Hace 40 años Parte 3
Después de pasar un noche maravillosa, nos levantamos rápido para que yo me fuera, y ahí en la cocina, desayunando estaban sus hijos, quedamos petrificados sin saber que hacer o que decir. El silencio pareció eterno aunque fueron solo unos segundos hasta que su hijo nos miro y nos saludo con un buen día que nos dejo mas anonadados todavía.
Solo quedaba por hacer una de 2 cosas: irme lo mas rápido posible o sentarme a desayunar con ellos, no tuve mucha opción cuando la hija, de unos 10 años en ese entonces me dice, H.. sentate y te sirvo un café.
Creo que quedamos mas desconcertados que antes, pero no emitimos ningún comentario, se sentó a mi lado y mientras desayunábamos se deslizaba alguna caricia. Por supuesto que la reacción de los hijos cambio radicalmente nuestra relación, que, por lo menos puertas adentro, era más libre y sin tantos tapujos.
El sexo comenzó a ser más frecuente, especialmente porque sus hijos estaban al tanto de la situación, además de ser más frecuente también empezó ser más libre y más delicioso, para ambos, realmente nos disfrutábamos a pleno.
En una ocasión, otro baile de promoción para conseguir fondos para el viaje, un compañero mío que estaba colgado, me pregunta si no tenía una amiga para presentarle, obviamente que no quería una amiga mía quería una amiga de Graciela, cuando se lo comenté no dudó en responderme que si, que iba a invitar a Mónica (ver hace 2 años parte 2). Por supuesto que Mónica estaba al tanto de nuestra relación y seguramente por comentarios de Graciela estaba un tanto excitada, especialmente porque a la edad que tenía en ese entonces te echabas un polvo y a las 3 minutos ya la tenías parada de nuevo. Estoy seguro que a ambas las calentaba sobremanera tener una verga parada permanentemente a su disposición, especialmente por el tiempo de abstinencia.
La relación entre mi amigo Ricardo y Mónica no prosperó, duró un par de salidas, y a partir de ese momento las visitas de Mónica a la casa de Graciela se hicieron más frecuentes, no nos molestaba porque inclusive solíamos besarnos y acariciarnos delante de ella sin problemas.
A todo esto empecé a sentir que mis compañeras de curso estaban como más pendientes de mi vida, me preguntaban por mi relación con Graciela, si seguíamos juntos, hasta alguna se atrevía a preguntarme como era el sexo entre nosotros; yo que era medio reservado solía contestar con evasivas, y sin darme cuenta creando hasta un manto de misterio sobre nosotros.
Un día, una de mis compañeras, tal vez la más amiga que tenía en el curso, en una hora libre se sentó al lado mío y me contó la verdad del cambio de actitud de mis compañeras. Resultó ser que en el baile de promoción, Graciela (que siempre fue generosa) se encontró con algunas de mis compañeras en el baño y le preguntaron por nuestra relación, ella (hasta riéndose por dentro) les dijo que lo que más le seducía de mi eran los fantásticos orgasmos que le hacía tener, que siempre yo me preocupaba por que ella disfrutara al máximo, que no podría haber conseguido un amante mejor. Esto las había puesto a mil a mis compañeras y a mí me daba una buena cantidad de posibles candidatas para la cama, aunque Graciela era mi única mujer y quería que siguiera siendo así.
Pasó el tiempo, y comencé a sentirla un poco más distante a Graciela, a pesar que varias veces le preguntaba que pasaba me respondía con excusas banales como: estoy cansada, o no me siento bien. Obviamente no era la verdad, hasta que un sábado después de tener una sesión de sexo maravillosa, con varios orgasmos de ella y varias acabadas mías en todos lados, vagina, culito, boca, acostados y abrasados en la cama le pedí que dijera la verdad.
Ella me miró con ternura y me dijo, H…. sé que te vas a cruzar con una pendeja, y no vas a resistir la tentación de estar con ella, y a mí me vas a tirar a un costado, y eso no lo voy a poder a soportar, por eso trato de pasar menos tiempo con vos, para hacerme la idea que esta relación tiene un futuro limitado, y si no vamos a compartir mas la cama, no quiero que dejes de venir a casa, ni que mi hijo pueda seguir siendo tu amigo, si no vas a estar mas juntos, quiero saber que puedo tener a alguien a quien acudir cuando lo necesite.
Me quedé helado por el comentario, jamás se me había cruzado por la cabeza esta situación, ni siquiera cuando mi vieja (que se había enterado) me rompía las pelotas con este tema.
Hasta que llegó Setiembre y mi cumpleaños, Jueves fiesta familiar en casa, cumplía los 18 años y como era habitual en esa época, los 18 se festejaban, con el regalo clásico para el cumpleañero: o el reloj o el anillo de oro con las iniciales. Graciela, por supuesto no fue, pero antes se encargó de hacerme saber que el regalo me lo iba a dar el sábado a la siesta y en su casa.
Los días no pasaban nunca, hasta que llegó el ansiado sábado, iba a mil, esperando toda una tarde para nosotros 2, para dar rienda libre a todas las ganas que tenía de coger con ella. Al entrar me encuentro que estaban las 2 amigas Graciela y Mónica, mi cara creo que fue elocuente, pensando que la amiga nos iba a arruinar el festejo, pero antes que dijera alguna palabra, Mónica se adelantó y me dice al oído, casi susurrándome: no pongas cara de fastidio, NOSOTRAS somos el regalo.
Y Graciela con toda su generosidad me hizo participar en el primer trío de mi vida, jamás de los jamases me voy a olvidar de esa tarde, no tengo idea cuantas veces me hicieron acabar y cuantas acabaron ellas, solo se que cerca de las 9,00 de la noche no tenía fuerzas ni para estar de pie.
Después de bañarnos los 3 juntos, fuimos al comedor a tomar algo, y Graciela me dice: H…. he pasado hermosos momentos con vos, me hiciste sentir viva, me hiciste sentir viva por los orgasmos que me sacaste cada vez que estuvimos juntos y me hiciste sentir viva cada vez que te enseñaba sobre el sexo, Pero esta es la última vez que vamos a estar juntos; creo que en ese momento hasta se me corrieron las lágrimas, y ella con su paciencia infinita trataba de hacerme entrar en razones.
Volví a su casa, con la esperanza que pudiéramos retomar nuestra relación pero se mantuvo en su postura, con el tiempo mis visitas se hicieron menos frecuentes, hasta que se fueron a vivir a Buenos Aires y perdí contacto con ella durante un tiempo prolongado.
Después de muchos años, en un viaje mío a BsAs los visité, ella vivía con su hijo y recordamos con añoranza todos los momentos compartidos.
Porque después de 40 años escribo este relato, porque hace unos días el hijo me escribe diciendo que Graciela había fallecido, que había estado delicada de salud desde hacía mucho tiempo, y que en varias ocasiones le preguntaba por mi.
Mientras escribo estas líneas, se me corren las lágrimas, y pasan por mi mente montones de momentos vividos, esto es un muy simple homenaje a esa MUJER que me hizo hombre sexualmente hablando, que fue generosa conmigo hasta el hartazgo y que NUNCA pude olvidar.
Después de pasar un noche maravillosa, nos levantamos rápido para que yo me fuera, y ahí en la cocina, desayunando estaban sus hijos, quedamos petrificados sin saber que hacer o que decir. El silencio pareció eterno aunque fueron solo unos segundos hasta que su hijo nos miro y nos saludo con un buen día que nos dejo mas anonadados todavía.
Solo quedaba por hacer una de 2 cosas: irme lo mas rápido posible o sentarme a desayunar con ellos, no tuve mucha opción cuando la hija, de unos 10 años en ese entonces me dice, H.. sentate y te sirvo un café.
Creo que quedamos mas desconcertados que antes, pero no emitimos ningún comentario, se sentó a mi lado y mientras desayunábamos se deslizaba alguna caricia. Por supuesto que la reacción de los hijos cambio radicalmente nuestra relación, que, por lo menos puertas adentro, era más libre y sin tantos tapujos.
El sexo comenzó a ser más frecuente, especialmente porque sus hijos estaban al tanto de la situación, además de ser más frecuente también empezó ser más libre y más delicioso, para ambos, realmente nos disfrutábamos a pleno.
En una ocasión, otro baile de promoción para conseguir fondos para el viaje, un compañero mío que estaba colgado, me pregunta si no tenía una amiga para presentarle, obviamente que no quería una amiga mía quería una amiga de Graciela, cuando se lo comenté no dudó en responderme que si, que iba a invitar a Mónica (ver hace 2 años parte 2). Por supuesto que Mónica estaba al tanto de nuestra relación y seguramente por comentarios de Graciela estaba un tanto excitada, especialmente porque a la edad que tenía en ese entonces te echabas un polvo y a las 3 minutos ya la tenías parada de nuevo. Estoy seguro que a ambas las calentaba sobremanera tener una verga parada permanentemente a su disposición, especialmente por el tiempo de abstinencia.
La relación entre mi amigo Ricardo y Mónica no prosperó, duró un par de salidas, y a partir de ese momento las visitas de Mónica a la casa de Graciela se hicieron más frecuentes, no nos molestaba porque inclusive solíamos besarnos y acariciarnos delante de ella sin problemas.
A todo esto empecé a sentir que mis compañeras de curso estaban como más pendientes de mi vida, me preguntaban por mi relación con Graciela, si seguíamos juntos, hasta alguna se atrevía a preguntarme como era el sexo entre nosotros; yo que era medio reservado solía contestar con evasivas, y sin darme cuenta creando hasta un manto de misterio sobre nosotros.
Un día, una de mis compañeras, tal vez la más amiga que tenía en el curso, en una hora libre se sentó al lado mío y me contó la verdad del cambio de actitud de mis compañeras. Resultó ser que en el baile de promoción, Graciela (que siempre fue generosa) se encontró con algunas de mis compañeras en el baño y le preguntaron por nuestra relación, ella (hasta riéndose por dentro) les dijo que lo que más le seducía de mi eran los fantásticos orgasmos que le hacía tener, que siempre yo me preocupaba por que ella disfrutara al máximo, que no podría haber conseguido un amante mejor. Esto las había puesto a mil a mis compañeras y a mí me daba una buena cantidad de posibles candidatas para la cama, aunque Graciela era mi única mujer y quería que siguiera siendo así.
Pasó el tiempo, y comencé a sentirla un poco más distante a Graciela, a pesar que varias veces le preguntaba que pasaba me respondía con excusas banales como: estoy cansada, o no me siento bien. Obviamente no era la verdad, hasta que un sábado después de tener una sesión de sexo maravillosa, con varios orgasmos de ella y varias acabadas mías en todos lados, vagina, culito, boca, acostados y abrasados en la cama le pedí que dijera la verdad.
Ella me miró con ternura y me dijo, H…. sé que te vas a cruzar con una pendeja, y no vas a resistir la tentación de estar con ella, y a mí me vas a tirar a un costado, y eso no lo voy a poder a soportar, por eso trato de pasar menos tiempo con vos, para hacerme la idea que esta relación tiene un futuro limitado, y si no vamos a compartir mas la cama, no quiero que dejes de venir a casa, ni que mi hijo pueda seguir siendo tu amigo, si no vas a estar mas juntos, quiero saber que puedo tener a alguien a quien acudir cuando lo necesite.
Me quedé helado por el comentario, jamás se me había cruzado por la cabeza esta situación, ni siquiera cuando mi vieja (que se había enterado) me rompía las pelotas con este tema.
Hasta que llegó Setiembre y mi cumpleaños, Jueves fiesta familiar en casa, cumplía los 18 años y como era habitual en esa época, los 18 se festejaban, con el regalo clásico para el cumpleañero: o el reloj o el anillo de oro con las iniciales. Graciela, por supuesto no fue, pero antes se encargó de hacerme saber que el regalo me lo iba a dar el sábado a la siesta y en su casa.
Los días no pasaban nunca, hasta que llegó el ansiado sábado, iba a mil, esperando toda una tarde para nosotros 2, para dar rienda libre a todas las ganas que tenía de coger con ella. Al entrar me encuentro que estaban las 2 amigas Graciela y Mónica, mi cara creo que fue elocuente, pensando que la amiga nos iba a arruinar el festejo, pero antes que dijera alguna palabra, Mónica se adelantó y me dice al oído, casi susurrándome: no pongas cara de fastidio, NOSOTRAS somos el regalo.
Y Graciela con toda su generosidad me hizo participar en el primer trío de mi vida, jamás de los jamases me voy a olvidar de esa tarde, no tengo idea cuantas veces me hicieron acabar y cuantas acabaron ellas, solo se que cerca de las 9,00 de la noche no tenía fuerzas ni para estar de pie.
Después de bañarnos los 3 juntos, fuimos al comedor a tomar algo, y Graciela me dice: H…. he pasado hermosos momentos con vos, me hiciste sentir viva, me hiciste sentir viva por los orgasmos que me sacaste cada vez que estuvimos juntos y me hiciste sentir viva cada vez que te enseñaba sobre el sexo, Pero esta es la última vez que vamos a estar juntos; creo que en ese momento hasta se me corrieron las lágrimas, y ella con su paciencia infinita trataba de hacerme entrar en razones.
Volví a su casa, con la esperanza que pudiéramos retomar nuestra relación pero se mantuvo en su postura, con el tiempo mis visitas se hicieron menos frecuentes, hasta que se fueron a vivir a Buenos Aires y perdí contacto con ella durante un tiempo prolongado.
Después de muchos años, en un viaje mío a BsAs los visité, ella vivía con su hijo y recordamos con añoranza todos los momentos compartidos.
Porque después de 40 años escribo este relato, porque hace unos días el hijo me escribe diciendo que Graciela había fallecido, que había estado delicada de salud desde hacía mucho tiempo, y que en varias ocasiones le preguntaba por mi.
Mientras escribo estas líneas, se me corren las lágrimas, y pasan por mi mente montones de momentos vividos, esto es un muy simple homenaje a esa MUJER que me hizo hombre sexualmente hablando, que fue generosa conmigo hasta el hartazgo y que NUNCA pude olvidar.
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