No fue al otro día, pero sí esa misma semana. Arreglamos todo por wasap y volvimos a "Pelícano", a darnos como en la guerra.
La culpabilidad, los miedos, los sentimientos encontrados, todo quedaba olvidado en esa habitación, casualmente la misma que habíamos ocupado en nuestro primer encuentro.
Esta vez fue mucho mas intenso y salvaje que las veces anteriores.
-Sentí como me pongo cuando estoy con vos- me dice Diego haciendo que le toque la pija.
La tiene dura e hinchada, caliente, rebosante de venas y vigor. Me pongo de rodillas y se la chupo, haciéndole un pete de esos que tanto le gustan, turca incluída.
Lo hago acabar casi enseguida, tragándome todo, ABSOLUTAMENTE TODO lo que me eyacula en el paladar.
Me quedo saboreando su esperma en mi boca y me tiendo en la cama. Recostándose a mi lado, Diego trae consigo un par de botellitas de whisky del frigobar. Las abre y me da una. Choca la suya con la mía y a modo de brindis expresa:
-¡Por lo que sea esto!-
-Una locura, eso es lo que es- le aseguro.
-Una hermosa locura- asiente, besándome.
Entre besos y caricias se le pone dura de nuevo, como un fierro. Se pone un forro y echándoseme encima me penetra. Se mueve entre mis piernas, metiéndomela bien adentro con cada embiste, lacerando todo mi interior con esa verga que parece estar mucho mas grande que las veces anteriores.
Me coje tan fuerte, con tanto entusiasmo que nos deslizamos por la cama hasta quedar casi en el borde de la misma. Tengo mitad de cuerpo afuera, por lo que debo estirar los brazos y sostenerme con las manos para no caerme al suelo. Pese a la inminente caída, Diego me sigue garchando, furiosa, ciegamente, colmándome de plácidas y exultantes sensaciones.
Finalmente caemos al suelo, yo de espalda y él sobre mí. Nos reímos sin separarnos, besándonos, saboreándonos.
Entonces me la saca, me hace poner en cuatro, ahí mismo, sobre la moqueta de la habitación, y me embiste desde atrás. Me coje con todo, haciéndome retumbar las nalgas con cada golpe de sus caderas.
Por debajo me agarra las tetas y me las amasa, me pellizca los pezones, me los retuerce y aunque me haga doler, lo disfruto. Me merezco ese dolor, ese sufrimiento, para así compensar las oleadas de placer que se me escapan por cada poro.
Esta vez explotamos, literalmente, sumergiéndonos en una extática agonía de la cual nos cuesta un buen rato salir. Llenamos la habitación y creo que hasta el pasillo del telo con nuestros gemidos. Es tan intenso, tan agotador, tan impactante, que nos quedamos tirados en el suelo, tratando de recuperar el aliento después de habernos dejado la vida en ese garche.
-Cada vez nos echamos mejores polvos- me confirma Diego, resoplando.
Asiento entre suspiros, ya que estoy completamente de acuerdo. Nuestra relación se está volviendo cada vez mas peligrosa.
Va al baño y se echa una meada. Desde donde estoy puedo sentir el ruido del chorro golpeando contra el agua del inodoro. Cuando vuelve yo sigo en el suelo, acusando todavía el impacto del orgasmo.
Viéndome ahí indefensa, se agarra la pija y empieza a pajearse. Se le pone dura al toque. Así como a mí se me moja cuando estamos juntos, a él se le endurece.
Sin renuencia alguna de mi parte, me voltea boca abajo y me la pone en el culo, sin forro, como el domingo en la terraza de mi casa. Se acomoda sobre mis nalgas, clavando las rodillas a ambos lados de mi cuerpo y me la mete. Mi culo se abre sin resistencia alguna ante su avance. Con toda la pija adentro, se me echa encima y entra a culearme, fuerte, fluído, acelerado. Me saca chispas del orto con cada clavada.
-Nunca te creí tan puta, Mariela- me susurra al oído, sin dejar de envolverse la pija con mis esfinteres.
Llevo una mano hacia atrás, lo agarro de la nuca y lo retengo contra mí.
-¡Culeame..., culeame..., rompeme bien el orto...!- le pido casi con desespero.
Y Diego cumple. Me destroza a puro pijazo, arrancándome una nueva oleada de fulminante placer.
Un breve relax con una nueva ronda de esas botellas de whisky en miniatura, y me meto a la ducha. Necesito quitarme el olor a sexo con el cual estoy impregnada. Diego me observa desde la cama y no se puede resistir. Se levanta y viene a la ducha conmigo, ostentando una vez mas una poderosa erección. Me pone de frente contra la mampara y me vuelve a ensartar por detrás, iniciando una nueva culeada.
Mis pezones, duros y erectos se clavan en el vidrio, mientras él me la clava a mí, bombeando enérgica, impulsivamente, acribillándome el culo a mansalva.
Me agarra fuerte de los brazos, y con las piernas se mueve abajo y arriba, culeándome gloriosamente, sin dejar ningún rincón por explorar.
Tras unos cuantos encules, brutales, profundos, me la deja atornillada bien hasta los huevos y me acaba adentro, volviéndome a llenar el culo de leche.
Cuando me la saca, me doy la vuelta y agarrándolo de la nuca, lo atraigo hacia mí para besarlo, enroscando mi lengua con la suya, sintiendo en sus labios el incitante sabor de la lujuria.
Ahora sí, sale del baño y yo termino de ducharme. En verdad espero llegar a casa antes que mi marido, sino no sé como voy a explicarle lo del pelo mojado.
La culpabilidad, los miedos, los sentimientos encontrados, todo quedaba olvidado en esa habitación, casualmente la misma que habíamos ocupado en nuestro primer encuentro.
Esta vez fue mucho mas intenso y salvaje que las veces anteriores.
-Sentí como me pongo cuando estoy con vos- me dice Diego haciendo que le toque la pija.
La tiene dura e hinchada, caliente, rebosante de venas y vigor. Me pongo de rodillas y se la chupo, haciéndole un pete de esos que tanto le gustan, turca incluída.
Lo hago acabar casi enseguida, tragándome todo, ABSOLUTAMENTE TODO lo que me eyacula en el paladar.
Me quedo saboreando su esperma en mi boca y me tiendo en la cama. Recostándose a mi lado, Diego trae consigo un par de botellitas de whisky del frigobar. Las abre y me da una. Choca la suya con la mía y a modo de brindis expresa:
-¡Por lo que sea esto!-
-Una locura, eso es lo que es- le aseguro.
-Una hermosa locura- asiente, besándome.
Entre besos y caricias se le pone dura de nuevo, como un fierro. Se pone un forro y echándoseme encima me penetra. Se mueve entre mis piernas, metiéndomela bien adentro con cada embiste, lacerando todo mi interior con esa verga que parece estar mucho mas grande que las veces anteriores.
Me coje tan fuerte, con tanto entusiasmo que nos deslizamos por la cama hasta quedar casi en el borde de la misma. Tengo mitad de cuerpo afuera, por lo que debo estirar los brazos y sostenerme con las manos para no caerme al suelo. Pese a la inminente caída, Diego me sigue garchando, furiosa, ciegamente, colmándome de plácidas y exultantes sensaciones.
Finalmente caemos al suelo, yo de espalda y él sobre mí. Nos reímos sin separarnos, besándonos, saboreándonos.
Entonces me la saca, me hace poner en cuatro, ahí mismo, sobre la moqueta de la habitación, y me embiste desde atrás. Me coje con todo, haciéndome retumbar las nalgas con cada golpe de sus caderas.
Por debajo me agarra las tetas y me las amasa, me pellizca los pezones, me los retuerce y aunque me haga doler, lo disfruto. Me merezco ese dolor, ese sufrimiento, para así compensar las oleadas de placer que se me escapan por cada poro.
Esta vez explotamos, literalmente, sumergiéndonos en una extática agonía de la cual nos cuesta un buen rato salir. Llenamos la habitación y creo que hasta el pasillo del telo con nuestros gemidos. Es tan intenso, tan agotador, tan impactante, que nos quedamos tirados en el suelo, tratando de recuperar el aliento después de habernos dejado la vida en ese garche.
-Cada vez nos echamos mejores polvos- me confirma Diego, resoplando.
Asiento entre suspiros, ya que estoy completamente de acuerdo. Nuestra relación se está volviendo cada vez mas peligrosa.
Va al baño y se echa una meada. Desde donde estoy puedo sentir el ruido del chorro golpeando contra el agua del inodoro. Cuando vuelve yo sigo en el suelo, acusando todavía el impacto del orgasmo.
Viéndome ahí indefensa, se agarra la pija y empieza a pajearse. Se le pone dura al toque. Así como a mí se me moja cuando estamos juntos, a él se le endurece.
Sin renuencia alguna de mi parte, me voltea boca abajo y me la pone en el culo, sin forro, como el domingo en la terraza de mi casa. Se acomoda sobre mis nalgas, clavando las rodillas a ambos lados de mi cuerpo y me la mete. Mi culo se abre sin resistencia alguna ante su avance. Con toda la pija adentro, se me echa encima y entra a culearme, fuerte, fluído, acelerado. Me saca chispas del orto con cada clavada.
-Nunca te creí tan puta, Mariela- me susurra al oído, sin dejar de envolverse la pija con mis esfinteres.
Llevo una mano hacia atrás, lo agarro de la nuca y lo retengo contra mí.
-¡Culeame..., culeame..., rompeme bien el orto...!- le pido casi con desespero.
Y Diego cumple. Me destroza a puro pijazo, arrancándome una nueva oleada de fulminante placer.
Un breve relax con una nueva ronda de esas botellas de whisky en miniatura, y me meto a la ducha. Necesito quitarme el olor a sexo con el cual estoy impregnada. Diego me observa desde la cama y no se puede resistir. Se levanta y viene a la ducha conmigo, ostentando una vez mas una poderosa erección. Me pone de frente contra la mampara y me vuelve a ensartar por detrás, iniciando una nueva culeada.
Mis pezones, duros y erectos se clavan en el vidrio, mientras él me la clava a mí, bombeando enérgica, impulsivamente, acribillándome el culo a mansalva.
Me agarra fuerte de los brazos, y con las piernas se mueve abajo y arriba, culeándome gloriosamente, sin dejar ningún rincón por explorar.
Tras unos cuantos encules, brutales, profundos, me la deja atornillada bien hasta los huevos y me acaba adentro, volviéndome a llenar el culo de leche.
Cuando me la saca, me doy la vuelta y agarrándolo de la nuca, lo atraigo hacia mí para besarlo, enroscando mi lengua con la suya, sintiendo en sus labios el incitante sabor de la lujuria.
Ahora sí, sale del baño y yo termino de ducharme. En verdad espero llegar a casa antes que mi marido, sino no sé como voy a explicarle lo del pelo mojado.
18 comentarios - Amigo amante 3...
"Me quedo saboreando su esperma en mi boca..."
"...explotamos, literalmente, sumergiéndonos en una extática agonía..."
"Me saca chispas del orto con cada clavada."
"...acribillándome el culo a mansalva."[/i]
Que suerte tiene tu "amigo-amante", se está dando el gusto de su vida, y parece que tu también...jajaja.y que lindo es garchar hasta la locura al punto de quedar lleno de olor a sexo como dices tu, lo que es verdad sin dudas, y si a eso le agregamos que "Nuestra relación se está volviendo cada vez mas peligrosa", es aún más excitante y morbosa la situación, lo que la hace EXQUISITA Y DELICIOSA, verdad?:hot::hot:🔥🔥
Excelente para variar el relato mi querida Mary, esto hace que cada vez me haga más adicto a tus "garche-aventuras"...jajaja Besos amiga 💋 +10
LEO