3. Roles
Por fin había llegado el día. Ron estaba a punto de llegar a recogerlo con su Ford Anglia. Recogió todas sus cosas y se despidió de los Dursley lo más rápidamente que pudo. A ellos tampoco se les veía entusiasmados con la despedida, pero seguro que disfrutarían de no tener que ver a su sobrino en una larga temporada.
Harry subió tan pronto llegó al viejo coche de los Weasley y poco después estaban volando, esta vez con un sistema de invisibilidad más fiable.
- Este año va a ser increíble. ¡Estoy seguro de que ganaremos el torneo de quidditch! He estado entrenando con Fred y George todo el verano -decía Ron entusiasmado.
- Contigo de guardián estoy seguro de que todo será más fácil -dijo Harry sonriendo.
En ese momento era pura felicidad. Disfrutó cada segundo charlando con su amigo de cosas insulsas. El tipo de cosas que dos amigos adoran compartir, y más tras tanto tiempo sin verse.
- ... hasta le salieron forúnculos en las nalgas, tío, deberías haberlo visto -Ron parecía todavía más contento de estar con él.
- ¡Ya lo creo! -respondió Harry riendo-. Oye, Ron. ¿Qué tal están las cosas por casa?
Parece que todo va bien. Percy está de nuevo en casa, y Ginny llegará en unos días del viaje, dice que está muy contenta. Fleur y Bill están pasando este mes con nosotros. ¡Ah! También ha llegado Hermione, por fin. Parecía preocupada por algo y me dijo que tenia que hablar contigo. ¿Ha pasado algo entre vosotros?
- No, nada que yo sepa, pero este verano no nos hemos mandado muchas cartas, quizá sea eso -mintió Harry preocupado-. ¿Sigue todo bien entre vosotros?
- Sí, las cosas van genial. Y tras un par de meses sin vernos está bastante... fogosa, no sé si me entiendes -dijo levantando una ceja.
Harry le dio un codazo y los dos estallaron en carcajadas justo cuando el coche descendía. Harry se quedó entusiasmado como cada año al ver La Madriguera, sorprendido de que siguiese todavía en pie.
Al entrar, estuvo varios minutos a punto de la asfixia con los abrazos de toda la familia Weasley, en especial de Molly, que le ofreció más de 10 tipos de comida distinta antes de que pudiese decir "Hola". Bill y Fleur fueron más pacientes y lo saludaron cuando estuvo libre con cordialidad.
La última vez que había visto a Fleur había sido en el Torneo de los 3 Magos, y no recordaba bien lo atractiva que era. Al tenerla de nuevo delante no pudo evitar fijarse en su belleza. Tan alta como él, tenía delante una mujer realmente guapa y con un cuerpo propio de una modelo. Evitó en la medida de lo posible fijarse en sus pechos, que sobresalían de su cuerpo con una firmeza que parecía irreal, pero cuando se dio la vuelta no pudo dejar de fijarse en los shorts ceñidos que rodeaban su magnífico trasero. Harry se sentó para evitar posibles percances y fue entonces cuando notó unas manos en los ojos.
- ¿No te falta nadie por saludar?
- ¡Hermione! -gritó Harry, dándose la vuelta para abrazarla-. Te he echado muchísimo de menos.
Lo hizo sin pensar, y cuando se dio cuenta de los efectos que la semiveela había provocado en su entrepierna ya era tarde. Se había pegado tanto a Hermione que esta retrocedió sorprendida. Sin embargo tras echar un vistazo al bulto que se interponía entre ellos, su amiga hizo como si nada ocurriera y le dio un beso en la mejilla. Desde luego, si quería que las cosas volvieran a ser normales entre ellos, Harry no estaba ayudando.
Harry dedicó la tarde a desempaquetar las cosas que había traído en su baúl, y a pasear con sus amigos por los jardines de La Madriguera, respirando aire fresco después de mucho tiempo. Se sentía vivo de nuevo. Aquel era su mundo.
Durante los días siguientes apenas tuvo tiempo para estar a solas porque los Weasley habían preparado muchísimas actividades para esa semana. Un día estaban en un pub con un hidromiel de importación delicioso, otro expulsando de nuevo a los gnomos del jardín y si no, jugando con los gemelos al Quidditch en un campo cercano. Bill los había reunido por las noches para contarles historias terroríficas de Egipto y anécdotas graciosísimas de los profesores de Hogwarts. Apenas había hablado con Hermione, y desde luego no a solas.
El único momento en el que se sentía solo eran las noches. Acostumbrado a pasar horas charlando con Ron de madrugada, se le hacía raro que su amigo se escabuyese cuanto antes para estar con su novia. Lo entendía, claro, pero no podía dejar de sentir envidia cada vez que salía por la puerta, así como cierta tristeza y nostalgia de los tiempos en los que no se preocupaban por esos placeres. Esa noche, sin embargo, algo estalló en su cerebro y decidió que sería diferente.
Cuando Ron se despidió de él a medianoche, Harry corrió a su baúl para coger la capa de invisibilidad, y aprovechándola se metió en la habitación de Hermione mientras su amigo se arreglaba en el baño. Se acercó a una esquina y vio cómo su mejor amiga estaba sentada en el escritorio con el uniforme de Hogwarts puesto. La luz de la habitación era tenue, con una pequeña lámpara de escritorio como única fuente. Harry no entendía nada, ¿acaso estudiaban juntos por la noche? Pronto resolvió su duda cuando Ron entró en la habitación vestido con una túnica. Cerró la puerta y lanzó un hechizo para insonorizar la habitación.
- Espero que haya estudiado más estos días, señorita Granger -dijo Ron con una voz que fallaba en su intento de ser seductora.
- Desde luego, profesor. Le he dedicado mucho tiempo, y ya sabe que no tengo miedo al trabajo duro -respondió Hermione mientras ponía ojitos a su novio.
Harry tuvo que contenerse para no soltar una carcajada. Le estaba pareciendo tan ridículo como entrañable. Ron se fue acercando a su alumna y preguntó:
- ¿Qué hechizo es más útil ante el ataque de un dementor?
Hermione simuló que pensaba durante un tiempo y respondió.
- ¿Expecto patronum, profesor?
- Muy bien. Siguiente pregunta. ¿Con qué poción es posible tener un día ideal?
- Felix felicis – respondió rápidamente Hermione-. Aunque podría ser también una de las pociones afrodisíacas, señor -añadió con voz inocente.
- Realmente bien, señorita Granger, pero tengo una duda. ¿Cómo ha sabido que existían las pociones afrodisíacas?
Harry no podía creerse lo en serio que se estaban tomando aquello.
- Lo-lo leí en un libro señor.
- Ninguno de los que le he proporcionado daba esa información. ¿Tiene algo que contarme, señorita? -dijo Ron apoyando una mano en el hombro de Hermione.
- E-era de la sección prohibida, profesor -respondió fingiendo arrepentimiento.
- ¿Acaso no entiende qué significa el nombre de esa sección, señorita Granger? Está prohibida por una razón, y que yo sepa usted no tenía permiso para acceder. Sabe lo que eso significa.
- Lo sé. Lo siento, profesor -dijo Hermione mientras se levantaba.
Harry vio cómo su mejor amiga apoyaba el pecho y los brazos en la mesa, de forma que ahora sólo podía verle las piernas, cubiertas por el uniforme escolar.
- Sabe que sólo hago esto por usted -dijo Ron con voz seria mientras se ponía a su lado.
Ron agarró la falda de Hermione y la levantó para dejar a la vista sus largas piernas y su culo en pompa. Lo tenía perfectamente moldeado y sin una pizca de grasa. Lo único que lo cubría era un culotte blanco con puntilla.
Harry estaba tan atento a la escena que casi se asusta cuando llegó el primer azote. Mientras Hermione respondía con un leve gemido, Harry se vio obligado a liberar la opresión de sus pantalones. Comenzó a masturbarse mientras Ron azotaba el culo a su mejor amiga. A cada azote seguía un gemido cada vez mayor, y a cada gemido una reprimenda de Ron a su alumna.
- Este por no obedecer a tu profesor.
- Mm.
- Este por ser una mentirosa.
- Lo sientooh.
- Este por lujuriosa.
- Joderr.
- Malhablada.
- ¡Aahh!
Harry había pasado de las ganas de reír a la excitación más absoluta. Nunca se había imaginado espiando a sus mejores amigos intimando, pero eso no tenía precio. Cuando acabó el castigo, Ron bajó la falda de Hermione y le dijo que se sentara de nuevo.
- Bien, señorita. Espero que haya aprendido la lección y podamos continuar.
- Sí, profesor.
- ¿Qué es lo más importante a la hora de determinar la potencia de una varita?
- ¿Su-su tamaño, señor? -dijo la alumna con la voz entrecortada.
- Claro que no, ¿de dónde has sacado esa idea?
- He pensado que una varita sería más potente a mayor tamaño porque... -titubeó Hermione mientras agarraba la túnica de Ron-. Usted es un mago muy fuerte y no puedo evitar fijarme en lo grande que es la suya -terminó, mientras miraba a los ojos del pelirrojo y parecía llevar la mano a sus pantalones.
Ron fingió sorprenderse ante la actitud de Hermione. Se oyó el sonido de una cremallera bajando y un suspiro de Ron. Harry no podía ver qué hacía Hermione desde esa posición, puesto que la túnica de Ron cubría su brazo, pero podía intuirlo por sus movimientos rítmicos y por la expresión de su amigo. Si todavía le quedase alguna duda, se habría despejado cuando Hermione se dirigió hacia la entrepierna de Ron con la boca abierta y comenzó a mover la cabeza adelante y atrás lentamente, mientras el pelirrojo le agarraba lo que podía de su larga cabellera castaña.
- Si sigue así, puede llegar a ser una gran bruja, señorita Granger, pero debe saber que lo que tiene entre manos no es una varita.
Se escuchó el sonido de Ron saliendo de la boca de Hermione, y tras un pequeño sorbo, la morena respondió.
- Vaya, siento mucho la equivocación, profesor Weasley -dijo mirándolo con los ojos muy abiertos y con voz de inocencia exagerada-. ¿Debería dejar de chupársela entonces?
Toda la respuesta de Ron fue agarrarle suavemente la cabeza con una sonrisa y volver a dirigirla hacia el interior de la túnica. Hermione no se resistió, y retomó el ritmo bajo el vientre de su profesor.
Los minutos que siguieron estaban volviendo loco a Harry. Estaba viendo a su mejor amiga practicando sexo oral a su mejor amigo. Podía escuchar los gemidos de ambos y los sonidos del ir y venir de la polla del pelirrojo en la boca de Hermione. Le sorprendía que su amiga se desenvolviese tan bien en esa situación, y no pudo evitar preguntarse con quién había practicado.
Transcurrido un tiempo, la pareja decidió que necesitaban algo más fuerte. Hermione se levantó y dejó que Ron le bajase el culotte. Mientras se besaban, Hermione iba llevando a Ron hacia la cama. Le quitó la túnica y lo empujó para ponerlo de espaldas contra el colchón. Harry apenas pudo ver un instante las partes de Ron porque Hermione saltó inmediatamente a la cama y se le puso encima, completamente vestida con el uniforme de Hogwarts. Levantó su falda el tiempo justo para agarrar el pene de Ron y dirigirlo a su interior.
Un segundo después, Harry disfrutó de la visión de Hermione cabalgando a su compañero como jamás se habría imaginado. Su amiga no tenía en esos momentos ni un ápice de la timidez que Harry le atribuía. Montaba a su semental con una furia tremenda, con suaves movimientos de cadera seguidos de largas galopadas y gimiendo tan alto que Harry temió que ni el hechizo insonorizador pudiera contener el sonido.
- ¡Estas son mis lecciones favoritas, profesor! ¡Ah! ¡Aahh!
- Jo-der... la-suerte que he tenido... con usted, señorita Granger -intentaba decir Ron, apenas sin aliento-. Cómo la ch-chupa, cómo foohh..lla, y menudo par de...
Hermione lo hizo callar con un beso con lengua, devorando la boca de Ron. Cuando decidió que ya era suficiente y se levantó, paró de moverse.
- Si quiere ver mis pechos va a tener que ponerme una buena nota, profesor -dijo mientras los acariciaba sobre la ropa y daba una rápida cabalgada-. Si -cabalgada- se -cabalgada- porta -cabalgada- bien... -cabalgada-. Puedo llegar a ser muy puta -acabó, metiendo en su interior todo lo que pudo de Ron-. ¡Oh, ohh! ¡Ooohhhh!
Escuchar a Hermione corriéndose fue demasiado para Harry, que no pudo aguantar más y la acompañó, con el descuido de soltar un pequeño "joder" que Ron no pareció oír, a diferencia de su amiga. Cuando se quiso dar cuenta, Hermione miraba justo hacia donde él estaba, mientras Ron seguía ocupado introduciéndose en ella. Su cara de espanto se convirtió rápidamente en una expresión de lujuria. Sacó el miembro de Ron de su interior, a pesar de sus quejas, y se dirigió a la punta de la cama más cercana a Harry.
- Me gustaría que me enseñase más, profesor. Ahora le toca a usted demostrarme de lo que es capaz un hombre con una gran varita -dijo, poniéndose de rodillas y apoyando las manos en el colchón.
La expresión de Ron al ver cómo Hermione le entregaba su trasero de esa manera no tenía precio. Harry pudo ver su felicidad al levantar la falda y agarrar las caderas de la morena. La atrajo todo lo que pudo hacia así y no dudó ni un momento en meterla en ese agujero que a estas alturas debía estar empapado. Harry, por su parte, pudo recordar momentos pasados al observar las dos montañas que Hermione portaba en su pecho. El tamaño que se intuía a pesar de estar cubiertos por un sujetador, camisa y jersey era descomunal. Sólo con ver lo bien que aguantaban sus prendas ante las embestidas de Ron ya le habría valido para volver a tener una erección, pero cuando dejó de atender únicamente al escaso movimientos de los pechos y se fijó en la cara de Hermione, se excitó todavía más que antes.
Estaba colorada por el esfuerzo, gemía y disfrutaba cada vez que Ron se la metía hasta el fondo, pero no paraba de ver hacia el lugar donde estaba Harry escondido. Además, no sólo miraba hacia esa esquina, sino que parecía ver directamente a sus ojos, con una expresión seria que parecía un reto, o quizá una burla a Harry por no ser él quien en esos momentos la penetraba, por estar masturbándose de forma patética mientras su mejor amigo se follaba uno de los coños más preciados de Hogwarts.
Durante los quince minutos que siguieron, Hermione sólo dejó de ver a los ojos a Harry para cerrar los suyos propios cada vez que se corría. Parecía disfrutar ante la idea de humillar a su mejor amigo, que veía cómo Hermione gemía cada vez más fuerte y se agarraba con una mano uno de sus enormes pechos, con la mano de Ron disfrutando del otro a través de la ropa. Llegó un punto en el que todo parecía a punto de estallar, y Hermione olvidó su rol de alumna para gritar, con Ron dándole cada vez más duro a su espalda y con la vista fija en Harry:
- ¡¿Esto es lo que querías?! ¡Ohh! ¡¿Es lo que llevabas esperando tanto tiempo?! ¡Mmm! ¡Ya lo tienes! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ahhh! -Hermione no podía más, notaba las venas de la polla de su novio hinchándose- ¡¡¡CÓRRETE JODER!!! ¡¡¡AAAAAAAAHHHHHHHHHH!!!
Ron y Harry tomaron la orden como propia y cada uno descargó todo lo que tenía con una potencia nunca vista. Los gritos de Hermione estuvieron a punto de dejarlos sin tímpanos. Había tenido un orgasmo que recordaría toda su vida. Se echó hacia delante con cara de satisfacción y, tras un último vistazo al lugar donde Harry se escondía bajo su capa, se dio la vuelta para besar a su amante.
Tras unos minutos de besos y caricias, la pareja se despidió por fin y Hermione dejó la puerta abierta el tiempo suficiente para que Harry pudiese salir. De camino a su habitación, le dio muchas vueltas a la cabeza para tratar de entender la actitud de Hermione y qué podía haber fallado con su capa. Quizá eran imaginaciones suyas. Algo comprensible con el shock de lo que acababa de ver.
Harry se metió en cama antes de que Ron saliese del baño y fingió que el pelirrojo lo había despertado.
- Tío, ¿qué horas son estas? Estaba teniendo un sueño muy agradable.
- Lo siento, Harry. Hermione me tuvo muy ocupado... estudiando.
- ¿Estudiando? Más bien cubriéndote a besos -dijo Harry con tono de burla.
- Algo así, es posible -respondió Ron mientras se acostaba, con una sonrisa misteriosa, ajeno a lo que Harry sabía.
Por fin había llegado el día. Ron estaba a punto de llegar a recogerlo con su Ford Anglia. Recogió todas sus cosas y se despidió de los Dursley lo más rápidamente que pudo. A ellos tampoco se les veía entusiasmados con la despedida, pero seguro que disfrutarían de no tener que ver a su sobrino en una larga temporada.
Harry subió tan pronto llegó al viejo coche de los Weasley y poco después estaban volando, esta vez con un sistema de invisibilidad más fiable.
- Este año va a ser increíble. ¡Estoy seguro de que ganaremos el torneo de quidditch! He estado entrenando con Fred y George todo el verano -decía Ron entusiasmado.
- Contigo de guardián estoy seguro de que todo será más fácil -dijo Harry sonriendo.
En ese momento era pura felicidad. Disfrutó cada segundo charlando con su amigo de cosas insulsas. El tipo de cosas que dos amigos adoran compartir, y más tras tanto tiempo sin verse.
- ... hasta le salieron forúnculos en las nalgas, tío, deberías haberlo visto -Ron parecía todavía más contento de estar con él.
- ¡Ya lo creo! -respondió Harry riendo-. Oye, Ron. ¿Qué tal están las cosas por casa?
Parece que todo va bien. Percy está de nuevo en casa, y Ginny llegará en unos días del viaje, dice que está muy contenta. Fleur y Bill están pasando este mes con nosotros. ¡Ah! También ha llegado Hermione, por fin. Parecía preocupada por algo y me dijo que tenia que hablar contigo. ¿Ha pasado algo entre vosotros?
- No, nada que yo sepa, pero este verano no nos hemos mandado muchas cartas, quizá sea eso -mintió Harry preocupado-. ¿Sigue todo bien entre vosotros?
- Sí, las cosas van genial. Y tras un par de meses sin vernos está bastante... fogosa, no sé si me entiendes -dijo levantando una ceja.
Harry le dio un codazo y los dos estallaron en carcajadas justo cuando el coche descendía. Harry se quedó entusiasmado como cada año al ver La Madriguera, sorprendido de que siguiese todavía en pie.
Al entrar, estuvo varios minutos a punto de la asfixia con los abrazos de toda la familia Weasley, en especial de Molly, que le ofreció más de 10 tipos de comida distinta antes de que pudiese decir "Hola". Bill y Fleur fueron más pacientes y lo saludaron cuando estuvo libre con cordialidad.
La última vez que había visto a Fleur había sido en el Torneo de los 3 Magos, y no recordaba bien lo atractiva que era. Al tenerla de nuevo delante no pudo evitar fijarse en su belleza. Tan alta como él, tenía delante una mujer realmente guapa y con un cuerpo propio de una modelo. Evitó en la medida de lo posible fijarse en sus pechos, que sobresalían de su cuerpo con una firmeza que parecía irreal, pero cuando se dio la vuelta no pudo dejar de fijarse en los shorts ceñidos que rodeaban su magnífico trasero. Harry se sentó para evitar posibles percances y fue entonces cuando notó unas manos en los ojos.
- ¿No te falta nadie por saludar?
- ¡Hermione! -gritó Harry, dándose la vuelta para abrazarla-. Te he echado muchísimo de menos.
Lo hizo sin pensar, y cuando se dio cuenta de los efectos que la semiveela había provocado en su entrepierna ya era tarde. Se había pegado tanto a Hermione que esta retrocedió sorprendida. Sin embargo tras echar un vistazo al bulto que se interponía entre ellos, su amiga hizo como si nada ocurriera y le dio un beso en la mejilla. Desde luego, si quería que las cosas volvieran a ser normales entre ellos, Harry no estaba ayudando.
Harry dedicó la tarde a desempaquetar las cosas que había traído en su baúl, y a pasear con sus amigos por los jardines de La Madriguera, respirando aire fresco después de mucho tiempo. Se sentía vivo de nuevo. Aquel era su mundo.
Durante los días siguientes apenas tuvo tiempo para estar a solas porque los Weasley habían preparado muchísimas actividades para esa semana. Un día estaban en un pub con un hidromiel de importación delicioso, otro expulsando de nuevo a los gnomos del jardín y si no, jugando con los gemelos al Quidditch en un campo cercano. Bill los había reunido por las noches para contarles historias terroríficas de Egipto y anécdotas graciosísimas de los profesores de Hogwarts. Apenas había hablado con Hermione, y desde luego no a solas.
El único momento en el que se sentía solo eran las noches. Acostumbrado a pasar horas charlando con Ron de madrugada, se le hacía raro que su amigo se escabuyese cuanto antes para estar con su novia. Lo entendía, claro, pero no podía dejar de sentir envidia cada vez que salía por la puerta, así como cierta tristeza y nostalgia de los tiempos en los que no se preocupaban por esos placeres. Esa noche, sin embargo, algo estalló en su cerebro y decidió que sería diferente.
Cuando Ron se despidió de él a medianoche, Harry corrió a su baúl para coger la capa de invisibilidad, y aprovechándola se metió en la habitación de Hermione mientras su amigo se arreglaba en el baño. Se acercó a una esquina y vio cómo su mejor amiga estaba sentada en el escritorio con el uniforme de Hogwarts puesto. La luz de la habitación era tenue, con una pequeña lámpara de escritorio como única fuente. Harry no entendía nada, ¿acaso estudiaban juntos por la noche? Pronto resolvió su duda cuando Ron entró en la habitación vestido con una túnica. Cerró la puerta y lanzó un hechizo para insonorizar la habitación.
- Espero que haya estudiado más estos días, señorita Granger -dijo Ron con una voz que fallaba en su intento de ser seductora.
- Desde luego, profesor. Le he dedicado mucho tiempo, y ya sabe que no tengo miedo al trabajo duro -respondió Hermione mientras ponía ojitos a su novio.
Harry tuvo que contenerse para no soltar una carcajada. Le estaba pareciendo tan ridículo como entrañable. Ron se fue acercando a su alumna y preguntó:
- ¿Qué hechizo es más útil ante el ataque de un dementor?
Hermione simuló que pensaba durante un tiempo y respondió.
- ¿Expecto patronum, profesor?
- Muy bien. Siguiente pregunta. ¿Con qué poción es posible tener un día ideal?
- Felix felicis – respondió rápidamente Hermione-. Aunque podría ser también una de las pociones afrodisíacas, señor -añadió con voz inocente.
- Realmente bien, señorita Granger, pero tengo una duda. ¿Cómo ha sabido que existían las pociones afrodisíacas?
Harry no podía creerse lo en serio que se estaban tomando aquello.
- Lo-lo leí en un libro señor.
- Ninguno de los que le he proporcionado daba esa información. ¿Tiene algo que contarme, señorita? -dijo Ron apoyando una mano en el hombro de Hermione.
- E-era de la sección prohibida, profesor -respondió fingiendo arrepentimiento.
- ¿Acaso no entiende qué significa el nombre de esa sección, señorita Granger? Está prohibida por una razón, y que yo sepa usted no tenía permiso para acceder. Sabe lo que eso significa.
- Lo sé. Lo siento, profesor -dijo Hermione mientras se levantaba.
Harry vio cómo su mejor amiga apoyaba el pecho y los brazos en la mesa, de forma que ahora sólo podía verle las piernas, cubiertas por el uniforme escolar.
- Sabe que sólo hago esto por usted -dijo Ron con voz seria mientras se ponía a su lado.
Ron agarró la falda de Hermione y la levantó para dejar a la vista sus largas piernas y su culo en pompa. Lo tenía perfectamente moldeado y sin una pizca de grasa. Lo único que lo cubría era un culotte blanco con puntilla.
Harry estaba tan atento a la escena que casi se asusta cuando llegó el primer azote. Mientras Hermione respondía con un leve gemido, Harry se vio obligado a liberar la opresión de sus pantalones. Comenzó a masturbarse mientras Ron azotaba el culo a su mejor amiga. A cada azote seguía un gemido cada vez mayor, y a cada gemido una reprimenda de Ron a su alumna.
- Este por no obedecer a tu profesor.
- Mm.
- Este por ser una mentirosa.
- Lo sientooh.
- Este por lujuriosa.
- Joderr.
- Malhablada.
- ¡Aahh!
Harry había pasado de las ganas de reír a la excitación más absoluta. Nunca se había imaginado espiando a sus mejores amigos intimando, pero eso no tenía precio. Cuando acabó el castigo, Ron bajó la falda de Hermione y le dijo que se sentara de nuevo.
- Bien, señorita. Espero que haya aprendido la lección y podamos continuar.
- Sí, profesor.
- ¿Qué es lo más importante a la hora de determinar la potencia de una varita?
- ¿Su-su tamaño, señor? -dijo la alumna con la voz entrecortada.
- Claro que no, ¿de dónde has sacado esa idea?
- He pensado que una varita sería más potente a mayor tamaño porque... -titubeó Hermione mientras agarraba la túnica de Ron-. Usted es un mago muy fuerte y no puedo evitar fijarme en lo grande que es la suya -terminó, mientras miraba a los ojos del pelirrojo y parecía llevar la mano a sus pantalones.
Ron fingió sorprenderse ante la actitud de Hermione. Se oyó el sonido de una cremallera bajando y un suspiro de Ron. Harry no podía ver qué hacía Hermione desde esa posición, puesto que la túnica de Ron cubría su brazo, pero podía intuirlo por sus movimientos rítmicos y por la expresión de su amigo. Si todavía le quedase alguna duda, se habría despejado cuando Hermione se dirigió hacia la entrepierna de Ron con la boca abierta y comenzó a mover la cabeza adelante y atrás lentamente, mientras el pelirrojo le agarraba lo que podía de su larga cabellera castaña.
- Si sigue así, puede llegar a ser una gran bruja, señorita Granger, pero debe saber que lo que tiene entre manos no es una varita.
Se escuchó el sonido de Ron saliendo de la boca de Hermione, y tras un pequeño sorbo, la morena respondió.
- Vaya, siento mucho la equivocación, profesor Weasley -dijo mirándolo con los ojos muy abiertos y con voz de inocencia exagerada-. ¿Debería dejar de chupársela entonces?
Toda la respuesta de Ron fue agarrarle suavemente la cabeza con una sonrisa y volver a dirigirla hacia el interior de la túnica. Hermione no se resistió, y retomó el ritmo bajo el vientre de su profesor.
Los minutos que siguieron estaban volviendo loco a Harry. Estaba viendo a su mejor amiga practicando sexo oral a su mejor amigo. Podía escuchar los gemidos de ambos y los sonidos del ir y venir de la polla del pelirrojo en la boca de Hermione. Le sorprendía que su amiga se desenvolviese tan bien en esa situación, y no pudo evitar preguntarse con quién había practicado.
Transcurrido un tiempo, la pareja decidió que necesitaban algo más fuerte. Hermione se levantó y dejó que Ron le bajase el culotte. Mientras se besaban, Hermione iba llevando a Ron hacia la cama. Le quitó la túnica y lo empujó para ponerlo de espaldas contra el colchón. Harry apenas pudo ver un instante las partes de Ron porque Hermione saltó inmediatamente a la cama y se le puso encima, completamente vestida con el uniforme de Hogwarts. Levantó su falda el tiempo justo para agarrar el pene de Ron y dirigirlo a su interior.
Un segundo después, Harry disfrutó de la visión de Hermione cabalgando a su compañero como jamás se habría imaginado. Su amiga no tenía en esos momentos ni un ápice de la timidez que Harry le atribuía. Montaba a su semental con una furia tremenda, con suaves movimientos de cadera seguidos de largas galopadas y gimiendo tan alto que Harry temió que ni el hechizo insonorizador pudiera contener el sonido.
- ¡Estas son mis lecciones favoritas, profesor! ¡Ah! ¡Aahh!
- Jo-der... la-suerte que he tenido... con usted, señorita Granger -intentaba decir Ron, apenas sin aliento-. Cómo la ch-chupa, cómo foohh..lla, y menudo par de...
Hermione lo hizo callar con un beso con lengua, devorando la boca de Ron. Cuando decidió que ya era suficiente y se levantó, paró de moverse.
- Si quiere ver mis pechos va a tener que ponerme una buena nota, profesor -dijo mientras los acariciaba sobre la ropa y daba una rápida cabalgada-. Si -cabalgada- se -cabalgada- porta -cabalgada- bien... -cabalgada-. Puedo llegar a ser muy puta -acabó, metiendo en su interior todo lo que pudo de Ron-. ¡Oh, ohh! ¡Ooohhhh!
Escuchar a Hermione corriéndose fue demasiado para Harry, que no pudo aguantar más y la acompañó, con el descuido de soltar un pequeño "joder" que Ron no pareció oír, a diferencia de su amiga. Cuando se quiso dar cuenta, Hermione miraba justo hacia donde él estaba, mientras Ron seguía ocupado introduciéndose en ella. Su cara de espanto se convirtió rápidamente en una expresión de lujuria. Sacó el miembro de Ron de su interior, a pesar de sus quejas, y se dirigió a la punta de la cama más cercana a Harry.
- Me gustaría que me enseñase más, profesor. Ahora le toca a usted demostrarme de lo que es capaz un hombre con una gran varita -dijo, poniéndose de rodillas y apoyando las manos en el colchón.
La expresión de Ron al ver cómo Hermione le entregaba su trasero de esa manera no tenía precio. Harry pudo ver su felicidad al levantar la falda y agarrar las caderas de la morena. La atrajo todo lo que pudo hacia así y no dudó ni un momento en meterla en ese agujero que a estas alturas debía estar empapado. Harry, por su parte, pudo recordar momentos pasados al observar las dos montañas que Hermione portaba en su pecho. El tamaño que se intuía a pesar de estar cubiertos por un sujetador, camisa y jersey era descomunal. Sólo con ver lo bien que aguantaban sus prendas ante las embestidas de Ron ya le habría valido para volver a tener una erección, pero cuando dejó de atender únicamente al escaso movimientos de los pechos y se fijó en la cara de Hermione, se excitó todavía más que antes.
Estaba colorada por el esfuerzo, gemía y disfrutaba cada vez que Ron se la metía hasta el fondo, pero no paraba de ver hacia el lugar donde estaba Harry escondido. Además, no sólo miraba hacia esa esquina, sino que parecía ver directamente a sus ojos, con una expresión seria que parecía un reto, o quizá una burla a Harry por no ser él quien en esos momentos la penetraba, por estar masturbándose de forma patética mientras su mejor amigo se follaba uno de los coños más preciados de Hogwarts.
Durante los quince minutos que siguieron, Hermione sólo dejó de ver a los ojos a Harry para cerrar los suyos propios cada vez que se corría. Parecía disfrutar ante la idea de humillar a su mejor amigo, que veía cómo Hermione gemía cada vez más fuerte y se agarraba con una mano uno de sus enormes pechos, con la mano de Ron disfrutando del otro a través de la ropa. Llegó un punto en el que todo parecía a punto de estallar, y Hermione olvidó su rol de alumna para gritar, con Ron dándole cada vez más duro a su espalda y con la vista fija en Harry:
- ¡¿Esto es lo que querías?! ¡Ohh! ¡¿Es lo que llevabas esperando tanto tiempo?! ¡Mmm! ¡Ya lo tienes! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ahhh! -Hermione no podía más, notaba las venas de la polla de su novio hinchándose- ¡¡¡CÓRRETE JODER!!! ¡¡¡AAAAAAAAHHHHHHHHHH!!!
Ron y Harry tomaron la orden como propia y cada uno descargó todo lo que tenía con una potencia nunca vista. Los gritos de Hermione estuvieron a punto de dejarlos sin tímpanos. Había tenido un orgasmo que recordaría toda su vida. Se echó hacia delante con cara de satisfacción y, tras un último vistazo al lugar donde Harry se escondía bajo su capa, se dio la vuelta para besar a su amante.
Tras unos minutos de besos y caricias, la pareja se despidió por fin y Hermione dejó la puerta abierta el tiempo suficiente para que Harry pudiese salir. De camino a su habitación, le dio muchas vueltas a la cabeza para tratar de entender la actitud de Hermione y qué podía haber fallado con su capa. Quizá eran imaginaciones suyas. Algo comprensible con el shock de lo que acababa de ver.
Harry se metió en cama antes de que Ron saliese del baño y fingió que el pelirrojo lo había despertado.
- Tío, ¿qué horas son estas? Estaba teniendo un sueño muy agradable.
- Lo siento, Harry. Hermione me tuvo muy ocupado... estudiando.
- ¿Estudiando? Más bien cubriéndote a besos -dijo Harry con tono de burla.
- Algo así, es posible -respondió Ron mientras se acostaba, con una sonrisa misteriosa, ajeno a lo que Harry sabía.
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