Al día siguiente, me desperté con el aroma del pan tostado, que subía de la cocina y la presencia de alguien en mi cama.
- Buenos días, dormilón - oigo entre sueños, que me dice mi tía Laura, acurrucándose junto a mí.
Ella está completamente vestida, pero yo estoy desnudo y siento como baja su mano por mi pecho hasta el abdomen.
- Buenos días - le contesto, envolviendo mi brazo alrededor de ella. - ¿Cómo has dormido?
- Cuando lo conseguí... como un bebé - me responde. Sus dedos hacen pequeños círculos en mi vello púbico. - Como te puedes imaginar, estuvimos hablando hasta bien entrada la noche. Fuiste toda una sensación entre mis amigas. - me sonríe.
Le beso la parte superior de la cabeza, preguntándome donde habrá ido su mano, ya no la siento sobre mi cuerpo.
- ¡Ah! Ha llamado Claudia - me informa. Ahora veo como coloca su mano en su regazo y se sienta al borde de la cama. - La invité a desayunar. Estará aquí en pocos minutos.
- ¡¿Qué?! - Le grito, sacando mis piernas de la cama.
- Dijo que necesitaba hablar contigo - se encoge de hombros con una gran sonrisa en su cara.
- Podría haber ido yo a su casa -protesto, mientras me pongo de pie y tía Laura bizquea los ojos, mirando mi erección mañanera.
- Sí, pero pensé que sería bueno que tuvieras la ventaja de campo - me dice ella, alcanzando mi pene y moviendo su traviesa mano hacia atrás y adelante con suavidad.- Es mejor que te des una ducha y te vistas. Ya no tienes mucho tiempo. – golpea mi culo para que obedezca la orden.
Cuando sale de mi habitación, miro su magnífico culo, dibujado perfectamente en unos pantalones cortos, blancos y ajustados. Desde luego, tengo mucho en que pensar, pero ahora no es el momento.
Me doy una ducha rápida. Me pongo un pantalón de tenis y una camiseta vieja con unos dibujitos absurdos estampados en el frente. Bajo los escalones hasta la cocina y entro en ella ¡Ya está aquí!
Doy los buenos días a las amigas de mi tía y a Claudia, que está sentada en la mesa junto a ellas.
Es un poco raro, ver en la mesa, comiendo tostadas, a mi novia y a las cuatro mujeres con las que ayer mismo, todos desnudos, estuve jugando al juego más atrevido, divertido y sensual de mi vida. Pero aquí estoy, viendo a mi novia comer sus tostadas, junto a las cuatro mujeres que me hicieron correrme después de un par de horas de juegos libidinosos y me siento nervioso, pero es una emoción placentera. No tengo sentimiento de culpa, como debiera, es más bien de satisfacción, de orgullo ¿Me estaré volviendo una mala persona?
Veo que han recogido todos los juguetes y ropitas que, cuando nos fuimos a la cama, llenaban el salón. Al menos, eso me tranquiliza.
Miro a Claudia y sé que debo tomar una decisión, pero todavía no sé cuál. Es una mujer guapa, con una magnífica figura. Tiene 24 años y se viste como si acabara de salir de la portada de Vogue. Su foulard acentúa perfectamente su inmaculado traje de chaqueta. Sus pendientes, a juego con el bolso y los zapatos. Su maquillaje invisible, impecable.
Puedo sentir como las cuatro mujeres están evaluándola. Y tengo que reconocer que las cuatro se ven muy sexys en sus pantalones cortos y ajustados.
- Y dime ¿Cuál era el problema que teníais anoche? ¿Os fue Diego de ayuda? - le pregunta Claudia a tía Laura, que está pegando un bocado a una tostada de tomate con un poquito de jamón.
- Ah, nada. Sólo cositas que necesitan a un chicarrón fuerte como mi sobrino - tía Laura se encoge de hombros, como si no hubiera sido gran cosa.
Me pregunto, si tiene siempre esa facilidad para soslayar los problemas o si ya tenía pensada la respuesta desde que le envió el texto con mi móvil.
- Bueno, no hace falta que te lo diga, - le indica Claudia - si yo puedo ser de ayuda, Laura, podéis contar conmigo.
- No estoy muy segura, Claudia, de querer contar contigo. Al fin y al cabo, elegiste a mi sobrino como novio. Eso no dice mucho a tu favor.
Claudia se queda cortada y comienza a balbucear una respuesta, mientras que el resto nos echamos a reír.
- Es broma, tonta - le aclara mi tía, tocando su brazo. - y gracias, lo tendré en cuenta.
Continuamos con una charla sin trascendencia el resto de desayuno, pero me molesta que Claudia no se diera cuenta que tía Laura estaba bromeando. Y cuando miro alrededor de la mesa, me parece que, aunque Claudia es la más joven, es la persona menos divertida de todas. Cualquiera de las cuatro mujeres tiene más marcha que ella en el cuerpo.
Mientras desayuno, sigo pensando que decisión tomar. El sexo con ella es increíble. Claudia es prácticamente una contorsionista, pero nuestra vida fuera de la cama, se reduce prácticamente a andar con sus aburridos amigos o estar discutiendo entre nosotros.
- Nosotras nos vamos de compras, para que podáis hablar tranquilamente entre los dos - nos dice tía Laura, interrumpiendo la conversación sin ninguna delicadeza, pero con toda normalidad, mientras se levanta y empieza a recoger la mesa.
Alicia, Cristina y Clara se unen a ella y, una vez que han llenado el lavavajillas, se despiden de nosotros.
- Nos vemos más tarde - me dice tía Laura, besándome en la mejilla. - Adiós Claudia.
Las otras mujeres hacen lo mismo, me dicen adiós y me dan dos besos en la mejilla y unos afectuosos achuchones.
- Son muy cariñosas las amigas de tu tía - me dice Claudia, una vez que se han ido.
Si ella supiera.
- Eso parece - contesto escuetamente. Voy aprendiendo de mi tía, a no dar demasiadas explicaciones cuando no interesa.
- No me gusta cuando nos peleamos, Diego - me dice Claudia cogiéndome la mano.
- A mí tampoco, - contesto honestamente - pero últimamente parece que ocurre muy a menudo.
Ella asiente con la cabeza.
- Es curioso, ni siquiera recuerdo de lo que estábamos discutiendo. Seguro que sería otra tontería. - añado con tristeza.
- Era por Belén - me recuerda Claudia - No te gusta y es una de mis mejores amigas. Pero no importa eso ahora, me hubiera gustado que hubieras venido a casa anoche -dice utilizando su voz más melosa. – Sabes, me pasé toda la noche caliente, esperando uno de los que yo llamo "polvetes de reconciliación". - se ríe.
¡Joder! Se repite este rollo con tanta frecuencia, que hasta le ha dado nombre.
Me pregunto si tendrá nombre para todos los polvos que echamos. Los clasificará en "polvos de precalentamiento" "sexo hogareño tras una agotadora jornada laboral", "polvo sin prisas de fin de semana" "despertar sexual tranquilo”, “sexo salvaje de vacaciones”, ...
- Claudia, - Soy yo ahora el que toma su mano - te juro, que no hay nada en este mundo tan maravilloso como el sexo contigo. - Hace poco tiempo hubiera sido sincero diciendo esto, desde ayer empiezo a tener dudas.
- Gracias,- se sonroja - siempre intento esforzarme para ti. - Ella me dedica una de sus miradas más seductoras. - ¿Vamos a terminar esta conversación en tu dormitorio? - me pregunta sensual y coqueta.
- No, esta vez no - respondo tajante.
No soy consciente de lo que realmente estoy diciendo, hasta que las palabras salen de mi boca. Su cara cambia automáticamente.
- No puedo pensar con claridad cuando estoy en la cama contigo - le digo muy serio y veo una mirada de confusión en su rostro. - Pero honestamente, tengo la impresión de que fuera de la cama, cada día tenemos menos común. Pasamos el sesenta por ciento del tiempo discutiendo y el otro cuarenta por ciento...
Supongo que iba a decir en "polvetes de reconciliación", pero me lo callo. Sé, que se me notaría demasiado el sarcasmo y no quiero empezar una nueva discusión.
- ¿Quieres decir que no tenemos nada en común? - se tira hacia atrás sobre el respaldo de la silla, lista para una nueva pelea. - Tenemos a nuestros amigos.
- Tus amigos, querrás decir. - eso no me lo puede negar.
- Ahora son tus amigos también. - Se calla y me mira. La ira va poniendo un ligero rubor en su rostro.
- ¿Estás rompiendo conmigo? ¿Hay alguien más? ¡Estás con otra chica!
- ¡NO! - digo enfáticamente. - Nadie más. Pero creo que mereces a alguien que no malgaste dos tercios de tu tiempo en discusiones inútiles ¿no crees? - le pregunto.
- ¡Estás rompiendo conmigo!- se levanta y comienza a alejarse, pero antes de salir de la habitación se gira y me dice.
- ¡Que te den por el culo! ¡Diego, que te den por el culo! ¡Tú no rompes conmigo! ¡Soy yo la que te manda a la mierda! - Toma una respiración profunda, se da la vuelta. Parece que me va a mandar una llamarada de fuego como los dragones - ¡Espero que estés contento,... con quien quiera que sea la fulana esa! ¡Hemos terminado para siempre! - me grita y sale corriendo por la puerta.
¡Joder! Yo no pensaba llegar a este punto. Pero, de alguna manera, me siento bien. Termino de arreglar la cocina y luego me tiro en el sofá, a pasar los canales de televisión con el mando.
Debo haber cambiado mucho en una noche. Supongo que tanto comer coños y las sucesivas mamadas, me han dado el impulso que necesitaba o, quizás, me han obnubilado completamente la mente.
Al final de la mañana, escucho a las cuatro amigas entrar. Vienen hablando todas a la vez y riendo alegremente. Me siento y, simplemente, digo, hola.
- Hola, sobrinito - me saluda contenta tía Laura, sentándose a mi lado. - ¿Cómo te ha ido con Claudia?
- Rompimos - contesto, consciente de que las otras mujeres están muy cerca y su charla se ha detenido completamente.
- Lo siento. - me consuela mi tía, poniendo su brazo alrededor de mi cuello.
- Yo no. - sonrío. - Fue idea mía
- Entonces, yo tampoco - dice ella, besándome en la mejilla juguetonamente. - En realidad, nunca nos gustó mucho a ninguno.
- No sabía eso.
- No estoy muy segura de lo que viste en ella ... quiero decir ... aparte de lo obvio.
- Bueno, no te imaginas lo que se podía hacer con lo obvio - contesto. – Cuando estábamos en la cama era una contorsionista y, aunque tú la veas así de remilgada…
No me deja continuar. Tía Laura toma mis manos entre las suyas.
- Mi pequeño Diego - se ríe - ¿No crees que eso es demasiada información para que se la cuentes a tu vieja tía?
Después de lo de ayer,… Bueno, quizás tenga razón. Era nuestra vida íntima y ahí debe quedar.
Solo añado con amargura.
- Fuera del sexo... - me confieso, mirando al suelo - No teníamos nada en común.
Me incorporo y me giro hacia mi tía.
- ¿Quieres venir conmigo esta tarde para sacar mis cosas?
- Por supuesto. - me dice convencida, aunque quizás solo lo diga por no dejarme solo.
Pasamos unos tensos momentos en silencio. Ni siquiera me acuerdo de la presencia de las amigas de mi tía por la casa. Hasta que son ellas las que me sacan de mis tristes pensamientos.
- ¿Quieres ver lo que hemos comprado? - Me pregunta Clara con una voz cantarina.
Se lo agradezco. Sé que lo ha hecho por sacarme del muermo, aunque mi sonrisa no debe resultar demasiado sincera.
- Por supuesto - contesto, y veo como remueven el interior de sus bolsas tiradas en el suelo. - ¿Vais a hacerme un pase de modelos?
- Claro, eso es lo que te acabo de decir – Clara me sonríe, mientras estira y mira un pequeño top de color azul con flores.
En un momento, sacan una variedad increíble de tops, faldas y pantalones cortos y comienzan a desvestirse.
- ¡Eh! ¿Pero es que pensáis cambiaros aquí? – pregunta tía Laura con voz de alarma.
- Igual,esta mañana, tenemos algo que todavía no ha visto – se burla de ella Ali, mientras saca su camiseta por encima de su cabeza y revela un sujetador de color canela claro, que muestra generosamente sus pechos.
- Tía, tienes que reconocer que Ali tiene un poquito de razón - contesto yo, viendo como cada una de las mujeres comienzan a desnudarse sin ningún pudor.
Con estas señoras, los problemas se alejan con una facilidad pasmosa.
- Hombre, no seas caradura ¿Así que ahora, ves normal que mis amigas se desvistan delante de mi sobrino?
Tía Laura golpea mi brazo, pero se reúne con sus amigas para probarse y enseñarme sus nuevos trapitos. Creo que ella también está feliz por mí.
Me paso la siguiente media hora riendo, asintiendo, negando, dando palmadas, halagando su buen gusto y… con una perpetua erección.
Aunque ninguna de ellas se quita la ropa interior, es muy sexy verles cómo se quitan su ropa. Verles intercambiarse camisetas, blusas y faldas, observando de nuevo sus diferencias físicas. Su poses. Es tan divertido oírlas, escuchar sus pullas y sus fingidas discusiones. Quieren saber mi opinión sobre todo y mi opinión, siempre positiva, es la que prevalece. Mientras, me halagan mi buen gusto y me miman con besitos y carantoñas.
Es todo tan excitante, que creo sentirme en el nirvana. Pero,en un momento, se rompe este dulce equilibrio. Debido a Clara. La traviesa Clara. La perversa Clara, que tenía que darle un puntito más de picante al asunto.
- ¿Crees que esto me quedaría mejor sin sujetador – pregunta, mirándome a los ojos, al tiempo que sujeta una camiseta, que Ali acaba de desdoblar.
- No lo tengo muy claro - le respondo con honestidad.- Pruébatelo y te digo.
- Esperaba que me dijeras eso - me responde y rápidamente se dispone a desabrochar su sujetador y exponer a mi escrutinio sus exquisitos pezones hinchados.
- Estabas deseando mostrar tus tetas, zorrón. - dice tía Laura - Nunca te lo vas a poner sin un sujetador ¿A qué viene esa pregunta?
- ¿Quién sabe? Si a Diego le gusta, podría sacarme un día a pasear con esta camisetita. - se encoge de hombros y luego desliza la prenda por encima de su cabeza, tirando de ella hacia abajo, sobre su pecho. - ¿Qué piensas? - me pregunta, acercándose a mí, para que pueda tener una buena visión de sus pezones marcados sobre la tela.
- Me gusta mucho, pero yo no te recomendaría salir así en público – me animo a pinzar con dos dedos cada uno de los pezones, a través del ligero material. - Aunque estás muy atractiva.
- Yo nunca puedo ir sin sujetador, – dice Ali risueña - pero yo también te voy a mostrar mis tetas otra vez, Diego.
Ali prescinde de escusas. Se quita la camiseta que se estaba probando. Luego deja caer el sujetador en el suelo y se inclina sobre el brazo del sofá. Sus tetas se quedan a escasos centímetros de mi cara. Levanta una con la mano y me lo ofrece, como si fuera un niño, para que me lo meta en la boca. Por supuesto, no me hago esperar. Me pongo a mamar de la negra protuberancia, jugando con mi lengua y mordisqueando con mis dientes. Estoy perdido en el sabor de las tetas de Ali, cuando siento unos dedos enredando con mi bragueta.
Cristina está de rodillas entre mis piernas ¡La inocente Cristina! Tratando de liberar mi polla. Es evidente que no tiene mucha práctica en esas lides. Pongo la mano sobre la de ella para detenerla.
- Esto, os juro, que me cuesta más a mí que a vosotras decirlo - confieso, liberando el pezón de Ali y recuperando el aliento. - Pero, por mucho que me gustaría continuar, …
¡Cómo no me iba a gustar! Después de lo que pasó la noche anterior y la forma en la que aplazamos la toma de decisiones, esto tenía todos los visos de convertirse en una orgía, conmigo de protagonista, chupando, comiendo, lamiendo, tocando y … follando a todas estas magnificas mujeres al mismo tiempo. O, al menos, así me lo imagino yo.
- … tengo que ir acasa de mi nov… de mi ex novia a buscar mis cosas.
Me echo hacia atrás, tiro hacia arriba de la cremallera y veo las caras largas de tres hermosas mujeres decepcionadas. Me dan ganas de llorar ¡Cómo puede alguien renunciar a esto! Pero realmente primero tengo que zanjar el tema con Claudia. Quiero quedarme tranquilo, pasar página.
- Podremos continuar donde lo hemos dejado cuando vuelva - les aseguro, aunque, lo que realmente quiero saber,es que no he perdido la oportunidad de mi vida. – Como cualquier cosa y me acerco a por mis pertenencias y seguimos donde lo hemos dejado.
- ¿Lo prometes? – me pregunta Cristina, mirándome con sus grandes ojos azules.
No parece ella. Está todavía de rodillas en el suelo delante de mí. Es la única que no se ha quitado nada y está vestida de cintura para arriba.
- Sólo, si tú me prometes, que me dejaras darme un festín con estos fabulosos pezones - respondo, al tiempo que extendiendo la mano y los toco a través de la blusa y el sujetador.
- Te tomo la palabra - me dice, con emoción, mirando ansiosamente a tía Laura, que le responde con un ligero movimiento de cabeza.
Entiendo que están tramando algo, pero no quiero preguntar, probablemente me enteraré cuando volvamos. Ahora, prefiero pasar cuanto antes el trago de recoger mis cosas.
Una ligera sopa y un filete y dejamos a las amigas de mi tía recogiendo la cocina. Una vez que estamos en el coche me pregunta tía Laura muy seria.
- ¿Tienes claro lo que vas a hacer?
- Ya te dije que hemos roto. Nada más que decir.
Mi tía calla. Yo finalmente añado.
- En una pareja, tiene que haber algo más que peleas y sexo.
- ¿Es por eso que me has traído contigo?¿Por si acaso te sientes tentado a follar con tu reciente ex novia?
Sonrío. Vaya lenguaje el que ahora utiliza conmigo. Algo ha cambiado entre nosotros. Supongo, que simplemente quiere quitarle hierro al asunto.
- Puede ser muy convincente, pero no es por eso tía Laura.
- Seguro. – dice tras unos minutos de silencio sentada a mi lado. No parece creerme demasiado.
Me quiere. Estoy seguro, que mi tía me quiere y ha pensado mucho sobre mi relación con Claudia y no la juzga de forma muy positiva. Creo que piensa que soy un poco tonto, un poco pelele o, quizás, es lo que pienso yo de mi mismo y, por eso, interpreto así sus gestos ¿He sido manejado por Clara?
- Me alegro que haya otra mujer - le digo crípticamente.
- ¿La hay? – me pregunta mi tía muy sorprendida.
Estiro mi mano y tomo la suya, apretando suavemente, mientras descanso mi brazo en el reposabrazos.
- No como ella piensa, pero sí - contesto, mirando hacia ella, para ver su reacción.
Está sonriendo por lo que continúo hablando.
- Ayer por la noche me lo pasé muy bien y no me refiero al sexo.
- ¿El sexo de anoche no fue divertido? – se burla tía Laura de mí, apretando mi mano.
- ¡A Ver! – contesto intentando tener una conversación seria. – Lo que quiero decir, es que estuvimos toda la noche riendo y disfrutando. Estaba con unas mujeres mayores que yo y me lo estaba pasando como hacía mucho tiempo. Me hizo darme cuenta de lo aburrida que ha sido mi vida con Claudia.
- ¡Oye! ¿Qué es eso de mujeres mayores? Por mí te podrías a ver ido con tu Claudita y hubieras tenido una noche de sexo increíble para compensar la falta de risas y diversión. - Mi tía se sigue riendo de mí.
No estoy seguro, de si ese vacile que se trae conmigo, es algo que la sale de forma natural o es un mecanismo de defensa, para que todo esto no sea demasiado trascendente. En todo caso, me gusta, me hace más fácil abrirme y desahogarme.
- Anoche me di cuenta, estando con cuatro mujeres maravillosas, que estoy en una etapa de mi vida, que prefiero la falta de sexo, a la falta de diversión - Me uno a sus chanzas - La viste en el desayuno. La tomaste el pelo y ella ni siquiera se dio cuenta.
- Ya lo vi. Es un poco papanatas - añade tía Laura, volviéndose hacia mí, cada vez más animada - No podía creer, que pensara, que de verdad estaba criticando su gusto con los hombres - se ríe tía Laura- Si será lo único que haya hecho bien en su vida, elegir a mi sobrino.
Coloca su mano en la cara interna de mi muslo, peligrosamente cerca de mi pene y se inclina hacia mí.
- No me gustaría que volvieras con ella. Si me necesitas para bajar la tensión sexual antes de verla, sabes que puedes contar conmigo. – me dice tía Laura maliciosamente, al tiempo que sus dedos se desplazan hacia arriba tamborileando por mi entrepierna.
- Ahora, estoy bien, - contesto - pero cuando empecemos a hablar no sé qué pueda pasar. Lo tendré en cuenta.
- ¡Oye! ¡Qué te has creído! Llevas mucho tiempo con “Doña Estirada” y tampoco te das cuenta cuando te estoy tomando el pelo - dice retirando su mano.
- Me había dado cuenta- respondo, aunque no estoy muy seguro de lo que digo.
- Bueno, o tal vez no estaba bromeando – la miro y me guiña un ojo sonriendo.
De acuerdo, no estoy seguro de nada. Antes de que pueda pensar en una respuesta ingeniosa, nos detenemos delante del edificio donde vive Claudia. Donde, hasta ayer mismo, vivíamos los dos.
- Gracias por venir conmigo, tita - es todo lo que digo.
- No me lo perdería por nada del mundo - dice ella, abriendo la puerta del coche - Tal vez pueda llegar a ver una de las famosos "polvos de reconciliación de Diego y Claudia".
- No, mientes a la bicha - digo, tomando de nuevo su mano, mientras caminamos hasta la puerta.
Había llamado para que Claudia supiera que veníamos. Nos abre la puerta con un modelito de lo más sugerente. Una falda ceñida y una camiseta que se ajustaba como una segunda piel sobre sus senos, sin sujetador. Mi tía casi se echa a reír y yo aspiro una bocanada de aire para no unirme a ella en una carcajada.
- ¡Oh! - suspira Clara - No sabía que ibas a venir con tía Laura.
Se me olvidaría mencionarla, cuando hablamos por teléfono.
- Va a ayudarme con mis cosas - le digo mientras paso con mi tía hasta la sala de estar.
En el equipo de música suena mi música favorita y hay una botella de vino abierta sobre la mesa, con dos copas.
- Pensé que todavía podríamos hablar de lo nuestro - me dice sonriendo, mientras le echa una mirada fulminante a mi tía.
Comienzo a poner las cosas en cajas, al tiempo que respondo.
- Lo siento, Clara. Vamos a darnos un tiempo y a dejar de discutir.
Ella mira a su alrededor, como si alguien fuera a darle una respuesta mejor y se fuera a solucionar el tema como ella quiere.
- Estábamos bien juntos, Diego - dice por fin y una solitaria lágrima baja por su mejilla, surcando su perfecto maquillaje.
- Muy bien - admito, poniendo mi mano sobre su hombro. - Pero también hemos discutido hasta la locura. Eso también es verdad.
- Hemos discutido, como se debe de discutir y era divertido. - susurra, mirando de reojo a tía Laura, que está yendo hacia el dormitorio con una caja vacía.
- ¡Eh! No vamos discutir, por la forma en que hemos estado discutiendo - Me río, pero a ella no se la ve de muy buen humor.
- ¿Qué voy a decir a Esther y a Esteban? - me pregunta. - Se supone que íbamos a cenar con ellos esta noche.
¿Esto es lo que realmente la molesta? ¿Esa es su preocupación? ¿Qué va a decir a sus amigos?
- Diles lo que quieras - le respondo, al tiempo que recojo los pocos CDs que no tenemos en común. - Mira, si quieres les dices a tus amigos, que soy un cabrón, que me he liado con otra mujer y me has dado una patada en el culo. Por mi está bien.
- ¡Eres un hijo de puta y un arrogante bastardo! - me grita. - ¿Crees que todo esto se soluciona sabiendo lo que voy a decir a mis amigos?
Tengo que admitir, que realmente está preciosa cuando se enfada.
- ¡Muy bien, de puta madre! ¡Coge tus cosas y sal de aquí, cabrón!
Tardamos unos veinte minutos, tía Laura y yo, en conseguir guardar la ropa y los pocos bienes que tengo en su casa. La verdad es que compartíamos gastos y ella tiene un montón de caprichos y modelitos y yo... poca cosa, y eso que gano más que ella. Pienso en todo eso, mientras veo a Claudia sentada en la mesa de la cocina, quieta, simulando leer una revista sin hablar, sin levantar la vista. Incluso cuando le digo adiós.
Creo que debería estar cabreado, sin embargo, la sensación que predomina en mí, es de alivio. Soy libre, pienso.
- Bueno, no ha sido tan difícil -me dice mi tía cuando ponemos la última caja en el maletero.
Me encojo de hombros, al tiempo que abro la puerta del coche. De nuevo a casa de mis padres. La verdad, es que esa perspectiva sí me preocupa. No quiero vivir con mis padres y no se me ocurre de momento ninguna otra opción.
- Sí que pensaba arreglarlo todo con un buen polvete ¿verdad? - me interroga tía Laura, sacudiendo la cabeza y sacándome de mis pensamientos.
- ¿Por qué no?– Contesto - Le ha funcionado otras veces.
- Siempre he pensado que estabas muy encoñado, pero no hasta ese punto. Un chico tan guapo y tan majo como tú... ¿Habría funcionado si no llego yo a venir?
Pongo mi mano sobre su muslo mientras sonrío.
- Con tres o cuatro mujeres esperando en casa, no creo que hubiera sido posible.
Ella juguetonamente golpea mi mano con una sonrisa pícara en la cara. Una sonrisa de satisfacción cruza su cara.
- Desde luego, Clara es una zorra, pero es más lista que el hambre.
No entiendo muy bien su respuesta. Pregunto a mi tía.
- ¿Qué tiene que ver Clara con …? – Me interrumpo inmediatamente.
Abro la boca de par en par ¡Lo del pase de modelos…! ¡¡¡¡Zorras!!!! Yo que me creía el tío más listo del mundo. El seductor de maduritas ¡Qué cabronas!
¡Ahora entiendo todo! ¡Ese numerito de sus amigas en casa no ha sido casualidad! No se han puesto a modelar, sólo por saber mi opinión sobre su ropa ¡Querían calentarme antes de que fuera a casa de mi ex novia!
Me sonrío por dentro. Si pensaba que yo estaba manejado a estas mujeres con la punta de la polla, estoy muy equivocado. Cuando yo voy, ellas llevan mucho rato de vuelta. Me están manejando como a un niño.
No consigo cabrearme ¡Cómo mola la situación! ¡Ser un hombre objeto en manos de cuatro maduras mujeres! No seré yo quien corte el juego. Creo que sabré ser el “naufrago” más dócil y entregado, en manos de estas sirenitas mayores que yo.
- ¡¿El pase de modelos estaba premeditado?! – pido que me aclare a mi tía. - ¿Decidisteis hacerlo antes de llegar a casa?
- Solo si habías roto con Claudia. Me prometieron que sería solo en ese caso, aunque no estoy segura de que me hubieran hecho caso. Ya vistes como iba a acabar la historia, si no tenemos que venir a por tus cosas.
- Y la inventora fue Clara.
- Caló a tu ex a la primera. Nada más salir me dijo. “Esa Claudia es una zorrita. Se va a tirar a tu sobrino en cuanto nos vayamos y va a agarrarle otra vez por los huevos, pero como deje pasar esta oportunidad, está perdida. Tu Dieguito no se va a poder resistir a estas curvas tan bien puestas”. Luego nos pidió ayuda para mostrarte “los placeres de la vida”.
- Tan evidente soy, tía. Tan tonto parezco.
- No, lo que eres, es adorable. Ya ves que todas estuvimos dispuestas a colaborar.
La verdad es que me emociona, pero no dejo de sentirme como un gilipollas.
- ¿Habéis hablado mucho sobre mí, claro?
- Desde que te conocieron. Las tiene loquitas – se ríe y pasa su mano dulcemente sobre mi mejilla.
Luego añade.
- Pero no te preocupes cariño. Todas las mujeres sabemos que los tíos pensáis con la polla y os manejamos con facilidad. Supongo, que sencillamente, tú eres más inocente que otros o, quizás, es que tienes más testosterona y te es más difícil pensar en situaciones límite. – Se ríe, mirándome. Calibrando mis reacciones. Supongo que para no herirme demasiado. Luego añade.
- Eso a muchas mujeres nos gusta. De todas formas, me gustaría hablar contigo sobre eso. Sobre el sexo y las situaciones límite.- se gira en su asiento de modo que queda mirándome de frente, fijamente, mientras yo conduzco.
Noto, un casi imperceptible cambio en su tono de voz. Parece más nerviosa.
- Bueno, solucionado un problema, vamos con otro. He estado esperando esta conversación desde la mamada de anoche.
- Tía - digo, adelantándome a ella - Aunque haya dicho lo de antes, entiendo que debemos pensar muy bien sobre cómo deben evolucionar las cosas entre tú y yo. Debemos hablar largo y tendido...
De forma inesperada se echa a reír y yo, esta vez, realmente no sé de que va la broma.
- Largo, tendido y duro estaría mejor ¿no crees? A mí me gustaría más, -apunta con picardía - pero no es de eso no de lo que quería hablarte.
- ¡Ah! - Sonrío ante su respuesta, aunque sigo desconcertado. - ¿Creía que tenías dudas sobre ... - Dejo la frase en el aire para no parecer presuntuoso - Tú dirás entonces.
- Diego, bueno, sobre lo nuestro también tenemos que hablar, pero ahora no creo que esté preparada. - sonríe - Probablemente necesitamos tener esa conversación en algún momento. - Y cambiando de tono agrega de forma resuelta - Pero primero tengo que decirte algo, antes de llegar a casa.
- Está bien, dispara.
- Probablemente has notado que Cristina no es ...uhm ... muy experimentada ¿verdad? - me mira observando mis reacciones.
- Sí, ella parece menos lanzada que las demás– contesto, aunque esta mañana se ha tirado a mi bragueta como una ninfómana.
- Bueno, ella nunca ha tenido novio y hace un tiempo en que está obsesionada en perder su virginidad.
¡Vaya, Cristina es virgen! Tía Laura habla más rápido, claramente no está muy cómoda con esta conversación.
- Hemos estado tratando de ayudarla, pero realmente es muy exigente.Claro, podríamos correr la voz y tendría un montón de tíos que se ofrecerían voluntarios - me dice, arrugando su nariz con un gesto de desagrado, para hacerme saber lo que piensa sobre esa opción.
- Últimamente se la ve obsesionada. Dice que se la está pasando el arroz y que la damos mucha envidia. Ella iba a perder anoche su virginidad, con nosotras... Y... seamos sinceros, no iba ser tampoco una gran “primera vez”.
Decido no hacer comentarios y dejar que siga hablando.
- Por eso, lo de la ... fiesta de lencería. Los juguetes que viste, eran para eso - y continúa diciendo, como si fuera la cosa más normal del mundo. - Íbamos a ayudar a Cristina a perder su virginidad y para eso era el consolador que viste encima de la mesa de salón.
Se ríe con nerviosismo, esperando mi reacción.
- ¿Así que, anoche interrumpí algo más que una competición garganta profunda? - hago la chanza para bajar la tensión, aunque no sé si consigo lo contrario.
- ¡Exactamente! - dice un poco más aliviada - Y llegaste a casa y ..."
- Mira tía, lo entiendo. - le digo. - Llegué justo para interrumpir el gran momento de Cris. No me hacían falta tantas explicaciones y no quiero estropearos vuestros planes. No hay problema, puedo irme a casa de David esta noche y vosotras podréis ...
Ella me interrumpe de nuevo con un golpe en mi hombro.
- ¡No, tonto! - Ahora ella se ríe con ganas. - No te estás enterando de nada. Déjame terminar.
- Está bien, pero deja de castigarme el hombro - sigo con su broma.
- Llegaste a casa, no a interrumpir, si no en el momento justo y ahora, en lugar del consolador, ¡Cristina quiere que seas tú quien acabe con su virginidad!
- ¿Qué? ¡Espera! ¡No! - Tartamudeo. - Nunca he hecho eso antes.
- ¡Ah! No te preocupes, ni ella tampoco - me contesta sarcásticamente.
- No ... pero ... quiero decir ... su primera vez. - No sé muy bien que decir - ¿Qué pasa si la hago daño? ¿O si la defraudo?
- Eso le puede pasar con cualquiera.
- Lo sé, pero ... su primera vez, y después de haberlo esperado tanto tiempo, debe ser algo especial ¿No te parece?
Otra vez, y van unas cuantas, me pregunto, porque estoy discutiendo sobre algo con lo que he fantaseado desde pequeño. Bueno, ni siquiera en mis gayolas más calenturientas de adolescente, y Cristina me ha inspirado unas cuantas, llegué a imaginar que mi polla sería la primera en deslizarse en el apretado coño de una madura Cristina y que el ofrecimiento lo haría mi propia tía. Es ella la que de nuevo me saca de mis reflexiones.
- Mi primera vez, como la de la mayoría de las mujeres, no fue nada especial y aquí estoy tan feliz. – me dice con seguridad, desarmándome totalmente.
- Ya, pero ese no es el asunto. – sigo insistiendo - La cuestión es que ahora el responsable sería yo y si meto la pata, es tu amiga, la hermana pequeña de los amigos de mis padres. No es tan fácil - digo, tambaleante. No sé exactamente por donde quiero llevar la conversación.
- No seas tan egocéntrico. La cosa no va sobre ti, va sobre Cristina. - me dice dejándome sin respuesta. Luego afloja un poco - ¡Será especial! Eres un amante experimentado y sus mejores amigas estarán allí, con vosotros.
- ¡¿Qué?! ¿Vamos a estar...haciéndolo delante de todo el mundo?
- No es todo el mundo - dice mi tía poniendo los ojos en blanco. - Solo nosotras. Además, íbamos a estar allí para ayudarla con el consolador ¿Por qué no vamos a estar allí con un polla de verdad?
- -¡Vaya! ¿Es eso todo lo que soy en esta historia, una polla? ¿Un pedazo de carne? - Pregunto con fingida indignación.
- Ahora sí que lo estás entendiendo, sobrinito - se ríe y luego añade más seria - En serio, Diego ¿Lo harás bien? Ayer fuiste muy amable con ella. Probablemente seas la primera persona, que haya dicho algo bonito sobre sus pechos. Aunque no lo creas, eso, significa mucho para ella. Fue muy amable de tu parte.
- Tonterías. No estaba siendo amable. Me encantan tus pezones.
- Siempre se han burlado mucho de ella por tener el pecho plano. -Me explica tía Laura. - En el instituto las chavalas y chavales pueden ser muy crueles.
Escucho su voz indignada y añade, aún con más pasión.
- Ha pensado muchas veces, muy seriamente, operarse ¿Tú qué piensas?
- ¡Qué sería una gilipollez! -afirmo con seguridad. –Sus tetas son impresionantes. Encerradas bajo la ropa, quizás no digan mucho, pero esos pezonacos vistos, así, al aire ¡Son la ostia! Lo que no tienen de grande, lo tienen de morbosas… pero bueno, nos estamos yendo del tema, tía.
- Está bien. Sólo quería que sepas lo importante que ha sido para Cristina. Y no digas nada de los implantes ¿De acuerdo?
- Claro - Respondo y me quedo meditando sobre la propuesta que quiero darles.
Mientras mi mente da vueltas al asunto, mi pene está apunto de reventar ante la perspectiva de tener una sesión de sexo en grupo, para quitarle las telarañas del coño a Cristina ¡Un regalo de la vida! Estamos en casa antes de que ninguno de los dos hable de nuevo.
- ¿Qué has decidido? ¿Lo vas a hacer? - me pide tía Laura antes de salir del coche.
Respiro profundamente antes de responder.
- Dos condiciones - Elevo dos dedos, para dar énfasis a lo que digo. - En primer lugar, quiero hablar con Cristina para asegurarme que es esto lo que quiere y no lo hace presionada por el grupo.
- Vale - Responde mi tía, poniendo una cara que me indica que eso es una tontería - ¿Qué es lo otro?
- ¡Sin presión de ningún tipo, nunca! - Digo con un poco de más fuerza de lo que pretendía. - Cristina puede retirarse en cualquier momento, antes o durante, sin una pizca de persuasión, reproche o coacción de cualquiera de vosotras.
Tía Laura sonríe, mientras camina hacia la entrada de la casa mis padres.
- Estaba segura que Cris había escogido al hombre adecuado para esto. - me dice, aupándose sobre la puntas de sus pies para besar mi mejilla. - Mi sobrinito es todo un caballero ¡Gracias! Estoy de acuerdo con todas tus exigencias. - me dedica una sonrisa de cariño, que dice muchas cosas - Voy a entretener a Ali y a Clara. Mientras tú puedes hablar con Cristina.
Justo antes de entrar en casa, añade.
- Ahora ¿Ya podemos entrar, para iniciar el ritual de desfloramiento de una virgen?
Me río a pesar de mi nerviosismo, o quizás debido él.
- ¿Cómo ha ido la cosa? - nos recibe Ali, viendo como cargamos con mis pertenencias.
- ¡Claudia es historia! ¡Y, además, está de acuerdo! - dice telegráficamente tía Laura, mirando a Cristina que tiene una sonrisa de oreja a oreja.
Sus amigas aplauden y me jalean.
- Hay más cajas en el coche - anuncio, interrumpiendo su algarabía. - Tengo que reservar fuerzas, si quiero estar a la altura de la fiesta que me habéis preparado. - me río cómplice de su confabulación.
Las cuatro mujeres se dirigen hacia mi coche y acarrean las cajas hasta mi habitación. Luego, se reúnen en la sala de estar, ansiosas de que empiece la diversión.
- Encontré esto en una de las cajas - dice Ali, que sujeta en su mano una caja de condones.
- Lo cogí por si acaso tenía una necesidad. No sé si Claudia los echará de menos. – puede que eso sea lo que yo quiero, que los eche de menos. Aunque, ahora tengo otros asuntos entre manos más importantes.
- Esperad. Antes de nada - tía Laura se hace cargo de la situación, como de costumbre. - Diego quiere hablar con Cristina, a solas ¿Por qué no vais a tu dormitorio, Diego?
Me voy con Cristina y les dejamos con su alborotada conversación.
Cuando llegamos a mi habitación, le invito a sentarse en la cama y me siento a su lado. Intento parecer más adulto de lo que soy, pero la tímida Cristina rompe el hielo antes de que yo sepa lo que decir.
- Gracias por hacer esto, Diego - me dice mirándome a los ojos. - Estoy un poco nerviosa, …pero no por ti. Me refiero a que no tengo dudas de que tú seas capaz de… No sé muy bien lo que digo.
Me parece curioso, ver a una persona, que en su trabajo debe tomar decisiones rápidas de una gran responsabilidad, comportarse de esta forma.
- Estoy yo más nervioso que tú, Cris - le aseguro. - Nunca he hecho esto antes - le digo, y veo una expresión confusa en su rostro. -Nunca he follado con una virgen. - aclaro de forma precipitada y algo tosca.
- ¡Ah! - ella se ríe nerviosa. -Pensé que querías decir ... No importa. - añade mientras sigue riéndose.
Tomo sus manos en las mías.
- ¿Estás absolutamente segura de que quieres hacer esto? - Pregunto, mirándola a sus enormes ojos llenos de inocencia.
He conocido a esta mujer durante toda mi vida y ahora le estoy pidiendo que medite sobre si quiere que se la endiñe. Curioso.
- Creo que es una decisión importante. No es algo que debe hacerse así, a lo loco.
- ¿No quieres hacerlo? - pregunta en voz baja.
- Quiero decir, que quiero saber, si tienes claro lo que vamos a hacer. No entiendo las prisas ¿Piensas que no tendrás otra oportunidad? Eso es absurdo ¿Por qué piensas eso? ¿Por qué tienes el pecho plano? - Veo un gesto de disgusto y empieza a levantarse.
- Está bien, no te sientas obligado a ...
- ¡Cristina! - Le interrumpo y tiro de ella hacia mí.
Cae encima mío y noto sus nalgas apretándose sobre mi rabo, duro como el marfil.
- Eres una mujer muy deseable, por favor, lo que no quiero es que te degrades a ti misma. Ya te dije anoche, que tus pezones son una pasada. Me muero por volverlos a chupar, y que decir de tu cuerpo, ya te dije ayer lo que pensaba. Si tú lo deseas, … yo voy a vivir un sueño. Lo que quiero decirte es que, yo no soy tu último tren. Créeme, ahí fuera hay montones de hombres mucho mejor amantes y mejores tíos que yo, que darían su mano derecha por estar contigo. Sé lo que pasó anoche. No te dejes avasallar por tus amigas y luego arrepentirte de...
- ¡Fue idea mía! - me interrumpe con decisión. - ¿Crees que esas zorras de Clara y Ali hubieran pensado en mí, pudiéndote follar ellas mismas?¿Y de tu tía...? Bueno, dejémoslo en que es tu tía y mi mejor amiga - añade después - Créeme, por muchas razones y todas egoístas, eres el mejor para desvirgarme. Eres un bomboncito para una señora de mi edad. Sí, sí, estoy muy buena, - dice para no dejarme hablar - pero visto desde mi perspectiva, soy una mujer de casi 40 años, que se va a beneficiar de un yogurcín de veintisiete años. Eres dulce y amable, lo sé, te conozco desde que naciste. Además - va añadir algo y se lo piensa. Finalmente dice - Ayer vi que estás muy bien dotado y me pones cachonda ¿Qué más puedo pedir?
- Buenos días, dormilón - oigo entre sueños, que me dice mi tía Laura, acurrucándose junto a mí.
Ella está completamente vestida, pero yo estoy desnudo y siento como baja su mano por mi pecho hasta el abdomen.
- Buenos días - le contesto, envolviendo mi brazo alrededor de ella. - ¿Cómo has dormido?
- Cuando lo conseguí... como un bebé - me responde. Sus dedos hacen pequeños círculos en mi vello púbico. - Como te puedes imaginar, estuvimos hablando hasta bien entrada la noche. Fuiste toda una sensación entre mis amigas. - me sonríe.
Le beso la parte superior de la cabeza, preguntándome donde habrá ido su mano, ya no la siento sobre mi cuerpo.
- ¡Ah! Ha llamado Claudia - me informa. Ahora veo como coloca su mano en su regazo y se sienta al borde de la cama. - La invité a desayunar. Estará aquí en pocos minutos.
- ¡¿Qué?! - Le grito, sacando mis piernas de la cama.
- Dijo que necesitaba hablar contigo - se encoge de hombros con una gran sonrisa en su cara.
- Podría haber ido yo a su casa -protesto, mientras me pongo de pie y tía Laura bizquea los ojos, mirando mi erección mañanera.
- Sí, pero pensé que sería bueno que tuvieras la ventaja de campo - me dice ella, alcanzando mi pene y moviendo su traviesa mano hacia atrás y adelante con suavidad.- Es mejor que te des una ducha y te vistas. Ya no tienes mucho tiempo. – golpea mi culo para que obedezca la orden.
Cuando sale de mi habitación, miro su magnífico culo, dibujado perfectamente en unos pantalones cortos, blancos y ajustados. Desde luego, tengo mucho en que pensar, pero ahora no es el momento.
Me doy una ducha rápida. Me pongo un pantalón de tenis y una camiseta vieja con unos dibujitos absurdos estampados en el frente. Bajo los escalones hasta la cocina y entro en ella ¡Ya está aquí!
Doy los buenos días a las amigas de mi tía y a Claudia, que está sentada en la mesa junto a ellas.
Es un poco raro, ver en la mesa, comiendo tostadas, a mi novia y a las cuatro mujeres con las que ayer mismo, todos desnudos, estuve jugando al juego más atrevido, divertido y sensual de mi vida. Pero aquí estoy, viendo a mi novia comer sus tostadas, junto a las cuatro mujeres que me hicieron correrme después de un par de horas de juegos libidinosos y me siento nervioso, pero es una emoción placentera. No tengo sentimiento de culpa, como debiera, es más bien de satisfacción, de orgullo ¿Me estaré volviendo una mala persona?
Veo que han recogido todos los juguetes y ropitas que, cuando nos fuimos a la cama, llenaban el salón. Al menos, eso me tranquiliza.
Miro a Claudia y sé que debo tomar una decisión, pero todavía no sé cuál. Es una mujer guapa, con una magnífica figura. Tiene 24 años y se viste como si acabara de salir de la portada de Vogue. Su foulard acentúa perfectamente su inmaculado traje de chaqueta. Sus pendientes, a juego con el bolso y los zapatos. Su maquillaje invisible, impecable.
Puedo sentir como las cuatro mujeres están evaluándola. Y tengo que reconocer que las cuatro se ven muy sexys en sus pantalones cortos y ajustados.
- Y dime ¿Cuál era el problema que teníais anoche? ¿Os fue Diego de ayuda? - le pregunta Claudia a tía Laura, que está pegando un bocado a una tostada de tomate con un poquito de jamón.
- Ah, nada. Sólo cositas que necesitan a un chicarrón fuerte como mi sobrino - tía Laura se encoge de hombros, como si no hubiera sido gran cosa.
Me pregunto, si tiene siempre esa facilidad para soslayar los problemas o si ya tenía pensada la respuesta desde que le envió el texto con mi móvil.
- Bueno, no hace falta que te lo diga, - le indica Claudia - si yo puedo ser de ayuda, Laura, podéis contar conmigo.
- No estoy muy segura, Claudia, de querer contar contigo. Al fin y al cabo, elegiste a mi sobrino como novio. Eso no dice mucho a tu favor.
Claudia se queda cortada y comienza a balbucear una respuesta, mientras que el resto nos echamos a reír.
- Es broma, tonta - le aclara mi tía, tocando su brazo. - y gracias, lo tendré en cuenta.
Continuamos con una charla sin trascendencia el resto de desayuno, pero me molesta que Claudia no se diera cuenta que tía Laura estaba bromeando. Y cuando miro alrededor de la mesa, me parece que, aunque Claudia es la más joven, es la persona menos divertida de todas. Cualquiera de las cuatro mujeres tiene más marcha que ella en el cuerpo.
Mientras desayuno, sigo pensando que decisión tomar. El sexo con ella es increíble. Claudia es prácticamente una contorsionista, pero nuestra vida fuera de la cama, se reduce prácticamente a andar con sus aburridos amigos o estar discutiendo entre nosotros.
- Nosotras nos vamos de compras, para que podáis hablar tranquilamente entre los dos - nos dice tía Laura, interrumpiendo la conversación sin ninguna delicadeza, pero con toda normalidad, mientras se levanta y empieza a recoger la mesa.
Alicia, Cristina y Clara se unen a ella y, una vez que han llenado el lavavajillas, se despiden de nosotros.
- Nos vemos más tarde - me dice tía Laura, besándome en la mejilla. - Adiós Claudia.
Las otras mujeres hacen lo mismo, me dicen adiós y me dan dos besos en la mejilla y unos afectuosos achuchones.
- Son muy cariñosas las amigas de tu tía - me dice Claudia, una vez que se han ido.
Si ella supiera.
- Eso parece - contesto escuetamente. Voy aprendiendo de mi tía, a no dar demasiadas explicaciones cuando no interesa.
- No me gusta cuando nos peleamos, Diego - me dice Claudia cogiéndome la mano.
- A mí tampoco, - contesto honestamente - pero últimamente parece que ocurre muy a menudo.
Ella asiente con la cabeza.
- Es curioso, ni siquiera recuerdo de lo que estábamos discutiendo. Seguro que sería otra tontería. - añado con tristeza.
- Era por Belén - me recuerda Claudia - No te gusta y es una de mis mejores amigas. Pero no importa eso ahora, me hubiera gustado que hubieras venido a casa anoche -dice utilizando su voz más melosa. – Sabes, me pasé toda la noche caliente, esperando uno de los que yo llamo "polvetes de reconciliación". - se ríe.
¡Joder! Se repite este rollo con tanta frecuencia, que hasta le ha dado nombre.
Me pregunto si tendrá nombre para todos los polvos que echamos. Los clasificará en "polvos de precalentamiento" "sexo hogareño tras una agotadora jornada laboral", "polvo sin prisas de fin de semana" "despertar sexual tranquilo”, “sexo salvaje de vacaciones”, ...
- Claudia, - Soy yo ahora el que toma su mano - te juro, que no hay nada en este mundo tan maravilloso como el sexo contigo. - Hace poco tiempo hubiera sido sincero diciendo esto, desde ayer empiezo a tener dudas.
- Gracias,- se sonroja - siempre intento esforzarme para ti. - Ella me dedica una de sus miradas más seductoras. - ¿Vamos a terminar esta conversación en tu dormitorio? - me pregunta sensual y coqueta.
- No, esta vez no - respondo tajante.
No soy consciente de lo que realmente estoy diciendo, hasta que las palabras salen de mi boca. Su cara cambia automáticamente.
- No puedo pensar con claridad cuando estoy en la cama contigo - le digo muy serio y veo una mirada de confusión en su rostro. - Pero honestamente, tengo la impresión de que fuera de la cama, cada día tenemos menos común. Pasamos el sesenta por ciento del tiempo discutiendo y el otro cuarenta por ciento...
Supongo que iba a decir en "polvetes de reconciliación", pero me lo callo. Sé, que se me notaría demasiado el sarcasmo y no quiero empezar una nueva discusión.
- ¿Quieres decir que no tenemos nada en común? - se tira hacia atrás sobre el respaldo de la silla, lista para una nueva pelea. - Tenemos a nuestros amigos.
- Tus amigos, querrás decir. - eso no me lo puede negar.
- Ahora son tus amigos también. - Se calla y me mira. La ira va poniendo un ligero rubor en su rostro.
- ¿Estás rompiendo conmigo? ¿Hay alguien más? ¡Estás con otra chica!
- ¡NO! - digo enfáticamente. - Nadie más. Pero creo que mereces a alguien que no malgaste dos tercios de tu tiempo en discusiones inútiles ¿no crees? - le pregunto.
- ¡Estás rompiendo conmigo!- se levanta y comienza a alejarse, pero antes de salir de la habitación se gira y me dice.
- ¡Que te den por el culo! ¡Diego, que te den por el culo! ¡Tú no rompes conmigo! ¡Soy yo la que te manda a la mierda! - Toma una respiración profunda, se da la vuelta. Parece que me va a mandar una llamarada de fuego como los dragones - ¡Espero que estés contento,... con quien quiera que sea la fulana esa! ¡Hemos terminado para siempre! - me grita y sale corriendo por la puerta.
¡Joder! Yo no pensaba llegar a este punto. Pero, de alguna manera, me siento bien. Termino de arreglar la cocina y luego me tiro en el sofá, a pasar los canales de televisión con el mando.
Debo haber cambiado mucho en una noche. Supongo que tanto comer coños y las sucesivas mamadas, me han dado el impulso que necesitaba o, quizás, me han obnubilado completamente la mente.
Al final de la mañana, escucho a las cuatro amigas entrar. Vienen hablando todas a la vez y riendo alegremente. Me siento y, simplemente, digo, hola.
- Hola, sobrinito - me saluda contenta tía Laura, sentándose a mi lado. - ¿Cómo te ha ido con Claudia?
- Rompimos - contesto, consciente de que las otras mujeres están muy cerca y su charla se ha detenido completamente.
- Lo siento. - me consuela mi tía, poniendo su brazo alrededor de mi cuello.
- Yo no. - sonrío. - Fue idea mía
- Entonces, yo tampoco - dice ella, besándome en la mejilla juguetonamente. - En realidad, nunca nos gustó mucho a ninguno.
- No sabía eso.
- No estoy muy segura de lo que viste en ella ... quiero decir ... aparte de lo obvio.
- Bueno, no te imaginas lo que se podía hacer con lo obvio - contesto. – Cuando estábamos en la cama era una contorsionista y, aunque tú la veas así de remilgada…
No me deja continuar. Tía Laura toma mis manos entre las suyas.
- Mi pequeño Diego - se ríe - ¿No crees que eso es demasiada información para que se la cuentes a tu vieja tía?
Después de lo de ayer,… Bueno, quizás tenga razón. Era nuestra vida íntima y ahí debe quedar.
Solo añado con amargura.
- Fuera del sexo... - me confieso, mirando al suelo - No teníamos nada en común.
Me incorporo y me giro hacia mi tía.
- ¿Quieres venir conmigo esta tarde para sacar mis cosas?
- Por supuesto. - me dice convencida, aunque quizás solo lo diga por no dejarme solo.
Pasamos unos tensos momentos en silencio. Ni siquiera me acuerdo de la presencia de las amigas de mi tía por la casa. Hasta que son ellas las que me sacan de mis tristes pensamientos.
- ¿Quieres ver lo que hemos comprado? - Me pregunta Clara con una voz cantarina.
Se lo agradezco. Sé que lo ha hecho por sacarme del muermo, aunque mi sonrisa no debe resultar demasiado sincera.
- Por supuesto - contesto, y veo como remueven el interior de sus bolsas tiradas en el suelo. - ¿Vais a hacerme un pase de modelos?
- Claro, eso es lo que te acabo de decir – Clara me sonríe, mientras estira y mira un pequeño top de color azul con flores.
En un momento, sacan una variedad increíble de tops, faldas y pantalones cortos y comienzan a desvestirse.
- ¡Eh! ¿Pero es que pensáis cambiaros aquí? – pregunta tía Laura con voz de alarma.
- Igual,esta mañana, tenemos algo que todavía no ha visto – se burla de ella Ali, mientras saca su camiseta por encima de su cabeza y revela un sujetador de color canela claro, que muestra generosamente sus pechos.
- Tía, tienes que reconocer que Ali tiene un poquito de razón - contesto yo, viendo como cada una de las mujeres comienzan a desnudarse sin ningún pudor.
Con estas señoras, los problemas se alejan con una facilidad pasmosa.
- Hombre, no seas caradura ¿Así que ahora, ves normal que mis amigas se desvistan delante de mi sobrino?
Tía Laura golpea mi brazo, pero se reúne con sus amigas para probarse y enseñarme sus nuevos trapitos. Creo que ella también está feliz por mí.
Me paso la siguiente media hora riendo, asintiendo, negando, dando palmadas, halagando su buen gusto y… con una perpetua erección.
Aunque ninguna de ellas se quita la ropa interior, es muy sexy verles cómo se quitan su ropa. Verles intercambiarse camisetas, blusas y faldas, observando de nuevo sus diferencias físicas. Su poses. Es tan divertido oírlas, escuchar sus pullas y sus fingidas discusiones. Quieren saber mi opinión sobre todo y mi opinión, siempre positiva, es la que prevalece. Mientras, me halagan mi buen gusto y me miman con besitos y carantoñas.
Es todo tan excitante, que creo sentirme en el nirvana. Pero,en un momento, se rompe este dulce equilibrio. Debido a Clara. La traviesa Clara. La perversa Clara, que tenía que darle un puntito más de picante al asunto.
- ¿Crees que esto me quedaría mejor sin sujetador – pregunta, mirándome a los ojos, al tiempo que sujeta una camiseta, que Ali acaba de desdoblar.
- No lo tengo muy claro - le respondo con honestidad.- Pruébatelo y te digo.
- Esperaba que me dijeras eso - me responde y rápidamente se dispone a desabrochar su sujetador y exponer a mi escrutinio sus exquisitos pezones hinchados.
- Estabas deseando mostrar tus tetas, zorrón. - dice tía Laura - Nunca te lo vas a poner sin un sujetador ¿A qué viene esa pregunta?
- ¿Quién sabe? Si a Diego le gusta, podría sacarme un día a pasear con esta camisetita. - se encoge de hombros y luego desliza la prenda por encima de su cabeza, tirando de ella hacia abajo, sobre su pecho. - ¿Qué piensas? - me pregunta, acercándose a mí, para que pueda tener una buena visión de sus pezones marcados sobre la tela.
- Me gusta mucho, pero yo no te recomendaría salir así en público – me animo a pinzar con dos dedos cada uno de los pezones, a través del ligero material. - Aunque estás muy atractiva.
- Yo nunca puedo ir sin sujetador, – dice Ali risueña - pero yo también te voy a mostrar mis tetas otra vez, Diego.
Ali prescinde de escusas. Se quita la camiseta que se estaba probando. Luego deja caer el sujetador en el suelo y se inclina sobre el brazo del sofá. Sus tetas se quedan a escasos centímetros de mi cara. Levanta una con la mano y me lo ofrece, como si fuera un niño, para que me lo meta en la boca. Por supuesto, no me hago esperar. Me pongo a mamar de la negra protuberancia, jugando con mi lengua y mordisqueando con mis dientes. Estoy perdido en el sabor de las tetas de Ali, cuando siento unos dedos enredando con mi bragueta.
Cristina está de rodillas entre mis piernas ¡La inocente Cristina! Tratando de liberar mi polla. Es evidente que no tiene mucha práctica en esas lides. Pongo la mano sobre la de ella para detenerla.
- Esto, os juro, que me cuesta más a mí que a vosotras decirlo - confieso, liberando el pezón de Ali y recuperando el aliento. - Pero, por mucho que me gustaría continuar, …
¡Cómo no me iba a gustar! Después de lo que pasó la noche anterior y la forma en la que aplazamos la toma de decisiones, esto tenía todos los visos de convertirse en una orgía, conmigo de protagonista, chupando, comiendo, lamiendo, tocando y … follando a todas estas magnificas mujeres al mismo tiempo. O, al menos, así me lo imagino yo.
- … tengo que ir acasa de mi nov… de mi ex novia a buscar mis cosas.
Me echo hacia atrás, tiro hacia arriba de la cremallera y veo las caras largas de tres hermosas mujeres decepcionadas. Me dan ganas de llorar ¡Cómo puede alguien renunciar a esto! Pero realmente primero tengo que zanjar el tema con Claudia. Quiero quedarme tranquilo, pasar página.
- Podremos continuar donde lo hemos dejado cuando vuelva - les aseguro, aunque, lo que realmente quiero saber,es que no he perdido la oportunidad de mi vida. – Como cualquier cosa y me acerco a por mis pertenencias y seguimos donde lo hemos dejado.
- ¿Lo prometes? – me pregunta Cristina, mirándome con sus grandes ojos azules.
No parece ella. Está todavía de rodillas en el suelo delante de mí. Es la única que no se ha quitado nada y está vestida de cintura para arriba.
- Sólo, si tú me prometes, que me dejaras darme un festín con estos fabulosos pezones - respondo, al tiempo que extendiendo la mano y los toco a través de la blusa y el sujetador.
- Te tomo la palabra - me dice, con emoción, mirando ansiosamente a tía Laura, que le responde con un ligero movimiento de cabeza.
Entiendo que están tramando algo, pero no quiero preguntar, probablemente me enteraré cuando volvamos. Ahora, prefiero pasar cuanto antes el trago de recoger mis cosas.
Una ligera sopa y un filete y dejamos a las amigas de mi tía recogiendo la cocina. Una vez que estamos en el coche me pregunta tía Laura muy seria.
- ¿Tienes claro lo que vas a hacer?
- Ya te dije que hemos roto. Nada más que decir.
Mi tía calla. Yo finalmente añado.
- En una pareja, tiene que haber algo más que peleas y sexo.
- ¿Es por eso que me has traído contigo?¿Por si acaso te sientes tentado a follar con tu reciente ex novia?
Sonrío. Vaya lenguaje el que ahora utiliza conmigo. Algo ha cambiado entre nosotros. Supongo, que simplemente quiere quitarle hierro al asunto.
- Puede ser muy convincente, pero no es por eso tía Laura.
- Seguro. – dice tras unos minutos de silencio sentada a mi lado. No parece creerme demasiado.
Me quiere. Estoy seguro, que mi tía me quiere y ha pensado mucho sobre mi relación con Claudia y no la juzga de forma muy positiva. Creo que piensa que soy un poco tonto, un poco pelele o, quizás, es lo que pienso yo de mi mismo y, por eso, interpreto así sus gestos ¿He sido manejado por Clara?
- Me alegro que haya otra mujer - le digo crípticamente.
- ¿La hay? – me pregunta mi tía muy sorprendida.
Estiro mi mano y tomo la suya, apretando suavemente, mientras descanso mi brazo en el reposabrazos.
- No como ella piensa, pero sí - contesto, mirando hacia ella, para ver su reacción.
Está sonriendo por lo que continúo hablando.
- Ayer por la noche me lo pasé muy bien y no me refiero al sexo.
- ¿El sexo de anoche no fue divertido? – se burla tía Laura de mí, apretando mi mano.
- ¡A Ver! – contesto intentando tener una conversación seria. – Lo que quiero decir, es que estuvimos toda la noche riendo y disfrutando. Estaba con unas mujeres mayores que yo y me lo estaba pasando como hacía mucho tiempo. Me hizo darme cuenta de lo aburrida que ha sido mi vida con Claudia.
- ¡Oye! ¿Qué es eso de mujeres mayores? Por mí te podrías a ver ido con tu Claudita y hubieras tenido una noche de sexo increíble para compensar la falta de risas y diversión. - Mi tía se sigue riendo de mí.
No estoy seguro, de si ese vacile que se trae conmigo, es algo que la sale de forma natural o es un mecanismo de defensa, para que todo esto no sea demasiado trascendente. En todo caso, me gusta, me hace más fácil abrirme y desahogarme.
- Anoche me di cuenta, estando con cuatro mujeres maravillosas, que estoy en una etapa de mi vida, que prefiero la falta de sexo, a la falta de diversión - Me uno a sus chanzas - La viste en el desayuno. La tomaste el pelo y ella ni siquiera se dio cuenta.
- Ya lo vi. Es un poco papanatas - añade tía Laura, volviéndose hacia mí, cada vez más animada - No podía creer, que pensara, que de verdad estaba criticando su gusto con los hombres - se ríe tía Laura- Si será lo único que haya hecho bien en su vida, elegir a mi sobrino.
Coloca su mano en la cara interna de mi muslo, peligrosamente cerca de mi pene y se inclina hacia mí.
- No me gustaría que volvieras con ella. Si me necesitas para bajar la tensión sexual antes de verla, sabes que puedes contar conmigo. – me dice tía Laura maliciosamente, al tiempo que sus dedos se desplazan hacia arriba tamborileando por mi entrepierna.
- Ahora, estoy bien, - contesto - pero cuando empecemos a hablar no sé qué pueda pasar. Lo tendré en cuenta.
- ¡Oye! ¡Qué te has creído! Llevas mucho tiempo con “Doña Estirada” y tampoco te das cuenta cuando te estoy tomando el pelo - dice retirando su mano.
- Me había dado cuenta- respondo, aunque no estoy muy seguro de lo que digo.
- Bueno, o tal vez no estaba bromeando – la miro y me guiña un ojo sonriendo.
De acuerdo, no estoy seguro de nada. Antes de que pueda pensar en una respuesta ingeniosa, nos detenemos delante del edificio donde vive Claudia. Donde, hasta ayer mismo, vivíamos los dos.
- Gracias por venir conmigo, tita - es todo lo que digo.
- No me lo perdería por nada del mundo - dice ella, abriendo la puerta del coche - Tal vez pueda llegar a ver una de las famosos "polvos de reconciliación de Diego y Claudia".
- No, mientes a la bicha - digo, tomando de nuevo su mano, mientras caminamos hasta la puerta.
Había llamado para que Claudia supiera que veníamos. Nos abre la puerta con un modelito de lo más sugerente. Una falda ceñida y una camiseta que se ajustaba como una segunda piel sobre sus senos, sin sujetador. Mi tía casi se echa a reír y yo aspiro una bocanada de aire para no unirme a ella en una carcajada.
- ¡Oh! - suspira Clara - No sabía que ibas a venir con tía Laura.
Se me olvidaría mencionarla, cuando hablamos por teléfono.
- Va a ayudarme con mis cosas - le digo mientras paso con mi tía hasta la sala de estar.
En el equipo de música suena mi música favorita y hay una botella de vino abierta sobre la mesa, con dos copas.
- Pensé que todavía podríamos hablar de lo nuestro - me dice sonriendo, mientras le echa una mirada fulminante a mi tía.
Comienzo a poner las cosas en cajas, al tiempo que respondo.
- Lo siento, Clara. Vamos a darnos un tiempo y a dejar de discutir.
Ella mira a su alrededor, como si alguien fuera a darle una respuesta mejor y se fuera a solucionar el tema como ella quiere.
- Estábamos bien juntos, Diego - dice por fin y una solitaria lágrima baja por su mejilla, surcando su perfecto maquillaje.
- Muy bien - admito, poniendo mi mano sobre su hombro. - Pero también hemos discutido hasta la locura. Eso también es verdad.
- Hemos discutido, como se debe de discutir y era divertido. - susurra, mirando de reojo a tía Laura, que está yendo hacia el dormitorio con una caja vacía.
- ¡Eh! No vamos discutir, por la forma en que hemos estado discutiendo - Me río, pero a ella no se la ve de muy buen humor.
- ¿Qué voy a decir a Esther y a Esteban? - me pregunta. - Se supone que íbamos a cenar con ellos esta noche.
¿Esto es lo que realmente la molesta? ¿Esa es su preocupación? ¿Qué va a decir a sus amigos?
- Diles lo que quieras - le respondo, al tiempo que recojo los pocos CDs que no tenemos en común. - Mira, si quieres les dices a tus amigos, que soy un cabrón, que me he liado con otra mujer y me has dado una patada en el culo. Por mi está bien.
- ¡Eres un hijo de puta y un arrogante bastardo! - me grita. - ¿Crees que todo esto se soluciona sabiendo lo que voy a decir a mis amigos?
Tengo que admitir, que realmente está preciosa cuando se enfada.
- ¡Muy bien, de puta madre! ¡Coge tus cosas y sal de aquí, cabrón!
Tardamos unos veinte minutos, tía Laura y yo, en conseguir guardar la ropa y los pocos bienes que tengo en su casa. La verdad es que compartíamos gastos y ella tiene un montón de caprichos y modelitos y yo... poca cosa, y eso que gano más que ella. Pienso en todo eso, mientras veo a Claudia sentada en la mesa de la cocina, quieta, simulando leer una revista sin hablar, sin levantar la vista. Incluso cuando le digo adiós.
Creo que debería estar cabreado, sin embargo, la sensación que predomina en mí, es de alivio. Soy libre, pienso.
- Bueno, no ha sido tan difícil -me dice mi tía cuando ponemos la última caja en el maletero.
Me encojo de hombros, al tiempo que abro la puerta del coche. De nuevo a casa de mis padres. La verdad, es que esa perspectiva sí me preocupa. No quiero vivir con mis padres y no se me ocurre de momento ninguna otra opción.
- Sí que pensaba arreglarlo todo con un buen polvete ¿verdad? - me interroga tía Laura, sacudiendo la cabeza y sacándome de mis pensamientos.
- ¿Por qué no?– Contesto - Le ha funcionado otras veces.
- Siempre he pensado que estabas muy encoñado, pero no hasta ese punto. Un chico tan guapo y tan majo como tú... ¿Habría funcionado si no llego yo a venir?
Pongo mi mano sobre su muslo mientras sonrío.
- Con tres o cuatro mujeres esperando en casa, no creo que hubiera sido posible.
Ella juguetonamente golpea mi mano con una sonrisa pícara en la cara. Una sonrisa de satisfacción cruza su cara.
- Desde luego, Clara es una zorra, pero es más lista que el hambre.
No entiendo muy bien su respuesta. Pregunto a mi tía.
- ¿Qué tiene que ver Clara con …? – Me interrumpo inmediatamente.
Abro la boca de par en par ¡Lo del pase de modelos…! ¡¡¡¡Zorras!!!! Yo que me creía el tío más listo del mundo. El seductor de maduritas ¡Qué cabronas!
¡Ahora entiendo todo! ¡Ese numerito de sus amigas en casa no ha sido casualidad! No se han puesto a modelar, sólo por saber mi opinión sobre su ropa ¡Querían calentarme antes de que fuera a casa de mi ex novia!
Me sonrío por dentro. Si pensaba que yo estaba manejado a estas mujeres con la punta de la polla, estoy muy equivocado. Cuando yo voy, ellas llevan mucho rato de vuelta. Me están manejando como a un niño.
No consigo cabrearme ¡Cómo mola la situación! ¡Ser un hombre objeto en manos de cuatro maduras mujeres! No seré yo quien corte el juego. Creo que sabré ser el “naufrago” más dócil y entregado, en manos de estas sirenitas mayores que yo.
- ¡¿El pase de modelos estaba premeditado?! – pido que me aclare a mi tía. - ¿Decidisteis hacerlo antes de llegar a casa?
- Solo si habías roto con Claudia. Me prometieron que sería solo en ese caso, aunque no estoy segura de que me hubieran hecho caso. Ya vistes como iba a acabar la historia, si no tenemos que venir a por tus cosas.
- Y la inventora fue Clara.
- Caló a tu ex a la primera. Nada más salir me dijo. “Esa Claudia es una zorrita. Se va a tirar a tu sobrino en cuanto nos vayamos y va a agarrarle otra vez por los huevos, pero como deje pasar esta oportunidad, está perdida. Tu Dieguito no se va a poder resistir a estas curvas tan bien puestas”. Luego nos pidió ayuda para mostrarte “los placeres de la vida”.
- Tan evidente soy, tía. Tan tonto parezco.
- No, lo que eres, es adorable. Ya ves que todas estuvimos dispuestas a colaborar.
La verdad es que me emociona, pero no dejo de sentirme como un gilipollas.
- ¿Habéis hablado mucho sobre mí, claro?
- Desde que te conocieron. Las tiene loquitas – se ríe y pasa su mano dulcemente sobre mi mejilla.
Luego añade.
- Pero no te preocupes cariño. Todas las mujeres sabemos que los tíos pensáis con la polla y os manejamos con facilidad. Supongo, que sencillamente, tú eres más inocente que otros o, quizás, es que tienes más testosterona y te es más difícil pensar en situaciones límite. – Se ríe, mirándome. Calibrando mis reacciones. Supongo que para no herirme demasiado. Luego añade.
- Eso a muchas mujeres nos gusta. De todas formas, me gustaría hablar contigo sobre eso. Sobre el sexo y las situaciones límite.- se gira en su asiento de modo que queda mirándome de frente, fijamente, mientras yo conduzco.
Noto, un casi imperceptible cambio en su tono de voz. Parece más nerviosa.
- Bueno, solucionado un problema, vamos con otro. He estado esperando esta conversación desde la mamada de anoche.
- Tía - digo, adelantándome a ella - Aunque haya dicho lo de antes, entiendo que debemos pensar muy bien sobre cómo deben evolucionar las cosas entre tú y yo. Debemos hablar largo y tendido...
De forma inesperada se echa a reír y yo, esta vez, realmente no sé de que va la broma.
- Largo, tendido y duro estaría mejor ¿no crees? A mí me gustaría más, -apunta con picardía - pero no es de eso no de lo que quería hablarte.
- ¡Ah! - Sonrío ante su respuesta, aunque sigo desconcertado. - ¿Creía que tenías dudas sobre ... - Dejo la frase en el aire para no parecer presuntuoso - Tú dirás entonces.
- Diego, bueno, sobre lo nuestro también tenemos que hablar, pero ahora no creo que esté preparada. - sonríe - Probablemente necesitamos tener esa conversación en algún momento. - Y cambiando de tono agrega de forma resuelta - Pero primero tengo que decirte algo, antes de llegar a casa.
- Está bien, dispara.
- Probablemente has notado que Cristina no es ...uhm ... muy experimentada ¿verdad? - me mira observando mis reacciones.
- Sí, ella parece menos lanzada que las demás– contesto, aunque esta mañana se ha tirado a mi bragueta como una ninfómana.
- Bueno, ella nunca ha tenido novio y hace un tiempo en que está obsesionada en perder su virginidad.
¡Vaya, Cristina es virgen! Tía Laura habla más rápido, claramente no está muy cómoda con esta conversación.
- Hemos estado tratando de ayudarla, pero realmente es muy exigente.Claro, podríamos correr la voz y tendría un montón de tíos que se ofrecerían voluntarios - me dice, arrugando su nariz con un gesto de desagrado, para hacerme saber lo que piensa sobre esa opción.
- Últimamente se la ve obsesionada. Dice que se la está pasando el arroz y que la damos mucha envidia. Ella iba a perder anoche su virginidad, con nosotras... Y... seamos sinceros, no iba ser tampoco una gran “primera vez”.
Decido no hacer comentarios y dejar que siga hablando.
- Por eso, lo de la ... fiesta de lencería. Los juguetes que viste, eran para eso - y continúa diciendo, como si fuera la cosa más normal del mundo. - Íbamos a ayudar a Cristina a perder su virginidad y para eso era el consolador que viste encima de la mesa de salón.
Se ríe con nerviosismo, esperando mi reacción.
- ¿Así que, anoche interrumpí algo más que una competición garganta profunda? - hago la chanza para bajar la tensión, aunque no sé si consigo lo contrario.
- ¡Exactamente! - dice un poco más aliviada - Y llegaste a casa y ..."
- Mira tía, lo entiendo. - le digo. - Llegué justo para interrumpir el gran momento de Cris. No me hacían falta tantas explicaciones y no quiero estropearos vuestros planes. No hay problema, puedo irme a casa de David esta noche y vosotras podréis ...
Ella me interrumpe de nuevo con un golpe en mi hombro.
- ¡No, tonto! - Ahora ella se ríe con ganas. - No te estás enterando de nada. Déjame terminar.
- Está bien, pero deja de castigarme el hombro - sigo con su broma.
- Llegaste a casa, no a interrumpir, si no en el momento justo y ahora, en lugar del consolador, ¡Cristina quiere que seas tú quien acabe con su virginidad!
- ¿Qué? ¡Espera! ¡No! - Tartamudeo. - Nunca he hecho eso antes.
- ¡Ah! No te preocupes, ni ella tampoco - me contesta sarcásticamente.
- No ... pero ... quiero decir ... su primera vez. - No sé muy bien que decir - ¿Qué pasa si la hago daño? ¿O si la defraudo?
- Eso le puede pasar con cualquiera.
- Lo sé, pero ... su primera vez, y después de haberlo esperado tanto tiempo, debe ser algo especial ¿No te parece?
Otra vez, y van unas cuantas, me pregunto, porque estoy discutiendo sobre algo con lo que he fantaseado desde pequeño. Bueno, ni siquiera en mis gayolas más calenturientas de adolescente, y Cristina me ha inspirado unas cuantas, llegué a imaginar que mi polla sería la primera en deslizarse en el apretado coño de una madura Cristina y que el ofrecimiento lo haría mi propia tía. Es ella la que de nuevo me saca de mis reflexiones.
- Mi primera vez, como la de la mayoría de las mujeres, no fue nada especial y aquí estoy tan feliz. – me dice con seguridad, desarmándome totalmente.
- Ya, pero ese no es el asunto. – sigo insistiendo - La cuestión es que ahora el responsable sería yo y si meto la pata, es tu amiga, la hermana pequeña de los amigos de mis padres. No es tan fácil - digo, tambaleante. No sé exactamente por donde quiero llevar la conversación.
- No seas tan egocéntrico. La cosa no va sobre ti, va sobre Cristina. - me dice dejándome sin respuesta. Luego afloja un poco - ¡Será especial! Eres un amante experimentado y sus mejores amigas estarán allí, con vosotros.
- ¡¿Qué?! ¿Vamos a estar...haciéndolo delante de todo el mundo?
- No es todo el mundo - dice mi tía poniendo los ojos en blanco. - Solo nosotras. Además, íbamos a estar allí para ayudarla con el consolador ¿Por qué no vamos a estar allí con un polla de verdad?
- -¡Vaya! ¿Es eso todo lo que soy en esta historia, una polla? ¿Un pedazo de carne? - Pregunto con fingida indignación.
- Ahora sí que lo estás entendiendo, sobrinito - se ríe y luego añade más seria - En serio, Diego ¿Lo harás bien? Ayer fuiste muy amable con ella. Probablemente seas la primera persona, que haya dicho algo bonito sobre sus pechos. Aunque no lo creas, eso, significa mucho para ella. Fue muy amable de tu parte.
- Tonterías. No estaba siendo amable. Me encantan tus pezones.
- Siempre se han burlado mucho de ella por tener el pecho plano. -Me explica tía Laura. - En el instituto las chavalas y chavales pueden ser muy crueles.
Escucho su voz indignada y añade, aún con más pasión.
- Ha pensado muchas veces, muy seriamente, operarse ¿Tú qué piensas?
- ¡Qué sería una gilipollez! -afirmo con seguridad. –Sus tetas son impresionantes. Encerradas bajo la ropa, quizás no digan mucho, pero esos pezonacos vistos, así, al aire ¡Son la ostia! Lo que no tienen de grande, lo tienen de morbosas… pero bueno, nos estamos yendo del tema, tía.
- Está bien. Sólo quería que sepas lo importante que ha sido para Cristina. Y no digas nada de los implantes ¿De acuerdo?
- Claro - Respondo y me quedo meditando sobre la propuesta que quiero darles.
Mientras mi mente da vueltas al asunto, mi pene está apunto de reventar ante la perspectiva de tener una sesión de sexo en grupo, para quitarle las telarañas del coño a Cristina ¡Un regalo de la vida! Estamos en casa antes de que ninguno de los dos hable de nuevo.
- ¿Qué has decidido? ¿Lo vas a hacer? - me pide tía Laura antes de salir del coche.
Respiro profundamente antes de responder.
- Dos condiciones - Elevo dos dedos, para dar énfasis a lo que digo. - En primer lugar, quiero hablar con Cristina para asegurarme que es esto lo que quiere y no lo hace presionada por el grupo.
- Vale - Responde mi tía, poniendo una cara que me indica que eso es una tontería - ¿Qué es lo otro?
- ¡Sin presión de ningún tipo, nunca! - Digo con un poco de más fuerza de lo que pretendía. - Cristina puede retirarse en cualquier momento, antes o durante, sin una pizca de persuasión, reproche o coacción de cualquiera de vosotras.
Tía Laura sonríe, mientras camina hacia la entrada de la casa mis padres.
- Estaba segura que Cris había escogido al hombre adecuado para esto. - me dice, aupándose sobre la puntas de sus pies para besar mi mejilla. - Mi sobrinito es todo un caballero ¡Gracias! Estoy de acuerdo con todas tus exigencias. - me dedica una sonrisa de cariño, que dice muchas cosas - Voy a entretener a Ali y a Clara. Mientras tú puedes hablar con Cristina.
Justo antes de entrar en casa, añade.
- Ahora ¿Ya podemos entrar, para iniciar el ritual de desfloramiento de una virgen?
Me río a pesar de mi nerviosismo, o quizás debido él.
- ¿Cómo ha ido la cosa? - nos recibe Ali, viendo como cargamos con mis pertenencias.
- ¡Claudia es historia! ¡Y, además, está de acuerdo! - dice telegráficamente tía Laura, mirando a Cristina que tiene una sonrisa de oreja a oreja.
Sus amigas aplauden y me jalean.
- Hay más cajas en el coche - anuncio, interrumpiendo su algarabía. - Tengo que reservar fuerzas, si quiero estar a la altura de la fiesta que me habéis preparado. - me río cómplice de su confabulación.
Las cuatro mujeres se dirigen hacia mi coche y acarrean las cajas hasta mi habitación. Luego, se reúnen en la sala de estar, ansiosas de que empiece la diversión.
- Encontré esto en una de las cajas - dice Ali, que sujeta en su mano una caja de condones.
- Lo cogí por si acaso tenía una necesidad. No sé si Claudia los echará de menos. – puede que eso sea lo que yo quiero, que los eche de menos. Aunque, ahora tengo otros asuntos entre manos más importantes.
- Esperad. Antes de nada - tía Laura se hace cargo de la situación, como de costumbre. - Diego quiere hablar con Cristina, a solas ¿Por qué no vais a tu dormitorio, Diego?
Me voy con Cristina y les dejamos con su alborotada conversación.
Cuando llegamos a mi habitación, le invito a sentarse en la cama y me siento a su lado. Intento parecer más adulto de lo que soy, pero la tímida Cristina rompe el hielo antes de que yo sepa lo que decir.
- Gracias por hacer esto, Diego - me dice mirándome a los ojos. - Estoy un poco nerviosa, …pero no por ti. Me refiero a que no tengo dudas de que tú seas capaz de… No sé muy bien lo que digo.
Me parece curioso, ver a una persona, que en su trabajo debe tomar decisiones rápidas de una gran responsabilidad, comportarse de esta forma.
- Estoy yo más nervioso que tú, Cris - le aseguro. - Nunca he hecho esto antes - le digo, y veo una expresión confusa en su rostro. -Nunca he follado con una virgen. - aclaro de forma precipitada y algo tosca.
- ¡Ah! - ella se ríe nerviosa. -Pensé que querías decir ... No importa. - añade mientras sigue riéndose.
Tomo sus manos en las mías.
- ¿Estás absolutamente segura de que quieres hacer esto? - Pregunto, mirándola a sus enormes ojos llenos de inocencia.
He conocido a esta mujer durante toda mi vida y ahora le estoy pidiendo que medite sobre si quiere que se la endiñe. Curioso.
- Creo que es una decisión importante. No es algo que debe hacerse así, a lo loco.
- ¿No quieres hacerlo? - pregunta en voz baja.
- Quiero decir, que quiero saber, si tienes claro lo que vamos a hacer. No entiendo las prisas ¿Piensas que no tendrás otra oportunidad? Eso es absurdo ¿Por qué piensas eso? ¿Por qué tienes el pecho plano? - Veo un gesto de disgusto y empieza a levantarse.
- Está bien, no te sientas obligado a ...
- ¡Cristina! - Le interrumpo y tiro de ella hacia mí.
Cae encima mío y noto sus nalgas apretándose sobre mi rabo, duro como el marfil.
- Eres una mujer muy deseable, por favor, lo que no quiero es que te degrades a ti misma. Ya te dije anoche, que tus pezones son una pasada. Me muero por volverlos a chupar, y que decir de tu cuerpo, ya te dije ayer lo que pensaba. Si tú lo deseas, … yo voy a vivir un sueño. Lo que quiero decirte es que, yo no soy tu último tren. Créeme, ahí fuera hay montones de hombres mucho mejor amantes y mejores tíos que yo, que darían su mano derecha por estar contigo. Sé lo que pasó anoche. No te dejes avasallar por tus amigas y luego arrepentirte de...
- ¡Fue idea mía! - me interrumpe con decisión. - ¿Crees que esas zorras de Clara y Ali hubieran pensado en mí, pudiéndote follar ellas mismas?¿Y de tu tía...? Bueno, dejémoslo en que es tu tía y mi mejor amiga - añade después - Créeme, por muchas razones y todas egoístas, eres el mejor para desvirgarme. Eres un bomboncito para una señora de mi edad. Sí, sí, estoy muy buena, - dice para no dejarme hablar - pero visto desde mi perspectiva, soy una mujer de casi 40 años, que se va a beneficiar de un yogurcín de veintisiete años. Eres dulce y amable, lo sé, te conozco desde que naciste. Además - va añadir algo y se lo piensa. Finalmente dice - Ayer vi que estás muy bien dotado y me pones cachonda ¿Qué más puedo pedir?
7 comentarios - Mi Tía y sus amigas (Tercera parte)