La verdad es que me quedé más que satisfecho con las repercusiones del anterior post, por ese motivo vuelvo a escribir para todos.
En ésta oportunidad, voy a revivir un hecho que viví a principios de este año, cuando el clima estaba lindo para salir a hacer ejercicios a la noche.
En esa oportunidad, salí a correr por un Parque público que está en mi ex barrio. Luego de dar algunas vueltas al parque, que contaba con pocos transeúntes debido a que ya eran más de las 22 horas, me encontré con una pareja muy fogosa que se encontraba en un banco dándose fogosos besos.
Me llamó mucho la atención la chica, que parecía más grande que él. Morocha, con muchas tetas y pelo muy largo. Me llamó la atención porque debo confesar mi debilidad por las morochas voluptuosas y cada vez que veo alguna, detengo un buen rato la mirada en ellas.
Ella vestía un escote por demás profundo, que se dejaba entrever entre las manos de él, y un short típico de una chica que había ido a la plaza a hacer running. El muchacho, en cambio, tenía puesta una bermuda de jean y una remera más "bolichera", haciendo notar que no era un encuentro normal, sino más bien que tenía mucho de clandestino.
Volví a pasar cerca de ese banco en dónde me los había encontrado antes y ya no estaban, entonces pensé "se fueron a un telo, claramente había mucho fuego". Sin embargo, al seguir mi recorrida por alrededor de ese parque, me pareció ver algo extraño detrás de un árbol, en la zona que menos luz tenía el espacio público.
Al volver a repasar esa zona con mi mirada, me encontré con un pibe con los pantalones bajos a la altura de la rodilla y al volver a mirar, una morocha arrodillada delante de él. Imagino que debería ser fin de mes y ninguno tenía plata para pagar el turno del hotel alojamiento.
Lejos de amedrentarme por la situación, busqué un lugar entre medio de la oscuridad en dónde se viera mejor la escena, me senté en el pasto y mientras hacía que elongaba los músculos después del esfuerzo físico, sentí que tenía primera fila para observar la obra de teatro porno.
Me encontré con una artista de primer nivel a la hora del sexo oral, la morocha disfrutaba muchísimo chupar la pija del muchacho, de a ratos la chupaba y de a ratos le hacía una paja. El chico no podía contener las onomatopeyas del momento y en sus balbuceos se notaba que estaba gozando de la situación.
De a poquito, me empecé a acercar, teniendo la esperanza de que alguno de los dos me viera y me invite a formar parte de la escena. Sin embargo, jamás tuve esa suerte. Aunque en algo no me equivoqué: la hermosa morocha me vio en el preciso momento que se paró y se dio vuelta para agacharse delante del muchacho y entregarse por completo a él. Posó sus manos en el árbol y con un estremecedor susurro le pidió que la coja. Que la coja mucho.
La morocha, ni lerda ni perezosa, comenzó a mirar fijo al espectador, y mientras era penetrada por su acompañante, comenzó a hacerle caras de placer a este humilde testigo. Mientras más caras me hacía, más fuerte gritaba. Más fuerte gemía y más duro le daba el muchacho.
No creo que hayan pasado más de cinco minutos de penetración que ella le pidió que a los gritos que le acabe en la boca. Se volvió a arrodillar, continúo con una paja y el hombre descargó toda su leche en la boca de la morocha.
Como si nada hubiera pasado, él se subió sus pantalones, ella se acomodó la ropa, se volvieron a besar intensamente en la oscuridad y se fueron cada uno por su lado.
El espectador, tal cómo haría cualquier fan que ve a su ídolo máximo en un teatro y a la salida de la obra le va a pedir una foto, siguió a la interesante morocha hasta un auto que estaba estacionado a pocos metros del lugar del hecho, se acercó y la felicitó por su actuación, le manifestó que seguramente mientras se bañe le dedique una paja y le contó lo envidioso que estaba del actor de reparto que llevó a cabo la escena con ella. Al mismo tiempo que le solicitó la chance de poder realizar un casting para poder ser el próximo, la morocha sonrió y le dijo que por el momento no había chances, tal vez, si volvía a presenciar una escena similar, podrían charlarlo.
El espectador volvió al mismo lugar, a la misma hora y al mismo banco en varias oportunidades durante mucho tiempo, sin embargo, los actores jamás volvieron a decir presente en el teatro.
En ésta oportunidad, voy a revivir un hecho que viví a principios de este año, cuando el clima estaba lindo para salir a hacer ejercicios a la noche.
En esa oportunidad, salí a correr por un Parque público que está en mi ex barrio. Luego de dar algunas vueltas al parque, que contaba con pocos transeúntes debido a que ya eran más de las 22 horas, me encontré con una pareja muy fogosa que se encontraba en un banco dándose fogosos besos.
Me llamó mucho la atención la chica, que parecía más grande que él. Morocha, con muchas tetas y pelo muy largo. Me llamó la atención porque debo confesar mi debilidad por las morochas voluptuosas y cada vez que veo alguna, detengo un buen rato la mirada en ellas.
Ella vestía un escote por demás profundo, que se dejaba entrever entre las manos de él, y un short típico de una chica que había ido a la plaza a hacer running. El muchacho, en cambio, tenía puesta una bermuda de jean y una remera más "bolichera", haciendo notar que no era un encuentro normal, sino más bien que tenía mucho de clandestino.
Volví a pasar cerca de ese banco en dónde me los había encontrado antes y ya no estaban, entonces pensé "se fueron a un telo, claramente había mucho fuego". Sin embargo, al seguir mi recorrida por alrededor de ese parque, me pareció ver algo extraño detrás de un árbol, en la zona que menos luz tenía el espacio público.
Al volver a repasar esa zona con mi mirada, me encontré con un pibe con los pantalones bajos a la altura de la rodilla y al volver a mirar, una morocha arrodillada delante de él. Imagino que debería ser fin de mes y ninguno tenía plata para pagar el turno del hotel alojamiento.
Lejos de amedrentarme por la situación, busqué un lugar entre medio de la oscuridad en dónde se viera mejor la escena, me senté en el pasto y mientras hacía que elongaba los músculos después del esfuerzo físico, sentí que tenía primera fila para observar la obra de teatro porno.
Me encontré con una artista de primer nivel a la hora del sexo oral, la morocha disfrutaba muchísimo chupar la pija del muchacho, de a ratos la chupaba y de a ratos le hacía una paja. El chico no podía contener las onomatopeyas del momento y en sus balbuceos se notaba que estaba gozando de la situación.
De a poquito, me empecé a acercar, teniendo la esperanza de que alguno de los dos me viera y me invite a formar parte de la escena. Sin embargo, jamás tuve esa suerte. Aunque en algo no me equivoqué: la hermosa morocha me vio en el preciso momento que se paró y se dio vuelta para agacharse delante del muchacho y entregarse por completo a él. Posó sus manos en el árbol y con un estremecedor susurro le pidió que la coja. Que la coja mucho.
La morocha, ni lerda ni perezosa, comenzó a mirar fijo al espectador, y mientras era penetrada por su acompañante, comenzó a hacerle caras de placer a este humilde testigo. Mientras más caras me hacía, más fuerte gritaba. Más fuerte gemía y más duro le daba el muchacho.
No creo que hayan pasado más de cinco minutos de penetración que ella le pidió que a los gritos que le acabe en la boca. Se volvió a arrodillar, continúo con una paja y el hombre descargó toda su leche en la boca de la morocha.
Como si nada hubiera pasado, él se subió sus pantalones, ella se acomodó la ropa, se volvieron a besar intensamente en la oscuridad y se fueron cada uno por su lado.
El espectador, tal cómo haría cualquier fan que ve a su ídolo máximo en un teatro y a la salida de la obra le va a pedir una foto, siguió a la interesante morocha hasta un auto que estaba estacionado a pocos metros del lugar del hecho, se acercó y la felicitó por su actuación, le manifestó que seguramente mientras se bañe le dedique una paja y le contó lo envidioso que estaba del actor de reparto que llevó a cabo la escena con ella. Al mismo tiempo que le solicitó la chance de poder realizar un casting para poder ser el próximo, la morocha sonrió y le dijo que por el momento no había chances, tal vez, si volvía a presenciar una escena similar, podrían charlarlo.
El espectador volvió al mismo lugar, a la misma hora y al mismo banco en varias oportunidades durante mucho tiempo, sin embargo, los actores jamás volvieron a decir presente en el teatro.
5 comentarios - El espectador