Mi primer trío casi bisexual (HMH)
Bueh, ya que tengo una cuenta en Poringa, voy a contar algo que no tuve la confianza para contárselo a nadie. Esto me pasó e algunos meses. Fue cuando empecé a juntarme con un grupo de pibes de la facu con los que antes a penas nos saludábamos. En ese grupo había un pibe, Cristian, que al principio me hacía sentir incómodo. Onda que el pibe era como bastante fachero, medio groso de gimnasio (pero tranqui, tampoco la pavada) y era como uno de los más “cotizados” entre las pibas. Yo pensé que era medio creído pero después me di cuenta de que en realidad hasta era un toque depre, o por lo menos que tenía serios problemas de autoestima. Durante las dos primeras semanas que estuve en el grupo pensé que no le caía bien porque parecía evitar hablarme pero daba la sensación de escucharme con muchísima atención (yo veía por el rabillo del ojo que me miraba fijo, y sólo me sacaba los ojos de encima si yo lo miraba; además de que solía silbar para pedir silencio si yo estaba hablando y él no podía escucharme por el bullicio).
Cuando me pudrí de tratar de descifrar al enfermito mental y sus mambos, empecé a ver que trataba de acercarse, pero como que sin que se note. A mí ya me estaba secando las bolas semejante emo, pero el loco insistía.
Un día que volvíamos de la facu en el mismo cole con una compañera, me dijo que le tenga un poco de paciencia a Cristian, que era un re buen pibe pero que andaba medio en otra desde que cortó con la novia.
Después mi compañera me preguntó si yo había estado hace poco con una chica medio así, y asá, con tal color de pelo, y tal color de ojos y con un tattoo de un auricular alrededor del cuello, lo cual me dejó helado, porque sí, era verdad… Le pregunté por qué, y me dijo que esa era la ex de Cristian y que ellos todavía estaban de novios cuando me la cogí (en realidad, para ser sinceros, ella me cogió a mí, pero esa es otra historia…). Bueh, la cosa es que me sentí mal, porque no me copa ser los cuernos de nadie, ni me coparía que a mí me pase lo mismo.
Se me ocurrió hablar en persona con Cristian pero no lo volví a ver hasta varios días después, en una peña del centro de estudiantes de mi facu, y encima desde que llegué, Cristian estaba apretando con una mina que no lo soltaba ni a gancho.
Me quedé boludeando y escaviando un rato con los otros pibes del curso, y cuando vi que iba al baño pensé que era mi momento para ir a decirle que me gustaría que hablemos. Me lo encontré meando todo torcido del tremendo pedo que tenía el hijo de puta. Me dijo que ya se iba y que prefería hablar más sobrio, pero que estaba en auto y que no tenía drama en alcanzarme hasta el centro. Le dije que sí, pero que me banque un toque, así me despedía de los otros pibes; él me contestó que me esperaba en frente del local, en un Citroën C4 gris.
Cuando salí del local, y fui al auto, vi que Cristian seguía con la piba chapando re loquitos, sentados los dos en los asientos delanteros. Hice ruido con los pies y me arrimé al auto. Abrí una puerta de atrás, pero con el cuerpo afuera, y les dije que me podía tomar un taxi, que no se hicieran problema por mí. La piba me respondió, con mucha delicadeza, que por ella no había drama, que no era celosa, y que le encantaba tener dos pijas juntas en la concha (¡ O ___O !)
Yo no supe qué responderle, honestamente estaba un poco horrorizado. Nunca me gustaron las minas tan pero tan putas.
Cristian se dio vuelta y me animó a que suba al auto con un gesto de complicidad.
“… Este emo de mierda quiere verme en bolas para saber si la ex le metió los cuernos por una pija más grande que la suya o no…”, pensé, y al toque me sentí un pelotudo por haber accedido sólo porque sentía algo de culpa, porque me sentía mal por Cristian (sé lo que se siente ser cornudo).
El viaje fuer corto, pero a mí se me hizo largo porque la piba me desabrochó la camisa y me empezó a chupar el cuello mientras yo me hacía la cabeza con que no se me iba a parar la pija. Nunca había tenido un trío.
Cuando llegamos a la casa fuimos derecho para un living. Cristian se fue a cerrar las cortinas de las ventanas y la mina me empezó a chapar. El sabor a pija que tenía en la boca me dio un poco de arcadas. Esa hija de puta le habrá estado lamiendo el ganso al otro cornudo mientras estaban en el auto esperando a que yo saliera. Pero la mina estaba re sacada y no me dejaba soltarme. Después vino Cristian por detrás de la piba y le empezó a desabrochar todo, hasta que la dejó en tetas. Ahí fue cuando me puse al palo pero mal! La mina tenía unas tetas hermosas, enormes, bien duras, con unos pezones carnosos, riquísimos. Le agarré los dos y hundí la boca en medio de esos paraísos. Cristian seguía abrazándola por atrás mientras le manoseaba el papo a la piba con las dos manos, re bruto el chabón, pero a la mina le re copaba, parece, porque gemía como una trola. Cuando me levanté para chaparla, le toqué sin querer los dedos a Cristian con la mansa carpa que se me levantó con las tetas de esa yegua.
La tipa me empezó a desabrochar el pantalón y me sacó la pija, que estaba recontra mojada de líquido preseminal por la bruta calentura que tenía. Cristian me miraba la chota con todo el descaro del mundo, mientras le masajeaba las gomas a la piba por detrás. Desde que me vio la chota empezó a geminar sin disimulo, y a franelearse contra la cintura de la mina. Ella se arrodilló y me la empezó a mamar. No la chupaba muy bien, pero yo estaba re caliente, y el mínimo contacto me hacía el pibe más feliz del puto mundo.
Cristian se bajó la bragueta y se puso al lado mío, para que la tipa tenga a mano las dos porongas. Él la tenía más gruesa en la base y creo que un toque más larga (no daba para pedir una regla y ponernos a tomar medidas, justo ahí), pero era medio fiera. La mía es más recta, pero gruesa y curvada hacia arriba, bastante más linda. Pero a la muy trola le gustaban las dos parece, y las dos juntas todavía más. Cuando nos juntó las pijas, Cristian se puso rojo y sus gemidos se hicieron tan fuertes que me aturdían un poco. Fue re loco sentir el calor de otra chota en la mía. Cerré los ojos y sentí cómo el calor se extendía alrededor de toda mi verga. Tardé en darme cuenta de que Cristian había acabado y que su guasca se me estaba desparramando por todo mi miembro, porque la mina no paraba de mamarnos a los dos. Esa piba tenía todo el porno encima. Alta boca, hija de mil puta.
No me calentó tener la chele de Cristian en la chota, pero por algún motivo, tampoco me jodió (y no quise ponerme a reflexionar en ese momento, la verdad).
Cuando a Cristian se le bajó del todo, yo todavía estaba caliente así que recosté a la piba sobre un sofá y le empecé a dar masa por la concha. Casi acabo al toque, porque ese papo era una seda por dentro, ¡una delicia! Respiré profundo y bajé al ritmo para controlarme. Cristian se sentó en otro cuerpo del sofá al lado nuestro y se empezó a pajear mientras nos miraba cogiendo. Después vino y le empezó a manosear las tetas a la flaca, mientras me miraba la verga. Eso me puso muy caliente. Para calmarme saqué la verga un rato y me la empecé a acariciar despacio, mirando cómo él me la miraba exhalando con la boca abierta. Cuando subió la vista y me miró a los ojos, me sentí re incómodo pero le sostuve la mirada. Él se levantó y vino hacia donde yo estaba y ahí me agarró un cagaso bárbaro. Pero me corrió de un empujón y se la empezó a coger por la concha, tan rápido y tan fuerte que la mina empezó a gritar como esas actrices porno que están pasadas de merca. Mientras la penetraba a mil por hora me miraba fijo, con una cara de rabia que pensé que en cualquier momento se me venía encima a cagarme a piñas. Fue ahí cuando me dijo: “Así se coge a una mujer”. Yo me puse tan nervioso que se me empezó a dormir la chota.
Pero la mina nos pidió que la cogiéramos los dos juntos por la concha, y me calenté de nuevo, aunque me arrimé con miedo a Cristian.
La mina se levantó, él se sentó, ella me hizo un gesto para que me siente en frente de él. Lo hice, pero él se acercó más, mirándome fijo y serio a los ojos mientras ponía sus piernas encima de las mías, y sus bolas y su verga junto mis bolas y mi verga. Yo no podía creer ni la desfachatez de Cristian ni el hecho de que a la mina parecía no joderle todo ese franeleo putazo.
Pero no, la piba vino tranqui, se acuclilló entre nosotros, dándome a mí la espalda y a él, las tetas. Nos agarró las pijas, las acomodó, y se las metió juntas en la argolla. Seguramente se había tomado alguna pastilla o algún líquido “mágico” para estar tan sacada. Cristian y yo nos movíamos un poco debajo de ella, sintiendo las chotas y las bolas rozándose, humedecidas con transpiración y baba de concha. Cristian se sostenía con los brazos tirados hacia atrás, apoyados en el sofá, sin quitarme los ojos de encima y esa cara de asesino. Yo me sostenía abrazándola a ella por la altura de la cintura, con la cabeza apoyada en uno de sus hombros. Cuando él se impulsó con los brazos para acercarse a ella (y a mí), llevó su cara al mismo hombro donde estaba mi cara, y ahí al toque pensé: “O le salta el puto y me chanta un pico, o le salta el cornudo resentido y me chanta una piña”. Soy tan cagón que lo único que atiné a decirle mientras se me venía su cara encima fue: “Perdón. No sabía que estaba de novia”. Él sonrió, la rodeó con los brazos a la mina y puso con fuerza las manos en mi espalda, dejando a la pobre mina hecha un matambre, encerrada entre dos pibes y con doble relleno de pija. Cristian aceleró bien copado los “movimientos de pelvis”, pajeándome la vena gruesa de la verga con la suya, y logrando que la mina frunza la conchita y apriete bien rico.
La calentura fue tal que exploté. Sentí los latidos de la verga de Cristian unos segundos después, y el fap fap de las dos porongas chapoteando en un lago de guasca. Abrí la boca y me la tapé con el hombro de la mina para no despertar a los vecinos, porque estaba en la puta gloria. Cristian me agarró la cabeza con las dos manos y se quedó un toque revolviéndome el pelo con los dedos mientras gemía con la boca abierta sobre una de las enormes y perfectas tetas de nuestra acompañante. Aplausos para ella, por favor.
Nos vestimos los tres sin decir nada, sin mirarnos casi. Cristian le preguntó si se cuidaba, ella le dijo que sí, que no nos preocupemos por eso. Pedimos dos taxis, y los esperamos afuera de la casa. Todos parecíamos tener apuro por separarnos.
Ya en el taxi me sentí aliviado, pero tratando de guardar en la memoria todos los detalles de uno de los mejores polvos de mi vida.
La foto no es mía, es sólo para ratonearme con el recuerdo.
Bueh, ya que tengo una cuenta en Poringa, voy a contar algo que no tuve la confianza para contárselo a nadie. Esto me pasó e algunos meses. Fue cuando empecé a juntarme con un grupo de pibes de la facu con los que antes a penas nos saludábamos. En ese grupo había un pibe, Cristian, que al principio me hacía sentir incómodo. Onda que el pibe era como bastante fachero, medio groso de gimnasio (pero tranqui, tampoco la pavada) y era como uno de los más “cotizados” entre las pibas. Yo pensé que era medio creído pero después me di cuenta de que en realidad hasta era un toque depre, o por lo menos que tenía serios problemas de autoestima. Durante las dos primeras semanas que estuve en el grupo pensé que no le caía bien porque parecía evitar hablarme pero daba la sensación de escucharme con muchísima atención (yo veía por el rabillo del ojo que me miraba fijo, y sólo me sacaba los ojos de encima si yo lo miraba; además de que solía silbar para pedir silencio si yo estaba hablando y él no podía escucharme por el bullicio).
Cuando me pudrí de tratar de descifrar al enfermito mental y sus mambos, empecé a ver que trataba de acercarse, pero como que sin que se note. A mí ya me estaba secando las bolas semejante emo, pero el loco insistía.
Un día que volvíamos de la facu en el mismo cole con una compañera, me dijo que le tenga un poco de paciencia a Cristian, que era un re buen pibe pero que andaba medio en otra desde que cortó con la novia.
Después mi compañera me preguntó si yo había estado hace poco con una chica medio así, y asá, con tal color de pelo, y tal color de ojos y con un tattoo de un auricular alrededor del cuello, lo cual me dejó helado, porque sí, era verdad… Le pregunté por qué, y me dijo que esa era la ex de Cristian y que ellos todavía estaban de novios cuando me la cogí (en realidad, para ser sinceros, ella me cogió a mí, pero esa es otra historia…). Bueh, la cosa es que me sentí mal, porque no me copa ser los cuernos de nadie, ni me coparía que a mí me pase lo mismo.
Se me ocurrió hablar en persona con Cristian pero no lo volví a ver hasta varios días después, en una peña del centro de estudiantes de mi facu, y encima desde que llegué, Cristian estaba apretando con una mina que no lo soltaba ni a gancho.
Me quedé boludeando y escaviando un rato con los otros pibes del curso, y cuando vi que iba al baño pensé que era mi momento para ir a decirle que me gustaría que hablemos. Me lo encontré meando todo torcido del tremendo pedo que tenía el hijo de puta. Me dijo que ya se iba y que prefería hablar más sobrio, pero que estaba en auto y que no tenía drama en alcanzarme hasta el centro. Le dije que sí, pero que me banque un toque, así me despedía de los otros pibes; él me contestó que me esperaba en frente del local, en un Citroën C4 gris.
Cuando salí del local, y fui al auto, vi que Cristian seguía con la piba chapando re loquitos, sentados los dos en los asientos delanteros. Hice ruido con los pies y me arrimé al auto. Abrí una puerta de atrás, pero con el cuerpo afuera, y les dije que me podía tomar un taxi, que no se hicieran problema por mí. La piba me respondió, con mucha delicadeza, que por ella no había drama, que no era celosa, y que le encantaba tener dos pijas juntas en la concha (¡ O ___O !)
Yo no supe qué responderle, honestamente estaba un poco horrorizado. Nunca me gustaron las minas tan pero tan putas.
Cristian se dio vuelta y me animó a que suba al auto con un gesto de complicidad.
“… Este emo de mierda quiere verme en bolas para saber si la ex le metió los cuernos por una pija más grande que la suya o no…”, pensé, y al toque me sentí un pelotudo por haber accedido sólo porque sentía algo de culpa, porque me sentía mal por Cristian (sé lo que se siente ser cornudo).
El viaje fuer corto, pero a mí se me hizo largo porque la piba me desabrochó la camisa y me empezó a chupar el cuello mientras yo me hacía la cabeza con que no se me iba a parar la pija. Nunca había tenido un trío.
Cuando llegamos a la casa fuimos derecho para un living. Cristian se fue a cerrar las cortinas de las ventanas y la mina me empezó a chapar. El sabor a pija que tenía en la boca me dio un poco de arcadas. Esa hija de puta le habrá estado lamiendo el ganso al otro cornudo mientras estaban en el auto esperando a que yo saliera. Pero la mina estaba re sacada y no me dejaba soltarme. Después vino Cristian por detrás de la piba y le empezó a desabrochar todo, hasta que la dejó en tetas. Ahí fue cuando me puse al palo pero mal! La mina tenía unas tetas hermosas, enormes, bien duras, con unos pezones carnosos, riquísimos. Le agarré los dos y hundí la boca en medio de esos paraísos. Cristian seguía abrazándola por atrás mientras le manoseaba el papo a la piba con las dos manos, re bruto el chabón, pero a la mina le re copaba, parece, porque gemía como una trola. Cuando me levanté para chaparla, le toqué sin querer los dedos a Cristian con la mansa carpa que se me levantó con las tetas de esa yegua.
La tipa me empezó a desabrochar el pantalón y me sacó la pija, que estaba recontra mojada de líquido preseminal por la bruta calentura que tenía. Cristian me miraba la chota con todo el descaro del mundo, mientras le masajeaba las gomas a la piba por detrás. Desde que me vio la chota empezó a geminar sin disimulo, y a franelearse contra la cintura de la mina. Ella se arrodilló y me la empezó a mamar. No la chupaba muy bien, pero yo estaba re caliente, y el mínimo contacto me hacía el pibe más feliz del puto mundo.
Cristian se bajó la bragueta y se puso al lado mío, para que la tipa tenga a mano las dos porongas. Él la tenía más gruesa en la base y creo que un toque más larga (no daba para pedir una regla y ponernos a tomar medidas, justo ahí), pero era medio fiera. La mía es más recta, pero gruesa y curvada hacia arriba, bastante más linda. Pero a la muy trola le gustaban las dos parece, y las dos juntas todavía más. Cuando nos juntó las pijas, Cristian se puso rojo y sus gemidos se hicieron tan fuertes que me aturdían un poco. Fue re loco sentir el calor de otra chota en la mía. Cerré los ojos y sentí cómo el calor se extendía alrededor de toda mi verga. Tardé en darme cuenta de que Cristian había acabado y que su guasca se me estaba desparramando por todo mi miembro, porque la mina no paraba de mamarnos a los dos. Esa piba tenía todo el porno encima. Alta boca, hija de mil puta.
No me calentó tener la chele de Cristian en la chota, pero por algún motivo, tampoco me jodió (y no quise ponerme a reflexionar en ese momento, la verdad).
Cuando a Cristian se le bajó del todo, yo todavía estaba caliente así que recosté a la piba sobre un sofá y le empecé a dar masa por la concha. Casi acabo al toque, porque ese papo era una seda por dentro, ¡una delicia! Respiré profundo y bajé al ritmo para controlarme. Cristian se sentó en otro cuerpo del sofá al lado nuestro y se empezó a pajear mientras nos miraba cogiendo. Después vino y le empezó a manosear las tetas a la flaca, mientras me miraba la verga. Eso me puso muy caliente. Para calmarme saqué la verga un rato y me la empecé a acariciar despacio, mirando cómo él me la miraba exhalando con la boca abierta. Cuando subió la vista y me miró a los ojos, me sentí re incómodo pero le sostuve la mirada. Él se levantó y vino hacia donde yo estaba y ahí me agarró un cagaso bárbaro. Pero me corrió de un empujón y se la empezó a coger por la concha, tan rápido y tan fuerte que la mina empezó a gritar como esas actrices porno que están pasadas de merca. Mientras la penetraba a mil por hora me miraba fijo, con una cara de rabia que pensé que en cualquier momento se me venía encima a cagarme a piñas. Fue ahí cuando me dijo: “Así se coge a una mujer”. Yo me puse tan nervioso que se me empezó a dormir la chota.
Pero la mina nos pidió que la cogiéramos los dos juntos por la concha, y me calenté de nuevo, aunque me arrimé con miedo a Cristian.
La mina se levantó, él se sentó, ella me hizo un gesto para que me siente en frente de él. Lo hice, pero él se acercó más, mirándome fijo y serio a los ojos mientras ponía sus piernas encima de las mías, y sus bolas y su verga junto mis bolas y mi verga. Yo no podía creer ni la desfachatez de Cristian ni el hecho de que a la mina parecía no joderle todo ese franeleo putazo.
Pero no, la piba vino tranqui, se acuclilló entre nosotros, dándome a mí la espalda y a él, las tetas. Nos agarró las pijas, las acomodó, y se las metió juntas en la argolla. Seguramente se había tomado alguna pastilla o algún líquido “mágico” para estar tan sacada. Cristian y yo nos movíamos un poco debajo de ella, sintiendo las chotas y las bolas rozándose, humedecidas con transpiración y baba de concha. Cristian se sostenía con los brazos tirados hacia atrás, apoyados en el sofá, sin quitarme los ojos de encima y esa cara de asesino. Yo me sostenía abrazándola a ella por la altura de la cintura, con la cabeza apoyada en uno de sus hombros. Cuando él se impulsó con los brazos para acercarse a ella (y a mí), llevó su cara al mismo hombro donde estaba mi cara, y ahí al toque pensé: “O le salta el puto y me chanta un pico, o le salta el cornudo resentido y me chanta una piña”. Soy tan cagón que lo único que atiné a decirle mientras se me venía su cara encima fue: “Perdón. No sabía que estaba de novia”. Él sonrió, la rodeó con los brazos a la mina y puso con fuerza las manos en mi espalda, dejando a la pobre mina hecha un matambre, encerrada entre dos pibes y con doble relleno de pija. Cristian aceleró bien copado los “movimientos de pelvis”, pajeándome la vena gruesa de la verga con la suya, y logrando que la mina frunza la conchita y apriete bien rico.
La calentura fue tal que exploté. Sentí los latidos de la verga de Cristian unos segundos después, y el fap fap de las dos porongas chapoteando en un lago de guasca. Abrí la boca y me la tapé con el hombro de la mina para no despertar a los vecinos, porque estaba en la puta gloria. Cristian me agarró la cabeza con las dos manos y se quedó un toque revolviéndome el pelo con los dedos mientras gemía con la boca abierta sobre una de las enormes y perfectas tetas de nuestra acompañante. Aplausos para ella, por favor.
Nos vestimos los tres sin decir nada, sin mirarnos casi. Cristian le preguntó si se cuidaba, ella le dijo que sí, que no nos preocupemos por eso. Pedimos dos taxis, y los esperamos afuera de la casa. Todos parecíamos tener apuro por separarnos.
Ya en el taxi me sentí aliviado, pero tratando de guardar en la memoria todos los detalles de uno de los mejores polvos de mi vida.
La foto no es mía, es sólo para ratonearme con el recuerdo.
17 comentarios - Mi primer trío casi bisex (HMH)
Son todas putas 😉
Durante mucho tiempo estuve mantuve un trio con una pareja.
Que bien. Lo pasábamos