- Parecías más tranquila vos... no te imaginaba cogiendo tan salvaje
- Las más santitas son las peores, dicen jaja
- Quiero que se repita, me encantó hacerte mi putita
- Me volaste la cabeza, me encantó ser tu sumisa. Y como me chupas la concha por Dios!! quiero de nuevo!
- Cuando quieras... que hacés el finde?
- Nos juntamos a comer de una amiga, pero no creo que salgamos. Así que temprano a casa
- Ah... bueno, cuidado a la vuelta.
- Si, seguro me tomo un taxi
- Si, pero... que no sea cualquier taxi. Tenés que tener cuidado, por la inseguridad que hay.
- Si, tenés razón... voy a tener que llamar a alguna remisería conocida
Este fue uno de los tantos chats que tuve con Christian, luego de lo que conté en el relato pasado. Durante la semana, chateabamos y siempre las conversaciones iban subiendo de tono hasta derivar en charlas de doble sentido relacionadas al sexo. Sin mencionar nada, indirectamente se había ofrecido a vernos después de mi reunión. Obviamente, esa noche cuando estábamos por terminar, empezamos a mensajearnos.
Acordamos un horario, y puntualmente, llegó su mensaje avisando que estaba en la puerta del edificio. Una de las chicas vive de camino a mi casa. Me pidió que la dejáramos, si no era problema. Le pregunté a él primero si le jodía, me dijo que no, así que bajamos las dos para irnos.
En el auto se comportó como si realmente fuera un amigo (no dije que me lo estaba garchando, ni nada), sin ninguna de las insinuaciones que había tenido la semana anterior. Cuando se bajó mi amiga, me imaginé que arrancaba la locura de la otra vez. Pero tranquilo, arrancó el auto y siguió manejando. Intenté meterle mano, pero me sacó diciendo que estaba manejando y no pasaron más que un par de besos.
"Pasó algo?", le pregunté, sorprendida por la actitud. Se dio vuelta, me miró seriamente y me dijo: "Yo no soy remisero de nadie... ok? Vas a tener que pagar el viaje de tu amiga". Lo dijo tan seriamente que dudé por un instante si lo decía en joda o no. Cuando llegamos a la puerta de mi departamento, estacionó el auto unos metros antes.
Yo no sabía que hacer, hasta que me agarró la cabeza y me besó. Fue bajando sus manos hacia mis hombros, mis brazos hasta llegar a mis manos. Lentamente, las fue apoyando sobre su pija. Empecé a moverla por encima de su pantalón.
Seguimos besándonos, mientras él con sus manos me desabrochaba el corpiño. Yo no podía dejar de mirar para afuera, porque si bien era tarde, aún había movimiento en la calle. Y era la puerta de mi casa.
"No tengo plata para pagar dos viajes, señor", le dije mirándolo con cara de puta, pero voz lo más inocente posible. "Esas cosas las tenés que pensar antes, nena..." me respondió mientras se desabrochaba el pantalón y quedaba en bolas. Empecé a masajear sus huevos con una mano, mientras la otra iba recorriendo el tronco duro de su pija.
Christian agarró mi cabeza y empezó a empujarla hacia abajo. Al principio puse un poco de resistencia, pero luego miré hacia los costados y cuando vi que no había nadie, me dispuse a pagar el viaje.
Agarré la verga de la base y metí la cabeza en mi boca. Pasé la lengua por el glande, y fui bajando mojando todo el tronco. Subía y bajaba, lamiendo y besando su pija. Con sus manos había recogido mi pelo, haciéndole como un rodete.
"Poné la cabeza asi... me gusta ver como te tragás mi pija Juli..." decía mientras me acomodaba para disfrutar el espectáculo. Fui acelerando el pete, ayudada por las manos, lo pajeaba acompañando el movimiento de mi boca. Sus manos me empujaban más adentro, pero no me daba más la garganta.
Empecé a toser y escupir de la atragantada que me había pegado. Respiré un poco, y seguí. Después de un rato, me tiró de los pelos sentándome nuevamente en el asiento. "Subamos", me dijo.
Empezamos a subir las escaleras. Yo iba adelante, él por detrás empujándome y manoseando mi cola. "Que lástima que no tiene ascensor este edificio". Me di vuelta y lo miré sonriendo por la indirecta. "El mío si tiene... tengo que hacer que mi hermana se vuelva al pueblo los fines de semana".
Cuando estábamos por llegar al piso, me agarró fuerte de la cintura y me puso contra la pared. Me dio un beso digno de un caníbal. Me devoraba la boca. Sus manos desabrocharon mi jean, dejándolo por la mitad de mi cola. Metió su mano por atrás, para agarrarme de la cola.
"Uff... no te pusiste nada nena??" me decía mientras pasaba sus manos por mis nalgas. Y tenía razón, la tanguita era tan chiquita que casi ni se notaba. Fue jugando con sus manos por le borde de mi tanguita, hasta llegar a la parte de adelante. El roce de los dedos entre la tela me habían suspirar. "Me vine preparada por si no me alcanzaba la plata para el remís, señor" le respondí siguiendo el jueguito.
Cuando se apagó la luz del palier, solo la iluminación de la calle alumbraba. Le agarré la pija, mientras él mandaba dos dedos a rozar mi concha. Los sacó y me los mostró. Empapados. Agarré su mano y los chupé sin dejar de mirarlo a los ojos. Me los metí en la boca y los saqué despacio, para luego pasarle la lengua desde la mano hasta la punta de los dedos.
Christian me agarró del jean desabrochado y medio caído y empezó a empujarme hacia el departamento. Subimos lo que faltaba de las escaleras medio desnudos. Cuando logramos entrar, cerré la puerta y sin perder el tiempo me arrinconó contra la pared, como la vez anterior.
Me desvistió por completo, mientras él seguía aún vestido. "Así que te gustó como te chupé la concha?", me preguntó entre besos. "Me encantó", le respondí. Agarró mis manos y las apoyó sobre su cabeza. Sus manos hacían fuerza para que yo lo empujara hacia abajo.
Lo miré a los ojos y comprendí qué estaba buscando. Quería que yo hiciera lo mismo que había hecho él conmigo, la semana anterior. Lo agarré fuerte de los pelos y lo fui obligando a arrodillarse frente a mi. En su camino, iba besando y acariciando cada parte de mi cuerpo que encontraba.
Mis pechos, mi panza, mi cintura, mis caderas. Cuando lo tuve a mis pies, él se quedó quieto, mirándome desde abajo sin hacer nada. Comprendí porqué a los hombres les gusta tanto tenernos de rodillas chupándoles la pija. La sensación de poder que te da es terrible.
Levanté una pierna y la apoyé en su hombro; y empujé su cabeza hacia mi concha. Christian abrió la boca y se comió mi concha de una. Cuando fue cerrando sus labios, apretó mi clítoris dándole suaves golpes con su lengua. Luego de nuevo, comía y chupaba todo.
Pasaba la lengua por la entrada de mi vagina, la movía en círculos, luego besaba mis labios (de abajo), mi entrepierna, hasta que en un momento se dedicó a chupar y lamer fuertemente mi clítoris, sin piedad, sin parar, a una velocidad que me hacía delirar.
Metió un dedo adentro, sin dejar de golpearme con su lengua. Yo me sostenía como podía. Sentía mis piernas temblar. No paraba de gemir, cada vez más fuerte. Esto hacía que él se potenciara. Cuanto más gemía yo, más rápido me la chupaba.
"Ahí viene... ahí viene dale asi ahí... vieneeeeeeeaaahhhh" gritaba mientras lo agarraba lo más fuerte posible de los pelos, para que no se escapara. Mis piernas se aflojaron y caí rendida al piso. Christian me besó y me levantó de los pelos. Me agarró del culo y me empezó a empujar hacia la habitación.
Se acostó en la cama y me hizo poner entre sus piernas. "Me encanta como me chupás la pija... me encanta" me decía mientras yo se la agarraba y lo pajeaba. Sonreí como cuando a un nene lo felicitan por completar un rompecabezas.
Saqué la lengua y empecé la lamer los costados de su verga, desde la base, hasta arriba. Sentía como cada vez que mi lengua rozaba su glande se ponía más dura y pegaba un salto. Abrí mi boca y me la empecé a tragar. "Ahhh siii!", me incitaba Christian ante cada vez que me tragaba su pija.
Christian siempre me tenía agarrada del pelo. En general, acompañaba el movimiento de mi cabeza, aunque a veces me empujaba más fuerte. Me hacía clavar la pija hasta la garganta, aunque no llegaba a comermela toda. La pija de Christian mide entre 18 y 19 cm; y la verdad nunca había podido tragarme entera una pija de ese tamaño.
Pero me dispuse a cambiar la historia. Agarré su verga de la base, dejando solo dos dedos y me propuse de objetivo llegar hasta ahí. Tomé aire, y empecé a bajar. Cuando llegaba a la garganta, aguantaba un poco y volvía a salir. Repasaba de memoria los consejos de mi amiga Agustina. Cuando sacaba la pija, hilitos de saliva unían mi boca al tronco. Yo dejaba caer más saliva, para lubricarla bien.
Volví a probar. Otra vez, cuando llegué a la garganta empecé a tener arcadas y a toser. Pero cuando quise salir, Christian me agarró fuerte de la cabeza y me obligó a mantenerme en esa posición. Me tranquilicé un toque y volví a respirar y me dejé empujar por sus manos.
"Uuuuuuuufff siiiiii", gritó él cuando mi cabeza bajó un poco más haciendo tope contra mis dedos. El objetivo de los dos dedos lo superé, aunque solo me faltó uno. No aguanté más y salí a respirar porque me ahogaba.
"Yo sabía que podías tragarte todo, que buena petera sos" me dijo mientras me acostaba en la cama y se acomodaba arriba mío. Amagó con ponermela, pero empezó a rozar la punta de su pija por mi concha.
Cerré mis ojos y largué un suspiro con cada movimiento de su verga. Después, se puso entre mis piernas y volvió a chupármela. "Vos no te quedás atráaass ahhh" alcancé a decir antes de que su lengua empezara a cogerme, literalmente.
"Cogemeeee cogeemeeeee", empecé a suplicar cuando empecé a sentir que mi concha ardía de la calentura. Con un movimiento rápido, me la clavó hasta el fondo. Me agarró de los hombros y me pegó una garchada bestial, con movimientos cortos empujando mi cuerpo hacia abajo para que se clave con más fuerza.
Se levantó y puso mis piernas en sus hombros, empezando a sacar toda la pija y volverla a meter. "Ponete en 4" me dijo aunque antes de dejarme mover, él ya me había dado vuelta. Levanté mi cola y agarrándose de mis pelos siguió cogiéndome con fuerza.
Cuando sus piernas se cansaron, se sentó en el borde de la cama y me hizo poner sobre su verga, de espaldas a él. Movía mis caderas para adelante y atrás. Él se dejó caer en la cama, y yo me quedé sentada sobre la verga haciendo sentadillas. Sentí como sus manos empezaban a acariciar mi espalda.
Suavemente se agarraba de mi cintura y apretaba los cachetes de la cola que se aplastaban contra su cuerpo. La punta de sus dedos fue subiendo por mi espalda, hasta que los sentí en mis hombros. Me agarró de los pelos y me tiró hacia atrás, haciéndome acostar sobre él. Poco había durado la dulzura, pero me encantaba.
Con una mano seguía tirándome fuerte del pelo, y la otra me manoseaba toda. Primero jugó en mis tetas, las agarraba y acariciaba. Apretaba mis pezones y jugaba moviéndolos en círculos. Luego fue bajando, hasta llegar a mi clítoris. Empezó a pajearme, mientras yo seguía moviéndome con su pija enterrada.
Me volvía loca, empecé a acelerar el ritmo hasta que acabé en un orgasmo fuertísimo que aflojó todo mi cuerpo. Me detuve por un instante a recuperarme, pero Christian me hizo a un lado y se acomodó de nuevo arriba mío. No me daba un segundo de recuperación.
Levantó mis piernas y empezó a chuparme la concha de nuevo. "No no no no no, por favor ahora no está muy senci.. ahhh", no llegué a terminar la frase. Christian pasó su lengua por mi clítoris que aún estaba temblando, pero luego bajó hacia mi concha y siguió bajando hasta casi llegar a mi cola. Movió su lengua un rato, y luego me agarró fuerte de las piernas y me trajo contra su cuerpo desarmando toda la cama, que ya era un desastre.
Apuntó su pija y me siguió garchando levantando sus caderas y dejándose caer sobre mi cuerpo. No aguantó mucho más ese ritmo. Sacó la verga y apuntando contra mi pecho me tiró un par de chorros fuertes de leche para luego dejar gotear una cantidad importante de semen caliente y espeso sobre mis tetas. Yo junté toda la guasca entre mis tetas y empecé a desparramarla por todo mi cuerpo. "Guarra" me dijo mirando como me pintaba de blanco.
Pasó uno de sus dedos por mi panza llena de semen, lo mojó y me lo pasó por la cara. "La próxima va ahí" me dijo apuntando a mi frente. Descansamos un rato, garchamos de nuevo y luego se fue. Así como estaba, desnuda y llena de leche me tiré agotada entre las sábanas todas desordenadas de mi cama hasta el otro día.
- Como te fue el finde? - me preguntó Christian el lunes por Face. Le conté un par de boludeces (que ya las sabía) y terminé con un "me volví en taxi, pero no tenía plata para pagar". Ahí arrancamos un jueguito de charla con doble sentido que nos empezó a calentar a los dos. Nos contábamos el garche que habíamos tenido el finde, pero como si se tratara de otras personas. Así se nos ocurrían cosas nuevas para hacer.
De esta forma, llegábamos al viernes caminando por las paredes de la calentura. Uno de esos días, hablando de como estaba empezando a cambiar el clima, comenté que se estaba poniendo lindo para ir a tomar un helado.
Juro por lo que más quiera, que lo dije con esa única intención. Ese fin de semana, obviamente habíamos arreglado para garchar, y se apareció en la puerta de mi casa con una bolsa.
- Me habías dicho que tenías ganas de tomar helado, así que compré medio kilo para que comamos juntos... Eso si... no conseguí cucurucho.
¨***********************
La historia completa:
#0 Mis 50 sombras
#1 Sometida y entregada
#3 Atame y haceme tuya
#4 Suplicando que me hagan la cola
#5 Sacandome las ganas acumuladas
#6 Buscando el 10
#7 Recibiendo regalos navideños
#8 Festejando San Valentín
#9 Polvazo inesperado con algo de morbo
#10 Nena con juguete nuevo
#11 Hasta el eXtremo
#12 Porno Star
#13 Esclava y sumisa
#14 Disfrutando el mundial
****************************************
Indice
- Las más santitas son las peores, dicen jaja
- Quiero que se repita, me encantó hacerte mi putita
- Me volaste la cabeza, me encantó ser tu sumisa. Y como me chupas la concha por Dios!! quiero de nuevo!
- Cuando quieras... que hacés el finde?
- Nos juntamos a comer de una amiga, pero no creo que salgamos. Así que temprano a casa
- Ah... bueno, cuidado a la vuelta.
- Si, seguro me tomo un taxi
- Si, pero... que no sea cualquier taxi. Tenés que tener cuidado, por la inseguridad que hay.
- Si, tenés razón... voy a tener que llamar a alguna remisería conocida
Este fue uno de los tantos chats que tuve con Christian, luego de lo que conté en el relato pasado. Durante la semana, chateabamos y siempre las conversaciones iban subiendo de tono hasta derivar en charlas de doble sentido relacionadas al sexo. Sin mencionar nada, indirectamente se había ofrecido a vernos después de mi reunión. Obviamente, esa noche cuando estábamos por terminar, empezamos a mensajearnos.
Acordamos un horario, y puntualmente, llegó su mensaje avisando que estaba en la puerta del edificio. Una de las chicas vive de camino a mi casa. Me pidió que la dejáramos, si no era problema. Le pregunté a él primero si le jodía, me dijo que no, así que bajamos las dos para irnos.
En el auto se comportó como si realmente fuera un amigo (no dije que me lo estaba garchando, ni nada), sin ninguna de las insinuaciones que había tenido la semana anterior. Cuando se bajó mi amiga, me imaginé que arrancaba la locura de la otra vez. Pero tranquilo, arrancó el auto y siguió manejando. Intenté meterle mano, pero me sacó diciendo que estaba manejando y no pasaron más que un par de besos.
"Pasó algo?", le pregunté, sorprendida por la actitud. Se dio vuelta, me miró seriamente y me dijo: "Yo no soy remisero de nadie... ok? Vas a tener que pagar el viaje de tu amiga". Lo dijo tan seriamente que dudé por un instante si lo decía en joda o no. Cuando llegamos a la puerta de mi departamento, estacionó el auto unos metros antes.
Yo no sabía que hacer, hasta que me agarró la cabeza y me besó. Fue bajando sus manos hacia mis hombros, mis brazos hasta llegar a mis manos. Lentamente, las fue apoyando sobre su pija. Empecé a moverla por encima de su pantalón.
Seguimos besándonos, mientras él con sus manos me desabrochaba el corpiño. Yo no podía dejar de mirar para afuera, porque si bien era tarde, aún había movimiento en la calle. Y era la puerta de mi casa.
"No tengo plata para pagar dos viajes, señor", le dije mirándolo con cara de puta, pero voz lo más inocente posible. "Esas cosas las tenés que pensar antes, nena..." me respondió mientras se desabrochaba el pantalón y quedaba en bolas. Empecé a masajear sus huevos con una mano, mientras la otra iba recorriendo el tronco duro de su pija.
Christian agarró mi cabeza y empezó a empujarla hacia abajo. Al principio puse un poco de resistencia, pero luego miré hacia los costados y cuando vi que no había nadie, me dispuse a pagar el viaje.
Agarré la verga de la base y metí la cabeza en mi boca. Pasé la lengua por el glande, y fui bajando mojando todo el tronco. Subía y bajaba, lamiendo y besando su pija. Con sus manos había recogido mi pelo, haciéndole como un rodete.
"Poné la cabeza asi... me gusta ver como te tragás mi pija Juli..." decía mientras me acomodaba para disfrutar el espectáculo. Fui acelerando el pete, ayudada por las manos, lo pajeaba acompañando el movimiento de mi boca. Sus manos me empujaban más adentro, pero no me daba más la garganta.
Empecé a toser y escupir de la atragantada que me había pegado. Respiré un poco, y seguí. Después de un rato, me tiró de los pelos sentándome nuevamente en el asiento. "Subamos", me dijo.
Empezamos a subir las escaleras. Yo iba adelante, él por detrás empujándome y manoseando mi cola. "Que lástima que no tiene ascensor este edificio". Me di vuelta y lo miré sonriendo por la indirecta. "El mío si tiene... tengo que hacer que mi hermana se vuelva al pueblo los fines de semana".
Cuando estábamos por llegar al piso, me agarró fuerte de la cintura y me puso contra la pared. Me dio un beso digno de un caníbal. Me devoraba la boca. Sus manos desabrocharon mi jean, dejándolo por la mitad de mi cola. Metió su mano por atrás, para agarrarme de la cola.
"Uff... no te pusiste nada nena??" me decía mientras pasaba sus manos por mis nalgas. Y tenía razón, la tanguita era tan chiquita que casi ni se notaba. Fue jugando con sus manos por le borde de mi tanguita, hasta llegar a la parte de adelante. El roce de los dedos entre la tela me habían suspirar. "Me vine preparada por si no me alcanzaba la plata para el remís, señor" le respondí siguiendo el jueguito.
Cuando se apagó la luz del palier, solo la iluminación de la calle alumbraba. Le agarré la pija, mientras él mandaba dos dedos a rozar mi concha. Los sacó y me los mostró. Empapados. Agarré su mano y los chupé sin dejar de mirarlo a los ojos. Me los metí en la boca y los saqué despacio, para luego pasarle la lengua desde la mano hasta la punta de los dedos.
Christian me agarró del jean desabrochado y medio caído y empezó a empujarme hacia el departamento. Subimos lo que faltaba de las escaleras medio desnudos. Cuando logramos entrar, cerré la puerta y sin perder el tiempo me arrinconó contra la pared, como la vez anterior.
Me desvistió por completo, mientras él seguía aún vestido. "Así que te gustó como te chupé la concha?", me preguntó entre besos. "Me encantó", le respondí. Agarró mis manos y las apoyó sobre su cabeza. Sus manos hacían fuerza para que yo lo empujara hacia abajo.
Lo miré a los ojos y comprendí qué estaba buscando. Quería que yo hiciera lo mismo que había hecho él conmigo, la semana anterior. Lo agarré fuerte de los pelos y lo fui obligando a arrodillarse frente a mi. En su camino, iba besando y acariciando cada parte de mi cuerpo que encontraba.
Mis pechos, mi panza, mi cintura, mis caderas. Cuando lo tuve a mis pies, él se quedó quieto, mirándome desde abajo sin hacer nada. Comprendí porqué a los hombres les gusta tanto tenernos de rodillas chupándoles la pija. La sensación de poder que te da es terrible.
Levanté una pierna y la apoyé en su hombro; y empujé su cabeza hacia mi concha. Christian abrió la boca y se comió mi concha de una. Cuando fue cerrando sus labios, apretó mi clítoris dándole suaves golpes con su lengua. Luego de nuevo, comía y chupaba todo.
Pasaba la lengua por la entrada de mi vagina, la movía en círculos, luego besaba mis labios (de abajo), mi entrepierna, hasta que en un momento se dedicó a chupar y lamer fuertemente mi clítoris, sin piedad, sin parar, a una velocidad que me hacía delirar.
Metió un dedo adentro, sin dejar de golpearme con su lengua. Yo me sostenía como podía. Sentía mis piernas temblar. No paraba de gemir, cada vez más fuerte. Esto hacía que él se potenciara. Cuanto más gemía yo, más rápido me la chupaba.
"Ahí viene... ahí viene dale asi ahí... vieneeeeeeeaaahhhh" gritaba mientras lo agarraba lo más fuerte posible de los pelos, para que no se escapara. Mis piernas se aflojaron y caí rendida al piso. Christian me besó y me levantó de los pelos. Me agarró del culo y me empezó a empujar hacia la habitación.
Se acostó en la cama y me hizo poner entre sus piernas. "Me encanta como me chupás la pija... me encanta" me decía mientras yo se la agarraba y lo pajeaba. Sonreí como cuando a un nene lo felicitan por completar un rompecabezas.
Saqué la lengua y empecé la lamer los costados de su verga, desde la base, hasta arriba. Sentía como cada vez que mi lengua rozaba su glande se ponía más dura y pegaba un salto. Abrí mi boca y me la empecé a tragar. "Ahhh siii!", me incitaba Christian ante cada vez que me tragaba su pija.
Christian siempre me tenía agarrada del pelo. En general, acompañaba el movimiento de mi cabeza, aunque a veces me empujaba más fuerte. Me hacía clavar la pija hasta la garganta, aunque no llegaba a comermela toda. La pija de Christian mide entre 18 y 19 cm; y la verdad nunca había podido tragarme entera una pija de ese tamaño.
Pero me dispuse a cambiar la historia. Agarré su verga de la base, dejando solo dos dedos y me propuse de objetivo llegar hasta ahí. Tomé aire, y empecé a bajar. Cuando llegaba a la garganta, aguantaba un poco y volvía a salir. Repasaba de memoria los consejos de mi amiga Agustina. Cuando sacaba la pija, hilitos de saliva unían mi boca al tronco. Yo dejaba caer más saliva, para lubricarla bien.
Volví a probar. Otra vez, cuando llegué a la garganta empecé a tener arcadas y a toser. Pero cuando quise salir, Christian me agarró fuerte de la cabeza y me obligó a mantenerme en esa posición. Me tranquilicé un toque y volví a respirar y me dejé empujar por sus manos.
"Uuuuuuuufff siiiiii", gritó él cuando mi cabeza bajó un poco más haciendo tope contra mis dedos. El objetivo de los dos dedos lo superé, aunque solo me faltó uno. No aguanté más y salí a respirar porque me ahogaba.
"Yo sabía que podías tragarte todo, que buena petera sos" me dijo mientras me acostaba en la cama y se acomodaba arriba mío. Amagó con ponermela, pero empezó a rozar la punta de su pija por mi concha.
Cerré mis ojos y largué un suspiro con cada movimiento de su verga. Después, se puso entre mis piernas y volvió a chupármela. "Vos no te quedás atráaass ahhh" alcancé a decir antes de que su lengua empezara a cogerme, literalmente.
"Cogemeeee cogeemeeeee", empecé a suplicar cuando empecé a sentir que mi concha ardía de la calentura. Con un movimiento rápido, me la clavó hasta el fondo. Me agarró de los hombros y me pegó una garchada bestial, con movimientos cortos empujando mi cuerpo hacia abajo para que se clave con más fuerza.
Se levantó y puso mis piernas en sus hombros, empezando a sacar toda la pija y volverla a meter. "Ponete en 4" me dijo aunque antes de dejarme mover, él ya me había dado vuelta. Levanté mi cola y agarrándose de mis pelos siguió cogiéndome con fuerza.
Cuando sus piernas se cansaron, se sentó en el borde de la cama y me hizo poner sobre su verga, de espaldas a él. Movía mis caderas para adelante y atrás. Él se dejó caer en la cama, y yo me quedé sentada sobre la verga haciendo sentadillas. Sentí como sus manos empezaban a acariciar mi espalda.
Suavemente se agarraba de mi cintura y apretaba los cachetes de la cola que se aplastaban contra su cuerpo. La punta de sus dedos fue subiendo por mi espalda, hasta que los sentí en mis hombros. Me agarró de los pelos y me tiró hacia atrás, haciéndome acostar sobre él. Poco había durado la dulzura, pero me encantaba.
Con una mano seguía tirándome fuerte del pelo, y la otra me manoseaba toda. Primero jugó en mis tetas, las agarraba y acariciaba. Apretaba mis pezones y jugaba moviéndolos en círculos. Luego fue bajando, hasta llegar a mi clítoris. Empezó a pajearme, mientras yo seguía moviéndome con su pija enterrada.
Me volvía loca, empecé a acelerar el ritmo hasta que acabé en un orgasmo fuertísimo que aflojó todo mi cuerpo. Me detuve por un instante a recuperarme, pero Christian me hizo a un lado y se acomodó de nuevo arriba mío. No me daba un segundo de recuperación.
Levantó mis piernas y empezó a chuparme la concha de nuevo. "No no no no no, por favor ahora no está muy senci.. ahhh", no llegué a terminar la frase. Christian pasó su lengua por mi clítoris que aún estaba temblando, pero luego bajó hacia mi concha y siguió bajando hasta casi llegar a mi cola. Movió su lengua un rato, y luego me agarró fuerte de las piernas y me trajo contra su cuerpo desarmando toda la cama, que ya era un desastre.
Apuntó su pija y me siguió garchando levantando sus caderas y dejándose caer sobre mi cuerpo. No aguantó mucho más ese ritmo. Sacó la verga y apuntando contra mi pecho me tiró un par de chorros fuertes de leche para luego dejar gotear una cantidad importante de semen caliente y espeso sobre mis tetas. Yo junté toda la guasca entre mis tetas y empecé a desparramarla por todo mi cuerpo. "Guarra" me dijo mirando como me pintaba de blanco.
Pasó uno de sus dedos por mi panza llena de semen, lo mojó y me lo pasó por la cara. "La próxima va ahí" me dijo apuntando a mi frente. Descansamos un rato, garchamos de nuevo y luego se fue. Así como estaba, desnuda y llena de leche me tiré agotada entre las sábanas todas desordenadas de mi cama hasta el otro día.
- Como te fue el finde? - me preguntó Christian el lunes por Face. Le conté un par de boludeces (que ya las sabía) y terminé con un "me volví en taxi, pero no tenía plata para pagar". Ahí arrancamos un jueguito de charla con doble sentido que nos empezó a calentar a los dos. Nos contábamos el garche que habíamos tenido el finde, pero como si se tratara de otras personas. Así se nos ocurrían cosas nuevas para hacer.
De esta forma, llegábamos al viernes caminando por las paredes de la calentura. Uno de esos días, hablando de como estaba empezando a cambiar el clima, comenté que se estaba poniendo lindo para ir a tomar un helado.
Juro por lo que más quiera, que lo dije con esa única intención. Ese fin de semana, obviamente habíamos arreglado para garchar, y se apareció en la puerta de mi casa con una bolsa.
- Me habías dicho que tenías ganas de tomar helado, así que compré medio kilo para que comamos juntos... Eso si... no conseguí cucurucho.
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La historia completa:
#0 Mis 50 sombras
#1 Sometida y entregada
#3 Atame y haceme tuya
#4 Suplicando que me hagan la cola
#5 Sacandome las ganas acumuladas
#6 Buscando el 10
#7 Recibiendo regalos navideños
#8 Festejando San Valentín
#9 Polvazo inesperado con algo de morbo
#10 Nena con juguete nuevo
#11 Hasta el eXtremo
#12 Porno Star
#13 Esclava y sumisa
#14 Disfrutando el mundial
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Indice
25 comentarios - #2 Pagando las deudas
gracias por pasar
Preparate para cuando pruebe tu cola porque no te sentas más!! Jajaja
Besos y puntos!
De que gustos el helado? jajaj
Van 9 puntos
Yo quiero que cuentes como te encadenó al estilo 50 sombras jajajajaj
gracias por pasar!