Y tuve que esperar nomas, la verdad que la mina me gustaba un montón, todavía no entendía porque estaba conmigo, era una mujer linda, con muy buen lomo, unos meses mayor que yo; podía levantarse a quien quisiera, y si bien yo tenía mi facha, éramos la clásica pareja que la gente ve por la calle y se pregunta: “que le habrá visto a este pendejo ese minon”.
Yo me sentía nuevamente ganador, Mirta era el tipo de novia que podías llevar a tu casa o que podías salir con tus amigos, que siempre ibas a ser mirado con algo de envidia. Pero para adentro de nuestra relación, la cosa seguía igual: besos, caricias, calentura y hasta ahí nomás; ella no se sentía lista para el sexo, su estricta crianza y su madre absorbente no le permitían dar el salto que yo esperaba.
La relación entre nosotros era muy buena, salvo por el tema del sexo que me tenía un poco embolado, comenzaron las clases de nuevo y yo decidí tomarme un año sabático antes de empezar la facu y ella comenzó a cursar la carrera de Derecho, ella me ocultaba de su madre, que como toda madre antigua ya le había elegido el novio antes que naciera, y yo no era precisamente el “modelo” de novio para su hija. La relación entró en un impasse, a pesar que los 2 queríamos seguir juntos, ella con sus clases, con sus mentiras para poder verme y yo como estaba al pedo me puse a laburar con un tío en el negocio que tenía y lo ayudaba con los papeles.
Era junio o julio, no recuerdo bien el mes, pero recuerdo que hacía mucho frío, falleció el padre, que hasta ese momento yo no lo tenía ni registrado, una de las compañeras de colegio que era muy amiga de ella y siempre era la excusa para vernos, me acompañó al velorio, cuando entré por 1era. vez a la casa (en aquella época los velorios se hacían en las casas, no en salas como ahora), ella vino corriendo y me abrasó fuertemente, que hasta hoy día puedo sentir sus brazos rodeando mi cuello y su cara apareada a la mía. Yo que estaba listo para cortar la relación esta situación me hizo continuarla.
El tiempo pasaba, la madre le seguía rompiendo las pelotas con nuestra relación, cada vez que Mirta salía, ella sentía que la estaban vigilando, hasta que llegó mi cumpleaños y decidida y con la ayuda de su amiga fue hasta mi casa a saludarme. Mi alegría era desbordante, hasta mi vieja me decía que me había cambiado la cara, se las presenté a mis primos y tíos, y ella y su amiga se quedaron hasta el final. Ya avanzada la noche saco el auto de mi viejo para llevarlas a sus casas, dejamos a la amiga y comenzamos una serie de mimos y caricias que nos encendieron de inmediato. Y por fin escuché las palabras que hacía casi un año venía esperando: “estoy lista, quiero que me hagas mujer”, que más podía pedir como regalo de cumpleaños.
Aceleré y nos fuimos derecho a la Luna (un telo recién inaugurado en mza), entramos, ella muy nerviosa y yo tratándola de calmar, diciéndole que la iba a tratar como a una reina, y que sólo se dedicara a disfrutar, y así fue, comencé a besarla, estuvimos largo rato con nuestras bocas unidas, suavemente empecé a acariciarla y besarle el cuello, ella suspiraba, mientras la besaba sólo pensaba en desnudarla y conocerla por fin en toda su plenitud; asique comencé con su camisola, desprendiendo los botones de manera muy despacio, hasta que aparecieron sus magníficos pechos atrapados en un corpiño de color blanco que dejaba percibir sus pezones rosados y bien parados.
Una vez que le saqué el soutien, me prendí de sus pechos como un niño y no dejaba de chuparlos, iba de uno al otro, cuando chupaba uno le pellizcaba el otro y viceversa, sus pezones cada vez más duros me ponían a mil y la pija toda parada ya me molestaba dentro del jean, ya habíamos roto la primera barrera de nuestro encuentro.
Una vez desnuda de la cintura para arriba, comencé a besarle todo el cuerpo, comenzando por sus pechos y bajando hasta su cintura, listo estaba para comenzar a desabrochar su pantalón, cuando su mano, que por primera vez se movía me detuvo, y para mis adentros pensé, cagamos, otra vez para atrás, sino fuera porque me gustaba en serio y sus besos me encendían, creo que en ese momento la hubiera mandado a la mierda. Pero no, fue solamente el shock de sentir que un hombre la iba a desnudar por completo, asique seguí hasta que le bajé los pantalones y apareció una bombachita blanca haciendo juego con el corpiño y que dejaba ver todo los pelitos negros de su conchita (creo que desde ese momento tengo un fetiche con las vaginas peludas).
Despacio comencé a tocarla por arriba para que no se sintiera invadida de repente, cuando sentía que estaba muy mojada le reiteré con sumo cuidado la bombacha y comencé a besarle los labios vaginales, unos labios hermosos que recubrían una conchita rosada, húmeda, caliente y abierta que me esperaba con pasión. Se sorprendió que la besara allí, le dije que era habitual y que me encantaba sentir todos sus fluidos, y me encantaba porque sabía que toda esa humedad era por mí.
A todo esto yo seguía todo vestido, esperando que ella diera un paso adelante y comenzara a desvestirme, me quedé con las ganas, su vergüenza era más poderosa, asique tuve que sacarme yo solo la ropa, de manera lenta iba retirando de mi cuerpo cada prenda, hasta llegar al bóxer, mi verga parada salía por la parte delantera del bóxer, creo que hasta se asustó, en tono tranquilo, sabiendo lo que ella sentía me recosté a su lado, hicimos cucharita y mientras le besaba el cuello le acariciaba sus hermosas tetas y bajaba hasta su vagina, pellizcándole en el camino su clítoris que lo tenía todo parado. Se dio vuelta y me besó como sólo ella sabía, le agarré la mano y la llevé hasta mi pija hasta que se animó a agarrarla, le dije que tenía que hacer, y comenzó a masturbarme de a poco, la tuve que parar porque estaba a punto a acabar y todavía no quería, necesitaba que ella tuviera un orgasmo pleno para después poder desvirgarla por completo.
Ella de espaldas boca arriba y yo sentado sobre sus piernas comencé nuevamente a besarle todo el cuerpo, sus pechos, sus pezones, su ombligo, hasta llegar a esos labios que me tenían emocionados, ahí me quedé, ella cada vez mas mojada, chupaba su clítoris y le metía un par de dedos en la vagina, los movía como si estuviera rascándola por adentro, hasta que explotó en su primer orgasmo con un hombre. Me llenó la boca con su flujo y cuando levanté la cabeza y me vio, me decía: perdón, perdón, como si hubiera hecho una macana, y no entendía todo el placer que me había dado en ese momento.
Me recosté a su lado y ella por primera vez tomó la iniciativa y comenzó a pajerame nuevamente, tuve que frenarla para no acabar, no habían pasado ni 2 minutos, busqué un condón y le enseñé como ponerlo, le pedí que se sentara como había estado yo antes arriba de ella y que se acostara sobre mi cuerpo; mi pija se acomodó entre sus piernas y podía sentir toda la humedad y calor que emanaba de su vagina. Giré rápidamente quedando ahora ella abajo, y le pregunté suavemente al oído si estaba lista para ser mi mujer, silencio por unos segundos que parecieron una eternidad, hasta que me dijo, si, haceme tuya.
Coloqué mi verga en la entrada, que seguía abierta, mojada y caliente y le metí suavemente la cabeza de la pija, se movió como si le doliera, con la pija apenas entrada me acerqué a su oído, le dije: relájate y disfrutá, puede que te duela un poco, pero es algo pasajero, sólo relajé los músculos y todo saldrá bien. Comencé a meterla de a poco, suavemente, se volvió a mojar con ganas y eso facilitó las cosas, hasta que llegué a su himen, me detuve y sin sacarla me acerque nuevamente y le dije; ahora no hay vuelta atrás, en cuanto te penetre vas a perder tu virginidad, su silencio fue como un si a los gritos y terminé de meterla toda. Comencé un bombeo lento pero continuo, sus quejidos no eran de dolor, eran de puro placer, y en un arrebato me dice: lamento haber esperado tanto tiempo para sentir esto, es maravilloso como me siento, seguí bombeando hasta que sentía que iba a tener su 2do. orgasmo y sin detenerme acabamos los 2 juntos, ella no me soltaba, me agarraba con sus manos mis nalgas para que no me separara, quería sentir toda mi acabada dentro suyo.
Me recosté sobre ella, sin sacar el pene, besándonos con esa pasión que le imprimía cada beso. No fue mi mejor acabada, Graciela definitivamente había marcado la cancha en ese aspecto, pero fue inolvidable, porque era la primer virgen con la que tenía sexo y porque la había hecho disfrutar a pleno en su debut.
Yo me sentía nuevamente ganador, Mirta era el tipo de novia que podías llevar a tu casa o que podías salir con tus amigos, que siempre ibas a ser mirado con algo de envidia. Pero para adentro de nuestra relación, la cosa seguía igual: besos, caricias, calentura y hasta ahí nomás; ella no se sentía lista para el sexo, su estricta crianza y su madre absorbente no le permitían dar el salto que yo esperaba.
La relación entre nosotros era muy buena, salvo por el tema del sexo que me tenía un poco embolado, comenzaron las clases de nuevo y yo decidí tomarme un año sabático antes de empezar la facu y ella comenzó a cursar la carrera de Derecho, ella me ocultaba de su madre, que como toda madre antigua ya le había elegido el novio antes que naciera, y yo no era precisamente el “modelo” de novio para su hija. La relación entró en un impasse, a pesar que los 2 queríamos seguir juntos, ella con sus clases, con sus mentiras para poder verme y yo como estaba al pedo me puse a laburar con un tío en el negocio que tenía y lo ayudaba con los papeles.
Era junio o julio, no recuerdo bien el mes, pero recuerdo que hacía mucho frío, falleció el padre, que hasta ese momento yo no lo tenía ni registrado, una de las compañeras de colegio que era muy amiga de ella y siempre era la excusa para vernos, me acompañó al velorio, cuando entré por 1era. vez a la casa (en aquella época los velorios se hacían en las casas, no en salas como ahora), ella vino corriendo y me abrasó fuertemente, que hasta hoy día puedo sentir sus brazos rodeando mi cuello y su cara apareada a la mía. Yo que estaba listo para cortar la relación esta situación me hizo continuarla.
El tiempo pasaba, la madre le seguía rompiendo las pelotas con nuestra relación, cada vez que Mirta salía, ella sentía que la estaban vigilando, hasta que llegó mi cumpleaños y decidida y con la ayuda de su amiga fue hasta mi casa a saludarme. Mi alegría era desbordante, hasta mi vieja me decía que me había cambiado la cara, se las presenté a mis primos y tíos, y ella y su amiga se quedaron hasta el final. Ya avanzada la noche saco el auto de mi viejo para llevarlas a sus casas, dejamos a la amiga y comenzamos una serie de mimos y caricias que nos encendieron de inmediato. Y por fin escuché las palabras que hacía casi un año venía esperando: “estoy lista, quiero que me hagas mujer”, que más podía pedir como regalo de cumpleaños.
Aceleré y nos fuimos derecho a la Luna (un telo recién inaugurado en mza), entramos, ella muy nerviosa y yo tratándola de calmar, diciéndole que la iba a tratar como a una reina, y que sólo se dedicara a disfrutar, y así fue, comencé a besarla, estuvimos largo rato con nuestras bocas unidas, suavemente empecé a acariciarla y besarle el cuello, ella suspiraba, mientras la besaba sólo pensaba en desnudarla y conocerla por fin en toda su plenitud; asique comencé con su camisola, desprendiendo los botones de manera muy despacio, hasta que aparecieron sus magníficos pechos atrapados en un corpiño de color blanco que dejaba percibir sus pezones rosados y bien parados.
Una vez que le saqué el soutien, me prendí de sus pechos como un niño y no dejaba de chuparlos, iba de uno al otro, cuando chupaba uno le pellizcaba el otro y viceversa, sus pezones cada vez más duros me ponían a mil y la pija toda parada ya me molestaba dentro del jean, ya habíamos roto la primera barrera de nuestro encuentro.
Una vez desnuda de la cintura para arriba, comencé a besarle todo el cuerpo, comenzando por sus pechos y bajando hasta su cintura, listo estaba para comenzar a desabrochar su pantalón, cuando su mano, que por primera vez se movía me detuvo, y para mis adentros pensé, cagamos, otra vez para atrás, sino fuera porque me gustaba en serio y sus besos me encendían, creo que en ese momento la hubiera mandado a la mierda. Pero no, fue solamente el shock de sentir que un hombre la iba a desnudar por completo, asique seguí hasta que le bajé los pantalones y apareció una bombachita blanca haciendo juego con el corpiño y que dejaba ver todo los pelitos negros de su conchita (creo que desde ese momento tengo un fetiche con las vaginas peludas).
Despacio comencé a tocarla por arriba para que no se sintiera invadida de repente, cuando sentía que estaba muy mojada le reiteré con sumo cuidado la bombacha y comencé a besarle los labios vaginales, unos labios hermosos que recubrían una conchita rosada, húmeda, caliente y abierta que me esperaba con pasión. Se sorprendió que la besara allí, le dije que era habitual y que me encantaba sentir todos sus fluidos, y me encantaba porque sabía que toda esa humedad era por mí.
A todo esto yo seguía todo vestido, esperando que ella diera un paso adelante y comenzara a desvestirme, me quedé con las ganas, su vergüenza era más poderosa, asique tuve que sacarme yo solo la ropa, de manera lenta iba retirando de mi cuerpo cada prenda, hasta llegar al bóxer, mi verga parada salía por la parte delantera del bóxer, creo que hasta se asustó, en tono tranquilo, sabiendo lo que ella sentía me recosté a su lado, hicimos cucharita y mientras le besaba el cuello le acariciaba sus hermosas tetas y bajaba hasta su vagina, pellizcándole en el camino su clítoris que lo tenía todo parado. Se dio vuelta y me besó como sólo ella sabía, le agarré la mano y la llevé hasta mi pija hasta que se animó a agarrarla, le dije que tenía que hacer, y comenzó a masturbarme de a poco, la tuve que parar porque estaba a punto a acabar y todavía no quería, necesitaba que ella tuviera un orgasmo pleno para después poder desvirgarla por completo.
Ella de espaldas boca arriba y yo sentado sobre sus piernas comencé nuevamente a besarle todo el cuerpo, sus pechos, sus pezones, su ombligo, hasta llegar a esos labios que me tenían emocionados, ahí me quedé, ella cada vez mas mojada, chupaba su clítoris y le metía un par de dedos en la vagina, los movía como si estuviera rascándola por adentro, hasta que explotó en su primer orgasmo con un hombre. Me llenó la boca con su flujo y cuando levanté la cabeza y me vio, me decía: perdón, perdón, como si hubiera hecho una macana, y no entendía todo el placer que me había dado en ese momento.
Me recosté a su lado y ella por primera vez tomó la iniciativa y comenzó a pajerame nuevamente, tuve que frenarla para no acabar, no habían pasado ni 2 minutos, busqué un condón y le enseñé como ponerlo, le pedí que se sentara como había estado yo antes arriba de ella y que se acostara sobre mi cuerpo; mi pija se acomodó entre sus piernas y podía sentir toda la humedad y calor que emanaba de su vagina. Giré rápidamente quedando ahora ella abajo, y le pregunté suavemente al oído si estaba lista para ser mi mujer, silencio por unos segundos que parecieron una eternidad, hasta que me dijo, si, haceme tuya.
Coloqué mi verga en la entrada, que seguía abierta, mojada y caliente y le metí suavemente la cabeza de la pija, se movió como si le doliera, con la pija apenas entrada me acerqué a su oído, le dije: relájate y disfrutá, puede que te duela un poco, pero es algo pasajero, sólo relajé los músculos y todo saldrá bien. Comencé a meterla de a poco, suavemente, se volvió a mojar con ganas y eso facilitó las cosas, hasta que llegué a su himen, me detuve y sin sacarla me acerque nuevamente y le dije; ahora no hay vuelta atrás, en cuanto te penetre vas a perder tu virginidad, su silencio fue como un si a los gritos y terminé de meterla toda. Comencé un bombeo lento pero continuo, sus quejidos no eran de dolor, eran de puro placer, y en un arrebato me dice: lamento haber esperado tanto tiempo para sentir esto, es maravilloso como me siento, seguí bombeando hasta que sentía que iba a tener su 2do. orgasmo y sin detenerme acabamos los 2 juntos, ella no me soltaba, me agarraba con sus manos mis nalgas para que no me separara, quería sentir toda mi acabada dentro suyo.
Me recosté sobre ella, sin sacar el pene, besándonos con esa pasión que le imprimía cada beso. No fue mi mejor acabada, Graciela definitivamente había marcado la cancha en ese aspecto, pero fue inolvidable, porque era la primer virgen con la que tenía sexo y porque la había hecho disfrutar a pleno en su debut.
3 comentarios - Hace 40 años las secuelas parte 2