Este es el relato de una de las miles de fantasías que se me ocurren diariamente. Suelo pensar muy seguido en dejarme llevar y termino por excitarme en lugares donde no se si debería...
Cuando voy al gimnasio, no siempre estoy la totalidad del tiempo enfocada en mi rutina como una deportista empedernida, aunque muchas veces crea que lo necesitaría. En ciertas circunstancias me quedo un buen rato con la cinta a poca velocidad mirando por los espejos del gimnasio a los lindos físicos que se regodean por el lugar. Me sube el ego y hasta me excita cuando atrapo a uno de esos lindos y esculturales seres mirando directamente mi cola al ejercitarme.
A mujeres como yo nos atrae el morbo de llevar nuestra cabeza a situaciones que en otras circunstancias, jamás visitaríamos. Fantaseamos en todo momento y actuamos con inocente desinterés.
Pero así como me encanta sentir el peso de sus miradas, también me gusta seducirlos, tirar de a poquito las delgadas cuerdas de la ingenua seducción. Basta la excusa de desconocer el funcionamiento de alguna máquina o necesitar consejos con los ejercicios para poner en primer plano a mi personaje picarón, simplemente para medir mi alcance y fantasear en el proceso.
Mientras aumento un poco la velocidad de la cinta pienso en lo encantada que estoy a veces de sentirme con este poder. Entre los espectadores capto al más alto, que me observa disimuladamente, como si fuera una más de las que se pasea por el gimnasio. No le compro el personaje, lo miro fijo por el espejo y conforme aumenta el ritmo de la cinta, muevo mi cola para invitarlo a observarme con gusto.
En mi cabeza recorro la idea de apoyar mi lengua sobre su estómago que suda mientras levanta una pesa con cada uno de sus firmes brazos. Me gustaría tomarlo por completo de sorpresa en medio del lugar y besarlo; centímetro por centímetro.
Se me ocurre que los demás presentes podrían participar, lo que me lleva a distraerme y buscar en los espejos quien sería el siguiente en levantar la mano…
Lo encuentro, de rasgos salvajes, llevándome a fantasear bajo la atenta guía de mis instintos más primitivos: claramente él sería el primero en sumarse. Los miro a ambos repetidamente mientras alcanzo el ritmo máximo de mi rutina y puedo sentir todo lo que esos dos harían sobre mis músculos.
¡Más, más más! Y toda la potencia se libera frente a mí y a los empujones sobre mis muslos. Puedo sentir el rebote por todo mi cuerpo. Una onda magnética acelerando el ritmo de mis suspiros.
Libero una sonrisa.
Termino el ejercicio. Jadeo.
Estoy tan mojada ahora. Puedo sentir el sudor de mi espalda, el calor de mi entrepierna. Como la sangre fluye hasta cada extremidad.
Sé que están muriendo por saber lo que ocurre en mis sueños, ya tendremos la oportunidad de hacerlos realidad.
Si te agradó el relato, recordá que mis braguitas usadas las estoy vendiendo y podés tenerlas en tus manos. ♥
No olvides dejarme tus comentarios y hablarme por privado si estás interesad@
Muchos besos ♥
Cathia.
Cuando voy al gimnasio, no siempre estoy la totalidad del tiempo enfocada en mi rutina como una deportista empedernida, aunque muchas veces crea que lo necesitaría. En ciertas circunstancias me quedo un buen rato con la cinta a poca velocidad mirando por los espejos del gimnasio a los lindos físicos que se regodean por el lugar. Me sube el ego y hasta me excita cuando atrapo a uno de esos lindos y esculturales seres mirando directamente mi cola al ejercitarme.
A mujeres como yo nos atrae el morbo de llevar nuestra cabeza a situaciones que en otras circunstancias, jamás visitaríamos. Fantaseamos en todo momento y actuamos con inocente desinterés.
Pero así como me encanta sentir el peso de sus miradas, también me gusta seducirlos, tirar de a poquito las delgadas cuerdas de la ingenua seducción. Basta la excusa de desconocer el funcionamiento de alguna máquina o necesitar consejos con los ejercicios para poner en primer plano a mi personaje picarón, simplemente para medir mi alcance y fantasear en el proceso.
Mientras aumento un poco la velocidad de la cinta pienso en lo encantada que estoy a veces de sentirme con este poder. Entre los espectadores capto al más alto, que me observa disimuladamente, como si fuera una más de las que se pasea por el gimnasio. No le compro el personaje, lo miro fijo por el espejo y conforme aumenta el ritmo de la cinta, muevo mi cola para invitarlo a observarme con gusto.
En mi cabeza recorro la idea de apoyar mi lengua sobre su estómago que suda mientras levanta una pesa con cada uno de sus firmes brazos. Me gustaría tomarlo por completo de sorpresa en medio del lugar y besarlo; centímetro por centímetro.
Se me ocurre que los demás presentes podrían participar, lo que me lleva a distraerme y buscar en los espejos quien sería el siguiente en levantar la mano…
Lo encuentro, de rasgos salvajes, llevándome a fantasear bajo la atenta guía de mis instintos más primitivos: claramente él sería el primero en sumarse. Los miro a ambos repetidamente mientras alcanzo el ritmo máximo de mi rutina y puedo sentir todo lo que esos dos harían sobre mis músculos.
¡Más, más más! Y toda la potencia se libera frente a mí y a los empujones sobre mis muslos. Puedo sentir el rebote por todo mi cuerpo. Una onda magnética acelerando el ritmo de mis suspiros.
Libero una sonrisa.
Termino el ejercicio. Jadeo.
Estoy tan mojada ahora. Puedo sentir el sudor de mi espalda, el calor de mi entrepierna. Como la sangre fluye hasta cada extremidad.
Sé que están muriendo por saber lo que ocurre en mis sueños, ya tendremos la oportunidad de hacerlos realidad.
Si te agradó el relato, recordá que mis braguitas usadas las estoy vendiendo y podés tenerlas en tus manos. ♥
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Muchos besos ♥
Cathia.
10 comentarios - Mojando mi culotte transparente en el gym (Con Fotos)
Lastima no compartir el gym contigo