Una y otra vez veo salir mi pija de tu boca. Veo tus ojos cerrados y tu lengua acariciándome el frenillo. Veo una y otra vez tus tetas moverse al compás de nuestros movimientos. Tus pezones oscuros, duros, apuntándome y pidiéndome que los chupe. Que los lama. Y mi lengua pasándoles por encima, llenándolos de mi saliva ansiosa. Y yo viendo tu pecho que se hincha y baja con cada respiración agitada por la calentura. Tus piernas abiertas, esperando el turno de que descienda hasta tu concha. Hasta el húmedo paraíso que guardás entre las piernas. Y lo lama también y lo chupe, e intente en vano comerte entera en medio de nuestros jadeos.
Y vos que no querés dejar de besarme, chuparme, agitarme y calentarme. Que te apretás excitada contra mi cuero haciéndome prisionero de tus pasiones. Oscuras y preciosas pasiones que solo quieren hacerme sentir hasta la última gota de placer para volver a empezar, una y otra vez.
Anoche nos cruzamos finalmente. Te encontré entre una multitud de cuerpos hirvientes que escuchaban como nosotros ese recital igual a todos los anteriores que habíamos visto. La casualidad y la marea humana me llevó justo a tu espalda. Sentí tu aroma y entendí que de ahí no me iba a ir. A los dos temas te diste vuelta. Creo que también me presentiste. Me sonreiste y algún comentario cruzamos. Me pediste un cigarrillo. Fumamos el último a medias intentando por todos los medios de que el pogo no nos separe. Te pasé la mano por la cintura y sentì tu piel transpirada debajo de la remera. Vos me agarraste el hombro. Cantamos una y nos fuimos a un costado a besarnos.
Tu lengua húmeda y deseosa se metió en mi boca. Se cruzó con mi lengua que quería lo mismo. Sentí tu aliento agitado. Tus manos agarrándome la nuca y empujándome hacia vos. Me empujaste contra la pared y arrimaste la concha a mi bulto que estaba a punto de estallar. Sentì como te apretabas contra mi, cada vez más caliente. Mi mano derecha se metió entre el pantalón y tu piel, hasta agarrarte por primera vez el cachete del culo. Lo apreté y sentí que te calentaba aún más. Con el dedo mayor me fuí metiendo entre las nalgas hasta encontrarte el ogete. Lo apoyé y empecé a hacerte caricias circulares sin meterlo. La calentura te tomó por sorpresa y te apoyaste con la cara contra mi pecho y cuello dispuesta a disfrutar la caricia anal inesperada. Movías el culo al compás de mi mano apretándo la concha contra mi pierna.
De vez en cuando algún cuerpo nos golpeaba o empujaba. El sonido era ensordecedor. El humo hacía lagrimear. Nada de eso nos importaba, solo mi dedo en tu ano y tu cara en mi pecho. Tu respiración agitada y nuestros cuerpos sintiendo. Vi como te metías la mano dentro del pantalón y te pajeaste hasta acabar dejándote caer contra mi. Levantaste la vista y me sonreíste. Me dijiste tu nombre. "Victoria". "Juanse, mucho gusto" respondí.
- Y si te la chupo? -
Mi verga a punto de explotar no quería nada más. Te pusiste en cuclillas contra la pared y yo abrí el cierre del pantalón dejando salir por fín la pija. Te la metí en la boca. Tus manos me acariciaban el tronco mientras tu lengua lamía el glande en círculos. Después te la metiste en la boca y me hiciste el mejor pete de mi vida. Acabé en tu boca, llenándote de leche, que al levantarte y besarme compartimos, los dos todavía calientes en los acordes del final de ese tema que me gusta tanto.
Faltaba bastante para que termine el recital. Me invitaste a tu casa que estaba a diez cuadras. Paramos en cada farola como Sabina. Nos manoseamos, nos besamos, nos tocamos, nos prometimos matarnos, nos reimos, nos presentamos. Compramos forros, cigarrillos y una petaca de café al cognac que tomamos entre besos y franeleadas por la calle.
Hasta que llegamos acá, vos hermosa, desnuda y caliente, deseosa de que te coja. Pidiéndomelo y yo deseándolo. Y mi pija entrando una y otra vez en tu concha, húmeda, abierta, hermosa. Sintiéndome delirar de placer adentro tuyo. Y vos apretándote contra mi, también caliente y un poco borrachos los dos. Hasta que te das vuelta y me pedís que te haga la caricia en el orto que te hice antes. Ahora tu culo abierto me ofrece el ano para que haga con él lo que más me gusta. Apoyo nuevamente el dedo sobre el agujero y te acaricio. Además acaricio con la otra mano tu clítoris que está hirviendo de calentura. Te lo chupo. Entro con mi lengua dentro de tu orto una y otra vez hasta que me pedís que te la ponga. Que te coja el culo. Lo hago. Lo hacemos. Siento mi pija apretada adentro tuyo. Tus gemidos. Tu piel que sigue transpirada por el calor y el agite. Acabamos.
Siento una mezcla de aromas y sabores que me vuelven loco. Se me vuelve a poner dura la pija y vos querés más. Una y otra vez....
Y vos que no querés dejar de besarme, chuparme, agitarme y calentarme. Que te apretás excitada contra mi cuero haciéndome prisionero de tus pasiones. Oscuras y preciosas pasiones que solo quieren hacerme sentir hasta la última gota de placer para volver a empezar, una y otra vez.
Anoche nos cruzamos finalmente. Te encontré entre una multitud de cuerpos hirvientes que escuchaban como nosotros ese recital igual a todos los anteriores que habíamos visto. La casualidad y la marea humana me llevó justo a tu espalda. Sentí tu aroma y entendí que de ahí no me iba a ir. A los dos temas te diste vuelta. Creo que también me presentiste. Me sonreiste y algún comentario cruzamos. Me pediste un cigarrillo. Fumamos el último a medias intentando por todos los medios de que el pogo no nos separe. Te pasé la mano por la cintura y sentì tu piel transpirada debajo de la remera. Vos me agarraste el hombro. Cantamos una y nos fuimos a un costado a besarnos.
Tu lengua húmeda y deseosa se metió en mi boca. Se cruzó con mi lengua que quería lo mismo. Sentí tu aliento agitado. Tus manos agarrándome la nuca y empujándome hacia vos. Me empujaste contra la pared y arrimaste la concha a mi bulto que estaba a punto de estallar. Sentì como te apretabas contra mi, cada vez más caliente. Mi mano derecha se metió entre el pantalón y tu piel, hasta agarrarte por primera vez el cachete del culo. Lo apreté y sentí que te calentaba aún más. Con el dedo mayor me fuí metiendo entre las nalgas hasta encontrarte el ogete. Lo apoyé y empecé a hacerte caricias circulares sin meterlo. La calentura te tomó por sorpresa y te apoyaste con la cara contra mi pecho y cuello dispuesta a disfrutar la caricia anal inesperada. Movías el culo al compás de mi mano apretándo la concha contra mi pierna.
De vez en cuando algún cuerpo nos golpeaba o empujaba. El sonido era ensordecedor. El humo hacía lagrimear. Nada de eso nos importaba, solo mi dedo en tu ano y tu cara en mi pecho. Tu respiración agitada y nuestros cuerpos sintiendo. Vi como te metías la mano dentro del pantalón y te pajeaste hasta acabar dejándote caer contra mi. Levantaste la vista y me sonreíste. Me dijiste tu nombre. "Victoria". "Juanse, mucho gusto" respondí.
- Y si te la chupo? -
Mi verga a punto de explotar no quería nada más. Te pusiste en cuclillas contra la pared y yo abrí el cierre del pantalón dejando salir por fín la pija. Te la metí en la boca. Tus manos me acariciaban el tronco mientras tu lengua lamía el glande en círculos. Después te la metiste en la boca y me hiciste el mejor pete de mi vida. Acabé en tu boca, llenándote de leche, que al levantarte y besarme compartimos, los dos todavía calientes en los acordes del final de ese tema que me gusta tanto.
Faltaba bastante para que termine el recital. Me invitaste a tu casa que estaba a diez cuadras. Paramos en cada farola como Sabina. Nos manoseamos, nos besamos, nos tocamos, nos prometimos matarnos, nos reimos, nos presentamos. Compramos forros, cigarrillos y una petaca de café al cognac que tomamos entre besos y franeleadas por la calle.
Hasta que llegamos acá, vos hermosa, desnuda y caliente, deseosa de que te coja. Pidiéndomelo y yo deseándolo. Y mi pija entrando una y otra vez en tu concha, húmeda, abierta, hermosa. Sintiéndome delirar de placer adentro tuyo. Y vos apretándote contra mi, también caliente y un poco borrachos los dos. Hasta que te das vuelta y me pedís que te haga la caricia en el orto que te hice antes. Ahora tu culo abierto me ofrece el ano para que haga con él lo que más me gusta. Apoyo nuevamente el dedo sobre el agujero y te acaricio. Además acaricio con la otra mano tu clítoris que está hirviendo de calentura. Te lo chupo. Entro con mi lengua dentro de tu orto una y otra vez hasta que me pedís que te la ponga. Que te coja el culo. Lo hago. Lo hacemos. Siento mi pija apretada adentro tuyo. Tus gemidos. Tu piel que sigue transpirada por el calor y el agite. Acabamos.
Siento una mezcla de aromas y sabores que me vuelven loco. Se me vuelve a poner dura la pija y vos querés más. Una y otra vez....
6 comentarios - Una y otra vez
Quien dice que no sea eso lo que me ha hecho meterme tanto en tus historías
Gracias, por eso...
La recomendación valió la pena... 😉
Besos
Bueno banquesela ahi tiene , jajajaaaa !