Habíamos quedado en cenar con Griselda en la parrila de Devoto, donde comimos varias veces. Muy buenas carnes y algunos vinos recomendables.
Como se haría tarde para ir a buscarla, le avisé que me esperara directamente en el restaurante.
Le mensajeé:
“Llego en 10, amor”
“Te esperamos, besos”
Me resultó llamativo el plural, pero quizás vendría también a cenar alguna pareja amiga o su prima o no se quién pero le resté importancia.
Al llegar y entrar la veo sentada frente a otra mujer que no conocía.
De pelo largo y negro, vista de atrás.
“Es Liliana, una amiga y ex compañera de la facu”
No recordaba que la hubiera nombrado pero lo adjudiqué a mi dificultad para recordar nombres de personas que no vi personalmente.
Me senté, habían pedido un cabernet de La Linda y ya llevaban media botella consumida esperándome, por lo que hicimos chistes al respecto.
Liliana era flaca, con una remera grande que no dejaba adivinar su cuerpo, boca sensual y pelo largo negro que hacía juego con sus ojos.
La charla era divertida: Liliana había sido con quien Griselda había preparado diez materias, llena de anécdotas de trasnochadas de mate, pucho y libros que alternaban con historias divertidas sin nada que se pareciera a la seducción.
Griselda fue al baño y luego de unos minutos de silencio se deshizo en elogios a su amiga, lo buena mina que era y continuó con una charla amigable y con momentos de risa.
A la segunda botella, los tres estábamos en ese momento de alegría donde uno se rie de todo pero sin estar borrachos.
Griselda propuso ir a mi casa a mirar una serie los tres y salimos, como si nada.
Al llegar, me pidió abrir otra botella (a mi juego me llamaron) mientras elegía una serie. Había quedado a medio mirar “Ninphomania” y nos sentamos en el sillón grande. Liliana se sentó en el individual.
Las escenas de sexo se sucedían y Griselda acariciaba mi espalda mientras la protagonista era penetrada por dos negros.
Alterado por el vino, yo acariciaba su pierna mientras sus mimos en la espalda me excitaban. Liliana miraba absorta las imágenes, mientras cruzaba sus piernas para un lado y para otro. Tenía una pollera amplia por debajo de las rodillas y se alcanzaban a ver sus pantorrillas.
Reíamos los tres de algunas escenas.
De pronto, Griselda comenzó a acariciarme por encima del pantalón desde la pierna subiendo… mi erección era notoria.
“Aca hay uno excitadito”, dijo Griselda riendo
“Dos”, contestó Liliana mirándonos.
“Tres”, lanzó Griselda tocándome la pija sin disimulo por encima el pantalón.
Respondí levantándole la remera, desprendiéndole el corpiño y acariciando sus tetas cuyos pezones ya estaban duros por la situación.
“Puedo?” dijo Liliana señalando sus tetas con el mentón.
“Todo podes”, respondí.
Levantó su remera y comenzó a acariciarse los pechos, a amasarlos uno con cada mano, lo hacía por encima del corpiño traslúcido que dejaban ver sus pechos pequeños y de pezones grandes, mientras mis manos recorrían las tetas excitadas de Griselda. Mi erección marcaba totalmente el pantalón hinchado.
“Sacatelo” le dije.
Casi como cumpliendo una orden, Liliana se saco la remera y el corpiño y siguió acariciando ahora sus tetas pequeñas y sus pezones erectos. Griselda y yo no parabamos de tocarnos y la mirábamos tocarse.
“subite la pollera”, suplicó Griselda mientras sacaba mi pija del pantalón.
Liliana obedeció y levantó su pollera dejando ver una tanga negra. Poco tardó en acariciarse por encima de la tanga, lo que estremeció el cuerpo de Grisela que ya me pajeaba.
Ambos mirábamos a Liliana tocarse los labios con una mano y un pezón con la otra.
Griselda se quitó el pantalón y comenzó a pajearse metiendo su mano dentro de la tanga y a chuparme la pija como solo ella sabe hacerlo.
Liliana se sacó toda la ropa y continúo metiéndose los dedos. Nos calentábamos de vernos: nosotros a ella y ella a nosotros.
Griselda miraba la furiosa masturbación de Liliana de reojo, sin dejar de lamérmela.
Me paré y dije: “me parece que es el momento de ir a la cama”
Ya en la cama, formamos un triángulo: Griselda chupaba mi pija mientras era chupada por Liliana que se dedicaba a su clítoris. MI boca lamía esa concha sin depilar desconocida y los tres gemíamos.
Entonces abandonaron esa posición, se miraron y me dejaron mirarlas como se lamian mutuamente en un 69 maravilloso.
Griselda arriba me miraba mientras lamia la concha de Liliana y le introducía su lengua.
Pude ver, aunque estaba de frente a la cabeza de Griselda, como Liliana le metía dos dedos en la concha y uno en el culo, mientras se retorcían de placer. Yo apenas me tocaba un poco: temía acabar por ver esa imagen que me enloquecía. Ambas acabaron casi al unísono pero seguían lamiéndose para buscar mas orgasmos, que no paraban de producirse
Me acerqué y Griselda chupaba alternando mi pija y esa concha empapada.
Me la tomó con su mano y se la puso a Liliana que dio un grito cuando mi cabeza comenzó a penetrarla. Mientras yo entraba, Griselda lamía el tronco de mi pija, gemía y acabó una vez mas por la manera en que era penetrada doblemente por los dedos de Liliana que chillaba de placer.
Yo no daba mas y se los dije…
Entonces ambas se pusieron de rodillas frente a mi y me chuparon maravillosamente: lamiendo mi cabeza y sus bocas juntas. Mezclaban sus salivas, sus jugos y mi cabeza que se disponía a estallar.
Acabé así y sus bocas se juntaron para intercambiar mi manantial de leche, mi cabeza, todo junto. Chupaban y me miraban. Se metían las lenguas y gozaban como perras el producto de mi pija que aún se mantenía dura, por lo que alternaban una y otra metiéndosela en la boca para sacar hasta la última gota. Se besaban descontroladamente saboreandose
Quedé extenuado.
Me desmayé del placer.
No se cuanto tiempo pasó hasta que desperté y ellas se estaba tocando mutuamente.
Pero esa es otra historia.
Como se haría tarde para ir a buscarla, le avisé que me esperara directamente en el restaurante.
Le mensajeé:
“Llego en 10, amor”
“Te esperamos, besos”
Me resultó llamativo el plural, pero quizás vendría también a cenar alguna pareja amiga o su prima o no se quién pero le resté importancia.
Al llegar y entrar la veo sentada frente a otra mujer que no conocía.
De pelo largo y negro, vista de atrás.
“Es Liliana, una amiga y ex compañera de la facu”
No recordaba que la hubiera nombrado pero lo adjudiqué a mi dificultad para recordar nombres de personas que no vi personalmente.
Me senté, habían pedido un cabernet de La Linda y ya llevaban media botella consumida esperándome, por lo que hicimos chistes al respecto.
Liliana era flaca, con una remera grande que no dejaba adivinar su cuerpo, boca sensual y pelo largo negro que hacía juego con sus ojos.
La charla era divertida: Liliana había sido con quien Griselda había preparado diez materias, llena de anécdotas de trasnochadas de mate, pucho y libros que alternaban con historias divertidas sin nada que se pareciera a la seducción.
Griselda fue al baño y luego de unos minutos de silencio se deshizo en elogios a su amiga, lo buena mina que era y continuó con una charla amigable y con momentos de risa.
A la segunda botella, los tres estábamos en ese momento de alegría donde uno se rie de todo pero sin estar borrachos.
Griselda propuso ir a mi casa a mirar una serie los tres y salimos, como si nada.
Al llegar, me pidió abrir otra botella (a mi juego me llamaron) mientras elegía una serie. Había quedado a medio mirar “Ninphomania” y nos sentamos en el sillón grande. Liliana se sentó en el individual.
Las escenas de sexo se sucedían y Griselda acariciaba mi espalda mientras la protagonista era penetrada por dos negros.
Alterado por el vino, yo acariciaba su pierna mientras sus mimos en la espalda me excitaban. Liliana miraba absorta las imágenes, mientras cruzaba sus piernas para un lado y para otro. Tenía una pollera amplia por debajo de las rodillas y se alcanzaban a ver sus pantorrillas.
Reíamos los tres de algunas escenas.
De pronto, Griselda comenzó a acariciarme por encima del pantalón desde la pierna subiendo… mi erección era notoria.
“Aca hay uno excitadito”, dijo Griselda riendo
“Dos”, contestó Liliana mirándonos.
“Tres”, lanzó Griselda tocándome la pija sin disimulo por encima el pantalón.
Respondí levantándole la remera, desprendiéndole el corpiño y acariciando sus tetas cuyos pezones ya estaban duros por la situación.
“Puedo?” dijo Liliana señalando sus tetas con el mentón.
“Todo podes”, respondí.
Levantó su remera y comenzó a acariciarse los pechos, a amasarlos uno con cada mano, lo hacía por encima del corpiño traslúcido que dejaban ver sus pechos pequeños y de pezones grandes, mientras mis manos recorrían las tetas excitadas de Griselda. Mi erección marcaba totalmente el pantalón hinchado.
“Sacatelo” le dije.
Casi como cumpliendo una orden, Liliana se saco la remera y el corpiño y siguió acariciando ahora sus tetas pequeñas y sus pezones erectos. Griselda y yo no parabamos de tocarnos y la mirábamos tocarse.
“subite la pollera”, suplicó Griselda mientras sacaba mi pija del pantalón.
Liliana obedeció y levantó su pollera dejando ver una tanga negra. Poco tardó en acariciarse por encima de la tanga, lo que estremeció el cuerpo de Grisela que ya me pajeaba.
Ambos mirábamos a Liliana tocarse los labios con una mano y un pezón con la otra.
Griselda se quitó el pantalón y comenzó a pajearse metiendo su mano dentro de la tanga y a chuparme la pija como solo ella sabe hacerlo.
Liliana se sacó toda la ropa y continúo metiéndose los dedos. Nos calentábamos de vernos: nosotros a ella y ella a nosotros.
Griselda miraba la furiosa masturbación de Liliana de reojo, sin dejar de lamérmela.
Me paré y dije: “me parece que es el momento de ir a la cama”
Ya en la cama, formamos un triángulo: Griselda chupaba mi pija mientras era chupada por Liliana que se dedicaba a su clítoris. MI boca lamía esa concha sin depilar desconocida y los tres gemíamos.
Entonces abandonaron esa posición, se miraron y me dejaron mirarlas como se lamian mutuamente en un 69 maravilloso.
Griselda arriba me miraba mientras lamia la concha de Liliana y le introducía su lengua.
Pude ver, aunque estaba de frente a la cabeza de Griselda, como Liliana le metía dos dedos en la concha y uno en el culo, mientras se retorcían de placer. Yo apenas me tocaba un poco: temía acabar por ver esa imagen que me enloquecía. Ambas acabaron casi al unísono pero seguían lamiéndose para buscar mas orgasmos, que no paraban de producirse
Me acerqué y Griselda chupaba alternando mi pija y esa concha empapada.
Me la tomó con su mano y se la puso a Liliana que dio un grito cuando mi cabeza comenzó a penetrarla. Mientras yo entraba, Griselda lamía el tronco de mi pija, gemía y acabó una vez mas por la manera en que era penetrada doblemente por los dedos de Liliana que chillaba de placer.
Yo no daba mas y se los dije…
Entonces ambas se pusieron de rodillas frente a mi y me chuparon maravillosamente: lamiendo mi cabeza y sus bocas juntas. Mezclaban sus salivas, sus jugos y mi cabeza que se disponía a estallar.
Acabé así y sus bocas se juntaron para intercambiar mi manantial de leche, mi cabeza, todo junto. Chupaban y me miraban. Se metían las lenguas y gozaban como perras el producto de mi pija que aún se mantenía dura, por lo que alternaban una y otra metiéndosela en la boca para sacar hasta la última gota. Se besaban descontroladamente saboreandose
Quedé extenuado.
Me desmayé del placer.
No se cuanto tiempo pasó hasta que desperté y ellas se estaba tocando mutuamente.
Pero esa es otra historia.
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