Podéis visitar mi nuevo blog en construcción, en el que subiré nuevos relatos cada semana. http://relatosfl.wordpress.com
Hola, mi nombre es Noelia, tengo 27 años, soy una chica que mide 1.60, peso 54 kg con una talla de pecho 105,con curvas y un buen culo. Mi pelo es cortito, de piel blanquita y algunas pequitas en la cara, naricita pequeñita y unos ojos verde oscuro.
He sido educada en un ambiente muy conservador, pues mi madre es ama de casa, no trabaja, es la que me ha criado, ya que mi padre es comercial en una empresa y le ha tocado siempre viajar de forma asidua. Soy una chica con poco carácter, mi tía siempre a dicho que no tengo sangre en las venas, que debería enfadarme alguna vez y no ser como mi madre, tan “sumisa”, aunque no hay nada al respecto que yo pueda hacer, una nace en ese aspecto, no se hace. Tengo que reconocer que soy muy confiada, no veo mala intención en la gente y siempre veo las cosas positivas. Lo curioso de todo es, que por ejemplo, a nivel de chicos siempre me han gustado totalmente diferentes a como soy yo, atrevidos, descarados y chulitos…me gustan así y ya está, para gustos colores.
Veréis, actualmente salgo con un chico llamado Luis, el cual conocí a través de su amigo Tolo, mi ex, con el que rompí hace 4 meses. Tolo como novio no era nada atento, era descuidado, más bien era rudo, dominante, atrevido y sinvergüenza, puede que eso fuera lo que me atrajo de él hasta cegarme, me volvía y me sigue volviendo loca su chulería, su atractivo, lo macho y la fuerte personalidad que desprende y, lo que me separó fue que se cansó de mi, sin más. No será por que no me dejaba hacer, era atenta, servicial, cediendo a todos sus caprichos y perversiones.
Al principio de comenzar a salir con él ya me dejó claro que le gustaba que llevara mayas o falda, que por una parte se marcara bien mi cuerpo, y por otra que mis agujeros fueran accesibles para él. A los tres días de conocerlo, ya nos habíamos dado nuestros primeros besos bien dados, claro está. Uno de los días, cuando ya llevábamos unas semanas, me dijo de ir a su casa, ya que sus padres no estaban, estaríamos solos. Ese día me dirigí con mi coche a su casa. Para la ocasión me puse un vestido y un tanga de color negro, el cual hacía un buen contraste con mi blanca piel. No llevaba sujetador, por lo que el movimiento de mis exuberantes pechos era morboso, aunque nada exhibicionista, era más bien elegante, pues no era de ese tipo de chicas que le gustaba ir despechugada por la calle mostrando todo su cuerpo, más bien me gustaba ser sexy sin ser vulgar. Mi pelo lo llevaba suelto y reposando sobre mis hombros, iba hecha una princesa, como en ocasiones me decía mi madre.
—Hola, has tardado —dijo Tolo con tono de desagrado nada más abrir la puerta.
—ya... Perdona... Yo... —me dejó con la palabra en la boca, ya que dio media vuelta y se metió hacia la casa dejándome en la puerta.
—¡¡¡Pon el pasador a la puerta cuando pases, anda!!! —gritó desde el salón.
Tal y como dijo, puse el pasador a la puerta, no se bien para qué, pero así lo hice, introduciéndome a continuación en el interior de la casa, llegando al salón, donde el se encontraba espatarrado en el sillón, en calzoncillos, un slip negro, con un bulto enorme.
—estoy cansado, dame un masaje en los pies —me dijo Tolo.
—vale cariño, como quieras —Contesté complaciente.
—Quítame los calcetines —me dijo poniendo los pies sobre mi regazo dirigiendo su mirada hacia la televisión.
Lentamente comencé a quitarle sus calcetines, para después comenzar a masajearle la planta del pie, alternando se uno al otro, masajeando igualmente sus dedos. Mientras tanto él se dedicaba a mirar la televisión mientras con una mano se tocaba todo su gran paquete, que se adivinaba realmente grande tras los calzoncillos que llevaba, ya que era lo único que vestía.
Mi mirada no podía apartarse del paquete, comprobando que ese enorme pollón estaba completamente tieso, y marcándose en un lado todo el tronco que le sobrepasaba la ingle, era monstruoso, por lo menos en comparación a lo que había visto hasta el momento.
De golpe, Tolo giró su cabeza y me pilló con mi mirada puesta sobre su paquete.
—Que pasa ¿te gusta mi rabo? jajajaja —Me dijo agarrándome de la nuca y aproximándome a tan solo dos centímetros de este.
—Eh…siiii…parece muy…grande… jijiji —Contesté
—¿Te gustan grandes, marrana? —Dijo apretando los dientes y pegando bruscamente mi cara contra su paquete, presionando mi cabeza fuertemente agarrada por la nuca —¡Si es que estás hecha una guarra, calienta pollas!
—Bueno…mejor chúpame el pie, que lo tengo cansado y me relaja mucho, todas mis novias me chupan los pies—Dijo poniendo su pie a la altura de mi boca, a lo que yo lo tomé tímidamente con la mano y comencé a chupar su dedo gordo intentando complacerle, tenía que ser mejor que las otras, si es que decía la verdad...
—¡¡¡Pero mételo en tu boca coño!!! —Dijo mientras forzaba con todos sus dedos hacia el interior de mi boca con fuerza como si me la estuviese follando —¡Parece que te lo tengo que decir todo, coño! —Dijo con cierto enfado.
—¡¡¡Aaaaaggggggggghhhhhh!!! ¡¡¡Aaaaaggggggggghhhhhh!!! —Intentaba abrir la boca todo lo que podía.
Mientras tanto él se bajo la parte delantera de su calzoncillo y se sacó su enorme rabo lleno de venas y con unos huevos enormes, como pelotas de tenis y todo depilado, comenzando a pajearse lentamente, dejándose caer sobre su rabo un gran chorro de saliva el cual cayó sobre la punta del enorme capullo morado, deslizándose lentamente hasta la base de sus huevos. Comenzó a deslizar su mano de arriba a bajo, pudiéndose escuchar los chasquidos producidos por su mano al friccionar sobre la saliva, mientras el continuaba follando mi boca con su pie, provocándome arcadas acompañadas de espesos hilos de saliva que colgaban sobre mi barbilla.
—Acércate, puerca, que me vas a hacer una cubana —Me dijo con tono autoritario que no dejaba lugar a protesta.
—Vale…voy… —Dije tímidamente…
Yo, como una tonta, con la mente nublada por la situación y, por qué no decirlo, también por la excitación de ser tratada así por un macho con esa seguridad, me acerqué hacia él, quedando de rodillas entre sus piernas. Él se incorporó sobre mi y, agarrando la parte superior del vestidito de las solapas, tiró hacia los lados y rasgó los tres primeros botones dejando mis tetas al aire balanceándose, tras lo cual se echó hacia adelante a la altura de mis nalgas, levantó mi faldita hasta mi cintura y comenzó a propinarme una serie de fuertes nalgadas alternando de una nalga a otra.
—¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! ¡¡¡Culo de guarraaaaaaa!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! ¡¡¡Así se trata a las marranas como tú!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! —Decía, mientras estrellaba su manaza contra mis blanquitas nalgas, las cuales adquirieron un color rojizo.
—¡¡¡Aaaayyyyyyyy!!! ¡¡¡Aaaayyyyyyyy!!! —Respondía a cada nalgada, lo cual le provocaba mayor excitación si cabe.
—¡¡¡Saca bien el culo de puerca hacia fuera y curva la espalda, quiero ese culo de puta bien a mi disposición, en pompa!!! —Me gritaba con autoridad, haciendo caso inmediato a su imposición.
Mis nalgas blanquitas, ya rosadas y con sus grandes manos marcadas, temblaban a cada nalgada. Me pegó la cara al suelo poniendo su pie sobre ella, de esa manera mis nalgas quedaron totalmente apuntando al techo, por lo que mientras me nalgueaba con una mano, con la otra metía el dedo pulgar por mi culo y el índice por mi coño, metiéndolos y sacándolos al ritmo de una follada.
Cuando se sació de calentarme el culo, se recostó en el sillón de nuevo y estiró de mis pezones hacia él para acercarme a su enorme cipote.
—Hazme una cubana, mojigata.
Agarré mis grandes pechos y en volví la enorme barra de carne con ellos, sobresaliendo más de medio cipote por encima, deslizando mis pechos a lo largo de todo su tronco mientras, él miraba fijamente la televisión, incorporándose de vez en cuando a regar mis pechos con salivazos espesos que dejaba caer entre ellos para lubricar. Cuando estaba centrada en la cubana y sin que nada me hiciese adivinar lo que podía pasar, ya que el mal nacido no dio indicios de nada y estaba mirando atentamente el televisor, comenzó de repente a disparar chorros a presión de semen sobre mi cara y pechos, por lo que, al caer unos de ellos sobre mis ojos, inmediatamente me aparté por instinto, a lo que él respondió rápidamente agarrándome de la nuca.
—¡¡¡No pares ahora, coño!!! —Dijo, dirigiendo mi boca hasta su tieso cipote, el cual me introdujo sin compasión ninguna hasta lo más profundo de mi cavidad, provocándome fuertes arcadas, mientras él agitaba mi cabeza de arriba a bajo con rapidez, mientras los chorros de semen continuaban saliendo hasta por mi nariz.
—¡¡¡Te voy a convertir en una chupa rabos, cerda!!! jajajajaja —Decía riéndose de mí mientras se deleitaba con mi agonía.
¡¡¡Aaaaaggggggggghhhhhh!! —Era todo lo que salía de mi sufrida garganta, mi rímel se corrió y mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas por la congestión, mientras mi boca tan solo emitía sonidos guturales y burbujeantes por la gran cantidad de saliva que emanaba de mi boca.
—¡¡¡Aaaaaggggghhhhhhh!!! ¡¡¡Uuuuuuugggggghhhhhhh!!! —Alcanzaba a emitir por los pocos recovecos que quedaban libres en mi boca, los cuales iban acompañados de burbujas de saliva que explotaban sobre mi cara.
—¡¡¡Aaaahhhhhhhhhh!!! ¡¡¡Uuuuuuffffffggg!!! —Emitió el triunfante, liberando por fin mi cabeza entre tos y cogidas de aire a bocanadas.
Se incorporó y dio un beso que me supo a gloria, sabía como tratarme, como ganarme, me sentía feliz de verlo satisfecho, mi mirada hacia él era de felicidad, perdonando toda su rudeza.
Tolo es un chico impulsivo, hace lo que quiere y como quiere, mira por su placer, reconozco que es algo egoísta, pero yo lo quería tal y como era, aunque a veces me molestara un poco…pero era mi chico y cada cual tiene lo suyo.
Luis y yo, finalmente quedamos en ir al cine, a ver una película que tenía entendido que era bastante mala, pero que decía quería ver él. Yo iba con un vestidito muy bonito y modoso, con un buen escote. Mido 1.60, y de pechos tengo una talla 105, con un buen culo y tez blanca. Luis era un macarrilla, y un bestia en la cama, al igual que mi ex, le gustaba darme el trato que se le da a una marrana.
Ayer sin ir más lejos, me tuvo chupando su culo en mi propia casa, con mi madre en el baño. Él y yo estábamos sentados en el salón de mi casa, yo acurrucada junto a él mientras miraba la televisión sin prestarme mucha atención. Mi madre salió de la cocina:
—Me voy a duchar —Dijo mi madre.
— Pues me parece muy bien, preciosa —Le contestó Luís en un tono malicioso.
Mi madre le miro y le dedicó una dulce sonrisa mientras Luís no le quitaba ojo de su culo, mientras con descaro a tocarse el cipote por encima del pantalón mientras mi madre se preparaba la ropa disfrutando de tal visión.
—¡Mete la mano en el pantalón y pajéame, guarra! —Me dijo de forma imperativa.
—Pero…mi madre… —Dije titubeante, ya que mi madre se encontraba en frente, bueno…más bien de espaldas, vistiendo una camiseta que le llegaba por debajo del culo, y marcaba la figura de sus redondas nalgas, sobre todo cuando se agachada y quedaba con el culo empinado, algo que a mi novio sé que le estaba poniendo cachondísimo, pero es muy macho, él es así jajajaja.
—¡¡Que me pajees coño, o cojo y me largo!! —Dijo con enfado, descubriendo todo el cipote bien duro y tieso con líquido preseminal deslizándose por la punta del enorme capullo, dada la excitación, sin importarle el que mi madre se diese la vuelta. Puse mi mano en el capullo increíblemente hinchado, mientras lo miraba fijamente como hipnotizada, y le esparcí el líquido preseminal por el tronco lentamente, intentando abarcar todo el grosor del enorme miembro con mi pequeña mano, cosa que no conseguía, para deslizarlo hasta llegar a la base de sus enormes pelotas, las cuales agarré con la otra mano, volviendo a deslizar mi mano por todo la barra de carne recogiendo por el camino toda la cantidad de líquido que emanaba de ella quedando mano completamente encharcada, oyéndose como chasqueaba mano mientras friccionaba el gran cipote en toda su extensión hasta llegar nuevamente hasta la punta, donde apretaba con mano para forzar a salir más líquido de este macho, haciéndoseme la boca agua, mientras el echaba la cabeza hacia atrás sin quitar ojo de mi madre que seguía a lo suyo.
—¡¡¡OOOOOOOHHHHHHHH!!! ¡¡¡UUUUUUUUUFFFFFF!!!
¡¡¡SIGUEEEEEEEE!!! —Dijo en voz alta para que mi madre lo oyese y poder alimentar su morbo todavía más el mal parido, teniendo a su hija ordeñando ese enorme gran cipote con sus manos.
Mi madre, instintivamente giró la cabeza encontrándose precisamente con esa situación, algo que me dejo paralizada al igual que a mi madre, algo que sin embargo no pasó a Luis, el cual miraba fijamente a mi madre, mientras se incorporó y echó sobre la punta de su capullo un gran río de saliva que cubrió por completo todo su capullo para ir resbalando por todo el tronco hasta llegar a mi mano, donde se desbordó por mis dedos.
—¡¡¡Que hija tienes más buena…!!! —Le espetó a bocajarro a mi madre con toda la sinvergonzonería y atrevimiento, mientras la cara de mi madre se ponía de todos los colores.
—¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaaasssss!!! —Luis me dio un fuerte azote en las nalgas que me sacó del ensimismamiento —¡¡¡Sigue coño!!! —Me ordenó Luis.
—Ssssiii…. —Dije como una imbécil con la cara completamente roja, retirando la mirada y continuando pajeando el tremendo nabo.
Mi madre retiró la mirada en cuanto fue consciente de la situación, intentando normalizarlo todo poniéndose a tararear como si nada hubiese pasado, supongo que así creería que se normalizaría la situación y, con un poco de suerte todo acabaría en un momento, por lo que continuó dentro de la habitación con sus preparativos.
Pero Luis tenía otros planes.
—Levanta cariño —Me dijo con tono tierno…algo que me encantó haciéndolo con cara de satisfacción y sumisión, premiándome con un beso profundo y baboso que me dejo temblando.
—Me pones el cipote durísimo pedazo de zorra —Me dijo acariciándome la cara, mientras yo le miraba con cara de orgullo —¿Eres mi zorra? —Me preguntó mirándome fijamente helándome el alma e inundando todo mi coño y mis bragas.
—Sssiii…soy tu zorra…cariño… Contesté completamente rendida a sus deseos.
—Levanta cariño —Me dijo
Se levantó y se puso a cuatro patas en el sillón, bajando su pantalón hasta sus tobillos junto a sus calzoncillos, dejando al aire ese pedazo de nabo y esos dos grandes y imponentes cojones.
—¡Acércate y chúpame el culo, marrana! —Dijo sin dar lugar a contradicciones.
—Pero…por favor…no…Luis…cariño…eso no…mi madre… —Le dije suplicante con la cara, esta vez, completamente blanca.
En esos momentos me miró fijamente con autoridad, una mirada que lo dijo absolutamente todo, se me clavó hasta el espinazo, no hizo falta levantar la voz, esa mirada me traspasó.
A cámara lenta y sin dejar de mirar la puerta tras la que estaba mi madre, tragué saliva rezando para que no saliese, y me fui acercando muy lentamente hacia sus nalgas, donde el permanecía a cuatro patas con todo sus culo empinado, viendo todo su ojete con esos dos cojones colgando.
Lentamente comencé a pasar la lengua por la rabadilla, bajando lentamente por toda la raja del culo, mientras el suspiraba y gemía. Continué bajando hasta llegar a su ojete, donde saqué la lengua y comencé a chupar.
—¡Mee…eee…te la lengua…zorraaaa…! –Me decía entre suspiros, mientras agarró me agarró cabeza con una mano y me la hundió en la raja de su culo, comenzando a pasarla con fuerza de arriba abajo, desde la rabadilla hasta los huevos —¡Asiiii…marrana…hazme una lavada de ojete –Me decía mientras intentaba aplicarme lo mejor posible intentando meter la lengua en su agujero.
Ahí estaba yo, una chica de 27 años chupando el culo de un chico de 19, parecía una película porno de las buenas, menuda imagen.
—¡¡¡Clara…!!! ¡¡¡Claraaaaa…!!! –Grito Luis entre suspiros gritando el nombre de mi madre.
En esos momentos mi madre abrió la puerta, quedando plasmada en su retina la imagen de su angelical hija con la cara encajada en el culo de un chico de 19 años que se encontraba a cuatro patas sobre su propio sillón, con una barra de carne descomunal. No teniendo dudas del emputecimiento que su hija había sufrido, algo que le implicaba a ella y no sabía como reaccionar, no sabía enfrentarse a esa situación que le venía grande, su inseguridad frente a la seguridad aplastante de ese chico le dejaba sin argumentos, hecha un manojo de inseguridades.
Mi madre quedó con el gesto congelado, mirando a Luís y a mi sin saber si esperar o irse. Luís le sacó de ese estado. Yo no me atrevía a dejar de hacer lo que me había mandado, era mi macho y si es lo que quería se lo daría, le iba a demostrar que estaba más entregada que ninguna de sus otras novias, aunque me costase la dignidad, o la poca que me quedaba.
—¡¡¡Uuuuuuufffffffffffffff!!! Menuda lavada de ojete me está dando la marrana de tu hija –Le dijo a mi madre.
—¡¡¡Puerca, mientras me chupas el ojete pasa las manos entre mis piernas y con una mano estimula mis cojones y con la otra empieza a ordeñar, perra!!! –Me dijo imperativamente, por lo que mientras me tenía bien agarrada de la cabeza, pasé mis pequeñas manos y con una le sujete sus enormes bolas y con la otra agarré abarqué lo que pude del tronco de su cipote y comencé a pajearlo, todo ellos mientras el movía su culo de arriba abajo dirigiendo la comida de ojete a la vista de mi pobre madre.
Se podía oír el chupeteo de culo que le daba y oír el chasquido de saliva que le comenzaba a colgar en formas de gruesos hilos bajo sus pelotas, proveniente de mi lengua, la cual tenía completamente fuera y utilizaba como si de una brocha se tratase.
—¡¡¡Uuuuuuuuuffffffffffffffffffff!!! ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhh!!! Clarita, me voy a pegar una corrida inmensa y pegajosa en tu sofá, esto no saldrá con nada, ya verás tu maridito cuando venga y vea los manchurrones blancos de semen en el sofá negro…¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh!!! –Le dijo a mi madre dejándola con cara de asombro.
—Luís, por favor, no…lo hagas… —Le dijo suplicante.
—¡¡¡Como no traigas algo te lo voy a poner todo hecho unos zorros!!! –Le decía mientras lanzaba sobre su cipote un tremendo salivazo que calló sobre él en forma de espeso hilo, el cual me encargué de esparcir a lo largo del pedazo de nabo.
Mi madre rápidamente se dirigió a la cocina y trajo servilletas de papel que le ofreció a Luís.
—Toma Luís…— Le dijo ofreciéndoselas temblorosa e indecisa.
—Yo no pienso limpiar nada, la que me está ordeñando es tu hija ¡¡¡Límpialo tú si quieres!!! –Le soltó a mi madre quedándose muda –Si quieres yo te aviso cuando vaya a terminar y pones las servilletas –Dijo a mi madre.
—Pe…ro… yo… bueno… vale… —Dijo mi madre con cara de tonta del culo, quedando como esperando mientras su hija pajeaba a ese chico de 19 años.
—Bueno…pensándolo mejor…si quieres que te avise cuando vaya a salir y no ponerte en un compromiso con tu marido…gánatelo ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!! –Le dijo Luís gimiendo de gusto.
—¿Qué…quieres decir Luís…? No entiendo… —Dijo con cara de “tierra trágame”, sin atreverse si quiera a mirame, mientras tenía que ver como deslizaba toda mi mano por ese tremendo cipote y le seguía comiendo el ojete.
—¡¡¡Date la vuelta y agacha la cabeza, marrana!!! –Dijo autoritariamente a mi madre, la cual, lentamente comenzó a darse la bajando la cabeza hacia el suelo, mientras con las manos se estiraba el camisón hacia abajo para que no se le vieran las bragas al quedar su culo empinado.
—¡¡¡Quita las manos, guarra!!! –Le exigió Luís dándoles un manotazo que hizo que mi madre las apartara de inmediato y las pusiera sobre el suelo para mantener el equilibrio.
Las nalgas de mi pobre madre quedaron totalmente ofrecidas con sus braguitas asomando bajo la camiseta, por lo que Luís, con un movimiento rápido, la levantó hasta su cabeza, mientras mi madre se mantenía en esa posición vejatoria.
—¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssss!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssss!!! Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssss!!! –Una lluvia de nalgadas comenzaron a estrellarse contra las nalgas de mi pobre madre con sus braguitas blancas y ceñidas, la cual intentó rascarse recibiendo un manotazo de Luís.
¡¡¡Aaaaaaaaayyyyyyyyyyy!!! —Respondía mi madre con grititos con sus nalgas vibrando al compas de las nalgas.
¡¡¡Aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!! ¡¡¡Me corroooooooooooooooo!!! —Grito Luís —¡¡¡Zorra ponte frente a mí y pon las manos bajo mis cojones porque va a chorrear todo hacia el sillón!!! —Le dijo a mi madre, mientras Luís agarraba mi cabeza y la frotaba contra su ojete con más fuerza, mientras le ordeñaba el cipote y le amasaba esos dos huevos de toro.
Mi madre se puso rápidamente frente a él y se agacho a la altura de su cipote poniendo sus dos manitas bajo sus cojones, aproximando su carita, sin quererlo, a dos centímetros del rabo que su hijita estaba ordeñando a ese niñato de 19 añitos, observando como deslizaba toda mi manita desde sus huevos hasta el capullo, con grandes chorreras preseminales que servían de lubricante para facilitar la acción.
—¡¡¡Aaaaaaahhhhhh!!! ¡¡¡Uuuuufff—uuufffff—uffffffff!!! ¡¡¡Aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! —Gritó Luís, lanzando sobre la cara de mi madre sin que lo esperase, una potente y espeso chorro de semen que salió disparado y que le fue a parar a su preciosa cara, cubriéndola desde la barbilla hasta la frente, mientras yo seguía con mi lengua dentro de su culo y continuaba ordeñándole, siendo cómplice de la corrida que a mi madre continuaba cayéndole sobre cara y pechos. Los chorros continuaron cruzando toda su cara y pelo, sus ojos estaban totalmente cubiertos por una espesa capa de semen al igual que la boca, aunque permanecía como una tonta con la servilleta intacta bajo los huevos de Luís.
—¡¡¡Jajajajajajajajaja!!! ¡¡¡Lo que quería tu madre era una corrida en la cara!!! —Dijo humillándola más si cabe.
—¿Estás bien clarita? —Preguntó Luís con toda la mala intención para hacer que mi madre abriese la boca y así le entrase todo el charco de semen acumulado en los labios.
—Mmmmmmmmm….mmm… —¡¡¡No te entendemos una mierda!!! —Contestó Luís.
—mmm…sssssiiiiii….uuupppmmmmmm…. —Cuando mi madre quiso abrir la boca una gran cantidad de espesa leche le entró hasta el fondo, limpiándose entonces con la servilleta que tenía en las manos yéndose mientras se tambaleaba al baño.
Luís, con los pantalones bajados todavía y el rabo completamente tieso, parecía no haberse satisfecho del todo y me miraba de arriba abajo lentamente.
—Contigo todavía no he terminado, cerda. Tira hacia la habitación de tu madre, te voy a follar como se le folla a las marranas —Me dijo con toda la seguridad.
Sin darme lugar a contestar me agarró del brazo y me introdujo en la habitación de mis y padres, me puso a cuatro patas en el borde de la cama, donde me hizo pegar la cara en la cama, bajo mi pantalón de color rosa con ovejas y mis braguitas de flores, dejando mis blancas nalgas y mis agujeros ofrecidos completamente. Noté como comenzó a acariciar lentamente una…luego la otra…se deleitaba con ellas, abriéndolas con las manos para ver la raja con claridad.
Comenzó a darme una follada , en la cual se recreó en nalguearme y follarme como a una cerda encima de la ropa que mi madre se iba a poner y que se había planchado previamente. Me puso a cuatro patas sobre esta y me estuvo dando por el culo con ese tremendo rabo durante 15 minutos, los cuales fueron acompañados de azotes en las nalgas, salivazos en mi carita que dejaba caer desde lo alto y que caían en mis mejillas, mis ojos y mi nariz. No saciado con el trato dado, mena follada de garganta como colofón final, para lo cual agarró una de las medias de mi madre y me ató las manos a mi espalda, me arrodillo entre sus piernas con mis ubres por fuera de mi camiseta y, agarrando mi cabeza por mi coleta, comenzó a embestir contra lo más profundo mi garganta, dando golpes sobre mi coronilla cuando su rabo estaba tocando mi esófago como si quisiera traspasarme. Mis babas caían como un reguero a lo largo de sus enormes cojones, los cuales descansaban sobre la ropita de mi madre y, sobre la cual se había formado un charco de espesa baba y mocos proveniente de mi garganta, culminando en una abundante corrida para la cual, para prolongar mi agonía, taponó mi nariz con sus dedos justo en ese momento, provocándome un ataque de tos mezclado con arcadas que provocó la salida a presión de ríos de semen y saliva sobre la ropa de mi madre, mientras él me presionaba con todas sus fuerzas el pollón hasta lo más profundo que permitía mi garganta.
En esos momentos mi madre se asomó a la puerta quedando paralizada, no esperaba. Su mirada se clavó sobre la de Luis, el cual continuó subiendo y bajando mi cabeza sobre su cipote todavía con más saña y agresividad mientras me tomaba por el flequillo y la coleta, todo ante la atenta mirada de mi madre que quedó completamente petrificada, sin saber que hacer ni que decir, hasta que mi madre reaccionó y acabó volviendo rápidamente hacia el baño para no repetir ninguna situación humillante y vejatoria como la de antes.
A raíz de esa situación, la relación entre mi madre y Luis cambió radicalmente, demasiado, hasta que un día encontré a mi madre de rodillas…en fin…eso ya lo contaré en el siguiente capítulo, estaba hablando del cine, no?
1.
Llegamos al cine, y en la puerta de este estaba Tolo, apoyado en la pared con las manos en los bolsillos, en plan chulo, la verdad es que me ponían muchísimo los dos, siempre me han gustado los macarras y ellos lo eran, dominantes, con seguridad, descarados. Al vernos dio la mano a Luis que sonó como un estruendo y a mí, con descaro, me dio un pico delante de Luis, lo cual me dejó descolocada, aunque Luis no dijo ni media, esta situación me dejó sin saber reaccionar.
Pasamos a la sala, y estaba prácticamente vacía, excepto dos parejas que estaban abajo del todo, en las primeras filas. Tolo y Luis me dejaron subir primero, y mientras subía delante de ellos noté como me subían la faldita y cuchicheaban entre ellos con risotadas, sintiéndome humillada y, contrariamente reconozco que, algo excitada. Podían ver perfectamente mis dos nalgas moviéndose con el tanga metido por la raja de mis hermosas nalgas. Puesto que la sala era numerada, los números de la fila de butacas estaban en los escalones, que por la oscuridad no se veía nada, por lo que tenía que ir agachándome para intentar ver algo.
—Noelia, mira a ver si tú ves algo, yo no veo nada —me dijo Luis
—No veo nada –le contesté.
—¡¡¡Pero agacha bien la cabeza, coño!!! –me dijo Tolo agarrándome de la nuca. Luis me agachó la cabeza hasta tocar con la nariz el escalón.
—Lo ves. Mira bien –me decía mientras mi culo quedaba totalmente expuesto con mi tanga blanco a la vista y mis dos carnosas nalgas a la vista.
—No lo veo Luis –contesté inocentemente.
De pronto sentí una tremenda nalgada en mi nalga que, aunque no se pudo oír por volumen de la película, sentí mi nalga arder y vibrar, Tolo, desde atrás, comenzó a darme una ensalada de nalgadas que me estaban haciendo tambalear. Tengo que reconocer que esa era su tónica cuando me follaba como a una puerca en su casa, como a una fulana, y me había acostumbrado a ellas hasta mojarme por la excitación.
—¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssss!!! –comenzó a nalguearme como lo hacía asiduamente cuando estaba con él.
Luis no parecía enterarse de nada, pues su cara la tenía pegada junto a la mía, haciendo como que buscaba conmigo, aunque en su cara me pareció por un momento dibujar una sonrisa, de ¿complicidad?
—¡¡¡No tengáis prisa eh!!! –decía Tolo mientras seguía dejándome las nalgas coloradas.
—Tranquilo, estamos en ello jajajaja –Le contestó Luis en tono irónico.
—Ponte tú en mi lugar, Tolo, me estoy cansando –Le dijo Luis, por lo que cambiaron las posiciones.
Ahora era Tolo el que estaba junto a mí, y Luis el que comenzó a azotar mis nalguitas, de una a otra haciéndolas vibrar violentamente, sintiendo como su mano se estrellaba con fuerza y saña.
—¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssss!!! –esta vez Luis me nalgueaba duramente, mis nalgas vibraban a cada nalgada, mi culo estaba colorado, mientras yo mantenía mi posición intentando disimular, como si nada ocurriese.
—¡¡¡Anda, yo también se las he azotado mientras estabas aquí con ella mirando el número!!! ¿no te lo ha dicho? –le dijo Tolo a Luis.
—¿Qué? ¿te nalguea y no dices nada perra? ¿me intentabas poner los cuernos, zorra? –me espetó Luis furioso.
—No…cariño…yo no…yo…
—¡¡¡ahora te vamos a dar pero bien, marrana!!! ¡¡¡A cuatro patas, en el escalón!!!
Me hicieron poner a cuatro patas en el escalón con mis nalgas empinadas, como una guarra, ofrecida a mi ex y a mi novio, los dos tíos que más cerda me ponen. Luis levantó mi faldita tapando mi cara y…
—¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssss!!! –podía sentir cada nalgada, cada uno me comenzó a azotar una nalga diferente, dejando marcadas a fuego sus manazas en mis blanquitas nalgas. El culo me ardía.
—¡¡¡marrana!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssss!!! –decía Luis nalgueándome.
—¡¡¡cerda!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssss!!! –decía Tolo.
Estuvieron azotándome hasta que se cansaron, momento en el que me llevaron del pelo a las butacas donde se sentaron juntos, dejándome a mí de rodillas, frente a ellos, sin saber que hacer.
—¡¡¡Abre la boca, perra!!! ¡¡¡vas a tomar una buena ración de leche, guarra!!! –dijo Tolo, mientras ambos comenzaban a desabrocharse sus pantalones y a bajarse la bragueta, destapando unos tremendos cipotes que daban miedo con sus grandes cojones colgando por fuera del pantalón, imponentes, aunque ya los conocía siempre me habían dado algo de temor, ese tamaño, y esa forma en que intentaban introducírmelo como si quisieran atravesarme.
—¡¡¡Abre la boca y saca la lengua, zorra!!! —dijo Luis, obedeciendo y abriendo la boca y sacando la lengua frente a ellos.
—¡¡¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh!!! —dije sacando la lengua y abriendo la boca todo lo que podía, temerosa, excitada y con la mente algo turbia por la situación, la inseguridad.
Tolo, agarró mis tirantes y de un tirón los bajó, y sacó mis ubres por fuera, quedando ridícula frente a ellos, los cuales estaban con sus enormes barras de carne tiesas, amenazantes, con los capullos brillantes por el líquido pre seminal producido por la excitación. Tolo subía y bajaba la piel de su enorme cipote, en el cual se echó un enorme salivazo cayendo sobre su capullo y deslizándose por todo su tronco hasta llegar a su mano, donde se fue acumulando, aprovechando la enorme lubricación para comenzar a deslizar su mano a lo largo de su pollón, desde el capullo hasta la base del cipote, lentamente, pudiendo ver como sus cojones subían y bajaban. Tolo, mientras se pajeaba y me miraba, me dio una bofetada no muy fuerte, excitante, la cual copió Luis mientras se pajeaba igualmente, aunque sin lubricación.
Sin esperarlo, Tolo agarró mi cabeza, me tiró un salivazo que impactó contra mi mejilla, y con la mano me agarró y me dirigió la boca al imponente cipote de Luis, situando mi boquita en su capullo y, de un empujón dirigiendo Tolo mi cabeza, me la empujó hacia el cipote de Luis y se introdujo hasta el esófago.
—¡¡¡Así guarra, trágala bien, hasta el fondo, como lo marrana que eres!!! Jajajaja —decía Tolo mientras me agarraba con las dos manos la cabeza y comenzaba a empujar con fuerza, sin detenerse, entrando solo en mi boquita nada más que medio cipote de su amigo por mucho que empujaba.
—¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaagggggggggggggggggggghhhhhhhhhhhhhhh!!! ¡¡¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaggggggggggggggggggggggghhhhhhhhhhhhhhhhh —mis arcadas no se hicieron esperar, comenzando a babear, hilos de saliva gruesos que comenzaban a balancearse por mi barbilla y por el tronco de la enorme estaca de Luis.
—¡¡¡pedazo de marrana!!! ¡¡¡Traga bien, te va a salir la leche hasta por las orejas!!! —Decía Luis mientras, incorporándose, me dejó caer un río de saliva en la frente que fue resbalando por toda mi cara hasta mi majilla.
La polla de Luis comenzó a llenarse de espesa saliva que resbalaba por su tronco, mientras Tolo apretaba los dientes con furia y levantaba mi cabecita hasta sacar su rabo de mi boca y, tras dejarlo a 1 centímetro de esta, unida por hilos de espesa baba que chorreaban sobre mis pechos, me la introdujo una vez más de un empujón, sin contemplaciones, hasta chocar con mi garganta y, haciendo caso omiso a mis tremendas arcadas que iban acompañadas de tremendos ríos de babas y lágrimas, oyéndose el burbujeo que provocaba mi respiración al intentar salir por mi boca acompañado de saliva espumosa y burbujeante.
Luis no parecía contento con eso, por lo que se quitó su cinturón y con el amarró mis muñecas a la espalda, inmovilizada.
—¡¡¡jajajajajajajaja —decía Tolo, mientras taponó mi nariz con sus dedos, viendo mis lagrimas resbalar por mis mejillas, fundiéndose en mi barbilla con mi saliva espesa.
Tolo retiró mi cabeza del enorme miembro de Luis y este es el que, esta vez, agarró mi cabeza y la condujo al pedazo de rabo de su amigo, el cual tras acercarme a él…
—¡¡¡La boca bien abierta, perra!!! —me dijo Luis, mientras comenzó a introducir lentamente el miembro en mi boca, hasta hacer tope con mi garganta, comenzando a hacer presión con sus dos manos en mi cabeza.
Tolo se quitó el cinturón, y lo pasó por mi cuello poniéndomelo de collar.
—¡¡¡Así, como la perra que eres!!! Jajajajajaj –Dijo Tolo riendo los dos al unísono, mientras yo tan solo podía mover los ojos hacia arriba.
Luis comenzó a subir y a bajar mi cabeza con fuerza sobre el rabo de su amigo, violentamente, con saña, como si fuera una muñeca hinchable.
—¡¡¡aaaaaaaaaaaagggggggggggggghhhhhhhhhh!!! —mis arcadas eran tremendas, comenzaba a toser, y ello provocaba la salida a presión de babas y mocos por las comisuras de los labios y la nariz, estrellándose contra el pubis de Tolo, chorreando todos las flemas por sus grandes cojones.
Luis no estaba dispuesto a soltar mi cabeza, la sujetaba firmemente y ayudándose de la otra, la puso sobre mi cabeza y comenzó a ejercer todavía más presión comenzando a moverla hacia los lados mientras presionaba, mientras tanto Tolo reía, viéndome ahí arrodillada, sometida ante dos macarras, con mis grandes pechos fuera de mi blusa, con todo el rímel corrido por mis lágrimas escurriendo por mis mejillas, mis babas colgando de los huevos de Tolo en forma de espesos y gruesos hilos y con unas fuertes arcadas que tan solo ellos podían oír, dado el volumen de la película. Mis manos las tenía a mi espalda, cruzadas, sin moverlas. De vez en cuando, Tolo se incorporaba y, subiendo mi falda, comenzaba a darme fuertes nalgadas.
—Se me está ocurriendo algo —Dijo Luís a Tolo…
Continuará…
Hola, mi nombre es Noelia, tengo 27 años, soy una chica que mide 1.60, peso 54 kg con una talla de pecho 105,con curvas y un buen culo. Mi pelo es cortito, de piel blanquita y algunas pequitas en la cara, naricita pequeñita y unos ojos verde oscuro.
He sido educada en un ambiente muy conservador, pues mi madre es ama de casa, no trabaja, es la que me ha criado, ya que mi padre es comercial en una empresa y le ha tocado siempre viajar de forma asidua. Soy una chica con poco carácter, mi tía siempre a dicho que no tengo sangre en las venas, que debería enfadarme alguna vez y no ser como mi madre, tan “sumisa”, aunque no hay nada al respecto que yo pueda hacer, una nace en ese aspecto, no se hace. Tengo que reconocer que soy muy confiada, no veo mala intención en la gente y siempre veo las cosas positivas. Lo curioso de todo es, que por ejemplo, a nivel de chicos siempre me han gustado totalmente diferentes a como soy yo, atrevidos, descarados y chulitos…me gustan así y ya está, para gustos colores.
Veréis, actualmente salgo con un chico llamado Luis, el cual conocí a través de su amigo Tolo, mi ex, con el que rompí hace 4 meses. Tolo como novio no era nada atento, era descuidado, más bien era rudo, dominante, atrevido y sinvergüenza, puede que eso fuera lo que me atrajo de él hasta cegarme, me volvía y me sigue volviendo loca su chulería, su atractivo, lo macho y la fuerte personalidad que desprende y, lo que me separó fue que se cansó de mi, sin más. No será por que no me dejaba hacer, era atenta, servicial, cediendo a todos sus caprichos y perversiones.
Al principio de comenzar a salir con él ya me dejó claro que le gustaba que llevara mayas o falda, que por una parte se marcara bien mi cuerpo, y por otra que mis agujeros fueran accesibles para él. A los tres días de conocerlo, ya nos habíamos dado nuestros primeros besos bien dados, claro está. Uno de los días, cuando ya llevábamos unas semanas, me dijo de ir a su casa, ya que sus padres no estaban, estaríamos solos. Ese día me dirigí con mi coche a su casa. Para la ocasión me puse un vestido y un tanga de color negro, el cual hacía un buen contraste con mi blanca piel. No llevaba sujetador, por lo que el movimiento de mis exuberantes pechos era morboso, aunque nada exhibicionista, era más bien elegante, pues no era de ese tipo de chicas que le gustaba ir despechugada por la calle mostrando todo su cuerpo, más bien me gustaba ser sexy sin ser vulgar. Mi pelo lo llevaba suelto y reposando sobre mis hombros, iba hecha una princesa, como en ocasiones me decía mi madre.
—Hola, has tardado —dijo Tolo con tono de desagrado nada más abrir la puerta.
—ya... Perdona... Yo... —me dejó con la palabra en la boca, ya que dio media vuelta y se metió hacia la casa dejándome en la puerta.
—¡¡¡Pon el pasador a la puerta cuando pases, anda!!! —gritó desde el salón.
Tal y como dijo, puse el pasador a la puerta, no se bien para qué, pero así lo hice, introduciéndome a continuación en el interior de la casa, llegando al salón, donde el se encontraba espatarrado en el sillón, en calzoncillos, un slip negro, con un bulto enorme.
—estoy cansado, dame un masaje en los pies —me dijo Tolo.
—vale cariño, como quieras —Contesté complaciente.
—Quítame los calcetines —me dijo poniendo los pies sobre mi regazo dirigiendo su mirada hacia la televisión.
Lentamente comencé a quitarle sus calcetines, para después comenzar a masajearle la planta del pie, alternando se uno al otro, masajeando igualmente sus dedos. Mientras tanto él se dedicaba a mirar la televisión mientras con una mano se tocaba todo su gran paquete, que se adivinaba realmente grande tras los calzoncillos que llevaba, ya que era lo único que vestía.
Mi mirada no podía apartarse del paquete, comprobando que ese enorme pollón estaba completamente tieso, y marcándose en un lado todo el tronco que le sobrepasaba la ingle, era monstruoso, por lo menos en comparación a lo que había visto hasta el momento.
De golpe, Tolo giró su cabeza y me pilló con mi mirada puesta sobre su paquete.
—Que pasa ¿te gusta mi rabo? jajajaja —Me dijo agarrándome de la nuca y aproximándome a tan solo dos centímetros de este.
—Eh…siiii…parece muy…grande… jijiji —Contesté
—¿Te gustan grandes, marrana? —Dijo apretando los dientes y pegando bruscamente mi cara contra su paquete, presionando mi cabeza fuertemente agarrada por la nuca —¡Si es que estás hecha una guarra, calienta pollas!
—Bueno…mejor chúpame el pie, que lo tengo cansado y me relaja mucho, todas mis novias me chupan los pies—Dijo poniendo su pie a la altura de mi boca, a lo que yo lo tomé tímidamente con la mano y comencé a chupar su dedo gordo intentando complacerle, tenía que ser mejor que las otras, si es que decía la verdad...
—¡¡¡Pero mételo en tu boca coño!!! —Dijo mientras forzaba con todos sus dedos hacia el interior de mi boca con fuerza como si me la estuviese follando —¡Parece que te lo tengo que decir todo, coño! —Dijo con cierto enfado.
—¡¡¡Aaaaaggggggggghhhhhh!!! ¡¡¡Aaaaaggggggggghhhhhh!!! —Intentaba abrir la boca todo lo que podía.
Mientras tanto él se bajo la parte delantera de su calzoncillo y se sacó su enorme rabo lleno de venas y con unos huevos enormes, como pelotas de tenis y todo depilado, comenzando a pajearse lentamente, dejándose caer sobre su rabo un gran chorro de saliva el cual cayó sobre la punta del enorme capullo morado, deslizándose lentamente hasta la base de sus huevos. Comenzó a deslizar su mano de arriba a bajo, pudiéndose escuchar los chasquidos producidos por su mano al friccionar sobre la saliva, mientras el continuaba follando mi boca con su pie, provocándome arcadas acompañadas de espesos hilos de saliva que colgaban sobre mi barbilla.
—Acércate, puerca, que me vas a hacer una cubana —Me dijo con tono autoritario que no dejaba lugar a protesta.
—Vale…voy… —Dije tímidamente…
Yo, como una tonta, con la mente nublada por la situación y, por qué no decirlo, también por la excitación de ser tratada así por un macho con esa seguridad, me acerqué hacia él, quedando de rodillas entre sus piernas. Él se incorporó sobre mi y, agarrando la parte superior del vestidito de las solapas, tiró hacia los lados y rasgó los tres primeros botones dejando mis tetas al aire balanceándose, tras lo cual se echó hacia adelante a la altura de mis nalgas, levantó mi faldita hasta mi cintura y comenzó a propinarme una serie de fuertes nalgadas alternando de una nalga a otra.
—¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! ¡¡¡Culo de guarraaaaaaa!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! ¡¡¡Así se trata a las marranas como tú!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! —Decía, mientras estrellaba su manaza contra mis blanquitas nalgas, las cuales adquirieron un color rojizo.
—¡¡¡Aaaayyyyyyyy!!! ¡¡¡Aaaayyyyyyyy!!! —Respondía a cada nalgada, lo cual le provocaba mayor excitación si cabe.
—¡¡¡Saca bien el culo de puerca hacia fuera y curva la espalda, quiero ese culo de puta bien a mi disposición, en pompa!!! —Me gritaba con autoridad, haciendo caso inmediato a su imposición.
Mis nalgas blanquitas, ya rosadas y con sus grandes manos marcadas, temblaban a cada nalgada. Me pegó la cara al suelo poniendo su pie sobre ella, de esa manera mis nalgas quedaron totalmente apuntando al techo, por lo que mientras me nalgueaba con una mano, con la otra metía el dedo pulgar por mi culo y el índice por mi coño, metiéndolos y sacándolos al ritmo de una follada.
Cuando se sació de calentarme el culo, se recostó en el sillón de nuevo y estiró de mis pezones hacia él para acercarme a su enorme cipote.
—Hazme una cubana, mojigata.
Agarré mis grandes pechos y en volví la enorme barra de carne con ellos, sobresaliendo más de medio cipote por encima, deslizando mis pechos a lo largo de todo su tronco mientras, él miraba fijamente la televisión, incorporándose de vez en cuando a regar mis pechos con salivazos espesos que dejaba caer entre ellos para lubricar. Cuando estaba centrada en la cubana y sin que nada me hiciese adivinar lo que podía pasar, ya que el mal nacido no dio indicios de nada y estaba mirando atentamente el televisor, comenzó de repente a disparar chorros a presión de semen sobre mi cara y pechos, por lo que, al caer unos de ellos sobre mis ojos, inmediatamente me aparté por instinto, a lo que él respondió rápidamente agarrándome de la nuca.
—¡¡¡No pares ahora, coño!!! —Dijo, dirigiendo mi boca hasta su tieso cipote, el cual me introdujo sin compasión ninguna hasta lo más profundo de mi cavidad, provocándome fuertes arcadas, mientras él agitaba mi cabeza de arriba a bajo con rapidez, mientras los chorros de semen continuaban saliendo hasta por mi nariz.
—¡¡¡Te voy a convertir en una chupa rabos, cerda!!! jajajajaja —Decía riéndose de mí mientras se deleitaba con mi agonía.
¡¡¡Aaaaaggggggggghhhhhh!! —Era todo lo que salía de mi sufrida garganta, mi rímel se corrió y mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas por la congestión, mientras mi boca tan solo emitía sonidos guturales y burbujeantes por la gran cantidad de saliva que emanaba de mi boca.
—¡¡¡Aaaaaggggghhhhhhh!!! ¡¡¡Uuuuuuugggggghhhhhhh!!! —Alcanzaba a emitir por los pocos recovecos que quedaban libres en mi boca, los cuales iban acompañados de burbujas de saliva que explotaban sobre mi cara.
—¡¡¡Aaaahhhhhhhhhh!!! ¡¡¡Uuuuuuffffffggg!!! —Emitió el triunfante, liberando por fin mi cabeza entre tos y cogidas de aire a bocanadas.
Se incorporó y dio un beso que me supo a gloria, sabía como tratarme, como ganarme, me sentía feliz de verlo satisfecho, mi mirada hacia él era de felicidad, perdonando toda su rudeza.
Tolo es un chico impulsivo, hace lo que quiere y como quiere, mira por su placer, reconozco que es algo egoísta, pero yo lo quería tal y como era, aunque a veces me molestara un poco…pero era mi chico y cada cual tiene lo suyo.
Luis y yo, finalmente quedamos en ir al cine, a ver una película que tenía entendido que era bastante mala, pero que decía quería ver él. Yo iba con un vestidito muy bonito y modoso, con un buen escote. Mido 1.60, y de pechos tengo una talla 105, con un buen culo y tez blanca. Luis era un macarrilla, y un bestia en la cama, al igual que mi ex, le gustaba darme el trato que se le da a una marrana.
Ayer sin ir más lejos, me tuvo chupando su culo en mi propia casa, con mi madre en el baño. Él y yo estábamos sentados en el salón de mi casa, yo acurrucada junto a él mientras miraba la televisión sin prestarme mucha atención. Mi madre salió de la cocina:
—Me voy a duchar —Dijo mi madre.
— Pues me parece muy bien, preciosa —Le contestó Luís en un tono malicioso.
Mi madre le miro y le dedicó una dulce sonrisa mientras Luís no le quitaba ojo de su culo, mientras con descaro a tocarse el cipote por encima del pantalón mientras mi madre se preparaba la ropa disfrutando de tal visión.
—¡Mete la mano en el pantalón y pajéame, guarra! —Me dijo de forma imperativa.
—Pero…mi madre… —Dije titubeante, ya que mi madre se encontraba en frente, bueno…más bien de espaldas, vistiendo una camiseta que le llegaba por debajo del culo, y marcaba la figura de sus redondas nalgas, sobre todo cuando se agachada y quedaba con el culo empinado, algo que a mi novio sé que le estaba poniendo cachondísimo, pero es muy macho, él es así jajajaja.
—¡¡Que me pajees coño, o cojo y me largo!! —Dijo con enfado, descubriendo todo el cipote bien duro y tieso con líquido preseminal deslizándose por la punta del enorme capullo, dada la excitación, sin importarle el que mi madre se diese la vuelta. Puse mi mano en el capullo increíblemente hinchado, mientras lo miraba fijamente como hipnotizada, y le esparcí el líquido preseminal por el tronco lentamente, intentando abarcar todo el grosor del enorme miembro con mi pequeña mano, cosa que no conseguía, para deslizarlo hasta llegar a la base de sus enormes pelotas, las cuales agarré con la otra mano, volviendo a deslizar mi mano por todo la barra de carne recogiendo por el camino toda la cantidad de líquido que emanaba de ella quedando mano completamente encharcada, oyéndose como chasqueaba mano mientras friccionaba el gran cipote en toda su extensión hasta llegar nuevamente hasta la punta, donde apretaba con mano para forzar a salir más líquido de este macho, haciéndoseme la boca agua, mientras el echaba la cabeza hacia atrás sin quitar ojo de mi madre que seguía a lo suyo.
—¡¡¡OOOOOOOHHHHHHHH!!! ¡¡¡UUUUUUUUUFFFFFF!!!
¡¡¡SIGUEEEEEEEE!!! —Dijo en voz alta para que mi madre lo oyese y poder alimentar su morbo todavía más el mal parido, teniendo a su hija ordeñando ese enorme gran cipote con sus manos.
Mi madre, instintivamente giró la cabeza encontrándose precisamente con esa situación, algo que me dejo paralizada al igual que a mi madre, algo que sin embargo no pasó a Luis, el cual miraba fijamente a mi madre, mientras se incorporó y echó sobre la punta de su capullo un gran río de saliva que cubrió por completo todo su capullo para ir resbalando por todo el tronco hasta llegar a mi mano, donde se desbordó por mis dedos.
—¡¡¡Que hija tienes más buena…!!! —Le espetó a bocajarro a mi madre con toda la sinvergonzonería y atrevimiento, mientras la cara de mi madre se ponía de todos los colores.
—¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaaasssss!!! —Luis me dio un fuerte azote en las nalgas que me sacó del ensimismamiento —¡¡¡Sigue coño!!! —Me ordenó Luis.
—Ssssiii…. —Dije como una imbécil con la cara completamente roja, retirando la mirada y continuando pajeando el tremendo nabo.
Mi madre retiró la mirada en cuanto fue consciente de la situación, intentando normalizarlo todo poniéndose a tararear como si nada hubiese pasado, supongo que así creería que se normalizaría la situación y, con un poco de suerte todo acabaría en un momento, por lo que continuó dentro de la habitación con sus preparativos.
Pero Luis tenía otros planes.
—Levanta cariño —Me dijo con tono tierno…algo que me encantó haciéndolo con cara de satisfacción y sumisión, premiándome con un beso profundo y baboso que me dejo temblando.
—Me pones el cipote durísimo pedazo de zorra —Me dijo acariciándome la cara, mientras yo le miraba con cara de orgullo —¿Eres mi zorra? —Me preguntó mirándome fijamente helándome el alma e inundando todo mi coño y mis bragas.
—Sssiii…soy tu zorra…cariño… Contesté completamente rendida a sus deseos.
—Levanta cariño —Me dijo
Se levantó y se puso a cuatro patas en el sillón, bajando su pantalón hasta sus tobillos junto a sus calzoncillos, dejando al aire ese pedazo de nabo y esos dos grandes y imponentes cojones.
—¡Acércate y chúpame el culo, marrana! —Dijo sin dar lugar a contradicciones.
—Pero…por favor…no…Luis…cariño…eso no…mi madre… —Le dije suplicante con la cara, esta vez, completamente blanca.
En esos momentos me miró fijamente con autoridad, una mirada que lo dijo absolutamente todo, se me clavó hasta el espinazo, no hizo falta levantar la voz, esa mirada me traspasó.
A cámara lenta y sin dejar de mirar la puerta tras la que estaba mi madre, tragué saliva rezando para que no saliese, y me fui acercando muy lentamente hacia sus nalgas, donde el permanecía a cuatro patas con todo sus culo empinado, viendo todo su ojete con esos dos cojones colgando.
Lentamente comencé a pasar la lengua por la rabadilla, bajando lentamente por toda la raja del culo, mientras el suspiraba y gemía. Continué bajando hasta llegar a su ojete, donde saqué la lengua y comencé a chupar.
—¡Mee…eee…te la lengua…zorraaaa…! –Me decía entre suspiros, mientras agarró me agarró cabeza con una mano y me la hundió en la raja de su culo, comenzando a pasarla con fuerza de arriba abajo, desde la rabadilla hasta los huevos —¡Asiiii…marrana…hazme una lavada de ojete –Me decía mientras intentaba aplicarme lo mejor posible intentando meter la lengua en su agujero.
Ahí estaba yo, una chica de 27 años chupando el culo de un chico de 19, parecía una película porno de las buenas, menuda imagen.
—¡¡¡Clara…!!! ¡¡¡Claraaaaa…!!! –Grito Luis entre suspiros gritando el nombre de mi madre.
En esos momentos mi madre abrió la puerta, quedando plasmada en su retina la imagen de su angelical hija con la cara encajada en el culo de un chico de 19 años que se encontraba a cuatro patas sobre su propio sillón, con una barra de carne descomunal. No teniendo dudas del emputecimiento que su hija había sufrido, algo que le implicaba a ella y no sabía como reaccionar, no sabía enfrentarse a esa situación que le venía grande, su inseguridad frente a la seguridad aplastante de ese chico le dejaba sin argumentos, hecha un manojo de inseguridades.
Mi madre quedó con el gesto congelado, mirando a Luís y a mi sin saber si esperar o irse. Luís le sacó de ese estado. Yo no me atrevía a dejar de hacer lo que me había mandado, era mi macho y si es lo que quería se lo daría, le iba a demostrar que estaba más entregada que ninguna de sus otras novias, aunque me costase la dignidad, o la poca que me quedaba.
—¡¡¡Uuuuuuufffffffffffffff!!! Menuda lavada de ojete me está dando la marrana de tu hija –Le dijo a mi madre.
—¡¡¡Puerca, mientras me chupas el ojete pasa las manos entre mis piernas y con una mano estimula mis cojones y con la otra empieza a ordeñar, perra!!! –Me dijo imperativamente, por lo que mientras me tenía bien agarrada de la cabeza, pasé mis pequeñas manos y con una le sujete sus enormes bolas y con la otra agarré abarqué lo que pude del tronco de su cipote y comencé a pajearlo, todo ellos mientras el movía su culo de arriba abajo dirigiendo la comida de ojete a la vista de mi pobre madre.
Se podía oír el chupeteo de culo que le daba y oír el chasquido de saliva que le comenzaba a colgar en formas de gruesos hilos bajo sus pelotas, proveniente de mi lengua, la cual tenía completamente fuera y utilizaba como si de una brocha se tratase.
—¡¡¡Uuuuuuuuuffffffffffffffffffff!!! ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhh!!! Clarita, me voy a pegar una corrida inmensa y pegajosa en tu sofá, esto no saldrá con nada, ya verás tu maridito cuando venga y vea los manchurrones blancos de semen en el sofá negro…¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh!!! –Le dijo a mi madre dejándola con cara de asombro.
—Luís, por favor, no…lo hagas… —Le dijo suplicante.
—¡¡¡Como no traigas algo te lo voy a poner todo hecho unos zorros!!! –Le decía mientras lanzaba sobre su cipote un tremendo salivazo que calló sobre él en forma de espeso hilo, el cual me encargué de esparcir a lo largo del pedazo de nabo.
Mi madre rápidamente se dirigió a la cocina y trajo servilletas de papel que le ofreció a Luís.
—Toma Luís…— Le dijo ofreciéndoselas temblorosa e indecisa.
—Yo no pienso limpiar nada, la que me está ordeñando es tu hija ¡¡¡Límpialo tú si quieres!!! –Le soltó a mi madre quedándose muda –Si quieres yo te aviso cuando vaya a terminar y pones las servilletas –Dijo a mi madre.
—Pe…ro… yo… bueno… vale… —Dijo mi madre con cara de tonta del culo, quedando como esperando mientras su hija pajeaba a ese chico de 19 años.
—Bueno…pensándolo mejor…si quieres que te avise cuando vaya a salir y no ponerte en un compromiso con tu marido…gánatelo ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!! –Le dijo Luís gimiendo de gusto.
—¿Qué…quieres decir Luís…? No entiendo… —Dijo con cara de “tierra trágame”, sin atreverse si quiera a mirame, mientras tenía que ver como deslizaba toda mi mano por ese tremendo cipote y le seguía comiendo el ojete.
—¡¡¡Date la vuelta y agacha la cabeza, marrana!!! –Dijo autoritariamente a mi madre, la cual, lentamente comenzó a darse la bajando la cabeza hacia el suelo, mientras con las manos se estiraba el camisón hacia abajo para que no se le vieran las bragas al quedar su culo empinado.
—¡¡¡Quita las manos, guarra!!! –Le exigió Luís dándoles un manotazo que hizo que mi madre las apartara de inmediato y las pusiera sobre el suelo para mantener el equilibrio.
Las nalgas de mi pobre madre quedaron totalmente ofrecidas con sus braguitas asomando bajo la camiseta, por lo que Luís, con un movimiento rápido, la levantó hasta su cabeza, mientras mi madre se mantenía en esa posición vejatoria.
—¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssss!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssss!!! Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssss!!! –Una lluvia de nalgadas comenzaron a estrellarse contra las nalgas de mi pobre madre con sus braguitas blancas y ceñidas, la cual intentó rascarse recibiendo un manotazo de Luís.
¡¡¡Aaaaaaaaayyyyyyyyyyy!!! —Respondía mi madre con grititos con sus nalgas vibrando al compas de las nalgas.
¡¡¡Aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!! ¡¡¡Me corroooooooooooooooo!!! —Grito Luís —¡¡¡Zorra ponte frente a mí y pon las manos bajo mis cojones porque va a chorrear todo hacia el sillón!!! —Le dijo a mi madre, mientras Luís agarraba mi cabeza y la frotaba contra su ojete con más fuerza, mientras le ordeñaba el cipote y le amasaba esos dos huevos de toro.
Mi madre se puso rápidamente frente a él y se agacho a la altura de su cipote poniendo sus dos manitas bajo sus cojones, aproximando su carita, sin quererlo, a dos centímetros del rabo que su hijita estaba ordeñando a ese niñato de 19 añitos, observando como deslizaba toda mi manita desde sus huevos hasta el capullo, con grandes chorreras preseminales que servían de lubricante para facilitar la acción.
—¡¡¡Aaaaaaahhhhhh!!! ¡¡¡Uuuuufff—uuufffff—uffffffff!!! ¡¡¡Aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! —Gritó Luís, lanzando sobre la cara de mi madre sin que lo esperase, una potente y espeso chorro de semen que salió disparado y que le fue a parar a su preciosa cara, cubriéndola desde la barbilla hasta la frente, mientras yo seguía con mi lengua dentro de su culo y continuaba ordeñándole, siendo cómplice de la corrida que a mi madre continuaba cayéndole sobre cara y pechos. Los chorros continuaron cruzando toda su cara y pelo, sus ojos estaban totalmente cubiertos por una espesa capa de semen al igual que la boca, aunque permanecía como una tonta con la servilleta intacta bajo los huevos de Luís.
—¡¡¡Jajajajajajajajaja!!! ¡¡¡Lo que quería tu madre era una corrida en la cara!!! —Dijo humillándola más si cabe.
—¿Estás bien clarita? —Preguntó Luís con toda la mala intención para hacer que mi madre abriese la boca y así le entrase todo el charco de semen acumulado en los labios.
—Mmmmmmmmm….mmm… —¡¡¡No te entendemos una mierda!!! —Contestó Luís.
—mmm…sssssiiiiii….uuupppmmmmmm…. —Cuando mi madre quiso abrir la boca una gran cantidad de espesa leche le entró hasta el fondo, limpiándose entonces con la servilleta que tenía en las manos yéndose mientras se tambaleaba al baño.
Luís, con los pantalones bajados todavía y el rabo completamente tieso, parecía no haberse satisfecho del todo y me miraba de arriba abajo lentamente.
—Contigo todavía no he terminado, cerda. Tira hacia la habitación de tu madre, te voy a follar como se le folla a las marranas —Me dijo con toda la seguridad.
Sin darme lugar a contestar me agarró del brazo y me introdujo en la habitación de mis y padres, me puso a cuatro patas en el borde de la cama, donde me hizo pegar la cara en la cama, bajo mi pantalón de color rosa con ovejas y mis braguitas de flores, dejando mis blancas nalgas y mis agujeros ofrecidos completamente. Noté como comenzó a acariciar lentamente una…luego la otra…se deleitaba con ellas, abriéndolas con las manos para ver la raja con claridad.
Comenzó a darme una follada , en la cual se recreó en nalguearme y follarme como a una cerda encima de la ropa que mi madre se iba a poner y que se había planchado previamente. Me puso a cuatro patas sobre esta y me estuvo dando por el culo con ese tremendo rabo durante 15 minutos, los cuales fueron acompañados de azotes en las nalgas, salivazos en mi carita que dejaba caer desde lo alto y que caían en mis mejillas, mis ojos y mi nariz. No saciado con el trato dado, mena follada de garganta como colofón final, para lo cual agarró una de las medias de mi madre y me ató las manos a mi espalda, me arrodillo entre sus piernas con mis ubres por fuera de mi camiseta y, agarrando mi cabeza por mi coleta, comenzó a embestir contra lo más profundo mi garganta, dando golpes sobre mi coronilla cuando su rabo estaba tocando mi esófago como si quisiera traspasarme. Mis babas caían como un reguero a lo largo de sus enormes cojones, los cuales descansaban sobre la ropita de mi madre y, sobre la cual se había formado un charco de espesa baba y mocos proveniente de mi garganta, culminando en una abundante corrida para la cual, para prolongar mi agonía, taponó mi nariz con sus dedos justo en ese momento, provocándome un ataque de tos mezclado con arcadas que provocó la salida a presión de ríos de semen y saliva sobre la ropa de mi madre, mientras él me presionaba con todas sus fuerzas el pollón hasta lo más profundo que permitía mi garganta.
En esos momentos mi madre se asomó a la puerta quedando paralizada, no esperaba. Su mirada se clavó sobre la de Luis, el cual continuó subiendo y bajando mi cabeza sobre su cipote todavía con más saña y agresividad mientras me tomaba por el flequillo y la coleta, todo ante la atenta mirada de mi madre que quedó completamente petrificada, sin saber que hacer ni que decir, hasta que mi madre reaccionó y acabó volviendo rápidamente hacia el baño para no repetir ninguna situación humillante y vejatoria como la de antes.
A raíz de esa situación, la relación entre mi madre y Luis cambió radicalmente, demasiado, hasta que un día encontré a mi madre de rodillas…en fin…eso ya lo contaré en el siguiente capítulo, estaba hablando del cine, no?
1.
Llegamos al cine, y en la puerta de este estaba Tolo, apoyado en la pared con las manos en los bolsillos, en plan chulo, la verdad es que me ponían muchísimo los dos, siempre me han gustado los macarras y ellos lo eran, dominantes, con seguridad, descarados. Al vernos dio la mano a Luis que sonó como un estruendo y a mí, con descaro, me dio un pico delante de Luis, lo cual me dejó descolocada, aunque Luis no dijo ni media, esta situación me dejó sin saber reaccionar.
Pasamos a la sala, y estaba prácticamente vacía, excepto dos parejas que estaban abajo del todo, en las primeras filas. Tolo y Luis me dejaron subir primero, y mientras subía delante de ellos noté como me subían la faldita y cuchicheaban entre ellos con risotadas, sintiéndome humillada y, contrariamente reconozco que, algo excitada. Podían ver perfectamente mis dos nalgas moviéndose con el tanga metido por la raja de mis hermosas nalgas. Puesto que la sala era numerada, los números de la fila de butacas estaban en los escalones, que por la oscuridad no se veía nada, por lo que tenía que ir agachándome para intentar ver algo.
—Noelia, mira a ver si tú ves algo, yo no veo nada —me dijo Luis
—No veo nada –le contesté.
—¡¡¡Pero agacha bien la cabeza, coño!!! –me dijo Tolo agarrándome de la nuca. Luis me agachó la cabeza hasta tocar con la nariz el escalón.
—Lo ves. Mira bien –me decía mientras mi culo quedaba totalmente expuesto con mi tanga blanco a la vista y mis dos carnosas nalgas a la vista.
—No lo veo Luis –contesté inocentemente.
De pronto sentí una tremenda nalgada en mi nalga que, aunque no se pudo oír por volumen de la película, sentí mi nalga arder y vibrar, Tolo, desde atrás, comenzó a darme una ensalada de nalgadas que me estaban haciendo tambalear. Tengo que reconocer que esa era su tónica cuando me follaba como a una puerca en su casa, como a una fulana, y me había acostumbrado a ellas hasta mojarme por la excitación.
—¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssss!!! –comenzó a nalguearme como lo hacía asiduamente cuando estaba con él.
Luis no parecía enterarse de nada, pues su cara la tenía pegada junto a la mía, haciendo como que buscaba conmigo, aunque en su cara me pareció por un momento dibujar una sonrisa, de ¿complicidad?
—¡¡¡No tengáis prisa eh!!! –decía Tolo mientras seguía dejándome las nalgas coloradas.
—Tranquilo, estamos en ello jajajaja –Le contestó Luis en tono irónico.
—Ponte tú en mi lugar, Tolo, me estoy cansando –Le dijo Luis, por lo que cambiaron las posiciones.
Ahora era Tolo el que estaba junto a mí, y Luis el que comenzó a azotar mis nalguitas, de una a otra haciéndolas vibrar violentamente, sintiendo como su mano se estrellaba con fuerza y saña.
—¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssss!!! –esta vez Luis me nalgueaba duramente, mis nalgas vibraban a cada nalgada, mi culo estaba colorado, mientras yo mantenía mi posición intentando disimular, como si nada ocurriese.
—¡¡¡Anda, yo también se las he azotado mientras estabas aquí con ella mirando el número!!! ¿no te lo ha dicho? –le dijo Tolo a Luis.
—¿Qué? ¿te nalguea y no dices nada perra? ¿me intentabas poner los cuernos, zorra? –me espetó Luis furioso.
—No…cariño…yo no…yo…
—¡¡¡ahora te vamos a dar pero bien, marrana!!! ¡¡¡A cuatro patas, en el escalón!!!
Me hicieron poner a cuatro patas en el escalón con mis nalgas empinadas, como una guarra, ofrecida a mi ex y a mi novio, los dos tíos que más cerda me ponen. Luis levantó mi faldita tapando mi cara y…
—¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssss!!! –podía sentir cada nalgada, cada uno me comenzó a azotar una nalga diferente, dejando marcadas a fuego sus manazas en mis blanquitas nalgas. El culo me ardía.
—¡¡¡marrana!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssss!!! –decía Luis nalgueándome.
—¡¡¡cerda!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssss!!! –decía Tolo.
Estuvieron azotándome hasta que se cansaron, momento en el que me llevaron del pelo a las butacas donde se sentaron juntos, dejándome a mí de rodillas, frente a ellos, sin saber que hacer.
—¡¡¡Abre la boca, perra!!! ¡¡¡vas a tomar una buena ración de leche, guarra!!! –dijo Tolo, mientras ambos comenzaban a desabrocharse sus pantalones y a bajarse la bragueta, destapando unos tremendos cipotes que daban miedo con sus grandes cojones colgando por fuera del pantalón, imponentes, aunque ya los conocía siempre me habían dado algo de temor, ese tamaño, y esa forma en que intentaban introducírmelo como si quisieran atravesarme.
—¡¡¡Abre la boca y saca la lengua, zorra!!! —dijo Luis, obedeciendo y abriendo la boca y sacando la lengua frente a ellos.
—¡¡¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh!!! —dije sacando la lengua y abriendo la boca todo lo que podía, temerosa, excitada y con la mente algo turbia por la situación, la inseguridad.
Tolo, agarró mis tirantes y de un tirón los bajó, y sacó mis ubres por fuera, quedando ridícula frente a ellos, los cuales estaban con sus enormes barras de carne tiesas, amenazantes, con los capullos brillantes por el líquido pre seminal producido por la excitación. Tolo subía y bajaba la piel de su enorme cipote, en el cual se echó un enorme salivazo cayendo sobre su capullo y deslizándose por todo su tronco hasta llegar a su mano, donde se fue acumulando, aprovechando la enorme lubricación para comenzar a deslizar su mano a lo largo de su pollón, desde el capullo hasta la base del cipote, lentamente, pudiendo ver como sus cojones subían y bajaban. Tolo, mientras se pajeaba y me miraba, me dio una bofetada no muy fuerte, excitante, la cual copió Luis mientras se pajeaba igualmente, aunque sin lubricación.
Sin esperarlo, Tolo agarró mi cabeza, me tiró un salivazo que impactó contra mi mejilla, y con la mano me agarró y me dirigió la boca al imponente cipote de Luis, situando mi boquita en su capullo y, de un empujón dirigiendo Tolo mi cabeza, me la empujó hacia el cipote de Luis y se introdujo hasta el esófago.
—¡¡¡Así guarra, trágala bien, hasta el fondo, como lo marrana que eres!!! Jajajaja —decía Tolo mientras me agarraba con las dos manos la cabeza y comenzaba a empujar con fuerza, sin detenerse, entrando solo en mi boquita nada más que medio cipote de su amigo por mucho que empujaba.
—¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaagggggggggggggggggggghhhhhhhhhhhhhhh!!! ¡¡¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaggggggggggggggggggggggghhhhhhhhhhhhhhhhh —mis arcadas no se hicieron esperar, comenzando a babear, hilos de saliva gruesos que comenzaban a balancearse por mi barbilla y por el tronco de la enorme estaca de Luis.
—¡¡¡pedazo de marrana!!! ¡¡¡Traga bien, te va a salir la leche hasta por las orejas!!! —Decía Luis mientras, incorporándose, me dejó caer un río de saliva en la frente que fue resbalando por toda mi cara hasta mi majilla.
La polla de Luis comenzó a llenarse de espesa saliva que resbalaba por su tronco, mientras Tolo apretaba los dientes con furia y levantaba mi cabecita hasta sacar su rabo de mi boca y, tras dejarlo a 1 centímetro de esta, unida por hilos de espesa baba que chorreaban sobre mis pechos, me la introdujo una vez más de un empujón, sin contemplaciones, hasta chocar con mi garganta y, haciendo caso omiso a mis tremendas arcadas que iban acompañadas de tremendos ríos de babas y lágrimas, oyéndose el burbujeo que provocaba mi respiración al intentar salir por mi boca acompañado de saliva espumosa y burbujeante.
Luis no parecía contento con eso, por lo que se quitó su cinturón y con el amarró mis muñecas a la espalda, inmovilizada.
—¡¡¡jajajajajajajaja —decía Tolo, mientras taponó mi nariz con sus dedos, viendo mis lagrimas resbalar por mis mejillas, fundiéndose en mi barbilla con mi saliva espesa.
Tolo retiró mi cabeza del enorme miembro de Luis y este es el que, esta vez, agarró mi cabeza y la condujo al pedazo de rabo de su amigo, el cual tras acercarme a él…
—¡¡¡La boca bien abierta, perra!!! —me dijo Luis, mientras comenzó a introducir lentamente el miembro en mi boca, hasta hacer tope con mi garganta, comenzando a hacer presión con sus dos manos en mi cabeza.
Tolo se quitó el cinturón, y lo pasó por mi cuello poniéndomelo de collar.
—¡¡¡Así, como la perra que eres!!! Jajajajajaj –Dijo Tolo riendo los dos al unísono, mientras yo tan solo podía mover los ojos hacia arriba.
Luis comenzó a subir y a bajar mi cabeza con fuerza sobre el rabo de su amigo, violentamente, con saña, como si fuera una muñeca hinchable.
—¡¡¡aaaaaaaaaaaagggggggggggggghhhhhhhhhh!!! —mis arcadas eran tremendas, comenzaba a toser, y ello provocaba la salida a presión de babas y mocos por las comisuras de los labios y la nariz, estrellándose contra el pubis de Tolo, chorreando todos las flemas por sus grandes cojones.
Luis no estaba dispuesto a soltar mi cabeza, la sujetaba firmemente y ayudándose de la otra, la puso sobre mi cabeza y comenzó a ejercer todavía más presión comenzando a moverla hacia los lados mientras presionaba, mientras tanto Tolo reía, viéndome ahí arrodillada, sometida ante dos macarras, con mis grandes pechos fuera de mi blusa, con todo el rímel corrido por mis lágrimas escurriendo por mis mejillas, mis babas colgando de los huevos de Tolo en forma de espesos y gruesos hilos y con unas fuertes arcadas que tan solo ellos podían oír, dado el volumen de la película. Mis manos las tenía a mi espalda, cruzadas, sin moverlas. De vez en cuando, Tolo se incorporaba y, subiendo mi falda, comenzaba a darme fuertes nalgadas.
—Se me está ocurriendo algo —Dijo Luís a Tolo…
Continuará…
1 comentarios - Soy la marrana de mi novio y mi ex