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En la facu 3!

Para Vos nena!!

Otra historia con Vero! La historia continua!!

Me llamo Oscar pero me dicen Osky, enseño Análisis y diseño de estructuras en la universidad Nacional de Córdoba. Fue en el examen que estaba realizando en la biblioteca cuando pasó nuevamente todo. Estaba yo en el aula, con cuatro personas, Vero entre ellas. Hacían el examen totalmente concentrados, y yo aprovechaba esa concentración para deleitarme contemplando a Vero. La cabeza se me fue de nuevo, y pronto tuve un molesto bulto en la entrepierna que intentaba salir. Los alumnos fueron acabando y se marcharon, hasta que quedé yo sólo con Vero. Se le estaba acabando la clase, así que la advertí:
- “Vero, te queda poco tiempo.”
Ella me miró, pensativa y luego, con una sonrisa en los labios se levantó y se me acercó poco a poco, contoneándose.
-“¿No habría, dijo, ninguna manera para poder aprobar sin necesidad de exámenes?” preguntó. Yo me estaba poniendo un poco nervioso recordando los dos últimos encuentros.
-“No sé a qué te referís.”
- “Sí que sabe a qué me refiero”, dijo, y se sentó encima de mi mesa, a mi lado. Podía ver perfectamente su tanguita blanca y sus largas piernas.
-“Vero, por favor…” “Si yo hago esto, por ejemplo, y se subió la pollera hasta la rodilla, ¿me aprobaría?”
Yo, visto que me lo ponía en bandeja aproveché y le acaricié los gemelos. Eran suaves y duros, pero a la vez lo suficientemente blandos para que fuese un placer acariciarlos.
-“Me temo que no.” Sonrió.
-“¿Y si hago esto?” y se la subió del todo dejando a la vista su tanguita. Mi mano recorrió por completo sus piernas.
-“No, Vero, no. Tendrás que esforzarte más.”
- “Entiendo”, respondió.
Se levantó y giró mi silla 90º, quedando frente a frente. Entonces se arrodilló. Sus manos se colocaron en mis tobillos y subieron hasta las rodillas. Ahí, me abrió las piernas. Se metió entre ellas y puso sus manos sobre mi bulto. Lo masajeó un poco. Yo estaba a cien. Encontró el cierre y lo bajó. Mi verga salió en seguida a recibirla, y del impulso, algunas gotas de líquido pre seminal acabaron en su cara.
-“Vaya”, sonrió. Se limpió con un dedo que luego degustó. Y volvió al pene. Allí estaba, fibroso, duro, esperándola. Lo tomó con ambas manos y comenzó a pajearme, lentamente, sin prisa. A la vez, se lo llevó a los labios. Besó el glande, con un beso suave que me provocó una erección aún mayor y que me recorrieran calambre de placer por la espalda.
Comenzó a besuquearlo y a darle pequeñas lamiditas con la lengua. Yo no aguanté más. Le agarré de la cabeza y la obligué a metérselo entero. Comenzó a chupar como una experta. Con una mano me agarraba el miembro y con otras apretaba o masajeaba los huevos. Chupaba, succionaba con fricción, mientras su lengua jugueteaba recorriéndome el tronco. Unas veces chupaba y otras se lo metía y sacaba. Yo le sujetaba la cabeza para que no parase. Estaba en la gloria. Aguanté quince minutos. Después acabe en su boca, y ella lo tragó todo. Cuando acabé, me pegó un último lengüetazo y se levantó pasándose la lengua por los labios.
-“Creo que con eso es suficiente”, dijo.
-“Te equivocas.” La tomé por la cintura y la atraje hacia mí, hasta que quedamos frente a frente. Mi verga, aún erecta, manchaba su pollera. Ella olía bien, a fruta o a flores. Me miró un poco asustada. Llevé mis manos a su culo, sin dejar de mirarla a los ojos. Era firme y grande, lo justo para que diese gusto tocarlo, apretarlo y manosearlo. Agarrándola del culo, la icé y la senté en la mesa. Después abrí sus piernas.
-“N… no, por favor…, dijo, soy virgen.”
-“Lo que necesitas te lo daré despacio.” Le subí la falda, poco a poco. No oponía resistencia. Al final dejé sus largas y hermosas piernas al aire. Y allí estaba, su tanguita, blanca, que apenas tapaba su concha. Pasé un dedo por la tela. Estaba húmeda, y el dedo se me mojó.
Después probé sus fluidos. Deliciosos. Sujeté su tanguita y la arranqué con violencia. Soltó un grito ahogado. Contemplé su concha, depilada, con un triangulito invitando a entrar. Ella me miraba, asustada, expectante, pero deseando que me la cogiera. Me bajé el pantalón y el bóxer y coloqué mi pija a la entrada de su vagina. La miraba con lascivia.
-“Métemela poco a poco, por favor, que mi ex era muy brusco”.
-“Ok”. Comencé a penetrarla, lentamente. Las estrechas paredes de su concha me oprimían la pija, dándome placer. Cuando hube metido la mitad, más o menos, encontré resistencia. Tomé un poco de impulso y embestí con fuerza, sin darle tiempo a reaccionar, metiéndosela hasta los huevos. Mi gemido de placer y su grito de susto se mezclaron. Para evitar que sufriera, comencé a cogerla rápidamente, agarrándome a sus caderas para hacerlo con más fuerza. Pronto sus lamentos se convirtieron en gemidos placenteros. Una vez tomado el ritmo me concentré en sus tetas.
Los manoseé por encima de la camiseta. Estaban duros y erectos. En un momento le saqué la camiseta y los contemplé, sólo ocultos por un corpiño. Impaciente, lo arranqué y rompí. Allí estaban, bamboleándose por mis embestidas. Enseguida cubrí uno con una mano y comencé a chupar el otro. Era fantástico. Ella puso una mano sobre mi cabeza, para que chupara más fuerza, y con otra me cubrió una nalga, ayudándome a cogerla. No cesaba de gemir.
Pasado un rato noté que ya acababa. Levanté la cabeza y, agarrándome fuertemente a sus hermosos pechos, acabe dentro de ella. Lo recibió entre gemidos. Nos quedamos así, paralizados, durante unos minutos. Sus pechos subían y bajaban al compás de su respiración, y me miraba, sonriente. Cuando me recuperé, se la saqué. Seguía erguida.
-“Date la vuelta.”
-¿Cómo?”
-“Que te des la vuelta.” Yo mismo la volteé, y dejé a descubierto su precioso culo, que brillaba debido al sudor. Ella estaba asustada y gimoteaba:
- “No por favor, me vas a hacer daño, ahí sí que soy virgen.” La tranquilicé, diciéndola que se la metería poco a poco, y que le gustaría.
Para tranquilizarla del todo me arrodillé y, poco a poco, le comí la concha. Con mi lengua recorrí su conchita por fuera, dando largas lamidas, que provocaban en ella gemidos placenteros. Poco a poco fui subiendo, por su culito, hasta llegar a su ano. Allí le metí la lengua y comencé un rápido mete-saca que le debió gustar, pues se removía de placer. Pasados unos minutos, y ya bien lubricada, coloqué mi pija frente a su ano. La sujeté de las caderas y, se la metí de a poco. Centímetro a centímetro hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas, y ella apenas se inmutó, sólo emitió un gemido ahogado.
Así comencé a sodomizarla, agarrándola de las caderas para hacerlo con más fuerza. Ella se aferraba a la mesa para no salir disparada, y a cada embestida soltaba un gemido que me ponía más caliente y hacía que la embistiese con más fuerza. Una vez alcanzado el ritmo, llevé una de mis manos a su concha, y comencé a meterle dos dedos. Ella aceptó esto con mucho placer, y sus gemidos aumentaron de intensidad. Acabe tres veces en su culo y ella llegó dos veces al orgasmo gracias a la masturbación. Después de la tercera vez, me senté agotado en mi silla. Ella se quedó tumbada, boca abajo.
Luego de recobrar el aliento, puse mi mano sobre una de sus nalgas.
- “Lo hiciste bastante bien. Tenés un aprobado.”
En la facu 3!


Gracias @Vera_mar

7 comentarios - En la facu 3!

DARIOMZA +1
excelente!!!+10. Faltan fotos
el_griego2016 +1
Gracias! Fotos? me cuelgan si pongo!