Infidelidad?

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Regina es mi amiga desde la infancia. Crecimos juntos, nuestras familias se conocen. Compartimos escuela secundaria, juventud, amistades, gustos, hasta gestos y formas de hablar. Cojimos varias veces, todas en diferentes ocasiones de nuestras vidas, la última antes de ayer, ambos ya con 43 años.
Recuerdo el día que me dijo que había debutado. Tendríamos dieciseis o diecisiete. Andaba con un pibe de otra escuela y vino sonriente con cara de haber hecho alguna maldad para esa época ya me la había chupado y yo practicaba tocándole el clítoris, pero nunca la había penetrado. O cuando quedó embarazada por primera vez y su llamada casi al borde de las lágrimas. Ella fue censora de mis novias, ayudante en cuestiones importantes, oreja que escucha en medio de depresiones y hasta madrina de mi hija. Desde el primer día supimos que nunca seríamos pareja.
Como en los últimos años no nos veíamos seguido, decidimos implementar un encuentro obligatorio. Todos los jueves a la tarde nos encontramos en cierto bar del centro a tomar un café. A las cinco puntuales y hasta las siete. Oasis de amistad en medio de las obligaciones autoimpuestas que tanto molestan, un par de veces al año terminamos en un telo conocido a sacarnos las ganas de nuestros cuerpos.
Este jueves particularmente andaba sin ganas de ir. Estaba cansado del trabajo y había tenido una pelea bastante importante en casa. Volver a hablar de eso me daba fiaca pero fuí.
Ella había llegado primero como siempre. Estaba con los pelos un poco revueltos y ojeras notorias. Uno de sus hijos estaba enfermo y pasó la noche sin dormir.
- Vos también estás destruído.- me dijo dándome un beso de bienvenida.
- No puedo más, casi no vengo.-
- Traidor, yo no dormí en toda la noche y acá estoy firme.-
- Sos muy grossa, sabelo.- le dije y nos relajamos.
Como estaba linda la tarde y queríamos tranquilizarnos, nos pedimos una cerveza en vez del clásico café con leche. Brindamos.
Arranqué yo con mis quejas normales sobre la marcha de mi matrimonio. Ella siempre se ríe y dice que me quejo pero que la quiero. La quiero, pero el roce diario a veces hace olvidar el amor.
Despues siguió ella con novedades sobre un concurso en el que anda. Le va bien en el trabajo, pero no le deja mucho espacio para sus hijos. Casi que los cría el padre, un profesor de música al que terminé queriendo.
Sin querer eran casi las siete y habíamos tomado dos cervezas. Miramos la hora.
- Nos echamos un polvo?.- me dijo con la misma cara pícara de hace treinta años.
- Tengo que llamar a casa, aguantame un segundo.-
Hice la llamada. La mala onda cortaba el aire del teléfono. Dije que llegaba tarde que comería con Regina. Era también cierto.
- Vamos a hacer algo diferente. Querés?.- le propuse.
- El orto ya me lo hiciste en marzo....-
- No, digo de no ir otra vez al telo.-
- Vamos a villa cariño.-
- Estamos para hacer piruetas en el auto?-
Nos reímos de los kilos acumulados por los años. Fuimos en su auto que tiene vidrios polarizados muy oscuros. Dimos unas vueltas por la costa del río y estacionamos en un lugar tranqui en La Florida, con vista privilegiada del Paraná y el puente Rosario-Victoria. Hacía frío, no había nadie.
Puso un disco de Regina Spektor. Música tranqui y voz sugerente. Buena elección. Sobre todo porque se lo regalé yo en su cumpleaños.
Me besó. Me gustan sus labios deseosos. Empieza a besar con los labios abiertos, húmedos, sin lengua. Mordiéndome de vez en cuando los míos. Después si, nuestras lenguas se entrelazaron. La respiración se nos iba agitando, nos pegamos cada vez más. Ella cruzó una pierna sobre la mía. Sentía como se apretaba contra mí. Le saqué el pullover con dificultad. Ella subió su remera. Me ofreció las tetas para que las chupe. Me dediqué un rato largo a sus pezones. Lamiéndolos, besándolos, mordiéndolos despacio también. Ella tiene una sensibilidad especial en las tetas y le encanta que se las chupe. Después me tiré hacia atrás en el asiento y saqué la pija que me estaba por estallar. La agarró y tiró el prepucio hacia abajo empezándome a lamer en el zona del frenillo. Esa zona la descubrió ella hace como veinte años después que me lo cortaran por razones médicas. Siguió chupándome y acariciando mis huevos. Se la metía hasta la garganta, produciéndose alguna que otra arcada. Me encanta que me haga eso, que me apriete el glande y la saque llena de saliva con la respiración agitada. Me miró.
- Acabame en la boca.- me dijo caliente.
Me empezó a pajear más rápido y a lamerme el glande mientras tanto. Derramé mi leche en su boca en abundancia. Me sentí estallar. Un hilo de semen corría por su comisura. Se lo limpié con el dedo pulgar. Me besó y sentí el gusto un poco amargo de mi leche. Su lengua juguetona quería más. Ahora era su turno y se echo hacia atrás. Levanté su pollera y le corrí la bombacha. Su vagina estaba muy mojada. Acaricié primero su clítoris, grande y duro. Empezó a gemir y a pedirme que le chupe las tetas. Lo hice. Metí dos dedos dentro de su concha y empecé a meterlos y sacarlos. Sentía un río de flujos salir de adentro suyo inundándome la palma de la mano. La saqué por un segundo y le hice chupar sus propios flujos. Ella lamía deseosa y caliente entre gemidos. Volví a pajearla de la misma manera. Se puso tensa con los ojos cerrados. Acabó echando la cabeza muy hacia atrás. Después de unos segundos inmóvil abrío los ojos y se empezó a reir. Reimos juntos. Ella apoyó su cabeza en mi hombro. Nos quedamos en silencio mirando el río, el punte, algún barco pasando.
- Comemos un pizza?.- le dije.
- Dale. Vamos a la Santa María.-
- Es lejísimo eso.- le respondí pensando en la hora.
- No seas tibio!.-
Accedí porque el lugar es de lo mejor. Comimos pasándola bien como siempre. Me llevó después adonde había dejado el auto. Ibamos de la mano. La misma pregnta se me cruzó por la mente otra vez. Era ésto infidelidad? A quien?

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