me limpia delicadamente con la sábana la acabada de Pablo y se recuesta encima mío, metiéndomela de frente, mirándome a los ojos. ¡Que pedazo de verga tiene ese guacho! Me hace mojar ni bien me la pone.
Si alguna vez llego a aburrirme de Pablo, su amigo será un buen sustituto, pienso mientras me coje con un ritmo entre firme y pausado, casi con ternura, besándome dulcemente, llegando a sentir que en medio de aquella manga de degenerados, entre los dos se ha forjado una conexión especial.
Los demás están tirados alrededor nuestro, exhaustos, sudorosos, pero nosotros seguimos, nos cogemos hasta con los ojos, mirándonos, sonriéndonos, besándonos.
Cuando de verdad me gusta un tipo quiero acabar con él, que nos mojemos juntos, alcanzar el Nirvana el uno montado sobre el otro. Y así fue... Chuky no se apresuró como los otros, mas atentos a su propio placer que al mío, sino que me esperó, esperó y esperó hasta que los dos estallamos al unísono. Fue, por lejos, el mejor polvo de la noche, y con solo uno de ellos, que me brindaba finalmente el goce que mi cuerpo tanto ansiaba.
Entre suspiros y estremecimientos, nos quedamos enredados un largo rato, disfrutando la emotividad de ese momento. Creo que Chuky sintió lo mismo que yo, que aquel no había sido un polvo más, pero aunque estábamos en medio de un "gangbang", seguía siendo la mina de su amigo, por lo que no podíamos expresarnos como realmente hubiésemos querido.
Cuando me levanto, mareada y agonizante, chorreando semen, me quiero morir. En el reloj de pared que tiene Pablo en su cuarto veo que ya pasa de la medianoche. Voy corriendo a la sala, agarro mi celular y veo que tengo cinco llamadas perdidas de mi marido y otros tantos mensajes. Lo llamo y le digo que se nos pasó un poco la mano con los festejos.
-Claudia se tomó todo- le digo usando a una de mis amigas como excusa -No puedo dejarla ir así, la acompaño hasta su casa y después veo que hago, no te preocupés-
Mi marido acepta mi explicación sin sospechar siquiera que se trata de una vulgar mentira. Ni se imagina que estoy con cinco tipos, a los que apenas conozco, y con los que me acabo de pegar flor de encamada.
Cuando corto, voy al baño, hago pis y me meto a la ducha. Mientras me estoy duchando empiezan a desfilar uno detrás del otro, para mear. La ducha no tiene cortina, así que ellos me ven a mí y yo a ellos. Los veo meando, ahí, a mi lado, soltando unos chorros bien cargados, como resulta natural después del sexo.
Salgo del baño envuelta en una toalla, pensando ya en pedir un taxi para irme a casa, pero ellos quieren seguir con el festejo. Todos están en bolas todavía, así que alguien me arranca la toalla dejándome desnuda a mí también.
Pablo sirve unos tragos y brindamos por su cumpleaños número 37. Alguien comenta que lo jugó a la quiniela.
-No salió tu número, pero te juro que a la mañana salió el "00", los huevos y a la noche el "10", que es la leche- comenta Bigote, el quinielero.
-Si salía el 20 cartón lleno- comenta Pablo.
Luego me enteraría que el 20 es "la fiesta".
Estamos todos desnudos, en el living, hablando de cualquier cosa, hasta que incitado por mi cercanía, Tripa mete una mano por entre mis piernas, y empieza a masturbarme. Del otro lado se suma Bigote chupándome las tetas. Negro se me acerca por detrás y me come la boca. Y así empieza todo otra vez. Ni bien Tripa me saca los dedos, Chuky se escabulle por entre mis muslos y me chupa la concha..., ¡y que terrible chupada me da!
Quisiera que se fueran todos y se quedara solo él comiéndome con esa voracidad alucinante, transportándome a un Universo paralelo al que solo podemos acceder con los sentidos. Lástima que no duró mucho porque enseguida siento que entre dos me agarran, me levantan y casi de prepo me ponen en cuatro sobre el sofá. Uno me palmea la cola, para que la ponga bien en pompa. En ese momento miro hacia atrás y los veo a todos haciendo fila, meneando sus respectivas erecciones, parece que esperaran el colectivo, pero lo que esperan es su turno para volver a cojerme. Así empiezan a desfilar uno detrás del otro, cojiéndome por la concha y por el culo, cada cual a su ritmo. Fuerte unos (Negro y Tripa), mas despacio otros (Chuky, Bigote, Pablo). Me usan y requeteusan, dejándome los agujeros así de grandes.
Como no puede ser de otra manera, termino fisurada, con la cola toda roja y adolorida por las nalgadas que me dan cada vez que me la meten. Parece como si se hubieran puesto de acuerdo en ello, todos me palmean, CHAS-CHAS, cojiéndome y culeándome al ritmo de unos fuertes y lacerantes azotes.
Repiten la ronda tres o cuatro veces, hasta que me tiran de rodillas en el suelo, y rodeándome todos de pie, me acaban encima, como en las porno. Así que de nuevo terminó toda lecheada.
Luego volvemos a los brindis y nos quedamos a dormir todos ahí mismo, en el living, repartidos por el suelo y el sofá. A la madrugada me despierto sobresaltada: "¿Que hora es? ¿Donde estoy?". Escucho los ronquidos a mi lado y veo lo cuerpos desperdigados de los amigos de Pablo a mi alrededor. Recién entonces alcanzo a percibir el intenso olor a sexo que nos envuelve como una bruma.
Me levanto, busco a tientas mi celular y me meto en el baño. Son las cuatro de la madrugada.
"Me tuve que quedar en lo de Claudia, ya era tarde para volver. En un rato nos vemos", le wasapeo a mi marido. No me responde ya que de seguro debe estar durmiendo. Hago pis y vuelvo al sofá, quedándome dormida enseguida. Por la mañana hay algunos que quieren seguir cojiendo.
-Vamos por el mañanero- alegan, pero yo ya no quiero saber mas nada.
Tengo la concha insensibilizada de tanto que me fifaron, y las piernas me flaquean. Creí que nunca lo diría, pero no quiero más pija.
Soy una adicta al sexo, me gusta cojer mas que nada en el mundo, pero ya tuve suficiente. Lo miro a Pablo como rogándole y por suerte entiende. Chuky también sale en mi defensa, aduciendo que me había sometido a todo lo que quisieron y que ahora estaba en mi derecho de elegir si quería seguir o no. Y yo no quería.
Cinco pijas, ¡CINCO!, me habían perforado los agujeros cuantas veces quisieron, estaba empachada de tanta verga, por lo que me vestí, me arreglé lo mejor que pude y tras despedirme de ellos con un beso, (y ellos de mí con una palmadita en la cola), me fuí a casa.
Aunque es sábado y tengo que trabajar, me lo tomo de asueto (otro mas).
Cuando llego a casa, mi marido y mi hijo me están esperando con el desayuno listo. Hasta habían salido a comprar churros rellenos, mi debilidad.
Le cuento a mi marido que nos habíamos emborrachado, que tuve que acompañar a una de mis amigas, y que como ya era tarde y estaba algo mareada me quede a dormir en su casa. Todo inventado, claro, ¿como iba a decirle que me pasé toda la noche garchando como una descosida con cinco tipos? Eso solo se los cuento a ustedes, ¿me guardan el secreto?
29 comentarios - Los amigos de Pablo... (final)
Pero como hiciste para recuperarte después de la cogida que te pegaron? Habrán pasado un par de días hasta que te respondían las piernas, y se te empezaron a cerrar el culo y la concha...
MUY EXCITANTE
GRACIAS POR COMPARTIR
BESIS LAPRIMA
Quisiera que se fueran todos y se quedara solo él"
"Si alguna vez llego a aburrirme de Pablo, su amigo será un buen sustituto..."[/i]
Me parece que muy pronto este será tu próximo "garche-amante", en tus siguientes "aventuras" querida Mary...jajajaja!!
"Estoy ahí porque yo quise y por ende debo atenerme a las consecuencias"[/i]
Me encantó esta frase porque refleja tu personalidad, de enfrentar las decisiones que uno toma, y habla muy bien del tipo de persona que eres!!
Excelente post como siempre querida, ERES LA MEJOR sin duda, de nuevo FELICITACIONES Mary!! 👏👏+10
Besos linda!! 💋
LEO