BRENDA
Hace poco mas de 1 mes, me surgió la posibilidad de hacer un trabajo de medio tiempo por la mañana, en reemplazo de una amiga que iba a estar unos meses fuera de la ciudad. El trabajo era ideal, ya que era solo 4 horas por la mañana, así que podía seguir estudiando en la facu sin problemas y lo mejor es que era de vendedora en un local de ropa ubicado es una especie de "saladita" acá en Rosario, por lo cual me iba a venir genial para poder cobrar sacando ropa linda y a buen precio para estar esplendida para el verano que se acercaba jeje. Ademas no parecía ser un trabajo muy demandante y como la paga era buena, acepte casi sin pensarlo.
EL
La verdad es que estaba necesitando comprar ropa nueva, andaba corto de pantalones y los que tenía ya estaban bastante arruinados -sobre todo por los usos pajerotes que les doy a veces...
Anduve viendo los precios de la ropa por el centro y la verdad...que se me cayeron los pantalones! así que para subirmelos y además comprarme unos nuevos, decidí darme una vuelta por la saladita.
BRENDA
Esa mañana recuerdo fué fría, aunque el cielo y sol asomaban desde temprano, la primavera todavía no hacia presencia y tuve que salir de casa abrigada con una campera de cuero y bufanda, que me saque con el correr de la mañana cuando el sol y el calor de la gente acumulada empezó a hacerme sentir algo acalorada.
En esos lugares la imagén es todo aunque el ambiente no sea el mejor, así que digamos que debía ir vestida bastante provocativa y con linda ropa, para poder atraér a más clientes, aunque siempre cuidando de no llamar la atención de mas y alejar a alguna venta de alguna novia celosa, ya que en esos trabajos las comisiones hacen la diferencia. Era un viernes, día de mas ventas por lo que fuí especialmente sexy, campera de cuero, debajo camisita de seda algo traslucida con corpiño negro que haga juego, calza roja engomada y unas lindas botas estilo bucanera.
Si bien el local que atendía era chiquito, tenía un mostrador con una banqueta, una especie de sillón sin respaldo donde la gente se podía sentar a esperar y dos probadores improvisados con placas de madera muy finita y cortinas, estaba muy bien ubicado y por la variedad de ropa que teníamos debo decir que vendíamos muy bien.
EL
Entrar en la saladita litoral fue como entrar en un mercado persa: se mezclaba en su interior todo un mundo de estímulos en simultaneo que me dejó medio grogui. La oferta de pantalones a buen precio era muy numerosa y tenía que tomar la iniciativa de probarme los primeros. Y esa decisión no era fácil porque no se bien porqué esa fría mañana llevaba un suspensor que justamente "mantiene suspendido" cierto objeto que me costaría mucho asumir que llevaba puesto. Gracias a su colocación perfecta las cosquillas permanentes intensificaban el colorido musical perfumoso embriagante del mercado. Bajo los efectos de ese objeto ahí tengo que decir que toda insinuación erótica se potencia 10 veces. Intuí que algo fatal estaba por suceder...
¿Cómo elegí el puesto donde probarme? Es simple: recorrí varias veces toda la feria hasta que estuve seguro -soy un obsesivo, es verdad- de que ella era la correcta. La que mejor me iba a tratar. Parecía no encajar del todo en ese lugar.
¿Qué modelos de pantalón tenés?
BRENDA
Ese viernes fue un viernes de locos, parecía que la cercanía del calor y la primavera habia hecho salir a todo el mundo de compras.
Si bien más gente significaba más ventas, y más ventas significaba más comisiones, ese era el primer fin de semana libre luego de unas seguidilla de parciales y hubiese preferido transcurrir aquel viernes lo más tranquila posible para llegar descansadita a la noche, donde ya habiamos planeado salir a mover las cachas con mis amigas. Obviamente todo lo contrario, novias celosas que cruzaban miradas juzgadoras a mi calcita y mis botas, clientes indecisos que me hacían desarmar medio local para decirme "no estoy seguro, en un rato vuelvo", y lo que más me molestaba en el mundo, hombres "vivos" y simpáticos que no perdían un segundo en mirarme de arriba abajo toda hasta sentirme desnudada con la mirada y tirar cuanto chistesito e indirecta se les ocurra, no dejaban pasar ni un solo detalle, desde como se me marcaba la calcita hasta si tenía el delineador un poquito corrido. Ese combo había borrado mi sonrisita y simpatía habitual. Incluso no faltó el desubicado que dejaba caer accidentalmente una prenda para que yo tenga que agacharme a recogerla, quedando de espalditas en calcita y botas a todos los clientes que supongo debían divertirse con la mirada. Aunque debo admitir que el calor de la primavera, más el sentirme deseada y observada por tantos hombres que nunca iban a poder tener a una minita como yo, sumado a mis meses de abstinencia desde que corte con mi ex hacian que esto último particularmente no me molestara, al contrario diría yo...
EL
Tengo que confesarles que la vendedora le ponía las mejores pilas a su atención, se ve que tenía cierto estímulo. Seguramente hubiera dado todo por estar en una oficina sentada y despejada, lejos de tanto bullicio masculino. Por un momento imaginé la cantidad de hombres que le habrían pasado cerca: las variedades de cuerpos, de perfumes, de formas de encararla. Seguramente se daría el gusto de elegir con una precisión muy de mina el que más le produjera sensaciones en la entrepierna. Sentado en una banqueta veía como se las arreglaba ella solita entre tanto ir y venir de machos. Casi que la pude imaginar ya no eligiendo a un afortunado por una noche, sino a muchos de los que la visitaban con la simple idea de comprar un pantalón o, a lo sumo, algún calzoncillo.
Como no daba a basto a atenderlos a todos al mismo tiempo, tuve que armarme de toda la paciencia del mundo y concentrarla en esta digna ejemplar de la belleza rosarina. Pero cuando empecé a devorarla con la mirada UPS! "A pesar de este frío esa raja debe estar bien caliente, bebé..." le soltó uno que no llegó ni a cliente. La vendedora le vendió la mejor de sus caras de piedra e incluso algo de su furia contenida. Ví como se le enrojecieron los pómulos y todo su ser tembló en un espasmo. Elegí cambiar de canar e imaginarla llegando al éxtasis, con las pupilas y las otras zonas dilatadas. Mordiéndese los labios, precisamente, en un gesto muy infantil y también un poco masoquista. Mordiéndose los labios y empujando toda su humanidad al ritmo de sus deseos de acabada inminente. Trepando mi miembro empinado en un gesto desesperado y desgarrador.
La volví a ver, no era del todo incorrecto pensar que ahí abajo, en entrepiernas, podía intuirse el comienzo de una cierta tímida humedad vaporosa. La calza colorada no la dejaría escapar. La campera desbordaba perfumes salvajes por todo el espacio -reducido- y las botas terminaban de darle un toque de guerrera que sin embargo no encajaba del todo con su figura. La imaginé sedienta, pidiendome más y más profundo ahí mismo y después además allá. No sé porqué pero a medida que se acercaba el momento de pedirle probarme 3 modelos, me fui llenando de interrogaciones que no tenían mucho espacio para moverse.
BRENDA
Finalmente se acercaba el mediodía y con él por un lado el fin de mi día laboral y el principio de mi fin de semana, y por otro la gente comenzaba a buscar un lugar donde almorzar lo que hacía que la jornada sea algo mas tranquila, devolviendome en parte mi sonrisa y simpatía característica.
No recuerdo bien en que estaba pensando en ese momento, pero estaba en cualquier lugar menos en el local, de vendedora y vendiendo ropa, cuando tímidamente una voz corto en seco mis pensamientos, era un cliente con tres modelos de pantalones en la mano. Con voz cálida le indique donde había un probador y lo acompañe guiándolo, sabía que la imagen de mi espalda y cola caminando delante era una de mis mejores herramientas para cerrar una venta si el cliente era masculino, así que exageraba algo más el movimiento de mis caderas al caminar. Finalmente llegamos al probador, pregunte en voz alta si no había nadie adentro para evitar un momento incomodo y corriendo la cortina le indique donde se podía probar las prendas. Fue en ese momento cuando lo vi a la cara por primera vez, fue en ese momento cuando vi esa mirada penetrante, esa mirada de alguien que sabe algo que nosotros no.
Cerre la cortina y rápidamente me fui a atender a otro cliente, sin poder sacar de mi cabecita esa mirada tan extraña...
EL
En un determinado momento vi que la vendedora le hizo un gesto a otra vendedora y empezó a recorrer la saladita. Justo que había elegido tres modelos diferentes, se me escapa! La situación se volvió un poco rara, porque esta preciosura tenía realmente una velocidad increíble para sortear todos los obstáculos -incuídos hombres que se la cruzaban con ganas de un encuentro cercano. Lo que mantenía mi concentración era esos cachetes hechos por la madre Natura como si fueran frutas maduras, esperando ser mordidas y disfrutadas.
Creo que se sorprendió súbitamente al girar todo su cuerpo y verme cargando los tres pantalones. Me indicó otros probadores, que ya no eran los de su puesto.
Cuando descubrí que la cortina que me aislaba del exterior era bastante fina y transparente sentí que la curiosidad de esa mujercita podría hacerme su presa.
Así que me quedé esperando a que estuviera cerca para empezar el espectáculo de probarme los pantalones. Lo hice seguro de que mis suspensores captarían su natural interés femenino. Así fue y pude ver cómo, a cierta distancia, su mirada traspasaba la cortina y se posaba en ese lugar donde la tela tapaba mi miembro todavía en reposo -pero con una baba que empezaba a notarse.
Después de probarme el tercero volví a vestir mi pantalón y salí con tanta rapidez que la tomé por sorpresa y creo que la desnudé con la mirada: le intuí sus deseos y ella descubrió los míos. Le dije: "volvamos a tu puesto que quiero probar otra cosa".
La caminata juntos por la saladita habrá durado casi dos minutos. No mucho, pero lo suficiente como para romperme la cabeza pensando en qué decirle a esta bonita total. Algo que la saque de lugar, que la conmueva después de tantas propuestas. Iba caminando siempre adelante mío y no podría decirles si fue por la cantidad de gente transitando los pasillos, pero su calza roja se fue acercando muuuy sinuosamente a mi pantalón usado. Seguramente fueron segundos, los suficientes como para encender un fuego que supe que tendríamos que seguir avivando lentamente...
BRENDA
- Bueno, vas a llevar algún pantalón?
Le pregunté con bastante soltura, sin poder sacarme de la cabeza su actitud peculiar.
- No me gustó ninguno...pero quiero probarme un calzoncillo que me parece copado...
- Los calzoncillos no se pueden probar en el probador.
Se lo dije con seguridad, recordando lo que me dijo el dueño el primer día de trabajo.
- Pero mirá que estoy seguro que me va a ir bien, si me llega a quedar chico lo llevo igual y se lo regalo a un amigo...
Este hombrecito me empezó a intrigar ya demasiado. Y eso que ya era tarde y había empezado a imaginar el finde que se venía... Pero la posibilidad de que fuera el primero en probarse un calzón y el último cliente del día, pudieron más...
EL
Y decidí que le iba a pedir probarme un calzón de esos que tienen la trompita en la punta. En realidad imaginé su carita cuando le solicitara el calzoncillo con la trompita más larga. También intenté en mi cabeza figurarme su curiosidad natural en el momento del probador. Justo en esos breves instantes iba a estar completamente desnudo en su cabecita loca y en el probador, en simultáneo. Agregándole el picante de tener un plug colocado justo ahí, que mi perversión siempre pide que lo muestre públicamente.
Me lo dió en medio de un gesto tembloroso, no le hacía ninguna gracia ceder y darme el calzón para que me lo probara -ya era una situación que se le iba de las manos hacia la entrepierna jugosa. Pero le argumenté en contra y me la gané.
La prenda me quedó, como se imaginarán, no tan holgada -sobre todo porque toda la situación había empezado a darme un escozor que se transformó en una incipiente parada de pija.
Como me quedé sin suspensor durante la probada, decidí sacarme con mucha ternura el plug metálico.
Volví a vestir todas mis prendas y salí al encuentro de la "probadora".
- Me queda bien, no me va ajustado. Igual que éste...
Y le puse en la manita el plug, todavía caliente y lubricado, por unos segundos que fueron eternos...en los cuales se le cayeron todas las perlas al piso...
BRENDA:
Por unos segundos no logré entender nada, veía un poco nublado, el corazón me latía a mas no poder...la boca segregaba saliva y me mordía los labios...de pronto un calor entre mis piernas comenzó a invadir todo el cuerpo.... que me entregaba este hombre? es lo que yo pienso?... cuando lo volveré a ver??? .... no podía emitir palabra, estaba parada, estática, caliente y nerviosa.... aquel cliente no era cualquier tipo.. era "mi" tipo... Como puede ser que me haya sacado de mi postura de empleada del mes en tan sólo minutos y en el primer mes de trabajo?...
EL
Me subí a la moto con una sensación triunfal que me duró todo el viaje hasta mi casa. Cuando finalmente encontré el momento adecuado para probarme el calzón elefantiásico, sentí que la imagen de aquella vendedora me iba invadiendo y produciendo un escozor que se fue transformando muy rápidamente en una trompa realmente puntiaguda. Es verdad que casi siempre recurro a mirar imágenes estimulantes y videos calentorros -se imaginarán dónde- pero esta vez eso no fue necesario. Sin quitarme el calzoncillo dejé que la tela frotara mis partes delicadas hasta enlecharle la punta de una manera que me sorprendió.
Cuando recuperé la conciencia, decidí que esa no iba a ser mi última visita a la saladita...
Ya estoy yendo a la feria con la idea de volver a encontrarla, con mi mente y todo mi cuerpo ansioso por verla, por degustar ese perfume y esas calzas ajustadas. Con el temor de que ya no este en su puesto. Con la calentura de un nuevo encuentro cercano. Ahora necesito comprarle un pantalón elastizado...
BRENDA
Me había quedado helada, paralizada. Fue uno de los pocos momentos en mi vida en los que me sentí totalmente perdida y como si fuera poco seguía a cargo del local y la gente no paraba de ingresar. Tome una botellita de agua fría y me encerre en un probador, corrí la cortina, di un trago largo de agua fresca y mojandome las manitos me refresque la frente y el cabello buscando devolverle reacción a mi cuerpo y bajar el calor que venía de mi entre pierna. Sin darme cuenta mi cabello había quedado mojado y revuelto dandole un aspecto sexi al mirarme al espejo, sumado a la imagen de mis labios húmedos y brillosos por el agua no hicieron más que subir mi temperatura. Tenia que parar con ello y no sabía cómo, hace mucho no me sentía así. Casi inconsciente mientras me miraba al espejo comencé a jugar con la botellita de agua rozando la punta en mis piernas mis muslos. No se cuanto tiempo abre estado así pero cuando reaccione me estaba mordiendo los labios de placer y con la punta de la botella no paraba de rozar mi entrepierna por encima de la calcita, sólo el sonido del llamador indicando que alguien entró al local me saco del trance, corrí la cortina agitada sólo para descubrir que era el misterioso hombre quien decidió volver al local... Pero para que?...
EL
Ya era tarde pero mis ganas pudieron más. Seguía con esa sonrisa pícara en mi mente, imaginando las dimensiones de esa sonrisa más abajo, en otros labios igual de tiernos y húmedos.
Creo que cuando nos vimos se produjo como un shock, ella no era la misma de hace un par de horas, parecía más frágil y sin embargo, más accesible...
Estuve unos minutos viendo los modelos de pantalones elastizados, no nos dijimos nada pero el aire se iba cargando de cierta complicidad.
Me puedo probar éste? le dije y ella me miró fijamente a los ojos como si toda su naturaleza de hembra profunda se me abalanzara pero delicadamente, gota a gota pero sin dejar de insistir.
Ni me contestó y me acompañó al probador con la prenda en sus manos. Le pasó una mano por la parte interna para estirarla y probar su elasticidad, en un gesto que me pareció deliciosamente erótico y prometedor. El pensar que ese lugar que estaba tocando iba a ser relleno por mi humanidad viril me empezó a provocar unas cosquillas que anticipan el comienzo de otro goteo. Corrió la cortina en cámara lenta, degustando el momento que se hizo infinito. Cuando me encontré solo en el probador no llegué a escuchar que se distanciara demasiado. La situación de esa cercanía me calentó en un santiamén. Ya cuando me desabroché el botón y me bajé la bragueta -bien lentamente para su imaginación- me sorprendió ese empuje hacia afuera de un miembro con ganas de cercanía fémina. El calzón estaba hecho una baba completamente pegajosa. Decidí sacarmelo y dejarlo colgado en una percha, como si fuera un talisman que pudiera atraer a esta amazona de talle pequeño, delicada y sutilmente desaforada amadora. Me hubiera gustado empujar mi miembro contra la cortina para q sobresaliera -si total no había nadie. Pero me pareció que era muy de peli porno o una versión saladita de un glory hole. La imaginé saboreando con las manos, sin apuro, esa forma a través de la tela, quizás atreviéndose a un poco más: a un mordisco de esos que provocan espasmos en todo el cuerpo. Decidí que lo mejor sería calzarme el pantalón elastizado sin el calzón. Fue riquísimo sentir como se deslizaba por dentro de su cubículo algo que tenía ganas de ocultarse a la sombra de esta hembrita curiosa...
BRENDA:
El ruido de las cortinas cerrarse en frente mio me hizo volver del trance. Ni me había percatado de que había ingresado gente al local, mis mente estaba en aquel pantalón elastizado, mientras que mi imaginación lo llenaba de hombría de macho, haciéndome crear una imagen perfecta lo que creía había al otro lado de la cortina. Note mi boca entrebierta y mis labios resecos. Necesitaba mas que nunca la botellita de agua fresca con la que hasta apenas hace unos minutos había acariciado mis muslos, mi entrepierna, el borde de la calcita roja. Por esas cuasualidades de la vida (o no) la botellita estaba en el probador, por lo que decidí aguardar a que mi cliente misterioso se pruebe el pantalón para luego poder recuperarla, aunque claro que ese día nada sería así de sencillo. Los minutos pasaban lentamente y ni noticias de mi cliente y claro, menos de mi botellita. El calor apretaba y mis labios cada vez mas resecos pedían a gritos algún liquido que les devuelva la humedad...
Hace poco mas de 1 mes, me surgió la posibilidad de hacer un trabajo de medio tiempo por la mañana, en reemplazo de una amiga que iba a estar unos meses fuera de la ciudad. El trabajo era ideal, ya que era solo 4 horas por la mañana, así que podía seguir estudiando en la facu sin problemas y lo mejor es que era de vendedora en un local de ropa ubicado es una especie de "saladita" acá en Rosario, por lo cual me iba a venir genial para poder cobrar sacando ropa linda y a buen precio para estar esplendida para el verano que se acercaba jeje. Ademas no parecía ser un trabajo muy demandante y como la paga era buena, acepte casi sin pensarlo.
EL
La verdad es que estaba necesitando comprar ropa nueva, andaba corto de pantalones y los que tenía ya estaban bastante arruinados -sobre todo por los usos pajerotes que les doy a veces...
Anduve viendo los precios de la ropa por el centro y la verdad...que se me cayeron los pantalones! así que para subirmelos y además comprarme unos nuevos, decidí darme una vuelta por la saladita.
BRENDA
Esa mañana recuerdo fué fría, aunque el cielo y sol asomaban desde temprano, la primavera todavía no hacia presencia y tuve que salir de casa abrigada con una campera de cuero y bufanda, que me saque con el correr de la mañana cuando el sol y el calor de la gente acumulada empezó a hacerme sentir algo acalorada.
En esos lugares la imagén es todo aunque el ambiente no sea el mejor, así que digamos que debía ir vestida bastante provocativa y con linda ropa, para poder atraér a más clientes, aunque siempre cuidando de no llamar la atención de mas y alejar a alguna venta de alguna novia celosa, ya que en esos trabajos las comisiones hacen la diferencia. Era un viernes, día de mas ventas por lo que fuí especialmente sexy, campera de cuero, debajo camisita de seda algo traslucida con corpiño negro que haga juego, calza roja engomada y unas lindas botas estilo bucanera.
Si bien el local que atendía era chiquito, tenía un mostrador con una banqueta, una especie de sillón sin respaldo donde la gente se podía sentar a esperar y dos probadores improvisados con placas de madera muy finita y cortinas, estaba muy bien ubicado y por la variedad de ropa que teníamos debo decir que vendíamos muy bien.
EL
Entrar en la saladita litoral fue como entrar en un mercado persa: se mezclaba en su interior todo un mundo de estímulos en simultaneo que me dejó medio grogui. La oferta de pantalones a buen precio era muy numerosa y tenía que tomar la iniciativa de probarme los primeros. Y esa decisión no era fácil porque no se bien porqué esa fría mañana llevaba un suspensor que justamente "mantiene suspendido" cierto objeto que me costaría mucho asumir que llevaba puesto. Gracias a su colocación perfecta las cosquillas permanentes intensificaban el colorido musical perfumoso embriagante del mercado. Bajo los efectos de ese objeto ahí tengo que decir que toda insinuación erótica se potencia 10 veces. Intuí que algo fatal estaba por suceder...
¿Cómo elegí el puesto donde probarme? Es simple: recorrí varias veces toda la feria hasta que estuve seguro -soy un obsesivo, es verdad- de que ella era la correcta. La que mejor me iba a tratar. Parecía no encajar del todo en ese lugar.
¿Qué modelos de pantalón tenés?
BRENDA
Ese viernes fue un viernes de locos, parecía que la cercanía del calor y la primavera habia hecho salir a todo el mundo de compras.
Si bien más gente significaba más ventas, y más ventas significaba más comisiones, ese era el primer fin de semana libre luego de unas seguidilla de parciales y hubiese preferido transcurrir aquel viernes lo más tranquila posible para llegar descansadita a la noche, donde ya habiamos planeado salir a mover las cachas con mis amigas. Obviamente todo lo contrario, novias celosas que cruzaban miradas juzgadoras a mi calcita y mis botas, clientes indecisos que me hacían desarmar medio local para decirme "no estoy seguro, en un rato vuelvo", y lo que más me molestaba en el mundo, hombres "vivos" y simpáticos que no perdían un segundo en mirarme de arriba abajo toda hasta sentirme desnudada con la mirada y tirar cuanto chistesito e indirecta se les ocurra, no dejaban pasar ni un solo detalle, desde como se me marcaba la calcita hasta si tenía el delineador un poquito corrido. Ese combo había borrado mi sonrisita y simpatía habitual. Incluso no faltó el desubicado que dejaba caer accidentalmente una prenda para que yo tenga que agacharme a recogerla, quedando de espalditas en calcita y botas a todos los clientes que supongo debían divertirse con la mirada. Aunque debo admitir que el calor de la primavera, más el sentirme deseada y observada por tantos hombres que nunca iban a poder tener a una minita como yo, sumado a mis meses de abstinencia desde que corte con mi ex hacian que esto último particularmente no me molestara, al contrario diría yo...
EL
Tengo que confesarles que la vendedora le ponía las mejores pilas a su atención, se ve que tenía cierto estímulo. Seguramente hubiera dado todo por estar en una oficina sentada y despejada, lejos de tanto bullicio masculino. Por un momento imaginé la cantidad de hombres que le habrían pasado cerca: las variedades de cuerpos, de perfumes, de formas de encararla. Seguramente se daría el gusto de elegir con una precisión muy de mina el que más le produjera sensaciones en la entrepierna. Sentado en una banqueta veía como se las arreglaba ella solita entre tanto ir y venir de machos. Casi que la pude imaginar ya no eligiendo a un afortunado por una noche, sino a muchos de los que la visitaban con la simple idea de comprar un pantalón o, a lo sumo, algún calzoncillo.
Como no daba a basto a atenderlos a todos al mismo tiempo, tuve que armarme de toda la paciencia del mundo y concentrarla en esta digna ejemplar de la belleza rosarina. Pero cuando empecé a devorarla con la mirada UPS! "A pesar de este frío esa raja debe estar bien caliente, bebé..." le soltó uno que no llegó ni a cliente. La vendedora le vendió la mejor de sus caras de piedra e incluso algo de su furia contenida. Ví como se le enrojecieron los pómulos y todo su ser tembló en un espasmo. Elegí cambiar de canar e imaginarla llegando al éxtasis, con las pupilas y las otras zonas dilatadas. Mordiéndese los labios, precisamente, en un gesto muy infantil y también un poco masoquista. Mordiéndose los labios y empujando toda su humanidad al ritmo de sus deseos de acabada inminente. Trepando mi miembro empinado en un gesto desesperado y desgarrador.
La volví a ver, no era del todo incorrecto pensar que ahí abajo, en entrepiernas, podía intuirse el comienzo de una cierta tímida humedad vaporosa. La calza colorada no la dejaría escapar. La campera desbordaba perfumes salvajes por todo el espacio -reducido- y las botas terminaban de darle un toque de guerrera que sin embargo no encajaba del todo con su figura. La imaginé sedienta, pidiendome más y más profundo ahí mismo y después además allá. No sé porqué pero a medida que se acercaba el momento de pedirle probarme 3 modelos, me fui llenando de interrogaciones que no tenían mucho espacio para moverse.
BRENDA
Finalmente se acercaba el mediodía y con él por un lado el fin de mi día laboral y el principio de mi fin de semana, y por otro la gente comenzaba a buscar un lugar donde almorzar lo que hacía que la jornada sea algo mas tranquila, devolviendome en parte mi sonrisa y simpatía característica.
No recuerdo bien en que estaba pensando en ese momento, pero estaba en cualquier lugar menos en el local, de vendedora y vendiendo ropa, cuando tímidamente una voz corto en seco mis pensamientos, era un cliente con tres modelos de pantalones en la mano. Con voz cálida le indique donde había un probador y lo acompañe guiándolo, sabía que la imagen de mi espalda y cola caminando delante era una de mis mejores herramientas para cerrar una venta si el cliente era masculino, así que exageraba algo más el movimiento de mis caderas al caminar. Finalmente llegamos al probador, pregunte en voz alta si no había nadie adentro para evitar un momento incomodo y corriendo la cortina le indique donde se podía probar las prendas. Fue en ese momento cuando lo vi a la cara por primera vez, fue en ese momento cuando vi esa mirada penetrante, esa mirada de alguien que sabe algo que nosotros no.
Cerre la cortina y rápidamente me fui a atender a otro cliente, sin poder sacar de mi cabecita esa mirada tan extraña...
EL
En un determinado momento vi que la vendedora le hizo un gesto a otra vendedora y empezó a recorrer la saladita. Justo que había elegido tres modelos diferentes, se me escapa! La situación se volvió un poco rara, porque esta preciosura tenía realmente una velocidad increíble para sortear todos los obstáculos -incuídos hombres que se la cruzaban con ganas de un encuentro cercano. Lo que mantenía mi concentración era esos cachetes hechos por la madre Natura como si fueran frutas maduras, esperando ser mordidas y disfrutadas.
Creo que se sorprendió súbitamente al girar todo su cuerpo y verme cargando los tres pantalones. Me indicó otros probadores, que ya no eran los de su puesto.
Cuando descubrí que la cortina que me aislaba del exterior era bastante fina y transparente sentí que la curiosidad de esa mujercita podría hacerme su presa.
Así que me quedé esperando a que estuviera cerca para empezar el espectáculo de probarme los pantalones. Lo hice seguro de que mis suspensores captarían su natural interés femenino. Así fue y pude ver cómo, a cierta distancia, su mirada traspasaba la cortina y se posaba en ese lugar donde la tela tapaba mi miembro todavía en reposo -pero con una baba que empezaba a notarse.
Después de probarme el tercero volví a vestir mi pantalón y salí con tanta rapidez que la tomé por sorpresa y creo que la desnudé con la mirada: le intuí sus deseos y ella descubrió los míos. Le dije: "volvamos a tu puesto que quiero probar otra cosa".
La caminata juntos por la saladita habrá durado casi dos minutos. No mucho, pero lo suficiente como para romperme la cabeza pensando en qué decirle a esta bonita total. Algo que la saque de lugar, que la conmueva después de tantas propuestas. Iba caminando siempre adelante mío y no podría decirles si fue por la cantidad de gente transitando los pasillos, pero su calza roja se fue acercando muuuy sinuosamente a mi pantalón usado. Seguramente fueron segundos, los suficientes como para encender un fuego que supe que tendríamos que seguir avivando lentamente...
BRENDA
- Bueno, vas a llevar algún pantalón?
Le pregunté con bastante soltura, sin poder sacarme de la cabeza su actitud peculiar.
- No me gustó ninguno...pero quiero probarme un calzoncillo que me parece copado...
- Los calzoncillos no se pueden probar en el probador.
Se lo dije con seguridad, recordando lo que me dijo el dueño el primer día de trabajo.
- Pero mirá que estoy seguro que me va a ir bien, si me llega a quedar chico lo llevo igual y se lo regalo a un amigo...
Este hombrecito me empezó a intrigar ya demasiado. Y eso que ya era tarde y había empezado a imaginar el finde que se venía... Pero la posibilidad de que fuera el primero en probarse un calzón y el último cliente del día, pudieron más...
EL
Y decidí que le iba a pedir probarme un calzón de esos que tienen la trompita en la punta. En realidad imaginé su carita cuando le solicitara el calzoncillo con la trompita más larga. También intenté en mi cabeza figurarme su curiosidad natural en el momento del probador. Justo en esos breves instantes iba a estar completamente desnudo en su cabecita loca y en el probador, en simultáneo. Agregándole el picante de tener un plug colocado justo ahí, que mi perversión siempre pide que lo muestre públicamente.
Me lo dió en medio de un gesto tembloroso, no le hacía ninguna gracia ceder y darme el calzón para que me lo probara -ya era una situación que se le iba de las manos hacia la entrepierna jugosa. Pero le argumenté en contra y me la gané.
La prenda me quedó, como se imaginarán, no tan holgada -sobre todo porque toda la situación había empezado a darme un escozor que se transformó en una incipiente parada de pija.
Como me quedé sin suspensor durante la probada, decidí sacarme con mucha ternura el plug metálico.
Volví a vestir todas mis prendas y salí al encuentro de la "probadora".
- Me queda bien, no me va ajustado. Igual que éste...
Y le puse en la manita el plug, todavía caliente y lubricado, por unos segundos que fueron eternos...en los cuales se le cayeron todas las perlas al piso...
BRENDA:
Por unos segundos no logré entender nada, veía un poco nublado, el corazón me latía a mas no poder...la boca segregaba saliva y me mordía los labios...de pronto un calor entre mis piernas comenzó a invadir todo el cuerpo.... que me entregaba este hombre? es lo que yo pienso?... cuando lo volveré a ver??? .... no podía emitir palabra, estaba parada, estática, caliente y nerviosa.... aquel cliente no era cualquier tipo.. era "mi" tipo... Como puede ser que me haya sacado de mi postura de empleada del mes en tan sólo minutos y en el primer mes de trabajo?...
EL
Me subí a la moto con una sensación triunfal que me duró todo el viaje hasta mi casa. Cuando finalmente encontré el momento adecuado para probarme el calzón elefantiásico, sentí que la imagen de aquella vendedora me iba invadiendo y produciendo un escozor que se fue transformando muy rápidamente en una trompa realmente puntiaguda. Es verdad que casi siempre recurro a mirar imágenes estimulantes y videos calentorros -se imaginarán dónde- pero esta vez eso no fue necesario. Sin quitarme el calzoncillo dejé que la tela frotara mis partes delicadas hasta enlecharle la punta de una manera que me sorprendió.
Cuando recuperé la conciencia, decidí que esa no iba a ser mi última visita a la saladita...
Ya estoy yendo a la feria con la idea de volver a encontrarla, con mi mente y todo mi cuerpo ansioso por verla, por degustar ese perfume y esas calzas ajustadas. Con el temor de que ya no este en su puesto. Con la calentura de un nuevo encuentro cercano. Ahora necesito comprarle un pantalón elastizado...
BRENDA
Me había quedado helada, paralizada. Fue uno de los pocos momentos en mi vida en los que me sentí totalmente perdida y como si fuera poco seguía a cargo del local y la gente no paraba de ingresar. Tome una botellita de agua fría y me encerre en un probador, corrí la cortina, di un trago largo de agua fresca y mojandome las manitos me refresque la frente y el cabello buscando devolverle reacción a mi cuerpo y bajar el calor que venía de mi entre pierna. Sin darme cuenta mi cabello había quedado mojado y revuelto dandole un aspecto sexi al mirarme al espejo, sumado a la imagen de mis labios húmedos y brillosos por el agua no hicieron más que subir mi temperatura. Tenia que parar con ello y no sabía cómo, hace mucho no me sentía así. Casi inconsciente mientras me miraba al espejo comencé a jugar con la botellita de agua rozando la punta en mis piernas mis muslos. No se cuanto tiempo abre estado así pero cuando reaccione me estaba mordiendo los labios de placer y con la punta de la botella no paraba de rozar mi entrepierna por encima de la calcita, sólo el sonido del llamador indicando que alguien entró al local me saco del trance, corrí la cortina agitada sólo para descubrir que era el misterioso hombre quien decidió volver al local... Pero para que?...
EL
Ya era tarde pero mis ganas pudieron más. Seguía con esa sonrisa pícara en mi mente, imaginando las dimensiones de esa sonrisa más abajo, en otros labios igual de tiernos y húmedos.
Creo que cuando nos vimos se produjo como un shock, ella no era la misma de hace un par de horas, parecía más frágil y sin embargo, más accesible...
Estuve unos minutos viendo los modelos de pantalones elastizados, no nos dijimos nada pero el aire se iba cargando de cierta complicidad.
Me puedo probar éste? le dije y ella me miró fijamente a los ojos como si toda su naturaleza de hembra profunda se me abalanzara pero delicadamente, gota a gota pero sin dejar de insistir.
Ni me contestó y me acompañó al probador con la prenda en sus manos. Le pasó una mano por la parte interna para estirarla y probar su elasticidad, en un gesto que me pareció deliciosamente erótico y prometedor. El pensar que ese lugar que estaba tocando iba a ser relleno por mi humanidad viril me empezó a provocar unas cosquillas que anticipan el comienzo de otro goteo. Corrió la cortina en cámara lenta, degustando el momento que se hizo infinito. Cuando me encontré solo en el probador no llegué a escuchar que se distanciara demasiado. La situación de esa cercanía me calentó en un santiamén. Ya cuando me desabroché el botón y me bajé la bragueta -bien lentamente para su imaginación- me sorprendió ese empuje hacia afuera de un miembro con ganas de cercanía fémina. El calzón estaba hecho una baba completamente pegajosa. Decidí sacarmelo y dejarlo colgado en una percha, como si fuera un talisman que pudiera atraer a esta amazona de talle pequeño, delicada y sutilmente desaforada amadora. Me hubiera gustado empujar mi miembro contra la cortina para q sobresaliera -si total no había nadie. Pero me pareció que era muy de peli porno o una versión saladita de un glory hole. La imaginé saboreando con las manos, sin apuro, esa forma a través de la tela, quizás atreviéndose a un poco más: a un mordisco de esos que provocan espasmos en todo el cuerpo. Decidí que lo mejor sería calzarme el pantalón elastizado sin el calzón. Fue riquísimo sentir como se deslizaba por dentro de su cubículo algo que tenía ganas de ocultarse a la sombra de esta hembrita curiosa...
BRENDA:
El ruido de las cortinas cerrarse en frente mio me hizo volver del trance. Ni me había percatado de que había ingresado gente al local, mis mente estaba en aquel pantalón elastizado, mientras que mi imaginación lo llenaba de hombría de macho, haciéndome crear una imagen perfecta lo que creía había al otro lado de la cortina. Note mi boca entrebierta y mis labios resecos. Necesitaba mas que nunca la botellita de agua fresca con la que hasta apenas hace unos minutos había acariciado mis muslos, mi entrepierna, el borde de la calcita roja. Por esas cuasualidades de la vida (o no) la botellita estaba en el probador, por lo que decidí aguardar a que mi cliente misterioso se pruebe el pantalón para luego poder recuperarla, aunque claro que ese día nada sería así de sencillo. Los minutos pasaban lentamente y ni noticias de mi cliente y claro, menos de mi botellita. El calor apretaba y mis labios cada vez mas resecos pedían a gritos algún liquido que les devuelva la humedad...
3 comentarios - Probando en el probador (recargado)