Viejos conocidos.

Son las cuatro de la mañana y no puedo dormir. Doy vueltas en la cama sin remedio. Recuerdo su voz acalorada pidiéndome que le rompa el culo entre gemidos y no puedo evitar que la pija se me vuelva a poner como un garrote.
Me la crucé casualmente en la calle esa misma tarde. Hacía más de diez años que no la veía. Estaba radiante y risueña como siempre, había engordado unos cuantos kilos, lo que le daba un aire más "maternal" a su belleza natural.
Siempre me había gustado su rostro.
Ese rostro franco, de sonrisa contagiosa que ahora se me aparece en el recuerdo lleno de mi leche derramada en sus cachetes. El rimmel corrido y la piel colorada por el fragor de nuestros sexos. Tengo que empezar a pajearme, no aguanto más, quiero volver a meterme dentro de ella.
Como hace un par de horas, en ese telo de la zona de la Terminal al que terminamos yendo de apuro, calientes y entre manoseos mutuos. Antes me chupó la pija en el auto mientras manejaba. En un semáforo un señor pelado nos vió y quedó como petrificado. Recibió una andanada de iinsultos porque no arrancaba ante la luz verde.
Agarro el celular y me saco una foto de la pija entre las manos. Se la envío por wassap. Son las 4.13 de la mañana. Al enviarla me da un poco de vergüenza ser tan pajero. Dos tildes azules aparecen en la esquina inferior derecha del recuadro.
4.17 me llega una foto de sus tetas. Está dentro del baño y es su reflejo en el espejo. Pienso que seguramente se levantó para no despertar a su marido. Yo estoy solo casualmente, mi mujer está de guardia hasta las siete de la mañana y los chicos duermen en lo de mi madre.
Me pajeo enloquecido como no lo hacía desde hace más de veinte años.
Y pensar que acabé tres veces dentro de ella y ahora quiero más.
Estudiamos juntos unas diez materias en la facultad. Derecho. Nos llevábamos bien. Los dos estábamos de novios y nunca se nos cruzó por la mente cogernos. Al contrario, éramos férreos defensores de la amistad entre hombre y mujer en las reuniones de amigos.
Andábamos siempre juntos y todos nos creían pareja. Nos contábamos todo, detalles sexuales incluídos. Mis amigos me decían que era un pelotudo por no avanzarla.
Esa tarde me abrazó con ese cariño del que solo ella es capaz. Sentí su aroma conocido y olvidado hacía tantos años. Su cabello estaba rubio, toda una novedad. Me contó que había sido una locura que hizo para sacarse la mufa de una pelea con su marido.
Yo tenía un rato, ella también. La invité a tomar un café.
Unas horas más tarde yo le preguntaba con el aliento agitado si su marido le hacía el culo como yo. La pregunta morbosa era el juego.
- Ella te chupa los huevos así? me decía.
- A que él no sabe agarrarte el clítoris de ésta manera? le dije yo más tarde.
En cuatro patas, su figura gruesa y desnuda de mujer cuarentona me calentaba y me hacía cogerla cada vez más fuerte. Agarrado de sus caderas me enterraba todo lo posible en esa concha desconocida de esa persona a la que conocía tanto.
- Cogeme fuerte Leo! Dame la leche papi!
Le dije medio en joda que eso de decirme papi y que le de la leche me la bajaba. se rió. Me dijo que era lo que su marido siempre le pedía que le dijese.
Pensé que su marido era un boludo y le respondí que con su piel y sus movimientos a mi me bastaba para volverme loco de la calentura. Aproveché el díalogo para darla vuelta y me tiré encima suyo, metiéndome nuevamente en su concha. Chupaba sus tetas enormes. Mordisqueba apenas sus pezones, lo que la hacía enloquecerse un poco más. La sentía mover sus caderas, caliente y deseosa de más pija. Me agarraba de las nalgas y me empujaba adentro suyo más y más profundo.
Acabamos juntos. Nos reímos viéndonos desnudos y así, como nunca hubiésemos dicho quince años atras.
En el bar, un rato antes me contó que ya casi no ejercía. Que le interesaba el diseño de jardines y que le iba bastante bien con eso. Que su hija adolescente estaba insoportable y careta.
- Es culpa tuya por mandarla a hockey.- Le respondí.
- Fue idea de Mario.- me responde y me doy cuenta de que le doy pie para que empiece a quejarse de su relación.
- Hace dos meses que no cogemos Leo.- me termina confesando un rato después.
- Yo estoy más o menos igual. Entre la nena chiquita y las guardias, ya me olvidé de como era eso del sexo.- le respondo.
Ella se rié de nuestras penurias.
- Somos un desastre.-
- A veces me siento el de "Belleza Americana". Me pajeo en la ducha... Te parece?.-
- Patético, Leo. Como yo, que tengo escondido un consolador en el placard. Tengo una pija de plastico que me coge mejor que mi marido!.-
- Y no tiene olor a huevo...-
En ese momento nos quedamos callados mirándonos. La misma idea nos cruzó la mente en el mismo momentos. Ella me sonrió.
- Te parece?- me dijo con esa cara de picardía que tan bien conocía.
- Y daaaaale.- le respondí imitando al personaje de Tino y Gargamuza que veìamos en los intervalos de nuestros estudios.
Me agarró la mano sobre la mesa y mordió el labio inferior con gesto de calentura. Su mano transpiraba y me apretaba. Sentía que quería que la cogiera. Pagué rápido sin esperar el vuelto y salimos casi corriendo a la calle. Antes de subir al auto la agarré de la cintura y la apreté contra mi pija. Nuestras miradas quedaron fijas en el otro, así, casi a centímetros. La besé muy caliente. Su lengua me esperó deseosa y húmeda. Nos despegamos y me limpió la pintura de labios que me había quedado en la boca con la palma de la mano.
Sacó el teléfono de la cartera y llamo a su marido.
- Hola gordo. Si, estoy en el centro. Me encontré con Sandra y vamos a comer algo. No me esperen. Si, tarde. Viste que no podemos dejar de hablar. Dale, beso.-
4.20. Suena nuevamente el celular. Es otra foto suya. Su lengua busca llegar al pezón. La mano izquierda sostiene la teta, ayudando a que llegue a la boca.
- Te gusta por el culo?- le pregunté con la cabeza apoyada en su hombro.
Con la mano izquierda la acariciaba despacio el pezón izquierdo que iba poniéndose duro nuevamente.
- El hombre de plástico se mete bastante. Al de carne y hueso le da un poco de asco. Dice que le voy a cagar la pija....-
- A mi no me importa eso. Te veía el ogete hace un rato y me da por meterme adentro.- le digo.
- Si va con paciencia, será bienvenido señor. - respondiò.
Empecé a chuparle el pezón que tocaba antes. Ella hizo un gemido y un gesto como que va calentándose nuevamente. Le agarro la otra teta y la amaso sin dejar de chuparla. Ella va abriendo las piernas. Levanta las rodillas y baja su mano hasta el clítoris para empezar a tocarse. Me calienta verla. La chupo más fuerte. Veo como se calienta.
Se pone de costado, dándome la espalda.
- Pasame la pija por el orto, no la metas.- me dice buscándome la verga y ubicándola de manera que la cabeza se apoya en su ogete.
Nos vamos moviendo suavemente en círculos. Mi glande se acomoda perfecto en la entrada del agujero y las nalgas me la van apretando. Ella se toca el clítoris y yo paso un brazo sobre su panza para agarrarle la teta izquierda.
- Así, me calientien, dale despacito que se me va a abrir todo para vos.- me dice volviéndome loco.
Siento como el orto se va dilatando de a poco y abrazándome el glande y haciéndome ver las estrellas. Ella mueve el culo en círculos y de vez en cuando se aprieta contra mi, haciendo entrar otro poco la verga. La siento muy apretada. La saco y poniéndome saliva en la mano, se la paso por el ogete. La lubricación va haciendo más fácil la entrada. Ahora ya tengo casi toda la cabeza adentro y empezamos a delirar los dos de placer. Agarra un sobrecito con lubricante que venía con los forros y me lo pasa.
- Lubricalo un poco más que ya casi está listo para que entre toda. - me dice.
- Sin forro?- le pregunto.
- Somos dos casados que no cogen ni con sus parejas, que te pensas que te puedo contagiar?- me responde entre suspiros y movimientos que se van haciando cada vez más intensos.
Le doy la razón. Hace veinte años que tengo relaciones con la misma mujer y ella algo parecido.
Abro el sobrecito y vierto el contenido, mitad en la pija y mitad en la entrada del culo. Le meto un dedo haciendo que se abra un poco más y después directamente la pija. Siento su orto abrirse a mi paso y la cabeza buscando llegar a lo más profundo de su agujero. Ella se retuerce en un
espasmo de placer. Se toca el clítoris cada vez más rápido.
Cuando mi verga está finalmente toda adentro la dejo quieta para que el orto vaya acostumbrándose. Ella sigue moviendo el culo en círculos.
- Cogeme fuerte Leo. Rompeme el culo, dale.- me dice.
Y yo la empieza a coger primero despacio, pero ella me impone un ritmo más intenso.
Choca mi panza contra sus nalgas. Veo su espalda y de caliente empieza a lamerla. Ella gime y resopla con la cara contra las sábanas sin dejar de pajearse. Deliro de placer y termino acabándole en el orto. Ella está muy caliente. Se la saco y veo su ogete abierto y lleno de mi semen.
- Chupamela.- me pide y yo cumplo sin chistar. Metiéndole el dedo mayor derecho en la concha empiezo a chuparle el clítoris que está durísimo y parado. En pocos minutos ella acaba en mi boca. Al sacar el dedo siento la mano empapada de sus flujos.
De vuelta en mi cama, pajeándome y recordando y viendo su foto, acabo. El semen cae sobre mi panza y la mano. Saco una foto de mi leche derramada y se la mando.
Escribo un mensaje.
"No aguanto no cogerte. Mañana a la tarde podes?"
4.27 me llega otro mensaje. Es una foto de su concha y dos dedos metidos en ella. Está sentada en el inodoro. Se ven dos hilitos de flujo saliendo.
4.28 me llega otro mensaje. Un dibujito de una mano haciendo OK.