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Un matrimonio ejemplar ( 1ra. parte)

Soy un hombre feliz.
Está mal que yo lo diga, pero mi vida es realmente satisfactoria.
Tengo un buen empleo, dos hijos maravillosos, y sobre todo, una mujer extraordinaria.
María Laura es una verdadera joya. Es hermosa, con su cabellos castaño ensortijado, sus ojos verdes almendrados, 1,70 de altura, cuello largo, y un cuerpo de escándalo, que termina en unas piernas largas y torneadas, seguramente como consecuencia del ejercicio que hace metódicamente.
Y Uds. dirán: ¿ Porqué escribo esto si no tiene nada de interesante?
Bueno. Ha sido un pedido de mi esposa que quiere tener un resumen de mi vida, contada por mí mismo. Así que como se lo merece, no tengo mas remedio que cumplir con su pedido.
Nos conocimos en la época de la universidad. María Laura era una verdadera tromba. Cuando entraba a algún lugar, nadie quedaba indiferente. Se robaba todas las miradas. Por supuesto, tenía mas éxito con los hombres que con las mujeres que, por envidia, no la soportaban.
Fui el primer sorprendido cuando me animé a pedirle que saliera conmigo y mas todavía cuando aceptó. Nuestras salidas se hicieron habituales y terminamos en pareja, y al fin nos casamos. Y recién después de casado descubrí lo maravillosa que era.
Porque si fuera de casa, en las reuniones era un cascabel, en casa no se quedaba atrás. Siempre está contenta. Nunca tiene problemas.
Con el tiempo tuvimos dos hijos, un varón y una nena que hoy tienen 8 y 10 años, y María Laura, a pesar de pisar los 40 se mantiene como si fuera una adolescente. Me atrevería a decir que ahora es aún mas deseable que cuando joven.
Veo como las miradas de los hombres se pierden tras sus caderas, y me siento orgulloso, pues al final del día, quien la tiene en la cama soy yo.
En la cama, es como en el resto de las cosas. Un verdadero huracán sexual, y muchas veces, debo confesar que no estoy a su altura. Muchas veces me excita de tal manera que es penetrarla y acabar, pero ella siempre está satisfecha. Jamás me reclama, sonríe, me besa y nos dormimos tranquilamente.
Todas las mañanas, luego de que nuestros hijos se van a la escuela, y yo salgo para ir a trabajar, ella enfundada en su ropa deportiva sale a trotar una hora, para luego regresar, ducharse, hacer las compras, preparar el almuerzo para nuestros hijos, y luego se dedica a ellos toda la tarde, y me espera con la cena cuando vuelvo a la noche.
Cuando nos invitan a alguna reunión, siempre se arregla muy bien. Sobria y sensual a la vez. Pareciera que todos la esperan cuando llegamos. Enseguida se convierte en el centro de todas las conversaciones. Y también recibe las miradas de odio de las demás mujeres que no están a su altura, sin dudas.
Muchas veces, está muy cansada por el día de trabajo que tiene en casa, y le cuesta quedarse hasta tarde. Cuando la reunión es en alguna de las casas de mis colegas o de nuestro jefe, ella aprovecha para pedir que le permitan recostarse un rato, para luego volver a la reunión con todas las pilas.
No hace falta que lo repita, pero lo haré. Soy el tipo mas feliz del mundo.


No soy mala. Justamente le pedí a mi marido que hiciera un resumen de nuestra vida, para que vean que lo quiero mucho y lo atiendo como se merece. Fabián es un muy buen hombre, y tengo un matrimonio modelo.
Pero para que fuera perfecto tuve que adaptarme. Y lo hice, sin poder ni querer evitarlo.
Desde siempre he tenido un efecto devastador en los hombres. Era una adolescente cuando ya noté que podía tener en el puño a quien yo quisiera, y también que siempre sería envidiada y odiada por las mujeres. De hecho, tengo apenas 2 ó 3 amigas de verdad que conocen en detalle mi vida y mis sentimientos. El resto, sueña con destruirme, pero nunca les he dado la oportunidad, porque además si quisieran calumniarme, nadie les creería. Mi vida es un ejemplo.
Cuando conocí a Fabián supe que era la calma que necesitaba para organizar mi vida. Y así fue. Siempre lo amé, y nuestra convivencia es maravillosa. Con una sola mancha.
En la cama somos absolutamente incompatibles. Yo necesito sexo salvaje y prolongado, sin límites, y Fabián no aguanta mi sensualidad. Apenas jugueteo un poco con él, y queda al filo del orgasmo. Me penetra y se corre. Y queda tan agotado que es muy dificil que consiga otra erección. A veces consigo que se le levante chupándosela, pero el calentón se termina corriendo en mi boca sin satisfacerme como me merezco.
Jamás le he reclamado, porque en todo lo demás estoy muy feliz. Pero luego de estas sesiones fallidas quedo con los pelos de punta y necesito descargarme.
Así, cuando a la mañana quedo libre, salgo a trotar, y al pasar por el edificio donde vive una de mis amigas, y entro. Ella vive en el 3er piso. Yo subo hasta el cuarto.
No solo se trata de ser honesta, sino también parecerlo. O al menos parecerlo. Porqué subo un piso mas, merece una explicación.
Varias veces, cuando fui a visitar a mi amiga, me crucé en el ascensor con un muchacho de unos 18 años. Moreno, alto. Todavía un adolescente, pero claramente se notaba que iba a ser de cuidado en cuanto tomara conciencia de lo que era. Sus ojos negros me desnudaban en el ascensor, sin que nunca llegar a decirme nada. Esa mirada, que ya estaba acostumbrada a sentir sobre mí cada vez que me cruzaba con un hombre, en este caso particular, me alteró. Me hizo temblar como si tuviera frío y se puso mi piel de gallina. Disimulé, porque para eso una tiene experiencia y puse cara de póker.
Tiempo después lo encontré en un casamiento de unos amigos. El y su madre con la que vivía, eran también invitados. Nos miramos a la distancia, sin que yo mostrara ningún interés.
Este muchachito se dedicó toda la noche a perseguirme. Disimuladamente, pero cada vez que yo iba hacia algún lugar del salón, el llegaba a mi lado como de casualidad. En un momento dado me invitó a bailar. Miré a mi esposo que estaba charlando con unos amigos y acepté. Era una canción lenta que incitaba a mecerse al ritmo. Me abrazó con timidez, pero luego del primer tema, comenzó a tratar de acercarse mas y yo lo dejé, simulando no darme cuenta. Le dije mi nombre ante su pregunta y me enteré que se llamaba Paolo. Cuando me había apretado contra su cuerpo, y pude sentir su virilidad esperé que terminara la canción, le dí las gracias y volví a mi mesa, dejándolo en el medio de la pista y empalmado para el campeonato.
El resto de la noche me quedé junto a mi esposo, hasta que en un momento fui hasta el baño.
Entré y no alcancé a llegar al lavabo, que el muchachito entró también.
Se acercó decidido y tomándome la cara con ambas manos me partió la boca con un beso húmedo espectacular. Lo disfruté un ratito, y luego lo aparté.
- Tranquilo nene, le dije tomándolo de los hombros.
Trató de avanzar pero lo contuve.
- Me calentás, dijo sin muchas ceremonias.
- Es tu problema, dije seria.
- Ahora también es el tuyo. No me merezco quedar así, dijo señalando el bulto que tenía en los pantalones.
- Nada puedo hacer para solucionarlo, le dije sonriendo.
- Si puedes. Estamos solos. Echemos un rapidito, dijo acariciándome los brazos.
- Para rapiditos lo tengo a mi marido, dije insinuante.
Se quedó tildado. No terminaba de entender que lo mío era una invitación, hasta que por fin su mirada se iluminó.
- Vamos a otro lugar.
- No hoy. Y no podemos ir a cualquier lugar. Soy una mujer casada.
- Deja de jugar conmigo. No soy un niño.
- Casi. Pero no importa. ¿ Dónde vives y con quien?
- Vivo en el Edificio Espuma 3, en el cuarto piso. Vivo con mi madre.
Me sonreí.
- El niño vive con su madre y se quiere tirar a mujeres casadas…..
- Mira….
- No importa ahora. ¿ Cómo es tu día?
- Pues nada. Me levanto tipo 8 y estudio hasta el mediodía que vuelve mi madre. Por la tarde voy a la escuela.
- ¿ Todos los días sale tu madre toda la mañana?
- Si. Trabaja en una empresa. Vuelve al mediodía y a la tarde se va nuevamente.
- Bueno. Yo salgo a correr por la mañana. Algunos días, tipo 8,30 podré llegarme a tu casa a tomar un café contigo.
- Cuando vendrás, dijo desesperado.
- Cuando pueda y tenga ganas. Tu espera. Y diciendo esto me acomodé la ropa y salí dejando detrás mío a un pichón de semental totalmente alzado.
De esta manera armé mi auxilio para esas mañanas que me despierto insatisfecha por el fracaso de mi esposo en la cama. Y no tuvo que pasar mucho. El domingo a la noche me quedé nuevamente caliente.
Por la mañana, lo saludé cariñosamente, salí a trotar y cuando pasé por el edificio de mi amiga, donde casualmente vive el niñato, entré previo aviso a mi amiga, la que al tanto de todo me cubriría por si algo se desmadraba.
Subí hasta el cuarto piso y decidida toqué timbre.
La puerta se abrió y Paolo, vestido con un pijama de pantalón corto, quedó allí boquiabierto.
- María Laura, dijo lentamente.
- ¿ Puedo pasar?, dije metiéndome en el departamento.
- ¿ Estás solo?, pregunté. Con un gesto afirmativo me contestó.
Me acerqué y le acaricié el rostro suavemente. Luego mi mano bajó por su cuello y se metió dentro de su pijama, acariciando un pecho lampiño y tocando un torso duro, firme. Acaricié uno de sus pezones, provocando un temblor en mi aprendíz.
- ¿ Estás nervioso?, pregunté mientras mis manos desabrochaban la parte superior del pijama
- No. Estoy muchas cosas, menos nervioso, dijo mirándome con unos ojos de fuego que daban placer.
- Ahora tenemos una hora. Luego tengo que volver a mi casa. Quiero ver si es cierto que puedes darme lo que necesito, dije dejando caer su camisa al suelo.
Metió las manos por debajo de mi ajustada remera de lycra de manga corta. Recorrió mi cintura y mi espalda. De regreso tomó la remera por los bordes laterales y la llevó hacia arriba, y cuando levanté los brazos salió de un tirón, dejándome totalmente desnuda de la cintura para arriba.
La cara de placer cuando Paolo vio mis tetas era para un cuadro. Lentamente pegó su boca a ellas y comenzó a chuparlas con ganas. Yo crucé mis brazos detrás de mi cabeza para facilitar su tarea y que pudiera verlas en todo su esplendor. Luego de un rato mis manos bajaron y buscaron su sexo.
Desaté el pantalón corto de su pijama y lo bajé, apareciendo en plenitud una verga larga y gruesa, que goteaba líquido preseminal, tal el estado de calentura del muchacho. Mis manos aferraron su lanza y sus huevos. Paolo dejó mis tetas y se apoderó de mi boca. Su lengua me invadió. Me abrazó y lentamente, sin separarnos me llevó a su dormitorio.
La cama desecha indicaba que hacía poco que se había levantado . Me llevó hasta sentarme en ella. Una vez conseguido esto, se separó y se quitó rápidamente lo que le quedaba de ropa.
- Ahora te vas a acostar, me dijo mientras me giraba para que me ubicara sobre la cama, cosa que hice sensualmente. Quedé allí con mi cabeza apoyada en la almohada, y mis piernas flexionadas. Se acercó y desabrochó y me quitó mi calzado, y luego tomando mi calza deportiva por la cintura la fue bajando hasta sacarla por mis pies. Allí quedé, sobre la cama, únicamente con mi tanga gris, que además se veía húmeda por la excitación.
Sus manos recorrieron lentamente mis piernas de abajo hacia arriba, hasta llegar a mi sexo. Jugueteó unos segundos sobre mi tanga, y luego uno de sus dedos incursionó por debajo, hasta tropezar con mi vagina, y sin esfuerzo por lo bien que estaba lubricada, se metió dentro de ella, haciendo que sin querer suspirara por primera vez.
- hmmmm, que rico, dije sin pensar, mientras separaba mis piernas para facilitar la tarea de mi niño.
- Yo se que eres toda una experta, pero no puedo aguantar mas, dijo Paolo subiendo a la cama y ubicándose en medio de mis piernas.
- Espera que me saco la tanga, dije.
- No mamita. Me pone hacértelo con ella puesta. Después podrás ponerte todo lo cómoda que quieras, pero ahora necesito tenerte, dijo, mientras una de sus manos corría la tela que cubría mi nido, mientras que su otra mano guiaba su vara hasta la entrada, ubicándola firmemente entre los labios vaginales. Cuando sintió que estaba en posición, se recostó sobre mí, tomó mi cara con las dos manos, se apoderó de mi boca, y mientras su lengua me recorría, sentí como su arpón se iba clavando en mis entrañas. Se movía como un nadador experimentado. Avanzaba sobre mi cuerpo, hasta conseguir que su verga se enterrara hasta las cachas, para luego quedarse allí, tratando de recuperar el aire. Dos mete y sacas lentos, unos cuantos rápidos y sentí como su semen me quemaba por dentro. Pensé que se iba a repetir las frustrantes sesiones con mi marido. Pero para mi sorpresa esto no pasó.
Luego de vaciarse en silencio, se quedó sobre mí un minuto y lentamente comenzó a bombearme con ganas. Su verga, a pesar de la copiosa eyaculación que sentí, no se había aflojado un ápíce. Me esta cogiendo como yo necesitaba. Se convirtió lentamente en un martillo neumático que me taladraba y recorría mi sexo por completo. En cuestión de minutos acabé como hacía tiempo que no lo conseguía, y ni así se detuvo. Siguió y siguió hasta conseguir que mis orgasmos se encadenaran uno con otro. Cuando quedé floja de placer, desensilló, me quitó la tanga y bajando mis piernas al suelo hizo que me diera vuelta hasta quedar arrodillada en el suelo y con mi cuerpo sobre la cama, boca abajo. En esa posición, se ubicó a mi grupa y me clavó salvajemente, para continuar con sus arremetidas.
- ¿ Te gusta perra? ¿ Imaginaste que te iban a coger como nunca te habían cogido? ¿ A qué no? ¿ Pensaste que era un niño? Pues este niño te está taladrando tu sexo como nunca te lo han perforado, decía mientras seguía con desesperación cabalgándome como una yegua.
Dos orgasmos mas me barrieron y terminaron conmigo. Paolo se levantó, y me arrastró hasta el suelo haciendo que mi cuerpo quedara apoyado contra la cama y mis piernas en el suelo. Apoyó una rodilla en la cama a cada lado de mi cara, y me metió su gruesa verga en la boca. Sensualmente comenzó a moverse como si estuviera tirando, y luego de unos minutos me inundó con su semen, el que tuve que tragar sin ninguna otra posibilidad.
Al rato volví a mi casa, cansada del ejercicio. Había conseguido mi sex toy, para aquellas mañanas que me despertara insatisfecha con mi marido.

6 comentarios - Un matrimonio ejemplar ( 1ra. parte)

youerick
TE DEJO MIS 10 PUTITA HERMOSA
Stooge
muy bueno +5. saludos

Un matrimonio ejemplar ( 1ra. parte)
batelmeish
Mi primera reaccion fue decir algo como. Que buen relato.
Despues de ese primer trago dulce.. me dejó un sabor amargo y te voy a decir porque.
En primer lugar tenes a tu marido tan pero tan subyugado que lo haces escribir acerca de lo famtastica que sos. No lo escribió porque quiso, sino bajo tu comando. Sepa dios que habria pasado si no lo hacía.
Segundo. Estaría re bueno que asumas la responsabilidad de tus actos en vez de estar excusandote en lo mal atendida que te tiene tu marido.
No te hagas la santa.. ya dejaste en claro que te gusta la pija.. tene los ovarios para decir salir de tu papel de victima. Es mucho mas honrrado decir estoy cagando a mi marido y me la soba, que decir lo hago por su culpa.
3ero tanto amas a tu marido? Lo que el tiene es un problema. Se llama eyaculacion precoz y es tratable. En vez de ir a revolcarte por ahi, porque no te centras en el problema de tu marido? Será que no te importa tanto como decis? Como te pensas que se siente él al creer que la mujer que ama se acuesta con otro por su culpa?
Pensalo! Y flaco.. despavilá! Es mejor estar solo que mal acompañado..
yojamas
En fin.. muy buen RELATO.!!!