Venimos de aca:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2885602/Cojiendo-a-mis-amigos-1era-parte.html
- Comieron?- preguntó Horacio.
- Una muy rica pija dijo Betina señalándome.
Horacio se rió y entró como una tromba dentro de la casa haciendo gala de su histrionismo. Desplegó todo lo que traía sobre la mesa y se sentó en una silla dispuesto a comer. Nos invitó a los dos a sentarnos. Betina se sentó a su lado en una silla. Empezaron a hablar sobre el evento de la tarde muy entusiasmados. Un amigo en comun había sido uno de los músicos y se dedicaron a criticarlo hasta dejarlo en carne viva.
Pero yo tenía un problema.
Parado ahí, vestido solo con el vaquero mal abrochado, veía y sentía que la pija seguía dura como una piedra. Y lo que es peor. Sentía el comienzo de eso que los médicos llaman cólico testicular y el vulgo "dolor de huevos" y no es más que el semen luchando por salir de su encierro. Me di cuenta en ese momento el error de no haber acabado antes.
- Sentate nene.- me dijo Horacio. Yo dudé en qué hacer y fui hacia el baño. No podía mear con la pija así de dura y no me daba para pajearme ahí. Estaba muy caliente todavía. La imágen y el olor del culo abierto de ella todavía llenaba todo mi pensamiento y mi cuerpo. Me mojé la pija y los huevos con agua fría, algo aflojó, intenté recomponerme lo mejor que pude y salí al comedor a esperar que no fuese tan grave.
Un vaso de fernet me esperaba sobre la mesa. Mire la hora, eran las 12:30. No había pasado nada! Me senté frente a ellos en la mesa e intenté cruzar las piernas. Imposible! El dolor de huevos iba aumentando y tuve que sentarme con las piernas abiertas como el vaquero de las películas. Tomé el vaso entero casi sin respirar.
- Tenés sed nene.- me dijo Horacio mientras me preparaba otro al mismo tiempo y seguía hablando sin parar sobre el músico en cuestión que no era otra cosa que su nueva aventura.
Betina decía que era lindo, pero un poco apocado.
- Parece medio boludo.- dijo.
- Pero tiene un ardor en la pija, nena, que ni te cuento.- respondió Horacio.
Ella se había sentado con los pies sobre el asiento de la silla, abrazando sus rodillas, de manera que podía ver sus pies, sus uñas pintadas de negro, sus muslos que se veían practicamente enteros y se entreveía su concha debajo del pequeño vestido suelto que llevaba puesto. Se me volvió a parar de la calentura, lo que empezó a empeorar el dolor. Intenté pensar en otra cosa. Me levanté a duras penas. Caminaba como Jhon Wayne y busqué un disco para escuchar música. Preferí quedarme parado, apoyado sobre un mueble, cerca de ellos. Una mueca de dolor se me dibujaba en el rostro.
- Linda música, nene. Estás bien?.- preguntó Horacio.
Le hice una seña que todo bien y siguieron hablando del músico boludo y sus dotes amatorias. Parece que tenía una pija enorme y que Horacio tenía problemas para metérsela correctamente.
- Tiene un cohete interespacial, pero me tengo que poner medio litro de gel cada vez, nena. No sabés, es mostruosa!.-
Betina se reía y se le movían las tetas. Yo las veía y una punzada de dolor me hizo doblar. Quedé con las manos apoyadas en las rodillas. No me podía enderezar.
- Qué pasa nene?. Estás bien? En serio.-
Horacio se paró preocupado al lado mío. Ella también. Pensaron que estaba descompuesto o algo así. Se asustaron bastante.
- No, es que me cortaste el polvo justo a tiempo Horacio.- Le dije con cara de dolor.
Se miraron y se dieron cuenta de lo que pasaba. Se empezaron a reir a carcajadas. Horacio se tiró al piso sin poder para de reir agarrándose la panza. Betina me abrazaba y se reía con la cara apoyada en mi hombro. Yo también me tenté, pero la risa me provocaba dolor, lo que me hacía poner más en ridículo todavía, lo que generaba otra oleada de risas de ellos.
Estuvimos así unos minutos hasta que tomaron aire y se calmaron.
- Pero ésto se soluciona muy fácil nene, hay que sacar la leche de adentro de esos huevitos sufridos!.- dijo Horacio y se volvieron a tentar a carcajadas.
- Es que me duelen, Horacio. Parece que se me van a reventar, ni para una paja estoy.- dije medio desesperado y también divertido por la extraña situación.
- A ver, a ver, dejame a mi.- dijo Betina y se me acercó. Me desabrochó los vaqueros, que cayeron hasta mis tobillos. Ella se agachó frente a mí y me empezó a pajear de manera normal. El tema fué su mano chocando contra mis huevos que me hacías sufrir como loco. Le pedí que parara por favor y me volví a doblar sobre las rodillas.
- Para nena, por favor! No ves que le duelen! Hay que hacerlo despacio. Hay que agarrar apenas la cabeza y no tocar los huevos para nada.- Dijo Horacio que parecía saber del tema.
Ella lo volvió a intentar, pero seguía doliéndome.
- A ver, permiso, dejame a mi.- dijo Horacio.
- Ni loco.- le contesté e intenté escapar con los pantalones en los tobillos. Ellos volvieron a reirse.
- Pero es una cuestión médica nene. No te hagas problemas, que nadie te va a decir que sos puto. Dale, dejame que yo se como hacer.-
Betina insistió. No sé por qué acepté. Era todo tan extraño que había que dejarse llevar por la situación.
- Vos nena, sacate todo. Mostrale la conchita al caballero que va a ayudar.-
Ella le hizo caso y se sacó el vestido quedándose totalmente desnuda, sentada con las piernas abiertas en el piso delante mio.
- Vos mirala, nene. Te gusta no? Así que la hiciste acabar con la lengua en el culo? Sos un crack nene!.-
Yo la veía en su desnudez y me puse duro como una piedra. Sentía los huevos estallar. De repente el me agarró la pija solo en la cabeza. Empezó a pajearme muy despacio de manera que no me generara dolor. Lo hacía bien.
- Tocate las tetas, nena. Calentamelo un poquito.- Dijo.
Ella se empezó a pellizcar los pezones. Me encantaban esas tetas preciosas. Su concha abierta delante y abajo mío me calentaron como loco. Era extraño pero era como si Horacio no existiera. La veía y sentía la pija cada vez más caliente. Ella parecía calentarse también. Se abría los labios de la concha con las manos y se masajeaba el clítoris, mostrándome ese divino espectáculo y sin sacarme la mirada de mis ojo. Eramos ella y yo como cojiendo a la distancia. Entonces Betina se empezo a meter los dedos medio y anular de la mano derecho dentro de la concha y se pajeaba fuerte. Su lengua acariciaba el labio superior y no dejaba de mirarme caliente.
- Y ahora el toque mágico.- Dijo Horacio y se metió el dedo mayor de la otra mano en la boca. Acto seguido me lo metió en el culo. Una andanada de calentura me recorrió el cuerpo y sentí que acababa violentamente. Un chorro enorme de semen salió disparado de mi pija directo a la panza de Betina. Después otro más y un tercero. Todos directamente a la piel deseada que estaba debajo mío. Una electricidad y un sentimiento de placer y alivio me aflorajon. El dolor todavía estaba un poco, pero no tan intenso. Me aflojé y me dejé caer de espaldas en el piso. Quedé acostado boca arriba respirando agitado mirando el techo con los brazos abiertos. Mi pija seguía dura. Betina se tiró encima mío, refregándose contra mi y enchastrándome también con mi propio semen.
- Me llenaste de guasca Leo! Sos un asco.- Nos empezamos a reir nuevamente sin control los tres por un par de minutos bastante largos.
Ella buscó mi poronga con la mano y se la metió en la concha empezándome a cojer. Me gustaba y sentía su humedad llenándome la pija. Ella me cojía subida encima y me besaba, metiéndome la lengua en la boca.
- No se van a poner a cojer delante mio no? No sean malos!.- dijo Horacio.
- Si, tenés razón Hora, perdona. Es que me calienta ver a dos chicos.- Dijo Betina sacándose la pija de la concha y sentándose en el piso al lado mío.
- Vayan a bañarse ustedes dos, y de paso se franelean un poco, dale. Yo los espero aca y después comemos.- Dijo Horacio y se sentó limpiándose los restos de leche de su mano con una servilleta de papel. Betina me ayudó a levantar y nos fuimos para el baño. Cuando estábamos entrando Horacio dijo:
- Ah Leo, le dije a Rober que venga. No hay problema no?.-
Amagué a mandarlo andónde debía, pero Betina se me adelantó.
- Si, no hay problema. Vení Leo, dale.- y me metió en el baño tironeándome del brazo.
Le dije que se estaba pasando con eso de invitar al chongo a mi casa.
- Vení, que me calentó ver como te pajeaba. Me gustó verte con otro loco.- dijo ella y me empezó a besar calente. El dolor no había pasado del todo. Le pedí que me tratara suavemente. Ella abrió la canilla de la ducha y juntos nos metimos. Me empezó a enjabonar con la esponja. Entero. Arrancó por la espalda y el culo hasta llegar a los pies. Me hizo dar vuelta y siguió con el pecho y bajando hasta la pija. Me hizo enjuagar. Después empezó a chupármela, despacio, pasando la lengua por el frenillo y masajeando muy delicadamente los huevos. Le acariciaba la nuca. Despues de tanto furor anterior me venía bien un poco de delicadeza. Sentía su lengua acariciarme el prepucio en círculos y subiendo y bajando por la pija desde y hasta los huevos.Tenía que acabar nuevamente, todavía no había salido todo.
Ella se puso de espaldas con las manos contra la pared.
- Cojeme.- dijo.
Busqué un forro en en botiquín del baño. Por suerte había uno perdido donde recordaba haberlo dejado. La penetré. Me encantó y a ella también porque empezó a moverse caliente con mi pija dentro de su concha. Escuché el timbre sonar, pero no hice caso. Seguí cojiendo a esa mujer que tanto me calentaba. Ella apoyaba la frente en su antebrazo apoyado en la pared y acariciaba el clítoris con la otra mano. Cojimos así hasta que acabó primero ella y yo casi inmediatamente. Sentí que dejé litros de semen acabando. Otra oleada de placer y alivio recorrió mi cuepo. La hice dar vuelta y la besé intensamente. Sentí que la podía querer.
Nos secamos y arreglamos. Nos pusimos dos toallas tapandonos y salimos. Horacio estaba arrodillado frente a quien entendí que era Rober. Se estaba metiendo su pija que tenía el tamaño de un termo en la boca. Al vernos se incorporaron rápido. Horacio dijo riéndose.
- Hola chicos, ya esta?. El es Rober. Es músico.-
CONTINUARA...
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- Comieron?- preguntó Horacio.
- Una muy rica pija dijo Betina señalándome.
Horacio se rió y entró como una tromba dentro de la casa haciendo gala de su histrionismo. Desplegó todo lo que traía sobre la mesa y se sentó en una silla dispuesto a comer. Nos invitó a los dos a sentarnos. Betina se sentó a su lado en una silla. Empezaron a hablar sobre el evento de la tarde muy entusiasmados. Un amigo en comun había sido uno de los músicos y se dedicaron a criticarlo hasta dejarlo en carne viva.
Pero yo tenía un problema.
Parado ahí, vestido solo con el vaquero mal abrochado, veía y sentía que la pija seguía dura como una piedra. Y lo que es peor. Sentía el comienzo de eso que los médicos llaman cólico testicular y el vulgo "dolor de huevos" y no es más que el semen luchando por salir de su encierro. Me di cuenta en ese momento el error de no haber acabado antes.
- Sentate nene.- me dijo Horacio. Yo dudé en qué hacer y fui hacia el baño. No podía mear con la pija así de dura y no me daba para pajearme ahí. Estaba muy caliente todavía. La imágen y el olor del culo abierto de ella todavía llenaba todo mi pensamiento y mi cuerpo. Me mojé la pija y los huevos con agua fría, algo aflojó, intenté recomponerme lo mejor que pude y salí al comedor a esperar que no fuese tan grave.
Un vaso de fernet me esperaba sobre la mesa. Mire la hora, eran las 12:30. No había pasado nada! Me senté frente a ellos en la mesa e intenté cruzar las piernas. Imposible! El dolor de huevos iba aumentando y tuve que sentarme con las piernas abiertas como el vaquero de las películas. Tomé el vaso entero casi sin respirar.
- Tenés sed nene.- me dijo Horacio mientras me preparaba otro al mismo tiempo y seguía hablando sin parar sobre el músico en cuestión que no era otra cosa que su nueva aventura.
Betina decía que era lindo, pero un poco apocado.
- Parece medio boludo.- dijo.
- Pero tiene un ardor en la pija, nena, que ni te cuento.- respondió Horacio.
Ella se había sentado con los pies sobre el asiento de la silla, abrazando sus rodillas, de manera que podía ver sus pies, sus uñas pintadas de negro, sus muslos que se veían practicamente enteros y se entreveía su concha debajo del pequeño vestido suelto que llevaba puesto. Se me volvió a parar de la calentura, lo que empezó a empeorar el dolor. Intenté pensar en otra cosa. Me levanté a duras penas. Caminaba como Jhon Wayne y busqué un disco para escuchar música. Preferí quedarme parado, apoyado sobre un mueble, cerca de ellos. Una mueca de dolor se me dibujaba en el rostro.
- Linda música, nene. Estás bien?.- preguntó Horacio.
Le hice una seña que todo bien y siguieron hablando del músico boludo y sus dotes amatorias. Parece que tenía una pija enorme y que Horacio tenía problemas para metérsela correctamente.
- Tiene un cohete interespacial, pero me tengo que poner medio litro de gel cada vez, nena. No sabés, es mostruosa!.-
Betina se reía y se le movían las tetas. Yo las veía y una punzada de dolor me hizo doblar. Quedé con las manos apoyadas en las rodillas. No me podía enderezar.
- Qué pasa nene?. Estás bien? En serio.-
Horacio se paró preocupado al lado mío. Ella también. Pensaron que estaba descompuesto o algo así. Se asustaron bastante.
- No, es que me cortaste el polvo justo a tiempo Horacio.- Le dije con cara de dolor.
Se miraron y se dieron cuenta de lo que pasaba. Se empezaron a reir a carcajadas. Horacio se tiró al piso sin poder para de reir agarrándose la panza. Betina me abrazaba y se reía con la cara apoyada en mi hombro. Yo también me tenté, pero la risa me provocaba dolor, lo que me hacía poner más en ridículo todavía, lo que generaba otra oleada de risas de ellos.
Estuvimos así unos minutos hasta que tomaron aire y se calmaron.
- Pero ésto se soluciona muy fácil nene, hay que sacar la leche de adentro de esos huevitos sufridos!.- dijo Horacio y se volvieron a tentar a carcajadas.
- Es que me duelen, Horacio. Parece que se me van a reventar, ni para una paja estoy.- dije medio desesperado y también divertido por la extraña situación.
- A ver, a ver, dejame a mi.- dijo Betina y se me acercó. Me desabrochó los vaqueros, que cayeron hasta mis tobillos. Ella se agachó frente a mí y me empezó a pajear de manera normal. El tema fué su mano chocando contra mis huevos que me hacías sufrir como loco. Le pedí que parara por favor y me volví a doblar sobre las rodillas.
- Para nena, por favor! No ves que le duelen! Hay que hacerlo despacio. Hay que agarrar apenas la cabeza y no tocar los huevos para nada.- Dijo Horacio que parecía saber del tema.
Ella lo volvió a intentar, pero seguía doliéndome.
- A ver, permiso, dejame a mi.- dijo Horacio.
- Ni loco.- le contesté e intenté escapar con los pantalones en los tobillos. Ellos volvieron a reirse.
- Pero es una cuestión médica nene. No te hagas problemas, que nadie te va a decir que sos puto. Dale, dejame que yo se como hacer.-
Betina insistió. No sé por qué acepté. Era todo tan extraño que había que dejarse llevar por la situación.
- Vos nena, sacate todo. Mostrale la conchita al caballero que va a ayudar.-
Ella le hizo caso y se sacó el vestido quedándose totalmente desnuda, sentada con las piernas abiertas en el piso delante mio.
- Vos mirala, nene. Te gusta no? Así que la hiciste acabar con la lengua en el culo? Sos un crack nene!.-
Yo la veía en su desnudez y me puse duro como una piedra. Sentía los huevos estallar. De repente el me agarró la pija solo en la cabeza. Empezó a pajearme muy despacio de manera que no me generara dolor. Lo hacía bien.
- Tocate las tetas, nena. Calentamelo un poquito.- Dijo.
Ella se empezó a pellizcar los pezones. Me encantaban esas tetas preciosas. Su concha abierta delante y abajo mío me calentaron como loco. Era extraño pero era como si Horacio no existiera. La veía y sentía la pija cada vez más caliente. Ella parecía calentarse también. Se abría los labios de la concha con las manos y se masajeaba el clítoris, mostrándome ese divino espectáculo y sin sacarme la mirada de mis ojo. Eramos ella y yo como cojiendo a la distancia. Entonces Betina se empezo a meter los dedos medio y anular de la mano derecho dentro de la concha y se pajeaba fuerte. Su lengua acariciaba el labio superior y no dejaba de mirarme caliente.
- Y ahora el toque mágico.- Dijo Horacio y se metió el dedo mayor de la otra mano en la boca. Acto seguido me lo metió en el culo. Una andanada de calentura me recorrió el cuerpo y sentí que acababa violentamente. Un chorro enorme de semen salió disparado de mi pija directo a la panza de Betina. Después otro más y un tercero. Todos directamente a la piel deseada que estaba debajo mío. Una electricidad y un sentimiento de placer y alivio me aflorajon. El dolor todavía estaba un poco, pero no tan intenso. Me aflojé y me dejé caer de espaldas en el piso. Quedé acostado boca arriba respirando agitado mirando el techo con los brazos abiertos. Mi pija seguía dura. Betina se tiró encima mío, refregándose contra mi y enchastrándome también con mi propio semen.
- Me llenaste de guasca Leo! Sos un asco.- Nos empezamos a reir nuevamente sin control los tres por un par de minutos bastante largos.
Ella buscó mi poronga con la mano y se la metió en la concha empezándome a cojer. Me gustaba y sentía su humedad llenándome la pija. Ella me cojía subida encima y me besaba, metiéndome la lengua en la boca.
- No se van a poner a cojer delante mio no? No sean malos!.- dijo Horacio.
- Si, tenés razón Hora, perdona. Es que me calienta ver a dos chicos.- Dijo Betina sacándose la pija de la concha y sentándose en el piso al lado mío.
- Vayan a bañarse ustedes dos, y de paso se franelean un poco, dale. Yo los espero aca y después comemos.- Dijo Horacio y se sentó limpiándose los restos de leche de su mano con una servilleta de papel. Betina me ayudó a levantar y nos fuimos para el baño. Cuando estábamos entrando Horacio dijo:
- Ah Leo, le dije a Rober que venga. No hay problema no?.-
Amagué a mandarlo andónde debía, pero Betina se me adelantó.
- Si, no hay problema. Vení Leo, dale.- y me metió en el baño tironeándome del brazo.
Le dije que se estaba pasando con eso de invitar al chongo a mi casa.
- Vení, que me calentó ver como te pajeaba. Me gustó verte con otro loco.- dijo ella y me empezó a besar calente. El dolor no había pasado del todo. Le pedí que me tratara suavemente. Ella abrió la canilla de la ducha y juntos nos metimos. Me empezó a enjabonar con la esponja. Entero. Arrancó por la espalda y el culo hasta llegar a los pies. Me hizo dar vuelta y siguió con el pecho y bajando hasta la pija. Me hizo enjuagar. Después empezó a chupármela, despacio, pasando la lengua por el frenillo y masajeando muy delicadamente los huevos. Le acariciaba la nuca. Despues de tanto furor anterior me venía bien un poco de delicadeza. Sentía su lengua acariciarme el prepucio en círculos y subiendo y bajando por la pija desde y hasta los huevos.Tenía que acabar nuevamente, todavía no había salido todo.
Ella se puso de espaldas con las manos contra la pared.
- Cojeme.- dijo.
Busqué un forro en en botiquín del baño. Por suerte había uno perdido donde recordaba haberlo dejado. La penetré. Me encantó y a ella también porque empezó a moverse caliente con mi pija dentro de su concha. Escuché el timbre sonar, pero no hice caso. Seguí cojiendo a esa mujer que tanto me calentaba. Ella apoyaba la frente en su antebrazo apoyado en la pared y acariciaba el clítoris con la otra mano. Cojimos así hasta que acabó primero ella y yo casi inmediatamente. Sentí que dejé litros de semen acabando. Otra oleada de placer y alivio recorrió mi cuepo. La hice dar vuelta y la besé intensamente. Sentí que la podía querer.
Nos secamos y arreglamos. Nos pusimos dos toallas tapandonos y salimos. Horacio estaba arrodillado frente a quien entendí que era Rober. Se estaba metiendo su pija que tenía el tamaño de un termo en la boca. Al vernos se incorporaron rápido. Horacio dijo riéndose.
- Hola chicos, ya esta?. El es Rober. Es músico.-
CONTINUARA...
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